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SAYAS ABENGOCHEA P á g i n a |1

DIOCLECIANO Y LA REFORMA DEL IMPERIO


La sociedad romana necesitaba tener en el poder a un personaje hábil y enérgico que diese estabilidad institucional a un Imperio
carcomido en sus cimientos por una caótica anarquía militar, que había prescindido de la normalidad del principio sucesorio. Diocleciano
fue elegido emperador en Calcedonia, y el emperador reinante, Carnio, que dominaba la parte occidental del Imperio, salió para
combatirlo., Pese a su victoria junto al río Margo, sus soldados, descontentos, lo asesinaron, dejando a Diocleciano como único
emperador (284).

Diocleciano aprendió la lección y, teniendo presente su propia experiencia de intruso del poder imperial, comprendió que resultaba
difícil para una sola persona retener todo el poder, máxime si los bárbaros seguían presionando en unas fronteras muy distantes entre sí.

I. La Tetrarquía
La diarquía: Maximiano

Era una medida de sabiduría política adelantarse a las posibles usurpaciones, eligiendo a una persona de entera confianza para compartir
con ella el poder. Diocleciano optó por Maximiano, su compañero de armas, persona de poca instrucción, pero ejecutor competente y
disciplinado de las medidas planificadas por Diocleciano. En marzo del 286, recibió el título de César y en Abril fue nombrado Augusto,
con el encargo de combatir a los bagaudas de las Galias y al usurpador Carausio (Britania).

La nueva ideología imperial: (287) Se reúnen los dos emperadores para pasar revista a la marcha del Estado y modificar sus titulaciones.
Diocleciano se proclamaba descendiente de Júpiter, tomando el título de Jovius, mientras que Maximiano se vinculaba con la estirpe de
Hércules, asumiendo el denominativo de Herculius. Estas titulaciones sintetizaban la nueva dimensión ideológica del régimen, que
fundamentaba su legitimación de poder en la relación que los dos Augustos guardaban con esos dioses.

Insuficiencia de la diarquía: La diarquía imperial fue incapaz de contener los ataques persas en Asia, acabar con las embestidas de
francos y germanos en Occidente y terminar con las usurpaciones en Britania. Prestar la atención debida a estos temas, despachar los
asuntos rutinarios de gobierno y, emprender las reformas imprescindibles para acabar con males internos era demasiado.

La tetrarquía

Por estas razones, se decidió transformar la diarquía en tetrarquía. El 1 de marzo del 293, Maximiliano, en Milán, y Diocleciano, en
Nicomedia, nombraron como Césares suyos a Constancio y a Galerio. Cada César recibió el imperium, la potestad tribunicia y la diadema
que les capacitaba para el ejercicio de un poder que quedaba subordinado al de su correspondiente Augusto.

Política matrimonial: Estas conexiones político-espirituales se reforzaron con uniones matrimoniales. Galerio se casó con la hija de
Diocleciano mientras que Constancio Cloro se casó con la hijastra de Maximiano. Los tetrarcas compartían familia además de poder.

Distribución territorial del poder: Diocleciano conservó el gobierno de Oriente, Egipto y Asia; su César, Galerio, administró Grecia y
las provincias danubianas; Maximiano se quedó con Occidente, mientras que su César, Constancio Cloro, gobernaba la Galia y Britania
(dudas sobre quién gobierna Hispania).

Aunque la tetrarquía representaba una coparticipación operativa en el poder, no supuso un desmembramiento del Imperio. La auctoritas
de Diocleciano, aceptada por todos, daba unidad y cohesión a la tetrarquía por su capacidad de intervención en los territorios de los
demás.

Pacificación interior y exterior→ Se demuestra la efectividad de este modelo con derrotas a favor del Imperio en todos los territorios.

El relevo en el poder: El sistema tetrárquico había funcionado bien y lo hizo de forma irreprochable en el período de paz. Después de
20 años de estar frente al gobierno, los dos Augustos debían renunciar voluntariamente al poder al mismo tiempo. El 1 de mayo del 305,
Maximiano, en Milán, y Diocleciano, en Nicomedia, renunciaron formalmente al poder. En esa misma fecha, Galerio y Constancio
Cloro fueron proclamados Augustos, nombrando Césares a Maximino Daya y a Severo.

II. Las grandes reformas del Estado


Reformas del ejército

Gracias a las victoriosas operaciones militares emprendidas por los tetrarcas, el Imperio entró en un período de paz y de estabilidad a
partir del 298, favorable para que arraigaran las nuevas reformas. Mucho de este éxito debía atribuirse al ejército.

Aumento de los efectivos: Se aumentó el número de las legiones de 39 a 60. Las dotaciones legionarias, que anteriormente estaban
integradas por 6.000 hombres, pasaron a tener entre 3.000 y 1.000.
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Distribución de las tropas: Reorganización y distribución de las tropas. Cada provincia fronteriza contaba con un par de legiones,
ayudadas por cuerpos auxiliares, mandadas por duces, pertenecientes al orden ecuestre. Con ello, fue tomando cuerpo la tendencia de
separar en las provincias los poderes civiles (gobernadores) y los militares (duces) pero no se logró completamente (praeses: gobernador
con poderes civiles y militares).

Defensa de las fronteras: Diocleciano intentó hacer del Imperio una verdadera fortaleza, con sólidas murallas, fortificaciones y castillos,
ocupados y defendidos por importantes contingentes de tropas legionarias, federadas y auxiliares. Estos cuerpos militares se vincularon
estrechamente con los sectores que tenían encomendados defender.

Limitanei y comitatenses: Suele atribuirse a Diocleciano la creación del ejército bajo imperial, con la división de tropas en limitanei y
comitatenses, pero no es totalmente cierto, ya que tenía una concepción mucho más estática que dinámica de la defensa. En casos
esenciales se podía recurrir a cuerpos operacionales, desgajados de las legiones –las vexillationes- o se utilizaban las tropas del comitatus.

La nueva reorganización territorial

Multiplicación de las provincias: El imperio era un macrocosmos inmenso, difícil de gobernar incluso para un estado fuerte como la
tetrarquía. Parecía una medida política saludable ampliar el número de las provincias, que de 40 pasó a un centenar.

La fragmentación provincial facilitaba la administración de las provincias, al mismo tiempo que impedía la consolidación en ellas de
poderes fuertes. La división afectó sobre todo a las provincias proconsulares de Asia y África y a las provincias fronterizas.

Reorganización administrativa: El aumento del número de provincias supuso un aumento en la burocracia, destinada a atender las tareas
administrativas de las nuevas provincias desgajadas. El senado fue despojado de las provincias senatoriales e Italia perdió sus privilegios.
A partir de esta reforma, todos los gobernadores fueron nombrados por los emperadores.

Gobierno provincial: La mayoría de las provincias estaban gobernadas por presides (miembros del orden ecuestre). Otras provincias
eran consulares y había otras gobernadas por correctores, que pertenecían bien al orden ecuestre, bien al orden senatorial.

Todos los gobernadores estaban bajo la autoridad de los vicarios de su diócesis, excepto los gobernadores de las tres provincias de Asia,
Acaya (grecia) y África que estaban bajo la dependencia directa del emperador.

La diócesis: Diocleciano concibió un organigrama político-administrativo, según el cual todas las provincias quedaban enlazadas e
integradas en la administración central del prefecto del pretorio. Todas las provincias del Imperio fueron reagrupadas en doce diócesis,
que incluían un número variable de provincias: Oriente, Mesia, Asia, Italia, Galia, el Ponto, Panonia, Viennese, Tracia, Hispania, África
y Britania.

Reformas económicas

Para costear los grandes dispendios en obras públicas, en sectores improductivos (ejército y burocracia) y en liberalidades sin cuento, el
Estado no sólo precisaba de más ingresos, sino que éstos no sufriesen altibajos y que se recaudasen con regularidad.

Reforma fiscal: Diocleciano puso los cimientos de una reforma fiscal que, perfeccionada a lo largo del Bajo Imperio, dejó en él una
huella indeleble. Puntos oscuros, difícil conciliación.

El sistema iugatio-capitatio: Hasta el 297, cada año se fijaba el monto a entregar por los diversos elementos que componían la
annona. Diocleciano combinó el impuesto del annona con la capitatio para configurar el sistema fiscal conocido con el nombre de
iugatio-capitatio.

Se hicieron minuciosos catastros y censos de personas, trabajadores, animales y tierras de cultivo que existían en cada una de las
circunscripciones impositivas. En estos censos se apoyó Diocleciano para establecer el impuesto nuevo de la iugatio-capitatio:
impuesto organizado como tasa fiscal por unidad de riqueza imponible.

Hay muchos problemas de interpretación en cuanto al impuesto y a cómo funcionaba. Resulta difícil exponer en un esquema
explicativo claro y coherente los puntos esenciales de este sistema. Resumiendo sus aspectos más importantes, puede concluirse que
todos los elementos económicos y humanos sujetos a tributación fueron valorados y gravados con una unidad fiscal fija, que era igual
para todos los elementos imponibles de una misma circunscripción impositiva.

Caput y iugum: Uno de los aspectos fundamentales de la reforma de Diocleciano consistió en la equivalencia establecida entre el caput
y el iugum, con arreglo a la cual una unidad trabajadora imponible (caput) equivalía, a efectos tributarios, a una unidad imponible de
superficie (iugum) cultivada por una unidad trabajadora. La dificultad está en precisar el mecanismo utilizado para el establecimiento
de esta unidad fiscal, abstracta y contable.
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Sus ventajas: Aplicación mecánica, basado en criterios objetivos en el establecimiento de la carga impositiva, que los emperadores
podían suavizar o endurecer mediante deducciones y sobrecargas, los contribuyentes conocían de antemano la cantidad de unidades
fiscales que debían liquidar y el Estado estaba en disposición de tener un conocimiento más exacto de los futuros ingresos, pudiendo
elaborar un presupuesto más ajustado a las necesidades reales del Imperio.

Reforma monetaria

Diocleciano se esforzó en restablecer la confianza en la moneda.

El fantasma de la inflación: Durante los primeros años de su gobierno, las disponibilidades de metales preciosos habían disminuido y
las guerras causaban peligrosa inestabilidad en las fronteras. Se limitó a realizar retoques a la reforma aureliana, rebajando un poco la
relación establecida hasta entonces entre la moneda divisionaria y la de oro. La inflación reemprendió su camino y las consecuencias
aparecieron de inmediato: los productores y comerciantes rechazaban vender sus productos y mercancías a un precio más bajo,
expresado, además, en moneda débil.

En el 294, motivado por la perspectiva de la victoria en Britania y Oriente (minas de plata y metales preciosos), Diocleciano emprendió
una reforma monetaria que adolecía de grandes inconvenientes.

Los nuevos tipos: Puso en circulación una moneda nueva, el argenteus, acuñada a razón de 96 piezas por libra. Se acuñó de nuevo el
aureus, a razón de 60 por libra. Pero al mismo tiempo, la moneda base, destinada a circular como pieza corriente, era una moneda de
bronce débilmente plateada, denominada nummus. Se acuñó también un nuevo antoninianus, equivalente a dos denarios.

Difícilmente las monedas de bronce y plateadas podían resistir su confrontación con las monedas fuertes. Este era un fallo de la reforma
monetaria. La estabilidad de la moneda base, descansaba ante todo, en la confianza que despertara en los consumidores y no en su
contenido metálico, ni en su valor fiduciario.

Limitaciones a la reforma: El sistema monetario de Diocleciano estaba afectado por el riesgo de tener que depender continuamente de
la confianza en él de los productores y vendedores, que estuviesen dispuestos, sin reticencias, no sólo a vender sus productos a precios
razonables, sino a recibir a cambio mala moneda. Esto era difícil de conseguir.

El edicto de los precios máximos: Para acabar con la elevación del coste de la vida, Diocleciano promulgó en el 301 un edicto con el
que se fijaba el precio máximo a pagar por los distintos productos, trabajos, transportes. El decreto, emitido con buena intención, estaba
condenado al fracaso y no duró mucho. Los comerciantes ocultaron sus mercancías y los precios emprendieron su carrera alcista.

III. La política religiosa de Diocleciano


La persecución contra los cristianos

Cristianismo y Estado: La tolerancia romana facilitó, durante los tres primeros siglos del Imperio, la propagación del cristianismo. Las
persecuciones fueron intermitentes y de alcance geográfico limitado, normalmente tomaban lugar durante momentos de dificultad y de
desgracias públicas. Cuando Diocleciano decretó la persecución contra los cristianos, no se vivían momentos de angustia.

Razones de la persecución: Es muy probable que estuviese influenciado por su César, Galerio, que consideraba el servicio militar
incompatible con el cristianismo, que garantizaba la estabilidad del imperio. Estaban también los miembros de los círculos intelectuales
paganos. Uno de estos, Hierocles, formaba parte del grupo de amigos y consejeros del emperador que le animaban a tomar medidas
contra el cristianismo. Diocleciano no necesitaba que se le empujara demasiado, como romano tradicional en religión y valores, la
amarga experiencia de los grandes sacrificios padecidos para conseguir la unidad y la concordia sociales, pudieron mostrarse como
motivos suficientes para acabar con esa religión extraña que socavaba los cimientos religiosos y sociales del Imperio.

Persecución contra los maniqueos: Con ese trasfondo ideológico, en el que la estabilidad política y la tranquilidad social dependían de
la vinculación del Estado con la religión tradicional romana, toda corriente religiosa innovadora y toda doctrina nueva corría el riesgo
de ser sospechosa y nefasta para la sociedad y el Estado. Los maniqueos también estuvieron implicados en la sublevación de Egipto y
algunos de ellos actuaban en ocasiones como agentes del rey Persia. Motivos para desconfiar habían.

Persecución contra los cristianos: Diocleciano se cebó más en los objetos que en las personas. Edictos contra los cristianos:

 Primer edicto: Ordenaba el cierre o la destrucción de los lugares de culto, la requisa de los libros y vasos sagrados y la
separación de sus cargos de los funcionarios que fuesen cristianos.
 Segundo edicto: Disponía el encarcelamiento del clero.
 Tercer edicto: Concedía la libertad a los cristianos encarcelados que sacrificasen a los dioses.
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 Cuarto edicto: Imponía a todos los habitantes del Imperio la obligación de sacrificar a los dioses, si no querían ser ejecutados
o condenados a las minas.

La persecución fue más dura en Oriente, donde existían muchos más cristianos que en Occidente. Pese a los edictos, fueron muchos los
cristianos que dieron testimonio de su fe. Pero también hubo otros que, por temor o debilidad, no pudieron resistir y cumplieron lo
ordenado (traditores)

Fin de la persecución: Un año después de haber emitido los decretos, Diocleciano abdicó y se retiró a Split, llevándose consigo la firme
esperanza de que la abolición del cristianismo eventualmente llevar a su erradicación. El cristianismo, con creyentes intransigentes y
fanáticos, con atemorizados traditores y con cristianos oportunistas y acomodaticios, oponía una resistencia flexible, que transformaba
sus desgracias en victorias. Un decreto de Galerio en el 311 permitió la posibilidad de ser de nuevo cristianos y miembros de una iglesia
tolerada.

IV. La sucesión de Diocleciano y la disolución del sistema tetrárquico


Con la renuncia del poder por parte de Diocleciano y Maximiano, y la asunción de Galerio y Constancio como Augustos y Maximino
Daya y Severo como Césares (305), se dejó de lado a Majencio, hijo de Maximiano, y a Constantino, hijo de Constancio Cloro. No era
extraño, porque el principio sobre el que Diocleciano construyó la tetrarquía eran la cooptación, la elección participativa en el poder y
el parentesco adoptivo. Se pensaba, ingenuamente, que estos principios acabarían por mostrarse superiores a los derechos hereditarios
y a la fuerza de la sangre.

Ruina del sistema: A la muerte de Constancio Cloro, Constantino fue proclamado emperador por las tropas de su padre. Severo fue
designado Augusto y Constantino logró ser reconocido por Galerio como César. La situación se comenzó a complicar cuando entró
Majencio al baile.

Rotos los diques de contención que regulaban los derechos sucesorios, el sistema político creado por Diocleciano se vio sacudido por
las destructivas querellas y nefastas usurpaciones que precisamente trataba de evitar. Los mejores ejércitos del Imperio fueron apartados
de sus tareas defensivas y lanzados a la lucha por el poder.

Tras la muerte de Severo (307), en el 308 el Imperio llegó a contar con cuatro Augustos –Galerio, Constantino, Licinio y Maximino
Daya- un usurpador en África, Lucio Domicio Alejandro, y un César en Roma, Majencio.

La lucha contra Majencio: En el 311, Galerio cayó enfermo y murió tras promulgar el edicto de tolerancia en favor del cristianismo.
Esto lo aprovechó Maximino Daya para hacerse con sus territorios. Además, los tres Augustos se pusieron de acuerdo para
desembarazarse de Majencio. No les pareció oportuno que el conflicto se generalizase por todo el Imperio, era mejor circunscribirlo a
la parte occidental del Imperio y que fuese Constantino el encargado de conducir las operaciones.

En la primavera del 312, el ejército de Constantino derrotó en Turín y Verona a las tropas de Majencio.

La batalla del Puente Milvio: La víspera de la batalla del Puente Milvio (312), que supuso la derrota del usurpador y su muerte en el río
Tiber, Constantino difundió el mensaje de que una ensoñación le había animado a combatir, prometiéndole la victoria.

CONSTANTINO Y LA DINASTÍA CONSTANTINIANA


I. El Edicto de Milán y las primeras medidas religiosas
Constantino y la Iglesia

Edicto de Milán: Constantino fue designado como primus Augustus por el senado, y junto al otro Augusto, Licinio, proclamaron el
denominado Edicto de Milán, que concedía la libertad de culto con objeto de que cada uno adorase a su manera “lo que hay de divino
en el cielo”. Se ordenaba también que las comunidades cristianas recuperasen los bienes que les habían sido confiscados o vendidos.

La Iglesia católica: el Estado iniciaba de esta manera un proceso de aproximación fructífera a la Iglesia. Mediante cartas enviadas al
procónsul de África, Anulino, dispone que a la iglesia católica le sean restituidos todos sus bienes y ordena que Anulino exima de las
cargas públicas a todos los clerici de su provincia que pertenezcan a la iglesia católica. (católico→ universal)

Con la concesión de estas inmunidades, Constantino situaba la función y el servicio clericales por encima de la actividad material del
común de los mortales. Constantino deseaba entenderse con una Iglesia unida en lo doctrinal y obediente en lo disciplinar. A este fin,
la ayudó contra los movimientos heréticos y cismáticos que la desgarraban.
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El donatismo: El donatismo era un movimiento cristiano africano que se mostraba muy sensibilizado ante la relajada convivencia que
la Iglesia mantenía con el mundo. El movimiento donatista consideraba digno de castigo espiritual a todo cristiano que durante la
persecución hubiera entregado los libros sagrados. Sostenía la creencia de que los sacramentos administrados por un sacerdote en
pecado no eran válidos. Contra este movimiento movilizó Constantino el aparato político-administrativo de África.

El arrianismo: El arrianismo tuvo mayor calado teológico. Los intelectuales alejandrinos sostenían que Dios se manifestaba en el
mundo a través del Logos, la “Palabra”.

Quedaba aún sin definir la naturaleza, humana o divina, de ese Logos-Cristo. La iglesia católica solventaba la cuestión recurriendo a la
aceptación en Cristo de dos naturalezas: una humana, que es la que sufre y padece en la cruz, y la otra, eterna y creadora. Pero, en el
318, Arriano, clérigo alejandrino, afirmó que el Hijo, al proceder del Padre, no era igual al Padre, sino un ser intermedio, ni Dios ni
hombre.

El concilio de Nicea: (325) Constantino buscó la solución reuniendo un concilio ecuménico en Nicea, que se encargase de definir
apropiadamente la naturaleza de Cristo.

Los padres conciliares redactaron el Credo de Nicea, que establecía doctrinalmente que el Hijo era homousios, esto es, de la misma
naturaleza que el Padre. No todos los obispos y fieles aceptaron esta doctrina, y el arrianismo pervivió y siguió causando problemas
durante mucho tiempo a la iglesia católica a través de los bárbaros.

La lucha contra Licinio

En la parte occidental del Imperio, perteneciente a Constantino, la iglesia católica gozaba de una posición ventajosa, que contrastaba
con el retroceso sufrido en la parte oriental perteneciente a Licinio, precisamente aquella en la que el número de adeptos de la fe cristiano
era mucho mayor

Licinio mostró, a partir del 320, con el apoyo del sector pagano, una política anticristiana.

No fue preciso esperar mucho tiempo para que ambos Augustos abriesen las hostilidades. Licinio fue derrotado en Adrianópolis y en
Crisópolis (324). Con estas derrotas, la unidad del Imperio quedaba restablecida bajo el mando de Constantino.

La conversión de Constantino

Es a partir del 315 y, sobre todo, en fechas posteriores, cuando las monedas constantinianas ofrecen símbolos cristianos, que pueden
tomarse como exponentes de un acercamiento muy próximo al cristianismo. Después del 324, era ya realmente cristiano, como ponen
de manifiesto sus decisiones políticas. No mostró reparo en demostrar su gratitud al Dios de los cristianos ni en recomendar a sus
súbditos que abrazasen la nueva fe.

Tendencias arrianistas: En los últimos años de su vida estuvo muy próximo al movimiento arriano. Eusebio de Nicomedia le bautizó
en el lecho de muerte para que pudiera acudir ante la presencia de Dios, purificado por las aguas bautismales. Pese a su conversión al
cristianismo, no renunció en toda su existencia al título pagano y constitucional de pontifex maximus, si bien las funciones inherentes a
este cargo religioso del paganismo las delegó en un promagister.

II. La concepción constantiniana del poder imperial


El Imperio Cristiano

Suprimido Licinio, Constantino se convirtió en el único emperador. De la misma manera que el Dios único y verdadero de los cristianos
triunfaba sobre la constelación de dioses paganos, la monarquía de Constantino resplandecía sobre un Imperio unificado.

La teología política de Constantino: Constantino justificaba y fundamentaba su poder en una teología política en la que el cristianismo
aportaba los elementos doctrinales más importantes: todo poder y toda auctoritas proceden de Dios. El emperador es un ser mortal, que,
por voluntad divina, recibe el mandato de gobernar en este mundo y de ser “supervisor de los asuntos que están fuera de la Iglesia”. Es,
por tanto, un siervo de Dios, un elegido para cumplir la obra de Dios en la tierra.

Fundación de Constantinopla

Razones de la fundación: Había razones de índole socio-religiosa, ya que Roma era una ciudad predominantemente pagana. Además,
tenía una ubicación excéntrica y alejada de las fronteras del Imperio y del sistema estratégico montado en torno a ellas. No sólo su
importancia económica había decaído, sino que su entorno económico era la cuenca de Mediterráneo occidental, mucho menos
importante desde el punto de vista económico y mucho menos dinámica que la zona oriental. Conservó su prestigio cultural pagano.
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La “Roma oriental”: Bizancio ocupaba una posición ventajosa y estratégica en la ruta que unía todas las tierras fronterizas, dominaba
el paso por los estrechos que comunicaban el Mediterráneo con el Mar Negro, y era puente de unión de Europa y de Asia, condicionantes
potenciados por una fuerte inyección financiera

Poco después de su victoria sobre Licinio, Constantino decidió fundar la nueva capital, consagrada en mayo del 330 y terminada en 336.
La primitiva ciudad de Bizancio cuadruplicó su superficie. Comprendía catorce regiones y su territorio disfrutó de la concesión del ius
italicum, que la eximía del pago del impuesto. Su población percibía donaciones gratuitas de una annona procedente de Egipto, de la
misma manera que la de Roma la recibía de las tierras africanas.

III. Las reformas de Constantino


Reformas militares

Las guerras internas acarreaban inevitablemente una merma significativa en el potencial militar que defendía las fronteras, aunque no
significaba desinterés en los asuntos externos. Por eso no puede resultar extraño que el embrión del ejército de maniobra, conformado
por Galieno, fuese desarrollado por Constantino y acrecentado con efectivos de las disueltas cohortes pretorianas y con destacamentos
retirados de sus asentamientos fronterizos.

Las tropas comitatenses integradas por legiones y tropas auxiliares de infantería y caballería, estaban mandadas por dos jefes de la
milicia, el magister peditum y el magister equitum, que estaban a disposición inmediata del emperador. Las tropas comitatenses, por su
preparación, adiestramiento y movilidad, resultaban más eficientes y gozaban de mayor capacidad operativa que las tropas de los
limitanei.

Para compensar a estas tropas de la merma numérica sufrida por la sustracción de algunos destacamentos alistados entre los comitatenses,
Constantino incorporó importantes contingentes de tropas auxiliares bárbaras.

Reformas administrativas: las prefecturas del pretorio

Prefectura del pretorio: se le despojó de los poderes militares que anteriormente tenía, mientras los notarios pasaron a encargarse del
sistema funcionarial y los jefes de los oficios se encargaron de la cancillería.

Funciones: Las prefecturas fueron llamadas a cumplir nuevos cometidos. La reforma constantiniana de este cargo buscó mitigar los
efectos paralizantes de la excesiva centralización política, compensándolos con una descentralización administrativa operativa. Los
prefectos del pretorio se convirtieron en los funcionarios civiles más importantes, provistos de amplia competencias en el terreno
administrativo, financiero y judicial, que cumplían en nombre del emperador en extensas circunscripciones territoriales.

Distribución territorial: Ni el número de las prefecturas ni su composición territorial se hizo de golpe, sino que varió en el tiempo
conforme las circunstancias políticas lo aconsejaban. Después de la muerte de Constantino, había tres prefecturas: la de Oriente, la de
Italia y la de las Galias.

IV. La política económica de Constantino


Frecuentes guerras+ mantenimiento de un ejército numeroso+ privilegios fiscales dispensados a los veteranos, la Iglesia y el clero+
inversiones sin rentabilidad inmediata→ construcción de una nueva capital+ consumo excesivo del emperador y su familia= crecimiento
desmesurado del gasto público.

Reforma monetaria: Constantino se percató de las consecuencias negativas que se originaban en el sistema económico cuando se
intentaba mantener, infructuosamente, la paridad monetaria entre la moneda corriente de plata y de cobre y la moneda fuerte de oro. A
partir del 324, Constantino acuñó una moneda de oro, el solidus que se mantuvo constante en peso y ley a lo largo del tiempo.

Sus repercusiones sociales

Favorecimiento de los poderosos: El Estado constantiniano había hecho del oro el nuevo patrón del sistema monetario. Con ello, la
actividad económica se regirá por la variable y efectiva relación existente entre el solidus y el resto de las monedas. El solidus facilitó
y agilizó con su estabilidad las operaciones comerciales. Con ello, se veían favorecidos económicamente todos aquellos que lo poseían.

Depauperación de las clases humildes: Las clases pobres estaban condenadas a soportar los inconvenientes de una moneda divisional
depreciada. Y la depreciación de la moneda de cobre fue tan alarmante que, al parecer, su poder adquisitivo llegó a ser 40 veces inferior
al que tenía con Diocleciano.

De esta forma, el abismo económico y social existente entre los ricos y poderosos frente a las clases inferiores, se fue agrandando
desmesuradamente, provocando el deterioro de las clases medias e inferiores.
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Los esclavos: Es cierto que el sector social de los esclavos experimentó una dulcificación en el trato gracias a la influencia del
cristianismo: se prohibió marcarlos al rojo vivo, se liberó a los esclavos circuncidados por amos judíos, etc.

La población agrícola: Pero para los pequeños comerciantes y artesanos y para los trabajadores del campo y la ciudad, se recrudecieron
las negras expectativas. Con el procedimiento de su adscripción a la tierra, el Estado garantizaba a los grandes terratenientes una mano
de obra barata, mientras el colono quedaba equiparado en la práctica al siervo de la gleba.

Intervencionismo estatal: Los sectores económicos más poderosos pedían garantías para continuar disponiendo de una mano de obra
barata. Todo era susceptible de ser censado y empadronado, y la inmensa mayoría de los miembros de las clases medias y bajas quedaron
adscriptos a su clase, gremio, taller o a la tierra. Los sectores privilegiados tenían medios físicos y procedimientos legales para resistir
al Estado y a su insaciable recaudación de impuestos, al mismo tiempo que se iban haciendo cada vez más ricos.

V. Los hijos de Constantino


Constancio II y Constante

Los herederos de Csontantino: Constantino había previsto el reparto del poder entre algunos de sus familiares, pero su muerte (337)
debió de ser una sorpresa, ya que se siguió gobernando en nombre del emperador difunto durante tres meses. Sus hijos fueron ratificados
como Augustos, Constantino II, Constancio II y Constante, y hubo una nefanda masacre de los miembros de las ramas colaterales de
Constantino.

Los tres hermanos se repartieron el Imperio. Constancio II retuvo Oriento, al que se añadió la diócesis de Tracia, y Constantino II, la
parte occidental hasta Macedonia. Constante, que tenía 14 años, quedó a la espera de obtener sus territorios, sometido a la tutela de su
hermano mayor.

Eliminación de Constancio II: Tres años después, Constantino marchó contra su hermano, pero en Aquileya (340) cayó una emboscada
y murió. Constancio y Constante se repartieron, respectivamente, la parte oriental y occidental del Imperio.

Política religiosa: Durante una década (340-350) gobernaron en frágil armonía, a pesar de las diferencias posturas en materia religiosa
de los hermanos (Constante, defensor de la ortodoxia, y Constancio, paladín del arrianismo).El concilio de Sérdica del año 344 terminó
en un fracaso debido a la intransigencia de los padres conciliares, que apoyaron sus posturas en el emperador correspondiente.

Los dos emperadores, en cambio, estaban de acuerdo en la conveniencia de que se adoptase medidas conducentes a la limitación de la
práctica religiosa pagana, prohibiendo los sacrificios y cerrando algunos templos.

Constante en Occidente: Constante encontró resistencia en algunos sectores sociales provinciales, en la aristocracia romana y en el
ejército. Para restablecer el orden, Constante ordenó intervenir a las tropas, que se excedieron en el cumplimiento de su deber,
ocasionando grandes masacres.

Política monetaria de Constante: Constante buscó mejorar la deteriorada situación económica de la gente pobre que habitaba en sus
territorios mediante la acuñación de dos nuevas monedas de cobre, la maiorina y la centenonialis. Se volvía a la vieja política monetaria
de fuerte carácter voluntarista que nada solucionaba.

Usurpación de Magnencio: El descontento se dejó sentir con más fuerza en las Galias (fuerte protesta social). En enero del 350,
Magnencio, comandante de las tropas especiales, fue proclamado Augusto; Constante, que se encontraba también en las Galias, fue
desposeído y asesinado cuando huía hacia Hispania.

Vetranio: Magnencio fue reconocido rápidamente en las Galias, en África y en Roma. Pero inmediatamente, Constanza, hermana de
Constancio, para sostener la herencia y la dinastía constantiniana, alentó a Vetranio, magister peditum del ejército ilírico, a tomar la
púrpura.

Constancio dejó momentáneamente los asuntos de Oriente y comenzó a influir en las tropas de Vetranio con el recuerdo glorioso de su
padre Constantino. El viejo general se dejó convencer y abandonó sus pretensiones con la recompensa de una generosa pensión.

Fin de Magnencio: Dos años duraban ya los enfrentamientos, hasta que la estrella de Magnencio comenzó a declinar a partir de la batalla
de Mursa (351). Tras la batalla, Constancio conquistó Italia (352) y luego las Galias (353), quedando como único Augusto.

Cosntancio II, único emperador

Constancio tenía un espíritu inclinado a la suspicacia. El emperador desconfiaba de los generales y altos funcionarios.
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Las querellas religiosas: Mostró un gran interés en los asuntos religiosos. Su corazón estaba del lado de los arrianos; pero, enfrentando
a unos contra otros, manipulando concilios, presionando a unos obispos y desterrando a otros, no logró la reconciliación de los obispos
bajo la misma doctrina arriana.

El cristianismo se dividió entre defensores de la ortodoxia católica, expuesta en el concilio de Nicea que sostenía la consustancialidad
de Padre e Hijo, y arrianos, escindidos en tres grupos:

 Arrianos Anomeos: Los más radicales, creían en la diferencia de sustancia.


 Arrianos homeos: El Hijo era semejante por la voluntad y obras al Padre.
 Arrianos homusianos: Los más moderados. Más próximos a la fórmula niceana, que aceptaban sólo una semejanza de sustancia
entre el Padre y el Hijo.

El credo que Constancio logró hacer sancionar en el concilio de Constantinopla (360), postulaba la similitud no sustancial entre el Padre
y el Hijo.

Lucha contra el paganismo: Después de Mursa, Constancio se dedicó a la política interna reanudando sus ataques contra el paganismo.
Promulgó varias leyes condenando la celebración de sacrificios, ordenó el cierre de los templos paganos y prohibió las prácticas de la
magia y la adivinación.

Tras su estancia en Roma, donde conoció el legado cultural y religioso que ligaba la creencia en los dioses a la eternidad del Imperio,
Constancio mitigó su lucha contra el paganismo e inició un acercamiento al senado romano, depositario de ese legado de la paganidad.

VI. Juliano el Apóstata (361-363)


Flavio Claudio Juliano era hijo de Julio Constancio y nieto de Constancio Cloro. Educado en el cristianismo, fue introducido al
conocimiento de las tradiciones religiosas del paganismo gracias a su afán por las obras clásicas.

El 6/11/355, Constancio el nombró César y lo envió a las Galias a combatir a los alamanes. Cuando Constancio preparaba la expedición
contra los persas, ordenó a Juliano que le enviara varias unidades de elite. Conocida la orden, el ejército de las Galias se amotinó y
proclamó a Juliano Augusto. No logró el reconocimiento de Constancio y, cuando ambos ejércitos se habían ya puesto en marcha,
Constancio murió de repente el 3/11/361.

La personalidad de Juliano y el modelo de poder

Su modelo de emperador conquistador y castigador de los persas e compagina mal con su política de disminución fiscal y de moderación
de la intervención estatal en materia económica. Las guerras se hacían con hombres y dinero, y éste venía de la mano de la dura y
necesaria presión fiscal.

La restauración del paganismo

Juliano otorgó libertad de culto a todas las religiones del Imperio. El paganismo se vio libre de trabas cristianas, y las sectas cristianas
reiniciaron sus antiguas querellas.

Medidas anticristianas: Para reactivar el paganismo bastaba con suprimir los privilegios que los emperadores cristianos habían
concedido a los obispos y clérigos, ayudar desde la administración central a aquellas ciudades que mantenían vivo el espíritu pagano, y
promocionar a paganos valiosos puestos importantes, prescindiendo de los cristianos.

Confrontación ideológica: Juliano desempolvó toda la artillería argumental contra el cristianismo, buscando puntos débiles y acusando
al cristianismo de haberse desviado del Yahvé del Antiguo Testamento, de que el cristianismo no sería más que una creencia deformada.

Hubo actos de violencia, que se recriminaban con benevolencia cuando los cometían los paganos o se castigaban con dureza si los
protagonistas eran cristianos. El acto más serio de intolerancia religiosa tuvo lugar en junio del 362, cuando se prohibió a los cristianos
enseñar en las escuelas con el pretexto de que los dioses y los mitos no podían ser explicados adecuadamente por los que no creían en
ellos.

Favorecimiento del paganismo: Juliano emprendió una política de ayuda material al paganismo, […] de esta forma se dotaba al
paganismo de las bases materiales y sociales para recuperar su pasado prestigio y vitalidad, siempre que fuese capaz de colmar las
necesidades espirituales y las aspiraciones religiosas más íntimas de una amplia masa social pagana, y no se limitase a ser un elemento
de lucubración religiosa, dentro del círculo selecto de la intelectualidad pagana.

Las creencias de Juliano: Sabía que el paganismo estaba necesitado de una revitalización teológica, que el emperador centraba en la
creencia en el dios Sol, hijo de Zeus, intermediario entre el bien y el mal. Pero sobre todo, era partidario de una organización eclesial
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que dispusiera de un clero profesional y jerarquizado, elegido por su piedad, moralidad y amor al prójimo, esto es, por seguir el concepto
político religioso de la filantropía.

El hecho de que, para revitalizar sociológicamente el paganismo, Juliano recurriera a formas organizativas cristianas y a prestaciones
caritativas, revela con toda su crudeza la incapacidad del paganismo por contrarrestar el empuje social del cristianismo.

Política interior de Juliano

El entorno imperial: Cuando Juliano se hizo dueño absoluto del poder, reunió una comisión de militares y de funcionarios amigos para
acabar con purgas, relevos y ejecuciones. La ocasión fue aprovechada para reducir el número de funcionarios y de servidores del palacio.

Estos colaboradores de Juliano, elegidos no por su condición de paganos, sino, ante todo, por ser gestores eficientes, le ayudaron a sacar
adelante unas reformas cuyo objetivo fundamental era ayudar a las clases sociales menos privilegiadas e implantar una política
económica deflacionista.

Política fiscal: Disminución importante de los impuestos. Las ciudades aumentaron sus recursos con iniciativas como la renuncia del
emperador al aurum coronarium, la devolución de los bienes comunales confiscados por Constantino a las ciudades, o la donación de
lotes de tierras imperiales a algunas de ellas.

Política monetaria: Esfuerzos denotados por imponer en todo el Imperio la moneda divisional de plata, la siliqua, creada por él. No
tuvo tiempo de comprobar los efectos de sus reformas: el 26 de junio del 363, Juliano caía herido de muerte, combatiendo contra
los persas.

LOS VALENTINIANOS Y TEODOSIO


EL FIN DEL IMPERIO DE OCCIDENTE
I. Joviano
Juliano no había dejado herederos ni había designado sucesor. Un grupo de altos dignatarios civiles y militares eligieron como emperador
a Joviano (363-364), un cristiano moderado, y militar poco significado.

Paz con los persas: Joviano concluyó una paz desventajosa con los persas, por la que los romanos renunciaban a cinco de los distritos
transtigritanos incorporados por Diocleciano en el 297, y se comprometían a evacuar las ciudades estratégicas de Nisibis y Singara.

Restauración religiosa: La paz era oportuna, ya que el nuevo emperador cristiano necesitaba de ese respiro militar para poder centrarse
en los asuntos internos de índole religiosa.

Medidas: reposición de los bienes confiscados a las iglesias, restitución a los clérigos de las antiguas subvenciones retiradas por Juliano,
protección del monacato y las medidas legales contra la magia, los encantamientos y los sacrificios paganos de carácter cruento. El
17/02/364, tras un reinado de ocho meses, murió de improviso en la ruta que de Ancira llevaba a Constantinopla

II. La dinastía Valentiniana: Valentiniano (364- 375) y Valente (364- 379)


Proclamación de Valentiniano y Valente

Para decidir la sucesión, se reunió en Nicea un grupo de prohombres civiles y militares, que eligieron como Augusto a Valentiniano.
Aclamado emperador, eligió como segundo Augusto a su hermano Valente.

División del Imperio: Los Augustos se dividieron las dos partes del Imperio. En el 364, no sólo se reparten las provincias, el ejército,
los funcionarios y los recursos, sino que el mismo poder imperial se divide: Valentiniano I gobierna las dos prefecturas occidentales y
Valente lo hace en la Oriental.

Usurpación de Procopio en Oriente: Eran tiempos turbulentos. Así, en la parte oriental del Imperio, Procopio, comandante de una
sección del ejército que había conducido Juliano contra los persas, aprovechó el descontento producido por la política fiscal del
emperador y la circunstancia de que Valente se encontraba en Antioquía, para proclamarse emperador con el apoyo de las tropas
estacionadas en Constantinopla.

Valentiniano en Occidente

Defensa de las fronteras: Tanta guerra y tantos frentes que atender aconsejaron a Valentiniano aumentar los efectivos militares y reforzar
la línea defensiva del Rhin y del Danubio con una poderosa fortificación de trincheras, fosos, castella y fortines. El expediente suponía
un retorno a la concepción más estática de la defensa.
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Política económica y social: Por una parte, se mostró despiadado y brutal con la creciente corrupción de los círculos aristocráticos y
poderosos, que le llevó a desvincularse del senado. Por otra, fue continuador, en tono menor, de la política económica de Juliano
favorable a los pobres, a las ciudades y a sus curias.

El defensor plebis: En relación con la defensa de los pobres→ creación del defensor plebis (368), para que “la plebe cuente con
defensores que la protejan contra la iniquidad de los poderosos.” El prefecto elegía estos defensores entre antiguos funcionarios.

Diversas disposiciones legales trataron de poner freno a este patrocinio porque, en última instancia, dañaba los intereses del Estado. El
pago de los enormes gastos estatales descansaba en la exhaustiva percepción de los impuestos. El Estado no podía permitirse la pérdida
de parte de sus ingresos por el hecho de que los campesinos pobres y los colonos buscasen la protección de patronos desaprensivos.

Política religiosa: Los dos hermanos eran fervientes cristianos, pero de dogmas distintos. Valentiniano profesaba la ortodoxia niceana.
Con él y su hijo Graciano, al que asoció al trono en el 367, el cristianismo niceano se propagó ampliamente por Occidente. Creció el
prestigio de la sede de Roma en lo que refiere a influencia doctrinal y canónica, el poder temporal del emperador se convirtió en eficaz
instrumento al servicio de la Iglesia.

Valente, por el contrario, se inspiró y apoyó en el arrianismo homeano, persiguiendo a los paganos por sus artes mágicas, a los católicos
por su doctrina niceana y al resto de los arrianos por no seguir la fórmula doctrinal homeana.

Valentiniano II y Graciano: En el 375, Valentiniano I murió. Las tropas ilíricas nombraron Augusto a Valentiniano II, de apenas 4 años.
Graciano se resignó y aceptó que Iliria pasara a las manos de Valentiniano II.

Valente en Oriente

El problema godo: Entre tanto, los asuntos de Oriente se agravaron por causa de los godos. Hacia el 375, varios grupos tribales
procedentes de las tierras del Cáucaso marcharon hacia Occidente. Su jefe, Fritigerno, pidió autorización a un Valente desconcertado e
imponente para instalarse en Tracia, en donde sufrieron vejaciones, arbitrariedades y sustracciones por los funcionarios de los alimentos
a ellos destinados.

Desastre de Adrianópolis: Agotada su paciencia, los godos se sublevaron y, forzando la entrada a nuevos congéneres, sometieron a
Tracia y a los Balcanes a un duro pillaje. Valente presentó batalla en las cercanías de Adrianópolis (378), sin esperar la llegada de los
refuerzos enviados por Graciano. El ejército romano fue destruido y el emperador murió en el combate. Los godos no pudieron ocupar
las ciudades fortificadas, pero se extendieron a sangre y fuego por Tracia y los Balcanes.

III. Teodosio (379- 395)


Asociación de Teodosio: Tras Adrianópolis, Graciano nombró Augusto al hispano Teodosio, que recibió el encargo de regir los destinos
de la parte oriental del Imperio.

El estado federado Godo: Era conveniente asentar y pacificar a los godos que habían entrado en el Imperio, teniendo como marco legal
la suscripción de un foedus. De acuerdo con él, los godos, nación independiente y con leyes propias dentro de otra nación, quedaban
unidos a Roma por una alianza, con la obligación de servir como federados bajo el mando de sus jefes. Como compensación por ese
servicio, recibían las tierras situadas entre el Danubio y el Hemus, que quedaban libres de tributación.

Política religiosa: Los dos emperadores reemprendieron sus preocupaciones religiosas para conseguir la unidad religiosa del Imperio
bajo la supremacía de la ortodoxia nicena y continuar con la represión del paganismo.

Graciano renuncia al título de pontifex maximus, suprime las inmunidades concedidas a las vestales y a los colegios sacerdotales de
Roma y ordenó (380) retirar del Senado el altar colocado ante la estatua de la Victoria, ganándose la enemistad de los senadores romanos.

Teodosio, por su parte, lanzó duras amenazas contra los que realizaban sacrificios y acudían a los templos para indagar el porvenir (381)
y acabó, en el 391 y 392, por condenar bajo pena de muerte la práctica de sacrificios y la visita a los templos. Prohibió a los heréticos
reunirse en asambleas y predicar sus doctrinas. Era la autoridad de Teodosio, y no la autoridad eclesiástica, la que determinaba y
sancionaba, mediante el decreto de Tesalónica (380) y otros sucesivos, quién era cristiano y quién era hereje.

Usurpación de Máximo: En el 383, el ejército de Britania se sublevó y nombró Augusto al español Magno Máximo, quien se trasladó
rápidamente a las Galia para asumir contra los bárbaros la defensa dela romanidad y recabar la ayuda del ejército del Rhin. Graciano,
abandonado por sus tropas, fue asesinado en Lyon (383)

Valentiniano II: Justina, la viuda de Valentiniano I, aprovechó esta situación para declarar que el título de Augusto desaparecido pasaba
a su hijo Valentiniano II, joven de 13 años. Así, el Imperio contó simultáneamente con tres emperadores.
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Derrota y fin de Máximo: La desunión de Occidente, con dos emperadores, frente a la unidad y continuidad de Oriente de la mano de
Teodosio, produjo un equilibrio precario, que se rompió en el 387 cuando las tropas de Máximo invadieron Italia. Teodosio dudó en
intervenir, pero acudió en ayuda del joven emperador (ganando, obviamente).

Teodosio en Occidente: Valentiniano obtuvo todo el Occidente, pero la situación era tan precaria que Teodosio decidió permanecer en
Milán entre el 388 y el 391, período que coincide con los momentos más agrios de sus relaciones con el obispo de la ciudad, San
Ambrosio, que le hizo sentir todo el peso del largo brazo de la Iglesia. Así, la máxima autoridad del Imperio se sometía humildemente
al criterio religioso de un obispo.

Muerte de Valentiniano II y usurpación de Eugenio: Valentiniano II apareció ahorcado luego de haber destituido a su tutor, Arbogasto.
El general Arbogasto nombró emperador (392) a un antiguo profesor de retórica, Eugenio, hombre culto y rico, que volvió a favorecer
a los paganos en Roma.

El apoyo de Eugenio al paganismo y la dura represión de Teodosio hacia los cultos paganos eran la instrumentalización de un
enfrentamiento soterrado. Las tropas de Eugenio fueron derrotadas junto al río Frígido. De este modo, Teodosio quedaba como único
emperador aunque meses después, el 17 de enero del 395 moría en Milán.

IV. La división del Imperio


Arcadio y Honorio: Teodosio moría confiando sus dos hijos, Arcadio (18) y Honorio (10), al cuidado de su fiel amigo y compañero, el
semibárbaro Estilicón. Arcadio recibía la parte oriental del Imperio; Honorio la occidental. Era necesario, pues no existía un Augusto
senior que orientara a los jóvenes emperadores.

El Occidente: Estilicón no tenía muchas posibilidades de mantener unido el Imperio. La parte oriental mantenía una cerrada resistencia
a las pretensiones tutelares de Estilicón. Pese a su buena voluntad, Estilicón fracasó en sus intentos de acercamiento a los orientales. No
sólo las ambiciones de la aristocracia oriental eran muy grandes, sino que en aquellos territorios había tomado cuerpo una actitud
“nacionalista” antibárbara, que contrastaba profundamente con el panorama existente en la parte occidental del Imperio.

La barbarización del Occidente: Aquí, el ejército, su cadena de mandos e incluso el sector influyente de la sociedad lo componían
muchos elementos bárbaros. El descenso demográfico sufrido por las provincias occidentales impedía desprenderse de una necesaria
mano de obra para nutrir un ejército que tenía la imperiosa necesidad de proseguir la lucha contra los bárbaros. Por esa razón, Estilicón
no sólo utilizó un ejército fuertemente barbarizado, sino que se vio forzado a mantener alianzas con los bárbaros.

Invasión del 406: El 31/12 de 406 el terrible azote de los vándalos, alanos, suevos y burgundios cayó sin piedad sobre la parte occidental
del Imperio. Ese momento puede considerarse como el inicio del derrumbamiento del Imperio de Occidente.

Derrumbamiento de Occidente: Estilicón intentó pactar con el jefe bárbaro Alarico y permitió que sus hordas deambularan por las
Galias. El sector senatorial que se le oponía, logró sublevar a las tropas y asesinarle (408). Su muerte precipitó la catástrofe (Estilicón).
Las Galias fueron presa de unos bárbaros que, en el 409, penetraron en Hispania.

A Occidente no lo perdió sólo la impetuosa oleada bárbara, sino el hecho de que, ante esa situación límite, los occidentales no contaron
con la ayuda de sus hermanos orientales: en el 410, Teodosio II, el emperador de Oriente, lo dejó solos frente al godo Alarico y al resto
de los invasores bárbaros.

V. La desintegración del Imperio Romano de Occidente


Valentiniano III

A la muerte de Honorio en el 423 d.C., Teodosio II, hijo de Arcadio, estuvo momentáneamente como emperador de ambas parte del
Imperio, pero al poco es proclamado emperador Valentiniano III, hijo de Gala Placidia y de su segundo marido, Constancio, general
que había sido proclamado augusto por Honorio a comienzos del 421 d.C. y que había muerto ese mismo año.

Durante la regencia de Gala Placidia, el general Aecio fue el hombre fuerte de Occidente. Consiguió mantener la paz por algún tiempo,
debido a su amistad con el rey de los hunos. Sus excelentes relaciones con el Senado de Roma se constatan en la sesión senatorial en la
que se aprobó para Occidente el Código Teodosiano, recopilación jurídica llevada a cabo en Oriente por iniciativa de Teodosio II.

Pero Valentiniano III, a la muerte de su madre en el 450 d.C., adopta una actitud hostil hacia el Senado, ya que éstos seguían detentando
enormes dominios en un imperio asolado y devastado por invasiones, dominios denominados massae (los más extensos) y fundi (los
menos extensos). El patronato se había extendido y desarrollado en todos estos grandes dominios y su tendencia a la autarquía y a la
independencia del poder central suponía un elemento no sólo de debilidad de las arcas estatales, sino de anarquía e inestabilidad social
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para el Imperio. Su política activa contra estos domini casi feudales fue la causa de la muerte de Valentiniano III en el Campo de Marte,
víctima de una conjura en el 455 d.C., desapareciendo la dinastía teodosiana.

Como los conjurados habían sido los grandes propietarios, nombran emperador al propietario más rico, Petronio Máximo. Las princesas
se convirtieron en presas codiciadas, tanto por usurpadores como por los pretendientes bárbaros al Imperio, deseosos todos de legitimar
su poder.

Genserico, para vengar la muerte de Valentiniano III, asesina a Petronio Máximo y obliga a Eudocia, hija mayor de Valentiniano y
esposa de Máximo, a casarse con su hijo Hunerico. Los pretendientes al Imperio seguían manteniendo la ficción de establecer dinastías
vinculadas al linaje imperial.

Valentiniano III y Aecio, jefe del ejército romano de Occidente, parece que solo supieron hacer frente a dos amenazas: la primera, los
vándalos en el 429 habían cruzado el estrecho de Gibraltar, recorriendo el norte de África a sangre y fuego e, igual que a los visigodos,
se les suscribió también como feodus en el norte de África, teniendo ya dos reinos bárbaros asentados.

La segunda amenaza venía por el norte, los Hunos, con Atila como jefe de estos. Avanzaron hacia el oeste cruzando el Rin e instalándose
en la Galia. En el 451 Acio consiguió detener el avance de los Hunos, pero la victoria no fue contundente ya que en el 452 Atila llegó a
amenazar a la propia Roma.

Una embajada de notables, junto a ellos el papa León I, disuadió a Atila, quien murió un año más tarde, y con él se deshizo la unidad de
los Hunos. Esto parece que dejó sin funciones al Imperio.

Ricimero y la sucesión de muchos emperadores

El nuevo emperador, Avito, fue proclamado en Arlés, y era miembro de la aristocracia galo-romana. Pero el hombre fuerte era el general
suevo Ricimero; fue el que decidió la muerte de Avito y el nombramiento del nuevo emperador Mayoriano, y durante su mandato
nombró y depuso a varios emperadores más: Libio Severo y Antemio. A éstos les siguieron Glicerio y Julio Nepos. Cada sucesión iba
acompañada por una guerra civil. La propia institución imperial había alcanzado tales cotas de desprestigio en el Imperio occidental que
un emperador carecía del mínimo grado de autoridad.

El fin del Imperio

En el 475 d.C. el patricio Oreste, jefe de los ejércitos, nombra emperador a su hijo Rómulo Augústulo para poder controlar el poder en
su nombre, pero la revuelta de los soldados de Italia que no habían sido pagados dieron al jefe bárbaro Odoacro de asumir el poder,
eliminando primero a Oreste y luego a su hijo Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, destronado en el 476 d.C. Esta fecha
señala el fin del Imperio Romano Occidental y así lo entendieron también los autores antiguos.

Causas de la caída del Imperio Occidental


Principales causas de la desaparición del Imperio Romano:

 Constantes revueltas sociales y rebeliones internas denominadas comúnmente como bagaudas, contra las que muchas veces,
las autoridades imperiales no podían hacer nada, ya que debían reservar sus ejércitos para luchar contra los bárbaros.
 Las invasiones hunas de Atila, ya que los romanos jamás habían visto semejante nivel de destrucción y arrasamiento, como el
que este jefe sometió a la Galia y al norte de Italia.
 Constante devaluación de la moneda romana. El tráfico comercial, que se daba principalmente en el Mediterráneo se paralizaba
continuamente a causa de las razias piratas, (los vándalos hicieron de la piratería su principal arma contra el imperio).
 Las plagas y hambrunas determinaron el desplazamiento de la población hacia el campo.
 La barbarización de los ejércitos romanos, que perdieron la disciplina militar y su incomparable equipamiento militar, además
de la escasez de líderes militares competentes.
 Los dos saqueos de Roma por parte de los reyes Alarico y Genserico, supusieron un golpe terrible para la moral romana, ya
que hacía más de siete siglos que ningún ejército extranjero penetraba en Roma e hicieron perder al imperio su aura de
invencibilidad.

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