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Participación de los votantes.

Octavio Islas Carmona.

“En un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”


George Orwel.

El texto comprende tres apartados: 1.- Profundo desencanto; 2.- Marketing emocional; 3.-
Tecnología y participación ciudadana. En el primer apartado reparo en el pronunciado
desprestigio del imaginario político. En el segundo apartado denunció la renovada apuesta
por la manipulación ciudadana que subyace en el marketing emocional. Por último, en el
tercer apartado afirmo que Internet ha transformado la política. A pesar del profundo
desencanto que experimenta la ciudadanía, está dispuesta a participar en política, y hoy
dispone de los medios y plataformas idóneas para hacerlo. Solo demanda causas que
efectivamente despierten legítimas esperanzas o que respondan a la expectativa de
permitirle participar en algo “sublime”.

1. Profundo desencanto.

Hoy la política es sinónimo de profundo desencanto. En no pocas naciones, la clase política


enfrenta agudas crisis de legitimidad y representación. Los políticos producen
desconfianza, no tienen credibilidad ni aceptación. La mayoría de los ciudadanos
sencillamente no se sienten representados ni por los candidatos a puestos de elección
ciudadana, ni por el sistema de partidos políticos. La inmensa mayoría de campañas a
puestos de elección ciudadana se desarrolla en territorios de indiferencia e incertidumbre,
convirtiéndose en ocioso divertimento de pequeñas minorías. Los discursos sustentados en
el eje de la autoreferencialidad, la cual comprende un conocido repertorio de evocaciones
nostálgicas sobre un pasado épico y glorioso, el orgullo del origen, los compromisos
vertidos hacia un futuro prometedor, y un largo y aburrido etcétera, ya no producen
emociones confiables en el electorado. Los organismos de control (gobierno, policía,
ejército, iglesias, escuelas, programas de entretenimiento, medios de comunicación, etc.)
continúan promoviendo una especie de pasividad dirigida sobre la ciudadanía (Chomsky).
Los poderes fácticos temen que los ciudadanos puedan emanciparse del confortable control,
y efectivamente decidan involucrarse en el análisis y la discusión de los asuntos públicos –
variable que en buena medida expresa la calidad de una democracia-. No pocos de los
rituales del poder resultan anacrónicos y sólo contribuyen a fermentar la desconfianza que
prevalece en la mayor parte de los ciudadanos. Pareciera como si la clase política hubiese
envejecido mientras los electores se han modernizado. Ello sin duda alguna ha introducido
una nueva tensión histórica: ciudadanos modernos frente a candidatos y partidos políticos
anquilosados, renuentes a renovarse.

En los países menos desarrollados, como es el caso de México, prevalece una perversa
relación clientelar y asistencialista entre los candidatos, los partidos políticos y el
electorado. En tiempos de elecciones, los candidatos a puestos de elección ciudadana
condicionan o compran el voto de los electores más pobres. Los candidatos-proveedores
representan la efímera esperanza de los electores más necesitados. El sufragio es carta de
cambio. Una práctica recurrente es el acarreo de ciudadanos destinados a formar parte de la
obligada escenografía electoral que demandan los candidatos al incursionar en las plazas
públicas. A ello se limita toda la participación política de los más necesitados, además, por
supuesto, de emitir su voto el día de las elecciones. La agenda pendiente para la renovación
de la calidad de vida democrática de la ciudadanía es amplia. Un principio de cambio
cualitativo radica en afirmar la importancia de la efectiva participación ciudadana.

2. Marketing emocional: la manipulación de las emociones.

Primero la inteligencia emocional afirmó su territorio: las emociones afectan nuestra forma
de percibir y comprender el mundo. Así, el nuevo marketing político asumió el reto y la
posibilidad de gestionar emociones, asegurando la calculada manipulación de los
sentimientos del electorado. Los estrategas en marketing político centrado en las emociones
además advirtieron la importancia de la comunicación no verbal. Los hallazgos de Edward
T. Hall sobre el poderoso lenguaje silencioso fueron recuperadas para propósitos del
pragmatismo electoral. 1 “Emocionarse y emocionar. Esa es la clave”, destaca Gutiérrez-
Rubí (2009: 13). El marketing emocional convierte a los candidatos en marcas, las cuales

1
Considerado como uno de los padres de la programación neurolingüística.
son objeto de un cuidadoso brand sense. Éste supone la posibilidad de construir marcas a
partir de la integración de los cinco sentidos fundamentales. Si es posible tender puentes
sensoriales entre clientes y productos –razonan los expertos en marketing emocional-,
también es posible tender puentes emocionales entre electores, candidatos y partidos, pues
los electores son clientes, y los candidatos y partidos son productos. En la receta, los
candidatos a puestos de elección ciudadana son posicionados como “líderes proactivos”.
Con esa fórmula el candidato-producto ingresa al mercado electoral. Inclusive en algunas
ocasiones resulta ventajoso prescindir del partido político. El pasado de los partidos suele
resultar desfavorable. De ese modo, toda asociación con el partido postulante es erradicada.
Las ideas estorban.

A finales del siglo XIX, Gustave Le Bon2 advertía que determinadas emociones producen
sensaciones de contagio irracional en las masas. Para Le Bon, las masas eran naturalmente
estúpidas. En 2002 Howard Rheingold advirtió que las tecnologías de información han
contribuido a acelerar la circulación de información de interés público, favoreciendo el
empoderamiento de la ciudadanía. La Sociedad de la Información y el Conocimiento
sencillamente introdujo electores mejor informados y multitudes inteligentes.

3.- Tecnología y participación ciudadana.

En años recientes, el formidable desarrollo de Internet y la economía basada en el


conocimiento y los servicios, repercutió también en el ámbito de la política, transformando
radicalmente las campañas a puestos de elección ciudadana. Como atinadamente destaca
Diego Beas:
“Actualmente nos encontramos en un proceso de purga, liberándonos del
cinismo y la superficialidad de la era de la televisión y preparándonos para la
discusión de ideas y las propuestas que caracterizará a la era de la política en
Internet” (2010, pág. 65).

El parteaguas histórico fue establecido por las elecciones presidenciales en Estados Unidos,
en 2008. En su campaña en pos de la presidencia, Barack Obama decidió posicionarse
como el Chief Technology Officer de la Unión Americana. Además, en las referidas

2
Considerado como uno de los fundadores de la psicología social.
elecciones, las condiciones resultaron propicias para que los ciudadanos participaran
activamente en el desarrollo de las campañas. Tal situación favoreció una positiva sinergia.
Los resultados, genuina expresión de la inteligencia colectiva, desbordaron las expectativas
de los equipos de campaña de los candidatos. La elección de 2004, concluye atinadamente
Beas: “marco el inicio de la era de la televisión como centro del diálogo político y abrió las
puertas a un nuevo modelo de participación ciudadana” (2010, pág. 65).

Desafortunadamente pocos candidatos a puestos de elección ciudadana han comprendido la


lección. Incorporar nuevos medios sociales al repertorio de canales de comunicación con la
ciudadanía es desperdiciar recursos en campaña, si el manejo de ésta es unidireccional. Lo
fundamental es poder involucrar efectivamente a la ciudadanía en el desarrollo de las
campañas, y ello hoy es posible hacerlo a través de las redes sociales. La participación
inclusive implica reconocer y estimular la facultad de la ciudadanía en la toma de
decisiones en el desarrollo de la campaña. En lo sucesivo, los candidatos a puestos de
elección ciudadana deben reconocer al electorado como una inteligencia colectiva capaz de
cooperar, coordinar y generar conocimiento.

Internet se ha erigido en indispensable fuente de información. La opinión pública se ha


extendido al ciberespacio, territorio definitivamente extraño para los candidatos a puestos
de elección ciudadana, como para los partidos políticos, los cuales no precisamente se
desenvuelven en ese espacio con naturalidad. La ciudadanía –principalmente los jóvenes-
desea participar en la transgresión y trascendencia de los límites impuestos. Dispone de los
medios idóneos para hacerlo. Y puede participar desde el ciberespacio e inclusive asistir a
actos públicos. Solo demanda causas que despierten legítimas esperanzas o que respondan a
la expectativa de poder participar en algo “sublime”.

Conclusión.

Los movimientos sociales tradicionales no generan participación porque en ellos no se


valora la importancia crucial que tiene la identidad sobre la cual se realiza la convocatoria.
Los nuevos medios y plataformas digitales han propiciado la aparición de un nuevo tipo de
individualidad emergente. El panorama es adverso para quienes no han comprendido el
significado de los cambios. Las instituciones –destacan Galindo y González- “han perdido
su capacidad de generar participación e involucramiento social; los movimientos sociales
organizados (campañas políticas, sindicales, gremiales) sólo cautivan a una fracción de sus
públicos metas; los líderes han perdido su poder de convocatoria; salvo excepciones, los
medios e comunicación son incapaces de establecer agendas de discusión política”.

La imaginación comprometida es posible. Las redes sociales resultan una herramienta


indispensable en la reingeniería social. El éxito de las nuevas campañas a puestos de
elección ciudadana dependerá del efectivo involucramiento y la participación de la
ciudadanía.

Fuentes de información.

Barsamian, D. (1997). Secretos, mentiras y democracia. Noam Chomsky. México: Siglo


XXI.

Bauman, Z. (2002). La sociedad sitiada. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Beas, D. (2010). La reinvención de la política. Internet y la nueva esfera pública. México:


Planeta.

Castells, M. (2012). Comunicación y poder. México: Siglo Veintiuno Editores.

Castells, M. ( 2012). Redes de indignación y esperanza. España: Alianza Editorial.

De Pablos, J.M. (2001). La Red es nuestra. España: Paidós.

Duró, R. (2005). Política de la ilusión. Buenos Aires: Ediciones del Signo.

Galindo, J., y González, J. (2013) #Yo Soy 132. La primera erupción visible. México:
Global Talent University Press.

Gilmore, D. (2006). We the media. Grassroots journalism by the people, for the people.
USA: O´Reilly Media.

Gutiérrez Rubí, A. (2009). Micropolìtica. Ideas para cambiar la comunicación política.


España.

Hall, E. (1989). El lenguaje silencioso. España. Alianza.


Le Bon, Gustave (2000). Psicología de las masas. Madrid: Morata.

Martel, F. (2011). Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas. México:
Taurus.

Paz, Marco A. (2009). Política 2.0 La reinvención ciudadana de la política. México:


CONACYT-INFOTEC.

Rheingold, H. (2002). Multitudes inteligentes. La próxima revolución social. Barcelona:


Gedisa.

Strate, L., et al (Ed.). (2003). Communication and Cyberspace. New Jersey: Hampton
Press.

Surowiecki. J. (2005). The wisdom of crowds. New York: Anchor Books.

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