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DE LA ANTROPOLOGÍA.
Resumen
Anales del Instituto de Chile, Vol. XXIV, N" 2, Estudios, pp. 357-399, Santiago, 2004.
JUAN CARLOS SKEWES VODANOVIC
ABSTRACT
1.INTRODUCCIÓN
1
MURRA, John. "Discurso inaugural", 1967.
2
Aunque ambos obtuvieron el Premio Nacional de Historia, la base de sus
investigaciones han sido la arqueología, en un caso, y la etnohistoria, en el otro.
aprobaron diez, lo que coloca a disciplina por sobre otras ciencias sociales como la
sociología con ocho proyectos, la lingüística con igual número y la psicología con seis
(Vd., www.fondecyt.cl).
4 "Ya en el año 1964", recuerda Fernanda Falabella (FALABELLA, Fernanda,
universidades donde se imparte? ¿Cuáles son los desafíos actuales? Estas son
algunas de las preguntas que quisiera responder aquí. Para hacerlo me he
propuesto urdir pasado y presente, conversar acerca de la antropología a través
de sus ejes vertebradores, para, en este contexto, situar la enseñanza actual.
Las respuestas esbozadas en lo que sigue no pueden, empero, sustraerse de la
doble paradoja que condiciona la formación en antropología en Chile: de una
parte, su asincronía con los procesos históricos; de la otra, su nunca bien
consolidada postura disciplinaria, teórica y metodológica 5. A todas luces resulta
sorprendente la fecundidad a la que hemos aludido si aceptamos estas premisas,
a saber, que se trata de una disciplina que se constituye a pesar de su época y,
aún más, a pesar de no siempre haber sido consecuente consigo misma, con su
tradición histórica, con sus marcos conceptuales y con sus estrategias de campo.
5 Un equipo evaluador externo observa, por ejemplo, que "se advierte una
desproporción entre la formación teórica y la realización práctica del profesional"
(ONDA, Informe Final. Proceso de Autoevaluación para la Formulación del Plan
Estratégico de la Facultad de Filosofía y Humanidades). Esta observación puede ser
extrapolada a otras escuelas de antropología del país.
6 Ya en 1967, al comparar los diversos departamentos de antropología en el Viejo y
Nuevo Mundo, Ángel Palerm nota la extraordinaria variabilidad existente al respecto, Vd.
PALERM, Ángel, Organización Departamental: Conclusiones.
7 Zulema Seguel fue exonerada de la U de e en 1974 y se reintegra a la vida
académica en 1991, tras ganar un concurso en la Universidad Metropolitana de
vista, "hicimos una malla curricular con una visión muy amplia. Pensando que un
antropólogo se tiene que formar integralmente, que no se puede formar solamente
dentro de una rama, de una Antropología cultural o de una Antropología Socio-
cultural o de una Arqueología".
La arqueología chilena tiene una larga historia de investigación pero los
fundadores no fueron proclives a la formación de discípulos. Fue Ricardo
Latcham quien, por primera vez, dictó un curso de Prehistoria en 1936, pero no
es sino hasta los 50 cuando se produce un verdadero advenimiento
universitario8. En este contexto, el aporte de Grete Mostny fue crucial. Según
Montané, en comunicación personal, con ella se forman quienes, con el tiempo
serán los protagonistas centrales en el tránsito hacia las universidades: Lautaro
Núñez y Mario Orellana.
En Arica, en los años cincuenta, Percy Dauelsberg, continua la obra de Max
Uhle y Junios Bird, y, en 1954, arriba a San Pedro de Atacama, un empecinado
Gustavo Le Paige, quien establece un proyecto local que, hasta la fecha,
convierte a San Pedro de Atacama en el vértice norte de la antropología
chilena9. Son los fundamentos de una naciente institucionalidad uno de cuyos
frutos será una efímera pero no menos importante carrera de Arqueología en la
Universidad del Norte (U del N) (ver más adelante).
La Escuela de Antropología de la U de C se fundó en 1965. Es la primera en
el país y su inspiración, a diferencia de la Universidad de Chile, es francesa. La
trilogía Annette Emperaire, Simon Gamelon y Zulema Seguel llegan en 1964 a
fin de desarrollar, al año siguiente, la Primera Expedición Francesa a la
Patagonia. Sus huellas persisten hasta nuestros días en el Instituto de la
Patagonia, y se cruzan con el estructuralismo que Hozven impartiera en la
misma Universidad 10.
1996, p. 216.
10 María Eugenia Solari, hoy profesora de la UACh, puede considerarse en rigor la
14 Ibid, p. 169.
plina. Esta no ha sido una tarea menor puesto que por esta vía la
antropología ha dejado su huella en la formación universitaria 19.
Los años noventa son, para la antropología, de apertura hacia el
mundo de las universidades privadas. Los años previos, marcados por el
gobierno militar, encontraron a la antropología exonerada de las
universidades. La producción de conocimientos antropológicos queda
radicada en las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), las que
pasan a desempeñar un papel análogo al que los museos han tenido para
la arqueología20. De este repositorio se beneficiaran de modo muy
especial las dos universidades privadas más exitosas en la formación de
las nuevas generaciones: Universidad Academia de Humanismo
Cristiano (UAHC) y Universidad Bolivariana (UB)21. Dos proyectos
cobran vida bajo aleros distintos. De una parte, José Bengoa impulsa la
creación de la carrera en la UAH C. De la otra, Bernardo Arroyo, en la
UB, junto a quien fuera su profesora en la UCT, Fresia Salinas, logra
reunir a un importante grupo de antropólogos y antropólogas, -Jorge
Razeto (UCh) entre ellos- comprometidos con el desarrollo de la
sociedad civil y con una visión del cambio impulsado desde los propios
actores.
Las últimas universidades en proponer la antropología como una
carrera son las universidades Universidad Arturo Prat, de Concepción y
ARCIS, en Valparaíso.
3. A CONTRAMANO
19 En los Estados Unidos, las cátedras de antropología son las que más estudiantes convocan en
30 Véase SOCIEDAD CHILENAARQUEOLOGÍA, op. cit., (n. 25) y NÚÑEZ, op. cit., (n. 9). 31
SAUNAS, op. cit., (n. 23).
quien sí lo era, Ximena Bunster, no tuvo mayor impacto en la formación
de las nuevas generaciones, presagio tal vez de un sociedad que no lograr
deshacerse de sus rasgos patriarcales. René San Martín tampoco era
antropólogo y, en Valdivia, fueron sociólogos quienes, imposibilitados
de hacer lo suyo, crean la carrera en la UACh32. Así, la impronta de la
sociología marcó en forma decisiva los primeros años
de la formación antropólogos y antropólogas. En el caso de la UCT,
32
El sociólogo Freddy Fortoul, en opinión de Yanko González, será quien brinde a
los antropólogos De Valdivia una orientación teórica de la cual hasta entonces carecen,
Vd. GONZÁLEZ, Yanko, "Tributo", p. 64. De hecho, en una comunicación de mayo de
1996, la Dirección de la Escuela de Antropología al Instituto de Ciencias Sociales de la
misma universidad, reclama la contratación de profesores para la formación teórica en
antropología, de quienes se carece.
33
SAUNAS, op. cit., (n. 23), p. 11.
34
CANCINO, Ronald (et al.), "La antropología desbordad: las huellas y marcas
del hacer antropología en territorio mapuche", p. 100
35
El caso de la UCT es interesante puesto que a pesar de haber definido su vocación
disciplinaria, lo ha hecho con ímpetus contradictorios: el de la hermenéutica y el de la
antropología aplicada, tal cual lo documenta CANCINO (et al.), op. cit., (n.34).
contribuyen a imprimir tal impronta36. Lo curioso es que ello ocurre en
un momento en que las tesis en el tema mapuche tienden a disminuir en
esa Casa de Estudios.
Difícil ha resultado para la antropología chilena encontrarse con su
propio centro. Esto es, la de una disciplina que tiene la virtuosa capa-
cidad de inmiscuirse en la intimidad de los fenómenos sociales, para
desde ahí descubrir el significado que éstos adquieren en la vida coti-
diana de quienes los viven. El que no se haya desarrollado la etnografía,
herramienta que bien puede concebirse como vertebradora de la
experiencia antropológica, ha contribuido a profundizar esta carencia. La
formación de los estudiantes se ha centrado en cursos de metodología
(sea cualitativa, cuantitativa o de las ciencias sociales en general) pero no
se ha cultivado lo que se entiende como la llave maestra de la disciplina.
De modo análogo, la antropología chilena no se ha hecho cargo de las así
llamadas etnologías, esto es, del estudio comparado de la variabilidad
cultural. No se trata de coleccionar mariposas, como críticamente lo
juzgara Edmund Leach, más bien de dar con las formas alternativas
como la vida humana puede ser vivida y concebida. La formación
antropológica pareciera, en ocasiones, seguir anclada en una visión
sociológica que la aleja de su centro.
En resumen, las limitaciones en la formación teórica, etnográfica y
etnológica impiden que la antropología pueda interpelar a las otras
disciplinas y a la sociedad en general desde su particular mirada. No
quiere decir esto que la disciplina deba anclarse a un ilo tempore y ol-
vidar que el tiempo contemporáneo está marcado por la fusión cultural,
por las culturas viajeras, por la desigualdad social, por los tecnopaisajes,
por los cibernautas y por las comunidades virtuales37. No.
Sólo que para alcanzar una comprensión antropológica de los procesos
de que somos testigo la formación basal es ineludible. Si hubiera que
reducir a tres cursos la malla curricular de una carrera de antropo-
hacer laboratorio, talleres de laboratorio y trabajo de campo por lo menos unas tres
semanas en terreno", según recuerda Seguel.
JUAN CARLOS SKEWES VODANOVIC
42
CUFFORD,james, Routes: Travel and Translation in the Late Tw,entieth
Century,p. 347.
43
RAzETo,jorge (et al), "El trabajo de campo como experiencia pedagógica", p.492.
44
SOCIEDAD CHILENA DE ARQUEOLOGIA, op. cit., p. 19.
Antropología Joven, los talleres de la Agrupación Cultual
Universitaria, los talleres de estudio de la pobreza en La Reina, la
experiencia de una universidad popular en el Sector F de la Población
José María Caro en 1983, pasando por la formación del núcleo de
antropología crítica al alero del Instituto Alejandro Lipschutz, la intensa
actividad cultural en la UCT y la UACh, la antropología feminista en el
Campus La Reina de la UCh hasta la formación del grupo de
antropología forense al alero del Colegio de Antropólogos de Chile A.G.
y el núcleo de antropología audivisual, la autoformación de los
estudiantes de antropología ha sido uno de los principales motores de
generación de las nuevas ideas.
De especial importancia fue el esfuerzo desplegado por la generación
de 1990 en la UACh, movimiento que, a decir de Yanko González
(entrevista personal), produce una inflexión en la formación. Sometidos
a teorías anquilosadas, los estudiantes intuyen formas nuevas de
aproximarse al objeto de estudios, son sensibles al influjo de las
humanidades y en una suerte de sincronía aparece las traducciones de
Grijalho, trayendo consigo a Clifford Geertz y la visión crítica de Carlos
Reynoso se torna en una curiosa referencia para marcar el advenimiento
de una nueva era del pensamiento antropológico. Sus profesores y
profesoras no pueden sino aceptar el hecho de una obsolescencia que
exige de esfuerzos adicionales para revertir. La malla de 1993 resiente el
impacto y la antropología de Valdivia tiene el mérito de ser la carrera
que mejor ha organizado la formación en teoría antropología.
La insatisfacción con la antropología positivista es generalizada en
los ochenta45 y un desarrollo paralelo al de la antropología postmoderna
se verifica en los planteamientos de Olivares, Mege, Gallardo y Quiroz,
quienes, desde su juventud, van a generar un discurso propio46. Las
aguas en arqueología no están calmas. Las visiones histórico culturales y
procesuales comienzan a ser interrogadas desde una arqueología
interpretativa que, bajo la influencia de Ian Hodder, comienza a ave
45
Ver, por ejemplo, SKEWES, Juan Carlos, "En torno al cientista social: hacia el
reencuentro de las personas", p. 175.
46
Entre otros: GALLARDO, Francisco. Antropología. Cruzando a través (desde el otro lado),
pp. 142; OLIVARES, Juan Carlos, El umbral roto. Escritos en Antropología Poética, pp.
164; MEGE, Pedro, La imaginación araucana, p. 182; QUIROZ, Daniel, Diarios de campo de
viaje, pp. 205; AL VARADO, Miguel, El sueño de la comunicación, p. 347.
cindarse en estos campos. Tampoco es inmune la arqueología chilena a
los aires relativistas de los años noventa47.
La línea de publicaciones generadas por los propios estudiantes
(desde la Antropología joven hasta Werkén), junto con la realización de
diversos congresos nacionales e internacionales de estudiantes, el
primero de los cuales tuvo lugar en Valparaíso en 1972 y el próximo en
Valdivia el 2005, además de los de la Federación Latinoamericana de
Estudiantes de Antropología e Historia, vienen a reafirmar el papel
creativo que ha cabido a los y las estudiantes en la configuración del
paisaje disciplinario. Junto a las revistas establecidas -Chungará,
Estudios Atacameños, Cultura-Hombre-Sociedad (CUHSO) y Revista
Chilena de Antropología- la Cinta de Moebio-Revista Electrónica de
Epistemología de las Ciencias Sociales, la Revista Chilena de Antropología
Visua4 la Revista Austral de Ciencias Sociales y Werkén son generadas
desde la parte joven de la disciplina.
Las iniciativas ligadas al movimiento feminista a partir de un grupo
de estudiantes de la UCh son catalizadas por el Colegio de Antropólogos
de Chile, cuya Comisión de la Mujer, dirigida por Debbie Guerra,
organiza, entre el 9 y el 11 de mayo de 1990, el Primer Seminario de
Mujer y Antropología. Posteriormente, los propios estudiantes de la
carrera de antropología fuerzan la oferta de una cátedra de Antropología
y Género, vigente hasta el día de hoy en la UCh48. La demanda de los
estudiantes coincide con lo que había sido la trayectoria de los estudios
de género en las ONGs. Ello permite que, bajo la dirección de Sonia
Montecino, al alero de la Facultad de Ciencias Sociales, se establezca el
Programa Interdisciplinario de Estudios de Género. De ahí en adelante,
las cátedras y programas de género cobrarán vigencia en la UCh con
Sonia Montecino, en la Academia de Humanismo Cristiano con Josefina
Hurtado, y en la UACh con Priscilla Délano, primero, y con Debbie
Guerra, después49.
47
Para una discusión actual véase, por ejemplo, el trabajo de LAVANDEROS, Leo-
nardo (et al.), "Estrategias cognitivas: una propuesta para el proceso de reformulación y
explicación en arqueología", pp. 551-558. La discusión previa está descrita en:
ORELLANA, Mario, Investigaciones y teorías en la arqueología de Chile, p. 189.
48
SADLER, Michelle (et al.), "Traslaciones y aproximaciones: desarrollo de la
antropología de género", p. 215.
49
Ibid.
Otro tanto ocurre con las iniciativas gestadas en tomo a la defensa de
los derechos humanos y a la antropología visual. En el primer caso, son
jóvenes egresados como Gabriel Guajardo, Isabel Reveco, Kenneth
Jensen, y Elías Padilla, quienes levantan una propuesta de antropología
forense que, en la década del noventa, juega un rol crucial en el
esclarecimiento del destino de detenidos desaparecidos y que, bajo el
liderazgo de Isabel Reveco, proyectara hacia el Instituto Médico Legal y
hacia el extranjero la experiencia adquirida.
Tanto lo obrado por el grupo de Antropología Visual de estudiantes
de la UCh como lo hecho por la Comisión de Derechos Humanos del
Colegio de Antropólogos de Chile A.G. es capitalizado por la UB, y por
la UAHC. La trayectoria de la antropología visual es sintomática de los
procesos que hemos venido describiendo. Desde Caminito al Cielo, un
documental de Alejandro Elton hasta la creación de la Revista Chilena de
Antropología Visual, se advierte el protagonismo sistemático del
estudiantado. Maturana traza un origen temprano para esta trayectoria: en
1951, Bernardo Valenzuela, especialista en folklore, asociado al
Departamento de Antropología (UCh) en los setenta, filma en 1951 el
primer contacto con los yanahiguas del Chaco boliviano, pero deben
transcurrir cuarenta años para que se ofrezca el primer curso de la
especialidad a cargo del antropólogo Ronnie Goldschmied en la misma
universidad50. Sin embargo, es la UB donde, en forma ininterrumpida
Alejandro Elton ha servido la cátedra. La UAH C, a su vez, acoge a
Gastón Carreño, quien funda la recién citada revista.
5.1 Universidades
50
MATURANA, Felipe, "La antropología visual chilena fuera de foco", p. 150. 51
De la actual propuesta de la U de e sabemos poco. No hubo respuesta a nuestra
comunicación a la Dirección Académica de esa universidad y la página
ellas un número de aproximadamente 200 nuevos ingresos por año 52. De
estas siete universidades, además de antropología social o cultural, sólo
la UCh ofrece las especialidades de arqueología y antropología física,
mientras que la UB tiene la especialidad de arqueología en sus dos
campus (Santiago e Iquique)53. Los principales puntajes se concentran en
la UCh (con un máximo de 775 puntos y de 694 el mínimo para los
alumnos nuevos matriculados en 2005), mientras que la UACH, en el
año anterior, el puntaje máximo de ingreso es de 717 y el mínimo de
566, y la UCT el máximo de 708 y el mínimo de 570. Estos puntajes se
mantienen relativamente constantes desde 1997.
El número de postulantes por cupo ofrecido es de 6 para la UCh
(2004), para la UACh un promedio de 5,3 postulantes por cupo entre
2001 y 2005, y para la UCT 4.2 postulantes por vacante en 2004. Los
cupos ofrecidos por la carrera han sido sistemáticamente llenados en la
UCh, sin embargo, en 1998, la UACH no logra lo mismo, y similar
problema enfrenta la UCT en los años 1998, 1999 y 2003.
Con la excepción de las carreras más nuevas, las restantes han
consolidado su oferta académica a pesar de las circunstancias por las que
han debido atravesar las ciencias sociales en Chile. Fruto de la historia
compartida de antropólogas y antropólogos, la disciplina ha logrado
generar ciertos estándares que, aunque no explicitados, se van
constituyendo en norma para las nuevas generaciones. Comparten ellas
la vocación por la diversidad, el respeto por las diferencias culturales, el
trabajo de campo como opción de formación preferente, la
interdisciplina, las proyecciones en la aplicación y la discusión
académica. A decir de Yanko González, egresado y profesor de la
UACh, llama la atención en la formación de los nuevos
web sólo da cuenta de la focalización de los estudios en las áreas de Antropología Urbana
y de Antropología Forense.
52
En 2003, RiCHARD, op. cit., (n. 20), da una cifra superior. Sin embargo, debe
hacerse notar que los experimentos de universidades privadas, como ARCIS en
Valparaíso, han fracasado y la capacidad de reclutamiento de las universidades privadas
han disminuido. La UCh, por su parte, redujo sus cupos de 50 en 1997 a 40 en 2004.
53
La misma UB ha abierto la especialidad de Arqueología, la que, hasta el 2002 era
patrimonio exclusivo de la UCh. Más todavía, la apertura de una sede regional en
Iquique, dirigida por Mario Rivera (arqueólogo de la U de C), es la señal más explícita
de esta voluntad.
cultores de la disciplina el estrecho vínculo que los une a sus maestros y
maestras. Esta proximidad es poco frecuente en los campus
universitarios y se intensifica en el caso de la arqueología.
5.2 Mallas
54
CANCINO, op. cit., (n. 34), p.98.
Entre los temas de formación habitual en antropología y cuya ausencia es
conspicua en nuestras universidades se cuentan: antropología de las
creencias, etnología americana y extraamericana, antropología
psicológica, antropología jurídica y ética antropológica, además de
aquellas emergentes como la ciberantropología, la antropología de los
medios de comunicación de masas, la antropología del estado y de la
modernidad, y otras. Por lo general estos temas están subsumidos en
asignaturas tales como: Campos de la Antropología, Antropología
Sociocultural u otros.
La arqueología, indicada en casilleros grises, ha logrado consolidar,
en el caso de la UCh, una oferta académica de orientación general
centrada en la investigación, con extensas jornadas de terreno y trabajo
en laboratorio. La UB, en cambio, ha procurado formar a sus estudiantes
en tomo a temas patrimoniales. La antropología física, a su vez, indicada
con casilleros negros, aún es una especialidad en desarrollo. Su
problema, hasta la fecha, ha sido el de integrar las características de los
cursos impartidos en la Facultad de Medicina con las necesidades
específicas de los estudiantes de la especialidad.
Ahora si atendemos a las evaluaciones hechas por sus estudiantes,
más que un problema de mallas, sujetas a permanente cambio, las
universidades chilenas parecen no haber sido explícitas en cuanto al
perfil del antropólogo o antropóloga que quieren formar (esta
observación ya estaba planteada por Arnold)55. Ello redunda en que a la
hora de traducir los títulos de las asignaturas en contenidos específicos
no siempre se produzca la correspondencia esperada. Ha sido, en este
sentido, una queja persistente de los estudiantes la ausencia de
integración en las materias.
Asimismo, la metodología de enseñanza tradicional centrada en el
profesor y su cátedra cae bajo el ojo crítico de estudiantes y eva-
luadores. Este modelo, en los últimos años, se ha abierto a formulas
alternativas. Así, por ejemplo, la formación "modular" propugnada
desde el Bachillerato en Ciencias Humanas de la UACh y las
asignaturas modulares de la UB intentan superar este esquema al
incorporar en el aula a más de un docente y al situar a los y las
estudiantes frente a problemas concretos y requerir de ellos las
posibles soluciones56.
55
ARNOLD, op. cit., (n. 28), p. 25 Y ss.
56
De especial interés, en este sentido, ha sido el Programa de Honor en Estudios
Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible de la UACh. Se trata de un pro
Otras de las preocupaciones comunes en las evaluaciones hechas por
estudiantes a sus carreras se refieren a: ausencia de un corpus de teoría
antropológica en su formación, falta de integración entre las asignaturas,
escasa receptividad de las escuelas a sus críticas, y falta de vinculación
con problemas prácticos. Es de especial cuidado la carencia que los y las
estudiantes de antropología tienen en relación a instrumentos que son
indispensables en la vida profesional: manejo de sistemas de información
geográfica y demográfica, programas computacionales para
metodologías cuantitativas y cualitativas, entre otros.
Las universidades privadas, a partir de mediados de los noventa, una
vez obtenida la autonomía, pueden liberarse de la camisa de fuerza que
suponía estar sujetas a los programas de otras universidades. En el caso
de la UB, en 1994, su Director, Bernardo Arroyo (UCT), plantea la
necesidad de incorporar temas relevantes no tratados por la malla a la
que ellos se atuvieron (la de la UACh). Entre tales temas se mencionan
género y medio ambiente. Otra preocupación que se expresa (y que es
frecuente) es la ausencia de suficiente antropología en el primer año y la
falta de actualización teórica.
Los procesos de autoevaluación y acreditación a que las carreras de
antropología se están sometiendo pueden traducirse en importantes
aportes para el perfeccionamiento de la enseñanza de la disciplina en
Chile. Los procesos de integración latinoamericana y mundial exigen una
sintonización de los programas de estudios y a ello concurren, entre otros
factores, la aceleración de los procesos formativo s (tres años de
pregrado, dos de magistratura, y tres de doctorado, por ejemplo), la
flexibilización, la interdisciplinariedad y los aprendiza
jes activos. Según sean los contextos, las universidades han dispuesto la
creación de programas de bachillerato (el caso de la UACh), la
implantación de un plan común a nivel de universidad (caso de la UB) o,
lisa y llanamente, su reestructuración y reformulación del
pregrado (el caso de la UCh57).
grama innovador que cuenta con los auspicios del MECESUP, y cuyo fin es el de lograr
la vinculación transdisciplinaria de estudiantes provenientes de las más variadas
disciplinas. El aula se constituye en un espacio de encuentro y discusión al que, además,
concurren profesores de igual variedad de disciplinas. Una sesión habitual del Programa
involucra a más de tres docentes, además de una veintena de estudiantes.
57
El caso de la UCh ha sido especialmente controversial puesto que a la trans-
formación de los planes de estudio (la llamada reforma del pregrado) se yuxtapone
5.3 Docentes
59 Al igual que en otras carreras, son las universidades regionales las que
conservan una mayor proporción de profesores de jornada completa. Las universidades
privadas, en cambio, el número de estas jornadas es mínimo.
60 Lo cual se agrava si se tiene en cuenta que la proporción entre
antropólogos y antropólogas es similar.
5.4 Estudiantes
61
Es interesante comparar, en este sentido, dos carreras ofrecidas por una misma
universidad y el impacto que la preferencia pareciera ejercer en la retención. En la
UACh, por ejemplo, postulan como primera preferencia a la Carrera de Profesor de
Lenguaje y Comunicación el 75,5 % de sus alumnos y la retención es del orden del 89,8
%, en Periodismo optan como primera preferencia el 55,4 % Y se retiene al 68,5 %,
mientras que en Antropología postulan en primera preferencia el 49,9 % de sus alumnos
y la retención es de 54,8%.
62
Fue, justamente, motivada por esta causa que la UACh creo su Programa de Honor
en Estudios Ambientales, a través del cual busca reconocer la motivación y excelencia de
sus estudiantes.
63
ARNOLD, op. cit., (n. 28), p. 100; CANCINO, op. cit., (n. 34), p.106.
ciencias sociales parecieran las teorías ser expresión de una profunda fe
más que herramientas conceptuales para resolver interrogantes.
Los y las estudiantes de antropología jugaron, como se ha dicho, un
importante papel en la configuración de lo que hoy es la antropología. Si
se quiere, jugaron un papel de suplencia en un contexto en que la
docencia era precaria. La paradoja pareciera estar, y de eso se quejan
algunos profesores y profesoras, en que igual signo pareciera no
verificarse en las actuales circunstancias. Las generaciones de es-
tudiantes de hoy mantienen algunas de las características de las ante-
riores -carácter crítico y ánimo festivo- pero no observan igual de-
dicación a la autoformación, según lo testimonia nuestro colega Yanko
González.
64
ARNOLD, op. cit., (n. 28), pp. 56-7.
Las tendencias actuales en algunos aspectos han cambiado aun
que se conservan algunas tendencias: sólo un quinto de las tesis están
dedicadas a estudios indígenas y muy pocas de ellas a etnohistoria.
Sobre la base de 279 tesis provenientes de las universidades de Chile,
Austral de Chile, Bolivariana y Católica de Temuco, hemos detectado
una distribución que se describe en el Cuadro 665.
Como es de prever, las categorías son extraordinariamente amplias a
objeto de hacerlas lo más inclusivas posibles. Así, pues, bajo el rótulo de
salud tenemos: antropología médica, de la familia, psicológica y de la
tercera edad; organización y medio ambiente se circunscriben a los
temas de la asociatividad y de la ecología cultural, respectivamente; bajo
economía se agrupan temas de antropología económica, campesinado y
organizaciones económicas; etnohistoria agrupa estudios de este corte y
teoría incluye temas de método; en género hay una gran cantidad de tesis
que se intersectan con otros temas (famlia, identidad, etcétera).
65Al momento de realizar este estudio, no teníamos informaciones de las tesis de grado
de la UAHC.
Para evitar confusiones hemos hecho excluyentes las categorías,
privilegiando, primero, la palabra clave, y, segundo, su lugar en el título.
Antropología política no merece problemas pero bajo representaciones
sociales se incluyen estudios de creencias y religión; alimentación
incluye la antropología culinaria y desarrollo conlleva temas de migra-
ción y de antropología aplicada; antropología urbana incluye estudios de
asentamiento y de conducta urbana, mientras que en educación está
incluida la educación popular. Los temas de memoria local y patrimonio
se reagrupan bajo la categoría de identidad y en antropología visual
están contenidas las referencias acerca de las comunicaciones. Bajo otros
caen tesis relativas a etnobotánica, antropología del arte y reflexiones
que fueron difíciles de clasificar. Los temas que llaman la atención por
su escaso desarrollo son la antropología del arte, la etnociencia, y la
antropología política, entre otras. En términos generales, las tesis se
agrupan, según estos criterios del modo siguiente:
6. LA FORMACIÓN DE POSTGRADO
7. Los DESAFÍOS
.
las puertas al estudio de las culturas en cualquiera de sus períodos
históricos, iv) proyectar la antropología a la solución de problemas
concretos y v) Insistir con la mayor fuerza posible en que un antropólogo
se forma en el trabajo de campo 70. A estos desafíos cabe agre
BIBLIOGRAFÍA
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