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Realizado por
:
Hernández, David
INTRODUCCIÓN
Uno de los modos más habituales que tiene el cuerpo para avisar que
algo anda mal es el dolor. Si bien es muy útil como llamado de atención,
muchas veces, sobre todo cuando es crónico, raya en lo insoportable. Se
produce entonces un doble juego: los huesos, los músculos y los distintos
órganos tratan de acomodarse para evitar el sufrimiento, pero ese
desplazamiento altera el equilibrio natural y poco a poco va deteriorando
otras funciones. ¿Cómo detener o apaciguar ese proceso? Una de las
respuestas más eficaces es la magnetoterapia.
Los medios empleados por cada una de las diferentes terapias descritas son
diferentes pero el efecto pretendido en muchas de ellas es común:
Ultrasonidos: son sonidos no audibles que generan una presión sobre los
tejidos blandos y producen con ello también calor local.
Su eficacia
Las terapias por medios físicos son muy seguras si se aplican por
manos expertas y en los tiempos adecuados. La complicación principal que
puede dar este tipo de terapias, exceptuando la hidroterapia no termal, es la
aparición de quemaduras, pero esto es realmente excepcional si los medios
que se emplean son los adecuados y no se producen errores en el cálculo de
la intensidad, así como de la distancia, tiempo y superficie de exposición. La
hidroterapia conlleva el mismo riesgo que por sentido común puede deducir
cualquier persona en relación con el baño (traumatismos por resbalones o
caídas así como ahogamiento, lógicamente.)