Vous êtes sur la page 1sur 9

MAQUIAVELO Y LA REPÚBLICA

Alexander Ávila Martínez

A manera de Introducción

El primer capítulo del Príncipe, genera un contexto que se considera fundamental para la
comprensión de la política maquiaveliana, ¿fue el autor florentino un defensor de la
monarquía o de la república? Maquiavelo lo escribe así: “Todos los estados, todos los
gobiernos que han regido y rigen la vida de los hombres, han sido y son repúblicas o
principados” (2007, p. 37). Bajo esta consideración se han desarrollado distintas posiciones
en la historia de la teoría política que ven en Maquiavelo a un defensor de la monarquía y,
otra que considera, que el propósito de Maquiavelo fue defender con total claridad la
república como forma de poder político. La hipótesis que pretende sostener el presente
texto, es que Maquiavelo es una autor que defiende a la república, otorgándole como su
característica principal un gobierno mixto, en el cual las diversas partes, a partir del
antagonismo conviven y generan la sociedad civil.

1. La comprensión de la política en la antigüedad y el medioevo

1.1 La política en la antigüedad

Una comprensión de la filosofía política de Maquiavelo y su pretensión de república


requiere una revisión de la forma en que se entendió la política en la antigüedad y en el
medioevo, pues lo que genera Maquiavelo para la modernidad, es una ruptura con la visión
de la política que propone una unión entre ésta y la ética para la consecución del bien
común. A propósito de la conexión entre la ética y la política, es Aristóteles (384/3-322 a.
C) quien la propone. Al respecto escribe en la Política: “[…] es evidente que no puede ser
una sola la virtud del ciudadano, la perfecta; sino que el hombre de bien decimos que lo es
de acuerdo con una sola virtud, la perfecta” (2004, p. 210). Lo que puede notarse en la cita
anterior es la pretensión aristotélica de conectar la ética con la política, esta unión le
permite a la teoría política de Aristóteles responder a los problemas de la ciudad ya que es
ésta el lugar en el que se desarrolla el bien y el mal moral. Sumado a lo anterior unir ética y
política permite la consecución del bien común, elemento fundamental de la propuesta
política de Aristóteles, que formulada desde una clave antropológica, propone al hombre
como un animal político, que requiere vivir y convivir con otros en una comunidad política
y social. Aristóteles lo escribe así:

Ya que vemos que cualquier ciudad es una cierta comunidad, también que toda
comunidad está constituida con miras a algún bien (por algo, pues, que les parece
bueno obran todos en todos los actos). Así que todas las comunidades pretenden
como fin algún bien; pero sobre todo pretende el bien que es superior y comprende a
los demás. Ésta es la que llamamos ciudad y comunidad cívica (2004, p. 111).

El bien es la pretensión de toda comunidad cívica y para Aristóteles, el bien que es superior
es el que le permite a los individuos comprender a los demás y conseguir el bienestar
comunitario, el bien en ese orden de ideas, es un bien común y la política debe enseñarles a
los seres humanos y a los ciudadanos a buscarlo. Rodríguez en La democracia ateniense, al
revisar la incidencia del bien común en la concepción de ciudad estipula: “[…] la ciudad
funciona como una unidad por la cual cada individuo está vitalmente interesado, aceptando
su lugar en el orden existente” (1975, p. 109). La política en este contexto que propone
Aristóteles le exige a cada individuo interesarse vitalmente en la construcción de la
comunidad, convirtiéndose la política en una búsqueda incesante del bien común.

1.2 La política en el medioevo

La comprensión de la política como bien común tuvo una nueva interpretación con el
advenimiento del medioevo. El filósofo ecléctico romano Boecio (484-524/525), intentando
conciliar dentro del marco de la vida y el pensamiento cristiano al platonismo con el
aristotelismo, genera una definición de persona que influirá la manera en que muchos

2
pensadores medievales entendieron la política. La definición se encuentra en el tercer
capítulo de su libro Sobre la persona y las dos naturalezas, allí escribe: “Persona est nature
racionalis individua substantia” (1979, p. 557). Al indicar Boecio que la persona es una
substancia individual de naturaleza racional, abre dos posibilidades de comprensión. La
primera de ellas se centra en el término substancia, éste corresponde al verbo latino [substo]
cuyo infinitivo es [substare] que significa literalmente [lo que está debajo de]. Substantia es
entonces, lo que está debajo de los accidentes y le sirve de soporte y esencia. En el contexto
medieval la substancia no es otra cosa más que el alma, que le permite al ser humano tener
una naturaleza racional. La segunda posibilidad de comprensión es de tipo jurídico, pues al
poseer la persona una naturaleza individual, le cabe un derecho propio sobre su ser, es
decir, cada persona es dueña de sí misma, siendo deber de las formas de poder y de
regulación proteger la dignidad de dicha propiedad. Con Boecio la política sigue
entendiéndose desde el bien común y les permite a las personas racionalizar el bien
mediante la conexión entre moral y política y, buscar la salvación mediante la religión. Esta
comprensión de la política impactará a la patrística y a la escolástica.

En el caso específico de la patrística es pertinente señalar al Papa Gelasio I con la teoría de


las dos espadas. Hubeñak, en Raíces y desarrollo de la teoría de las dos espadas, muestra
la manera en que el Papa Gelasio I en el contexto del enfrentamiento entre Roma y
Constantinopla, en el año 495 dirigiéndose epistolarmente al emperador Anastasio del
imperio romano de oriente, le indica la primacía del poder eclesiástico sobre el poder civil.
Al respecto Hubeñak señala:

Existen Augusto emperador dos poderes con los cuales se gobierna soberanamente
este mundo: la autoridad (autorictas) sagrada de los pontífices y el poder real
(regalis potestas). Pero el poder de los sacerdotes es más importante porque, en el
juicio final, tendrá que rendir cuentas ante el Divino Juez de los gobernantes de los
hombres. Sabes bien, hijo clementísimo, que aunque por tu dignidad eres el primero
(princeps) de todos los hombres y el emperador del mundo (imperator orbis), debes
agachar la cabeza piadosamente ante los prelados de las cosas divinas; al recibir los
sacramentos divinos esperas de ellos los medios de tu salvación y sabes que en las

3
cosas de la religión debes someterte a su juicio y no querer que ellos se sometan a tu
voluntad. Si para todo aquello que se relaciona con el orden público, los sacerdotes
obedecen tus leyes al admitir que el imperio te ha sido concedido por una
disposición divina, y, con cuánta afección debes obedecerles tú, a ellos, que
comunican los misterios divinos. Y así como a los pontífices les incumbe una
responsabilidad no pequeña si callan algo que convenga al culto divino, así también
les incumbe una responsabilidad no menor si desprecian lo que deben obedecer. Y
así a todos los sacerdotes en general, que administran rectamente los divinos
misterios, conviene que los corazones de los fieles le estén sometidos, ¿cuánto más
se debe prestar obediencia a la cabeza de la sede apostólica a quien la misma
divinidad quiso que todos los sacerdotes le estuvieran sometidos, y la piedad de toda
la Iglesia siempre ha honrado como tal? [...] Sostenidos en tales instituciones y en
tales autoridades, los papas excomulgaron a reyes y a emperadores (2014, p. 113-
114).

La teoría de las dos espadas se convirtió en una forma de organización del poder político,
en el que el poder eclesiástico representado en el Papa, gobernó junto al poder civil
representado por el emperador, a dicha forma de poder se le denominó “sacro imperio”,
perdurando durante toda la edad media. La unión entre lo divino y lo humano, entre lo
eclesiástico y lo civil generó la idea de un orbe cristiano cuyo principal objetivo era la
obtención del bien común para las vivencias en la tierra y la salvación para el mundo
futuro.

El último elemento que se debe revisar de la visión política del medioevo, tiene que ver con
la notoria influencia del Papa Gregorio VII a partir de las disposiciones de sus Dictatus
papae. Artola en Textos fundamentales para la historia, señala que la principal repercusión
de los Dictatus es mostrar mediante veintisiete tesis la forma en que el orbe cristiano está
sujeto a las indicaciones de la Iglesia y del Papa. Un recorrido sucinto por las tesis permite
identificar la primacía de la Iglesia sobre cualquier otra forma de poder. Las tesis las
recuerda Artola así: “1. Que sólo la Iglesia romana ha sido fundada por Dios. 2. Que por
tanto sólo el pontífice romano tiene derecho a llamarse universal. […]. 9. Que todos los

4
príncipes deben besar los pies sólo al papa” (1978, p. 95). Luego muestra: “22. Que la
Iglesia romana no se ha equivocado y no se equivocará jamás según el testimonio de la
Sagrada Escritura. 23. Que el romano pontífice, ordenado mediante la elección canónica,
está indudablemente santificado por los méritos del bienaventurado Pedro” (1978, p. 95).
Bajo estas indicaciones propuestas en el año 1075, se puede identificar que la única
intermediación entre Dios y los seres humanos es la Iglesia y, que su función es desplegar
el bien común que viene de Dios a los seres humanos influenciando la manera en que éstos
desarrollan sus vivencias y buscan el camino que los conduce a Dios.

Como puede notarse la visión de la política que se desarrolló en la antigüedad y el


medioevo estuvo ligada a la idea de bien común sustentada por Aristóteles y a la manera en
que el bien común se mezcló con elementos como La teoría de las dos espadas y los
Dictatus papae, generando una visión de la política que se viculaba con la moralidad y la
religión a la que evidentemente Maquiavelo se opuso.

2. Nicolás Maquiavelo y una nueva comprensión de la política

La perspectiva política de Maquiavelo (1469-1527), se muestra distinta y opuesta a la de la


antigüedad y el medioevo, pues para Maquiavelo la política no sólo es superior a la moral y
a la religión, sino que es contraria. Ana Martínez en su Introducción a los Discursos sobre
la primera década de Tito Livio, muestra un sueño que ayuda a entender la forma en que el
autor florentino siempre se mostró lejano a los postulados del orbe cristiano:

Pocos días antes de morir, Maquiavelo tuvo un sueño, que comentó con sus amigos.
En él, se tropezaba con una turba descompuesta de harapientos mendigos, y cuando
preguntó quiénes eran, una voz le respondió que eran los bienaventurados del
paraíso, porque estaba escrito que los pobres heredarían el reino de los cielos.
Siguió andando y se encontró con un grupo de caballeros afables, corteses y bien
vestidos, que discutían animadamente de cuestiones políticas. Entre ellos, pudo
reconocer a algunos célebres sabios de la antigüedad, como Platón y Tácito.

5
Entonces, la voz misteriosa le comunicó que aquellas eran los condenados en el
infierno, pues está escrito que la sabiduría del mundo es enemiga de Dios. Al
despertar y contar el sueño a sus íntimos, Maquiavelo confesó que prefería estar con
los segundos.

2.1 El estudio de la historia

Norberto Bobbio en La teoría de las formas de gobierno, sostiene que la filosofía política
de Maquiavelo y, en especial la teoría del gobierno mixto, tienen una influencia notoria del
historiador griego Polibio. Bobbio al respecto escribe: “[…] el segundo capítulo de los
Discursos es una paráfrasis, o incluso una traducción, del libro VI de las Historias de
Polibio” (2010, p. 72). Es claro para Bobbio que como la mayoría de los autores modernos,
Maquiavelo obtuvo información de un historiador que le permitió comprender la forma en
qué los antiguos organizaron sus formas de poder. El estudio de Polibio muestra una
comprensión de la historia como sucesión preestablecida del tiempo, que opera a manera de
ley y permite la aparición de ciclos históricos. Bajo esta comprensión que le otorgó Polibio,
Maquiavelo considera que el historiador puede prever los acontecimientos futuros,
haciendo un estudio claro de los acontecimientos pasados. Al respecto escribe Maquiavelo
en los Discursos: “Los hombres prudentes suelen decir, y quizá no sin motivos, que quien
quiera ver lo que será, considere lo que ha sido, porque todas las cosas del mundo tienen
siempre su correspondencia con los tiempos pasados” (2010, p. 485). Así las cosas, la
historia para Maquiavelo tiene como fin hallar la superación de los ciclos históricos, pues
éstos han permitido que los Estados nazcan, se desarrollen y consoliden, para luego
corromperse y desaparecer, generando un “regularidad histórica” que debe superarse. Para
Bobbio (2010) Maquiavelo supera a Polibio, ya que su pretensión al estudiar la historia no
es la de reconocer los ciclos que generan regularidades, sino los mecanismos que permitan
superarlos. Tenemos entonces que revisitar con Maquiavelo, la forma en que se estudia la
historia política, pues ésta tiene un fin práctico, no se le estudia para reconocer fechas u
acontecimientos, sino para llenarla de sentido y encontrar en ella la manera de superar los
ciclos históricos. Por ello en Maquiavelo la historia se vincula con la política, permitiéndole
hacer las cosas de otra manera, organizando una nueva forma de poder de larga duración,

6
que recupera la pretensión romana de república, capaz de renovarse constantemente a partir
del gobierno mixto.

2.2 El pesimismo antropológico

Otro elemento clave para entender la construcción de la filosofía política de Maquiavelo, es


revisar su posición antropológica, que desde una mirada pesimista sustenta que la
naturaleza humana es malvada. Al respecto escribe Maquiavelo: “Se ve facialmente, si se
consideran las cosas presentes y las antiguas, que todas las ciudades y todos los pueblos
tienen los mismos deseos y los mismos humores, y así ha sido siempre” (2010, p. 150). Los
Discursos también aseguran que: “[…] los hombres, tienen y tendrán siempre las mismas
pasiones” (2010, p. 486). Para Maquiavelo la naturaleza humana puede verse plasmada en
la historia a partir de dos características claras, moviéndose por el deseo y actuando a partir
de pasiones. Estas características aplican para el ser humano entendido en su individualidad
y en su mundo social y permiten identificar que los seres humanos por naturaleza están
dispuestos a hacerse daño recíprocamente en cuanto pueden, motivo por el cual, se requiere
de una forma de poder o Estado, que regule la actitud hostil de los hombres y les permita
conservar sus vidas. Ese pesimismo antropológico se puede rastrear en la obra política de
Maquiavelo, en especial en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, allí
escribe:

Como demuestran todos los que han meditado sobre la vida política y los ejemplos
de que está llena la historia, es necesario que quien dispone una república y ordena
sus leyes presuponga que todos los hombres son malos, y que pondrán en práctica
sus perversas ideas siempre que se les presente la ocasión de hacerlo libremente
(2015, p. 45).

Este pesimismo antropológico de Maquiavelo se mueve en un contexto en el que los


hombres sólo obran por necesidad y no por libertad. En su libro Crisis de la democracia,
Norberto Bobbio sugiere, la existencia de una hipótesis que propone el nacimiento del
Estado a partir de la necesidad. Al respecto escribe: “[…] existe una hipótesis que propone
que el estado nace de la necesidad en la que se encuentran los individuos racionales de
sustituir la pluralidad de los poderes de los individuos singulares por la unidad del «poder

7
común»”. (1985, p. 7). Bobbio nos muestra cómo el origen del Estado está signado a la
necesidad y no a la libertad, la necesidad se fundamenta en un pesimismo antropológico
que sólo podrá ser solucionado con la generación de una forma de poder político, que en
Maquiavelo será una República que regule mediante leyes a los seres humanos. Esa
conexión entre la libertad y la necesidad, para Bobbio generó en la edad moderna, el
determinismo natural, surgiendo el problema de la libertad contra la necesidad, de los
llamados libertarios, o el problema de la necesidad contra libertad, de los llamados
necesitarios, siendo Maquiavelo quien pone el tema en cuestión y un seguidor claro de los
necesitarios.

3. El gobierno mixto como característica principal de la república

Como hemos mencionado la tarea que se propone Maquiavelo es la construcción de un


Estado de duración indefinida, para ello formula una forma de gobierno que garantice en
medio del antagonismo, la estabilidad que requiere una forma de poder político. Para
Maquiavelo el Estado debe buscar los mecanismos que le permitan acceder al bien común,
no entendido desde la perspectiva aristotélica como ya hemos mencionado, sino desde la
perspectiva que propone El Príncipe, la de conseguir y conservar el poder. El bien común,
nos sugiere Maquiavelo, sólo podrá conseguirse si se cumplen tres condiciones: (i) que
todos los estamentos sociales tengan participación en la forma de poder que se instaure; (ii)
que el Estado sea libre, por ello ni él ni sus asociados deben ser servidumbre de ninguna
persona o grupo; y, (iii) el Estado debe buscar la superación de las desigualdades sociales.
Para cumplir con esas condiciones Maquiavelo propone, a partir del estudio de la historia
de Roma, una forma de gobierno. Al respecto escribe:

Tratando ahora de esclarecer cuáles fueron los ordenamientos jurídicos de la ciudad


de Roma, y mediante qué circunstancias la llevaron a su perfección, recordaré que
algunos han escrito, refiriéndose al gobierno, que puede ser de tres clases:
monárquico, aristocrático y popular (2015, p. 40).

Luego de mostrar la monarquía, la aristocracia y la democracia, nos sugiere Maquiavelo


que esas tres formas de gobierno van acompañadas de otras a las que denomina malas. Al
respecto afirma: “[…] porque el principado fácilmente se vuelve tiránico, la aristocracia

8
con facilidad evoluciona en oligarquía y el gobierno popular se convierte en licencioso con
facilidad” (2015, p. 40). Este rápido sondeo por los planteamientos de Maquiavelo, nos
permite identificar una regularidad histórica, los gobiernos pasan sin mayor dificultad de
ser buenos a malos, para dar solución a esa problemática, Maquiavelo propone el reparto de
poderes entre todos los estamentos sociales, mediante un gobierno mixto. Al respecto
escribe:

Añado, además, que todas esas formas son pestíferas, pues las buenas tienen una
vida breve, y las malas son por sí perversas. De modo que, conociendo este efecto,
los legisladores prudentes huyen de cada una de estas formas de estado puro,
eligiendo un tipo de gobierno que participe de todas, juzgando más firme y más
estable, pues así cada poder controla a los otros, y en una misma ciudad se mezclan
el principado, la aristocracia y el gobierno popular (2015, p. 43).

Maquiavelo asegura que una combinación de las distintas formas de gobierno permite el
control y la estabilidad de los Estados, el principado es en este contexto el primer paso que
permite la aparición de la república y ésta sólo se podrá lograr con un gobierno mixto, que
permita la división de poderes y el acceso al bien común.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aristóteles. (2004). Política. Madrid: Tecnos.


Bobbio, N. Pontana, G. Veca, S. (1985). Crisis de la democracia. Barcelona: Ariel
Bobbio, N. (2010). La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento
político. México: FCE
Boecio, S. (1979). Sobre la persona y las dos naturalezas. Madrid: BAC
Hubeñak, F. (2014). Raíces y desarrollo de la teoría de las dos espadas [en línea], Prudentia
Iuris, 78. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/raices-teoria-dos-
espadas-hubenak.pdf
Maquiavelo, N. (2007). El Príncipe (Comentarios por Napoleón Bonaparte). Madrid:
Escapa-Calpe.
Maquiavelo, N. (2015). Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Madrid: Alianza
editorial.
Rodríguez Andrados, F. (1975). La democracia ateniense. Madrid: Alianza

Vous aimerez peut-être aussi