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Curso de Posgrado “Desarrollos en torno a la dirección de la cura en psicoanálisis”

Prof.: Dr. Alfredo Eidelsztein


Clase Nº 4 - 11 de junio de 2004

Clase Nº 4

Clínica bajo transferencia – Demanda de análisis – Sujeto del inconsciente – Noción de


significante – Dit-mention y lógica del significante – Estábitat – Entredicho y análisis

Alfredo Eidelsztein: debido a que la argumentación se va extendiendo, en


lugar de aproximarme más directamente hacia lo que quería proponerles en la
primera parte del trabajo de este curso, vuelvo a plantear mínimamente hacia
qué meta apunto, a fin de esclarecer la vuelta argumentativa que está orientada
hacia un planteo que es el de sostener que la clínica psicoanalítica es una
clínica bajo transferencia. Dicho planteo no implica la transferencia en el modo
en que solemos entenderla y utilizarla, es decir, como la forma de establecer el
vínculo de quien consulta con quien lo atiende. Es menester aclararlo porque,
por ejemplo, somos capaces de decir “no hay transferencia”; con lo cual,
siempre suponemos que se trata de determinado vínculo entre quien consulta y
quien atiende. Lo que estoy planteando es de otro orden y por eso lo llamo
“desarrollos”.
En primer lugar, querría que me permitieran una maniobra que es muy
objetable y altamente conjetural: se trata de “hacer uno” de un amplio campo
enunciativo que se caracteriza por incluir elementos de mucha diversidad. Esto
quiere decir que voy a plantearles la producción de un dicho frente al cual no
vale como objeción que me digan: “pero no todos”. Por lo tanto, voy a decir, por
ejemplo: “Los argentinos son todos corruptos” a lo cual podrían objetar “no
todos lo son”. Otro ejemplo: “Todos los hombres son infieles”, también podría
objetarse que no todos lo son. Está claro y, para la orientación lacaniana, tales
objeciones resultan sumamente aceptables. El problema es que para cierta
calidad de argumentos hace falta, no obstante, poder hablar haciendo caso
omiso del “no todos”, por ejemplo, para poder caracterizar. Si dijésemos que la
cultura occidental es individualista, nos encontraríamos entonces con el
problema de que no lo podríamos decir -y es cierto que no se puede, porque
hoy día si yo les preguntara a cada uno de ustedes qué entiende por

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“Occidente” los pondría en un brete, ya que ni siquiera hay límites geográficos


precisos. ¿Dónde queda Occidente, hoy? No hay que perder de vista que la
palabra “Occidente”, entonces, podría ser inutilizable. ¿Qué es “Occidente”? No
vamos a encontrar ni un solo punto puro respecto de qué sería Occidente. Por
lo tanto, he ahí un problema.
Ahora bien, ¿por qué deberíamos meternos con dicho problema si nuestro
campo no es el de las ciencias sociales? Debemos hacerlo debido al alcance
que tiene para nosotros la palabra “psicoanálisis”. ¿Existe el psicoanálisis? Si
la respuesta fuera afirmativa, entonces habría que establecer qué es el
psicoanálisis. Con esto me refiero a lo siguiente: un psicoanalista freudiano,
uno kleiniano, uno winnicottiano y uno lacaniano, ¿practican la misma clínica?
No, se trata de clínicas muy diferentes. Pero entonces ¿a qué nos referimos
cuando decimos “psicoanálisis”? Estamos otra vez ante el problema de que tal
vez no deberíamos usar esa palabra. Se trata de un problema bastante
conocido. Por ejemplo, en el diccionario de filosofía de Ferrater Mora, en la
entrada correspondiente a “dialéctica” –que es un artículo larguísimo- en los
primeros dos renglones dice algo así como que, en la actualidad, la palabra
“dialéctica” tiene tantos usos que ya prácticamente no quiere decir nada. Han
llegado por obligación -al producir ese diccionario que es excelente- al
problema de la teoría del significante. La palabra dialéctica tiene tantos usos
que, en definitiva, dependerá del contexto en que se la utilice lo que “dialéctica”
quiera decir -en cada teoría filosófica o en cada autor. Pero entonces, ¿no se
podría hablar de dialéctica?
De hecho, hay maniobras de Lacan que son muy puntuales respecto a lo
que se podría decir desde la perspectiva de su teoría psicoanalítica. Por
ejemplo, Lacan dice que esa forma de hablar, en psicoanálisis, no debe ser
utilizada para la mujer. En psicoanálisis no se puede decir “la mujer es así o
asá” y, en su álgebra, eso se escribe ðMujer [La tachado]. Sin embargo,
Lacan no propone escribir El Hombre, con el “El” tachado, aunque tampoco
exista ningún hombre desde la perspectiva lógica de la enseñanza de Lacan.
De hecho, cuando él presenta ð Mujer, agrega que “El” Hombre tampoco
existe, pero es algo en especial lo que se quiere decir cuando se dice que “ð

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Mujer no existe”. Quizás Lacan esté planteando, por ejemplo, un problema de


Occidente y es el problema que Lacan interpreta en la palabra de Freud
cuando toma ese renglón, supuesto, de “¿qué quiere una mujer?”. En realidad,
tampoco sabemos lo que querría un hombre.
Hay un libro de Edith Balinter titulado X,Y que es acerca del hombre. No es
muy recomendable, no dice mucho, tiene numerosas páginas pero no dice
demasiado. Lo que sí dice al comienzo del libro –y es sumamente interesante-
es que si se revisara, como ella lo hizo, la bibliografía en ciencias humanas del
siglo XX, se verificaría que hay gran cantidad de ensayos que intentan
responder a las propiedades de la mujer y no así en lo referente a las
propiedades del hombre. Con lo cual, ella deduce que hay una demora en los
trabajos de especificación de la posición masculina. Es una forma de
entenderlo. Otra forma de entenderlo sería que, para nuestra cultura, al menos
durante el siglo XX (porque quizás en el siglo en el que estamos viviendo
empiece a dejar de serlo), la pregunta que opera es “¿qué es una mujer?”. Con
lo cual, es un diagnóstico de nuestra cultura que no se pueda decir “La Mujer”.
Y sería un diagnóstico erróneo de nuestra cultura postular que no pueda
decirse “El Hombre”.
Esta introducción era para comentarles que considero que el psicoanálisis
encuentra, actualmente, una dificultad. Pero cuando digo “el” psicoanálisis, se
me podría objetar a cuál me estaría refiriendo. Pero si diéramos una mirada
fina sobre el “cuál”, habría que decir algo sobre los treinta, cuarenta o cincuenta
millones de análisis que hay vigentes en este momento. Si se discute un caso
clínico con otros psicoanalistas, el resultado es una Babel. Los pacientes no se
parecen en absoluto y menos que menos los psicoanalistas -y menos aún lo
que los psicoanalistas dicen que es el psicoanálisis y lo que practican- por lo
tanto se hace una parodia de encuentro y de entendimiento pero, en realidad,
si uno va al grano... Lo que sucede habitualmente en el encuentro entre
psicoanalistas es que se deja de preguntar. Cuando un analista dice: “Para mí
es un problema de transferencia”, otro responde: “Sí, claro” y ahí han hecho un
pacto que implica no preguntarse qué entiende cada uno por transferencia. Ya
que si se lo preguntasen e intentaran responderlo, aparecería un mundo de

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diferencias. De hecho, ese mundo se observa en el propio Lacan cada vez que
él define transferencia, ya que cada vez lo hace de manera distinta. Esto se
puede verificar si, por ejemplo, buscáramos treinta citas sobre “transferencia”
en el CD de las obras de Lacan y las leyéramos con tranquilidad,
encontraríamos que no se parecen entre sí ni un poco. A veces, las definiciones
ni siquiera coinciden en el transcurso del mismo año lectivo, en dos clases del
mismo seminario.
El problema es bien delicado, porque Lacan dice, explícitamente, que en
cada una de las clases del Seminario, intenta decir algo nuevo. Por lo tanto, no
podemos buscar la repetición que estabilice el significado de un concepto de
Lacan. Es la dificultad que se tiene cuando se lee a Lacan y no se lo entiende:
es porque suponemos que habíamos entendido algo, un 20% de lo que
acababa de decir, pero al leer otro texto, nos encontramos con otra cosa. El
problema es que Lacan mismo buscaba, cada vez, decir otra cosa sobre lo
mismo. Por lo tanto, si quisiéramos decir qué dijo Lacan, no podríamos
establecerlo.
Dada esta situación, si dijera: “hoy, el psicoanálisis...”, estaría haciendo una
generalización que implicaría una psicología. O estaría proponiendo un rasgo
universal y trabajando algo de la índole de la lógica, pero nada me avalaría en
ese punto. La categoría de lo universal tiene que ver con que una ley
solamente es válida si opera para todos los casos. La ley pierde validez si no
se aplica para un caso, por eso en la psicosis alcanza con la presencia de un
solo neologismo para diagnosticarla. Intento proponerles, no obstante, una
lectura de la índole de lo universal, sin que pueda avalarla. El psicoanálisis hoy
tiene un problema y es la dirección de la cura. ¿Por qué la dirección de la cura
constituye un problema? Porque se ha perdido la orientación, hay un extravío
respecto de lo que caracteriza a la cura psicoanalítica. Con esta idea de
“desarrollos” no les estoy proponiendo una concepción nueva del análisis, sino
más bien un cierto retorno a determinada concepción de la cura psicoanalítica
que, les propongo, se caracteriza hoy por estar perdida. Y deberíamos
recuperarla.

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¿Cómo empezar a diagnosticar el problema? Casi siempre que se tiene un


caso dudoso de diagnóstico de psicosis, nos encontramos con el problema de
lo universal, lo general y la forma de abarcar el conjunto del que uno habla. Es
decir: cuando se han planteado, respecto de un caso, la pregunta de si no será
una psicosis, la propia respuesta que se dan es: “Dudo”. Habitualmente, esa
duda está sostenida en este mismo problema. Porque a ustedes les resulta un
obstáculo, para esos casos, generalmente, el diagnosticar que sí es una
psicosis. Yo trabajo en el mismo sentido que propone Lacan: que hay más
psicosis de lo que parece. Estimo que, en general, se trabaja al revés: se cree
que hay menos psicosis de lo que parece, que es un efecto de la enseñanza de
Jean-Claude Maleval. Maleval, con las “locuras histéricas”, generó la idea de
que había que desconfiar de las locas de los psiquiátricos, porque solía haber
muchas histéricas internadas en los psiquiátricos. Cuando salió el libro de J.-C.
Maleval, Locuras histéricas, los psiquiátricos de orientación psicoanalítica
lacaniana, al menos en Buenos Aires, se vaciaron. “Se vaciaron” quiere decir
que fueron externadas muchas pacientes. A los dos o tres años se volvieron a
llenar. Dos o tres años más tarde, Maleval tuvo que publicar otro libro para
rectificarse y reconocer que su primer libro padecía de un “exceso de
optimismo”. No me parece que se haya tratado de un exceso de optimismo,
considero que el problema es otro. ¿Cuál? Que uno ve a la persona
funcionando normalmente y dice: “¿Cómo va a ser psicótico si está casado,
trabaja, todos los días de este último año me ha hablado normalmente, es muy
inteligente, viene vestido normal, prolijo? Es cierto que hay una palabra rara
que utiliza, pero… ¿quién no utiliza palabras raras?” El problema que ahí
aparece es cómo decir, cómo hablar de la estructura, cómo referirnos a la
estructura siendo que la estructura implica una vastedad no uniforme. ¿Se
entiende el problema? No lo resuelvo, sólo digo que lo hay. Y es un problema
enunciativo. Especialmente para el psicoanálisis y las ciencias sociales, porque
los conjuntos que se establecen no pueden ser caracterizados
matemáticamente. Si pudiesen serlo, sería muchísimo más fácil. Por ejemplo,
si dijéramos: todos los números pares, el conjunto de los números pares; no
habría ningún problema, porque cada elemento del conjunto participa del

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conjunto en función de la definición. Pero para “ser humano”, por ejemplo, o


“ser hablante” o, como dice Lacan hablanteser, no tenemos el álgebra para
escribirlo necesariamente y saber cuándo hay que sacarlo.
El psicoanálisis tiene un problema en la clínica en transferencia y tiene que
ver con la dificultad para su establecimiento –el de la clínica- porque ha
caducado el valor del concepto de demanda de análisis (que habrá que ver si
alguna vez llegó a existir como tal). Es un concepto que no existe en Freud y ni
siquiera es claro que sea un concepto. ¿Es un concepto de Lacan? A veces
ciertas nociones son conceptos u operan como tales no por la intención del
autor sino por la operación del lector. Tanto es así que a veces aparece algo
que resulta en concepto pero ni siquiera por el lector sino por un algo muy
interesante que sucede en la traducción. Hay veces que los autores utilizan un
término de la lengua que, al ser traducido a otra lengua, carece de equivalente
exacto. Ese problema se produce ante la dificultad para localizar un equivalente
que no es exacto pero fuertemente aproximado en el campo semántico, por
ejemplo, en alemán con algunos términos de Freud, que quedaron elevados al
valor de concepto. Porque uno empieza a preguntarse de manera especial por
ese término, qué quiere decir en el conjunto de la enseñanza de Freud. Cuando
uno opera con una palabra de esa forma, la transforma en concepto. Y en
Freud, quizás, no era nada más que un término común de la lengua. Tal es el
caso de Verwerfung. Es un término del alemán utilizado por Freud que Lacan,
al traducirlo por “forclusión”, le dio estatuto de concepto en Freud.
Todo psicoanálisis comienza sólo a partir de la demanda de análisis, aunque
solamente pueda ser establecida aprés-coup. Esta condición, que no está en
Freud pero sí en Lacan, es la que les propongo que ya no está operando para
nosotros y, al no operar para nosotros es que se ha desvirtuado la práctica
analítica. Con lo cual, habría que decir que le fue necesario a Lacan un
concepto de demanda para rectificar el psicoanálisis y, al rectificarlo, hizo una
lectura del psicoanálisis como uno, de lo contrario no habría hecho falta. De
hecho, podría haber empezado por otra punta -que es increíble que no se lo
plantee como problema- y es la necesidad, por parte de Lacan, de la
introducción del concepto de sujeto. Freud no trabaja con el concepto de

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sujeto. En las traducciones de Freud al castellano, por ejemplo en la de


Amorrortu, se utiliza la palabra “sujeto” pero no como concepto. Es decir, esa
palabra no tiene un uso especial en el contexto de su enseñanza. La diferencia
se puede ver con inconsciente: en el contexto de la enseñanza de Freud, la
palabra alemana Unbewusst pasa a ser concepto, porque pierde, para Freud,
el valor que tenía en la lengua, el conjunto de sus significados; para empezar a
tener un valor nuevo y ese valor nuevo de inconsciente provino de sus
relaciones con preconsciente y conciencia. Fíjense qué novedad se produjo
(que es inexorable) porque “preconsciente” es un neologismo. Ahí tenemos
garantizado un uso nuevo. Si para establecer lo que es inconsciente, hace falta
un sistema de diferencias con un neologismo -preconsciente- es inexorable que
ese uso de inconsciente es nuevo, porque está articulado a un neologismo.
Vuelvo a retomar el punto al que habíamos llegado en la reunión anterior,
con la cita de Lacan de “Apertura de la sección clínica” de 1976, publicada en
castellano en Ornicar? 3. Dice allí Lacan:

Debo decir que, aunque se nos haya querido hacer de Freud un escritor, la
Traumdeutung es excesivamente confusa.1

Hay un mito sobre Freud –entre los tantos que hay- que es muy interesante
y es que ganó un premio de literatura. ¿Cómo se llamaba el premio que ganó
Freud?

Comentario: el premio Goethe.

A.E.: el premio Goethe, correcto. Pero es un premio a la ciencia, no a la


literatura. Los alemanes decidieron llamar Goethe a un premio a la ciencia.
Está publicado en Amorrortu: no es un premio de literatura. Nosotros
inventamos que Freud es un “gran escritor”.

Es incluso algo tan confuso que no se puede decir que sea legible. Me gustaría
saber si alguien la leyó realmente de punta a punta. 2

1
Lacan, J. (1981). Apertura de la sección clínica. En Ornicar? 3. Barcelona: Petrel. p. 39.
2
Ibíd.

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Lacan decía esto en 1976, por lo tanto, “La interpretación de los sueños”
tenía ya 77 años. En el campo del psicoanálisis o de los seguidores de Freud
tales como Anna Freud (que cita a Freud y se sostiene en sus citas); Melanie
Klein (que habla de cualquier otra cosa pero se sostiene en citas de Freud);
hasta Lacan mismo, quizás también, ¿creen que alguno de ellos habría dicho
algo semejante respecto de “La interpretación de los sueños” hasta 1976? De
hecho, ustedes seguramente deben haber leído parte de “La interpretación de
los sueños” y la habrán considerado legible, perfectamente legible. Se dice de
Freud que es un autor claro, que ojalá Lacan hubiera escrito con tanta claridad
como Freud. Sin embargo, Lacan está diciendo aquí que el texto de Freud es
ultra confuso, que no se entiende nada. Hay un problema ahí y quizás decimos
que Freud es clarísimo porque tenemos el prejuicio de que lo es y sentimos
que es un gran escritor debido a ese prejuicio que se impone sobre nosotros,
de que eso es una gran escritura.

Me gustaría saber si alguien la leyó realmente de punta a punta. Yo, por


deber, me impuse esta obligación.3

¿Alguno de ustedes leyó “La interpretación de los sueños”, completa, de


punta a punta? Ni el 10% de los presentes.

En todo caso, traducido al francés, no tiene las mismas cualidades que en alemán.
En alemán se sostiene, pero no por eso hace más clara la noción de inconsciente,
del Unbewusst.
Conocen ustedes el esquema. Al comienzo está la Wahrnehmung -que en alemán
sirve para designar la percepción- y después algo pasa, hace progresos, hay
diferentes capas de Wahrnehmung, a continuación de lo cual está el UBW, el
inconsciente, y después el Vorbewusst, el preconsciente, y de ahí eso pasa a la
conciencia, Bewusstsein. Pues bien: he de decir que hasta cierto punto yo he
vuelto a armar lo que dice Freud. Si hablé de "retorno a Freud" es para que nos
convenzamos de cuán cojo es. Y me parece que la idea de significante explica sin
embargo cómo es que eso marcha.4

3
Ibíd.
4
Op. cit. p. 40.

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Intentaré retomar este punto. ¿Por qué? La teoría de Freud, dice Lacan, es
absolutamente coja e insuficiente, renguea, no se arma bien. Y agrega Lacan
que si se introduce el concepto de significante, eso empieza a funcionar. La
pregunta que intento proponerles es ¿por qué? Pero elevo esto también a la
clínica. Si introducimos en nuestra clínica la noción de significante, nuestra
clínica empezará a andar. Si no, no andará. Pruébenlo para los casos que no
funcionan. Para esos casos que ustedes o vuestros pacientes consideran que
no van: “Esto no va, yo sigo igual” o aquellos otros casos, esos poquitos que
dicen: “Estoy peor desde que vengo acá” y pregúntense por qué eso no anda,
por qué no marcha. De hecho, saben muy bien que cuando las cosas marchan,
en general, no se tiene ni la más pálida idea de por qué, ni se plantea la
pregunta. Veamos los casos que no marchan. Les propongo que si eso no
marcha es porque no está operante la noción de significante. Y la noción de
demanda requiere de la noción de significante. Si en general no se aplica la
noción de significante en la clínica psicoanalítica, menos aún la de demanda.
Vamos a ver por qué.
Hasta la reunión pasada habíamos llegado, respecto de los esquemas de
Freud, a trabajar citas de Lacan en las cuales entre “P” y “M” (el polo perceptivo
y el polo motor) del Esquema del Peine y entre “P-Cc” (percepción y
conciencia) del Esquema del huevo o del individuo de la segunda tópica de “El
yo y el ello”, habíamos propuesto -siguiendo a Lacan- cortar esa continuidad
mediante la noción de significante. Y así, el sujeto es significante, dice Lacan
en el Seminario 11, implica una ruptura. Esa ruptura, Lacan la plantea con la
metáfora de “entre carne y cuero”. Les había propuesto tomar en serio esa
metáfora –lo cual es difícil. Para nosotros, en la disección anatómica eso
plantea una continuidad, pero es una continuidad aparente. De hecho, se
puede separar el cuero de la carne y se lo puede separar sin cortar cuero y sin
cortar carne. No sé qué querrá decir eso.

Comentario: el epitelio.

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A.E.: no, supongamos que decidas dejar el epitelio, no se dónde va el epitelio,


pero supongo que arriba de la carne ¿o debajo del cuero?

Comentario: arriba de la carne o debajo del cuero.

A.E.: pero ese “epi” es porque envuelve el músculo, la parte de la carne. Pero
supongamos que no, que seas un buen carnicero, de esos que separan con
cortes limpios aquello que para los ojos de quien no sabe parece una
continuidad pero, en realidad, un buen corte establece una discontinuidad.
Lacan nos propone que, sin la teoría psicoanalítica, allí donde hay una
aparente continuidad –intenté mostrarles en el transcurso de la enseñanza de
Freud varios lugares donde esta continuidad está planteada- Lacan propone
que su noción de sujeto del inconsciente, sostenida en el concepto de
significante, implica una ruptura entre percepción y conciencia.
Lo que voy a planteares es quizás pegando un salto un poco largo en el
transcurso de los conjuntos conceptuales en uso en la enseñanza de Lacan,
porque voy a traer dos citas de “L’Etourdit” (“El atolondradicho”) de 1972. Les
propongo intercalarlo con los siguientes gráficos: el de la interpretación de
Signorelli,5

y el de la última clase del Seminario 1, donde Lacan propone un esquema que


se llama Esquema del análisis:6

5
Cf. Freud, S. (1993). Psicopatología de la vida cotidiana. En Obras Completas. T. VI. Buenos Aires:
Amorrortu. p. 12.
6
Cf. Lacan, J. (1996). El Seminario. Libro 1. Buenos Aires: Paidós. p. 411.

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donde la dirección de la cura es la flecha que parte de la posición de arranque,


que es “C”. Está “A”, “B”, lo del medio que no lleva nombre y “C” que implica
un recorrido: establecer los lugares “O” y “O’”. Esta es la dirección de la cura
del Seminario 1. El gráfico siguiente es la dirección de la cura según el escrito
“Observación sobre el informe de Daniel Lagache”. 7
Ahora daremos un salto a la década del ’70 para luego volver atrás. Porque
voy a proponerles que la noción de inconsciente no participa del mismo
registro, no participa de la misma dimensión que los fenómenos propios de “P”
y “M” o de “P-Cc”. Por ejemplo: el “colador” de P-Cc no atrapa significantes,
porque está agujerado de tal manera que no atrapa el significante. Hay una
preponderancia en Freud del estímulo visual. Pero aún así, en la segunda
tópica, cuando Freud incluye en su esquema el “casquete acústico”, no lo hace
por el agujero de entrada:8

Hay dos agujeros de entrada, uno tiene una barrera antiestímulo que, en
realidad, lo único que hace es reducir 1000 a 1. Sería como un multiplicador,

7
Corresponde a la Figura 2 del Escrito. Cf. Lacan, J. (1987). Observación sobre el informe de Daniel
Lagache. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. p. 654.
8
Cf. Freud, S. (1993). El yo y el ello. En Obras Completas. T. XIX. Buenos Aires: Amorrortu. p. 26.

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como los cambios de las bicicletas modernas. Lo reprimido es ubicado por


Freud del lado derecho, que en realidad no queda muy claro cómo funciona y,
sobre la izquierda, pone el casquete acústico. Lo coloca ahí, dice, porque se ha
verificado que en el cerebro está en el hemisferio izquierdo. Esto no parece un
pabellón de oreja ni por casualidad, aunque el pabellón de oreja luego influya
en el aparato auditivo, el tímpano que es, al menos en el sentido de Freud, una
barrera antiestímulo. Pero ese casquete acústico no es para Freud la entrada
principal. Por lo tanto, para Freud el modelo fundamental es un modelo visual.
No hay que olvidar que trabajaremos el microscopio como modelo de aparato
psíquico y, nuevamente, es visual. Tampoco hay que perder de vista que la
primera retranscripción que hace Lacan de este modelo es el Modelo Óptico,
no un modelo auditivo. Hay una preponderancia notable de lo visual respecto
de lo auditivo. Desde ya, me parece que es interesante revisarlo.
El siguiente gráfico sería la representación plana de un corte sagital de un
espejo esférico.9 Un espejo esférico es como una semiesfera pulida
interiormente de manera tal que funcione como un espejo. El otro espejo es
plano, como el del botiquín del baño. La utilización del espejo plano como
metáfora del analista era una metáfora universal de los posfreudianos en la
época en que Lacan produjo el Modelo Óptico. En las décadas del ’50 y ’60,
los psicoanalistas kleinianos metaforizaban la posición del analista en la
práctica analítica -la “neutralidad absoluta”- con un espejo que le devolvía al
paciente lo que el paciente había proyectado en él. Proyección e introyección.
Por lo tanto, no hay que olvidar esta preponderancia de los sistemas visuales
en psicoanálisis y, además, cuán articulado todavía al decir de su época está
este modelo donde se sigue representando al analista con un espejo, aunque
es cierto que Lacan le va a dar luego una utilización que va a cambiar bastante
su lógica. Es el esquema del final del análisis, es decir, si queremos concebir
un final de análisis, ésta es su estructura. Se debe verificar que esto haya
sucedido, en el sentido de Lacan, a la altura del escrito “Observación sobre el
informe de Daniel Lagache”. En el final de análisis está el cambio de posición
que tenía aquello que representaba la posición del analista. Con lo cual, ya no
9
Corresponde a la Figura 1 del Escrito. Cf. Lacan, J. (1987). Observación sobre el informe de Daniel
Lagache. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. p. 653.
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puede ser el representante de la neutralidad, porque para que se verifique el


final del análisis tiene que haber habido un cambio en la posición del analista,
no del paciente. Lo que sucede es que si hay un cambio en la posición del
analista, consecuentemente, también habrá habido un cambio en la posición
del aquel que, entonces, habrá que llamar analizante. No se puede hablar de
cambio de la posición del analista sin analista. Para que haya analista, tiene
que haber analizante y, para que haya final de análisis tiene que haber un
cambio de posición del analista que habilite que el cambio de posición del
analizante sea su pasaje a analista.
Lo que les proponía, entonces, es que la entrada del concepto “significante”
implica una ruptura de lo que era hasta ese momento la continuidad
percepción-conciencia (P-Cc), porque el filtro “P-Cc” fue concebido
especialmente a la modalidad escópica. Para Lacan, el mundo escópico es el
que más vela la castración. Quiero aclarar que no estoy desarrollando temas
poéticamente. No es que encuentre correlaciones y, para que vayan bien con el
oído, siga con ellas. Se trata de problemas clínicos psicoanalíticos. Para que
quede más claro: ¿por qué el diván? ¿Para qué se recuesta al paciente en tal
posición que implique un corte escópico y no auditivo? La continuidad escópica
-y la cuestión pensada bajo la modalidad escópica- resulta problemática en
psicoanálisis.
El mundo escópico, en “P-Cc”, no es apto para albergar el concepto de
significante, pero tampoco lo es el mundo de la palabra. En todo caso, “P-Cc”
es apto para el registro de la palabra, pero no para el registro del significante.
Estamos frente a un problema serio. Tan serio es el problema del significante
que, para salir de las contradicciones que la teoría del significante introdujo
para rectificar la teoría de la representación freudiana, Lacan tuvo que producir
dos cambios -quizás tres, al menos dos seguro- que son absolutamente
increíbles y sorprendentes. El primero es que tuvo que crear una nueva
dimensión. Nosotros contamos con las típicas tres dimensiones espaciales que,
les advierto, incluyen en sí un problema: si uno lee a matemáticos que son
topólogos, por ejemplo Ian Stewart, que tiene un libro titulado Matemática
moderna, cuando encara los capítulos de topología, coloca al comienzo una

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cita de un autor que dice entender que existan dos dimensiones, pero nunca
entendió la tercera. Por mi parte, nunca entendí esa frase: “Dos dimensiones
entiendo que existan, lo que nunca entendí es la tercera”. ¿Qué quiere decir
que no entienda la tercera? Que los matemáticos ponen en tela de juicio la
existencia de la tercera dimensión. Para mí es obvia, pero en el mundo
matemático, se opera con una intuición que no es la misma con la que
operamos nosotros. Pensé en la tres dimensiones habituales. Con “habituales”
quiero decir que ninguno de ustedes me hubiese hecho ninguna objeción a que
fueran tres. Pero si hubiese un matemático presente podría haber hecho una
objeción y no por la cuarta (alguno de ustedes podría haber imaginado que un
matemático habría objetado que eran cuatro).
Cuatro dimensiones. La cuarta podría ser el tiempo de Einstein o el
hiperespacio, con cuatro dimensiones espaciales. Los matemáticos trabajan
con espacios de cuatro dimensiones, de seis, de doce, de dieciocho y conciben
objetos que se localizan en tales espacios. No es poesía, lo aclaro
nuevamente, sino que Lacan requiere una dimensión que no es ninguna de
esas tres, que tampoco es el tiempo como cuarta dimensión del espacio que se
nos armó a nosotros a partir de cierta imaginería hecha por las películas
norteamericanas sobre Einstein. Había una serie de televisión que se llamaba
“La dimensión desconocida” y se trataba de todas cuestiones místicas, es decir,
no era ultraciencia moderna sino un misticismo de dos mil años de antigüedad:
fantasmas, aparecidos que podían tener el nombre de marcianos, no cambiaba
nada, eran fantasmas y aparecidos, los muertos vivos, todo ese tipo de cosas
pero, hacían mención de la “cuarta dimensión”. ¡Había cambiado el mundo a
partir de la propuesta de la cuarta dimensión!
Lacan, para introducir la lógica del significante, plantea una dimensión nueva
que la llama dit-mention en francés y es la dimensión del dicho. Para trabajar
con la lógica del significante en psicoanálisis es requerida otra dimensión. No
estoy explicando nada, solo estoy indicando la estructura del problema. Lacan
es el autor que dice que ha rectificado el psicoanálisis resolviendo el problema
de hacer consciente lo inconsciente o del ello proviniendo del cuerpo. No sé si
acuerdan conmigo pero podríamos decir que el problema del psicoanálisis aún

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es, y sigue siendo, el hacer –o no- consciente lo inconsciente. ¿Para qué se


interpreta? ¿Para qué interpreta el psicoanalista? Si quitáramos el “hacer
consciente lo inconsciente”, no sé qué quedaría. Por lo tanto, el problema está,
es vigente y actual. Después de 120 años, sigue siendo el problema. Sin
embargo, Lacan dijo que ese problema se rectifica con la noción de significante
-con “su” noción de significante, la de Lacan. Pero debemos tener presente que
para poder albergar el significante en el espacio humano, hace falta una nueva
dimensión.
No es fácil describir “dimensión”. Un matemático objetó mi tesis de
doctorado porque no era clara la noción de dimensión que yo utilizaba. Este
matemático –muy serio y bien predispuesto- había leído mi tesis con
muchísimo cuidado y se había percatado de que yo decía cualquier cosa en el
sentido de las dimensiones matemáticas. Con lo cual, quizás se trató de un
descuido mío por desconocimiento de la materia o, tal vez, se presentó este
problema: que hace falta pensar, siempre, la existencia de otra dimensión.
Vamos a leer un poco sobre dimensión. Si ustedes aceptaran, teóricamente
o conceptualmente, la hipótesis de que es requerida en psicoanálisis una
dimensión en más, que solamente existe en el campo de aplicación de la teoría
del significante de Jacques Lacan en la práctica psicoanalítica; no la
encontrarían en el psicoanálisis aplicado cuando, por ejemplo, el psicoanalista
interpreta la sociedad o cuando interpreta el atentado a las Torres Gemelas, no
la encontrarán ahí. No está mal que el psicoanalista haga lecturas y las oferte a
la sociedad. Lo que digo es que no es en ese mundo donde la noción de
significante rectifica y no es para ese mundo en el cual, por ejemplo, un avión
puede impactar las Torres Gemelas: no se trata de ese mundo. Para ese
mundo, alcanza con tres dimensiones. Pero para el psicoanálisis, hace falta
una nueva dimensión. Si la incorporáramos, el problema que se produciría es
que cambia el hábitat. El hábitat humano ha cambiado: se llama estábitat. Está
planteado por Lacan en “El Atolondradicho”, ahora vamos a leer la cita.
Se nos empieza a producir un mundo nuevo, otra concepción del mundo.
Esta otra concepción del mundo requiere una dimensión en más pero,
razonablemente, si esa dimensión es introducida, se produce un cambio en el

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hábitat humano. Lacan le da un nombre a esa nueva concepción del hábitat. El


hábitat es donde vive un animal, las coordenadas biológicas donde reside.
Vamos a trabajarlo con el Esquema del análisis del Seminario 1 que antes
presenté. ¿En cuál de las tres dimensiones se inscribe? En ninguna, porque
hace falta una dimensión más para poder inscribir este recorrido.
Vamos a “L’Etourdit” (“El Atolondradicho”), en las páginas 24-25 de
Escansión 1, que es donde fue publicado este texto por primera vez.
Solamente quiero presentar, en este escrito de Lacan, la localización del
problema y el esbozo de solución. Los traductores decidieron traducir el título
de este escrito como “El atolondradicho”, que es una muy buena traducción. La
reunión pasada les hice referencia al cambio de nombre de Unbewußt por
equivocación, donde queda captado. Observen que allí, en el mismo
significante (etourdit), Lacan agrega el dicho. Con lo cual, no queda claro quién
sería el atolondrado: ¿la persona, de cuya boca uno supondría que salieron las
palabras, o el dicho mismo? Suponer lo primero es bastante insostenible en
psicoanálisis, alcanza con decirle al paciente: “Y eso, ¿quién lo dijo?”, “Mi
mamá”, “Ah, entonces no salió de su boca”. Si seguimos un poco más,
encontraremos a la abuela en la misma sesión, aunque haya muerto hace
setenta años. Ahora bien: si decimos eso y somos un poco serios, caemos en
un problema atroz que es: ¿cómo puede ser que haya un dicho que esté
atolondrado? Cuando tengo que publicar, contrato correctores de estilo que
sacan de mis textos las comas que puse y las ubican en otro lugar y siempre
me corrigen, por ejemplo, cuando digo: “Él, el dicho”. Los correctores tachan
“él” y ponen “este”. Cuando se los discuto, me responden: “Es que lo estás
tratando como una persona”. Otro ejemplo: “La ciencia, ella, forcluye al sujeto”.
Cuando el matemático leyó esa frase en mi tesis, hizo la siguiente observación
en una nota: “La ciencia no hace nada, quienes hacen son los científicos. En
todo caso, si usted dice que la ciencia hace algo, sería como decir que un
triángulo envidiara”. A lo que contesté que el problema del psicoanalista es que
en su clínica muchas veces encuentra triángulos (por ejemplo, un triángulo
amoroso) que pueden ser envidiosos. Plantear estas cuestiones puede resultar
delirante para un matemático. No estoy diciendo que los triángulos envidien,

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sino que el problema del psicoanalista podría ser que alguien viniera a la
consulta y dijera: “Yo participo de un triángulo, que estuvo muy divertido al
principio, pero ahora no nos funciona” y podría resultar una demanda de
análisis, ¿por qué no? Se podría llegar a la interpretación, razonable y eficiente,
de que lo que sucedió con ese triángulo es que se puso envidioso. ¿Sí o no?
He ahí el problema.
Vayamos a la cita de Lacan, de la cual voy a hacer un recorte, ya que el
comienzo del párrafo hace referencia a otra cosa que no la pondremos a
trabajar aquí. Dice así:

Lo cercan como real, es decir, con lo imposible, el cual se anuncia: no hay relación
sexual.10

Son párrafos muy conocidos, que todo el mundo cita, pero nadie parece
haber leído.

Esto supone que relación, ratio, proporción "en general", no hay sino enunciada,...

Ratio es también razón, es relación y razón.

Esto supone que relación, ratio, proporción "en general", no hay sino enunciada, y
que lo real de ello sólo se asegura confirmándose con el límite que se demuestra
de las consecuencias lógicas del enunciado.11

No hay relación entre las cosas: una relación sólo se dice. La cuestión es
que empiezan a suceder problemas con la relación cuando ella se dice, cuando
es dicha. Una vez que se dice la relación, uno puede analizar lógicamente el
enunciado de la relación y, a partir de enunciar lógicamente su enunciado,
empiezan a aparecer cosas, del análisis lógico de la relación. Esas cosas
pueden ser imposibles. De hecho, no hay imposibles en lo real, sólo los hay del
análisis lógico de las relaciones.

10
Lacan, J. El atolondradicho. En Escansión 1. pp. 24-25 (sin datos de la edición).
11
Ibíd.

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Aquí límite inmediato, de que "no hay" nada que hacer para hacer una proporción
con un enunciado.

El problema, señala Lacan, es que aparece un imposible y es que, con los


enunciados, no se pueden hacer proporciones, por ejemplo: A es a B lo que C
es a D. En el final de los Escritos hay un agregado, un anexo, que se llama “La
metáfora del sujeto”, donde Lacan critica el trabajo de Perelman sobre la
metáfora. Perelman trabaja la metáfora de la siguiente manera: A es a B lo que
C es a D. O, si lo trabajáramos como si fuese la proporción de Lacan, que
alguna vez vamos a tener que estudiar: A es a B lo que B es a C. Entonces,
Lacan dice:

Aquí límite inmediato, de que "no hay" nada que hacer para hacer una proporción
con un enunciado.12

“No hay” es imposible. El imposible aparece así: “Para mí ella es como fue
mi mamá para mi hermana”, eso es imposible. Es imposible no por mi mamá ni
por mi hermana sino por los enunciados. Con las partes de enunciado no se
pueden establecer relaciones-proporciones.

De esto, ninguna consecuencia lógica, lo que no es negable, aunque ninguna


negación basta para sostenerlo: solamente el decir que: nohay. 13

Lacan escribe “nohay” todo junto: “n’ya”, en francés. Ahí aparece, una nota
la pie de página, pero los editores se equivocaron y la ubicaron en el texto en la
versión castellana. De modo que, si tienen el texto, los próximos dos renglones
hay que tacharlos porque es una cita al pie de página que se infiltró por error.

Así, nia (negó) basta para, con el pasado que significa, de cualquier presente cuya
existencia allí se connote marcar que n’ya (nohay) huella.14

12
Ibíd.
13
Ibíd.
14
Ibíd.

18
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No se entiende, pero al menos escucharon que no hay huella. Nia y n’ya son
homófonos en francés. En español, uno es “negó” y el otro “no hay”, uno en
pasado y otro en presente. Si el presente puede ser leído en pasado y el
pasado puede ser leído en presente, entonces no hay huella, huella mnémica.

Pero ¿de qué se trata? De la relación del hombre y de la mujer en tanto


precisamente fuesen apropiados, por habitar el lenguaje,... 15

Después vendrá estábitat, pero aquí Lacan ya lo introduce con la idea de


habitar en el lenguaje, lo que implica una complicación para el pensamiento:
¿cómo se podría vivir “en el lenguaje”? ¿Qué lugar sería ese? ¿Cómo podría
alguien vivir en un lenguaje?

...para hacer enunciado de esta relación.16

El hombre y la mujer viven en el lenguaje y no tienen otra forma dar cuenta


de la relación de uno con el otro más que haciendo uso de su mundo, que es el
del lenguaje, es decir, enunciados.

¿Es la ausencia de esta relación lo que lo exila en estábitat?17

El hombre está exiliado del hábitat porque vive en estábitat, debido a que no
hay relación sexual. Es una idea razonable. Si el hombre es un animal que
pierde la relación a su partenaire, está erradicado del mundo. Si el hombre es
un animal sexuado -hay que decir bien las cosas- y está erradicada su relación
al otro sexo, el hombre está entonces erradicado del mundo. La maniobra de
Lacan es rarísima, es difícil seguirlo, pero dice que hay otro mundo, al que
llama estábitat, que es condensación de “este hábitat”.

¿Es por habitarlo que esta relación sólo puede quedar en entre-dicho? 18

15
Ibíd.
16
Ibíd.
17
Ibíd.
18
Ibíd.

19
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Es preciso escuchar esto muy bien, porque interdit, en francés, quiere decir
prohibido, imposible, pero también quiere decir entredicho.

¿Es la ausencia de esta relación lo que lo exila en estábitat? ¿Es por habitarlo que
esta relación sólo puede quedar en entre-dicho?19

Esto quiere decir que la relación queda como “no hay relación sexual” pero
sólo existe en la medida en que haya entredicho. Es en la medida en que se
hable entre un hombre y una mujer que aparece el “no hay relación sexual”.

No se trata de la pregunta: más bien de la respuesta, y la respuesta que la


sustenta --por ser lo que la estimula a repetirse- es lo real. 20
Admitámoslo: donde es-ahí.21

Es-ahí, otra palabra inventada por Lacan. Es muy difícil leer un artículo
donde hay un neologismo en cada párrafo. No obstante, está claro que no fue
escrito para que nadie entendiera nada. Lacan dejó este material para ver qué
hacía cada uno con él. Supongo que Lacan hizo ese cálculo, no hay otra forma.

Nada se gana con remontarse al diluvio cuando éste ya se narra por retribuir la
relación de la mujer con la gloria.22

es decir, no se gana nada yendo al mito del pecado original, etc.

Ilustremos sin embargo esta función de la respuesta con un apólogo, logo acosado
de aúllos por el psicólogo quien lo suministra, ya que el alma es aúllo, y aun con la
(a) minúscula, a(huyo).
Desgraciadamente, el psicólogo, por no fundar su sector más que en la teología,
quiere que lo psíquico sea normal, y por ello elabora lo que lo suprime. 23

Escuchemos lo que viene a continuación, aunque más no sea los contenidos


de los problemas, de qué tema y qué problemas vamos a qué otro tema y qué
19
Ibíd.
20
Ibíd.
21
Ibíd.
22
Ibíd.
23
Ibíd.

20
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otro problema, sin entender, en última instancia, qué quiso decir Lacan del
problema y qué de la solución. Pero, al menos, para ir entrando en el texto.

El Innenwelt y el Umwelt en especial, cuando sería mejor que se ocupara del... 24

y aquí viene otro neologismo. Pero Innenwelt y Umwelt es lo que en la filosofía


alemana del siglo XIX se traduce como mundo interno y mundo circundante.
Innen es interior. Lacan ya trabajó bastante Innenwelt, porque welt es mundo.
Umwelt es mundo circundante. Lacan está diciendo que esta designación,
Innenwelt, es rara. Lacan se pregunta: ¿cómo hace el mundo para estar ahí,
adentro? Interpreta el texto. Si los filósofos lo llaman “mundo” interno, en lugar
de “x” interno, Lacan dice: entonces, el mundo que me engloba, todo él, está
dentro mío y ahí ya hay un problema. Ese es un análisis anterior.
Si bien no tenemos muy en claro qué decía Lacan, al menos parecería que
criticaba al psicólogo por hacer una maniobra de anulación lo psíquico. ¿Cómo
haría el psicólogo esa maniobra? La haría, especialmente con Innenwelt y
Umwelt. Recordemos que no había relación/proporción sexual, que era un
imposible proveniente del enunciado pero que sólo aparecía en el entredicho.
Lacan dice que el psicólogo anula lo psíquico cuando funda Innenwelt y
Umwelt. ¿Por qué? Porque se escriben de esta manera:

Esa “R” no es de real sino de referencial. Lacan dice que especialmente el


psicólogo borra lo psíquico, lo hace desaparecer cuando funda Innenwelt y
Umwelt, cuando sería mejor que se ocupara de... y ahí aparece otro

24
Ibíd.

21
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neologismo que es: L’homme-volte. No sabemos cómo traducirlo, podría ser el


hombre-voltio o el hombre-vuelta y podría ser el del gráfico del Seminario 1, el
del Esquema del análisis. Lo que lo caracteriza es que no puede inscribirse en
Innenwelt y Umwelt.
A “L’etourdit” se lo llama, no sé bien por qué, “el último gran escrito de
Lacan”, así lo considera la doxa lacaniana. No sé qué sería un “gran escrito”,
pero en general es un texto muy respetado y seguramente Lacan apostó a que
fuese su legado. No es poca cosa. Observen que lo que está proponiendo es
que la relación humana fundamental –voy a decirlo así para facilitar un poco los
ánimos- es entre el hombre y la mujer. Esa relación se escribe como imposible,
¿por qué? Porque no se puede hacer la proporción:

M Hi
Ho M

¿Qué quiere un hombre, según Freud? Una mujer. ¿Cómo sale la mujer de
la castración, según Freud? Con un hijo. Esas son las cosas que dijo Freud y
que nosotros seguimos comprando. Eso que Freud planteaba es una
proporción, es una relación de la índole de la proporción. Lacan dice que cada
vez que se escribe un enunciado: “X Y Z”, en cualquier sistema de escritura,
adviene una lógica. La lógica no es nada más que algo aplicable al enunciado.
Una vez que se deduce eso, aparece el primer imposible. El primer imposible
es el establecimiento de una proporción con los elementos:

X Z
Y X

que no puede escribirse. Ninguna proporción se puede escribir. Es decir, la


lógica del enunciado establece el primer imposible que es la proporción. La
relación fundamental del ser humano es la relación sexual y esa relación sexual
es imposible, porque no pueden establecerse relaciones de proporción lógicas

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entre los elementos de un enunciado. La única forma en que aparece la


relación sexual es bajo la modalidad del imposible en el entredicho.
Lacan dice que el psicólogo moderno anula toda esta dimensión al armar
mundo interno y mundo externo. Porque en el mundo interno y en el mundo
externo no se puede escribir el entredicho. “A” y “B” son instancias enunciativas
Las instancias enunciativas ni siquiera se asemejan a personas. Por ejemplo: si
a la próxima reunión no viniera nadie o viniesen sólo dos, yo podría decir: “la
clase no les gustó, el curso los defraudó”. Por lo tanto, yo ubicado como “A”
estaría leyendo a todos ustedes, juntos, como “B”, como un texto. Si ustedes
hacen terapia de familia o de pareja y les dan una cita y no vienen más,
ustedes podrían decir: “Fracasó”, que es un texto que ustedes le supondrían a
esa instancia enunciativa que puede ser un matrimonio o una familia. El
entredicho requiere siempre de dos instancias enunciativas. ¿Dónde lo
escribirían? No se puede escribir, no hay dimensión donde escribir el
entredicho, lo que fue dicho, más aún, no tanto porque a “A” le diga a “B” y “B”
le diga a “A”, no hay que quedarse en eso. Alcanza con que “A” diga algo y “B”
lo escuche para que ya esté el entredicho.

Comentario: ¿no se podría pensar el mundo del significante y el mundo de


imágenes?

A.E.: ¿qué profundidad tendría?

Comentario: se piensa que se tienen las imágenes incorporadas, por ejemplo,


eso sería el mundo interno, la imagen incorporada.

A.E.: pero si lo llevaras al extremo y te preguntaras por la palabra, dirías que


las palabras también. De hecho, para Freud los objetos están incorporados con
representación de cosa. Si quieren tener una versión de lo que es la
representación-cosa lean a Melanie Klein, ella lo dijo. ¿Qué son las
representaciones de cosa? ¿Lo que hay adentro de cada uno, innatamente?
Son imágenes, son palabras, son representaciones de objeto, lo que quieran.

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El peor problema con el que nos estamos enfrentando es con la concepción de


ese límite, que es el límite de lo individual. El verdadero problema es el límite
de lo individual que no permite inscribir que no hay relación sexual. Este es el
mundo moderno, que es el universo escrito de otra manera que sea escribible,
es el universo de discurso. El truco es escribirlo “universo”. Otro ejemplo de ese
truco es: “Todo no se puede escribir” y escribir a palabra “todo”. Es un truco y
hay que pensarlo.
Pero el verdadero problema que tenemos, les decía, es el del límite y cómo
lo concebimos. En la reunión anterior decíamos que para Lacan la posición del
inconsciente era la puerta de la caverna de Platón. El asunto es si para
nosotros lo psíquico es o no el interior de la caverna. Si lo fuera, entonces se
trataría de hacer consciente lo inconsciente, pero tendríamos el inconveniente
de que queda descartada toda posibilidad de concebir la relación sexual,
porque no habría dónde escribir el entredicho. Si “A” dice “x” y “B” dice “y” ya
está el entredicho. ¿Qué se dijo? ¿Dónde se anota lo que se dijo? Muchas
veces los matrimonios buscan a un psicoanalista para resolver el entredicho. A
muchas mujeres se les ocurre llevar al marido a terapia de pareja para que el
analista le diga a él lo que le dice a ella que el marido le dice, por ejemplo. Es
un intento de resolver el entredicho. El problema es que, cuando se produce
esa maniobra, hay un engaño discursivo que está sostenido en ese análisis,
porque la paciente, en ese caso, estaría diciendo “Mi analista me dijo”.
Entonces, se estaría trabajando con esa misma lógica y lo que se quiere hacer
es un recurso al tercero que dijo algo para que quede claro qué dice cada uno
de ellos dos. En realidad, lo que siempre se está presentando como problema
es la dimensión del entredicho, que es la dit-mention, que genera un tipo de
hábitat muy peculiar, que no está tan alejado de nuestra intuición, si es que
podemos lograr cierta empatía con los personajes de la película “Perdidos en
Tokio” cuyo título original es “Extraviados en la traducción (Lost in translation)”.
¿Cómo alguien se puede extraviar en una traducción? Es eso. Es que hay un
estábitat y hay una dimensión -que es la dit-mention- donde uno puede
perderse y, efectivamente, esos personajes estaban perdidos. En realidad, la
película es un poquito menos lacaniana de lo que parece y trata de dos

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personas perdidas en sus mundos. Son dos personas que están muy mal en
Estados Unidos que, en realidad, perdidos en Tokio se habrían reencontrado, o
no. Pero, observen que hasta habría cierta posibilidad de casi decirlo por fuera
de los términos del psicoanálisis.
Vayamos a otra cita, para seguir escuchando sobre dimensión. Lo que
estamos trabajando, también, es por qué no hay autoanálisis. ¿Por qué no
habría autoanálisis? ¿Por qué hace falta un psicoanalista?

Comentario: porque no surgiría la dit-mention.

A.E.: bien. Pero hasta ahora ¿cómo justificábamos que siempre hiciera falta un
analista? Esta podría ser una buena forma. Lo que sucede es que implica todo
un desarrollo. Porque si no, ¿cómo lo entendíamos antes? Como que había
que hacer toda esta vuelta: lo inconsciente es lo rechazado de uno, lo
rechazado de uno es algo, ese algo es igual para todos, se llama complejo de
castración, hace falta alguien que ya lo conozca en sí para que lo vea en vos,
etc., etc. Entonces tenemos analistas que hacen un didáctico y con el título de
didactas pueden analizar a otros. No había otra forma. El problema es que eso
es neurotizante, porque instituye al analista como lugar de “todo saber”, que es
imposible que cure la neurosis, que es justamente una posición subjetiva que
se caracteriza por ese problema. Si nosotros no nos dedicásemos a la neurosis
de transferencia, no habría ningún inconveniente con eso. Sucede que esa
concepción es neurotizante porque implica que alguien tiene el poder y el
dominio de saber lo que pasa adentro del paciente, porque ya lo conoce y lo
domina en sí mismo. Es por eso que después, cuando surge que Freud tenía
relaciones sexuales con la cuñada o que Freud consumía cocaína, se
escandalizan diciendo que cómo puede ser que alguien con esas conductas
haya sido el fundador del psicoanálisis. Es una tontería, sin embargo, es
nuestro propio argumento. Creemos que los analistas tienen que ser puros,
tienen que ser gente que pudo resolver, que ya fue y vino, etc. Entonces no
puede ser que haya problemas en ellos, porque tienen que ser sanos, puros y
tenerlo todo resuelto.

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Vayamos a la cita de dit-mention, de la página 62:

Así, la referencia con la cual sitúo el inconsciente es precisamente la que escapa a


la lingüística, porque como ciencia nada tiene que hacer con el para-ser (otro
neologismo) como tampoco nos lleva al nóumeno pero que nos lleva ni Dios sabe
a dónde, aunque de seguro no al inconsciente, quien por tomarla en la estructura
la desoriente en cuanto a lo real…

El inconsciente desorienta a la lingüística.

… en cuanto a lo real con que se motiva el lenguaje ya que el lenguaje es eso


mismo, esa deriva.25

Lacan está diciendo que el lenguaje es algo que se dice, se va diciendo en


el propio decir y es una mera deriva. El lenguaje es una deriva del decir. Si les
resulta increíble, piensen en la necesidad, cada vez más imperiosa, de hacer
actualizaciones de los diccionarios. ¿Por qué cada diez años hay una nueva
edición de la Real Academia Española? Porque deben registrar la deriva. Pero
¿qué es el lenguaje? Uno puede decir que es lo que ha estabilizado la Real
Academia Española en ese instante pero, en el instante en que ellos lo
establecieron y lo mandaron a la editorial, eso ya derivó. Cuando lo leo, derivó
otra vez y cuando voy a explicar a alguien lo que leí, ya derivó nuevamente.
¿Qué es? Es como la plusvalía en el sistema marxista. Cuando uno empieza a
pensar cuánto hay, costo de materiales y plusvalía, si uno reconduce a la
materia prima, se da cuenta de que la materia prima también está hecha con
algo de materia prima y plusvalía. Si uno sigue para atrás, es todo trabajo
humano, no hay nada que sea objeto.

El psicoanálisis sólo accede a él…26

se refiere al inconsciente. Dice que la lingüística, como ciencia, no accede al


inconsciente porque se le escapa lo real del lenguaje, que es mera deriva.

25
Lacan, J. El atolondradicho. En Escansión 1. p. 62. (sin datos de la edición).
26
Ibíd.

26
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El psicoanálisis sólo accede a él por la entrada…

podría ser la entrada a la caverna.

El psicoanálisis sólo accede a él por la entrada en juego de Otra dicho-mensión. 27

y lo escribe: Otra, con mayúscula. En francés: Autre dit-mention. Esa Otra, ¿a


qué se puede estar refiriendo? Lo escribí en francés para que se den cuenta
(porque en castellano cambia el género) de que se puede estar refiriendo al
Otro. Y la lingüística, en tanto ciencia ¿por qué no podría entrar al
inconsciente? Si la lingüística en tanto ciencia no puede entrar al inconsciente,
pero el psicoanálisis sí lo puede hacer, ¿cómo es que lo hace? Introduciendo
Otro dicho-mensión, no como ciencia. El psicoanálisis no accede al
inconsciente como ciencia. Sigo leyendo para que lo escuchen en el mismo
párrafo:

El psicoanálisis sólo accede a él por la entrada en juego de Otra dicho-mensión.

Ahí, “entrada” no es la entrada a la caverna. No es que alguien entre a las


profundidades, sino que se introduce Otro que, a su vez, entromete el
entredicho de la dit-mention. Con lo cual, la barra del gráfico del Esquema del
análisis antes mencionado puede ser la entrada de la caverna. Hay algo, que lo
vamos a llamar “A”, que podría ser el inconsciente. ¿Cómo aparece? En la
medida en que se produce una entrada del Otro que establece esta dimensión.

El psicoanálisis sólo accede a él por la entrada en juego de Otra dit-mention que


se abre porque el director del juego, el adalid del juego, pone “semblante” de ser el
efecto del lenguaje principal, el objeto con el que se anima el corte que ahí se
permite, el objeto a para llamarlo con la sigla que le asigno. 28

Es porque el analista hace semblante, pone semblante, de ser el objeto a.


Una de las acepciones de objeto a es resto, caída, lo que resta de una
operatoria. No es una operatoria pura: deja un resto. Es el resto, lo que cae. Es
27
Ibíd.
28
Ibíd.

27
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totalmente distinto a la práctica habitual -increíble y ultra lacaniana- de ir a


atacar el narcisismo del paciente. ¿Por qué es necesario sustituir el narcisismo
de Freud? ¿Por qué no es cierto que haya narcisismo? Hay narcisismo, pero
no en nuestros pacientes. Nuestros pacientes vienen mal, con baja autoestima,
creyendo que no sirven para nada, que son un desastre, etc. A pesar de lo
cual, el analista lacaniano siempre interviene para que el sujeto “se haga
responsable de su propia falta”. La caída, el resto, en el modelo óptico tiene
que ver con la caída del espejo y no con la tachadura de las flores. En la
experiencia, el florero está arriba de la caja y las flores abajo. Pero Lacan pone
las flores arriba. Si se ponen las flores arriba, se caen. Sin embargo, Lacan
hace esa maniobra. ¿Por qué lo hace? Es muy interesante, porque dice que es
en torno al objeto que la imagen del cuerpo, lo que envuelve al objeto, se
constituye. Lacan no tacha las flores, como hace el analista moderno, no ataca
el narcisismo, no le dice al paciente: “Bueno, todo no se puede”, que es una
intervención muy común y apunta a que el paciente se haga responsable. El
que cae, es el analista.

Esto, el analista lo paga con tener que representar la caída de un discurso, luego
de haber permito al sentido abrazarse en torno a la caída a la que se aboca. 29

El analista tiene que constituir un lugar y es el lugar que habilita el


entredicho. Pero ese lugar que habita el analista, para que haya final de
análisis, es el que tiene que representar al resto de lo imposible de decir del no
hay relación sexual. Porque si no hay relación en ninguno de los términos de
un enunciado, eso solamente se establece cuando hay entredicho entre al
menos dos instancias enunciativas: es una idea muy sencilla, hay que
entenderla paso a paso. ¿Dónde puede aparecer la cura y el final de análisis?
En el campo donde se establezca el entredicho. El entredicho que se establece
entre la parte del discurso del paciente. “¡Qué raro! El otro día dijo celeste y hoy
dijo azul”. Hace falta incluir todas las redes y se hace incluyendo la Otra
dimensión. ¿Cuál es la Otra dimensión? El analista, la mamá del paciente, el
papá, etc. La condición de mujer o de hombre del paciente que ustedes
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Ibíd.

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Curso de Posgrado “Desarrollos en torno a la dirección de la cura en psicoanálisis”
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Clase Nº 4 - 11 de junio de 2004

analicen no va a aparecer jamás si no aparece el Otro. Se trabaja con esta


lógica. No es la única, hay otras formas de concebir la práctica. Pero si
nosotros mantenemos esa práctica, ¿cuál es el efecto mayor? No hay relación
sexual. Tiene que inscribirse ahí el imposible de esa relación.

Comentario: el analista va a atacar la idea de proporción.

A.E.: va a tener que trabajar para sostenerla, para hacerla existir, pero va a
tener que encarnar en ella lo que de ella hay de imposible, que solamente
aparece si se establece la Otra dit-mention pero, además, tiene que encarnar
ahí el resto. Porque si uno hace aparecer la Otra dimensión, puede hacerlo
haciendo creer que hay relación sexual. No hay nada más lindo que tener
analista. Para los que sienten que tienen analista, es decir, que están en
romance, en transferencia positiva, todo resulta macanudo. Es un momento
esplendoroso. ¿Por qué? Porque se establece la estructura donde se alberga
aquello de lo que se trata pero, al establecerlo, se genera la ilusión de que hay
relación. El analista es el que debe encarnar allí la posición de resto. Si no la
encarnara, no se podría inscribir que no hay relación sexual.
Estoy tratando de establecer la dirección de la cura. En ese sentido, lo que
les voy a proponer es que existe transferencia. Que exista transferencia quiere
decir habilitar la posibilidad de esta nueva dimensión. Y esa posibilidad se
habilita mediante la entrada del Otro. El inconsciente es el discurso del Otro, no
es nada interno de nadie, ni existe en la interioridad. Aunque sea cierto que,
psicológicamente hablando, las personas tengan características: simpático,
cordial, etc. Pero no en un vínculo analítico, psicológicamente hablando. De
hecho, así planteadas las cosas, no hay vínculo analítico posible. El problema
es que todos los desarrollos freudianos, así concebidos, van en contra de esta
vía. Freud consolidó un proceso cultural de Occidente que consistió en generar,
más que nunca, la idea de un exterior. Freud propuso sus partes, propuso su
funcionamiento y hasta diseñó un aparato que, según dijo, no coincidía en nada
con el “adentro” (la anatomía) pero que está adentro. Con lo cual, el

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inconsciente no es nada más que ese entredicho que se puede leer bajo la
lógica del “no hay”. Estamos tratando de concebir cómo es que Eso habla.
Hoy vamos a dejar aquí. En la próxima reunión trabajaremos con “La pizarra
mágica”. Hasta ahora, el recorrido que intenté hacer fue sobre la palabra
hablada. En nuestro próximo encuentro tomaremos la palabra escrita. Vamos a
citar también la “Carta 52” de Freud, la de las inscripciones y retrascripciones.
Haremos hincapié en el rebus y el jeroglífico. De ahí pasaremos a un fuerte
recorrido sobre la palabra escrita, sobre el escrito. Y en tercer lugar, ya que
seguramente el escrito no nos llevará demasiado tiempo porque la base
argumentativa ya está aquí, va a ser sobre la realidad. Vamos a trabajar
realidad psíquica con Freud, usando el microscopio o el telescopio y con Lacan
el modelo óptico del Seminario 1, el Seminario 10 y el escrito “Observación
sobre el informe de Daniel Lagache”.-

Edición y versión final a cargo de Mariana Gomila.

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