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El diagnóstico de neumonía

Se basa en los síntomas cardinales ya citados (tos, fiebre y dolor pleurítico) junto
con una radiografía de tórax donde se aprecie la infección pulmonar. Con la
radiografía se podrá poner de manifiesto la localización, la extensión y las
complicaciones añadidas como la presencia de derrame pleural.

La curación radiológica, es decir, la desaparición de la lesión en la radiografía, es


casi siempre posterior a la remisión de los síntomas.

Es por esto por lo que para constatar dicha curación ha de realizarse un control
radiológico aproximadamente a las seis semanas del diagnóstico e inicio del
tratamiento. Esto es especialmente importante en los pacientes con factores de
riesgo para el desarrollo de cáncer, o en aquellos con persistencia de síntomas, o
ante la sospecha de otras enfermedades. En casos complicados o con dudas
sobre la posibilidad de tumor, se procede a realizar un TAC torácico.

Para apoyar el diagnóstico de neumonía y para identificar el microorganismo


causal disponemos de las siguientes pruebas médicas:

 PRUEBAS DE LABORATORIO: análisis de sangre y orina, niveles de


oxígeno en sangre, para valorar la gravedad o la necesidad de ingreso
hospitalario. Estas pruebas han de realizarse a los pacientes tratados en el
ámbito hospitalario; no serían necesarias en pacientes con neumonías de
bajo riesgo con tratamiento ambulatorio.

 OTRAS TÉCNICAS NO INVASIVAS: en el caso de los pacientes con ingreso
hospitalario, se recomienda la recogida de muestras de sangre, orina
y esputo (moco que aparece con la tos), con el objeto de realizar cultivos que
permitan identificar el germen causal antes de iniciar el tratamiento
antibiótico. Actualmente se dispone de un test en orina para detectar
antígeno de legionella y neumococo, pudiendo obtener resultados en pocas
horas y persistiendo positivos al cabo de varios meses.

 Técnicas invasivas, solo en casos de neumonías graves o que no respondan


al tratamiento inicial.

o TORACOCENTESIS: punción a través de la pared torácica para extraer


muestras de líquido o liberar líquido acumulado en el pulmón a causa de la
infección.

o BRONCOSCOPIA: introducción de un tubo por la vía aérea para llegar al


bronquio y recoger muestras de mucosidad, para realizar un cultivo que
permita averiguar el germen causante de la neumonía, en casos de mala
evolución o que no respondan al tratamiento.
El diagnóstico de la neumonía se basa en:

Exploración física. Para el diagnóstico de la neumonía deben evaluarse de manera


cuidadosa los síntomas como tos, fiebre, producción de esputo, dolor torácico pleurítico y
una auscultación pulmonar anómala que pueden indicar neumonía.

Radiografia simple de tórax. En la neumonía, los alvéolos, que deberían estar llenos de
aire, se llenan de líquido o tejido inflamatorio, por lo que en una radiografía esto se observa
de color blanco, mientras que el espacio lleno de aire aparece de color oscuro. La presencia
de este color blanco confirma el diagnóstico de la infección.

En algunos casos, es necesario complementar la radiografía con un TC. Esta prueba de


imagen informa sobre la localización de la neumonía, su extensión, las posibles
complicaciones (presencia de líquido en el pulmón o derrame pleural; presencia de
cavidades o cavernas), existencia de enfermedades pulmonares asociadas y otros posibles
diagnósticos alternativos. También, ayuda a confirmar su evolución hacia la progresión o la
curación.

Analítica de sangre. Informa sobre el estado del paciente y la gravedad de la neumonía.

Saturación de Oxígeno. La comprobación de la saturación de oxígeno también es un


componente importante para determinar el estado del paciente.

Pruebas microbiológicas. Son necesarias y muy importantes porque permiten determinar


cuál puede ser el microorganismo causante de la neumonía y su epidemiología. Además,
permite saber las posibles resistencias antibióticas de estos microorganismos, lo que ayuda
a seleccionar un tratamiento antibiótico adecuado.

 Cultivo de esputo. Examen microscópico del esputo que sale de las vías
respiratorias cuando se tose profundamente.
 Antígenos microbianos en orina (neumococo y legionella).
 Hemocultivo. Es un cultivo de su una muestra de sangre para determinar si hay
algún microorganismo en ella.
 Frotis nasofaríngeo para virus respiratorios. Es un frotis en la nariz y la faringe
con un escobillón fino que permite detectar virus.
 Estudios serológicos para la detección de bacterias atípicas.
 Cultivo de líquido pleural (solo en caso de tener un derrame pleurítico).
 Cultivo de broncoaspirado (indicado en casos de pacientes con ventilación
mecánica y neumonía grave).

Antibióticos para el tratamiento de una neunomía


El tratamiento de la neumonía se realiza con antibióticos. Los antibióticos
son sustancias químicas producidas por bacterias y hongos que tienen la
capacidad de inhibir el desarrollo o destruir a otros microorganismos.

El tratamiento se iniciará de manera empírica, valorando los gérmenes


más habituales y probablemente implicados, la situación o no de
gravedad, y la respuesta a los tratamientos en la comunidad donde se
localice el paciente afecto. Es decir, se inicia el tratamiento aunque no se
haya determinado el germen que ha originado la neumonía, basándose
en los criterios citados previamente para establecer el germen más
frecuente y el tratamiento adecuado para combatirlo.

La antibioterapia ha de iniciarse lo más precozmente posible: antes de


las cuatro horas tras el diagnóstico, pues se ha demostrado que el inicio
precoz del tratamiento reduce la mortalidad, las complicaciones y la
estancia hospitalaria.

Los antibióticos más comúnmente utilizados para la neumonía son:


penicilinas y betalactámicos (amoxicilina y amoxicilina/clavulánico,
ambos a dosis altas), quinolonas (levofloxacino, moxifloxacino) y
macrólidos (azitromicina, claritromicina). Se realizará la elección del
tratamiento antibiótico en función de las Guías Clínicas de Tratamiento,
de la gravedad del cuadro, y de la existencia o no de factores de riesgo
concomitantes.

Hay que considerar además las resistencias que presentan ciertos


gérmenes en el ámbito donde se traten. Por ejemplo, el neumococo en
España presenta una resistencia a penicilinas considerable (en torno a
un 20%), por lo que no se recomienda este tratamiento, al menos como
único antibiótico, salvo que se complemente con otro de otra categoría.

De elección inicial en pacientes para tratamiento ambulatorio de la


neumonía será la vía oral (antibiótico tomado por boca). En aquellos
pacientes que hayan precisado ingreso hospitalario, el tratamiento inicial
se realizará vía parenteral (intravenoso), que se cambiará a vía oral tras
conseguir la estabilización clínica.

La duración inicial del tratamiento de la neumonía variará en función de


los distintos cuadros.

 Neumonía adquirida en la comunidad que no requiera ingreso: 7-10


días.
 Neumonía adquirida en la comunidad que requiera ingreso: 10-14
días.

 Casos especiales: gérmenes no habituales


(Legionella, Staphylococcus aureus, Pseudomonas) no inferior a 14
días. Casos de cavitación pulmonar y abscesos: un mes o más. En
neumonías nosocomiales (hospitalarias), variará en función de la
gravedad y el germen productor.

Otras medidas generales para curar la neumonía aparte del tratamiento


antibiótico:

 Hidratación.

 Reposo.

 Analgésicos y antitérmicos.

 Oxigenoterapia según los niveles de oxígeno arterial que presente


el paciente.

 En pacientes con neumonía grave puede precisarse ventilación


mecánica

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