Vous êtes sur la page 1sur 23

Índice

1. Introducción…………………………………………………………...3
2. Nicolás Oresme……………………………………………………….4
2.1 Razonamiento Matemático…………………………………………….5
2.2 Aportes de Series Infinitas……………………………………………..6
2.3 La inconmensurabilidad de las proporciones………………………..9
3. Fibonacci………………………………………………..……………12
3.1 Series y Sucesiones…………………………………………..………14
3.2 Ejemplos de las sucesiones de Fibonacci que se pueden ver en la
naturaleza……………………………………………………….………….15
3.3 La Espiral de Fibonacci……………………………………………….17
3.4 Sucesiones Numéricas……………………………………………….18
3.5 Convergencia de una sucesión………….…………………………..19
3.6 Límite de una sucesión……………………………………………….21
3.7 Monotonía y convergencia…………………………………………...22

4. Conclusión…………………………………………………………..23

1
Introducción

En este trabajo de series y sucesiones de Nicolás Oresme y Fibonacci


estaremos presentando todos aquellos aportes que dieron al cálculo.
Como Oresme donde estaremos mostrando todo lo que nos aportó
relacionado con lo que fue su razonamiento matemático para llevar a
cabo todo los que tiene que ver con las series infinitas.
Al igual que Fibonacci presentaremos todas aquellas contribuciones
con lo que fue sus series y sucesiones, como la explicación de su
espiral y ejemplos de la sucesiones que se ven en la naturaleza.

2
Nicolás Oresme

Nicolás Oresme (c. 1320-1382) fue uno de los escolásticos más


importantes en la historia de las ciencias matemáticas y de la
naturaleza. Escribió numerosos tratados con aportaciones muy
relevantes en campos como la aritmética, la geometría, la óptica, la
economía y la cosmología. Mientras ejercía como maestro de Artes
realizó comentarios de las obras de Aristóteles en filosofía natural, que
en gran medida son el fundamento de su obra original posterior.

Sus aportaciones principales son la teoría de las configuraciones, la


inconmensurabilidad delas proporciones, la utilización de series
convergentes, y el desarrollo de razonamientos hipotéticos contra
muchas de las conclusiones de la física y la cosmología de
Aristóteles. El fundamento ontológico de los razonamientos hipotéticos
es la potentia Dei absoluta, la capacidad de Dios de hacer mundos
diferentes al actual, recurso muy utilizado desde las condenas de Paris
de 1277. Su fundamento epistemológico es la imaginación matemática
y su carácter realista. La conclusión de Oresme es escéptica en
relación con el conocimiento natural, pero no con los dogmas de la fe.
Por cierto, él pretende destruir principalmente las creencias heréticas
en la magia y la astrología. Sin embargo su crítica al conocimiento
natural se hace por medio de la razón natural, lo que implica un
avance objetivo del mismo, al menos en el campo teórico.

Razonamiento Matemático

3
Oresme hace, a diferencia de Aristóteles y los autores medievales,
frecuente uso de las matemáticas en filosofía natural, un ejemplo que
podemos considerar paradigmático por su riqueza, relevancia y
extensión: la refutación de la teoría aristotélica de que lo engendrado
ha de tener necesariamente un final, y de que lo que no tiene un final
es necesariamente no engendrado, es decir, eterno. El argumento de
Aristóteles y Averroes al respecto es pormenorizadamente refutado
con recursos tanto lógicos como matemáticos. Aristóteles, sólo puede
deberse a la preocupación teológica por parte de Oresme de mostrar
la posibilidad de que algo creado dure indefinidamente, así como su
inverso, que algo que viene durando indefinidamente pueda perecer.
Ello implica mostrar la posibilidad, es decir, la no contradicción, de que
el mundo pueda ser creado y también aniquilado, obviamente por el
Dios cristiano.

Los momentos más relevantes de la argumentación de Oresme en lo


que respecta al uso de las matemáticas son tres: primero demostrar
que una duración de un punto hacia el pasado o hacia el futuro es tan
infinita como una duración que se extiende desde un pasado indefinido
a un futuro indefinido; después postular que hay proporciones
inconmensurables, lo que aplicado a los movimientos de los astros
implica que determinada conjunción pueda no darse más que una vez,
o incluso no darse nunca, aunque el tiempo sea infinito; por último,
explicar que aunque no puedan realizarse experimentos físicos para
probar estas teorías matemáticas, ello no las invalida como hipótesis
de las que deducir consecuencias de modo necesario. Estos tres
momentos no operan con este orden en la argumentación de Oresme,
pero resultan más adecuados para su reconstrucción lógica y para
traer a colación otros momentos de la obra de Oresme en que el uso
de las matemáticas es significativo para dilucidar su posición
epistemológica.

Aportes a las series Infinitas

4
Oresme procede a refutar el concepto de duración infinita de
Aristóteles referido por Averroes, según el cual el infinito es tan grande
que nada puede ser mayor; y así pues lo infinito en duración no tiene
comienzo ni fin, pues si alguna duración tuviese comienzo pero no fin,
no se podría decir que fuese finita, pues no tiene fin, ni que fuese
infinita porque aquella que no tuviese comienzo ni fin sería más
grande. Y nada es más grande que el infinito.

Oresme construye un ejemplo de cantidad infinita aparentemente


mayor que otra, demostrando que son equivalentes, y que por lo tanto
tan infinita es una duración indeterminada hacia el pasado y el futuro
como en una sola dirección. El ejemplo consiste en tomar un cuerpo b,
con partes cuadradas de un pie de ancho, largo y alto, partes que se
prolongan indefinidamente hacia la derecha: c, d, e, f, g, etc. Si a cada
una de esas partes se da forma de esfera concéntrica de modo que
cada una recubre a la anterior, se generará un cuerpo esférico.

Si ejecutamos este proceso durante una hora de modo que esa hora
sea dividida en intervalos proporcionales a cada parte, sumando por
tanto un número infinito de intervalos, al final de la hora habremos
generado no un cuerpo esférico enorme, sino infinito en todas
direcciones.

Es decir, habremos generado un cuerpo infinito en todas direcciones a


partir de un cuerpo infinito sólo en una hacia la derecha durante un
intervalo finito de tiempo. Por tanto, ambos infinitos son equivalentes, y
lo mismo sucede con el infinito temporal hacia el pasado o hacia el
futuro con el infinito en ambas direcciones:

5
Y por lo tanto no es b menor que a ni a más grande que b, y sin
embargo nada ha sido añadido a b o en b. Así que b no es más grande
de lo que había sido antes, y por lo tanto b, que era infinito sólo en
longitud y en una dirección, no es más pequeño que a que era infinito
en todas direcciones. Y por lo tanto una cantidad infinita no es más
grande ni más pequeña que otra cantidad infinita. [...] y así tantas
veces como se pueda imaginar. Y en consecuencia se podría tomar de
b cien mil y [otros] cien mil cuerpos cada uno de los cuales fuese
infinito en todas direcciones, y restaría un cuerpo que no sería menor
de lo que era b sin haberle añadido nada.

Una serie infinita convergente es una muestra de la posibilidad


ontológica de que algo tenga un principio pero no un final. Oresme nos
pone varios ejemplos. Si un cuerpo recorriese en un día la mitad de un
estadio, al día siguiente la mitad del resto, al tercer día la mitad de la
mitad, y así sucesivamente, el estadio nunca sería recorrido y el
cuerpo recorrería un espacio finito durante un tiempo infinito; de modo
inverso, continúa Oresme. Y en otro caso: si tal cuerpo recorriese en la
mitad de un día todo el estadio, y en la mitad del resto del día otro
estadio, y después en la mitad del otro resto otro estadio, y
procediendo así sin fin aumentando su movimiento, este cuerpo al final
del día habría recorrido un espacio infinito en un tiempo finito; sin
embargo no se podría señalar dónde se encuentra este cuerpo al final
del día.

En el primer caso, la velocidad disminuye infinitamente y en el


segundo aumenta de modo infinito. Algo similar sucedería si en un
medio dado la resistencia al móvil fuese tal que cada día el móvil

6
recorriese la mitad que el día anterior: Y por ello, su movimiento será
el doble de lento el segundo día que el primero, y el doble de lento el
tercero que el segundo, y así seguidamente. Yo digo por lo tanto que
este movimiento tendría comienzo y jamás acabaría Análogamente a
como se aplica al espacio, el tiempo y la velocidad, este razonamiento
se puede aplicar a la densidad de la materia, de modo que si en la
primera mitad de una hora la materia de un cuerpo se comprimiese
para ocupar la mitad del espacio, y lo mismo durante el cuarto de hora
siguiente, y luego el octavo y sucesivamente en proporción, yo digo
que al final de la hora esta materia carecería de magnitud como un
punto indivisible.

Y en consecuencia ella estaría aniquilada y por completo anulada. De


modo similar, si en las partes proporcionales de una hora una materia
fuese en la primera parte rarificada o extendida el doble [de su
tamaño], y en la otra [mitad del tiempo restante] extendida el cuádruple
[de su tamaño] y después al óctuple y así continuamente, al final de la
hora y después de la misma parecería que estuviese completamente
sin materia y convertida en nada. Y tal proceso es imaginable sin
contradicción y posible para una potencia infinita. Y si la aniquilación
es posible, la creación de la nada también es posible. La aniquilación
es en este caso el efecto de una condensación infinita en que el
espacio tiende a cero o de una rarefacción infinita en que el espacio
tiende a infinito. En cualquier caso se trata de posibilidades límite de la
naturaleza, pues en ella no hay puntos inextensos, líneas sin anchura
o superficies sin profundidad. Pero posibilidades a las que se llega
razonando de modo necesario.

La estructura del razonamiento matemático es en todos los casos la


misma: se trata de series infinitas convergentes a una cantidad dada
por adición de cantidades que siguen la proporción que los medievales
llaman “subdupla” es decir, de un medio. En todos estos casos se
utiliza la serie 1/2+1/4+1/8+1/16+...+1/2n+...=1, una serie de infinitos
sumandos que converge a 1. Con ello se demuestra la inteligibilidad
de ciertas posibilidades ontológicas sobre el comportamiento de los
móviles y sobre la densidad de la materia que no se presentan como
comportamientos físicamente reales.
Su función es mostrar una vez más la no necesidad de las
conclusiones de la física de

7
Aristóteles, así como enriquecer las ideas de espacio, tiempo y materia
desde las matemáticas. Para que esas series matemáticas se
conviertan en posibilidades físicas cumple la intervención de un poder
infinito, el de Dios. En consecuencia, parece que para Oresme las
matemáticas y la teología son solidarias: las matemáticas muestran la
posibilidad de la creación y la aniquilación, y la teología muestra la
posibilidad de la realización física de la conclusión matemática
mediante la idea de potentia Dei absoluta.

La inconmensurabilidad de las proporciones.

Además de las series infinitas, Oresme nos pone un ejemplo


cosmológico de la posibilidad de tener un principio y no tener un final y
viceversa. Se trata de la posición del centro del sol por una parte y del
vértice del cono de sombra que genera el sol al iluminar la Tierra por la
otra. Es verosímil que dichos puntos se encuentren en una posición
siempre nueva, y que por tanto una luz que había existido siempre
“muera” al caer en la sombra y que otra que nunca había existido
“nazca” al ser producida por el sol en una nueva posición. Ello es
posible debido a la mayor probabilidad de que los movimientos de los
astros sean inconmensurables a que sean conmensurables, lo que
implica conjunciones siempre nuevas entre los astros.

La inconmensurabilidad de los movimientos de los astros es la


aplicación a la astronomía de una teoría matemática que Oresme
elabora en De proportionibus proportionum y a la que recurre en
numerosas ocasiones, como en esta de Du ciel. Las proporciones son
las razones entre dos números: por ejemplo la proporción entre 6 y 2

8
es 3. La proporción es racional cuando dicha razón es un entero o un
decimal finito o periódico, en caso contrario es irracional. La teoría se
ocupa de las proporciones de proporciones, es decir, del exponente al
que hay que elevar una proporción para obtener otra proporción. Por
ejemplo la proporción 8/1 es la proporción 2/1 elevada a 3/1.

Cuando una proporción es parte alícuota de otra proporción en sentido


exponencial –es decir, cuando da como resultado otra proporción al
elevarla a un exponente- decimos que las proporciones son
“conmensurables”. Pueden ser conmensurables tanto proporciones
racionales –por ejemplo el caso anterior 8/1= (2/1)3/1 - como
irracionales – por ejemplo (8/1) √2 = [(2/1) √2]3/1. Pero lo más
probable es que las proporciones de proporciones sean
inconmensurables, es decir, que no exista un exponente racional que
haga posible que elevando a este una proporción obtengamos la otra
proporción, como es el caso por ejemplo de 9/1 y 2/1.

La demostración se realiza en el desarrollo de esta proposición y de la


siguiente, y consiste en probar la frecuencia de la conmensurabilidad
entre las proporciones de enteros de 2/1 hasta 101/1. El antecedente
asegura que si se toma una secuencia cualquiera de proporciones
racionales, a partir de ella se genera un mayor número de
proporciones de proporciones irracionales que racionales. El
consecuente generaliza afirmando que, dadas dos proporciones
cualesquiera, es más probable que la proporción entre ellas sea
inconmensurable a que sea conmensurable.

De 2/1 a 101/1 hay 100x99 proporciones de proporciones, es decir


9900, pero sólo nos interesan la mitad, es decir, aquellas cuyo
exponente es mayor que la unidad aquellas cuyo primer término de
comparación es menor que el segundo; por ejemplo nos interesa la
proporción entre 2/1 y 4/1, pero no la que hay entre 4/1 y 2/1. Así pues
Oresme analiza 4950 proporciones de proporciones, y descubre que
sólo 25 son racionales, aquellas que resultan de la combinación
ascendente dos a dos de estas 18 tomadas en cada serie:
2/1; 4/1; 8/1; 16/1; 32/1; 64/1
3/1; 9/1; 27/1; 81/1
5/1; 25/1
6/1; 36/1
7/1; 49/1

9
10/1; 100/1

Es decir, entre 2/1 y 101/1 hay 4925 proporciones inconmensurables y


25 conmensurables, lo que arroja una frecuencia de 1 combinación de
proporciones que resulta conmensurable por 197 combinaciones que
resultan inconmensurables52. Oresme extrapola este resultado a
cualquier combinación de proporciones y concluye que cuanto mayor
sea la muestra de proporciones –por ejemplo 200 o 300 más
“verosímil” resultará que sean mutuamente inconmensurables cuando
se tomen dos al azar. Oresme no demuestra aritméticamente el
resultado, sino por analogía con los números cúbicos y los perfectos:
cuantos más números cúbicos se tomen, la razón entre los números
no cúbicos y los cúbicos será mayor.

10
Fibonacci

Fibonacci fue un matemático italiano del siglo XIII, el primero en


describir esta sucesión matemática. También se lo conocía
como Leonardo de Pisa, Leonardo Pisano o Leonardo Bigollo y ya
hablaba de la sucesión en el año 1202, cuando publicó su Liber abaci.
Fibonacci era hijo de un comerciante y se crio viajando, en un medio
en donde las matemáticas eran de gran importancia, despertando su
interés en el cálculo de inmediato.

Se dice que sus conocimientos en aritmética y matemáticas crecieron


enormemente con los métodos hindúes y árabes que aprendió durante
su estancia en el norte de África y luego de años de investigación,
Fibonacci dio con interesantes avances. Algunos de sus aportes
refieren a la geometría, la aritmética comercial y los números
irracionales, además de haber sido vital para desarrollar el concepto
del cero.

El aporte de Fibonacci a la matemática es tan grande y tan profundo


que prácticamente no puede ser medido. Por la época en la que vivió,
el sistema de numeración arábigo era poco menos que una curiosidad:
todo el mundo usaba los números romanos. Y ya se sabe lo difícil que
es multiplicar por no hablar de dividir con números romanos .

11
Series y sucesiones

Una sucesión de Fibonacci es aquella donde cada número es el


resultado de sumar los dos que lo preceden. Así, la primera y más
básica sucesión de Fibonacci es:

1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233...

Respondiendo a la fórmula

an = an-1 + an-2

Según la historia esta sucesión surge al estudiar la propagación de


conejos.

Lo interesante de las sucesiones de Fibonacci es que prácticamente


cualquiera (con la sola condición de que domine la aritmética básica)
puede investigarlas, descubrirles nuevas propiedades y desarrollar
teoremas propios, inéditos y curiosísimos sobre ellas. Parecen existir
infinitos teoremas de Fibonacci, y amateurs matemáticos casi
absolutos han escrito y publicado interminable cantidad de sesudos
libros acerca de ellos.

12
Además, las sucesiones de Fibonacci aparecen en infinidad de objetos
de la naturaleza. Si se observa un árbol, en la primera parte hay un
tronco, le sigue, en segunda, una parte más fina, en la tercera, dos
ramas, en la cuarta,
tres, luego cinco y
así sucesivamente.

Las aplicaciones de los números de Fibonacci son también, al parecer,


infinitas: se utilizan en generación de números al azar, en la búsqueda
de valores máximos y mínimos de funciones complejas de las que se
ignora la derivada, en trabajos de clasificación de datos, en
recuperación de información en computadoras.

Entre las muchas curiosidades de las sucesiones de Fibonacci, una de


las más extrañas propiedades de las mismas es que la razón entre
cada par de números consecutivos va oscilando por encima y por
debajo de la razón áurea, y que a medida que avanzamos en la serie,
la diferencia de la razón de
Fibonacci con la razón áurea se va haciendo cada vez menor. En
teoría, cuando llegásemos al último par de números, resultaría

1,61803...

Que es, precisamente, la llamada “razón áurea”.


La afirmación anterior se demuestra fácilmente. En el ejemplo,

3 / 2 = 1,5

13
Bastante por debajo de la razón áurea. Pero

5 / 3 = 1,66

Algo por encima, pero menos que antes. Siguiendo resulta

8 / 5 = 1,6; 13 / 8 = 1,625; 21 / 13 = 1,6153 y 34 / 21 = 1,61904

Lo cual ya se acerca bastante.

Ejemplos de las sucesiones de Fibonacci que se pueden ver en la


naturaleza.

Las abejas tienen relación con los números de Fibonacci: si se


observan las celdas hexagonales de una colmena y se coloca a una
abeja en una cualquiera de ellas, y se le permite alimentar a la larva,
suponiendo que continuará siempre por la celda contigua de la
derecha, hay sólo una ruta posible para la siguiente celdilla; dos hacia
la segunda, tres hasta la tercera, cinco hasta la cuarta, ocho rutas
posibles hacia la quinta.

También la física parece adorar las sucesiones de Fibonacci. Si se


colocan dos láminas planas de vidrio en contacto y se hace que unos
rayos luminosos las atraviesen, algunos (dependiendo del ángulo de
incidencia) las atravesarán sin reflejarse, pero otros sufrirán una
reflexión. El rayo que no sufre reflexión tiene sólo una trayectoria
posible de salida; el que sufre una reflexión tiene dos rutas posibles; el
que sufre dos reflexiones, tres trayectorias, el que experimenta tres
reflexiones, cinco, y así sucesivamente. Tenemos aquí nuevamente
una sucesión de Fibonacci: 1, 1, 2, 3, 5, 8... Si se aumenta el número
de reflexiones (n), el número de trayectorias posibles sigue una
sucesión de Fibonacci.

La mano humana es, también, una sucesión de Fibonacci. La longitud


del metacarpo es la suma de las dos falanges proximales; la longitud
de la primera falange es la suma de las dos falanges distales.

14
Si se toma un grupo de fichas de dominó, de tamaño 2 x 1, la cantidad
de maneras de construir rectángulos de tamaño 2 x n será, por
supuesto, una sucesión de Fibonacci. Hay una sola forma de armar un
rectángulo de 2 x 1; dos de construir el de 2 x 2; tres de hacer el de 2 x
3, cinco para el de
2 x 4; ocho para el de 2 x 5, etc.

Desde siempre, los matemáticos se vieron perturbados por la relación


entre los números de Fibonacci y los números primos. La pregunta
era: ¿puede una sucesión de Fibonacci contener series infinitas de
números primos? La respuesta es sí.

Para

finalizar esta introducción se construyen dos cuadrados de lado uno,


con lado dos se construye un nuevo cuadrado, con lado tres, otro y así
sucesivamente. Rápidamente se puede apreciar una espiral y esta
espiral se corresponde al caparazón de un molusco.

15
La Espiral de Fibonacci

Un espiral de Fibonacci es una serie de cuartos de círculo conectados


que se pueden dibujar dentro de una serie de cuadros regulados
por números de Fibonacci para todas las dimensiones. Entre sí, los
cuadrados encajan a la perfección como consecuencia de la
naturaleza misma de la sucesión, en donde cualquier cifra es igual a la

16
suma de las dos anteriores. El espiral o rectángulo resultante es
conocido como el espiral dorado y el rectángulo de oro.

Cada uno de los números de Fibonacci se acerca mucho a la


llamada proporción áurea, proporción dorada o número de
oro (aproximadamente 1.618034). Cuanto mayor es el par de números
de Fibonacci, más cerca de la proporción dorada estamos.
Naturalmente, ésta cifra resulta más bella y más agradable a nuestra
percepción y ya sea consciente o inconscientemente, artistas la han
empleado a lo largo de toda la historia de la humanidad.

En las ciencias naturales, es bien conocida la estructura de Fibonacci


en la disposición de las semillas en los girasoles. Las semillas,
ubicadas en la gran parte central de las flores, tienen una implantación
en espiral: hay dos grupos de espirales, gobernadas por dos funciones
logarítmicas. Un grupo gira en sentido horario y otro en el antihorario.
La cantidad de espirales logarítmicas en cada grupo sigue números de
Fibonacci consecutivos.

Las abejas también tienen relación con los números de Fibonacci: si


se observan las celdas hexagonales de una colmena y se coloca a una
abeja en una cualquiera de ellas, y se le permite alimentar a la larva,
suponiendo que continuará siempre por la celda contigua de la
derecha, hay sólo una ruta posible para la siguiente celdilla; dos hacia
la segunda, tres hasta la tercera, cinco hasta la cuarta, ocho rutas
posibles hacia la quinta.

Sucesiones Numéricas

Una sucesión de números reales es una aplicación del conjunto N (o,


a veces, N0 ) en R, de tal forma que, a cada número natural n le
corresponde uno y sólo un número real denominado an en lugar de
usar la notación a = f(n)
{an}= {a1, a2, a3, a4,..., an,...}

17
Los números a1, a2, etc. son los términos de la sucesión. El término
an es el término genérico de la sucesión. Obsérvese que los tres
puntos finales colocados luego de an constituyen un símbolo
matemático que debe ser entendido como “y así hasta infinito”

Se incluyen a continuación tres ejemplos arbitrarios de sucesiones.

La primera es la sucesión {an} = {1/n}


{1, 1/2, 1/3, 1/4, 1/5, 1/6, 1/7, 1/8, 1/9, 1/10,…}

La segunda es la sucesión {an} = {(2n-1)/n2}


{1, 3/4, 7/9, 15/16, 31/25, 7/4, 127/49, 255/64, 511/81, 1023/100,
…}

La tercera es la sucesión {an} = {n (1/n)}


{1., 1.41421, 1.44225, 1.41421, 1.37973, 1.34801, 1.32047, 1.29684,
…}

En los casos presentados se ha definido la sucesión mediante una


expresión o fórmula que proporciona los términos de la misma. Otra
forma de definirlas es dando alguna característica de sus términos,
por ejemplo la sucesión formada por todos los números naturales
cuyo dígito de unidades sea cuatro.

{an} = {4, 14, 24, 34, 44, 54, 64, 74,…}

Otra forma de definirlas es mediante una expresión de recurrencia,


estableciendo una relación entre el término enésimo y los
anteriores a él. Por ejemplo la ya mencionada sucesión de Fibonacci
está definida por la recurrencia.
a1 =1

a2 =1

18
an = an−2 + an−1 n>2

Convergencia de una sucesión

A continuación se agregan gráficos (obviamente no continuos) en los que se


representan los términos de distintas sucesiones

{an} = (-1)n /n

{an} = n2/(n2+1)

{an} = (-1)n

{an} = n2

19
400

300

200

100

0
00:00:05 00:00:10 00:00:15 00:00:20

En la primera y en forma absolutamente intuitiva puede inferirse que,


al crecer n, los términos de la sucesión (los puntitos) tienden a 0; en la
segunda, tienden a uno (1); en la tercera tienden a +1 o a -1 y, en la
cuarta parece que crecen más allá de todo límite.

Estudiar la convergencia de una sucesión consiste precisamente en


investigar a qué valor tiende el término genérico de la misma cuando
n → ∞.

Si tiende a un número finito l la sucesión se dice convergente, si


tiende a ∞ o no existe el número l, la sucesión se dice divergente.

Los gráficos anteriores parecen indicar que las dos primeras son
convergentes mientras que las restantes son divergentes.

Límite de una sucesión

El número l es el límite de la sucesión {an} si se cumple que

an −l <ε, ε> 0

∀n > N ε

Es decir, si desde un término en adelante la diferencia entre este y el


límite se puede hacer tan chica como se quiera con tal de tomar n
suficientemente grande (mayor que Nε).

20
Por ejemplo, la sucesión {an}= {(-1)n/n} tiene límite cero (0) porque
fijado un ε > 0 basta con tomar Nε > 1/ε para que la diferencia entre el
término genérico y el límite sea menor que ε.

Obsérvese detenidamente que, en el intervalo [l+ε, l-ε] después de Nε


hay infinitos elementos de la sucesión, mientras que, antes de Nε solo
hay un número finito de ellos.

Monotonía y convergencia

Se relacionan a continuación condiciones de monotonía y de


convergencia:

 Toda sucesión convergente es acotada.

 Toda sucesión creciente y acotada superiormente es


convergente.

 Toda sucesión decreciente y acotada inferiormente es


convergente.

21
 Toda sucesión decreciente y no acotada inferiormente es
divergente.

Conclusión

Podemos concluir diciendo que este trabajo de los aportes de series y


sucesiones de Nicolás Oresme y Fibonacci nos dejó con grandes
conocimientos ya que aprendimos más sobre este tema.

Como lo fue con las series infinitas de Oresme con su argumentación


en lo que respecta al uso de las matemáticas como que primero debe
demostrar que una duración de un punto hacia el pasado o hacia el
futuro es tan infinita como una duración que se extiende desde un
pasado indefinido a un futuro indefinido.

22
Y con Fibonacci pudimos aprender que una sucesión de Fibonacci es
aquella donde cada número es el resultado de sumar los dos que lo
preceden.

23

Vous aimerez peut-être aussi