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No hay duda que los hechos de la pasión y muerte de Jesús, ocupan un lugar privilegiado en la
fe y el corazón de los cristianos. Prueba de ello son los crucifijos que presiden nuestras iglesias,
adornan nuestros cuartos, los salones de clase y hasta las salas de las altas cortes judiciales y
gubernamentales; la participación masiva y conmovedora en las largas y calurosas procesiones
del Viernes Santo, en la que nos sentimos compartiendo el sufrimiento del Señor; y hasta la
“rabia” que sentíamos de niños, cuando en las películas (“el mártir del calvario”), los judíos y
romanos se ensañaban contra Jesús. Es evidente que nuestra vida cristiana está marcada por
los momentos que envuelven la muerte de Jesús.
Sin embargo, al ver la realidad que sigue a nuestras devociones, una pregunta flota en el
ambiente: ¿Cómo es posible que la pasión y la muerte de Cristo sean cosas tan importantes
para muchos cristianos, pero luego resulta que eso no se nota en su vida cotidiana?.
Veneramos el crucifijo, vivimos con devoción la Semana Santa, leemos con atención los relatos
de la pasión; pero luego, a la hora de la verdad, nada de eso transforma nuestra vida y nos
hace mejores. ¿Qué falla aquí?
Originalmente la cruz no fue algo sagrado o religioso. La cruz era, en tiempos de Jesús, el
tormento, la humillación y la vergüenza que sufrían los esclavos, los delincuentes más
peligrosos, los subversivos que se rebelaban contra el Estado. Cicerón dijo: "Todo lo que tenga
que ver con la cruz debe mantenerse lejos de los ciudadanos romanos, no sólo de sus cuerpos,
sino hasta de sus pensamientos, ojos y oídos". Por eso iba contra las buenas costumbres el
hablar en presencia de gente decente de una muerte de esclavos tan repugnante. La cruz era
"la más vergonzosa de las penas". Para los judíos no sólo se trataba de un tormento espantoso,
sino que además era una maldición divina: "Maldito el que cuelga del madero" (Gá13,13; Dt
21,23). Apartado de entre los vivos y de la comunión con Dios, el que moría en la cruz sólo
podía ser un blasfemo indeseable, que merecía semejante reprobación y desprecio. Esto era la
cruz en tiempos de Jesús. Y así la sufrió él, gritando en el momento final: "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?" (Mt 27,46; Mc 15,34).
La cruz, de ser signo de maldición, se convierte por Jesús, en signo de bendición y salvación. A
lo largo de todo el proceso de la pasión destacan los mismos pensamientos: la cruz es
salvación; la humillación de Jesús es su exaltación; el camino del discipulado es el camino del
sufrimiento; un centurión «gentil» confiesa a Jesús como el Hijo de Dios; el que muere en la
cruz, abandonado de Dios, está cumpliendo su voluntad. La cruz queda para la memoria de los
cristianos, como recuerdo del amor más grande ofrecido por alguien a la humanidad. En el
amor de la cruz, como en una especie de nido, quedan recogidos los discípulos y discípulas, los
cojos, los ciegos, las prostitutas, los endemoniados, los pobres y marginados, y hasta los
poderosos, que como Zaqueo (Lc 19,2), se convierten al proyecto de Jesús, para avanzar en la
tarea diaria de regar de vida y resurrección el mundo que nos rodea. Por la cruz, Cristo nos
liberó del pecado que causa la muerte, y venció la muerte a punta de vida, sin embargo, al mirar
a nuestro alrededor, parece lo contrario, que el pecado y la muerte hubieran vencido. Por qué?
Es sencillo, Cristo venció el pecado y la muerte, pero no significa que hayan desaparecido.
Encontrar la vacuna contra la hepatitis es vencerla pero no significa que haya desaparecido.
Hay que estar atentos, porque al menor descuido de la humanidad vuelve a aparecer. Igual
ocurre con la Cruz, que más que objeto de veneración aislada, hay que convertirla en memoria
misionera de continuar venciendo el pecado y la muerte. La cruz debe ser memoria de
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convicción, que donde se establece el reinado de Dios, el pecado y la muerte son vencidos.
Pero si nos descuidamos, el pecado y la muerte se vuelven epidemia, como ocurre en el mundo
de hoy.
Sin embargo, por quedarnos solo en lo superficial, en una memoria sin compromiso, hemos
hecho de la cruz un objeto de honor y prestigio, la hemos puesto para bendecir la invasión y
muerte de muchos pueblos, sobre el pecho de los grandes de este mundo y hasta como
condecoración de dictadores y tiranos. Además de eso, la hemos manipulado en beneficio de
los instalados y poderosos. Pocos temas de la teología han sido tan manipulados y
tergiversados en su interpretación como el de la cruz y la muerte de Jesús. Especialmente, los
poderosos, que han utilizado el símbolo de la cruz y el hecho de la muerte redentora de Cristo
para justificar la necesidad del sufrimiento y de la muerte en el horizonte de la vida humana.
Así, oímos decir, piadosa y resignadamente, que cada uno debe cargar con sus cruces de cada
día, que lo importante es vivir con paciencia y resignación y, lo que es más, que por la cruz
llegamos a la luz y reparamos la infinita majestad de Dios, ofendida por nuestros pecados y los
del mundo. De esta manera se ha desarrollado, dentro del cristianismo, una mística de la cruz
que ha hecho mucho daño en la Iglesia. Se ha abusado mucho de la teología de la cruz y la
mística del sufrimiento por aquellos que han causado el sufrimiento. Con demasiada frecuencia
se exhortó a los campesinos, los indios y los esclavos negros a aceptar el sufrimiento como "su
cruz" y a no rebelarse contra el imperio.
Cuando decimos que con su muerte, Jesús sella una Nueva Alianza de vida en plenitud,
significa que ya existía una alianza, un pacto, solo que había perdido su verdadero sentido.
Jesús recupera el sentido original de la creación, la Pascua, la tierra prometida, la ley, el
profetismo, etc, cuando afirma “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he
venido para abolir, sino para cumplir” (Mt 5,17).
No es posible por tanto, entender a Jesús desligado del Antiguo Testamento, pues la historia de
salvación no comienza en Jesús, sino que en El adquiere su plenitud. (Dei Verbum 16). Con
razón Cristo le decía a sus oyentes: investiguen las escrituras y así comprobarán que Moisés
habla de mí (Jn 5,39-45). Y Lucas resaltando el encuentro de Jesús con los discípulos de
Emaús, dice que Jesús, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les
explicó todo lo que había sobre él en las Escrituras (Lc 24, 25-27)
Israel, un pueblo que desde Abraham intentaba sembrar semillas de justicia para humanizar la
vida, se encuentra en Egipto con el poder de dominio faraónico, que por el contrario, sembraba
injusticia y muerte a su alrededor. El modelo faraónico estaba apoyado en una estructura
administrativa que cobraba sin compasión el tributo a los campesinos, una estructura militar que
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Y Jesús?
Tanto la sociedad romana con su modelo imperial esclavista y opresor, como la sociedad judía
con su exclusivismo religioso basado en una ley que esclavizaba al pueblo, reproducían los
pecados del proyecto faraónico. La pasión y muerte de Jesús es fruto del modelo faraónico
actualizado en las autoridades judías que lo acusan de blasfemo y las romanas que lo
condenan por subversivo. El desierto, será por cuarenta días o toda la vida de Jesús, el
escenario en el cual Jesús combatirá las tentaciones de poder, riqueza y honor, que le tiende
satanás, encarnado en las autoridades que lo persiguen y acusan. Haciendo eco de las doce
tribus, Jesús elige 12 apóstoles que representan el nuevo pueblo de Dios, con quienes celebra
la pascua-eucaristía, memoria de liberación y comunión, que tiene su culmen en la cruz, donde
con su sangre derramada , inaugura la “nueva” alianza sellada entre Dios y la humanidad. La
resurrección es la nueva tierra prometida, llamada por Jesús “Reino de Dios”.
7,12-16). El problema de Israel, es que siempre esperaba un nuevo David para solucionar sus
problemas de sometimiento y pobreza, cuando los problemas eran de estructura. Podían nacer
mil David, pero mientras se mantuviera la estructura monárquica la situación no cambiaría.
Y Jesús?
El fin de la monarquía es el comienzo de uno de los momentos más críticos en la vida de Israel:
el exilio de un grupo hacia Babilonia y la esclavitud del resto en su propia tierra. Dios tiene
compasión de su pueblo y propone un nuevo éxodo (Is 43,16-21), es regreso de los exiliados a
su tierra. El destierro está en su etapa final. (Is 48,20).
Pero, cómo regresar? Cómo reorganizar el pueblo? Muchas preguntas con dos respuestas
contrarias.
Un grupo, representado por los exiliados en babilonia y apoyados por el imperio de turno
(Persia), proponen en medio de la nostalgia y la alegría, reconstruir las instituciones
tradicionales de Israel: el templo, la ciudad, la ley, las murallas y la religión. Esdras asumirá la
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renovación religiosa llamada desde entonces judaísmo, con tres pilares fundamentales: el
Templo, la Ley y la raza. Como no pueden tener rey se consolida la figura del sumo sacerdote
como la máxima autoridad. Los profetas que le apuntaron a este proyecto fueron: Ezequiel 40-
48 (Todavía en el exilio). En el postexilio: Ageo, el primer Zacarías (Zac 1-8), Esdras y
Nehemías.
Otra propuesta tenía el grupo de los que habían permanecido en Israel, conocidos como
“pueblo de la tierra”. Tras un análisis de la realidad, estos consideran que antes de reconstruir la
ciudad, el templo, las murallas, etc. es necesario reconstruir la vida del pueblo pobre,
amenazada por los altos índices de pobreza y opresión. Entre los profetas que respaldan esta
propuesta tenemos al segundo Zacarías (Zac 9-14); el segundo Joel (Joel 3-4), todo el tercer
Isaías (Is 56-66), especialmente en Is 61,1-3: “El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí, porque
me ha ungido el SEÑOR para traer buenas nuevas a los afligidos...”
Y Jesús?
Jesús retoma la propuesta de los perdedores, de los pobres, del “pueblo de la tierra, cuando al
inaugurar su ministerio apostólico asume como suyo el texto de Isaís en Lc 4, 16-22. Pero no
solo toma partido por los pobres, sino que cuestiona los pilares del judaísmo (Templo, Ley y
raza). El templo cuando dice “Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré
otro no hecho por manos." (Mc 14:58). Pero también, el relato del velo del templo que se rasga
en dos al momento de la muerte de Jesús (Mc 15,37-38) simboliza una especie de
desautorización del templo, en cuanto este ya no tiene autoridad para imponer más cargas al
pueblo. El pueblo queda libre frente al templo, pues el mismo Dios lo ha demostrado, rasgando
la cortina que garantizaba su autoridad y su presencia. La ley, que por violarla en nombre de la
vida y la libertad lo llevaron a la cruz. Finalmente la raza, que Jesús relativiza cuando es un
centurión romano el que afirma después de su muerte “verdaderamente este hombre era hijo de
Dios” (Mc 15,39)
Los sumos sacerdotes y sus aliados venían de tiempo atrás preparando la muerte a Jesús (Mc
2,7; 3,6.22; 8,11;11,18; 12,12.13.18; 14,1-2.10-11). Se le acusa principalmente de llamarse Hijo
de Dios y de decir que va destruir el Templo y reconstruirlo en tres días (Mc 14,58-65).
Veredicto final: culpable por blasfemia. Sentencia: la muerte.
Hay una gran diferencia entre la aristocracia sacerdotal de Jerusalén y el resto del clero.
El sumo sacerdotes está en la cima de la jerarquía. Responsable de la ley y del templo,
presidente del sanedrín, el único que puede entrar una vez al año en el “santo de los santos”,
es el jefe indiscutible del pueblo. Antiguamente era un cargo vitalicio, posteriormente los
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reyes judíos y los romanos los nombraban y los destituían a su gusto. Son famosos entre
nosotros los cristianos, los sumos sacerdotes de la época de Jesús: Anás (Jn 18,13-23), y
José, llamado Caifás, yerno de Anás que fue sumo sacerdote del 18 al 36 (Mt 26,57; Lc 3,2;
Jn 11,49; 18,13-14.24.28), ambos son mencionados a propósito del proceso y la condena de
Jesús. Hch 23,2s menciona a Ananías, nombrado por Herodes Agripa II en el 47 y que, con
interrupción, ejerció el cargo hasta el 66, cuando fue asesinado por los revolucionarios
judíos.
Los jefes de los sacerdotes, que son los responsables del templo, también hacían parte de
esta aristocracia sacerdotal; con frecuencia pertenecen a estas mismas familias. Todos estos
sacerdotes son del partido de los saduceos.
Los sacerdotes rurales son unos 7.000. Muy cercanos al pueblo pobre, comparten su vida,
sus oficios y su pobreza. Distribuidos en 24 secciones o clases, ejercen sus funciones por
turno en el templo durante una semana cada año, así como en las tres fiestas de
peregrinación (Lc 1,5-9). Algunos de estos sacerdotes más instruidos son escribas. Muchos
son fariseos.
Los levitas (Nm 3,5-10.40-51; 8,5-26; Lc 10,31-32; Hc 4,36)), especie de bajo clero que
había perdido todo poder, son los parientes pobres del clero. Son cerca de 10.000
distribuidos también en 24 secciones, ejercen su función subalterna en el templo una
semana cada año: preparación de los sacrificios, recibo de los diezmos, música, limpieza y
policía del templo.
Hay que decir que Jesús no era un sacerdote judío. No pertenecía a la alta clase sacerdotal de
Jerusalén ni a las modestas familias de la tribu de Leví que se ocupan del culto judío. Jesús es
un laico, un seglar dentro de la sociedad judía (Hb 7, 13-14). Sin embargo, se atreve a criticar la
actuación de los sacerdotes que han convertido la liturgia del templo en un medio de
explotación a los peregrinos (Mc 11, 15-19) y su despreocupación a la hora de acercarse a los
hombres verdaderamente necesitados de ayuda (Lc 10,30 -37 ).
El sacrificio y la ofrenda eran la base fundamental del culto en el AT: a Dios, dador de la vida y
de todas las cosas, el pueblo debía restituirle, por medio del sacerdote, aquello que de manera
particular a Él le pertenecía: la sangre de los animales (La sangre era la vida, su síntesis, por
eso pertenecía a Dios, era sagrada e inviolable y le debía ser siempre ofrecida: cf.. Gn 9,1-7),
su grasa (La grasa, como la sangre, pertenecía exclusivamente a Dios, el hombre no podía
consumirlas, y constituían parte principal de los sacrificios (cf. Lv 3,14-17; 4,8-10; 7,22-27.) y los
primogénitos de hombres, animales y cosechas: de aquí se desprenden el rescate de los
primogénitos (humanos y animales) (Ex 13,1-2.11-14) y la presentación de los primeros frutos o
“primicias” (Lv 23,9-14). Esta especie de intercambio era la base del culto israelítico.
Los tipos de sacrificios y ofrendas eran: el holocausto (Lv 1), donde se quemaban en honor a
Yahvé todas las partes de la víctima. El sacrificio de comunión (Lv3), en el que oferente entraba
en comunión con Dios recibiendo parte de la carne de la víctima para realizar un banquete
sagrado con los suyos (Lv 7,14-15). El sacrificio por el pecado, que variaba de acuerdo a quien
lo ofreciera (Lv 4-5) y de cuya carne participan el oferente y los sacerdotes. Las ofrendas que
consistían en harina mezclada con aceite e incienso y en tortas o panes ázimos de harina con
aceite (Lv 2).
Había sacrificios públicos y privados. El sacrificio público se ofrecía dos veces al día, por la
mañana y por la tarde. Desde el tiempo de Augusto se ofrecía además un doble sacrificio por el
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Emperador y por el imperio romano. Había además sacrificios especiales los sábados, los días
de la luna nueva y en las fiestas. Además había sacrificios privados (holocaustos, oblaciones)
como expiación o purificación, en gran cantidad.
La muerte de Jesús se da en plena fiesta de la Pascua, un viernes, vísperas del días de reposo
(sábado) por lo que las mujeres no pudieron ir a la tumba hasta el domingo.
El sábado. Era el día de estricto descanso. Comenzaba el viernes a la caída del sol y
terminaba el sábado a la misma hora. Todo trabajo material o actividad física estaban prohibidos
en el sábado. Los rabinos señalaban 39 actividades típicas que estaban prohibidas este día:
sembrar , arar , segar, hacer gavillas, trillar, cernir, cribar , moler, tamizar , amasar, cocinar
esquilar, blanquear la lana, cardarla, teñir, hilar , urdir, hacer dos puntadas, tejer dos hilos,
descoser dos hilos, atar , desatar , coser dos puntadas, desgarrar con la intención de coser dos
puntadas, hacer cacería de ciervo, degollarlo, despellejarlo, salarlo, preparar su "cuero,
depilarlo, cortarlo, escribir dos letras, borrar con la intención de escribir dos letras, construir,
demoler, apagar, encender, forjar con martillo, llevar de un sitio a otro (Shabbat 7,2). El judío
guardaba (y guarda) el sábado con toda alegría y fidelidad, sin embargo, Jesús lo relativizará
cuando se pone por encima de la persona humana (Mc 2, 23-28)
La Pascua. Celebra la liberación del exodo. En tiempos de Jesús acudían unos 180.000
peregrinos a Jerusalén. Se celebra en el plenilunio de primavera, el14 de Nisán (mes que
corresponde parte a marzo, parte a abril). Esta fiesta comienza la tarde del 14 con la inmolación
de los corderos en el Templo, que comerán las familias en la cena pascual después de la caída
del sol, y se continúa durante una semana en la que solo se comen panes ázimos o sin
levadura, de donde también se llama «la fiesta de los ázimos». La fiesta debía celebrarse en
Jerusalén. El cordero se inmolaba en el templo y se comía con hierbas amargas y pan sin
levadura, según las prescripciones de Ex 12, 1ss. Se pasa una copa de vino tres veces y se
recitan textos litúrgicos.
Pentecostés o Fiesta de las (siete) semanas. (Ex 23,16;34,22) Esta fiesta se celebra siete
semanas (o el día quincuagésimo, en griego pentekostós) después de la Pascua. Es la fiesta de
la cosecha: se ofrecían los primeros frutos de la cosecha de cebada. Posteriormente esta fiesta
adquirió el carácter de conmemoración de la promulgación de la Ley en el Sinaí.
Expiación o Perdón (en hebreo Yom Kippur). Se celebra el día 10 de Tishri (septiembre-
octubre). Entonces se celebraba con ayuno, sacrificios por el pecado, purificación del Santo de
los Santos con aspersión de sangre y el envío del macho cabrío al desierto cargado con los
pecados del pueblo. Era el único día en que el Sumo Sacerdote entraba al Santo de los Santos.
Purim. Se celebra en los días 14-15 de Adar (febrero a marzo) para conmemorar la liberación
de los judíos de manos de Hamán, por obra de Ester y Mardoqueo (libro de Ester). Es una
fiesta de alegría y ruido.
En los tiempos más antiguos de Israel el culto no estaba centralizado en Jerusalén; habían
templos por todo el país (Silo Jc 18,31; Betel Gn 31,13). Con la construcción del templo en
Jerusalén comenzó el movimiento de centralización del culto, aunque esta solo llegó a ser
completa después del exilio.
El primer Templo de Jerusalén fue construido por Salomón (957 a.C) y destruido por los
babilonios en el año 587 (o 586). Al regreso del exilio, se construyó el Segundo Templo o templo
de Zorobabel, entre los años 537 y 515. El rey Herodes el Grande, a partir del año 20 a.C. lo
reconstruyó, lo embelleció y lo amplió en una explanada de unos 300 por 500 mts. Después de
diez años estaba lo esencial hecho, pero no fue terminado sino hasta el año 64 d.C.
Paradójicamente va a ser destruido por los romanos en el año 70 d.C.
Para los judíos de la época de Jesús, el templo de Jerusalén era el centro mismo de su vida
religiosa, el lugar donde habitaba el Nombre y la Gloria de Dios, la garantía de que Dios velaba
por su pueblo. No había un lugar más santo sobre toda la tierra, y los judíos que vivían en el
extranjero procuraban allegar medios para ir alguna vez a adorar en dicho lugar. La veneración
se manifestaba de múltiples maneras: pagando cada judío un tributo anual de un dracma para
el mantenimiento y conservación del lugar santo (cf. Mt 17,24-27); haciendo al tesoro del
santuario donaciones voluntarias (cf. Mc 12,41-44; Lc 21,1-4); celebrando en Jerusalén las
grandes fiestas del calendario religioso, siguiendo especialmente las celebraciones en el
templo, y luchando hasta la muerte por preservar su carácter sagrado,
El templo estaba precedido por el Santo de los Santos y el altar de los sacrificios, después de
los cuales seguían cuatro patios, separados los unos de los otros. En primer lugar estaba el
patio de los sacerdotes, le seguía el de los hombres, luego el de las mujeres y finalmente el de
los paganos. Esta división responde a la concepción judía de la santidad, donde Dios
representa el santo, el puro, el perfecto, el separado, mientras el hombre y la naturaleza son por
naturaleza lo profano, impuro, imperfecto. Dios siempre comunica santidad a todo lo que se le
acerca, siendo esta más débil o difusa en la medida que uno esté más lejos de él. Según esto,
el más santo es el sumo sacerdote por estar más cerca del santo de los santos, le siguen los
sacerdotes, los hombres y finalmente las mujeres y los paganos.
Las autoridades judías que ya tenían decidida la muerte de Jesús necesitan la confirmación del
procurador Pilatos. Lo acusan de alborotar al pueblo, de estar prohibiendo que se pague el
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impuesto al Cesar y de llamarse rey de los judíos (Mc 27,11; Lc 23,2; Jn 18,33). El imperio
romano lo condenó a muerte. Veamos algo de este imperio.
El imperio romano
El dominio romano sobre Palestina, que se ejercía a nivel de acuerdos diplomáticos desde la
época de los macabeos (164 –63 a.C.), cambia a partir del año 63 a.C. cuando el general
Pompeyo ocupa definitivamente Palestina anexándola a los dominios romanos. El imperio
romano gobernará palestina a través de procuradores (Poncio Pilato) o de reyes vasallos
(Herodes y sucesores) Nuevamente Israel pierde su independencia.
A través del Apocalipsis conocemos bastante del imperio romano. Este aparece como símbolo
de la estructura estatal global, fuerza satánica y asesina, que está presente en todas las
estructuras de gobierno. El imperio es una bestia de diez cuernos, símbolo del poder absoluto
(Ap 13,1 ss); y es también el dominador “de pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (Ap
17,15.17), lo que nos indica las fronteras sin límites del Imperio Romano.
La cabeza visible de este Imperio es el Emperador. Este tiene a su servicio tres estructuras de
apoyo:
La Estructura Militar que defiende al imperio con sus armas, con ejércitos listos para
entablar combate (Ap 19,19).
siempre una intención política, justificar las decisiones imperiales y darle unidad ideológica al
imperio. Solo los judíos estaban exentos del culto imperial, a cambio de ofrecer sacrificios
por el emperador en el templo de Jerusalén. Los Cristianos fueron los que más resistieron a
la adoración del Emperador, que adoraban al más “indigno” en vez del más digno.
Al ser depuesto Arquelao en el 6 dC, sus territorios: Idumea, Judea y Samaría, fueron
asignados a un procurador para su administración en nombre del imperio romano. Se trataba de
un gobernador militar, enviado a alguna de las provincias imperiales que presentaban más
problemas de orden público y que requerían más cuidado por ser provincias fronterizas, como
era el caso de Palestina. Las funciones de un procurador era de tipo cívico-judiciales, militares y
fiscales, teniendo a su disposición un destacamento del ejército y una guardia personal,
además de todos los funcionarios y domésticos necesarios para la administración y para su
servicio personal. La duración en el cargo era de acuerdo a los vaivenes de la política imperial y
hasta de los caprichos de cada emperador; por ejemplo, parece que Augusto los nombraba por
tres años, mientras que Tiberio fue partidario de nombrarlos por mucho más tiempo con el fin de
que, habiéndose enriquecido a punta de tiranía en los primeros años, se dedicaran después a
una recta administración.
El título de estos funcionarios fue inicialmente el de prefectos, título que ostentaba Poncio
Pilato. Desde el emperador Claudio el título se cambio por el de Procurator (gr. hepitropos)
Los procuradores fijaron su residencia en Cesarea marítima, pues era una ciudad helenista, a la
medida de sus gustos y costumbres; en cambio se sentían incómodos en Jerusalén que debía
ser una ciudad típicamente oriental, y sin las comodidades de Cesarea. Sin embargo, en las
grandes fiestas de peregrinación de los judíos y en otras ocasiones importantes, los
procuradores subían a Jerusalén con parte de sus tropas, para vigilar de cerca la ciudad que se
convertía eventualmente en foco de insurrección y de problemas. Muchos de los incidentes
entre los judíos y los procuradores romanos tuvieron lugar a raíz de estas visitas.
Flavio Josefo y hasta los Evangelios, testimonian la mala fama de Poncio Pilato. Josefo lo
califica de obstinado, arrogante y venal. Otras fuentes lo califican de cruel y tirano, y consta que
el largo período de su administración estuvo marcado por continuas sublevaciones y
desordenes. Por dos veces ofendió a los judíos introduciendo en Jerusalén las insignias
paganas de sus tropas, suscitando airadas reacciones entre el pueblo. Tomó a la fuerza fondos
del tesoro del templo para construir un acueducto y dominó la sublevación que esto produjo
haciendo que el ejército hiriera y matara a muchos (¿Lc 13,1?). Constan también atropellos
contra los samaritanos. Vitelio, gobernador de Siria lo depuso en el 36 dC debido a las graves
acusaciones que presentaron los samaritanos. Enviado a Roma para ser juzgado, parece que
se suicidó.
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En el año 40, el senado romano nombra a Herodes el Grande como rey, y lo proclama “rey
amigo y socio del pueblo romano”, aunque por el momento es un rey sin reino. En el año 37
a.C. con el apoyo de las legiones romanas, Herodes recupera Jerusalén de los Partos. Para los
judíos era un trago amargo tener que soportar un rey que no era auténticamente judío (por su
origen Idumeo), que representaba un poder extranjero y aunque convertido al judaísmo vivía
como pagano.
Sin embargo, Herodes fue un rey hábil, emprendedor pero cruel, por un complejo de
persecución que nunca lo dejó tranquilo. Lo primero que hizo fue destituir a Hircano y nombrar
sumos sacerdotes favorables a su proyecto político. Al sanedrín le quitó el poder sobre la
nación.
Con el inicio de la pax romana bajo Octaviano, Herodes se dedicó a la actividad edilicia
buscando contentar a judíos y griegos, grupos étnicos predominantes en su reino. Se ganó el
fervor de los judíos cuando en la carestía de los años 24-23 a.C. gastó su propia fortuna para
socorrerlos, pero sobre todo, con la reconstrucción y embellecimiento del templo de Jerusalén,
que comenzó en el año 20 a.C. y se terminó en 63 d.C. Para los griegos y romanos construyó
ciudades como Sebaste (Augusto) y Cesarea, ambas en honor de su protector Cesar Augusto.
Construyó fortalezas (Masada, Herodion), Palacios, teatros, gimnasios, templos, etc.
A la muerte de Herodes, el emperador Augusto aprobó los deseos de su testamento, donde
repartía su reino entre sus hijos:
- Arquélao, nombrado etnarca de Judea y samaria. Fue un gobierno mas despiadado que el
de su padre. Alcanzó a gobernar del 4 a.C. al 6 d.C. cuando fue mandado al exilio a Galia.
Judea pasó a ser controlada directamente por Roma bajo la figura de un procurador o
prefecto.
- Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea del 4 a.C. al 39 d.C. Fue constructor como
su padre. Paso la capital de Seforis a Tiberiades, llamada así en honor del emperador
Tiberio. A pesar de ser solo tetrarca, el pueblo lo llamaba rey (Mc 6,14). Fue un reinado
tranquilo. Su problema mayor fue el haberse divorciado y casado con Herodías, mujer de un
familiar. Por denunciar esta situación mandó asesinar a Juan Bautista (Mc 6,15-30). De la
relación de Herodes Antipas con Jesús nos habla Lc 23,7-12, aunque desde antes era ya un
problema para el tetrarca, quien lo deseaba lejos de su territorio (Lc 13,31-32).
- Filipo: Etnarca de Idumea y Traconitide, un territorio donde vivían muy pocos judíos.
Construyó una ciudad con su nombre en las fuentes mismas del río Jordán, llamada Cesarea
de Filipo.
En el Nuevo testamento se encuentran otros dos Herodes: Herodes Agripa I, nieto de Herodes
el Grande y de Miriam. Era un rey astuto que buscaba estar bien con todos. Para ganarse el
favor de los judíos, en el año 42 d.C. mandó ajusticiar a Santiago y meter a Pedro en la cárcel
(Hech 12,1-3). Con su muerte en el año 44 d.C. le sucede después de un tiempo (era muy joven
a la muerte de su padre) su hijo Agripa II, delante de quien compareció Pablo cuando estuvo
visitando a Festa en Cesarea (Hch 25,13-26,32)
Palestina no tenía las riquezas exuberantes de Mesopotamia o Egipto, pero si los suficiente
como para alimentar a todos los que han vivido en su territorio. La tierra que “mana leche y
miel” ha sido una realidad.
Sin embargo, las políticas tributarias y de endeudamiento de roma, con la complacencia de los
herodes y las autoridades religiosas de Jerusalén, llevó a que muchas familias campesinas de
Palestina perdieran sus tierras a manos ya sea de la casta sacerdotal y saducea que controlaba
el templo o de colonos romanos, que desarrollaron un latifundio explotado por esclavos. Los
fariseos, estrictos cumplidores de la ley habían logrado burlar la ley del año sabático, que
obligaba la devolución de las tierras, a través de mecanismos como el korbán. Los fariseos para
favorecer a los prestamistas se inventan una argucia legal, que consiste en la afirmación que
las deudas que se perdonan son las particulares, pero nos la de la “corte”, por tanto, al transferir
a la corte o el templo, la deuda, la responsabilidad del prestamista desaparece, pero no la
deuda. Es probable que cuando en el padrenuestro, Jesús habla de “perdona nuestras deudas
como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, se refiera a esta situación. Muchos de los
antiguos propietarios terminaban empleándose como asalariados u ofrecerse como siervos de
los nuevos dueños. Otros se dedicaban a deambular de plaza en plaza esperando un trabajo
temporal para sobrevivir. No faltaban los que se vendían junto a sus familias, como esclavos.
La pirámide social
La mujer
En el Medio oriente la mujer dependía en todo y para todo del varón: de su padre si era soltera
y del marido si era casada. Aunque la tradición bíblica reconoce la igualdad de dignidad de la
mujer y el hombre (Gn 1,27), y que según la ley, tenía unos derechos mínimos por ser “hija de
Israel”, en la práctica era fuertemente discriminada. Algunos rabinos llegaron a decir: “se
compra a la mujer por dinero, por contrato y por relaciones sexuales. Se compra al esclavo
pagano por dinero, por contrato y por toma de posesión. Así, pues, ¿hay alguna diferencia entre
la adquisición de una mujer y la de un esclavo? – ¡ No!”. “El que enseña la Torah a su hija le
enseña la prostitución”
El lugar de la mujer era la casa y su ocupación los hijos, el hogar y la hilandería. No tiene que
hacer nada fuera de la casa, pero si sale debe guardar el anonimato y por tanto cubrirse con un
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velo. Si inicia una conversación, por ejemplo para preguntar alguna cosa, hay que responder lo
más brevemente posible; No se le debe dirigir nunca la palabra, ni siquiera para saludarla (Mt
5,28; Jn 4,27). No se le admite en el tribunal como testigo y menos como juez. En la sinagoga
puede estar, pero si no hay mínimo 10 hombres no puede comenzar el culto. Debe aceptar
relaciones de sus maridos con otras mujeres, aunque no es lo común.
La actitud de Jesús ante la mujer es de acogida y no discriminación, llegando incluso a tener
discípulas (Lc 8,1-2)
La muerte
La muerte era para los judíos, no la separación del cuerpo y del alma como en la mentalidad
griega, sino el final de la vida humana al disolverse o extinguirse el “nefesh” o principio vital, o al
retirar Dios su espíritu que hace vivir al hombre. Los cadáveres eran inhumados envueltos en
un sudario (nada de cofres) luego de haberlos lavado y perfumado. A la inhumación precedían
ritos de duelo, frecuentemente descritos en la Biblia: vestirse de luto, echarse ceniza o polvo en
la cabeza, llorar a grandes gritos, p ej. Jb 2,8.12-13, etc.
Las tumbas se practicaban en el suelo, en áreas delimitadas como cementerios fuera de las
ciudades y aldeas; muy frecuentemente se habilitaban cuevas entre las rocas para que sirvieran
de monumentos fúnebres, o éstos se construían y se adornaban con motivos arquitectónicos:
Mt 23,29. Estaba severamente prohibido el culto a los muertos, pero los dolientes visitaban las
tumbas para recordar a sus seres queridos: Mt 28,1.
El sanedrín
El gran sanedrín de Jerusalén (palabra griega que significa sentarse juntos) estaba compuesto
por 71 miembros: ancianos, sumos sacerdotes(saduceos) y algunos escribas (fariseos). Su
constitución está inspirada en el consejo de 70 ancianos que Moisés elige por sugerencia de su
suegro Jetró (Ex 18, 13-26) Lo presidía el sumo sacerdote. Fue creado un siglo antes de
Jesucristo, se reúne en el templo dos veces por semana. Es la corte suprema religiosa, que fija
la doctrina , establece el calendario litúrgico y regula la vida religiosa. Tiene también poder
político: vota las leyes, tiene policía propia, puede condenar a muerte, sin embargo, en tiempos
de Jesús no puede ejecutar la sentencia, dado que su poderes fueron limitados por los
romanos, al solo ámbito religioso. Dejó de existir el año 70 como poder político. Como poder
religioso, renació en Yamnia, al asumir las funciones religiosas rectoras del judaísmo de la
diáspora, con sede primero en Jamnia y luego en Séforis y Tiberíades.
Los ancianos
Después de regresar del exilio en Babilonia se formó un grupo de capital importancia conocido
como escribas, doctores de la Ley, rabinos o letrados. Podían ser sacerdotes o laicos. Su
campo de acción consistía en cultivar la sabiduría y la Ley. De lo primero se olvidaron pronto,
dando prioridad al aspecto legalista, rodeando la ley de una cadena de prescripciones, que se
volvieron un yugo insoportable. Así por ejemplo, con el fin de observar con la mayor
escrupulosidad posible el precepto sabático, los escribas habían precisado hasta el mas mínimo
detalle de lo que el hombre podía o no podía hacer. Así por ejemplo, los 39 trabajos prohibidos
en sábado, se subdividían a su vez en otros 39 hasta dar un total de 1521 trabajos prohibidos.
Son una clase difícil de clasificar, pues a veces pueden ser ricos, clase media o bastante
pobres. eran reconocidos solo después de un largo estudio de la ley y las Escrituras, que
comenzaba más o menos a los 16 años y terminaba a los 40 años, cuando era ordenado como
“talmid hakam”, a partir de lo cual podía sentarse en el tribunal, juzgar causas criminales y abrir
su propia escuela. Eran bastante apreciados y respetados por el pueblo. Tenían prohibido
cobrar por sus actividades docentes. Vivían de la limosna o de su trabajo artesanal. Claro que
algunos se aprovechaban de su situación, tal como lo denuncia el mismo Jesús “devoran las
casa de las viudas mientras fingen entregarse a largos rezos” (Mc 12,4)
Los fariseos
Se separaron (tal es el sentido de la palabra fariseo) de los asmoneos, por que los
consideraban infieles. Su preocupación se centra en la santidad de Dios, cuya ley meditan
asiduamente. Como saben que es difícil vivir continuamente en presencia del Dios santo, se
rodean de toda una red de prácticas.
Viven organizados en comunidades cerradas. Todos los jefes de las comunidades, junto con
algunos de sus miembros influyentes eran también escribas.
Tenían reglas para la admisión de miembros, con un período de prueba que puede durar hasta
un año, y una promesa posterior de observar el reglamento de la comunidad.
Bastantes de los miembros del clero eran fariseos. En cuanto a sus profesiones civiles, los
fariseos eran comerciantes, artesanos o campesinos. Se fueron endureciendo con el pueblo
porque no seguían las prescripciones rigoristas sobre diezmos y pureza: comer con uno no
fariseo era, para ellos, sospechoso de impureza.
Se consideraban los testigos auténticos de la verdadera fe. Jesús seguramente recibió de ellos
su formación y su manera de orar a Dios. Su error estaba en creer que pueden apoyarse en su
santidad para acercarse a Dios, que se han ganado el cielo con sus méritos. A esto se opone
Jesús, por que tergiversan y terminan manipulando el mensaje de Dios. Sin embargo, no se les
puede negar su buena voluntad y honestidad, que tenían una gran influencia en el pueblo, y
que las mismas autoridades les temían. Los fariseos salvaron el judaísmo después del año 70,
quedando como los únicos guías religiosos del pueblo judío. Los apóstoles y los primeras
comunidades cristianas tuvieron muchos problemas con ellos, por esto se entiende que los
evangelistas los pongan como los grandes opositores del proyecto de Jesús.
Los saduceos
Era un grupo minoritario conformado por los ricos de Israel. El mismo Flavio Josefo escribe que
“los saduceos no convencían más que a los ricos y no eran seguidos por el pueblo”. Su doctrina
es poco conocida. Parece que solo reconocen como ley el Pentateuco ( y no a los profetas); no
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Lo primero que encontramos son unos resúmenes de fe, que en su brevedad resaltan los dos
acontecimientos centrales: la muerte y la resurrección, que constituía el núcleo de la Buena
Noticia: “porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras” (1Co 15,3-5).
Para Marcos, la pasión es la llave para la comprensión de la obra de Jesús. Veamos algunas
claves de lectura que nos permitan comprender mejor este relato:
6. Dado que la resurrección confirma, efectivamente, que la pasión es la obra salvífica. Marcos
no necesita contar las apariciones del Resucitado. En consecuencia, el Relato de la Pasión
en Marcos se ha convertido en una teología de la pasión. Al lector se le llama la atención
sobre lo siguiente: el humillado es el Mesías; el camino del discipulado es el camino de la
cruz; el pequeño grupo que espera en Galilea es el nuevo templo, «no hecho por manos de
hombres» (Mc14,58).
7. Son varios los textos del Antiguo Testamento que se encuentran en este relato, de manera
especial Zac 13,7; Sal 22 y 110; Dn 7,13; Is 53,12. Resaltar igualmente la expresión “para
que se cumplan las Escrituras”, que refleja la convicción de que lo ocurrido en Jesús se
ajusta al plan establecido en el reinado de Dios.
8. Marcos pone de relieve la muerte eficaz del Hijo de Dios, venido para salvar a los hombres
del pecado. El lector se encuentra ante este misterio y es invitado a confesar, por su fe, que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. De este modo, Marcos invita a los lectores a un acto de fe
en la paradoja de la cruz
No hay ningún documento en los archivos imperiales del proceso de Jesús. Sin embargo hay
algunas fuentes sueltas que bien vale la pena mencionar. En primer lugar, Flavio Josefo,
historiador judío al servicio del imperio romano, quien en su obra “Antigüedades Judías”,
terminada hacia el 93-94 d.C., escribe “En este tiempo vivía Jesús, hombre prudente, si, a pesar
de todo, hay que llamarle hombre. Realizaba, en efecto, cosas maravillosas, enseñaba a los
hombres que reciban la verdad con alegría y arrastró tras sí a muchos judíos y a muchos
helenos. Ese era el Cristo. y cuando, a denuncia de los principales de nuestra nación, lo
condenó Pilato a la cruz, los que le habían amado al principio le conservaron su afecto: se les
apareció, en efecto, el tercer día, vivo de nuevo, como lo habían anunciado los divinos profetas,
así como otras mil maravillas relativas a él. Hasta el día de hoy sigue subsistiendo la raza de los
cristianos, así llamados a causa de él.”. Sobre este testimonio hay que decir que la mayor parte
de los especialistas coinciden en los cristianos añadieron, al menos, las frases subrayadas. De
todas maneras es un sólido testimonio histórico.
Después de Flavio Josefo, Tácito, en sus Anales, escritos hacia el año 100 d.C. escribe sobre la
persecución de Nerón por el incendio de Roma “los supuso culpables y les infligió refinados
tormentos. Estos culpables, detestados por sus abominaciones, son esos que la muchedumbre
llamaba cristianos. El fundador de esta denominación, Christus, había sido sometido a suplicio
por el procurador Poncio Pilato bajo el principado de Tiberio; la detestable superstición,
reprimida entonces, se desplegaba de nuevo, no sólo en Judea, origen de este mal, sino
también en Roma a donde confluyen y seducen todo el horror y la vergüenza del mundo.
Primero, los inculpados que confesaban; después, a denuncia de estos , una inmensa multitud,
todos fueron convictos, menos del crimen de incendio que del odio del género humano.” La
parte subrayada parece ser también un añadido posterior.
Tácito excluye a los judíos de la participación en la muerte de Jesús, sin embargo, otros
testimonios, al igual que Josefo, los colocan como sus principales responsables.
Una carta escrita entre el 70 y el 200 d.C. por Mará bar Serapión, estoico sirio, que envía a su
hijo que estudiaba en Edesa, le dice: “¿Qué ventaja obtuvieron los atenienses con matar a
Sócrates, si recibieron su ración de hambre y peste? ¿O los samios con quemar a Pitágoras, si
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LEGASE SIMON., El proceso de Jesús. Bilbao 1995. pp. 17-24
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su tierra quedó enteramente sepultada bajo la arena en un instante? ¿o los judíos en crucificar
a su prudente rey, si, a partir de entonces, les fue arrebatado el reino? Dios vengó con equidad
a estos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre, los samios fueron recubiertos por el
mar , los judíos fueron deportados y expulsados de su reino, viviendo por todos lados en la
dispersión. Sócrates no ha muerto gracias a Platón; ni Pitágoras, gracias a la estatua de Hera;
ni el rey prudente, gracias a la nueva ley que dio.”.
A. GETSEMANÍ
32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí,
mientras yo hago oración.» 33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir
pavor y angustia. 34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y
velad.» 35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él
aquella hora. 36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero
no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
37 Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora
has podido velar? 38 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está
pronto, pero la carne es débil.» 39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras.
40 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían
qué contestarle. 41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar.
Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores. 42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»
2. Comentario general
A nivel literario, el autor utiliza la repetición, con el fin de resaltar y destacar lo que más le
interesa.
- Dos veces dice Jesús a sus discípulos que esperen (14,32.34). Dos veces se transmite la
plegaria al Padre (14,35-36). Dos veces aparece la entrega de Jesús (14,41-42).
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Para este comentario retomo a MAGGIONI BRUNO., Los relatos evangélicos de la pasión. Salamanca 1997.
LEGASE SIMON., El proceso de Jesús. Bilbao 1996. GNILKA JOACHIM., El Evangelios según San Marcos. Vol
II. Salamanca 1997. SOBRINO JON., Jesucristo liberado. Madrid 1997.TAYLOR VICENT., Evangelio según San
Marcos. Madrid 1979. COUSIN HUGUES., Los textos evangélicos de la Pasión. Estella 1981. CASTILLO JOSÉ
MARÍA., Teología para comunidades. Madrid 1990. LA CASA D ELA BIBLIA. Comentario al Nuevo Testamento.
1995. RAMOS FELIPE F., El Nuevo Testamento II. Madrid 1989.
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- Tres veces ora Jesús, (14,41) mostrando el dramatismo e intensidad con que Jesús vive
este momento. Tres veces se quedan durmiendo los discípulos, mostrando su incapacidad
de comprensión. Tres veces va y viene Jesús, que muestran su incontrolable inquietud..
- Los verbos también se repiten: orar (4 veces), velar (3 veces), dormir (4 veces). Estos
verbos muestran lo esencial de la narración: en primer lugar, Jesús que ora, angustiado ante
el Padre, en segundo lugar el contraste de la oración de Jesús con los discípulos que
duermen, finalmente, el imperativo de estar en vela.
- Se repiten imperativos, al principio (siéntense) y al final (Levántense) . Una inclusión que
resume la escena: ¡siéntense!, por su calidad de espectadores que ni hablan ni actúan y al
final, ¡Levántense!, porque se sale del silencio y estatismo para continuar el proyecto de
Dios.
II.2. Personajes
A pesar de todos los personajes que aparecen en la escena (Jesús, los discípulos, los tres
predilectos, el Padre y Judas), a excepción de los vv. 32ª y 40, Jesús es el sujeto y protagonista
de toda la narración. Hagamos un ensayo, preguntando “quién” después de cada versículo o
frase. Jesús a pesar de su situación, tiene la iniciativa, tiene el sartén por el mango.
Los discípulos, aunque en el v.40 son sujetos, en toda la narración aparecen mudos y quietos.
También el Padre aparece en la penumbra silencioso. Sólo Jesús actúa y habla. Estamos ante
una escena eminentemente cristológica.
Mc 14,32-34
- Mi alma está triste hasta el punto de morir (una tristeza mortal). (14, 34ª). En este lamento
de Jesús es fácil reconocer el eco de los salmos 42,5.6.11; 43,5; 116,3. El salmista se
lamenta por la lejanía del Señor y la sensación de haber sido abandonado por él. El lamento
de Jesús es todavía mayor, por que es “mortal”. Y aunque se dirige a los discípulos, no
encuentra respuesta de estos. Aquí viene a la mente la tristeza de Jonás (4,9). No se dice
cuál es la razón para tanta angustia, sin embargo en la oración (14,35s) aparece la razón
indirectamente: la “hora” y la “copa” de la pasión y de la cruz (14,1).
Algunas explicaciones piadosas hablan que la tristeza y la angustia de Jesús se debía al
pecado del mundo. Pero Marcos no hace ninguna referencia a esto.
- “Quedaos aquí y velad” (14,34b). En esta invitación a la vigilancia algunos exegetas ven una
referencia a Ex 12,42, donde la Pascua se denomina “noche de vela en honor de Yavé”.
Recordemos que acaba de pasar el relato de la cena pascual.
Jesús anima a los tres discípulos para que perseveren y velen, los necesita despiertos para
que le sirven de apoyo en la cercanía de su muerte. Sin embargo, impresiona la reacción
pasiva y silenciosa de los discípulos. La soledad de Jesús es total.
Mc 14,35-36
de la copa indica el tiempo de la ira divina o castigo (sal 11,6; 23,5Is 51,17;Jr 25,15; Ap
16,2.3.4). En Getsemaní tiene el significado de “voluntad de Dios”. Jesús sabe que aunque
será procesado por los hombre, la copa viene de las manos de Dios.
14,37-38
- Pregunta a Simón, ¿duermes? (14,37). El reproche se dirige directamente a Pedro, ¿por ser
el portavoz del grupo? O ¿será una referencia retrospectiva a la arrogancia de Pedro en
14,29.31?
- El sueño simboliza lo lejos que están los discípulos de comprender lo que está por suceder.
Una lejanía que según Jesús, es fruto de la debilidad, cuando les dice “ni una hora han
podido velar?”
- La incapacidad de velar una hora indica que el discípulo no está preparado en su interior
para el camino de la pasión.
- El contraste entre dormir y velar recuerda amenazadoramente la advertencia de la parábola
del portero (13,35)
- Velad y orad: En 14,38 el discurso pasa inesperadamente del singular al plural “velad y
orad”. Probablemente Marcos ya no está pensando sólo en los tres discípulos sino en todos
los cristianos (Cf Mc 13,33-37). Velar y orar constituyen para Marcos una unidad indisoluble.
En la oración se conoce el “vigilante” y viceversa.
- El imperativo “velad” está presente en toda la exhortación neotestamentaria, queriendo
significar atención espiritual, prontitud, resistencia (Mc 13, 33.35.37; 1 Tes 5,6; Rom 13,11s;
Ef 6,18 1 Pe 5,8s).
- Para no caer en tentación (14,38): Se vuelve a sentir el eco del Padrenuestro (Mt 16,13).
Aquí tiene sentido de no sucumbir ante el maligno, que busca crear indiferencia en los
discípulos ante el acontecimiento que se avecina.
- “El espíritu está pronto, pero la carne es débil” (4,38c). Para los griegos, el hombre es un
conjunto de dos realidades contrapuestas, en irremediable conflicto entre sí: materia y
espíritu, cuerpo y alma. La antropología judía es totalmente distinta, pues la separación no
está en la composición del hombre sino en su tendencia. Dios todo lo hizo bueno. Cuando se
habla de carne es el hombre entero, en su fragilidad y debilidad, en sus contradicciones e
insuficiencia. “Espíritu” es también el hombre todo, pero no considerado en su mismo, sino
en su relación con Dios que lo sostiene y anima. Para Pablo “carne” es el hombre sin Cristo,
prisionero de su egoísmo. Espíritu es en cambio el hombre “nuevo” por la gracia.
- En nuestro caso, el adamah egoísta está haciendo mella en los discípulos, pero basta que
quieran, para volverse a conectar con el Espíritu, que está siempre atento a un corazón
abierto.
Mc 14,39-42
39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. 40 Volvió otra vez y
los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué
contestarle. 41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y
descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado
en manos de los pecadores. 42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a
entregar está cerca.»
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- Jesús ora por segunda vez, dándole intensidad e importancia a este momento. Y Al volver
Jesús, los encuentra de nuevo dormidos, pues sus ojos estaban cargados (14,40). Aquí el
sueño es incomprensión por parte de los discípulos. Sus ojos cargados significa que
definitivamente están incapacitados para entender. El sueño también puede ser una
metáfora para expresar la ceguera espiritual y la dureza de corazón (Mc 3,5; 6,52; 8,17). Que
los discípulos no sepan que responder, ya había ocurrido en la transfiguración (9,6). Aquí
indica que al no comprender no tienen argumentos que los disculpe.
- “Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en mano de los pecadores” (14,41c).
Marcos utiliza el verbo “entregar” en las predicciones de la pasión (9,31;10,33), en la
narración de la traición de Judas (14,10.18.21), y a lo largo de toda la pasión (14,44;
15,1.10.15)
- De la entrega de Jesús son responsables tanto Dios como los hombres. Queda claro que el
responsable oculto es Dios, pero también, no sólo Judas sino todos los hombres
(pecadores).
- La expresión, levantaos, vamos, (14,42) ya nos muestra a un Jesús sereno y seguro. Este
“vamos” presenta a Jesús como el protagonista entre el designio de Dios y la traición de los
hombres.
NIVEL TEOLÓGICO
- Es claro, que el único que actúa y habla es Jesús: se mueve, ora, expresa sin tapujos su
angustia y tristeza, pregunta, ordena... En torno a Jesús sólo hay silencio. Los discípulos ni
hablan, ni actúan.
- Esto tiene su lógica, porque en la trama sólo interesa Jesús. El autor no quiere que el lector
se distraiga en otras cosas.
- Todos los detalles van hacia un centro que es Jesús.
- Esta revelación de Getsemaní podría definirse como una revelación a la inversa, por que no
estamos ante un hombre que se manifiesta con la gloria de Dios, sino ante un Hijo de Dios
que se manifiesta en la debilidad del hombre
- Claro que en Getsemaní Jesús también manifiesta ser Hijo de Dios, pero no con poder, sino
en la obediencia a la voluntad de Dios.
- Ambas revelación de Jesús glorioso (transfiguración) y del Hijo de Dios hombre (Getsemaní)
son difíciles de entender, por eso Marcos nos dice que los discípulos no entendieron ni la
una ni la otra.
- A muchos nos pasa, que en la medida que avanzamos en la lectura de este relato, crece
nuestra solidaridad ante Jesús, pero también, nuestra indignación o rabia con los discípulos.
Es un relato tensionante. Mientras Jesús ora, los discípulos duermen. El hecho de que Jesús
vaya y venga por tres veces refleja el deseo de Jesús de estar acompañado en estos
momentos tan decisivos. Los necesita y los busca en el momento de la prueba, pero su
deseo no es correspondido. Parecía que los discípulos eran dependientes de Jesús, pero
ahora, descubrimos que Jesús en algún sentido también depende de ellos.
- Los discípulos estaban preparados para caminar con Jesús, escuchar sus enseñanzas,
acompañarlo en los milagros, etc, pero no lo estaban para pasar con Jesús una prueba de
este tipo, como el portero de la parábola (Mc 13,33-36), o los mismos hijos de Zebedeo, que
en otro momento asegura2ron que si lo estaban. (Mc 10,35-40).
- Jesús ha vivido para “unirlos”, pero hora, por la actitud que han asumido, sabe que su
pasión y muerte los “dispersará” (Mc 14,50).
- En el sueño y en el abandono de sus discípulos Jesús ve su fracaso. Está solo. En la copa
que le presenta el Padre podemos entrever una vida mutilada, incompleta y una misión
fracasada.
- Jesús experimenta en carne propia el miedo que tantas veces experimentaron y
experimentarán los discípulos. La diferencia es que ante el miedo Jesús se queda y sigue el
proyecto del Padre, los discípulos en cambio huyen, y necesitan el Espíritu Santo para
volverse a unir y seguir el proyecto de Jesús. La otra diferencia es que Jesús ha velado y
orado, mientras los discípulos se han dormido.
- En la intención de Marcos, esto es una advertencia para todos los cristianos
4. Jesús y el Padre
- La tensión en el relato, no es sólo entre Jesús y los discípulos, sino también entre Jesús y el
Padre.
- Entre los judíos se aconsejaba a los moribundos orar así: “Oh Dios, todo te es posible; no
quisiera morir, pero estoy dispuesto”. La oración de Jesús sigue el mismo esquema.
- El camino hacia Dios pasa siempre por un combate interior. En la plegaria, Jesús reconoce
en primer lugar, la paternidad y el poder de Dios: “Abba, Padre; todo es posible para ti”. Esta
certeza la tuvo Jesús en las tentaciones del desierto (Mt 4,1-11) y las ratifica ahora en este
momento de prueba, aunque se muestre temeroso y angustiado.
- Podríamos decir que el centro-centro del relato no es tanto la angustia de Jesús que
desvela su humanidad, ni la total obediencia ante la prueba, sino la firme y tierna certeza de
ser hijo (“Abbá), certeza, que ni siquiera el trago más amargo, logra disminuir en lo más
mínimo.
- El centro es por tanto “Abbá”, es decir, el milagro de la filiación en la obediencia
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- Jesús sabe que para Dios Padre “todo es posible”. Pero si es Padre, por qué la cruz?. De
aquí surge la súplica “Aparta de mí esta copa”. La primera y espontánea reacción del hombre
es la de apartarse de la cruz, aún para el hombre Jesús. Sólo después de la oración, cuando
se restablece la comunicación con Dios, viene la aceptación incondicional: “Pero no sea lo
que yo quiero, sino lo que quieres tú”.
- Sobre la angustia de Jesús, muchos piensan que se debió a su conciencia del pecado del
mundo. Y aunque no se excluye, pero si se coloca en primer término, desdibuja el hecho que
Jesús quiera ennoblecer la angustia de todos los hombres y mujeres.
- Es la angustia de Abrahán que se ve morir sin hijos a pesar de la promesa de Dios. Es la
angustia de Jesús que se ve morir sin haber “reunido a Israel”.
- Algunos especialistas afirman que, en Getsemaní, Jesús no pidió que se le librara de la
muerte, sino que ésta se retrasara para poder completar su misión.
5. Serenidad y turbación
- Al mirar el relato anterior de la última cena (Mc 14,22-25) encontramos una tercera tensión
(la primera: Jesús y los discípulos, la segunda: Jesús y el Padre).
- La última cena se desarrolla en un ambiente de gran fraternidad y Jesús es presentado
como un hombre sereno y confiado en el triunfo del proyecto de Dios (“Yo os aseguro que ya
no beberé del producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba de nuevo en el Reino de
Dios” (14,25), a pesar que conoce la traición de Judas (14,18), la dispersión de los discípulos
(14,27) y la inminencia de la pasión.
- Causa sorpresa que el evangelista, después de esta escena llena de serenidad y confianza,
no haya dudado en presentar a Jesús, desalentado, angustiado y temeroso. Es un contraste
fuerte, pero interesante, para darnos a conocer que Jesús conoció las dos facetas en la
relación con los hombres y con Dios.
- Marcos, deja claro que la angustia no vence en Jesús, pues el Jesús del inicio de
Getsemaní, no es mismo del final (14,42), cuando vuelve a ser sereno, seguro y protagonista
de la situación: “levantaos, vámonos, mirad”.
- Es el último intento de Jesús por implicar a sus discípulos en su camino.
B. PRENDIMIENTO
43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce,
acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los
escribas y de los ancianos. 44 El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel
a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.» 45 Nada más llegar, se
acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso. 46 Ellos le echaron mano y le prendieron. 47
Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó la oreja.
48 Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme
con espadas y palos? 49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no
me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.» 50 Y abandonándole huyeron
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todos. 51 Un joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. 52 Pero él, dejando el
lienzo, se escapó desnudo.
2. Nivel literario
Siguiendo el estilo de Marcos, es un relato rápido, seco, con pocas frases, unidas por “y” (8
veces) y “pero” (cuatro veces), y con poca elaboración teológica. La riqueza está en que para
Marcos los hechos son más elocuentes que las palabras.
Encontramos verbos que hacen relación al prendimiento (“apresar” (4x), “arrestar” (1x) y
“echarle mano (1x), y al abandono (“huir” (2x). Ambos verbos nos indican los dos aspectos
inseparables de la pasión de Jesús: la violencia (por sus enemigos) y el abandono (por sus
discípulos)
En cuanto a personajes, aparecen Judas, la multitud, el desconocido que hiere con la espada,
Jesús, los discípulos y un joven. Sin embargo, los personajes principales son tres: judas al
principio, Jesús en el centro y los discípulos al final. Aunque estos son los personajes, el lector
sabe que detrás hay otros que son los autores intelectuales: las autoridades del sanedrín y la
autoridad de Dios (el cumplimiento de las Escrituras).
Desde ya podemos decir que el relato tiene tres aspectos relevantes: la violencia del sistema
que mata a Jesús, encarnada en Judas y los sanedritas; el abandono de sus discípulos que
piensan en sí mismos, y el designio de Dios. Falta un cuarto aspecto: el comportamiento de
Jesús.
En el centro de la violencia (prendimiento) y el abandono, está Jesús, que no realiza acción
alguna, sólo dice unas palabras para explicar el sentido profundo de lo que está sucediendo:
“para que se cumplan las Escrituras” (14,49). Con esto Marcos deja claro dos cosas: que la
actitud de Jesús no es de pasividad, sino de obediencia a la voluntad del Padre, en segundo
lugar, que Jesús es el verdadero protagonista porque es el único que entiende lo que está
sucediendo.
La primera escena tiene como protagonista a Judas (14, 43b-45), la segunda a la multitud (14,
46-47), la tercera a Jesús (14,48-49) y finalmente los discípulos (14,50-52). Hay una alternancia
interesante entre los actores, el primero y el tercero son señalados con nombre propio (Judas y
Jesús), mientras el segundo (“un grupo”) y el cuarto (“todos”) son anónimos y toca adivinar. Es
posible que los anónimos sirvan para resaltar a quienes verdaderamente llevan a cabo las
acciones: el grupo permite mostrar a Judas como responsable de la acción, y los discípulos,
que huyendo, resaltan la actitud de Jesús, que sigue adelante, porque sabe que todo es (“para
que se cumplan las Escrituras”).
Otra observación importante, es que el primer y el cuarto cuadro tienen a discípulos como
actores: en el primero Judas entrega a Jesús y en el cuarto, los discípulos lo abandonan. Es
26
posible que Marcos quiera enseñar en su comunidad del peligro de imitar a Judas y a los
discípulos, es decir, de la traición violenta y el abandono que rompe la comunidad.
- Dice el texto que mientras Jesús hablaba, Judas y su grupo aparecen “de pronto”, queriendo
tomar a Jesús por sorpresa. Esto indica que, mientras Jesús oraba y los discípulos dormían,
Judas y los sanedritas están bien despiertos (velan), preparando el arresto de Jesús. Sin
embargo, su plan de tomar a Jesús por sorpresa fracasa, porque Jesús se les a adelantado,
él ya está listo, cuando dice a sus discípulos: “!levántense!, ¡Vamos!, ¡miren!, el que me va a
entregar está cerca” (14,42).
- Pero Judas no aparece sólo, sino con un grupo, aunque es claro que él dirige toda la
operación: Judas es el que da la “contraseña” y la orden de “prenderlo y llevarlo con cautela”
(14,44)
- Judas es mencionado como “uno de los doce” (14,43), igual que en 14,10 cuando se pone
de acuerdo con los sumos sacerdotes, y en 14,20: (“Uno de los doce, que moja conmigo en
el mismo plato”). Esta insistencia quiere resaltar la odiosa contradicción entre la pertenencia
al grupo más íntimo de los discípulos y por tanto los llamados a un seguimiento más radical,
y una actitud de traición al Maestro, entregándolo a los enemigos. Traicionar y entregar
resumen la actitud de Judas.
- Desde el punto de vista humano, Judas es un instrumento de las autoridades judías, (sumos
sacerdotes, escribas y ancianos que conforman el sanedrín) ya incluidos en los anuncios que
hace Jesús de su pasión (8,31; 10,33). Después aparecen preparando el prendimiento
(11,18; 12,12; 14,11b) y finalmente llevando a cabo la acción de prendimiento
(14,43.53;15,1). La responsabilidad del sanedrín es claramente resaltada por Marcos,
recordemos que es a ellos mismos a quienes se les cuenta y comenta la parábola de los
viñadores homicidas (11,27; 121-12).
- Qué decir de Judas?3. Judas es fruto del riesgo de todo seguimiento. Cuando Jesús llamó a
cada uno de sus discípulos sabía que corría el riesgo y la responsabilidad de ofrecer campo
de vida sus discípulos. El buen Maestro enseña, no manipula. Jesús, a pesar de conocer las
intenciones de Judas (14,20) no lo rechaza, ni lo expulsa del grupo, porque sigue siendo el
maestro. Confía en sus seguidores aunque ellos puedan traicionarlo; enseña el camino a sus
discípulos, pero no les fanatiza ni impone una doctrina; deja que ellos piensen, y que en el
proceso de discipulado, vayan encontrando su verdad más honda
Desde esta libertad, probablemente Judas saca la conclusión de que Jesús estaba
equivocado y por eso decide colaborar con los sacerdotes, responsables de la paz sagrada
en Israel.
Algunos dicen que en Judas hubo envidia por la superioridad e independencia de su
maestro. Más probable es que haya celo nacional y religioso. Judas tal vez llegó a la
conclusión de que Jesús estaba engañando al pueblo y ponía en riesgo la identidad
nacional. Por esto, cumpliendo la norma sagrada, se siente obligado a denunciarlo ante los
responsables oficiales de Dios sobre la tierra, como manda Dt 13,5 “Pero a ese profeta o a
ese soñador de sueños se le dará muerte, por cuanto ha aconsejado rebelión contra el
SEÑOR vuestro Dios que te sacó de la tierra de Egipto y te redimió de casa de servidumbre,
para apartarte del camino en el cual el SEÑOR tu Dios te mandó andar. Así quitarás el mal
de en medio de ti”. En este sentido, la traición se convierte en un acto de servicio y
obediencia religiosa
3
Tomado de PIKAZA XAVIER., Para vivir el Evangelio. Lectura de Marcos. Estella 1997
27
Otra posibilidad, es que Judas crea que Jesús se ha vuelto loco, como lo creyeron en otro
tiempo sus parientes (Mc 3,21). Ellos fueron incapaces de llevarlo a casa, Judas en cambio,
es capaz de llevarlo a las autoridades religiosas.
Hay que terminar diciendo que sólo puede traicionar de verdad aquel que ha estado cerca,
quien ha compartido la intimidad de la mesa. Comer en un mismo plato era y sigue siendo
señal de profunda intimidad “uno de los doce, que moja conmigo en el mismo plato” (14,20).
Esa experiencia de solidaridad y encuentro, que en una cena, quedará como memorial por
siempre, es rota y olvidada por Judas. Esa intimidad es nuevamente traicionada cuando se
aprovecha de otro signo de intimidad, como es el beso entre el maestro y sus discípulos,
como señal de entrega.
Aquí tenemos en concreto, uno de los riegos que corre el maestro: quedar en manos del
engaño y manipulación de sus discípulos. En este caso, podemos decir que Jesús ha
fracasado con sus discípulos, todos lo abandonan y uno lo entrega a sus enemigos. Sin
embargo, si miramos en profundidad, descubrimos en ese fracaso, una auténtica grandeza:
sólo gana el que es capaz de perder; sólo triunfa el que puede fracasar; sólo quiere en
verdad quien deja abierta la ventana del amor y la confianza a las traiciones. Judas ha visto
unos valores que le han parecido más grandes que Jesús; Es normal que nos cueste
condenar del todo a Judas. Lo que importa es entenderle y superar su riesgo, riesgo de
todas las personas que se ponen a sí mismas por encima de la solidaridad, la justicia y la
libertad del ser humano.
- La contraseña acordada es “un beso”. Entre los rabinos y sus discípulos era común el beso
en la mano o en la cabeza, en señal de veneración y amistad. Curiosamente, en Marcos,
ningún discípulo besa a Jesús, el de Judas es un caso único, y por tanto más gravoso. Elegir
un beso es llevar el engaño hasta el extremo, pues un saludo de amistad es truncado en
señal de traición, un signo de amor es transformado en signo de muerte.
- A partir de 14,46, Judas desaparece para siempre del evangelio de Marcos. Ahora entra en
acción el grupo enviado para detener a Jesús. Este cuadro se divide en dos partes. La
primera describe el prendimiento de Jesús, de una manera extremadamente concisa, a
través de dos verbos: “le echaron mano y le prendieron”.
- “Echar mano” a alguien es una expresión que indica violencia y al mismo tiempo, ofensa y
humillación, confirmando así, el anuncio de Jesús en 14,41: “...el Hijo de Hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores”. Todos lo que ejercen la violencia: Judas, el sanedrín
y los que ejecutan las órdenes, están en el mismo paquete de los pecadores.
- El otro verbo (kratein = prender, arrestar) se usa para indicar la detención de alguien por la
fuerza y por una orden de la autoridad. Este mismo verbo (kretein) aparece en otros pasaje
de la vida de Jesús. En Mc 3,21 cuando sus parientes “fueron para llevárselo por la fuerza”.
Querían impedirle predicar a la multitud por que lo consideraban “fuera de sí”. En Mc 12,12,
al final de la parábola de los viñadores, se lee que las autoridades trataban de “prenderlo”,
pero tenían miedo por la multitud. Finalmente, en Mc 14,1 “los sumos sacerdotes y los
escribas buscaban como prenderle con engaño y matarle”. Las autoridades judías ya
pueden pasar a la acción, pues con Judas y la noche de cómplices, tienen resuelto la
manera de prenderlo y el problema de la multitud.
- De en medio de la oscuridad y sin nombre, aparece un hombre que saca la espada y hiere
al siervo del sumo sacerdote (14,47). Marcos no detalla el asunto, lo que si hacen Mateo y
Lucas, tal vez para matizar una acción que les parecía incongruente. Marcos no identifica el
personaje, mientras Mateo y Lucas dan a entender que es un discípulo y Juan precisa que
28
es Pedro. Para todos queda claro una cosa: delante de Jesús ninguna violencia tiene
sentido, ni prospera.
- Tener la oreja cortada era un deshonor, y quedaba impedido para ejercer funciones
sagradas. Será que este incidente es un detalle irónico de Marcos, como castigo inmediato
del acto sacrílego que se comete al arrestar a Jesús?
- En 14,48 nos encontramos con el único momento de la pasión en que Jesús habla para
explicar y defenderse. Las palabras no se dirigen sólo a los presentes, también a los que
mandan y a toda Jerusalén.
- Con sus palabras Jesús muestra la contradicción del comportamiento de las autoridades
judías. La primer contradicción está en que Jesús es un maestro que enseña a luz del día en
el templo, no un bandido que al margen de la ley asalta por los caminos y roba a mano
armada. Es por tanto, un Maestro a refutar no a arrestar. ¿Por qué entonces arrestarlo de
noche, con armas , con engaños, como si fuera un bandido peligroso?. Es claro que el miedo
es a sus palabras, a sus ideas, a lo que enseña públicamente, no a la violencia.
- La segunda contradicción es que a pesar que “todos los días estaba junto a ustedes... no
me detuvieron”. Por qué ir hasta tan lejos y de noche, si podían haberlo arrestado a pleno
día, en medio de la gente? Tal vez porque tienen miedo de la gente y la falsedad de un
arresto que por no tener argumentos válidos les da miedo enfrentarlo a luz del día.
- Jesús es el único que tiene explicación para todo esto: “Para que se cumplan las
Escrituras”. Con esta frase Jesús afirma tres cosas: 1) que la pasión es un designio de Dios,
del cual él mismo es el protagonista. 2) Que entre las Escrituras y la desconcertante cruz, no
hay oposición sino cumplimiento. 3) Que su comportamiento al salir al encuentro de la cruz,
es obediencia total.
- Sin la cruz, las Escrituras quedarían incompletas, como un plan no terminado o un proyecto
inconcluso. Por esto Marcos no cita un texto en particular, sino que se refiere a las Escrituras
en su conjunto. De hecho, la pasión es el cumplimiento de todas las Escrituras, no de un sólo
pasaje.
- La historia del joven que sigue a Jesús y luego huye, lo narra sólo Marcos. ¿Por qué?
¿Quién era ese joven?. Sobre este pasaje hay varias interpretaciones
La opinión más común es que se trata de un autorretrato del evangelista
Otros ven un rasgo pascual, una especie de anticipo de la resurrección. El joven sería
Jesús, a quien tratan de prenderlo (la cruz), pero se libera (la resurrección). Esta teoría se
funda en dos indicios: la palabra joven (neaniskos) es la misma usada en 16,5 para
designar al ángel de la resurrección. Y la sábana que envuelve al joven aparece de nuevo
en 15,46 “...comprando una sábana, lo descolgó de la cruz...”.
Tampoco se puede excluir una sutil alusión a un pasaje del profeta Amós “Y el más
esforzado entre los bravos huirá desnudo el día aquel” (Am 2,16)
Puede ser también que Marcos quiera decirnos que todos, de un modo u otro, antes o
después, huyeron.
30
1453Llevaron entonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los
sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. 54Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del
patio de la casa del sumo sacerdote, y se quedó sentado con los guardianes del templo,
calentándose junto al fuego. 55Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban
alguna prueba para condenar a muerte a Jesús; pero no la encontraban. 56Porque aunque
muchos presentaban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a otros. 57Algunos se
levantaron y lo acusaron falsamente, diciendo: 58—Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo voy a
destruir este templo que hicieron los hombres, y en tres días levantaré otro no hecho por los
hombres.’ 59Pero ni aun así estaban de acuerdo en lo que decían. 60Entonces el sumo sacerdote
se levantó en medio de todos, y preguntó a Jesús: —¿No contestas nada? ¿Qué es esto que
están diciendo contra ti? 61Pero Jesús se quedó callado, sin contestar nada. El sumo sacerdote
volvió a preguntarle: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito?
62
Jesús le dijo: —Sí, yo soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del
Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo. 63Entonces el sumo sacerdote se rasgó las
ropas en señal de indignación, y dijo: —¿Qué necesidad tenemos de más testigos? 64Ustedes lo
han oído decir palabras ofensivas contra Dios. ¿Qué les parece? Todos estuvieron de acuerdo
en que era culpable y debía morir. 65Algunos comenzaron a escupirlo, y a taparle los ojos y
golpearlo, diciéndole: —¡Adivina quién te pegó! Y los guardianes del templo le pegaron en la
cara.
El texto comienza con el verbo “llevaron”, que empata perfectamente con los verbos del v. 46:
“le echaron mano” y le “prendieron”. Sin embargo, antes de llevarse a Jesús, hay una
interrupción (14,47-52) para dejar claro varias cosas: que Jesús siempre ha dado la cara; que
sucede para que se cumplan las Escrituras, y que Jesús ya está listo para hacer la voluntad e
Dios.
Los personajes
Son muchos los personajes que entran en escena: jefes de los sacerdotes, ancianos, escribas,
falsos testigos, criados, sumo sacerdote, Jesús. Aunque cada uno tiene su papel, generalmente
actúan en grupo, sólo tres actores actúan en primera persona: Pedro, el sumo sacerdote y
Jesús. Lo esencial ocurre entre los dos últimos, porque Pedro tendrá su protagonismo en el
relato siguiente.
En el trasfondo se nota otro personaje: el justo sufriente. Un juicio que ya está decidido, las
burlas, la falsedad de los testigos, la violencia, evocan la figura del justo sufriente tan común en
los salmos y los profetas (Jr 26,11; Sal 17; 38,13; 53,3; 63,10; 70,3; 71,10; 86,14; 109,16; Sab
2,17-20)
31
Lo anunciado por Jesús en Mc 10,33-34, comienza a cumplirse al pie de la letra. “He aquí,
subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a
los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles. 34 Y se burlarán de Él y
le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres días después resucitará”.
Jesús es conducido a la residencia del sumo sacerdote. Allí se reúnen los tres grupos
principales que componen el sanedrín (sumos sacerdotes, ancianos y escribas), lo que
significa que es un juicio en serio. Marcos lo comenta ampliamente, lo que no sucede en Mc
15,1 cuando Jesús comparece de nuevo ante el sanedrín.
De Pedro, llama la atención que hubiera seguido a Jesús de “lejos”, indicando que no es un
verdadero seguimiento, que implica acompañar a Jesús hasta la cruz. Vemos en el apóstol la
doble dimensión de “un espíritu pronto” porque sigue al maestro, pero también de una “carne
débil” porque lo sigue de “lejos”. Es probable que aquí el evangelista tenga también en su
mente el Sal 38,12 para aplicarlo a Jesús como siervo sufriente: “mis mejores amigos, y
hasta mis parientes, se mantienen a distancia, lejos de mis llagas”. La figura de Jesús como
siervo sufriente es para Marcos el espejo en la que los justos traicionados y abandonados de
todos los tiempos, precisamente por ser justos, pueden verse consolados y animados en su
lucha.
Según la legislación judía, nadie podía ser condenado si la acusación no estaba respaldada
al menos por dos testigos, y cuyos testimonios fueran coincidentes.
El v.55 le permite concluir al lector que el juicio a iniciarse no va a ser justo, pues no buscan
la verdad sino “alguna prueba para acusarlo”. La decisión ya está tomada. Buscar la muerte
de Jesús era un ejercicio y un sueño largamente repetido por las autoridades judías (Mc 3,6;
11,18; 12,12; 14,1; 14,11), que ahora veían muy cerca de cumplirse. Sin embargo, la
búsqueda aquí también parece embolatarse. No es fácil condenar a Jesús saltándose la
verdad y la legalidad. Los testimonios son tan falsos que no concuerdan entre sí. Y aunque
en el decálogo se prohíbe el falso testimonio (Ex 20,16; Dt 5,20), fue común denominador en
la condena de los justos (Sal 27,12; 35,11; 37,12)
32
Por fin aparece una acusación concreta: algunos se “levantan” para decir que ha dicho que
destruiría el templo, uno de los símbolos más sagrados del judaísmo. Jesús gustaba de
“levantar” a sus discípulos añadiendo que “no tuvieran miedo”. Ahora, los falsos testigos se
“levantan” por su cuenta para intentar matar al que sin miedo ofrece su propia vida.
Una pregunta: ¿Habrá incongruencia, cuando el evangelista nos avisa de entrada, que la
acusación que viene es falsa, cuando, aunque no textualmente, Jesús había dicho en Mc
13,1-2: “Cuando salía del templo, uno de sus discípulos le dijo : Maestro, ¡mira qué piedras y
qué edificios! Y Jesús le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra
que no sea derribada y en Jn 2,19 “Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres
días lo levantaré”?. Dónde está la falsedad?.
Ciertamente el evangelista tiene la idea clara en su mente, pero se enreda al presentarla.
Probablemente quiere decir, que no es falsa por que sean mentiras las palabras, sino por la
interpretación que han hecho de ellas, sobre la cual no habían podido ponerse de acuerdo.
Esto confirma, que al igual que las autoridades judías, el pueblo no había entendido las
palabras de Jesús, pues seguían apegados a la interpretación literal de la ley y no al sentido
novedosos que le daba Jesús. Jesús quiere una auténtica reforma religiosa, que recobre la
más auténtica tradición del éxodo, la creación y los profetas, comenzando por el templo,
corazón y símbolo de todo el ordenamiento religioso judío.
Las religiones con el tiempo corren el peligro de quedarse más en la forma que en su
sentido original; de ofrecer sacrificios más para ella misma que para Dios; de preocuparse
más por el rito que por el sacramento; más por el cumplimiento de la norma que por la
coherencia de vida; más por la institución que por los que componen la institución.
Dado que los falsos testigos no se ponen de acuerdo, el sumo sacerdote también se
“levanta” y se coloca en el centro para interrogar a Jesús. En Mc 3,1-6, el hombre de la
mano seca también se había levantado y puesto en el centro ante la invitación de Jesús. El
hombre guarda silencio pero hace la voluntad de Jesús. En este caso, el sumo sacerdote
hace lo mismo, pero no para hacer la voluntad de Jesús, sino para irónicamente responder a
la pregunta que Jesús les había formulado en el mismo relato de la “curación del hombre de
la mano seca”: ¿es lícito ...salvar una vida en vez de destruirla? (Mc 3,4). Aquella vez los
fariseos también guardaron silencio porque no aceptaban la Palabra de Jesús. Esta vez, el
sumo sacerdote, con todo a su favor, es quien pregunta a Jesús, pero este guarda silencio,
33
pues sabe que quienes lo condenan han respondido claramente la pregunta: lo lícito es la
muerte.
Releyendo los almos, podríamos interpretar el silencio de Jesús como signo de esperanza
en el Padre “Sí, soy como el hombre que no oye, y en cuya boca no hay réplica. Porque en ti
espero, oh SEÑOR; tú responderás, Señor, Dios mío..” (Sal 38,14-15), o signo de confianza
en Dios que actúa: “Me callo ya, no abro la boca, pues eres tu el que actúas” (Sal 39,10), o
signo del “siervo sufriente: “Fue oprimido, y el se humilló y no abrió la boca; como cordero
llevado al matadero...” (Is 53,7). Las comunidades cristianas interpretaron este silencio así:
“... él que al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer no amenazaba, sino que se
ponía en manos de Aquel que juzga con justicia” (1 Pe 2,23)
Mc 14,61b-62
Los sanedritas se encontraban en un callejón sin salida, pues aunque tenían los testigos,
sus testimonios no coincidían; la única esperanza es que Jesús mismo confirmara los delitos
por los que se le acusaba.
Aparentemente, la pregunta del sumo sacerdote no tiene nada que ver con la acusación
sobre la destrucción y reconstrucción del templo. Pero si tiene que ver, y la pregunta deja
entrever que el sumo sacerdote, ya ha comenzado a comprender el sentido de la acusación.
En efecto, destruir el templo y reconstruirlo sólo podía ser obra del Mesías. La idea es tan
grave, que el sumo sacerdote la hace directamente al acusado para que la explique
personalmente y con claridad: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito?”.
El lector ya tiene su respuesta, pues los dos títulos que trae la pregunta le son conocidos,
aunque de forma separada. El título de “Cristo”, fue confesado por Pedro (Mc 8,29), y el de
“Hijo” por el mismo Dios en los relatos del bautismo (Mc 1,11) y de la transfiguración (Mc
9,7). La expresión “bendito” (Alabado) es una manera de evitar pronunciar el nombre divino.
La respuesta tiene dos partes. La primera, es una respuesta directa a la pregunta directa del
sumo sacerdote: “¿Eres tú el Mesías...? Sí, yo soy. Es la misma respuesta de Dios a Moisés
“Yo soy el que soy” (Ex 3,14). Un “Yo soy”, que revelado en el Antiguo Testamento como
presencia liberadora, se renueva y continúa ahora a través de Jesús de Nazaret.
La segunda parte de la respuesta está dirigida a “todos” (“Y ustedes verán al Hijo del
hombre”). Tiene como trasfondo dos texto bíblicos: el salmo 110,1:“siéntate a mi derecha
hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies” y Dn 7,13: “Y he aquí que en las
nubes del cielo venía como un hijo de hombre”. La primera expresa el sentido de
resurrección y glorificación, la segunda se refiere a la segunda venida, triunfal, poniendo fin a
la era presente.
Volviendo al texto, Jesús se define claramente como el Mesías sentado a la derecha del
Padre y como el “Hijo del Hombre” que viniendo en las nubes del cielo, juzgará al mundo.
Ambas resaltan su gloria y señorío. Resulta insoportable para los sanedritas que quien ahora
es juzgado, pretenda ser juez.
Marcos muestra un contraste en la razón de la condena. Antes eran acusaciones falsas,
ahora Jesús mismo da una razón verdadera para ser condenado, llamarse Hijo de Dios.
Jesús es condenado “justamente” según la ley judía, pero injustamente desde el Reino
anunciado por Jesús.
Mc 14,63-64
63
Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación, y dijo: —¿Qué
necesidad tenemos de más testigos? 64Ustedes lo han oído decir palabras ofensivas
contra Dios. ¿Qué les parece? Todos estuvieron de acuerdo en que era culpable y debía
morir.
La escena de los ultrajes a Jesús está entre la condena del sanedrín y la negación de
Pedro.
Marcos nos dice que “algunos”, distinguiendo entre “todos” los que dictan la sentencia y
“algunos” que hacen las injurias.
Algunos “comenzaron”. Este verbo habla no de un acto momentáneo, sino de una acción
que se va a prolongar a lo largo de toda la pasión.
Con el rostro cubierto, golpeado y sometido al juego de la “gallina ciega”, Jesús es invitado
a adivinar quien le pega. La expresión refleja la idea de “todos” los presentes de las
pretensiones proféticas de Jesús. Ahora debe demostrarlo.
Los salivazos y las bofetadas hacen parte del programa de Jesús como el siervo sufriente
de Is 50,6 “ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que arrancaban mi
barba, no retiré la cara de los que me insultaban y escupían”. Para los lectores del evangelio,
Jesús seguía teniendo razón, todo ocurre para que se cumplan las Escrituras.
36
En el relato anterior, Marcos ya nos había puesto en contacto con Pedro (Mc 14,54). La
presencia de Pedro en los relatos de pasión podríamos dividirlo en tres partes: 1) el
seguimiento de “lejos” (Mc 14,54). 2) la negación (Mc 14,66-72) y 3) el arrepentimiento (Mc
14,72b). La parte de la negación, es la que ocupa la mayor parte. Quizás, el evangelista trata de
resaltar la obstinación y gravedad de la negación con el fin que se note la grandeza del perdón
de Jesús.
Mientras Jesús permanece firme ante el sumo sacerdote por defender la causa del Reino,
Pedro se derrumba negando a Jesús por miedo a unos criados.
La negación confirma que Pedro acepta a Jesús como el Cristo, pero rechaza el camino que
hay que seguir con el Maestro, que e el camino de la cruz.
En el relato encontramos un diálogo a tres niveles: el primero entre la criada del sumo
sacerdote y pedro, el segundo lugar entre la misma criada y los presentes, y el tercero, entre
los allí presentes y Pedro.
El diálogo inicial lo protagonizan dos “tercos”: la criada que reconoce a Pedro y se obstina
en decirlo a los allí presentes, y Pedro, que lo niega tres veces.
El evangelista hace un paralelo (irónico?) entre el Pedro que seguía a Jesús de “lejos”, y la
criada que reconoce a Pedro con un rasgo característico del discipulado: “andar con Jesús”
(Mc 14,67).
En el v.69 hay un nuevo reconocimiento, cuando la criada le dice a los allí presentes “este
es uno de ellos” (14,69). Aquí, la mujer señala la segunda característica importante del
discipulado: la comunidad. Lo importante ahora no es la pertenencia a Jesús sino al grupo.
En 14,70b encontramos la tercera intervención, esta vez de la gente a la que le había
hablado la criada: “seguro que tú eres uno de ellos, pues también eres de Galilea”. Un nuevo
argumento entra en juego, ya no basado sólo en la acusación de la mujer, sino en el
reconocimiento de su lugar de origen: Galilea. Una tercera característica del discipulado,
todos están invitados, aún los galileos, que tenían fama de “impuros”
A cada uno de estos tres reconocimientos corresponde una negación.
En la primera (14,68), Pedro niega toda relación con Jesús, niega ser su seguidor, incluso,
haber oído hablar de él o tener algún interés en su persona o doctrina.
En la segunda negación (14,70ª) las palabra de Pedro son breves y repetitivas.
37
En la tercera (14,71) estamos ante más que una simple negación. Con sus juramentos trata
de aparecer lo más distanciado posible de Jesús.
El relato no termina sin que Pedro recuerde las palabras de Jesús y llore de
arrepentimiento.
La profecía de Jesús en Mc 14 “Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo
cante dos veces, tu me habrás negado tres”, es recogida por Marcos para insistir en el
cumplimiento, no ya de las Escrituras (AT) sino de las Palabras de Jesús (NT). Aquí no se
diría que sucedió para que se cumplieran las Escrituras, sino para que se cumpliera la
palabra de Jesús.
El recuerdo causa el llanto en Pedro, un llanto de arrepentimiento y vergüenza que nos
recuerda Lm 1,16 “por eso lloro yo; mi ojo, mi ojo se va en agua, porque está lejos de mí el
consolador que reanime mi alma.”
Queda la pregunta, si el arrepentimiento de Pedro se notó en adelante, concretamente en la
pasión y la cruz? Cómo entender entonces este arrepentimiento?
38
Mc 151Al amanecer, se reunieron los jefes de los sacerdotes con los ancianos y los maestros de
la ley: toda la Junta Suprema. Y llevaron a Jesús atado, y se lo entregaron a Pilato. 2Pilato le
preguntó: —¿Eres tú el Rey de los judíos? —Tú lo has dicho —contestó Jesús.
3
Como los jefes de los sacerdotes lo acusaban de muchas cosas, 4Pilato volvió a preguntarle: —
¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te están acusando. 5Pero Jesús no le contestó; de
manera que Pilato se quedó muy extrañado. 6Durante la fiesta, Pilato dejaba libre un preso, el
que la gente pidiera. 7Un hombre llamado Barrabás estaba entonces en la cárcel, junto con otros
que habían cometido un asesinato en una rebelión. 8La gente llegó, pues, y empezó a pedirle a
Pilato que hiciera como tenía por costumbre. 9Pilato les contestó: —¿Quieren ustedes que les
ponga en libertad al Rey de los judíos? 10Porque se daba cuenta de que los jefes de los
sacerdotes lo habían entregado por envidia. 11Pero los jefes de los sacerdotes alborotaron a la
gente, para que pidieran que les dejara libre a Barrabás. 12Pilato les preguntó: —¿Y qué quieren
que haga con el que ustedes llaman el Rey de los judíos? 13Ellos contestaron a gritos:
¡Crucifícalo! 14Pilato les dijo: —Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos volvieron a gritar:
¡Crucifícalo! 15Entonces Pilato, como quería quedar bien con la gente, dejó libre a Barrabás; y
después de mandar que azotaran a Jesús, lo entregó para que lo crucificaran. 16Los soldados
llevaron a Jesús al patio del palacio, llamado pretorio, y reunieron a toda la tropa. 17Le pusieron
una capa de color rojo oscuro, trenzaron una corona de espinas y se la pusieron. 18Luego
comenzaron a gritar: —¡Viva el Rey de los judíos! 19Y le golpeaban la cabeza con una vara, lo
escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias. 20Después de burlarse así de él, le
quitaron la capa de color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo.
NIVEL LITARARIO
La narración toma un giro inesperado. Hasta ahora todo ha ocurrido en un ambiente netamente
judío. En adelante Pilato y la tropa romana compartirán la responsabilidad en la muerte de
Jesús.
15,1
En este versículo, el evangelista trae tres noticias: 1) Todo el sanedrín se reúne en la
madrugada, probablemente para confirmar la sentencia de Jesús. 2) Jesús es encadenado
como un delincuente. 3) Es llevado y entregado a Pilato.
El texto comienza con una indicación temporal: “al amanecer”. Aprovechemos para precisar
el tiempo de la pasión de Jesús.
39
14,12: “El primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero Pascual...” (Sabemos que
es jueves, por la precisión que se hace en 15,42).
14, 17: Al “atardecer” (Primer día momento de la cena y anuncio de la traición. Seguimos en el
día Jueves)
14,30: “hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tu me habrás negado tres”.
15,1: “al amanecer” (presentación ante Pilato)
15, 25: “Era la hora tercia (9.00 a.m.) cuando lo crucificaron”.
15, 33: “llegada la hora sexta (12 m.) hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona”
(3.00 p.m.). Las horas finales de la agonía en la cruz.
15,34: “A la hora nona (3.00 p.m.) gritó Jesús con fuerte voz...”
15,42: “Y al atardecer, como era la preparación, es decir, la víspera del sábado” (sepultura)
16,1: “Pasado el sábado, María Magdalena... compraron aromas para ir a embalsamarlo””. Aquí
se refiere al día de descanso, que comenzaba el sábado a las seis de la tarde y terminaba el
sábado a las seis de la tarde.
16,2: “Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro”.
15,2-5
sobremanera. Así como se asombraron de él muchos -pues tan desfigurado tenía el aspecto
que no parecía hombre, ni su apariencia era humana-, otro tanto se admirarán muchas
naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que
nunca oyeron reconocerán”. En este caso, Marcos nos estaría diciendo que en el silencio de
Jesús humillado se entrevé ya el Jesús glorioso.
15,6-8
Estos tres versículos introducen tres noticias: la primera, que era costumbre en Pascua
conceder indulto a un prisionero; la segunda, la aparición en escena de Barrabás, acusado
de sedición, quien estaba en la cárcel, y la tercera, la presencia de un nuevo personaje, la
multitud que viene ante a Pilato para exigir que cumpla la costumbre anual del indulto, sin
ninguna referencia a Jesús o Barrabás. Sin embargo, por la mención de Barrabás en 14,7,
Marcos nos hace saber que Pilato conocía de él y que era el preferido de la gente. Es
posible que Marcos quiera enfatizar en la culpabilidad de los sumos sacerdotes quienes
aparecen más adelante como incitadores.
La multitud en Marcos es un personaje compacto pero oscilante, una veces está de parte de
Jesús, como en la entrada a Jerusalén, fritando “Hosanna” y en otras en contra, pidiendo su
crucifixión. Podríamos pensar en dos tipos de multitudes? La que grita Hosanna, de Galilea y
los de la crucifixión, de Jerusalén?
15,9-14
Segundo diálogo entre Pilato y la multitud (15,12-13). Marcos no dice que la gente pidió a
Barrabás, lo suponemos por la posición de Pilato que parece no darse por vencido, con una
nueva pregunta a la multitud, que suena como a un intento de hacerles cambiar de parecer
“¿Y qué quieren que haga con el que ustedes llaman el Rey de los judíos?” (15,12). Pilato
bien sabía que debía hacer con un prisionero político acusado de traición al imperio, por esto
se entiende que Pilato insiste en llamarlo “rey de los judíos” para dejar claro que para él es
una acusación de tipo religioso y no político, por tanto, la responsabilidad de lo que pase es
de las autoridades judías.
En el v13, el diálogo entre Pilato y la multitud llega a su climax. La multitud “volvió” a gritar
¡crucifícale¡. El verbo “volver” no se refiere a la acusación sino a la acción de “gritar”.
41
La multitud con su grito quiere hacer escuchar su sugerencia a Pilato, crucificar a Jesús.
Además de los sumos sacerdotes, Marcos añade a algunos de los habitantes de Jerusalén
como responsables de la muerte de Jesús.
De todas formas una pregunta queda flotando en el ambiente. La gente quería la muerte de
Jesús por las mismas razones que los sumos sacerdotes? O simplemente querían la
liberación de Barrabás?
Tercer diálogo entre Pilato y la multitud (15,14). Pilato hace un último intento por salvar a
Jesús, respondiendo a la petición de crucificarlo: “¿Qué mal ha hecho? (15,14)
La convicción de Pilato de la inocencia de Jesús, tiene una intención teológica, mostrar la
figura del justo paciente injustamente condenado. (Cf Hch 3,13-14; 1Pe 2,21-23)
La multitud no responde a la pregunta de Pilato sino que insiste en su petición. No les
interesa la inocencia o culpabilidad del reo, solo insiste que lo crucifiquen. Esto muestra la
manipulación de una multitud que no razona y que entra a engrosar la lista de los enemigos
del justo sufriente
El v15, da por terminado el proceso y el diálogo entre Pilato y la multitud. Pilato se alinea
con la multitud y a través de esta con los sumos sacerdotes, contra Jesús. Esto se
comprueba entre la actitud de Pilato que conociendo la inocencia de Jesús manda azotarlo
antes de la crucifixión.
Una razón importante sería el cumplimiento de las Escrituras, según lo dicho por Jesús en el
tercer anuncio de su muerte (Mc 10,34)
También, la flagelación era un acto normal antes de la crucifixión. “La forma como los
romanos ejecutaban esta pena era cruel y espantosa. El reo, desnudo, atado a un poste o
simplemente arrojado al piso, era golpeado por verdugos o soldados sin medida
determinada. Por eso con frecuencia sobraba la cruz, porque el reo moría a causa de los
destrozos y del dolor debidos a la golpiza. Se utilizaban varas para el efecto; pero a esclavos
se les flagelaba con azotes o látigos, cuyas puntas estaban provistas de trozos de hueso
encadenados o de pedazos de metal. El hecho de que Simón de Cirene tuvo que cargar el
patíbulo destinado a Jesús y también el que éste muriera en una forma tan rápida, hacen
pensar que la flagelación debió ser terriblemente dura y cruel”.
V. 16: El proceso de Jesús termina con una escena de burlas, esta vez a manos de los
soldados de Pilato, en un lugar más reservado “al pretorio”, sin la presencia de la multitud
pero si de la tropa. Así como los judíos se burlaron de Jesús al final del juicio ante el
sanedrín (14,65), ahora lo hacen los paganos. La diferencia es que allí se burlaban de Jesús
profeta y aquí de Jesús rey.
En los Vv 17 y 18, Jesús es revestido según la concepción romana de rey: un manto de
púrpura, que pudo ser una vieja capa de algún soldado, que emulaba los preciosos mantos
de los emperadores romanos. Luego una corona de ramas con espinas, simulando la corona
de hojas de oro que que llevaban sobre su cabeza los emperadores.
Una vez los soldados terminan la caricatura de rey, la burla llega a su punto central, lo
saludan como “Salve rey de los judíos”.
Para el lector cristiano, los burlados por su ignorancia son los soldados, pues Jesús nunca
pretendió ser ese tipo de rey. Sobrevive n nuestra Iglesia esta imagen caricaturizada de rey.
En el v.19 se nos describen tres acciones de los soldados: golpear en la cabeza con una
caña, que no le sirve como cetro sino como instrumento de violencia, escupir como signo de
42
Descripción de la cruz
La cruz constaba de dos maderos, uno vertical, fijado en tierra en el lugar de la crucifixión, y
otro horizontal, más corto, que era llevado por el mismo condenado. Probablemente Jesús no
cargó una cruz sino un madero.
La crucifixión se hacía en dos tiempos: primero se sujetaban las manos y las piernas, al madero
horizontal, con cuerdas o clavos. Así atado se levantado y se unía al madero vertical. En la
mitad de este último había una especie de banco que servía de asiento.
Ninguno de los evangelios sinópticos nos dice que con Jesús hayan utilizado clavos, es el
incrédulo Tomas, quien quiere ver la señal de los “clavos” en las manos de Jesús (Jn 20,25).
La muerte del condenado se debía especialmente a la falta de aire, que combinada con el
suplicio sufrido antes de la crucifixión, lo colocaban rápidamente en estado agonizante. El
corazón perdía su capacidad de bombeo de la sangre, que se había acumulado en las partes
inferiores del cuerpo. El crucificado moría a causa de un colapso respiratorio.
Para acelerar la muerte y por compasión, los soldados les quebraban las piernas.
(Croquis realizado según los restos del
crucificado descubierto en Jerusalén)
Mc 15,21
Los soldados, viendo el estado lamentable de Jesús, después de una cruel flagelación, hacen
uso de su derecho a “angariar” (exigir a cualquier persona prestar diversos servicios), para
obligar a un tal Simón de Cirene a llevar el palo transversal de la cruz. Por qué Marcos querrá
dar el detalle de sus hijos “Alejandro y Rufo”?. La explicación más corriente es que se trata de
personajes conocidos y apreciados de la comunidad a la que Marcos dirige su evangelio. Mt y
Lc no traen estos nombres porque probablemente no significan lo mismo para sus
comunidades.
Mc 15,22-23
- El lugar de la ejecución debía quedar fuera de los muros de la ciudad, pero no muy lejos
para que pudiera participar la gente, al fin y al cabo era utilizado como escarmiento. El lugar
era el Gólgota, una colina de roca, con forma similar a un cráneo.
- Los judíos acostumbraban dar a los condenados a muerte una bebida narcótica, que se
lograba mezclando vino con mirra o incienso. Esto se consideraba un acto de piedad. En
Prov 31,6 se presenta como una obra de misericordia: “Dad bebida fuerte al que está
pereciendo, y vino a los amargados de alma. Que beba y se olvide de su pobreza, y no
recuerde más su aflicción”. En el caso de Jesús son los soldados y no los judíos quienes la
ofrecen. Es posible que Marcos nos esté preparando para el centurión que reconoce a Jesús
como el “Hijo de Dios”. Llama la atención que Jesús hubiera rechazado la bebida,
probablemente porque quiere morir con plena lucidez, porque es una muerte asumida como
voluntad del Padre.
Mc 15,24
De manera sumamente escueta se pasa a la crucifixión. Marcos nos quiso ahorrar el dolor de
los momentos crueles que antecedieron a este momento. Marcos no nos cuenta que los reos
eran desnudados, echados al suelo y luego amarrado o clavado al palo que el mismo había
cargado.
44
Aquí es importante decir, que en nuestras prácticas devocionales de Semana Santa, nos gusta
acentuar los sufrimientos físicos de Jesús. Si releemos a Marcos nos daremos cuenta que no
pondera los sufrimientos físicos de Jesús. La flagelación la despacha en un solo versículo
(15,15), lo mismo después de las ordenes de Pilato (15,19), la crucifixión (15,24-25), nos dice
que se repartieron sus vestidos pero no que quedó desnudo, tratando de ahorrar tan grande
humillación. Lo que si va a acentuar son las burlas de todos los que están o pasan a su
alrededor.
Los soldados tenían derecho a repartirse la ropa del condenado. De nuevo aparece el tema
teológico de la pasión de un justo, esta vez bajo el Sal 22,19 “Se reparten mis vestidos entre sí
y sobre mi túnica echan suertes”.
Mc 15,25-27
Mc 15, 29-32
- Desde la hora tercia hasta la hora sexta (tres horas) es el tiempo de las burlas.
- Los insultos contra Jesús (Cf. Sal 22,8) reflejan un contraste entre las pretensiones de
Jesús y no ser capaz de bajarse de la cruz. La gente se burla de su pretensión de destruir y
reconstruir el templo, los sumos sacerdotes de su pretensión de ser el Mesías.
- Descender de la cruz sería prueba suficiente para creer en él: “Sálvate a ti mismo, y bájate
de la cruz” (15,30). Es la fe del milagro extraordinario, del poder absoluto, del espectáculo.
Pero Jesús no va en esta línea: “Entonces Jesús le dijo: ustedes no creen sino ven señales y
milagros” (Jn 4,48). Jesús no acepta el esquema mesiánico que ellos proponen y sigue
adelante con la novedad y diversidad del proyecto que anuncia, así le implique rechazo,
persecución y muerte.
- En la expresión burlesca de los sumos sacerdotes : “Salvó a otros, pero así mismo no
puede salvarse” (15,30) confirma que siguen entendiendo la crucifixión de Jesús no como
donación sino como impotencia.
- No se les ocurre que Jesús no baja de la cruz por puro amor. Y si el amor es la verdad de
Dios, la cruz es el símbolo del amor más grande expresado por alguien a favor de sus
hermanos. La cruz es el escándalo que en todos los tiempos genera la rareza de los que
luchan por la vida por que están llenos de amor.
- Y es que precisamente por salvar a otros no se salva a sí mismo. Aquí hay una clave
importante que permite leer la cruz de un modo diferente. Los sacerdotes tienen razón
cuando afirman “salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse”. Su error fue haber
contrapuesto ambos aspectos, dado que son dos constataciones igualmente verdaderas,
que hay que mantener unidas.
- Que Jesús haya salvado a otros demuestra que su presencia en la cruz no es impotencia
sino libre elección y donación.
45
- Y el silencio de la cruz muestra que el Dios de Jesucristo hace milagros, pero no salva el
mundo por la fuerza de estos, sino por la generosidad de su amor, que le lleva a olvidarse de
sí.
- También los otros dos crucificados se unieron al coro de los insultos. Sintetizando, Jesús, en
la escena de las burlas padece “insultos” (15,29), “burlas” (15,31) e “injurias” (15,32).
Mc 15,33
- Desde la hora sexta (mediodía), el momento más brillante y de más luz en el día, hasta la
hora nona, la de la muerte de Jesús el mundo permanece en tinieblas. “Sobre toda la tierra”
se refiere a Israel.
- El símbolo de la tinieblas puede tener una doble interpretación. Israel está en tinieblas
porque no ha podido todavía ver la luz del mundo. Pero tiene una última oportunidad, pues
después de la hora nona, la muerte será vencida por la resurrección, y las tinieblas pasarán.
Sabemos que no van a ser los judíos los que lo reconozcan sino un centurión cuando dice
“verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”.
Mc 15,34-36
- Es conmovedor ver cómo Jesús en el momento final usa las mismas palabras que el pueblo
utilizaba para contar a Dios sus angustias y su terca esperanza, tomadas del Sal 22,2ª.
- Jesús pronuncia su oración con “gran voz”, lo que significa que es para todo el mundo.
- La pregunta de 15,35 “Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado” indica la doble
dimensión de la confianza y la angustia. Confianza en la expresión “Dios mío”, que deja ver
su fe inquebrantable y su íntima relación con el Padre, pero al mismo tiempo en su
humanidad se siente solo y angustiado. Esta oración desde los inicios ha sido mal
interpretada, al creer que la oración está dirigida a Elías y no a Dios. Es mal interpretada
porque la entienden como una petición a Dios para que lo ayude bajándolo de la cruz.
- ¡No¡, es una petición a Dios para encontrar de nuevo su presencia. Jesús no pide que lo
bajen de la cruz sino que el Padre no lo deje solo.
- Jesús no pide el milagro espectacular de ver saltar los clavos, bajarse de la cruz y salir
caminando para posesionarse como Mesías rey, Jesús pide el milagro de la presencia de
Dios que lo llena todo.
- También habría que tener en cuenta la dimensión humana de Jesús, quien ora y sufre como
hombre.
- Otra reacción ante las palabras de Jesús, corre por cuenta de alguno de los judíos que
queriendo continuar su burla, empapa una esponja en vino ácido, y se la ofrece. Era común
en la época que tanto los soldados como la gente común tomara este vino barato para la
sed. No sabemos si Jesús llegó a beber la bebida, tal vez no, porque el objetivo era
prolongar la vida del reo para continuar su juego de burlas. Además la sed de Jesús, era de
amor por el mundo. Detrás del texto seguimos viendo la imagen del justo paciente en el Sal
69,22 “En mi sed me han abrevado con vinagre”.
Mc 15,37-39
46
- La muerte de Jesús está narrada de forma simple y concisa. El fuerte grito parece una
reacción ante quien le ofrece una bebida, interrumpiendo la recitación del Salmo 22. También
puede ser el grito para ser escuchado por quienes esperaban el gran prodigio de bajarse de
la cruz, para que sin “oír, oyeran” que su amor había llegado hasta el final, que a pesar de
condición de Hijo de Dios, decidió compartir la condición de hombre hasta en el modo de
morir: un grito sin palabras, que difícilmente se olvida.
- Así como al grito de abandono responden dos reacciones humanas de incomprensión y de
burla, a su grito de muerte siguen dos reacciones diferentes, la de Dios y la del centurión.
- La respuesta de Dios es el “velo rasgado en dos de arriba abajo” (15,38), que simboliza en
primer lugar, el rompimiento de un velo que impedía ver el verdadero rostro de Dios, en
segundo lugar, la caída del templo y el final de un modelo de religión que manipula a Dios,
esclaviza con la ley y conduce a la muerte.
- La respuesta del centurión romano: “Verdaderamente este Hombre era Hijo de Dios”
(15,39), sorprende, porque no es de un judío y ni siquiera de un discípulo. Marcos en su
evangelio tiene como objetivo responder a una pregunta común en su época ¿Y quién es
ese?. Así todo el evangelio queda encerrado en medio de una respuesta al inicio: “Buena
Noticia del Hijo de Dios” (1,1)y otra al final (15,39).
Jesús en medio
Mirando los personajes, notamos que ante la cruz hay dos modos de creer, y que Jesús en la
cruz es el factor de la discordia: por una parte, el que está dispuesto creer únicamente si Jesús
baja de la cruz; por otra, el que cree precisamente porque permanece en la cruz.
Mc 15,40-41
- Terminada la narración, Marcos habla de un grupo de mujeres que están presentes, sin
contarnos sus palabras o reacciones. Así como Pedro seguía a Jesús de “lejos” ellas lo
miran también de lejos. Esta mirada, aunque de lejos, está cargada de amor y profundidad,
por la descripción que nos trae Marcos de ellas: “habían seguido” y “habían servido” a Jesús
cuando todavía estaba en galilea. Eran parte del grupo de discípulos y discípulas. Se
menciona otras mujeres, también de Galilea, pero sin ser discípulas.
- Es curiosos que no se mencione ningún discípulo. ¿Dónde estaban? Parece que Marcos
prefiere olvidar el hecho.
- Hay que rescatar el valor de la presencia de las mujeres, porque ellas constituyen el vinculo
entre el acontecimiento de la cruz y el de la resurrección, entre los discípulos que han
abandonado a Jesús en su pasión y crucifixión y el Jesús resucitado que quiere reunirlos de
nuevo (15,1-8).
- Según Marcos, son las mujeres las que dan continuidad al testimonio de Jesús en el
momento conclusivo y decisivo de su vida: la cruz (15,40s), la sepultura (15,47), la
resurrección (16,1-8). Los tres episodios tienen en común el verbo mirar (15,40.47;16,4).
- Resumiendo lo anterior, tres son los verbos que definen el discipulado de estas mujeres:
seguir, servir y mirar. Los dos primeros son comunes con los discípulos. Lo que las distingue
es el “mirar”, pues a diferencia de los discípulos, las mujeres han tenido el valor de
permanecer junto a Jesús. Les faltará otro rasgo esencial del discipulado: “decir”, que
aparecerá con ambigüedad en el relato de resurrección, pues “no ‘dicen’ nada a nadie por el
miedo que tenían”. Para ser discípul@ no basta seguir, servir y mirar, es necesario tener
valor para decir y anunciar. El temor será vencido después por el Espíritu Santo.
47
Mc 16,1
1
Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé,
compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús.
María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, como buenas judías, guardan el día de
descanso, pero también la preocupación por la unción del cadáver que se hacía
cuidadosamente antes de la sepultura. Van a comprar los aromas, que José de Arimatea por los
afanes había olvidado. No era costumbre ungir los cadáveres con aromas; sin embargo, las tres
mujeres citadas antes por sus nombres (15,40), en cuanto pueden van a comprar aromas para
ungir a Jesús. No van a ofrecerle sus propios aromas, como la mujer del perfume en Betania;
los compran, como José había comprado la sábana. Es decir, los aromas no significan el don
de sí mismas. Tampoco sirven para embalsamar a Jesús ni podrán perpetuar su presencia. Ya
ha sido embalsamado anticipadamente por el perfume de nardo auténtico que le había ofrecido
la mujer (14,8). Pero con esta «unción» muestran que, a pesar de su muerte, no han
renunciado a las falsas esperanzas mesiánicas que habían depositado en él.
Mc 16,2-4
2
Y el primer día de la semana fueron al sepulcro muy temprano, apenas salido el sol,
3
diciéndose unas a otras: —¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?
49
4
Pero, al mirar, vieron que la piedra ya no estaba en su lugar. Esta piedra era muy
grande.
- Sigue la urgencia de las mujeres, que se dirigen al sepulcro al empezar el día. El primer día
de la semana (lit. «el uno de la semana») alude al primer día de la creación (Gn 1,5): Marcos
señala así el comienzo de la nueva creación, en el que brilla la luz (ya salido el sol): la
resurrección de Jesús es el principio de la creación definitiva.
- La mención del primer día de la semana pone el acontecimiento “al tercer día”, que
teológicamente suman los días de la resurrección, en la más primitiva presentación del
kerigma cristiano (1Co 15,3-5). Los judíos al contar los días tenían en cuenta las porciones
de día, así, habría que contar el día de la preparación que es anterior al sábado (15,42), el
sábado mismo (16,1) y “el primer día de la semana” (16,2). Los reiterados anuncios de Jesús
acerca de su resurrección “después de tres días” llega a su cumplimiento (8,31; 9,31; 10,34).
- “El tercer día” simboliza el tiempo máximo para la intervención de Dios a favor del justo
paciente: “dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y en su
presencia viviremos” (Os 6,2). Además, Dios concede su ayuda al justo preferentemente por
la mañana (Cf Sal 17,15; 143,8)
- Las mujeres van preguntándose y comentando la dificultad que esperan encontrar,
persuadidas de que Jesús sigue muerto y de que la sepultura ha sido definitiva. Se sienten
impotentes (¿Quién nos correrá la losa?), pero no renuncian a su propósito, tienen que rendir
homenaje al ideal de Mesías que han visto en Jesús. La losa, que sella la definitividad de la
muerte, es para ellas inamovible (era muy grande). No han comprendido el mensaje de la
vida.
- Hasta entonces, ocupadas en la preocupación de su impotencia, encerradas en sí mismas,
no habían percibido la realidad. En cuanto amplían su horizonte (al levantar la vista) se dan
cuenta de que su problema no tenía fundamento. La losa está corrida. No se señala quién lo
ha hecho; en realidad, ha estado siempre abierta para los que han comprendido los anuncios
de Jesús sobre su resurrección. Al contrario que para José de Arimatea, la muerte no habría
debido significar para ellas la privación de la vida.
El sentido simbólico de cerrar / abrir está indicado por el nuevo dato de la magnitud de la
losa. Ha sido fácil cerrar el sepulcro, porque es fácil pensar que la muerte vence a la vida;
pero, para las mujeres, es imposible abrirlo, admitir que la vida venza a la muerte.
Mc 16,5
5
Cuando entraron en el sepulcro vieron, sentado al lado derecho, a un joven vestido
con una larga ropa blanca. Las mujeres se asustaron,
- Las mujeres no dudan: al ver el sepulcro abierto, entran en él. Nunca se dice que sea el
sepulcro de Jesús, es el sepulcro genérico, el de todos, símbolo de la muerte física del
hombre. Al entrar allí se ponen en contacto con la otra realidad; han pasado la frontera, que
era la muerte de Jesús, y han entrado en el terreno de la nueva creación. Así como el
sepulcro es el de todos, así la victoria de Jesús sobre la muerte es el don de la vida para
todos.
- La figura del joven que ven en el sepulcro es probablemente un ángel, que con su mensaje
de parte de Dios va a interpretar adecuadamente el hecho de la tumba vacía. La túnica
blanca con que aparece vestido, identifica al joven como mensajero divino. El que aparezca
“sentado a la derecha” significa la autoridad y lo positivo de su mensaje.
- Algo que vale la pena resaltar, es que no se dice que las mujeres no encontraron el cuerpo
que buscaban. Al comprender que Jesús está vivo, la reacción de las mujeres
sorprendentemente no es de alegría, sino de un asombro o desconcierto que las paraliza. No
50
Mc 16,6-7
6
pero él les dijo: —No se asusten. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue
crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron. 7Vayan y
digan a sus discípulos, y a Pedro: ‘Él va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo
verán, tal como les dijo.’
El joven de túnica blanca da a las mujeres un mensaje preciso. Sus palabras constan de dos
partes: un anuncio y un mensaje. El anuncio es que el Crucificado ha resucitado. A la vez invita
a las mujeres del sepulcro a que vean y comprendan que el camino del discipulado no termina
en la tumba, que si buscaban un cadáver para embalsamar , han encontrado una tarea muy
distinta: ser mujeres de pascua. El mensaje que reciben es la invitación a los discípulos, en
particular a Pedro, que ha renegado de Jesús (14,30.72ss), a abandonar Jerusalén y los ideales
del judaísmo, para comenzar la misión universal a partir de Galilea (14,28), donde Jesús
comenzó la suya y los llamó al seguimiento (1,16-21a). Esto implica que, aunque el campo de
misión sea diferente, el itinerario personal de ellos ha de ser como ha sido el de Jesús. Hay un
camino que recorrer, y él los espera para acompañarlos: es la promesa de su presencia en la
misión futura. La experiencia de que Jesús está vivo, que las mujeres han tenido en el sepulcro,
ellos la tendrán en Galilea.
De hecho, el joven no encarga a las mujeres que cuenten lo que han visto en el sepulcro. Los
discípulos tienen que llegar personalmente a la misma experiencia, y ésa no la tendrán en
Jerusalén, sino en Galilea, es decir, solamente si renuncian a sus ideales de un Mesías de
poder y de gloria para Israel, si aceptan por fin el secreto del Reino, el amor de Dios que abraza
por igual a todos los hombres y pueblos, amor que ellos han de traducir en servicio y entrega
(10,45).
Las palabras del joven separan a Pedro del resto de los discípulos. Pedro, en efecto, se ha
hecho en varias ocasiones el antagonista de Jesús: él arrastró a los demás en el deseo de
hacerlo líder (1,36); se opuso abiertamente al destino del Hijo del hombre (8,32-33) y puso a los
otros en contra de Jesús que les predecía su fallo (14,31); él, por propia iniciativa, se ha hecho
portavoz del grupo (8,29; 10,28) y sólo él ha renegado por completo de Jesús (14,66-72). El
joven nombra primero al grupo de discípulos (sus discípulos) y separa a Pedro, mostrando al
mismo tiempo el perdón por lo pasado y la necesidad particular que tiene Pedro de rectificar su
postura.
Mc 16,8
8
Entonces las mujeres salieron huyendo del sepulcro, pues estaban temblando,
asustadas. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
El final del evangelio de Marcos desconcierta. Dice que las mujeres salieron huyendo del
sepulcro y no dijeron nada por miedo. Si esto fuera así, ¿cómo explicar que el anuncio del
evangelio continuó tras la resurrección? ¿No será que Marcos quiso decirnos algo con este
final?
Con el silencio de las mujeres, Marcos ha dejado abierto su evangelio. No lo ha terminado para
que los creyentes de todos los tiempos, conociendo el testimonio de las primeras comunidades,
lo hagamos nuestro, recreándolo desde nuestra situación concreta y con la fuerza del Espíritu
de Jesús resucitado. Es decir, cada uno de nosotros debe "terminar" el evangelio de Marcos
dando testimonio de la presencia de Jesús resucitado sobre la tierra desde su situación
51
REFLEXIÓN
Sólo las mujeres que lo seguían desde Galilea continuaron fieles y que lo acompañaron en
todo momento, fueron las primeras en ser conscientes que la existencia de Jesús no podía
terminar en el sepulcro, sino que seguía palpitando en la profunda novedad del evangelio. La
reorganización y, sobretodo, la reanimación del grupo de seguidores y seguidoras tomó
nuevo impulso con el testimonio de las mujeres. Ellas no se dejaron arrastrar por la
desesperanza, ni se cerraron en la amargura sino que comprendieron que la vida de Jesús
les daba fuerza para seguir su obra; la ausencia física del maestro no les impedía sentir su
presencia y su palabra en cada momento del día.
Por esto, debemos reconocer que el milagro más grande del resucitado fue revivir la
esperanza en la comunidad de discípulos y motivar a todos sus seguidores a anunciar la
buena noticia en todo el mundo. Ni la traición de Judas, ni los errores cometidos por algunos
de los discípulos, ni siquiera la evidente amenaza que representaban las autoridades del
templo impidieron que el pequeño grupo resurgiera con una fuerza inusitada.
Esta experiencia que nos comunica el evangelio, se hace realidad a lo largo de nuestra vida:
luego de un momento de gran fervor y concentración, nuestros ánimos se dispersan en las
mil tareas de la vida cotidiana. Nos apegamos tanto a lo inmediato que olvidamos el gran
horizonte que representa la aurora del resucitado. Incluso no faltan los momentos en que nos
dejamos vencer por el cansancio, el sin sentido… y pensamos en Jesús de Nazaret sólo
como una figura insigne de un pasado remoto... Pero la gracia y la fuerza del resucitado
consisten precisamente en hacer presente, en cada momento de nuestra existencia, la vida y
la obra de una persona que la historia nunca podrá olvidar. Luego de que hemos sido tocados
por Jesús de Nazaret nuestra vida ya no vuelve a ser la misma.
Los símbolos de la vigilia de Pascua nos dan la posibilidad de renovar nuestros propósitos y
de encender el cirio pascual de nuestras esperanzas, de modo que las celebraciones anuales
no se conviertan en una incesante rueda que nos apabulla con su monótono girar, sino una
ocasión inevitable de novedad, gracia y gratuidad.
Texto tomado de
- Mateos Juan – Camacho Fernando., Marcos.
- Kapkin David., Marcos: historia humana del Hijo de Dios.
52
- Casa de la Biblia., El auténtico rostro de Jesús. Guía para una lectura comunitaria del
Evangelio de Marcos.
- La casa de la Biblia., Comentarios al Nuevo Testamento.