Vous êtes sur la page 1sur 4

Arquitecto José Efrén Zavala Rivera,

precursor de la Microescultura

Objetivo
El objetivo principal del Arquitecto es el de poder revivir el valor del asombro,
que por alguna razón se ha perdido ante el conformismo e indiferencia de la humanidad;
tal vez por la inercia del desarrollo que nos rebasa con su tecnología, dándonos
información inmediata y desmedida de hechos de violencia cotidianos, que nos llegamos
acostumbrar, a tal grado que ya no nos sorprendemos.
Resulta un poco difícil de creer que, con nuestra gran capacidad de observar, no
tengamos tiempo para dedicarle unos momentos a nuestros sentidos, escuchar música,
observar un atardecer, leer un buen libro, ver la transformación del paisaje, la grandeza
del mar, amar… Muchas de las mejores cosas que existen en el mundo, no nos cuestan
nada.
Orígenes
José Efrén Zavala Rivera, vino al mudo en el año de 1942. La ciudad en donde
nació ahora forma parte del estado de Jalisco. Su familia es de artistas y artesanos: su
mamá era modista, pariente del muralista Mario Orozco Rivera (padre de Gabriel
Orozco), del pintor Raúl Anguiano, del escritor Juan Rulfo; su papá, doctor dedicado a
su profesión y, en sus ratos de ocio, a la microescultura y a la pintura, es pariente de
artesanos de la capital, que modelan con arte el barro. El hecho de estar rodeado de
personas modestas y creativas contribuyó, sin duda, a que en él se despertara el deseo de
crear.
Desde pequeño, José Efrén dio pruebas de ser muy ingenioso y tener habilidades
para la creatividad. A los 8 años les realizaba los trabajos de dibujo de fin de curso a las
maestras de su escuela, con los que adornaban las aulas donde se impartían las clases y
se exhibían los trabajos manuales elaborados en el año. Con su primer sueldo se compró
una caja de colores para dibujar un friso que representaba las estrofas del himno nacional
para adornar la dirección de su escuela.
José Efrén colecciona todo tipo de objetos y con ellos realiza sus inventos, es un
conservador nato de la naturaleza, y odia el desperdicio. Ha vivido en lugares en donde
los recursos naturales son escasos y el sacrificio para obtenerlos demasiado costoso, por
lo que siempre, desde chico, aprendió que las cosas aun en abundancia deben de ser
aprovechadas al máximo.
Cuando José Efrén creció, quiso ser Arquitecto, por lo que buscó los medios que
le permitieran lograr sus metas, obteniendo así el Titulo Profesional de Arquitectura en el
año de 1972, carrera que, sin duda, vino a complementar sus aptitudes para desarrollar
aún más su creatividad. Durante su carrera obtuvo el diploma que otorgó la Asociación
de Escuelas y Facultades de Arquitectura de la República Mexicana al mejor trabajo, el
cual fue presentado en la Exposición de la V Muestra de dicha asociación.

Microescultura
El 20 de noviembre de 1980, recibió en la ciudad de Guanajuato el premio Bienal
de Arquitectura, en reconocimiento a su relevante labor profesional, distinción otorgada
por la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana. Participó en la
X Bienal Plástica de Baja California y la primera Bienal “Juguete Arte Objeto”, en la
Ciudad de México, D.F. Fue nominado para recibir el premio de Ciencia y Arte de 1998.
No fue hasta el año de 1995 cuando comenzó a sorprendernos con su
microescultura. Es difícil creer que este señor pueda sólo con sus manos y modestos
utensilios crear obras que a los ojos de muchos de nosotros pueda despertar el asombro
al mostrar que en cualquier material, por simple que parezca, puede lograr lo increíble, lo
mágico, lo inesperado, todo lo que pueda parecernos imposible; él, con sólo su
imaginación y unos cuantos trozos de lo que encuentra a su alrededor, lo convierte
ingeniosamente en la magia del juego, despertándonos con su arte a ese niño interno que
solíamos tener cuando embelesados en la imaginación escuchábamos las maravillas de
una narración llena de hadas, de magos y de príncipes. Igualmente él nos conduce a una
realidad imaginaria que nos hace pasar horas y horas inmersas en su micro universo.
Y es que José Efrén Zavala Rivera, siempre ha pensado que el arte no tiene por
qué ser ostentoso ni aburrido. Podría ser algo tan común, como el convertir una pieza de
gis, un pedazo de cartón o un trozo de madera, en un juego divertido y gracioso y, por
qué no, en una obra de arte, y así es como nos lo ha demostrado.
Guarda cualquier cantidad de diversas cosas, que usa como material, en cajas o
empaques de diferentes tipos, que estos mismos en algún momento los puede utilizar, por
ejemplo, en un cajón sobrante de un guardarropa elaboró un increíble castillo tétrico a
quien él lo llama “El Castillo encantado”, una de sus obras en la cual no sólo muestra su
capacidad técnica en el dominio de las dimensiones, la proporción, la escala, la escultura
y la pintura, si no que también nos demuestra sus bastos conocimientos en la física,
haciendo alarde de la óptica, la iluminación, la electricidad y la mecánica, hábilmente
aplicadas al arte y, sobre todo, ese poder ingenioso de aprovechar adecuadamente los
recursos que lo rodean.

Suerte, tenacidad y persistencia


No sólo observamos su versatilidad en el uso de técnicas y materiales, sino que
ésta también esté presente en la vastedad de sus temas; bosques, paisajes, desiertos, flora,
fauna, cerámica, artesanía, joyería, arquitectura, ingeniería, etc. Como una enciclopedia
gráfica, no le hemos encontrado limites.
La obra que ha realizado José Efrén Zavala es única, auténtica y original, difícil
de reproducir o repetir, mucho menos los conjuntos, resultado circunstancial que se dan,
como él lo menciona, de la participación que juega la suerte, la tenacidad y la
persistencia, para poder encontrar, pieza por pieza, a satisfacción de la forma y se ajuste
para lograr ensamblar como un rompecabezas, las pequeñas partes que formarán las
células del cuerpo total de la obra.
Sus obras, que resultan sumamente difícil de describir, como bien ya lo dijo el poeta
Carlos Mongar: " Las microesculturas de José Efrén Zavala Rivera, son como los
mundos nuevos, tienen que ser vividos, antes que explicados ", solo al vivir la obra
entendí correctamente el significado de tan elocuente expresión del poeta. Necesitamos
ver para cree.

Intentaré ser lo mas claro y preciso en esta difícil y complicada tarea de explicar a
grandes rasgos, la grandeza representada en la pequeñez del trabajo extenuánte de Zavala,
tratando de separar mis emociones, analizar mis pensamientos y asimilar el asombro que
aun conservo después de haber visto lo que vi, para no distraerme, y concentrarme en una
fiel descripción, porque tengo el temor de quedarme corto o aparentar exagerada mi
explicación.

Comenzaré por describir la parte que utilizó de base: sobre un cajón de madera,
pintado de color negro, seguramente rescatado de algún tiradero de basura, como un dado
rectangular de 40 cms. x 40 cms. en sus lados y 30 cms. de altura, surge espectacular una
pequeña montaña y sobre la cúspide se erige un castillo siniestro de formas obscuras y
torres cilíndricas, enlamadas y cenizas, con un ambiente húmedo provocado por el
colorido y el diseño exacto que logró el artista dándole un sabor a hechizo, que al encender
un interruptor, se iluminan pequeñas ventanitas de color azul violeta, convirtiendo la
escena en un encanto y al escudriñar la obra se da uno cuenta de los mil y un detalles que
se encuentran bien logrados en tan pequeñas dimensiones, identificando con claridad las
texturas de las rocas acantiladas, la flora espectral de árboles y arbustos casi secos que
armonizan con el paisaje ensombrecido, ambientando la escenografía dando aun más
apoyo al aspecto fúnebre. En la cima se localiza el cuerpo principal del castillo, con sus
canteras oxidadas y erosionadas por la humedad, acusando la frialdad del tiempo y lo
inhóspito del lugar. La sorpresa no se hace esperar, al darnos cuenta que ésta figura fue
elaborada con un empaque de plástico que protegía a una bombilla eléctrica, que la
acondicionó de tal forma que sirviera como el cuerpo principal del edificio. Pasamos de
un estado de asombro a otro. Luego de descubrir que las torres son tubos de ensayo de
vidrio recubiertos con yeso derramado sobre los mismos y tallados posteriormente, con
una insignificante aguja para darles forma y textura, calando con habilidad pequeñas
ventanillas que aparentan ser reales y translúcidas permitiendo ver la iluminación
artificial del edificio. Sucede que en cualquier centímetro, en cualquier milímetro, por
pequeño que parezca, en cada una de las cinco caras que componen la superficie de la
pieza, si fijamos o concentramos la vista, nos encontraremos con diminutos detalles
inesperados, bajamos la vista sobre la parte frontal y encontramos una abertura que
permite traspasar la mirada entre variados elementos verticales que aparentan ser
composiciones geológicas con formas de estalactitas y estalagmitas, dando marco al
ingreso de una supuesta gruta, mas al fondo surge otra sorpresa, entre penumbra y
sombras va apareciendo parte del sótano del castillo, conforme se va ajustando el enfoque
de nuestros ojos y acostumbrando nuestra retina a la intensidad de la iluminación, nos
damos cuenta de que nos encontramos ante un silencioso y calmado panteón lleno de
criptas, lapidas y monumentos, que se estilan en una traza de caminadores y jardines
sombríos y penumbrosos, otra vez, al encender un contacto eléctrico, más nos sigue
sorprendiendo el artista con su increíble imaginación, ¡ Caramba ! Maravillosamente
asombrados vemos que el panteón se ilumina y como por arte de magia aparecen y
desaparecen entre las tumbas, fantasmas, espectros en forma de esqueletos; unos que
flotan, otros fijos, otros en movimiento, el castillo se convierte en un espectáculo
inesperado, persistiendo nuestro asombro al ver elaboradas todas estas formas con cosas
desechadas, al ver a los personajes animados en los cuales se utilizó únicamente
materiales tan modestos y sencillos como el alambre de cobre o los alfileres que cobran
vida aparentemente en esta admirable obra, y que forzosamente nos hacen pensar en el
poder creativo del hombre, no pudiendo menos que estar agradecidos con la vida por la
oportunidad que se nos da, para poder lograr todos nuestros propósitos, por más difíciles
que parezcan pese al sacrificio, al esfuerzo, a la circunstancia o a los pretextos, y si a
todo lo adverso vencemos, podremos luego coronarnos el triunfo mostrando los
resultados, que a la vista de muchos parecerán inauditos, así pienso que es la obra de
Zavala, Inaudita, Increíble, Audaz, Mágica, Única, Minuciosa, Genial, Paciente. Puedo
buscar mas y mas adjetivos que me ayuden a explicar su maravilloso arte, pero también
no quiero parecer exagerando sobre las obras de Zavala, y no quisiera de ninguna manera
se mal interprete o pudiera causarles una falsa impresión que altere la sencillez y modestia
del autor, por lo que quiero corroborar la verdad certera ya que no soy el único testigo de
lo que he visto, su trabajo ha sido observado por miles de personas de todas las esferas
socioculturales, ideológicas y económicas, que tuvieron como yo, la oportunidad y suerte
de conocerlas, habiéndole expresado nuestro agradecimiento, testimonios que me fueron
difícilmente permitidos por el autor, gracias a una labor de convencimiento que tuve que
realizar, para que pese a su modestia, diera la autorización de exhibirlos como lo hacemos
en las ultimas páginas que fue dedicada a los mismos, mencionándolos textual y
gráficamente, como fueron recibidos por el artista de parte de sus admiradores.

Después de esta importante aclaración, continúo señalando y subrayando, la


versatilidad del autor, que forma parte integral de su genialidad, como bien puede él
labrar sobre una pieza de gis, en un trozo de madera, en un pedazo de yeso, en una placa
de plástico, o sobre la punta de un palillo de dientes; así mismo puede utilizar una fibra
de acrílico, un hilo de cobre, un alfiler, una aguja, una bombilla eléctrica, un filamento,
una tarjeta de computadora, un " chip ", o cualquier objeto que en algún momento tubo
una utilidad especifica y concreta. El logra darle una vez mas uso, encontrando belleza
hasta en las cosas mas humildes, como lo menciona el poeta Rael Salvador, colaborador
en la edición del texto dedicado a la microescultura Estatuaria que dice, " Y es que se
necesita grandeza para admirar la pequeñez de estos portentos esculpidos en una
noble y sencilla tiza. El símbolo de la enseñanza, mire usted, sirve para el
advenimiento de la creación. "

Pero no solo vemos su versatilidad en el uso de técnicas y materiales, sino que ésta
también esté presente en la vastedad de sus temas; bosques, paisajes, desiertos, flora,
fauna, cerámica, artesanía, joyería, arquitectura, ingeniería, etc. Como una enciclopedia
gráfica, no le hemos encontrado limites.

La obra que ha realizado José Efrén Zavala es única, auténtica y original, difícil
de reproducir o repetir, mucho menos los conjuntos, resultado circunstancial que se dan,
como él lo menciona, de la participación que juega la suerte, la tenacidad y la
persistencia, para poder encontrar, pieza por pieza, a satisfacción de la forma y se ajuste
para lograr ensamblar como un rompecabezas, las pequeñas partes que formarán las
células del cuerpo total de la obra.

Vous aimerez peut-être aussi