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Propuesta artística: Collage sonoro

Planteamiento de un problema.

De la experiencia - práctica-, a la teoría y de regreso a la práctica. La música a lo largo y


ancho del mundo tendrá sus diferentes historias de origen, sin embargo, se podría decir que
es un descubrimiento, como muchos otros, al cual se llegó mediante la espontaneidad,
curiosidad o casualidad y consecuentemente obteniendo el aprendizaje resultante de dicha
combinación de elementos y experiencia. En la actualidad existen cientos de instituciones
que ofrecen programas educativos cuyo objetivo es educar a los alumnos en la ciencia y
arte de la música y así ha sido durante al menos un par de siglos, con formatos diferentes
quizá, pero bajo el mismo concepto: transmisión de un conocimiento que nace de la
experiencia individual, o en su defecto, de un ejercicio de transmisión previo, generando
una cadena. La cuestión en duda es si la comprensión misma de las amplias posibilidades
de significado que puede conllevar la palabra “música” y los métodos de transmisión de
conocimiento utilizados están a la altura de los tiempos, de los avances tecnológicos, por
decir lo menos, o de los cuestionamientos filosóficos que se han planteado ante la
humanidad a lo largo de la historia hasta la fecha.

Curioso es pensar que las prácticas de la música sólo llegan más allá de lo lúdico o estético
en contextos religiosos, fuera de eso, nos encontramos con tradiciones como la europea,
que no puede faltar en los programas escolares. Si bien existe una ínfima cantidad de
prácticas “populares” que se han de haber realizado en tiempos pasados, hoy en día lo que
se conoce son nombres de grandes como Bach, Mozart, Beethoven, Vivaldi, Chopin,
Wagner, Verdi etc. Pero si por un momento se cuestiona la función del trabajo musical en
dicho contexto, finalmente no hay más que una profesión mediante la cual la gente se
ganaba la vida y la pregunta es si el tener un ingreso, aparte de ser indispensable, era un
pretexto para dedicarse al arte de exploración, conexión, y conocimiento de algo más allá
de lo tangible mediante la música, o si dicho arte se desvinculó ante la necesidad de tener
un ingreso. Sin pecar de generalizaciones, evidentemente se podría observar que, en sus
contextos, la música ha tenido usos específicos y entendimientos diversos, pero, cuando se
enseña música ¿qué se enseña? En occidente, en instituciones específicas, principalmente
se aborda un desarrollo lineal histórico focalizado, el cual escolta progresivamente las
teorías de las cuales surgieron los cánones en la historia musical europea. Desde cantos
gregorianos hasta orquestas de siglo XX. La cuestión no es si una historia es más o menos
correcta que otra, la cuestión es la desconexión o desvinculación de la esencia misma del
arte profesado.

Partiendo de esta desconexión o incomprensión de la música se podrían justificar un par de


situaciones tangibles y observables: primero, que existe un fallo importante en el abordaje
de técnicas de transmisión de conocimiento, dentro del cual, si bien cada eslabón tiene la
posibilidad de emanciparse de una falla en dicha cadena, también es en potencia un
portador y transmisor de saberes a medias, incomprendidos o distorsionados; segundo, que
mediante un discurso (Foucault) de posesión de la verdad o del saber, se generan
epistemicidios y se opta por una estandarización del paradigma hegemónico que constituye
el trabajo profesional musical, la pedagogía y finalmente la experiencia de interactuar con
música en este contexto.

Es vital conocer y entender cualquier historia, técnica y teoría, así como aplicaciones de
esta, para tener un bagaje que sustente el trabajo profesional, así como es también
indispensable cuestionar hasta lo más básico de la práctica realizada, por ejemplo: ¿para
qué sirve la música? Para plantear dicho cuestionamiento quizá es necesario ampliar el
panorama; ¿qué es la música? En términos fríos, físicos, la música, en principio, no es más
que una organización intensional de frecuencias sonoras: vibraciones que recorren
diferentes elementos de la materia afectándola tangiblemente y que se manifiestan en un
rango del espectro electromagnético específico. Si pensamos en el lenguaje matemático,
este nos sirve para comprender intelectualmente la organización del universo a la que
estamos atenidos, pero el lenguaje musical nos permite experimentar esto mismo de manera
sensorial. Un buen punto de partida para entender esto podría ser el carácter fractálico del
mismo espectro electromagnético.

Se puede apreciar en la imagen siguiente que la frecuencia y longitud de ondas determinan


el carácter mediante el cual la energía se manifestará y puede variar desde radiofrecuencias
hasta luz visible, rayos gama, etc. El sonido se comporta de esta manera ya que pertenece a
dicho espectro. Interesante es entonces regresar al lenguaje musical y comprender que un
ritmo se puede convertir en tono: así como un motor que acelera intensamente, si
pudiésemos acelerar de forma inhumana la velocidad a la que una pulsación que un
percusionista interpreta a 60 pulsos por minuto a 500 gradualmente, notaríamos el cambio
de frecuencia y consecuentemente se podría distinguir un glissando a través de las
frecuencias, es decir, de los tonos. (Kyle Gan ese vato blog)

Otro ejemplo interesante es el de las polirritmias: Una persona que es capaz de tocar
polirritmias como 2 contra 3 contra 5, está tocando un acorde armónico, pero dicho acorde
sólo podría percibirse en su formato tradicional si la velocidad a la que esta proporción
rítmica está siendo ejecutada pudiese elevarse a una frecuencia de repeticiones más
elevada.
Dicho esto, se podría aseverar que una de las posibilidades y funciones de la música es la
de experimentar, más allá del razonamiento, nuestra interacción con el universo, con la
materia y la energía. Es sabido de sobra la impactante fuerza con la que un escucha puede
ser afectado por la música, por el sonido mismo. De esto inclusive se puede rastrear una
relación evolutiva de los seres vivos con el sonido y el ambiente; de cómo se forman
vínculos y relaciones a partir de experiencias. Dado que no concierne a este trabajo hablar
al respecto, se dejará al lector como dato curioso si desea indagar.

Sería pertinente entonces preguntarnos ¿qué se podría estudiar cuando se estudia música?
Si se tuviese un foco amplio de entendimiento y curiosidad por comprender, estudiar
música convergería con física, matemáticas, biología, o inclusive, aventurado de
mencionar, metafísica. ¿Qué es entonces lo que define un plan de estudios en una
institución académica la actualidad? Ciertamente el contexto.

El contexto para este caso específico sería bueno entenderlo como una delimitación
temporal, geopolítica y social, lo cual nos lleva a la siguiente función que tiene la música en
la actualidad y tiempos no tan lejanos: la cohesión social. Excelentes ejemplos de esto son
las subculturas; el Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS artículos) documentó
tanto como analizó los contextos de las poblaciones en Inglaterra que denotaban un
importante diferenciador generacional. Citar algún trabajo de lo que tengo en la compu.
Incluso podrían entenderse las subculturas como derivados modernos de la cohesión social
que se alcanza mediante la religión, pero el pegamento social pasa de ser ficciones
ilustrativas a estética musical, de vestimenta y actitudes (hablar de los raperos blancos
quizá)

No existe lugar dentro de las subculturas ni la religión donde no se encuentre magia. Las
experiencias que viven las personas, desde un concierto de punk hasta una cofradía
evidentemente justifican su realización por la carga de significados que aportan a la vida de
una persona. En sociedades como la mexicana es fácil vislumbrar la cantidad de agujeros
que hunden al bote de la educación en un ciclo vicioso de educación de calidad carente,
profesiones mediocres y de regreso. Nada más con revisar el número de egresados de la
universidad que estudian música y posteriormente se dedican a dar clases se puede observar
la incongruencia: Un alumno que estudió para ser intérprete, compositor, musicólogo etc.
estudia una licenciatura en música, un maestro estudia pedagogía. Y si bien existen casos
excepcionales, este quizá es el escenario que permite entender la aptitud de maestros para
transmitir o cultivar conocimientos en sus alumnos.

Para concluir este primer análisis se podría hablar de un proceder orgánico y otro
inorgánico. Si bien el sonido es inmutable, mantiene sus propiedades dentro del reglamento
cósmico, el lenguaje musical es creado y reinterpretado por los seres humanos y, como
cualquier lenguaje, sufre de una constante metamorfosis al paso del tiempo. Victor wooten
habla del lenguaje y menciona la falta de abrodarlo de esta manera. El profesor Pang Ming
habla de las capacidades de la mente racional pero soibretodo de sus limitaciones. Abordar
todo de forma racional es levantar limitaciones, más aún cuando ni siquiera existe una
comprensión profunda de las teorías estudiadas ya de manera lógica y racional. Es la
superficialidad absoluta.

Imaginemos por un momento un momento en el que hubo una de las primeras interacciones
musicales humanas, una flauta hecha a partir de un hueso picado (cuerpo sin órganos, lo
loco es pensar que nos hemos desvinculado de nuestra misma naturaleza tanto que
necesitamos teorizar por décadas al respecto para darnos cuenta de lo que hemos olvidado,
dejado atrás.) Basados en la racionalidad, no existe un motivo por el cual se tendría que
usar un hueso para semejante fin, menos aun pensando en lo que significaría un hueso hace
40,000 años (insertar imagen): sobras de una comida, etc. Pensar en la casualidad que debe
haber sido para un atrópodo el descubrir que con un hueso se podía generar un chiflido deja
mucho que considerar cuando se enfrenta el individuo ante prohibiciones justificadas en el
“deber ser”.

La constante incongruencia mediante la cual operan las instituciones es suficiente para


criticar su presunta validez y más bien en un ejercicio de romper la sujeción paradigmática
hegemónica de las masa desconectada, con ellos mismos, con la naturaleza, con sus
acciones y pensares.

Free Jazz, emancipación de la estructura etc etc.

Así como se opera de manera natural en el terreno del “dejar ser”, el Collage sonoro busca
señalar y hacer un ejercicio de crítica triple: ¿qué es música, qué es composición y qué es
interpretación?
El primer planteamiento de esta propuesta es que la música sirve para muchas cosas y el
contexto, de lo cual se hablará más adelante, es de suma importancia, pero sin duda alguna
la música es una herramienta para experimentar sensorialmente las leyes del universo y
juguetear con ellas.

Retomando la mención a la religión que se hizo anteriormente – de lo cual sería vital


rescatar la raíz etimológica de “religión” como religare, re ligarse, re vincularse con –

Existe una fuerte vinculación ente la música y contextos7prácticas religiosas alrededor del
mundo y quizá sea por esta misma cualidad de reconectarnos con aquello que se considera
sagrado, y si bien no hay cabida para dichos términos en este texto, por supuesto que se
puede aseverar que el universo, el cosmos, es un albergue, no solo de dimensiones
imposibles de concebir, si no también de cualidades fascinantes para todo tipo de ciencia.
Finalmente, gran parte de las ciencias se dedican a entender el cosmos en sus respectivos
rangos de manifestación: desde átomos hasta el espacio exterior.

Parte de la desconexión apreciable dentro del mundo educativo institucional académico


musical es que se disecciona a la música para un análisis frío. Se distancia de la intuición y
se reemplaza por el pensamiento lógico, que tiene sus virtudes pero también sus defectos.
El Dr. Pang Ming, fundador de la ciencia llamada Zhi Neng Qi Qong, explica en su libro
Teoría de la completud Hunyuan cómo la mente lógica posee limitaciones intrínsecas, pues
para apreciar la realidad objetiva se enfoca en observar todos los aspectos componentes de
un objeto determinado, pero es incapaz de apreciar la completud del objeto más allá de la
razón.

Si bien se pueden realizar ejercicios de análisis a determinadas instituciones educativas, el


propósito de la propuesta artística no es el de señalar puntualmente ni

[imagen de instrumento]

La sabiduría es empíricamente tangible.

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