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Linfocitos T citotóxicos
La respuesta citotóxicas está implicada esencialmente en la destrucción de las
células infectadas por virus y de células tumorales, pero también juega papel
importante en el rechazo de trasplantes. En la respuesta contra las células
infectadas por virus, los linfocitos CD8 deben reconocer tanto a los antígenos
víricos como a las moléculas de clase I en la superficie de las células infectadas.
Para destruir la célula infectada, la célula T citotóxicas también debe ser
estimulada por citocinas producidas por una célula T auxiliar que secretan
citosinas como la IL2 que estimula las células T citotóxicas especificas contra el
virus para que se multipliquen en células citotóxicas clonales activadas. Las
perforinas forman un canal a través de la membrana, se pierde el contenido de la
célula y esta muere junto con las granzimas que degradan las proteínas de la
membrana celular y que a su vez activan las caspasas que inician la apoptosis
provocando la muerte celular.
Linfocitos T cooperadores
Los linfocitos T CD4 en general se denominan células “helper”, o cooperadoras ya
que su función es ayudar a otros tipos de células a cumplir con sus funciones. Los
linfocitos cooperadores pueden reconocer un antígeno expresado en la superficie
de un macrófago y activarlo, lo que aumenta la eficacia tanto de la fagocitosis
como para la presentación del antígeno. Estas células colaboran con los linfocitos
B en su proceso de diferenciación hacia células plasmáticas y la producción de
anticuerpos, también ayudan a las células T CD8 y NK para potenciar su
capacidad citotóxica, y a las células fagociticas para que se conviertan en células
más eficientes al momento de destruir los microrganismos fagocitados.
Linfocitos T de Memoria
Las células T de memoria, proporcionan a nuestra defensa la capacidad de
responder rápidamente y de forma contundente durante muchos años tras una
exposición inicial a un antígeno o a una sustancia extraña; esta respuesta de
memoria se debe a varias características del sistema inmune.
Las células NK tienen un papel esencial en la defensa innata del hospedero, estas
células están especializadas en la destrucción de las células infectadas por virus y
de células tumorales mediante la secreción de citotoxinas (perforinas y granzimas)
similares a las que secreta la célula T citotóxica y mediante la apoptosis mediada
por la interacción Fas-FasL. Aproximadamente entre el 5 y 10% de los linfocitos
periféricos son NK; se le denominan células asesinas naturales ya que son
activadas sin la necesidad de ser expuestas al virus, su capacidad no está
potenciada por la exposición y no son específicas contra ningún virus en concreto.
Estas células pueden destruir sin la participación de los anticuerpos, pero los
anticuerpos IgG potencian su efectividad (citotoxicidad celular dependiente de
anticuerpos). Son linfocitos que presentan marcadores de células T, pero no
necesitan pasar al Timo para madurar, no poseen memoria inmunológica y a
diferencia de las células T citotóxicas no tienen TCR, además para destruir otras
células no necesitan reconocer proteínas del MHC. Las células NK poseen tienen
receptores que detectan la presencia de proteínas del MHC de clase I en la
superficie celular, así como la presencia de células cancerígenas reconociendo
una proteína denominada MICA que se encuentra en la superficie de muchas
células cancerígenas pero no de las sanas desencadenando la producción de
citocinas por parte de la NK y la destrucción de la célula tumoral.
Linfocitos B
Médula ósea
Progenitor de
célula B1
Las células B inmaduras pasan entonces por un proceso de selección negativa que elimina a
las células que expresen BCR autorreactivos antes de que abandonen la médula ósea en
forma de células B de transición tipo 1 (T1) de vida corta. De este modo, las células B pasan
por fases de selección antígeno-dependiente e –independiente, finamente regulados a través
de procesos de señalización. Las células B T1 migran hacia los folículos de células B del
bazo o a los centros germinales del cortex de los nódulos linfáticos, antes de diferenciarse a
células B T2 no circulantes. Se ha propuesto también la existencia de un tipo de célula B T3
que podría seguir al estadio T2.
Después de pasar por los distintos estadios de transición, las células B se convierten en
células foliculares maduras de vida larga y células B de la zona marginal (MZ) en el bazo o
células corticales en los nódulos linfáticos.
Las células B se localizan, además de en los nódulos linfáticos, en algunos tejidos linfoides
secundarios, como las placas de Peyer del intestino delgado. Aquí, las células B productoras
de IgA se encuentran en las regiones adyacentes de la cúpula, próximas a las células M,
cuya función es capturar antígeno del lumen intestinal hacia su base, permitiendo la
posterior presentación del antígeno a los linfocitos. Además de los linfocitos B2, los ratones
cuentan con un tercer grupo de células B conocido como B1, localizadas en la cavidad
peritoneal o en la periferia, con capacidad para migrar a los sitios de inflamación. Si bien no
se conoce con exactitud su función, podrían tener una posible capacidad de diferenciación
hacia un fenotipo de fagocito mononuclear.
Células B reguladoras
Los linfocitos B juegan un papel importante en la inducción de células T CD4+, no así en las
CD8+. La magnitud de la respuesta de células T CD4+ es menor tras la administración de un
patógeno en aquellos ratones que son deficientes, o que no presentan células B. Pero estos
linfocitos también podrían ser capaces de influir negativamente sobre las respuestas
inmunitarias de tipo T, lo que ha llevado a pensar en la existencia de células B reguladoras
(Breg). Las células B productoras de interleucina-10 con una función supresora se
denominan B10. Éstas reducen la severidad de ciertas patologías en modelos animales,
como por ejemplo durante la encefalitis autoinmune experimental (EAE), un modelo animal
que asemeja la esclerosis múltiple en humanos, donde la secreción de IL-10 permite
disminuir la actividad de las células T en el sistema nervioso central. Otras células Breg, con
capacidad para secretar Factor transformante β (TGFβ) han sido identificadas en otros
modelos animales de autoinmunidad, cáncer e infección, lo que apoya el concepto de la
existencia de estas células, que podrían tener un importante papel en el mantenimiento de la
tolerancia periférica.
Células B reguladoras
Los linfocitos B juegan un papel importante en la inducción de células T CD4+, no así en las
CD8+. La magnitud de la respuesta de células T CD4+ es menor tras la administración de
un patógeno en aquellos ratones que son deficientes, o que no presentan células B. Pero
estos linfocitos también podrían ser capaces de influir negativamente sobre las respuestas
inmunitarias de tipo T, lo que ha llevado a pensar en la existencia de células B reguladoras
(Breg). Las células B productoras de interleucina-10 con una función supresora se
denominan B10. Éstas reducen la severidad de ciertas patologías en modelos animales,
como por ejemplo durante la encefalitis autoinmune experimental (EAE), un modelo animal
que asemeja la esclerosis múltiple en humanos, donde la secreción de IL-10 permite
disminuir la actividad de las células T en el sistema nervioso central. Otras células Breg, con
capacidad para secretar Factor transformante β (TGFβ) han sido identificadas en otros
modelos animales de autoinmunidad, cáncer e infección, lo que apoya el concepto de la
existencia de estas células, que podrían tener un importante papel en el mantenimiento de
la tolerancia periférica.