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Instituto de Expansión de la Consciencia Humana

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LA ECOLOGÍA PROFUNDA
Salvar la Tierra
(artículo publicado en revista Uno Mismo Nº 172, Abril 2004)

Alejandro Celis H.

En el contexto de los últimos acontecimientos en el campo ecológico, en que


finalmente se suscribió el acuerdo con Tompkins para el Parque Pumalín y la
empresa multinacional Trillium quebró (ji, ji, ji) con lo cual no tuvo la oportunidad de
arrasar con las 270.000 hectáreas de lenga que había adquirido en Tierra del Fuego -y
no sólo eso, sino que sus acreedores regalaron ese territorio al Estado chileno para ser
utilizado como Parque- se impone comentar ese increíble y desacostumbrado
conjunto de eventos. El toque final que nos terminó de dejar a muchos con la boca
abierta, fue que a los pocos días se produjo el hallazgo, en la zona que había sido de
Trillium, de 37 ballenas azules que estaban reproduciéndose, y que de hecho ya tenían
11 crías. La ballena azul es la más grande que existe (pueden llegar a tener 30 metros
de largo), y no habían sido vistas en la zona en más de 90 años. Y por supuesto, estas
ballenas no pueden tocarse, debido a la convención internacional que consagra las
aguas de la Antártida como Santuario Ballenero -convención que, como se recordará,
le costó tanto a nuestro gobierno de la época decidirse a firmar-.

¿Demasiado bueno para ser cierto? El tiempo y los aspectos legales lo dirán. En todo
caso, quien duda a ultranza de las intenciones de otros no hace otra cosa que dudar
de sí mismo, como si nadie -ni siquiera ellos- fueran capaces de realizar actos de
auténtica bondad. Sospechoso que sea gente de derecha o del PDC quienes tanto
dudan de las intenciones de Tompkins: parecen, entonces, dudar de sí mismos y de
sus propias intenciones. Entre las muchas cosas que se han dicho de éste último,
ciudadano norteamericano a quien espero que al menos las generaciones posteriores
le reconozcan su aporte, es que es un ideólogo de la "ecología profunda" -expresión
que se usa con sospecha, como si fuera sinónimo de alguna oscura secta-.

Como se sabe, Tompkins adquirió en 1991 una gran extensión de terreno en el


extremo sur de Chile, comenzando a anexar desde entonces otras propiedades hasta
completar alrededor de 290.000 hectáreas. Bajo el gobierno de Frei, el Parque Pumalín
vivió sus peores dificultades. Con un tecnócrata como mandatario, resultaba
absolutamente inconcebible destinar esas extensiones de territorio "sólo" a cuidar
flora y fauna. A Trillium y Alumysa, multinacionales que iban a deforestar y/o
contaminar en forma irreversible en zonas similares, sin embargo, no se les planteó
ningún inconveniente. Con su ministro Belisario Velasco, Frei dedicó -hasta el día de
hoy- una increíble y ya abiertamente sospechosa cantidad de energía a echar a pique
el proyecto.

Aún después del acuerdo firmado con el Presidente Lagos para que Pumalín se
transformase en un Parque, han seguido los embates de los sectores que se oponen.
En un recorrido inicial por internet destinado a entender de qué se habla al referirse a
la "ecología profunda", descubrí que -sin saberlo- por años me he suscrito
enteramente a sus principios.

Principios Básicos

La Ecología Profunda, dice Andrea Munizaga en su entrevista a John Seed -uno de los
principales ideólogos del movimiento-, "nació en 1972 cuando Arne Naess, profesor de la
Universidad de Oslo, introdujo por primera vez el término en la literatura medioambiental,
para diferenciarla del resto de las corrientes ambientalistas. Al contrario de éstas, la Ecología
Profunda se atreve a cuestionar las bases estructurales de nuestro bullado "progreso". La
crisis del medio ambiente es concebida como una manifestación física de problemas sociales y
culturales propios del tipo de desarrollo histórico en que está embarcada la humanidad".

Esas bases estructurales guardan relación con un estilo de vida tan profundamente
arraigado, tan "familiar" para todos nosotros que es muy difícil cuestionarlo sin
producir extrañeza o acusaciones de extremismo de los más variados tipos. Voy a
utilizar un artículo muy aclaratorio del chileno Mogens Gallardo para exponer estos
principios básicos, y luego los voy a comentar.

TABLA RESUMEN

PARADIGMA DOMINANTE ECOLOGÍA PROFUNDA

Dominio sobre la naturaleza En armonía con la naturaleza

Ambiente natural como Toda la naturaleza tiene valor


un recurso para los humanos intrínseco

Crecimiento material y Necesidades elegantemente


económico para una población simples
creciente de humanos

Creencia en recursos y Reservas terrestres limitadas


reservas amplias, ilimitadas

Progreso y soluciones de Tecnología apropiada, ciencia no-


alta tecnología dominante

Consumismo Vivir con lo que es suficiente/reciclaje/eficiencia

Comunidad centralizada/ Tradiciones


naciones minoritarias/bioregiones

Por razones de espacio, voy a centrarme sólo en algunos puntos.

El tótem de la Tecnología

Desde los años 40 (o sea, antes de lo que muchos de nosotros recordamos) la


humanidad toda contempla embobada los avances tecnológicos, y prácticamente
todos -aún los más pobres- se han visto supuestamente "beneficiados" por ella, en un
momento u otro. Sin ir más lejos y para aclarar que no promulgo ningún tipo de
extremismo en este plano, yo estaría muerto hace más de veinte años de no ser por los
avances tecnológicos que nos permiten, por ejemplo, sobrevivir a una peritonitis.

El punto es, sin embargo, otro, como señala Jerry Mander, autor de En Ausencia de lo
Sagrado: "...para que una sociedad pueda considerarse siquiera mínimamente exitosa, debiera
permitir que sus miembros se mantengan en buen estado de salud, vivan en tranquilidad y se
sientan contentos. Todas las personas deberían tener una alimentación adecuada, un lugar
donde vivir, además de un sentido de ser partícipes de un objetivo social compartido. Todos
deberían tener acceso a la sabiduría colectiva y a los conocimientos de la sociedad; asimismo,
tener la expectativa de que la vida será espiritual y emocionalmente plena para ellos mismos y
las futuras generaciones, lo cual a su vez implica una consciencia, un cuidado y respeto por los
sistemas de mantención de vida en la Tierra".

Desde esa perspectiva, ¿podemos acaso decir que nuestra sociedad ha tenido éxito?
Creo que la respuesta es un rotundo no. La perspectiva futura y las promesas siempre
son extremadamente optimistas: la sociedad perfecta se halla a la vuelta de la
esquina. Unos pocos avances tecnológicos más y habremos solucionado los grandes
problemas: la pobreza, la cesantía y las enfermedades. Pero el problema es que
muchos que creyeron en esa promesa en los años 40 ya murieron esperando. Y,
¿acaso algún país ha solucionado esos problemas? Los EEUU -los principales
vendedores de esa pomada- tienen tremendos problemas de delincuencia y de
violencia en general -le recomiendo encarecidamente la película Bowling for
Columbine-, miles de ciudadanos no tienen hogar, la educación y la salud son un
negocio descarado y vergonzoso y su política exterior se basa en la intervención, la
invasión, el bombardeo y, en general, el matonaje (corríjame si piensa que me
equivoco).

Un punto importante que también señala Mander es que, contrariamente a lo que


suele decirse, la tecnología no es neutral. Todo supuesto avance tecnológico produce,
necesariamente, cambios en muchos aspectos de nuestras vidas, los que no siempre
son positivos; y a veces, ¡sólo apuntan a solucionar problemas que la misma
tecnología ha provocado! Como ejemplo, piense en los grandes y celebrados avances
de la farmacéutica en el campo de la hiperkinesia y el déficit atencional en los niños y
de la ansiedad, la depresión o el insomnio en los adultos. Todas esas alteraciones son
prácticamente inexistentes en los lugares apartados de la ciudad o en sociedades no
tecnologizadas.

El paradigma del "crecimiento económico" -el Producto Nacional Bruto y todos esos
índices, en los cuales la tecnología juega un rol fundamental- se basa en la creencia de
que, después de la defensa, la meta principal de un gobierno es crear las condiciones
que aumentarán la producción de diversas formas de bienestar material, y que esto
logrará satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Para ello, se anhela un desarrollo
cada vez mayor de la tecnología, pues "ésta dará solución a los problemas" -y ya
vimos que ése es un espejismo que no da el resultado esperado-.

El crecimiento insensato de la población

No es necesario revisar estadísticas para concluir que el aumento de habitantes en el


mundo se halla absolutamente desbocado. Por supuesto, no es que no quede espacio
en el mundo para más casas; afortunadamente, aún queda mucho, pero hacerse una
pregunta como ésa es, a mi entender, asumir una perspectiva profundamente errada.
Pensar en el planeta sólo como un pedazo de tierra inerte, material, destinado a ser el
hogar de nosotros los seres humanos es un error descomunal que es, sin embargo, la
creencia consciente o automática que revelan en sus actos la gran mayoría de los seres
humanos. Estamos continuamente invadiendo nuevos espacios naturales con el fin de
satisfacer las necesidades crecientes de una cantidad de habitantes cada vez mayor.

Lo peor del caso es, a mi entender, la violencia y la absoluta y pasmosa ausencia de


un respeto verdadero por los espacios naturales así invadidos y por todos los seres
vivos que tenían allí su hogar. Es obvio entonces que, más allá de las declaraciones
acomodaticias -¿hay alguien que no se declare "amante de la naturaleza?"- el mundo
natural es visto sólo como un almacén inerte de recursos para la raza humana. ¿Qué
hemos visto en Chile, por ejemplo? Una idiotez tras otra. Hemos transformado
enormes extensiones de bosque autóctono en chips, como muestra ese libro
extraordinario de Adriana Hoffman y otros, La tragedia del bosque chileno. A fines del
2003 se aprobó modificar el Plan Regulador de la Región Metropolitana y duplicar la
extensión de suelo que podía destinarse a edificación en la ciudad de Santiago. Esto
no tiene el más mínimo asidero lógico: la lucha contra la contaminación -el aire, el
ruido- está muy lejos de finalizar; más bien, yo diría que la situación actual es muy
alarmante.

Está cada vez más claro que las condiciones en que se vive en la capital son
destructivas para el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu. ¿Qué sentido tiene
esto, entonces?¿Cómo pueden entenderse, por ejemplo, las dificultades que ha tenido
con las autoridades ese grupo de ciudadanos que desea vivir con más espacio y más
libres de contaminación en la Comunidad Ecológica? ¿No es acaso obvio que el
habitante de la gran ciudad -en nuestro caso, Santiago- es visto por prácticamente
todo el resto de la población como un ser neurótico, insensible, contaminante,
acelerado, ruidoso y, en último término insoportable? ¿En qué planeta vive el señor
Ravinet, ministro de la vivienda? ¿En el de los desubicados o en el de los simples
oportunistas y ladrones?

Sudamérica es parte de lo poco que queda de natural en el planeta. Tiene la selva


amazónica y los bosques de Aysén, que son verdaderos pulmones para todo el
planeta. Pero los siempre peligrosos políticos no suelen pensar en esos territorios en
esos términos, sino como lugares donde potencialmente pueden trasladarse a vivir
nuevas comunidades de seres humanos -ya que siguen creciendo tan rápido- o bien,
como lugares donde pueden instalarse nuevas industrias -no importa si son
contaminantes, porque se hallan alejados de las viviendas humanas-. De hecho, ni
siquiera se toma en cuenta necesariamente ese último factor, pero para mí lo peor es
que no se le dedica pensamiento alguno a la destrucción ambiental que esto
necesariamente implica. Este tipo de perspectiva puede acabar en muy poco tiempo
más todo lo hermoso que existe en el Planeta Tierra. En Africa ya se habla de lo
"inconvenientes" que resultan los elefantes, ya que comen tanto e invaden los
sembrados de los humanos. De hecho, periódicamente se realizan matanzas de
elefantes para impedir su proliferación...

Creo que el gobierno de Lagos ha tenido aciertos en el terreno de la planificación


familiar, con gran oposición de la derecha más radical, que simplemente no entiende
que no todos pueden darse el lujo o tener ganas de criar una docena de niños. Esas
son medidas que apuntan al problema de fondo: el aumento de la población, enemigo
número uno de la ecología planetaria.

¿Un solo planeta?

Parte del problema es que cada país sólo tiene consciencia, por lo general, de sus
propios mezquinos e infantiles intereses... Inglaterra sigue pegada en su época
colonial, disputándole el Peñón de Gibraltar a España y las Malvinas a la Argentina;
los EEUU invaden el país que les da la gana inventando excusas cada vez más
grotescas y, casi sin excepción, la mirada a los "otros" países es desconfiada y recelosa.
Por supuesto, esta actitud produce un círculo vicioso que termina justificándola.
Como vimos en el cuadro confeccionado por Mogens Gallardo, la propuesta de la
ecología profunda no es la tendencia hacia la globalización que vemos en nuestros
días, sino el respeto por las tradiciones minoritarias. Algo de eso hemos visto en Chile
en los últimos años, a pesar de que sin duda falta mucho para devolver de veras el
espacio que los indígenas tuvieron aquí, muchísimo antes que nosotros; y no me
refiero necesariamente a territorio, sino a un espacio validado en la convivencia de
estas tierras. Estas culturas tenían una visión y un sentido en la vida en esta Tierra
que nosotros perdimos hace mucho tiempo, y en algunos ámbitos eso se está
volviendo a apreciar. La globalización ha aniquilado idiomas, nos tiene a todos los
chilenos usando las palabras que se usan en la TV -seriales dobladas por
centroamericanos- y, en general, uniforma todos los extraordinario matices de los
seres humanos. Puede que el tío Sam quiera que todos lo imiten -transformándose en
unas caricaturas de yanquis, que comen McDonalds y aplauden a Bush- pero sin
duda que no nos quieren integrándonos a ellos. Si no lo cree, pregúntele a los
mexicanos. Y lo último que deseo para mi país o para el mundo es que se transformen
más aún en una sucursal yanqui.

Sin embargo, en un aspecto sí es necesario que tengamos una misma mirada, y es el


bienestar del planeta. Si seguimos centrados sólo en nuestros intereses particulares de
metro cuadrado, no sé qué milagros se necesitarán para que el planeta no se
transforme en un cubo de cemento. Es imprescindible que empecemos a pensar desde
una perspectiva más global: ¿cómo afecta al entorno global la medida tal o cual?
¿Cuáles son los factores que no hemos considerado en nuestros análisis, y que resulta
importante considerar? ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo de nuestras
actuales prácticas y mentalidad? Cualquier análisis inteligente y desprejuiciado que
se haga estas preguntas tiene que llegar a las mismas conclusiones… a menos que se
me escape algo.

Creo que es absolutamente indispensable enceguecerse y volverse obtuso para no ver


la simple realidad. Un ejemplo sencillo: 30 o 40 años atrás podíamos tomar el sol con
cierta libertad y ahora simplemente es peligroso exponerse al sol sin un factor 30... eso
sería simplemente inimaginable si no nos hubiésemos acostumbrado lentamente a
esto. Hemos arrasado el planeta, el aire en Santiago es irrespirable, el hoyo en el
ozono es cada vez peor, el calentamiento de la atmósfera produce temperaturas cada
vez más extremas... Todo eso está extraordinariamente publicitado y las causas son
claras; entonces no estamos hablando de falta de información, sino de una visión en
extremo estrecha, paranoica, en que lo único que importan son los propios y
mezquinos intereses y a lo más los de la familia, el partido, el grupo económico... el
pequeño clan inmediato. Entonces, creo que habría que ser demasiado ingenuo para
no suponer codicia en las autoridades que se implican en esto y, naturalmente, en los
empresarios de la peor calaña que sólo piensan en sus bolsillos.

Una Perspectiva Espiritual


Hay una dimensión que simplemente la civilización occidental nunca ha considerado,
a pesar de que los grandes líderes se muestran tan piadosos a la hora de ir a misa y
comulgar, y es la dimensión espiritual de la vida en la Tierra. Y creo que es ésa
dimensión la que se está manifestando en los hechos que destacaba al principio: lo
veo como una manifestación de esa voluntad superior, de ese Uno, que supera y
trasciende cualquier intención y manipulación humanas. Entonces, más allá de la
ceguera del ser humano, más allá de su estúpida autodestrucción, hay un orden y una
voluntad que detona eventos simplemente increíbles como los que acabamos de
presenciar, que superan los sueños más delirantes de cualquier ecologista.

Cuando Andrea Munizaga le pregunta a John Seed, "¿Qué tan radical es la visión de la
Ecología Profunda?", éste responde: "Creo que es tan radical como cuando Cópernico y
Galileo sugirieron que la tierra no era el centro del universo. Así como antes la gente creía que
el sol giraba alrededor de la tierra, hoy la gente cree que la vida gira alrededor de la
humanidad. Nosotros pensamos que el mundo gira alrededor de la vida. El movimiento es
tremendamente radical porque cuestiona los fundamentos judeocristianos de la sociedad
completa. El mismo marxismo, aunque se negó a creer que el mundo fue creado por un hombre
de barba blanca hace 6 mil años como escenario propicio para el drama humano, siguió siendo
parte de la ética judeocristiana que cree que el ser humano es la corona de la creación y la
medida de todos los seres. Es tan esencial al marxismo como al cristianismo la idea de que el
mundo está dividido en dos: en seres humanos y en recursos para los seres humanos".

John Seed declara haber "oído llorar al bosque cuando lo talaban"; este tipo de
declaración -si bien hace dudar de la sanidad mental de esta persona- ya no es única,
y no es otra cosa que la manifestación de algo que afirman de diferentes formas
absolutamente todas las religiones de que tengo noticia: todo tiene un Origen Único,
Dios está en Todo, no sólo en los seres humanos. Todo lo que contemplamos en la
naturaleza tiene la belleza que tiene porque es manifestación de la misma Fuente de
la que venimos. Los indígenas de todo el mundo -y todos los místicos, como San
Francisco de Asís, por ejemplo- han entendido perfectamente esto.

Últimamente he visto cada vez más numerosas manifestaciones de un mayor respeto


hacia las culturas indígenas originales de Sudamérica, Norteamérica, África y
Australia, especialmente. Me parece algo muy, muy saludable, y no estoy
proponiendo que abandonemos la tecnología o nuestros avances en múltiples
campos: lo que hallo importante de esto es que estas culturas tenían una visión y un
sentido en la vida en esta Tierra que nosotros perdimos hace mucho tiempo, y en
algunos ámbitos eso se está volviendo a apreciar.

Entre otras cosas, creo que debemos volver a una noción que nos puede resultar muy
difícil en nuestra situación actual: un auténtico equilibrio entre los humanos y la
tierra, la flora y la fauna. Por motivos complejos, en algún momento perdimos eso y
nos creímos los dueños de todo: podíamos instalarnos donde quisiéramos y usar todo
lo que nos diera la gana -árboles, minerales, tierra, animales- y como nos diera la
gana. Horadar la tierra, desviar ríos, talar bosques, exterminar animales "molestos"...
Yo veo eso aquí donde vivo, en una parcela: los nuevos dueños llegan, arrasan con
toda la vegetación autóctona, cazan conejos y zorros y plantan un jardincito que es
copia fiel de La Dehesa o de cualquier bobo jardín gringo. Cero respeto por lo que
está aquí, por el entorno natural tal como está. Y eso, dentro de nuestra mentalidad
occidental, se lo hicimos a todas las culturas indígenas autóctonas...

En un plano más pequeño, eso también pasa en la ciudad: alguien se cambia de casa,
y lo primero que hace es botar cualquier planta que supere el metro de altura: todo
planito y verdecito. Para lograr el equilibrio del que hablo, creo que tarde o temprano
tendremos que incorporar este concepto, y también estudiar con verdadera seriedad
una planificación familiar radical, sin mirarle la cara a la Iglesia Católica esta vez. El
aumento de la población ha sido sindicado por todos los científicos sinceros como el
enemigo número uno de la ecología planetaria. Y si no nos encargamos nosotros de
controlar eso, pues serán las pestes, los terremotos, las hambrunas... pero la situación
es insostenible tal como está.

Para terminar, otra frase afortunada de John Seed: "No podemos salir de esto sólo
pensando. Debemos involucrar niveles más profundos, debemos hacer transformaciones en
nosotros y en nuestras instituciones. No es suficiente tener ideas ecológicas, sino
transformarse en un ser ecológico".

Bibliografía Recomendada:
Devall, Bill & Sessions, George (1985) Deep Ecology: Living as if Nature Matters.
Layton, UT: Peregrine Smith Books.

Gallardo, Mogens Ecología Profunda http:


//www.mogensgallardo.com/deepeco/ecologia_profunda.html

Keating, M. (1993) Cumbre para la Tierra: programa para el Cambio. El Programa 21 y los
demás acuerdos de Río de Janeiro en versión simplificada. El Centro para nuestro futuro
común, Ginebra, Suiza.

Le Monde Diplomatique (2003) Salvar el Planeta: ecología y Desarrollo Sustentable


(selección de artículos). Editorial Aún Creemos en los Sueños, Santiago.

Mander, J. (1994) En Ausencia de lo Sagrado. Cuatro Vientos Editorial, Santiago.

Max Neef, Manfred (1993) Desarrollo a Escala Humana. Ed. Nordan-Comunidad,


Montevideo.

Munizaga, Andrea (1996) John Seed: el hombre que escuchó llorar al bosque. Revista Uno
Mismo Nº80, Santiago de Chile, Agosto.
Naess, Arne. The Shallow and the Deep, long-range ecology movements: A summary.
Inquiry 16 (Oslo, 1973), pp. 95-100.

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