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LA PENA DE MUERTE

Así las cosas, nos queda clarísimo que poseemos una entidad interior, hombre
interior o cuerpo interior llamado cuerpo espiritual.
LA ÉTICA DEL CUIDADO:
De acuerdo con la Biblia, nuestro cuerpo es también un templo; es templo del
Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Por ser santuario de Dios, nuestros cuerpos
pertenecen a Dios y no a nosotros.
Nuestra responsabilidad consiste en cuidar nuestros cuerpos, vigilando que nada los
dañe o los profane. Luego encontrará algunas instrucciones que le ayudarán a
cumplir bien con esta responsabilidad.
De modo que el conocimiento de que el Padre mora en nosotros depende del
ministerio del Espíritu, que no está restringido, sino que obra en todos los creyentes.
Más aún, el conocimiento de que Cristo mora en nosotros está supeditado a la venida
del Espíritu. Es el Espíritu quien hará conocer la presencia de Cristo (Jn. 14:17-20),
y quien nos enseñará acerca de Cristo y lo glorificará (Jn. 16:13-15). Se indica con
toda claridad que Cristo mora en todos los creyentes (Col. 3: 11); en consecuencia,
también mora en todos los creyentes a fin de que pueda hacerles saber que Cristo
mora en ellos. Además, esta conclusión razonable recibe la confinación de las
pruebas mencionadas anteriormente. 1
Todo aquél que no ha reconocido a Dios como su dueño y Señor vive en un estado
de confusión. El pecado es su amo; aunque el individuo cree que es el amo de sí
mismo.
Al pensar así, y estando convencido de esto, la persona entrega su cuerpo al pecado
(Efesios 4:19) hasta que se transforma en una persona depravada (Romanos
1:24,26-27). Aunque a veces el intelecto pareciera reconocer esta esclavitud, su
voluntad es incapaz de controlar los deseos pecaminosos de su cuerpo (Romanos
7:23-24)
En cambio, la condición del creyente es diferente. Dios es su dueño, Cristo es su
Señor y el Espíritu Santo vive en su cuerpo (1 Corintios 3:16). Esto significa que el
pecado no es más su amo, porque el Espíritu Santo le ha librado de su dominio
(Romanos 8:2).
Ahora él ha recibido poder para ser el amo de su cuerpo en lugar de ser su esclavo.
Es por eso que los cristianos no deberían permitir que el pecado les gobierne por
medio de las pasiones del cuerpo (Romanos 6:12, 14; 1 Pedro 2:11). Al contrario,

1
Ryrie, Charles C. “El Espíritu Santo”, Editorial Portavoz, USA, año 1978, Pág.80
él creyente debe ejercer dominio absoluto sobre su cuerpo (1 Corintios 9:27). Como
mayordomo, ésta es una de sus responsabilidades.
El cristiano sabe y siente que Dios habita en él. Y como habita también en el cuerpo,
el cristiano puede aparecer como templo ambulante. Según el ejemplo del hombre
caritativo, del que dice Isaías 58,8: «Te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria
del Señor».2
Debemos presentar nuestros cuerpos “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”,
Romanos 12.1. Son templos del Espíritu Santo, 1 Corintios 6.19, que Dios valora, y
nosotros debemos hacer lo mismo. La gente del mundo le dice a Dios y al gobierno
que sus leyes no deben “meterse con el cuerpo de uno”, pero el creyente
sabe que es sólo un administrador del cuerpo, y no su dueño.
“Habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”, 1 Corintios 6.20. No debemos dejar que
ellos sean adictos a las drogas y otros hábitos malsanos; nunca debemos
valernos de los derechos de Dios al modificar nuestros cuerpos con tatuajes,
agujeros o cirugía cosmética que no sea necesaria por razones médicas.“
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en
sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”,
Romanos 6:12,13.
La Biblia enseña que el pecado ha deslucido al cuerpo. Es “el cuerpo de la humillación
nuestra”, Filipenses 3.21. Sin embargo, nunca inculpa al cuerpo físico por el pecado.
“del corazón salen los malos pensamientos”, Mateo 15.19. “como ellos no aprobaron
tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada”, Romanos 1.28.
“...haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira”, Efesios 2.3.
Dios ha revelado estas verdades para nuestra enseñanza, para que le sirvamos
inteligentemente. Que nuestros espíritus entren en comunión con Dios y acepten
instrucciones del Espíritu Santo; que nuestras almas respondan a la dirección de
nuestros espíritus y nos conduzcan a ser puestos aparte para Dios; y que nuestros
cuerpos honren y sirvan al Señor Jesús. 3

CONCLUSIÓN Y COMENTARIO:

2
Schokel, Luis Alonso. “Al aire del Espíritu”, Editorial SAL TERRAE, Santander, 1988, Pág.38
3
Vallance David. “Truth & Tidings” La antropología bíblica, junio y agosto 2007 el autor es médico cirujano
en Detroit, Estados Unidos.
La Biblia es clara cuando dice: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de
Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados,
ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni
los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (1 Corintios 6:9,10).
Teniendo en mente este texto, persistiremos en pensar que la vida de hoy con sus
excesos agrada a Dios.
El alcohol, el cigarrillo, las drogas, la glotonería, la vanidad, las cirugías plásticas, los
tatuajes, el adulterio, la fornicación, la homosexualidad, la masturbación, la
pornografía y otras muchas formas de pecado, claramente rechazadas por Dios, van
a crear una brecha entre Él y nosotros.
No hay que ir muy lejos para verlo, pues en varios de los hogares que nos rodean
encontramos permisividad de los padres con sus hijos, que toleran conductas como
la falta de respeto a ellos mismos o la práctica de cualquiera de las antes
mencionadas.
Debemos asumir una posición responsable y cuidar nuestro cuerpo para presentarlo
delante de Él; pero en santidad, y no en aspecto solamente. “…que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional” (Romanos 12:1).

BIBLIOGRAFÍA:

- Charles C. Ryrie, “El Espíritu Santo”, Editorial Portavoz, USA, año 1998.
- Luis Alonso Schokel, “Al aire del Espíritu”, Editorial SAL TERRAE, Santander,
1988.
- Vallance David. “Truth & Tidings” La antropología bíblica, junio y agosto
2007 el autor es médico cirujano en Detroit, Estados Unidos.
- www.palabradecambio.com, Sánchez Millacaris, Arturo. “Las enfermedades
del Cuerpo Espiritual”, 2015, Santiago – Chile.

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