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Ricardo Forster
Adrián Jmelnizky
eudeba
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
© 2000
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Buenos Aires
Tcl: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www.cudeba.com.ar
ISBN 950-23-1126-4
Impreso en la Argentina.
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Presentación...................................................................................7
Introducción...................................................................................9
R ic a r d o F orster
Ética y Política: Deontología y
Ontología en el pensam iento político
de la Grecia clásica......................................................................15
A n a P a u la P e n c h a s z a d e h
La secularización y el poder p o lítico ....................................41
R ic a r d o F orster
Nicolás Maquiavelo: la secularización
del pensamiento social .............................................................6 7
A d riá n J m e ln iz k y
Tilom as H o b b e s.......................................................................... 8 9
G r a c ie la F errás
Jo h n Locke (1 6 3 2 -1 7 0 4 )........................................................ 117
J u li o M. S a rm ien to
Jean-Jacques Rousseau: la igualdad com o
condición necesaria de la dem ocracia................................129
A n to n io A. S an ies
Significación y vigencia
del pensam iento crítico de Karl M arx ............................... 153
A n to n io A. S an ies
Alexis de Tocqueville
y los ex ceso s de la libertad ..................................................183
R o d rig o G e r m á n C a ñ e te
El liberalismo de Joh n Stuart M ili........................................ 189
A n d r e a S a le m o
Max Weber: Dominación política,
dem ocracia de masas y lid erazg o ......................................201
S u s a n a V illavicen cio
Presentación
7
Introducción
Ricardo Forster
9
Ricardo Forster
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Introducción
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Ricardo Forster
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Introducción
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Ricardo Forster
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Ética y Política:
Deontología y Ontología
en el pensamiento político
de la Grecia clásica
Ana Paula Penchaszadeh
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Ana Paula Penchaszadeh
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Ética y Política: Deontologia y Ontología en el pensamiento...
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Ética y Política: Deontologia y Ontologfa en el pensamiento...
44b - 46a
“Critón: — ...Muchos de los que no ñas conocen
bien a ti y a mí, creerán que pudiendo yo salvarte,
si hubiera querido gastar dinero, lo he descuida
do. Y ¿puede haber fama más vergonzosa que
ésta de parecer estimar en más el dinero que a los
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Ana Paula Penchaszadeh
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Ética y Política: Deontología y Ontología en el pensamiento...
47c -d
“Sócrates: — Bien dices. Y lo mismo sucede, Cri
tón, en las demás cosas, para no ir enumerándolas
todas. Asípues, en lo justo y lo injusto, en lo innoble
y lo noble, en lo bueno y lo malo, cosas qu e son
p r e c is a m e n t e e l o b je to d e n u estra a c tu a l
discusión,89 ¿debemos seguir la opinión d é la m ayoría
y temerla, o sólo la d el en ten d id o -si es q u e h ay algu
no-, a l cu al hem os d e respetar y tem er m ás qu e a
todos los dem ás juntos? Pues si a un hombre tal no
obedecemos, corromperemos y dañaremos aque
llo que se hacía mejor con la justicia y peor con la
injusticia. ¿No es tal como digo?
Critón: —Yo así lo creo, Sócrates.”10
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48a -b
“Sócrates: — Por tanto, queridísimo, no debemos
cuidarnos tanto de lo que dirá el vulgo de noso
tros, sino de qué dirá e l q u e es en ten d id o en lo ju sto
y lo injusto: sólo é l11 y la Verdad en s i m ism a deben
preocu parn os. De modo que, en primer lugar, no
te conduces bien al juzgar que debemos preocu
pamos en la opinión del vulgo con respecto a las
cosas justas, nobles y buenas, así como a sus con
trarias. Aunque no faltará, naturalmente, quien diga:
‘Si, sí, pero muy capaz es el vulgo de damos muerte'.
Critón: — Sin duda que así es. Podría decirlo, Só
crates. Razón tienes."
11. (Nota 17) “Esto es, Dios, identificado con la Verdad, con
cebida como un atributo esencial de Dios."
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Ética y Política: Deontología y Ontología en el pensamiento...
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48b- 50a
“Sócrates: — Bien está; pero, a mi parecer, amigui-
to. este razonamiento que liemos desarrollado si
gue siendo tal como antes era. Reflexiona ahora a
ver si también este otro conserva o no su autoridad
para nosotros: qu e no se h a d e tener en la m ayor
estim a e l vivir, sin o e l vivir bien.
Critón: — Claro que la conserva.
S.: — Y que e l bien y la h on estid ad y la ju sticia son
u n a m ism a cosa, ¿lo seguimos manteniendo?
C.: —Lo seguimos manteniendo.
S.: — Por tanto, se ha de considerar segiin esto en
lo que de acuerdo estamos, si es justo o no que yo
intente salir de aquí, no permitiéndolo los atenien
ses. Y si resulta ser justo, intentémoslo; y si no,
dejémoslo. C...).”15
“Sócrates: — ¿Afirmamos que en ningún caso se ha
de hacer injusticia voluntariamente, o en ciertos
casos sí y en otros no? ¿No es en modo alguno
bueno ni hermoso el obrar contra justicia, como
en otras muchas ocasiones anteriores hemos con
venido? ¿O acaso todos aquellos nuestros antiguos
acuerdos han venido por tierra en estos pocos días?
¿Tal vez, Critón, ha podido suceder que hombres
de nuestra edad hayan estado tanto tiempo depar
tiendo uno con otro muy seriamente, sin advertir
que en nada diferían de unos niños? ¿O siguen, sin
reserva alguna, nuestras convicciones tal com o e n
tonces las m anteníam os: qu e diga lo q u e diga el vul
g o y séanos o no fo rzo so sufrir cosas peores o mejores
q u e éstas, el h ech o es qu e o b ra r con injusticia es, en
cu alq u ier caso, un m al y u na deshon ra p a r a el qu e
tal hace? ¿Estamos conformes o no?13*
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Ética y Política: Deontología y Ontología en el pensamiento...
Critón: — Sí lo estamos.
S.: — Luego de ningún modo se ha de ohrar
injustamente.
C.: — No, desde luego.
S.: — Luego ni au n el q u e sufre injusticia b a d e co n
testar con injusticia, com o cree el vulgo; y a q u e en
m an era algu n a se h a d e o b ra r injustamente.
C.: — Es evidente que no.”11
“S.: — Luego ni se ha de responder a la injusticia ni
se ha de hacer daño a hombre alguno, ni aunque
se sufra lo que se sufra por culpa de ellos. Mucho
ojo, Critón, el mostrarte conforme en esto, no sea
que vayas a caer en contradicción (...); y si así es,
in iciem os nuestra deliberación p artien d o d e!p rin
cipio d e q u e ja m á s es recta la a cció n injusta, ni la
réplica a la injusticia, ni deuoliier m al p o r m al."1*
14. Ibid.
15. Ibid.
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51c-54b
“Sócrates:16(...) — ¿afirmarás que obras bien, tú, el
que muy de veras se cuida de la virtud? O quizá es
que eres tan sabio que se te oculta que m ás p rec io
sa q u e ¡a m ad re y e l p a d r e y q u e los d em ás an tep a
sad os todos es la patria, y m ás ven erable y m ás s a
g ra d a y d e m ás alta estim a entre los dioses y entre
los hom bres son q u e son discretos-, y que es fuerza
venerarla y obedecer y halagar más a la patria, si
se irrita, que al padre; y o persuadirla o hacer lo
que mande; y si manda sufrir algo, sufrirlo con
mansedumbre, sea ser azotado, sea ser cargado de
cadenas; y si a la guerra te envía para ser herido o
muerto, así ha de hacerse; y eso es justicia. Y no
se ha de ceder ni retroceder ni abandonar el pues
to, sino que en la guerra y ante el tribunal y don
dequiera que sea, se ha de hacer lo que manden
la ciudad y la patria; o, si no, convencerla según
justicia. Porque hacer violencia a una madre o a
un padre no es piadoso, pero aún menos a la pa
tria. ¿Qué diremos a esto Critón? ¿Que dicen ver
dad las leyes o no?
Critón: —Yo creo que sí.”17
54b-c
“Sócrates: — (...) En fin, Sócrates, obedécenos a no
sotras, tus nodrizas y no estimes ni a hijos, ni a
vida alguna otra cosa en más que a la justicia, para
que llevado al Hades, puedas alegar en tu defensa
todo esto ante a los que allí gobiernan. Pues aquí
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Ética y Política: Deontología y Ontología en el pensamiento...
18. (Nota 70) “Ya fue dicho que el Estado recibía el nombre
de sus habitantes, es decir, que lo que nosotros llamamos
‘Atenas1 -refiriéndonos a la polis o Estado, no al ásty o ciu
dad de Atenas- los griegos lo denominaban ‘los Atenienses1.
Esto no impide que se pueda discriminar entre la comunidad
de los atenienses, formada un tanto idealmente como lo hace
Sócrates para contraponerse al relativismo sofista, y atenien
ses concretos que lo acusaron y condenaron. Pero la distin
ción, por sutil que parezca, debe ser hecha: una cosa es el
tribunal que juzgó a Sócrates, otra los hombres que lo inte
graban y de los cuales una mayoría lo condenó. No sirve
decir que el tribunal estaba constituido por hombres, por
atenienses; tampoco se trata de una institución perfecta, que
hay que defender a toda costa, como parte del statu quo.
Precisamente, el hecho de que el juicio fuera una farsa hasta
el punto de que la gente considerara normal que los amigos
de Sócrates lo ayudaran a huir, evidencia cómo ese tipo de
farsas, coimas, etcétera, favorecían el mantenimiento intacto
de las instituciones corrompidas. La actitud de Sócrates -aun
que no nos conste que históricamente haya sido eficaz- se
revela como una denuncia de la injusticia cometida, y de lo
farsesco de toda esa situación. Para Sócrates, si los hombres
que integran el tribunal lo condenan injustamente, no hay
derecho por eso a descalificar la existencia de tribunales y
de jueces, que forman parte indisoluble del Estado. No es el
Estado el que ha cometido la injusticia, y el Estado debe ser
dejado a salvo, y denunciar en cambio los procedimientos
injustos que en él tienen lugar.”
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19. Ibid.
20. (Nota 31) “Invoca Sócrates a la divinidad; a ese dios per
sonal al que aboca su pensamiento, sin ensombrecer la pie
dad con que honra a los dioses heredados, a los que dota él
de una dignidad superior y de un sentido moral en Eutid.
302d, cuando dice de los dioses que son ‘antepasados y
señores’”.
21. Platón: Critón, Traducción de María Rico de Gómez, Ma
drid, Centro de Kstudios Constitucionales, 1994.
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5l6e-517c
“Sócrates: — Y ahora considera lo siguiente -prose
guí-: supongamos que ese hombre desciende de nue
vo a la caverna y va a sentarse en su antiguo lugar,
¿no quedarán sus ojos como segados por las tinie
blas al llegar bruscamente desde la luz del sol?
Glaucón: — Desde luego -dijo.23
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1094a
“Si, pues, de las cosas que hacemos hay algún fin
q u e qu erem os p o r s í mismo, y las demás cosas por
causa de él, y lo que elegimos no está determina
do por otra cosa -pues así el proceso seguiría
hasta el infinito, de suerte que el deseo sería vano
y vacío-, es evidente que este fin será lo bu en o y
lo m ejor.”1727
35
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994b
“La cau sa fin a l es un fin , de tal índole que no
existe en función de otra cosa, sino que las otras
cosas existen en función de él. De modo que si
existiera semejante fin supremo, no habría pro
gresión infinita, pero si no existiera, no habría
causa final. Quienes introducen el infinito no ad
vierten que de ese modo eliminan la n atu raleza
d el Bien. En efecto, nadie intentará llevar a cabo
una acción sin la intención de a lc a n z a r un límite.
Además, tampoco existirá el intelecto, pues quien
tiene intelecto obra siempre en virtud de algo,
pero éste es justamente el límite. Pues el fin es un
limite.',2H
1097b
“Consideramos suficiente lo que por sí solo hace desea
ble la vida y no necesita nada, y creemos que tal es la
felicidad. Es lo más deseable de todo, sin necesidad de
añadirle nada (...). Es manifiesto, pues, que la felicidad
es algo ¡jerfectoy suficiente, y a qu e es el fin d e los actos"a 289
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Ética y Política: Deontología y Ontología en el pensamiento...
1099b
“Con todo, aun cuando la felicidad no sea enviada por
los dioses, sino que sobrevenga mediante la virtud y
cierto aprendizaje o ejercicio parece ser el más divino de
los bienes, pues es lo mejor y, evidentemente, algo di
vino y venturoso.”30
1099b
"(...) elfin d e la política es el m ejor bien, y la política
pone el mayor cuidado en hacer a los c iu d a d a
nos d e una cierta cualidad, esto es, buenos y c a p a
ces d e accio n es nobles *
1103a-b
“(...) adqu irim os las virtudes com o resultado d e a c
tividades anteriores. Y éste es el caso de las de
más artes. Y éste es el caso de las demás artes,
pues lo que hay que hacer después haber apren
dido, lo ap ren d em os h acién d olo . Así nos hace
mos constructores construyendo casas, y citaris
tas tocando la cítara. De un modo semejante,
practicando la justicia nos hacemos justos; prac
ticando la moderación, moderados y practican
do la virilidad, viriles. Esto viene confirmado por
lo que ocurre en las ciudades: los leg isla d o res
30. Ibid.
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Ana Paula Penchaszadeh
h a c e n b u en o s a los c iu d a d a n o s h a c ié n d o le s a d
q u ir ir cierto s h á b ito s, y ésta es la voluntad de
todo legislador; pero los legisladores que no
lo hacen bien yerran, y con esto se distingue
el buen régimen del m alo.”31
1253a
“La co m u n id a d p erfecta de varias aldeas es la ciu
dad, que tiene, por así decirlo, el extremo de toda
suficiencia, y que surgió por causa de las necesi
dades de la vida, pero existe ahora para vivir bien.
De modo que toda ciu d a d es p o r n aturaleza, si lo
son las comunidades primeras; porque la ciudad
es el fin de ellas, y la n aturaleza es fin . En efecto,
llamamos naturaleza de cada cosa a lo que cada
una es, una vez acabada su generación, ya hable
mos del hombre, del caballo o de la casa. Ade
más, aquello para lo cual existe algo y e l fin es ¡o
mejor, y la su ficien cia es un fin y lo mejor."
31. Ibid.
32. 11097b] “Parece que también ocurre lo mismo con la au
tarquía, pues el bien perfecto p a r e c e ser suficiente. Decimos
suficiente no en relación con uno mismo, con el ser que vive
una vida solitaria, sino también con relación a los padres,
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Ética y Política: Deontologfa y Ontología en el pensamiento...
1253b
“Es natural en todos la tendencia a una comuni
dad tal, pero el primero que la estableció fue cau
sa del mayor de los bienes; poique así como el
hombre perfecto es el mejor de los animales, apar
tado de la ley y de la justicia es el peor de todos:
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34. lbicl.
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La secularización
y el poder político
Ricardo Forster
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La secularización y el poder político
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La secularización y el poder político
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Nicolás Maquiavelo:
La secularización del
pensamiento social
Adrián Jmelnizky
A modo de introducción
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Adrián Jmelnizky
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Nicolás Maquiavelo: La secularización del pensamiento social
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5. Anderson, Perry: op. cil., segunda parte, cap 4, pp. 192 y 193-
6. Durante mucho tiempo la peste negra fue considerada
como el agente de una gran fractura histórica. Sin embargo,
esta epidemia no fue una desgracia imprevista. Romano, Rug-
giero; Tenenti, Alberto: L osfu n dam en tos d el m u ndo m odern o,
México D. F., Siglo XXI, 1992, cap. 1.
7. Anderson, Perry: op. cil., segunda parte, cap 4, p. 205.
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A modo de cierre
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Bibliografía
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Thomas Hobbes1
Graciela Ferrás
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Graciela Ferrás
90
Thomas Hobbes
91
Graciela Ferrás
92
Thomas Hobbes
93
Graciela Ferrás
El estado de naturaleza
94
Thomas Hobbes
95
Graciela Ferrás
7. Ibidem , p. 138.
8. Ibidem , p. 323.
9. Permítaseme incorporar una cita de la É tica de Spinoza,
con respecto a esta afección natural, que creo relacionada
con Hobbes: “Cuando esta imaginación concierne al hom
bre que hace de sí mismo caso de lo justo, se llama orgullo
(g loria o soberbia), y es una especie de delirio, puesto que el
hombre sueña con los ojos abiertos qu e p u ed e todo lo q u e
a b a rc a con su im agin ación , y considera real esta creencia y
se mantiene con ella hasta que imagina algo que limite su
propia potencia de obrar.” (Cursivas mías.). Spinoza, Baruch:
Ética, Porrúa, México D. F., 1997, p. 84.
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Thomas Hobbes
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Graciela Ferrás
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Thomas Hobbes
Pacto de unión
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Thomas Hobbes
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Thomas Hobbes
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Graciela Ferrás
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Thomas Hobbes
El poder soberano
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Graciela Ferrás
multilateral de cada hom bre con cada hom bre para reco
n o cer co m o soberano a un tercero. Este tercero, cuya au
toridad ha sido reconocida por el conjunto es, por ello
mismo, el autorizado a ejercer legítim am ente la fuerza y
el poder de todos, con el fin de m antener el orden y la
paz. Este tercero puede ser un hom bre o una asamblea de
hom bres. Para H obbes, el Estado no es una simple asocia
ción, sino la institucionalización del poder político.
Siguiendo la lógica del pensamiento hobbesiano en la
antítesis anarquía-unidad, por poder soberano se entiende
el poder que está por encima de cualquier otro poder. Así,
de la naturaleza constitutiva del pacto, se deriva la natura
leza del Poder Soberano com o: irrevocable, absoluta e in
divisible.
El P od er S o b e ra n o e s ir r e v o c a b le por la propia
naturaleza del pacto co m o un p a c tu m su b d jec tio n s, es
decir, q u e los súbitos ( u n iv ersitas) quedan obligados
a considerar co m o propias las accio n es y juicios del
so beran o . En este sentido, el poder so b eran o ejerce
su autoridad (entendida co m o derecho a realizar una
a c c ió n ) en n o m b re d e la so b era n ía co lectiv a . Para
H obbes los pactos por autorización obligan al autor.25 En
este sentido, las palabras o acciones del actor, del sobera
no, representan las palabras o acciones de la voluntad co
lectiva nacida del pacto recíp roco entre cada uno de los
individuos. D e este m odo se desprende q u e “cuand o el
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Thomas Hobbes
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Graciela Ferrás
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Thomas Hobbes
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Thomas Hobbes
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Graciela Ferrás
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Thomas Hobbes
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Thomas Hobbes
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John Locke (1632-1704)
Julio M. Sarmiento
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Julio M. Sarmiento
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John Locke (1632-1704)
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John Locke (1632-1704)
aristotélico pasamos a la s e g u r id a d p a r a la p r o te c c ió n d e
la v id a y la p r o p ie d a d q u e b r in d a la e s p a d a p ú b lic a .
Detrás de toda esta construcción teórica se encuentra la
idea de que el in d iv id u o es anterior lógica y éticamente
a la sociedad, y que, por lo tanto, un orden político esta
ble debe fundarse sobre éste.
En Locke, el e s ta d o d e n a tu r a le z a es de armonía,
paz, cooperación, felicidad y absoluta igualdad. En él,
los hombres regulan su conducta y el trato mutuo por la
ley natural, a la que acceden por intermedio de la ra
zón. Esta ley n a tu r a l obliga al hombre a respetar la inte
gridad física de otros hombres y sus propiedades.*5
Pero si el estado de naturaleza presenta todas es
tas bondades ¿qué justifica e impulsa a los hom bres a
abandonar esa feliz condición para ingresar a la socie
dad política?
Pese a su carácter positivo el estado de naturaleza
presenta algunos inconvenientes a saber: primero, aun
que en el estado de naturaleza existe una “ley natural”
que los hombres deben acatar, los intereses egoístas que
en algunas circunstancias predominan en la conducta
humana lleva a los individuos a violarla; segundo, sien
do todos los hombres libres e iguales, teniendo cada uno
en sus manos la ejecución de la ley natural, no existien
do una autoridad común o juez imparcial que medie en
tre intereses encontrados, toda disputa -dado que los
intervinientes serán juez y parte- puede degenerar en
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Julio M. Sarmiento
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John Locke (1632-1704)
123
Julio M. Sarmiento
124
John Locke (1632-1704)
125
Julio M. Sarmiento
126
John Locke (1632-1704)
127
Julio M. Sarmiento
Bibliografía
128
Jean-Jacques Rousseau:
La igualdad como
condición necesaria
de la democracia
Antonio A. Sanies
129
Antonio A. Sanies
130
J.-J. Rousseau: La igualdad como condición necesaria de la democracia
131
Antonio A. Sanies
lite r a r io s , d o n d e s e e n c o n tr a b a n n o m b re s c o m o
M ariveau x, F o n te n e lle , C o n d illa c, D id ero t, e in c lu so
Voltaire.
En 1742, presenta su proyecto en la Academia de Cien
cias, pero no logra obten er más qu e un certificado.
Durante 1743-44, publica la D iserta ció n s o b r e la m ú
s ic a m o d e r n a y co m p o n e la óp era L a s m u sa s g a la n te s
(L es M u ses g a la n te s ). Para la misma ép o ca , Mme. de
Broglie lo presenta al Conde de Montaigu, em bajador fran
c é s en V enecia, qu ien lo em plea co m o secretario.
En 1745, co n o ce a T h érése Lavasseur, lavandera del
hotel donde se aloja, q u e no era ni bella, ni culta, ni
sobria. Tuvo co n ella cin co hijos, a todos los cuales
d ebió llevar al orfanato.
En su cond ición d e teórico y com positor, recib e el
encargo de arreglar la ópera-ballet L as fie s t a s d e R a m iro
de Voltaire-Rameau.
En 1752 es representada en Fontainebleu la ópera
E l a d iv in o d e la a ld e a (L e d év in d u v illa g e) con éxito
total, por lo qu e Luis XV decide conferirle una pensión
que Rousseau rechaza.
Al añ o siguiente, por reco n o cer la calidad del g én e
ro operístico italiano y publicar en su C a rta s o b r e la
m ú s ic a fr a n c e s a , serias críticas hasta negarle toda vir
tud, las autoridades d e la Ó pera le niegan el ingreso a la
sala, d erecho adquirido para todo autor.
No obstante, ya casi co n 4 0 añ os era todavía p o co
m enos qu e un desconocid o.
La o casió n d e cum plir sus su eñ o s se le presen tó en
1750, cu and o la Academ ia d e D ijón co n v o có a un c o n
cu rso de ensay os so b re el tem a: “Si el ren acim ien to de
las cien cia s y las artes con tribu yó a purificar las c o s
tu m bres”.
Rousseau presentó un D iscu rso lleno d e entusiasm o
y de convicción, qu e reveló el poder de su elocu en cia y
qu e, adem ás, ganó el primer prem io de la Academia.
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Antonio A. Sanies
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J.-J. Rousseau: La igualdad como condición necesaria de la democracia
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Antonio A. Sanies
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J.-J. Rousseau: La igualdad como condición necesaria de ia democracia
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Antonio A. Sanies
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J.-J. Rousseau: la igualdad como condición necesaria de la democracia
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Antonio A. Sanies
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J.-J. Rousseau: La igualdad como condición necesaria de la democracia
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Antonio A. Sanies
Bibliografía
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento critico de Kart Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Karl Marx
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Antonio A. Sanies
Introducción
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Kar! Marx
Contenido-Esquema de la obra
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Karl Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Karl Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento critico de Karl Marx
Su impacto y repercusión...
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento critico de Kart Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento critico de Kari Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Kari Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento critico de Kari Marx
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Antonio A. Sanies
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Kart Marx
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Kart Marx
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Antonio A. Sanies
Bibliografía
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Significación y vigencia del pensamiento crítico de Kart Marx
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Alexis de Tocqueville
y los excesos de la libertad
Rodrigo Germán Cañete
183
Rodrigo Germán Cañete
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Alexis de Tocqueville y los excesos de la libertad
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Rodrigo Germán Cañete
2. Ibid., p. 261.
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Alexis de Tocqueville y los excesos de la libertad
187
Rodrigo Germán Cañete
188
El liberalismo de
John Stuart Mili
Andrea Salerno
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Andrea Salerno
190
El liberalismo de John Stuart Mili
191
Andrea Salerno
2. Jbid., cap. 2.
3. Arendt, H., La con dición h u m an a, Paidós, Barcelona, 1996,
cap. 2.
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El liberalismo de John Stuart Mili
193
Andrea Salerno
5. Ibicl., cap. 5.
6. Mili, J. S.: El utilitarismo, Aguilar, Madrid, 1980, cap. 2.
194
El liberalismo de John Stuart Mili
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Andrea Salerno
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El liberalismo de John Stuart Mili
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Andrea Salerno
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El liberalismo de John Stuart Mili
a los anim ales, y unido a sus sem ejantes más por libertad
qu e por naturaleza. Podría decir, co m o Pico de la Mirán
dola en su O ra tio d e h o m in is d ig n ita te : “No te he dado
ni rostro, ni lugar alguno que sea propiam ente tuyo, ni
tam p o co ningún don q u e te sea particular, ¡Oh Adán!,
co n el fin d e qu e tu rostro, tu lugar y tus d ones seas tú
quien los d esee, los conqu iste y d e ese m odo los poseas
por ti mismo. La naturaleza encierra a otras especies dentro
d e unas leyes por mí establecidas. Pero tú, a quien nada
limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas m anos yo te he
en tregad o, te d efines a ti m ism o. T e co lo q u é en m edio
del m undo para que pudieras contem plar m ejor lo qu e el
m undo co n tien e. No te he h ech o ni celeste, ni terrestre,
ni mortal ni inmortal, a fin de q u e tú m ism o, librem ente,
a la m anera de un bu en pintor o d e un hábil escultor,
rem ates tu propia form a.”
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Max Weber:
Dominación política,
democracia de masas
y liderazgo
Susana Villavicencio
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Susana Villavicencio
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
203
Susana Villavicencio
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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Susana Villavicencio
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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Susana Villavicencio
5. Ibid., p. 1074.
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
6. ¡bid., p. 1074.
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Susana Villavicencio
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Max Weber. Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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Susana Viilavicencio
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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Susana Villavicendo
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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Susana Villavicencio
Consideraciones finales
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Max Weber: Dominación política, democracia de masas y liderazgo
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