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Sobre la otra obra literaria de Ricardo Jaimes Freyre

Gunnar Mendoza

Incorporado desde gacetillero hasta segundo redactor, durante la década 1881-1890, en más de
media docena de empresas periodísticas de Julio Lucas Jaimes (Brocha Gorda), su padre, astro
de primera magnitud en el periodismo boliviano, Ricardo Jaimes Freyre –que en 1881 no había
cumplido todavía los veinte años de edad- entrega en ese lapso a la prensa, además de artículos
periodísticos propiamente dichos, su producción poética (y en general literaria) más temprana.
Periodismo y literatura se entrecruzan y confunden entonces en su obra, como ha sucedido y
sucede tan frecuentemente y fuera de Bolivia.

Un buen volumen puede formarse con esta producción primeriza y desconocida si se espiga en la
ingente sección de periódicos bolivianos (cerca de dos mil títulos entre los años 1823 y 1989)
que tenemos organizada para la investigación después de varios años de trabajo preparatorio en
la Biblioteca Nacional de Bolivia.

A manera de muestra escogemos entre esos escritos de Jaimes Freyre, prácticamente inéditos
hoy, las tres poesías que se registran a continuación de esta nota.

Representan ellas tres facetas diferentes de su tendencia y su estilo en esta etapa:

“De mi álbum “es una rima que muestra la influencia de Bécquer sobre Jaimes Freyre, que a la
sazón era admirador confeso del poeta español; influencia que, por lo demás, todavía es muy
perceptible en la producción final de Jaimes Freyre (Castalia Bárbara, Los sueños son vida). En
realidad, quien quiera se ponga a estudiar esta influencia en detalle, llegará a conclusiones
sorprendentes sin duda.

“Una buena verdad en mal soneto” ejemplifica la vena satírica de Jaimes Freyre, jaspeada con
tintas sombrías, paradoja típica de otros representantes –desde Bartolomé Arzáns de Orsúa y
Vela digamos- del humorismo boliviano, tan proclive a la risa como al llanto. Los jaspes
sombríos muestran, en esta instancia específica, la preocupación angustiada del poeta por el
destino nacional, y hay un ambiente en esta composición, por encima de diferencias obvias, que
queriendo o sin querer, trae a la memoria en línea recta el egregio soneto de Quevedo que
comienza: “miré los muros de la patria mía…”, por la presencia, precisamente de ésta que
llamaremos “angustia cívica”.

“La gloria” asocia una versificación ya sabia, ágil y (al parecer) fácil, con una filosofía exenta de
confianzas y optimismos banales en este poeta que, repetimos, aún no había cumplido los veinte
años (la cuenta oficial para la celebración del centenario de Jaimes Freyre en 1968, estuvo, como
de lo oficial era de suponer, errada, de suerte que se quemaron mirras, inciensos y fuegos
artificiales fuera de tiempo “al punto fósforo”).

Esta otra producción literaria de Jaimes Freyre revela preocupaciones inesperadas y abarca
aspectos tan diversos como el editorial y la crónica política (con alcance literario), la crítica, el
cuento, la poesía lírica, y con mayor énfasis, la poesía satírica, todo casi siempre infiltrado de
elementos fuertemente alusivos a la realidad boliviana.

Tarde o temprano esta otra producción, hoy desconocido, tendrá que ser puesta en evidencia,
pues constituye un componente clave para completar la evaluación de la obra1 literaria de Jaimes
Freyre, evaluación hoy trunca. Rutinariamente ella suele referirse solo a Castalia Bárbara, País
de sueño, País de sombra2, y Los sueños son vida, y se ha hecho ya una especie de consenso
entre nuestros críticos y comentaristas literarios sobre eso que eso es lo único que literariamente
vale en Jaimes Freyre. Consenso percudido, y sobre todo, errado, como que se funda sobre la
ignorancia total de esa otra etapa jaimesfreriana y en general, sobre la increíble supervivencia en
Bolivia de la doctrina de la “poesía pura”, doctrina en otras partes ya cuando menos maloliente
no obstante pureza.

Obras Completas. Sucre: Fundación de cultura del Banco Central de Bolivia. Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia. Vol. V. 2005: 461-463.

1
Aquí la palabra obra aparecía como “Obra” (con mayúscula).
2
¿No son País de sueño y País de sombra parte de Castalia Bárbara? Si es así, deberían estar con comillas y no en
cursivas.

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