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SEMANA 2: ENVEJECIMIENTO Y SOCIEDAD

Lección 2.1 Imágenes sociales del envejecimiento

Si yo les preguntara a ustedes ¿qué es envejecer? ¿Cómo es la vejez? ¿Qué se les viene a la mente?
¿Cómo nos sentimos cuando pensamos en la vejez? En otras palabras ¿cuáles son las ideas, las
creencias, las imágenes que las personas tenemos sobre el envejecimiento y la vejez?

Envejecimiento y vejez: creencias y evidencias

Diversas investigaciones, tanto internacionales como también las que hemos desarrollado en
nuestro país, dan cuenta que, en general, las personas asignamos a la vejez un conjunto de
atributos o características bastante negativas. La vejez se asocia con dependencia, desmotivación,
soledad, desvalorización, con ser temeroso, estar “senil”, sexualmente inactivo (claro, la sexualidad
es vista como inadecuada en la vejez), con marginación y fragilidad, entre otros atributos negativos.

¿Es así la vejez? Esta imagen social de la vejez ¿corresponde a lo que en realidad ocurre en esta
etapa de la vida? Veamos que nos dicen algunas evidencias:

En primer lugar, en relación a la salud física, predomina la creencia que la mayoría de las personas
mayores presenta discapacidad y dependencia. En Chile, la Encuesta Nacional de Inclusión y
Exclusión del Adulto Mayor que aplicamos aproximadamente cada dos años, muestra, a partir del
año 2011, que más del 70% de los chilenos cree que las personas mayores no pueden valerse por sí
mismas. La evidencia, sin embargo, señala – de acuerdo con la Encuesta Nacional de Dependencias-
que prácticamente el 76% de las personas mayores es autónoma, no es dependiente. Por cierto
los niveles de dependencia aumentan al aumentar la edad, pero eso no es lo mismo que igualar
vejez con dependencia.

Veamos qué pasa en el ámbito social, ¿es la vejez sinónimo de aislamiento y soledad? De acuerdo
con las evidencias recogidas en las Encuestas de Calidad de Vida en la Vejez (desarrolladas por la
Universidad Católica) más del 70% de las personas mayores confía en el apoyo de su familia y la
mayoría (más del 50%) considera que tiene reciprocidad en sus relaciones afectivas, hay un dar y
recibir. Ahora bien, por otra parte, casi un 36% reporta sentir que le “falta compañía”.

En lo que refiere a la salud mental en la vejez, predomina la creencia que el envejecer


inevitablemente nos llevará al deterioro de nuestra inteligencia o a la demencia. Por otra parte,
también asociamos la vejez con tristeza y depresión. Veamos qué dicen algunas evidencias.
En primer lugar, las personas mayores son, en general, despiertas y capaces de aprender. La
demencia se presenta en aproximadamente un 7% a 10% de los mayores de 60 años y, por cierto,
este riesgo aumenta al aumentar la edad de las personas.
Efectos del envejecimiento en la inteligencia y las emociones

Ahora bien, quisiera destacar que nuestra inteligencia comprende al menos dos tipos que no se
afectan de la misma forma al envejecer:

 La inteligencia “fluida”: la capacidad para adquirir nuevos aprendizajes de manera ágil, sin que
medie de manera significativa el aprendizaje previo o la experiencia. Esta inteligencia suele
afectarse con la edad
 La inteligencia llamada “cristalizada”: la capacidad para adaptarnos haciendo uso de nuestros
conocimientos y experiencia previa. Esta tiende a conservarse y, en ocasiones, puede mejorar
con los años.

De hecho, al envejecer tenemos la posibilidad de desarrollar un pensamiento más complejo, que


reconoce que los fenómenos pueden ser vistos de diferentes formas, que incorpora los afectos en
el análisis de problemas, que asume la incertidumbre. ¿Significa esto que las personas mayores son
más sabias? La verdad, los estudios que la psicología ha desarrollado en torno a la sabiduría
muestran que el comportamiento que puede considerarse como “sabio” es poco común y no
necesariamente se asocia a la edad. Ahora bien, como señalaba, los años abren la posibilidad de
desarrollar un pensamiento más complejo, eventualmente más sabio.

¿Qué pasa a nivel emocional al envejecer? Si bien la depresión es una patología de salud mental
relevante en la vejez, no hay suficiente evidencia que confirme que se presenta más que en otras
etapas de la vida. Recientemente, un informe de la OMS indicó que habría más depresión en la
adultez mayor, sin embargo otros estudios no han mostrado lo mismo.

Cabe señalar que la depresión en la vejez reviste una complejidad diagnóstica, a veces se confunde
con signos que se suponen “clásicos para la edad” (como estar más inactivo o desmotivado) y en
realidad estamos frente a una depresión no diagnosticada; o bien el hecho que muchos adultos
mayores toman simultáneamente una gran cantidad de medicamentos puede hacer más difícil el
diagnóstico. Todo esto contribuye a que no contemos con cifras del todo claras respecto de la
prevalencia de esta patología en la vejez.

La “Paradoja del envejecimiento”

Por otra parte, en lo que respecta a los resultados de las Encuestas de Calidad de Vida en la Vejez,
es interesante destacar que la mayoría de las personas mayores reporta una buenos niveles de
satisfacción con la vida, y estos niveles han ido aumentando en las diferentes encuestas (de un
56% el año 2007 a un 73% este 2017). Estos resultados coinciden con muchos estudios que
muestran que las personas mayores, en general, reportan buenos niveles de bienestar.
Lo interesante de este fenómeno es que nos encontramos con el hecho que las personas reportan
buenos niveles de satisfacción y bienestar en una etapa de la vida en la que se supone que se
experimentan más dificultades, más pérdidas. Parece contradictorio ¿no? Tanto es así que a este
fenómeno se le ha llamado la “paradoja del envejecimiento” o la “paradoja de la felicidad”. Se
han formulado distintas explicaciones para ello:

 La habituación, esto es, no compararse con parámetros absolutos, algo así como “para mi
edad no estoy tan mal”
 La Teoría de la Selectividad Socioemocional de Cartensen, que señala que a medida que
nos acercamos a la muerte cambian nuestras motivaciones, y nos centramos en lo que nos
gratifica, en nuestras relaciones emocionales significativas, y lo demás pierde importancia
 Por último nuestra capacidad para desplegar afrontamientos saludables a las pérdidas, para
acomodarnos, es decir, ajustar nuestras expectativas a nuestra realidad.

Las evidencias cuestionan que la vejez sólo sea el conjunto de características negativas que
señalamos al comienzo de esta clase. Eso no es la vejez, eso se llama “viejismo” El viejismo es un
conjunto de estereotipos negativos en torno a la vejez que se traduce en actos discriminatorios
hacia quienes envejecen, simplemente por la edad que tienen.

Lo que nos muestra la evidencia es que no hay una vejez, hay “vejeces”. Nos encontramos con una
gran variedad de formas de envejecer. Si hay algo que caracteriza a esta etapa de la vida es su
diversidad: algunas personas desarrollan demencia, mientras que otras se mantienen saludables y
se comprometen en nuevos proyectos a edades avanzadas.

Reflexión final

Necesitamos reconocer la diversidad de la vejez, salir de la mirada viejista que finalmente termina
restringiendo nuestras posibilidades de bienestar. Si creo que la vejez es lo peor que me puede
pasar, es posible que no me comprometa con anticipación en tomar medidas que me ayuden a un
buen envejecer, como cuidar mi salud, fortalecer mis redes de apoyo, tomar precauciones en el
ámbito económico o desarrollar formas de afrontamiento saludables ante las dificultades y
pérdidas. Actuamos en concordancia con nuestras creencias. Si las revisamos podemos decidir con
mayor libertad y responsabilidad cómo construir nuestra propia vejez.

Para citar este material educativo:

Thumala, Daniela (2017) “Imágenes sociales del envejecimiento”. Material Obra acogida a licencia de
Creative Commons Atribución-
del curso "Cómo envejecemos: una mirada transdisciplinaria”, impartido
No Comercial- CompartirIgual
en UAbierta, Universidad de Chile.
4.0 Internacional.

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