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APRENDIZAJE
El aprendizaje ocurre sólo cuando existe amplitud de espacio. El niño tiene ese espacio,
esa inocencia. La belleza del niño consiste en que funciona desde ese estado de no saber...
y ése es el secreto fundamental del aprendizaje: funcionar desde el estado de no saber.
Contempla, mira, observa, pero nunca establezcas una conclusión. Si ya has arribado a
alguna conclusión, el aprendizaje se detiene. Si ya sabes, ¿qué más vas a aprender? Nunca
funciones desde la respuesta ya lista que te han entregado las Escrituras, las
universidades, los profesores, padres, o quizás tu propia experiencia. Todo lo que has
aprendido debe ser eliminado en favor del aprendizaje. Y entonces seguirás creciendo,
entonces no habrá fin para el crecimiento. Entonces, una persona sigue siendo como un
niño: inocente, lleno de asombro y admiración hasta el final. Sigue aprendiendo, aún en el
momento de su muerte. Aprende acerca de la vida, aprende acerca de la muerte. Y la
persona que ha aprendido la vida y aprendido la muerte trasciende a ambas: se moviliza
hacia lo trascendental.
1
Pregunta extractada de la serie The Guest: fue respondida el 10 de Mayo de 1979 en Poona, India.
2
Si eres Hindú y le has enseñado al loro Hare Krishna, Hare Rama, él lo repetirá; y,
escuchando al loro, tú creerás que hay un significado. Ese significado se encuentra en tu
interior, no en el loro. El loro simplemente repite, sin saber de qué se trata. Es sólo un
gesto mecánico.
Es una verdadera desgracia que gran parte de lo que llamamos nuestro aprendizaje caiga
en esta primera categoría: aprendizaje cero. Todo nuestro sistema educativo se halla
enraizado en el aprendizaje cero: sólo enseñamos a los niños a repetir. Mientras mejor
repitan ciertas cosas, más inteligentes se les considera. No les enseñamos a descubrir, no
les enseñamos a ser originales, no les enseñamos a inventar. Simplemente les enseñamos
a repetir; y si pueden repetir bien, aprueban un examen tras otro.
Esto produce una Humanidad muy mecánica. La gente vive como robots. Son sólo
máquinas, pues casi el 90 % de lo que saben pertenece a esta categoría: aprendizaje cero.
Han aprendido mucho; y, sin embargo, no han aprendido nada.
Cúidense de este primer nivel del aprendizaje: evítenlo. Y si son padres, ayuden a sus
hijos a no ser repetitivos, sino originales. A veces es mejor estar errado y ser original que
estar en lo correcto y ser repetitivo, pues lo original te dará inteligencia. Lo repetitivo, aún
cuando fuera correcto, no te dará inteligencia. ¿Y qué tipo de aprendizaje es éste, si no
produce inteligencia?
de pérdida. Puedes mirar a cualquiera a los ojos y lo verás: todo el mundo siente que está
perdiendo algo.
¿Qué te estás perdiendo? Te estás perdiendo la vida misma, porque hay una brecha que te
separa de la vida. La vida te exige ser original, y tu sistema educacional, tu sociedad, tu
cultura, te exigen ser repetitivo. Tu cultura está más interesada en la eficiencia que en la
inteligencia, de modo que te vuelves más eficiente. Tienes respuestas ya listas para todo.
Tu mente no es otra cosa que un sistema de archivo; tu mente funciona como un
computador. Aún no has aprendido a funcionar como un ser humano.
En las junglas africanas, los árboles crecen hasta alcanzar gran altura. Deben hacerlo, pues
si son pequeños morirán. Nunca podrán absorber los rayos del sol: les faltará vitamina D.
Deben luchar por crecer más alto, más alto y más alto. Si traes los mismos árboles a la
India, no crecerán tan alto. Dales buena tierra, buen abono, agua, todo; pero no crecerán
tanto. No será necesario: el sol está a su alcance tan fácilmente...¿para qué se molestarían?
El segundo nivel es como los árboles, el primero es como las máquinas; el segundo es
mucho mejor. Desde el segundo comienzas a estar vivo. Nuestros cuerpos funcionan de la
segunda manera: instintivamente. El cuerpo tiene una sabiduría instintiva, pero no es
necesario permanecer limitado a ella; es un nivel muy bajo de aprendizaje. Ser un árbol no
es algo demasiado significativo, no es vida; más bien, equivale a vegetar. Llamo al
segundo nivel de aprendizaje, “aprendizaje uno”, porque el aprendizaje se inicia en el
segundo nivel.
Y llamo al tercer nivel de aprendizaje, “aprendizaje tres”. Con él, comienzas a tener un
poco de consciencia. Comienzas a funcionar como los animales, no como los árboles.
Puedes moverte; los árboles tienen raíces. Tienen un poco de libertad en cuanto a
elevarse, cambiar de dirección, crecer en ciertas direcciones... pero tienen raíces. No tienen
voluntad, no pueden moverse.
El tercer nivel de aprendizaje -esto es, aprendizaje dos- es un poco consciente. Ha surgido
algo de inteligencia. Los animales se comportan en forma más inteligente: están
vagamente conscientes de un propósito. Es algo que ocurre con poca claridad. Está entre
la consciencia y la inconsciencia; puedes llamarlo “subconsciente”. Es el comienzo de la
verdadera inteligencia, sólo el comienzo.
Mucha gente se ha quedado con cero aprendizaje; muy pocos avanzan hasta el
aprendizaje uno, una cantidad aún menor avanza hasta el aprendizaje dos.
4
Hace sólo unos pocos días, estuve leyendo la autobiografía de un poeta judío. Inicia su
autobiografía diciendo, “Mi nacimiento fue un accidente. Mi padre viajaba en un tren; el
tren iba atrasado. Llegó en medio de la noche a la estación que era su destino. No había
ningún taxi, todos los taxis ya se habían ido. Estaba nevando”. Hacía tanto frío, estaba tan
oscuro y se sentía tan solo. Buscó a su alrededor a alguien con quien hablar para
encontrar forma de llegar al hotel; o bien, ver si podía arreglárselas para pasar la noche en
la estación.
La dueña del café del lugar estaba a punto de cerrar. Le pidió una taza de café, y la mujer
se la dio. También estaba sola. Y entonces dijo que estaba en un aprieto: no había taxis. Le
gustaría poder llegar a un hotel a dormir, estaba cansado. La mujer dijo, “¿Por qué no
viene conmigo en mi auto? Lo puedo llevar al hotel”. Y se fue en el auto con la mujer, y fue así
como se inició su amistad. Cuando llegaron al hotel, lo encontraron cerrado; y así, la
mujer dijo: “Ven y quédate conmigo”. De modo que se quedó con la mujer, se enamoró
de ella. Después de unos pocos días se casaron, y este poeta nació de allí.
Ahora él dice, “Mi nacimiento fue sólo un accidente. Si el tren no se hubiese atrasado, yo no
habría nacido. Si el tren se hubiese atrasado un poco más -sólo unos minutos- y si la mujer se
hubiese ido, no habría nacido. Si el hotel hubiese estado aún abierto, no estaría en el mundo”.
Es así como la vida corriente transcurre: sólo en forma accidental, sin objetivo definido,
sin dirección definida... sin que una estrella te llame desde la lejanía para ayudarte a ir en
línea recta, y no zigzaguear.
La función de una escuela de misterio -una escuela de misterio tal como ésta- es más
elevada que la función de una universidad. Su función consiste en hacerles conscientes de
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Uno debe tener mucho, mucho cuidado. De otro modo, el buscador se detiene en el
aprendizaje seis, y cree que ha llegado a casa... Y uno siente la presencia de Dios, uno está
tremendamente feliz, como nunca lo ha estado. Uno sabe que la muerte no existe, todo
temor desaparece -¡pero “uno” aún está allí!
6
Un discípulo de un Maestro Zen meditó durante veinte años. Una y otra vez traía sus
experiencias... y el Maestro lo echaba fuera, diciendo: “¡Esto es pura porquería! ¡Vete a
meditar! A menos que regreses con la experiencia de la nada, no vuelvas a mí”.
Y un día ocurrió: la experiencia de la nada ocurrió. Sintió el no-ser, una profunda nada,
nadie en su interior. estaba tremendamente feliz. Fue corriendo donde el Maestro, cayó a
sus pies y dijo: “Ha ocurrido: ¡he visto la nada!”.
El Maestro dijo, “¡Sal! ¡Sal inmediatamente! Pues si tú has visto la nada, eso significa que
estás aún presente. Esto no es verdadera nada: algo de ti aún tiene raíces. Sólo ven
cuando no haya nadie, ni siquiera para decir que ‘He conocido la nada’”.
Y entonces pasaron los años, y el discípulo no apareció. Entonces, un día, el Maestro tuvo
que ir en busca del discípulo, y lo halló estaba sentado debajo de un árbol, tocando la
flauta. El Maestro se acercó; el discípulo siguió tocando la flauta, como si nadie hubiese
llegado. El Maestro lo bendijo y exclamó, “¡Ahora ha ocurrido! Ahora estás totalmente
despreocupado. Ahora no pretendes nada para ti. Ahora todo se ha vuelto tan natural que ya no
hay idea de ‘yo’”.
Estos son los ocho niveles del aprendizaje. Avancen desde el cero aprendizaje hasta el
aprendizaje cero, y el círculo se habrá completado. La gente está atrapada en el primero,
el cero aprendizaje, y deben ser liberados de esa jaula. Y lo supremo es el aprendizaje
cero. Por tanto, Buda llamaba a lo supremo, shunya: cero.