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La formación de Estado Nacional

La batalla de Caseros puso fin al largo gobierno de Rosas. Luego de la victoria, se convocó a los gobernadores
parara organizar el país mediante un Estado federal. Este objetivo no era nuevo, y ya durante la primera mitad
del S XIX se habían sucedido diversos conflictos acerca de cómo organizar el país. En 1852 el problema
principal seguía siendo como transferir el poder de los estados provinciales a una unidad política más amplia,
que tuviera en sus manos los recursos públicos derivados del comercio y del crédito así como la fuerza de las
armas. En este sentido el orden aparecía como una cuestión primordial, y mediante el orden se llegaría al
progreso.
Lettieri en su texto De la “Republica de la Opinión” a la “Republica de las Instituciones” señala que la
expresión “progreso argentino” remite a un profundo proceso de transformación social, económica, política y
cultural que el país experimento tras la caída de Rosas. A menudo se ha considerado que esa excepcionalidad no
solo radico en la magnitud de los cambios sino que se pudo materializar en un proyecto de país que se había
formulado en los años previos por una generación de intelectuales. Esta afirmación ha sido fuertemente
cuestionada. En este sentido, el autor señala que todos los proyectos elaborados durante el periodo anterior a
Caseros expresaron marcadas diferencias en cuanto a la forma en que los factores como inversión extranjera,
educación, inmigración, transportes y la institucionalización política debían ser combinados ofreciendo un
amplio abanico de opciones escasamente compatibles. Estas diferencias se hacían patentes en cuanto a las
características que debía tener el liderazgo político y como llegar al consenso social para realizar la
transformación de la Argentina. Sin embargo también había ciertos puntos de encuentro. Entre las coincidencias
más notables, Lettieri destaca que tanto Sarmiento como Alberdi creen encontrar en la clase propietaria del
litoral un interlocutor indispensable que se debía hacer cargo de la situación una vez que Rosas abandone el
poder. Aunque la caída del rosismo no introdujo modificaciones sustanciales en la reflexión sobre el presente y
el futuro de la Argentina, los dos años subsiguientes serán ricos en la elaboración de proyectos, entre los que se
destacan los aportes mismos de Alberdi y Sarmiento entre otros.
El acuerdo de San Nicolás fue el punto de partida para dar forma al Estado Nacional. En el mismo se ratificaba
el Pacto Federal de 1831, Urquiza era declarado Director Provisorio de la Confederación, se suprimían las
aduanas interiores y se convocaba a un Congreso Constituyente en Santa Fe que debía sancionar una
Constitución. Sin embargo la reacción porteña no se hizo esperar y entre los meses de febrero y septiembre de
1852 se produjo una división entre una coalición separatista y otra integracionista. Cuando Urquiza salió de la
provincia de Buenos Aires, se produjo una rebelión en la provincia que de este modo recuperaba su autonomía
bajo la autoridad de una nueva clase política que integraba a retornados liberales y ex rosistas, respaldada por
grupos propietarios que veían con malos ojos el ejercicio de la autoridad política por parte de un jefe militar del
interior. De este modo una nueva guerra civil tuvo lugar entre diciembre de 1852 y julio de 1853. Las tropas de
Urquiza pusieron sitio sobre Buenos Aires y una escuadrilla de la Confederación bloqueaba el puerto. Sin
embargo el gobierno porteño pudo sobornar al jefe de la escuadrilla y levantar el bloqueo. Este hecho demuestra
el gran poderío que tenía Buenos Aires cuyos recursos económicos le permitían vencer pero de otro modo. La
derrota del sitio de Buenos Aires dejaba de manifiesto que quien dispusiera de los fondos de la Aduana porteña
detentaría un incuestionado predominio a nivel nacional y que por otro lado Buenos Aires solo aceptaría
incorporarse al nuevo orden político nacional desde una posición de poder.
Con la separación de Buenos Aires coexistieron por el lapso de aproximadamente diez años dos Estados. Por un
lado estaba la Confederación de las provincias presidida por Urquiza y cuya capital estaba en Paraná. Por otro
lado el Estado de Buenos Aires. Oszlak señala que el enfrentamiento que separo a Buenos Aires de la
Confederación Argentina luego de Caseros tenia profundas raíces económicas y que haber terminado con Rosas
no significaba haber terminado con la política “federalista” de Buenos Aires que trataba por todos los medios
posibles bloquear una política de alcances nacionales que hubiese permitido una gradual integración de la
economía nacional y una distribución más equitativa de los ingresos fiscales.
Una vez que la Confederación se dio una Constitución Nacional para gobernarse (1853) se realizaron las
elecciones presidenciales. Los comicios dieron como ganador a la formula Urquiza-Del Carril que gobernaron
en el periodo de 1854-1860.
La Constitución de 1853 otorgaba extensos poderes al gobierno central, aunque las provincias tendrían el
control del mismo. La carta magna establecía el sistema representativo, republicano y federal como forma de
gobierno, con un Congreso dividido en dos cámaras (diputados, senadores), en cuanto al poder ejecutivo el
cargo presidencial tendría una duración de seis años sin reelección. También se aseguraban ciertos derechos
individuales como por ejemplo la libertad de trabajo, de prensa, se decretaba la libre navegación de los ríos, se
respetaría las autonomías provinciales y se establecía la distribución proporcional de las rentas nacionales. Con
la disolución del Congreso Constituyente inicio sus sesiones el Congreso Nacional. A medida que se iba
construyendo la estructura formal de gobierno subsistían los problemas con aquellas provincias que se resistían
a perder su autonomía y el control de su zona de influencia.
Oszlak señala que la autoexclusión de Buenos Aires privo a las autoridades de la Confederación de la única
fuente significativa de recursos fiscales que existía en el territorio y que por fuera del circuito económico
formado por la provincia de Buenos Aires y el mercado externo, no existía una economía lo suficientemente
dinámica como para construir una fuente de recursos fiscales capaz de solventar la construcción del aparato
institucional de la nación. Como la estructura administrativas de las provincias eran precarias casi todos los
recursos de la Confederación provenían de la provincia de Entre Ríos.
El problema financiero de la Confederación se debía a que no controlaban la aduana, por eso se buscaron
distintas medidas para solucionar esta situación, como por ejemplo la Ley de Derechos Diferenciales que
recargaba la introducción de las mercaderías extranjeras que entraban por la aduana y favorecía el intercambio
directo de los productos de ultramar que arribaran a los puertos de la Confederación, sin escala en BS AS y su
aduana; esta medida no tuvo mayor éxito. También termino en fracaso la creación de un Banco Nacional. Mejor
suerte tuvieron los proyectos de colonización agrícola en Santa Fe y Corrientes, se dieron los primeros pasos en
la construcción de ferrocarriles y se organizó el correo por medio del sistema de postas. Sin embargo al finalizar
la década del 50, la Confederación se hallaba estrangulada económicamente.
Mientras tanto en la rebelde Buenos Aires se dictaba la primera Constitución Provincial (1854), en la misma se
afirmaba que Buenos Aires gozaba del libre ejercicio de su soberanía interior y exterior. El primer gobernador
constitucional fue Pastor Obligado. Durante este periodo hay un renacimiento de la actividad política, y se
producen muchos adelantos y progresos, como por ejemplo la construcción de un muelle de pasajeros (1855)
que modernizaba el precario sistema de desembarco, el edificio de la aduana, la construcción del primer tramo
del ferrocarril financiado por capitales británicos y argentinos (1857), la iluminación llega a los barrios
céntricos, se construye el Teatro Colon, la ciudad crece a un ritmo muy rápido; para 1855 el país contaba con
850.000 habitantes y Buenos Aires concentraba alrededor de 90.000 habitantes y a su vez tenía todo el poderío
económico del puerto. A diferencia de la Confederación, BS AS cuenta con la posibilidad de movilizar recursos
financieros y se apoya constantemente en el control de su aduana y de su banco, pilares de la viabilidad
institucional del estado provincial. El punto débil de la provincia radicaba en la frontera con el indígena. En este
sentido Calfucura era enemigo del gobierno porteño y había establecido una alianza con Urquiza. En 1855 azoló
la población de Azul y provoco un verdadero pánico en la frontera. Cuando la guerra con la Confederación era
inminente, BS AS debía mantener sus ejércitos movilizados en los fortines del desierto. La Confederación
también recibía ataques por parte de los indios Ranqueles.
Durante este periodo se firmaron diferentes tratados de paz entre Buenos Aires y la Confederación, donde se
fijaba la obligación de evitar el desmembramiento del territorio Nacional, unirse en defensa de la soberanía en
caso de guerra exterior y la protección común de la frontera con el territorio ocupado por los indígenas, como
así también el uso de una única bandera. Sin embargo la paz era muy frágil y era violada sistemáticamente por
ambos bandos con incursiones frecuentes, ya sea en territorios de la Confederación o en BS AS.
La elección de Valentín Alsina como gobernador de BS AS en 1857 equivalía a una ruptura ya que representaba
al sector autonomista. Ambas partes se preparaban para la guerra. La Confederación había autorizado a Urquiza
a dirimir la cuestión de la integridad nacional por medio de acciones pacificas o la guerra. BS AS entre tanto
votaba fondos de guerra y movilizaba a la Guardia Nacional. El desencadenante final fue una grave crisis
institucional en San Juan donde había sido asesinado el gobernador, un ex rosista y luego hombre de confianza
de Urquiza; su muerte fue instigada por grupos locales vinculados al estado de BS AS. Cuando Urquiza
intervino la provincia, los liberales porteños protestaron. Ambos ejércitos chocaron en los campos de Cepeda
(1859) y la victoria fue para la Confederación. Ante la difícil situación, Alsina renuncio a la gobernación y se
designó un gobernador provisorio que inicio las tratativas de paz (Felipe Lavallol). El 10 de noviembre de 1859
se firmó el Pacto de Unión Nacional en San José de Flores, mediante el cual BS AS se declaraba parte
integrante de la Confederación Argentina, pero a cambio se admitía su derecho de discutir la Constitución y
proponer reformas que se examinarían en un Congreso Constituyente, y también se admitía la nacionalización
de la aduana. En este cuadro tuvieron lugar las elecciones que dieron como ganador a la formula Derqui-
Pedernera.
Mientras tanto, en BS AS era elegido como gobernador Bartolomé Mitre. Con la firma de los tratados de paz
parecía que el conflicto entre la Confederación y BS AS se aplacaba; sin embargo al menor roce estallaban
nuevos conflictos. A lo largo de 1861 se fueron agotando las instancias de conciliación entre BS AS y el
gobierno nacional. El gobierno de la Confederación había llegado al límite de su crítica situación económica y
no le quedaba otro recurso que la guerra. El gobierno nacional tuvo que intervenir la provincia de Mendoza, en
San Juan era asesinado el interventor provincial Virasoro y había constantes conflictos en Córdoba y Santiago
del Estero. En este cuadro, el Congreso Nacional declaro a BS AS sediciosa y autorizo al presidente a intervenir
la provincia. En septiembre de 1861 ambas fuerzas se encontraron sobre el arroyo Pavón, y la victoria quedo en
manos de BS AS; se dice que esto se debió al abandono sorpresivo de las tropas de Urquiza del campo de
batalla por disidencias con Derqui. La transacción era clara: Urquiza dejaba libre a BS AS para derribar a las
autoridades nacionales y Mitre a cambio no entraría en Entre Ríos, donde Urquiza era gobernador. Ante estos
acontecimientos, Derqui presentó su renuncia el 1 de diciembre de 1861. A principios de 1862 las provincias
aceptaron constituir una autoridad nacional que se delegó en Bartolomé Mitre.
Oszlak señala que las condiciones a las que se arribó a la instauración de un nuevo gobierno nacional en 1862
sintetizaban diez años de luchas, donde no se había podido materializar un efectivo aparato institucional, ni la
provincia de BS AS había podido resolver el conflicto entre sus facciones internas en torno al problema de la
organización nacional. Más allá del infortunio militar, Pavón demostró la invialidad de la Confederación que sin
Buenos Aires era un conglomerado acéfalo. Con Pavón culmina también un largo proceso de fracasos y
frustraciones, donde la Confederación no pudo conseguir ni proponer una solución alternativa viable; en este
sentido el liderazgo de BS AS resultaba crucial para organizar definitivamente a la nación, estructurar un
mercado nacional y asegurar condiciones de estabilidad y progreso material. De esta forma comienza el periodo
de “Organización Nacional” con las respectivas presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda.

Oszlak señala que al disolverse la Confederación, se retornó a los viejos arreglos institucionales vigentes antes
de su creación. Con excepción de las relaciones exteriores, confiadas al gobierno provisional de Mitre, la
resolución de los asuntos “públicos” siguió en manos de los gobiernos provinciales y de algunas instituciones
civiles como la Iglesia. La construcción del Estado suponía enajenar a estas instituciones parte de sus
facultades, apropiando ámbitos funcionales que constituirían en el futuro su legítimo dominio. Lo que se
buscaba era adquirir el monopolio de ciertas formas de intervención social reservadas hasta ese momento a la
jurisdicción de las provincias. Entonces la constitución de un Estado Nacional exigía replantear los arreglos
institucionales preexistentes, desplazando el marco de referencia de la actividad social de un ámbito local-
privado a un ámbito nacional-publico; había que concentrar los recursos materiales y de poder mediante formas
novedosas de intervención para desarrollar los desafíos que planteaba el incipiente proceso de desarrollo
capitalista.
Siguiendo a Oszlak la transferencia de las funciones ejercidas por las provincias concentro los mayores
esfuerzos del gobierno nacional que fueron dirigidos especialmente a la formación de un ejército y un aparato
recaudador verdaderamente nacionales. En cuanto a la cuestión del ejército, las fuerzas militares de BS AS
pasaron a constituirse en el núcleo del nuevo ejército nacional, al reunirse la Guardia Nacional de BS AS con
efectivos de la Confederación, sin embargo faltarían algunos años para que la institución militar consiguiera
organizarse sobre bases más o menos sólidas. Entre los obstáculos que se presentaban estaban las provincias
que no querían su poder de convocatoria de milicias. En lo que tiene que ver con la organización del aparato
rentístico y un aparato recaudador se llevó adelante a partir de los recursos y organismos correspondientes de la
provincia de BS AS; se buscaba adquirir el control de las aduanas interiores, asegurar la viabilidad
presupuestaria de las provincias etc. Lo que buscaba el Estado era ejercer su monopolio en determinadas áreas y
que las provincias transfirieran a la nación algunas de sus prerrogativas como la emisión de papel moneda o la
administración de la justicia.
Conquistar el orden también suponía para el gobierno nacional apropiarse de ciertos instrumentos de regulación
social que estaban en manos de ciertas instituciones como por ejemplo la Iglesia. El mismo desarrollo de las
actividades productivas, la mayor complejidad de las relaciones sociales, el rápido adelanto tecnológico fueron
creando nuevas necesidades regulatorias y nuevos servicios que el gobierno nacional comenzó a promover y
tomar a su cargo, entre estas actividades se destacan la organización del sistema de correo y telégrafos, la
promoción de la inmigración, la exploración geológica y minera, el control sanitario, la formación de docentes,
etc. En general estas actividades fueron apropiadas por el Estado sustituyendo en su ejecución a otros agentes
sociales.
Este nuevo marco de actuación del Estado sacudía en sus raíces formas tradicionales de organización social y
ejercicios de poder político, por esto mismo las reacciones no tardaron en producirse. Entonces el Estado debió
desplegar diversas formas de penetración para hacer posible la presencia del mismo alrededor de todo el
territorio. La penetración estatal se manifestó en cuatro modalidades: la penetración represiva, la penetración
cooptativa, la penetración material y la penetración ideológica.

Penetración represiva
Esta modalidad implica la aplicación de la violencia física o amenaza de coerción, tendientes a lograr el
acatamiento a la voluntad de quien la ejerce y a suprimir toda eventual resistencia a la autoridad. El instrumento
clave empleado por el Estado para imponer esta forma de control coercitivo fue la institucionalización de un
ejército nacional. Hasta 1862 la conducción del aparato represivo fue un atributo compartido por el gobierno
nacional y las provincias.
Correspondió a Mitre la organización de un ejército regular. Al comienzo los problemas a resolver fueron: la
simultaneidad o alternancia sucesiva de los frentes de lucha, la falta de profesionalización derivada de las
dificultades de reclutamiento, ausencia de reglamentos etc.; también se veía una falta de homogeneización de
los cuadros militares ya que no se contaba con una fuerza integrada con el aporte de todas las provincias y no
existía una adecuada distribución jerárquica entre los diversos rangos.
La creación de un ejército nacional no eliminó automáticamente a las guardias nacionales mantenidas por las
provincias. Mitre y Sarmiento debieron enfrentar rebeliones interiores que tenían una motivación común: la
defensa de las autonomías provinciales, amenazadas por la creciente centralización del poder en un Estado
Nacional que, a los ojos del interior, encarnaba el proyecto hegemónico de BS AS.
Penetración cooptativa
Se refiere a la captación de apoyos entre los sectores dominantes locales y gobiernos provinciales a través de
alianzas y coaliciones basadas en compromisos y prestaciones recíprocas tendientes a preservar y consolidar el
sistema de dominación impuesto en el orden nacional. Para ser viable el Estado Nacional debía contar con una
clase social capaz de articular la economía a nivel nacional y desequilibrar la correlación de fuerzas políticas a
nivel regional.
Se trataba de incorporar a los sectores dominantes del interior, no tanto como representantes de intereses
regionales o locales sino más bien como componentes de un nuevo pacto de dominación a nivel nacional. El E
nacional jugo sus cartas a 2 puntas:
 usando la fuerza y recursos de BSAS para someter a las provincias interiores
 valiéndose de pactos y coaliciones con las burguesías provinciales, para contrarrestar la influencia ejercida
sobre el gobierno nacional p la burguesía porteña.
Además de la represión abierta el Estado fue afirmando sus bases sociales de apoyo a través del empleo
relativamente discrecional de ciertos mecanismos de cooptación:
subvenciones a las provincias: la suspensión súbita de subvenciones a provincias cuyas situaciones no eran
favorables o el refuerzo de partidas a aquellas otras en que los sectores dominantes eran adictos al gobierno
nacional, constituía un instrumento de acción política que, hábilmente manejado, permitía consolidar las
posiciones de sus aliados en el interior.
Utilización de cargos públicos como mecanismo de cooptación: convirtió al empleo público en un
importante factor compensador pero a la vez en un preciado instrumento para la captación de apoyos al
gobierno nacional.
Intervención federal: la vaguedad del texto constitucional sobre este asunto hizo posible que su aplicación no
tuviera una modalidad precisa. Era un poderoso instrumento de control sobre los poderes locales. La utilización
selectiva de este recurso apuntó más bien a la conformación de un sistema político en el que los “partidos”
provinciales dominantes se sometieran a las orientaciones fijadas desde el gobierno nacional.
Penetración material
Formas de avance del Estado Nacional sobre el interior, expresadas en obras, servicios, regulaciones y
recompensas destinados fundamentalmente a incorporar las actividades productivas desarrolladas a lo largo del
territorio nacional al circuito dinámico de la economía pampeana esta incorporación producía dos tipos de
consecuencias: ampliaba el mercado nacional y extendía la base social de la alianza que sustentaba el nuevo
Estado.
Hay que analizar primero la dimensión geográfica de nuestro país: este se reducía a un ramillete de viejas
ciudades coloniales, esparcidas sobre un vasto territorio. Estos núcleos urbanos reunían la población y la
economía de un espacio geográfico cuyos contornos políticos eran una reivindicación originada en un localismo
exacerbado por los fracasos de los sucesivos intentos de organización nacional. Esa extensa geografía contenía
una gradación de espacios diferenciados, la provincia y el desierto constituían en esencia dos países. Su frontera
era objeto de constante lucha y negociación y los límites provinciales se expandían o estrechaban en función de
los resultados de esa lucha. Entre ambos comenzaron a surgir E intermedios, los “territorios” según la
constitución, por coincidir con espacios prácticamente inexplorados e inhabitados, no sujetos a dominio de
gobierno local alguno que quedaron subordinados a la jurisdicción nacional.
Esta particular conformación del espacio había debilitado el desarrollo de vínculos nacionales, sentimientos de
pertenencia y comunidad de destino y había impedido la formación de un mercado nacional.
La organización nacional no podía apelar únicamente a argumentos ideológicos ni tampoco era posible construir
la unidad nacional mediante el solo recurso de las armas había que formar un mercado nacional aunque el país
era prodigo en tierras su ocupación efectiva y puesta en producción exigía trabajo y capitales (gobernar es
poblar) pero además de población se necesitaba inversiones en capital fijo y tecnología que articularan la
producción y la circulación.
Cuando en el plano institucional parecían allanado gran parte de los obstáculos que se oponían a la definitiva
organización nacional, las barreras de la naturaleza y la inmovilidad o inexistencia de recursos seguían
erigiendo formidables escollos. Ej. La necesidad de construcción de caminos, la libre navegación de los ríos
originaba necesidades de canalización, obras portuarias, etc.,
¿En qué sentido fue el Estado argentino un factor de articulación social? A partir de 1862 el Estado Nacional
tuvo un papel preponderante en la creación de oportunidades, la generación de intereses y la satisfacción de
necesidades que beneficiaron a regiones, sectores y grupos sociales cada vez más amplios. Pero el hecho
saliente es que estas formas de intervención penetraban efectivamente en la sociedad convirtiendo al Estado en
un factor constituyente de la misma y a su acción en un prerrequisito de su mutua reproducción.
Penetración ideológica
La penetración ideológica del E implicaba lograr que en la conciencia ordinaria de los miembros de una
sociedad se instalen ciertas creencias y valores hasta convertirlos en componentes propios de una conciencia
colectiva. Hay que diferenciar dos aspectos de este proceso: por una parte la creación de una conciencia
nacional (procura crear una mediación entre E y sociedad basada en el sentido de pertenencia a una nación) y
por otra la internalización de sentimientos que entrañan una adhesión “natural” al orden social vigente y que, al
legitimarlo, permiten que la dominación se convierta en hegemonía (promueve el consenso social en torno a un
orden capitalista, un modo de convivencia, de producción y organización social que aparece adornado de ciertos
atributos y valores deseables). En ambos casos lo que está en juego es la capacidad de producción simbólica del
Estado.

Presidencia de Mitre (1862-1868): se completaron algunos aspectos de la administración nacional. Se


reconstituyo la Corte Suprema de Justicia y se organizaron los tribunales nacionales. Se redactó un código civil
y penal. También se organizó un ejército nacional, las milicias se transformaron en un ejército organizado y el
monopolio de la violencia paso a manos del Estado nacional. Mitre apoyaba sus pilares en el orden liberal.
Uno de los problemas de la gestión mitrista se planteaba con el lugar de residencia de las autoridades nacionales
y la cuestión de la capital. El problema venia de antaño, Rivadavia había fracasado en su intento de federalizar
Buenos Aires, Urquiza tuvo que residir en Paraná. El presidente envió un proyecto para federalizar la provincia,
pero la Legislatura porteña rechazo la propuesta. La solución transitoria fue la Ley de Compromiso, por la cual
las autoridades residirían en Buenos Aires hasta que el Congreso dictara la ley definitiva.
Entre los aspectos de la gestión mitrista se dio prioridad a las comunicaciones, la organización del servicio de
correos y postas y el tendido de líneas férreas. Los estancieros más progresistas se agruparon en 1866 para
formar la sociedad rural argentina. Se trató de estimular la inmigración abriendo oficinas de reclutamiento en
las ciudades y puertos europeos. Se puso mucho empeño en la creación de los colegios nacionales de enseñanza
secundaria para educar y argentinizar a los hijos de extranjeros; se funda el Colegio Nacional de Buenos Aires.
Uno de los objetivos de Mitre era extender las ideas liberales en el interior. Los liberales creían firmemente en
la antinomia civilización o barbarie; los barbaros eran los caudillos como Rosas, Urquiza, Peñaloza que
trababan el progreso de la nación, por eso necesario eliminarlos. Así se llevó adelante la guerra en el interior
contra las montoneras federales para eliminar estos elementos.
El principal foco de inquietud estaba en los Llanos de La Rioja donde se había hecho fuerte el Chacho Peñaloza.
Los levantamientos se producían en nombre de la Constitución en contra de la opresión económica impuesta por
Buenos Aires a las empobrecidas provincias del interior. Con un primer levantamiento sofocado, en 1863 se
produjo el segundo alzamiento de Peñaloza; el jefe riojano estaba convencido de que el gobierno nacional
quería tiranizar y empobrecer a las provincias del interior. Urquiza se negó a participar del alzamiento. Mitre
llevo adelante una guerra de policías contra Peñaloza. La novedad residía en que el levantamiento del Chacho
era contra una autoridad nacional, algo que no había sucedido en el pasado ya que durante casi cuarenta años
estos alzamientos se habían producido entre entidades consideradas iguales (las provincias). Luego de una serie
de derrotas Peñaloza fue asesinado en el pueblo de Olta. Toda la etapa se caracterizó tanto por la presencia de
reacciones federales como las luchas entre las facciones liberales. Además del ejército se utilizaron las
intervenciones federales para apaciguar las provincias conflictivas.
Guerra de la Triple Alianza: los orígenes del conflicto fueron variados y se vinculan con situaciones políticas y
económicas. La guerra tuvo su origen en la guerra civil que se desencadeno en la Banda Oriental. Brasil estaba
interviniendo en la política interna uruguaya y apoyaban a Venancio Flores quien había tomado Salto y
Montevideo provocando la disolución del gobierno legal. Paraguay quiso intervenir, pidió autorización a
Argentina para pasar sus tropas por Corrientes, a lo que Mitre se negó. Solano López no solo invadió Corrientes
sino que declaro la guerra a Argentina. En mayo de 1865 se firmó el tratado de la Triple Alianza. La guerra
duro cinco años y tuvo consecuencias devastadoras para Paraguay; su población masculina declino
drásticamente. En la Argentina la guerra contribuyo a fortalecer al ejército nacional.

Presidencia de Sarmiento (1868-1874): Mitre desgastado por la Guerra del Paraguay, carecía de la fuerza
política necesaria para imponer un sucesor. Urquiza era el candidato del partido federal de las provincias. Alsina
jefe de los autonomistas dudaba en apoyar a uno u a otro. Entonces surgió la candidatura de Sarmiento que se
encontraba como ministro argentino en Washington. Sarmiento llego a la presidencia sin tener un armado
político propio y sin recursos económicos; como Adolfo Alsina lo acompaño como candidato a vice eso le
significo un valioso aporte de votos porteños y de dinero de los fuertes estancieros autonomistas. A principio de
1868 Sarmiento era sostenido por liberales de seis provincias y contaba con el apoyo del ejército.
Sarmiento asumió la presidencia cuando aún gravitaban los acontecimientos vinculados a la Guerra del
Paraguay y durante su mandato se firmarían los acuerdos de paz. Entre sus actos de gobierno se destacan la
modernización del ejército con la fundación del Colegio Militar y la reorganización de la escuela naval. Para
mejorar las comunicaciones, se prolongó la red ferroviaria y se implanto el telégrafo. Realizo una fuerte
campaña en favor de la educación. La palabra progreso figuraba como motor esencial del gobierno. En materia
educativa se crearon 800 escuelas públicas en todo el país y 140 bibliotecas populares. También se crearon
casas de altos estudios como la Escuela de Ingenieros de Minas en San Juan y la Facultad de Ciencias Físicas y
Matemáticas y la Academia de Ciencias de Córdoba. Se pretendía construir la riqueza argentina sobre la base de
la inmigración, la agricultura y la división de la tierra. Las leyes que promulgo el ejecutivo nacional en el
sentido de permitir un reparto más equitativo de las tierras murieron en el congreso. En 1869 se realizó en
primer censo nacional.
Desde el punto de vista político, en 1870 se produjo la sublevación de López Jordán. Luego del acercamiento
que tuvieron Urquiza y Sarmiento, los federales consideraban un traidor a Urquiza, esto desencadeno en el
asesinato del caudillo de Entre Ríos y López Jordán fue declarado gobernador. Sarmiento intervino la provincia
y para eso utilizo al ejército nacional que sofoco la rebelión jordanista. Los progresos técnicos del ejército,
sobre todo con lo que respecta a armamentos (fusiles Remington) facilitaron la victoria. Dos años después,
López Jordán volvió a sublevarse e invadió Entre Ríos; la respuesta fue enérgica y el ferrocarril y las armas
modernas ayudaron al triunfo del gobierno nacional.
Un año antes que terminara el mandato de Sarmiento, los partidos políticos y sus hombres más destacados se
prepararon para luchar por la sucesión presidencial. Mitre, Alsina y Avellaneda fueron quienes se postularon.
Avellaneda tenía el apoyo del interior. La creación de la Liga de Gobernadores aseguro el triunfo de Avellaneda
en abril de 1874. La coalición formada entre diversos grupos provinciales y sectores del Partido Autonomista de
Buenos Aires para sostener la candidatura de Avellaneda dio surgimiento al Partido Autonomista Nacional
(PAN).
Los partidarios de Avellaneda no omitieron medios para asegurar el triunfo en el interior; hubo violencia y
fraude en los comicios y los nacionalistas impugnaron la elección en el Congreso por falsificación de votos. Se
produjo entonces la revolución mitrista (1874) que estallo en Buenos Aires y Mendoza.
Para sofocar la revolución mitrista, se organizaron dos cuerpos de ejércitos: uno en Buenos Aires al mando del
coronel Luis María Campos, y otro en el interior a cargo de Julio A. Roca. En este cuadro de agitación asumió
Avellaneda. Mitre fue derrotado en la batalla de La Verde, la rebelión en Cuyo también fue sofocada.
Presidencia de Avellaneda (1874-1880): transcurrió entre grandes dificultades políticas; una de ellas
vinculadas a la revolución mitrista, levantamientos locales en diversas provincias. El gobierno recurrió a la
intervención nacional y al Ejército para dirimir esos y otros conflictos de poderes y ambiciones personales.
La conquista del orden implicaba también asegurar la frontera indígena. Con este motivo se realizó la Conquista
del Desierto. El objetivo era recuperar la frontera del Rio Negro para asegurar las poblaciones pampeanas e
incorporar a la producción enormes extensiones de tierra. El ministro de Guerra Adolfo Alsina era partidario de
una política defensiva (zanjón de Alsina). En cambio Roca, comandante de la frontera oeste, era partidario de
una política más ofensiva. Desde julio de 1878 realizo una verdadera razzia militar que dejó como saldo
caciques apresados, miles de indígenas muertos y otros tantos prisioneros. La efectiva ocupación territorial
abarco también al Chaco.
Al finalizar la presidencia de Avellaneda, el problema de la capital federal para la República Argentina se
mantenía sin solución. Las autoridades nacionales eran huéspedes de la provincia de Buenos Aires y los
choques eran inevitables. En un clima de abierta hostilidad por parte de las autoridades provinciales, Avellaneda
envió al Congreso un proyecto que declaraba a Buenos Aires capital de la Republica. El proyecto fue aprobado
y la reacción provincial no se hizo esperar. Los ejércitos se enfrentaron y los combates más violentos se dieron
en los Corrales, Puente Alsina, San José de Flores y Barracas. Luego de estos enfrentamientos el gobernador
Tejedor presento su renuncia. Buenos Aires fue declarada capital de la Republica y se disolvieron los ejércitos
provinciales. De esta forma se dio un paso fundamental en el establecimiento del monopolio de la violencia en
manos del Estado nacional.

Las formas de la política: los partidos políticos eran inorgánicos, las rivalidades se daban por cuestiones
personales. La burguesía era el sector más cohesionado y la diferencia más clara era la que separaba a porteños
y provincianos. Las agrupaciones políticas estaban marcadas por el liderazgo personal. Uno de los objetivos de
estas fuerzas era dominar y usufructuar el aparato del Estado. Los dirigentes políticos tenían una base electoral
reducida. La organización partidaria consistía básicamente en una alianza más o menos circunstancial de
personas e ideas.
Los grandes problemas se discutían en alguna tertulia prestigiosa o en el recinto de algún club selecto, en el
directorio del Banco de la Provincia o en la Bolsa de Comercio, así como en los despachos de la Presidencia de
la Nación o la Gobernación de Bs As.
Los aspectos doctrinarios estaban reservados a los intelectuales prestigiosos como Sarmiento, Alberdi, Mitre o
López. Las elecciones eran importantes para legitimar a los gobernantes. Las mesas electorales eran verdaderos
campos de batalla, con el objetivo de garantizar el triunfo de cada candidato. El fraude era moneda corriente.
Los electores eran los trabajadores rurales nativos, capataces y peones del ferrocarril y empleados de gobierno.

La economía

En la etapa de 1852-1880 la economía sufrió importantes cambios. En los primeros años hay dos zonas muy
marcadas y de desarrollo desigual. Bs As es sinónimo de prosperidad, la Confederación subsiste precariamente
y con graves problemas financieros.

La economía en tiempos de la Confederación: la provincia de Bs As no tuvo problemas financieros


importantes. El papel moneda emitido por el Estado era aceptado en las transacciones y se suscribieron
empréstitos internos respaldados por las rentas aduaneras. El flujo comercial era constante. La campaña de Bs
As se acercó a la ciudad, al intensificarse el tendido de líneas telegráficas y del ferrocarril.
En el litoral, las guerras civiles dejaron su secuela de despoblación y planteles ganaderos arrasados. Santa Fe
tuvo que llevar adelante políticas colonizadoras para favorecer el asentamiento de inmigrantes. Políticas
similares se aplicaron en Corrientes. Con la experiencia colonizadora se realizaron también las primeras
experiencias cerealeras. A estos cambios todavía pequeños se sumaron las transformaciones en el sistema de
transporte.
Se puede afirmar, desde un punto de vista general que durante este periodo comienza a afianzarse el sistema
capitalista aunque los problemas políticos planteaban algunas dificultades. La década de 1850-60 fue favorable
para los productos pecuarios y ello beneficio a los ganaderos, al igual que la guerra de Crimea favoreció la
expansión del lanar. La caracterización de esta etapa es que se trató de una adecuación lenta a las nuevas
condiciones internacionales. Bs As siguió manteniendo su hegemonía.

LAS BASES DE LA ECONOMIA AGROEXPORTADORA.

La ganadería: a partir de la segunda mitad del siglo se completó el proceso de trasferencia de tierras públicas a
manos privadas y se expandió la frontera con el exterminio de los indígenas. La tierra se fue convirtiendo en un
medio de producción cada vez más caro y escaso; y aunque siguieron predominando las explotaciones
extensivas, se produjo un aumento de las explotaciones menores.
La gran expansión de estos años se produjo en la ganadería ovina, es la “era del lanar”. Esta expansión se basó
en dos unidades productivas: la estancia y la explotación familiar o “farmer”.
Las estancias lanares eran empresas capitalistas que producían para el mercado y empleaban trabajo asalariado,
aunque esta forma de trabajo se combinaba con la aparcería. Las explotaciones familiares también producían
para el mercado pero empleaban mano de obra familiar.
La estancia vacuna se transformó: el alambrado marco los límites de las propiedades y las divisiones en
potreros, se construyeron los galpones necesarios para el depósito y para la esquila y se levantaron las viviendas
para los puesteros. Los rebaños se dividían entre 1.500 y 3.000 cabezas.
Uno de los problemas que encontraban los estancieros estaba relacionado con la mano de obra calificada. La
aparcería fue una respuesta a ese problema y consistió en atraer trabajadores (irlandeses y vascos) que se
instalaban junto a sus familias en la estancia; a diferencia del trabajo asalariado la aparcería tenía una
remuneración que dependía de lo que fueran capaces de producir en el año y en los precios.
La lana fue el principal producto de exportación, se exportaba hacia los EEUU y Gran Bretaña y luego hacia
otros mercados europeos como Francia, Bélgica o Alemania.

La expansión agrícola santafecina: durante la primera etapa de la producción agrícola, el gobierno santafesino
jugo un papel importante: dicto leyes para estimular la colonización agrícola, entrego tierras a bajos precios y
eximio del pago de contribuciones a los empresarios de colonización y a los agricultores.
La fundación de colonias agrícolas en Santa Fe se rigió por diversos criterios organizativos. Se distinguen
cuatro sistemas:

- Colonias Gubernamentales: fundadas por el gobierno provincial o nacional. Venta de tierras a los
inmigrantes a precios muy bajos.
- Colonias Oficiales: establecidas por empresarios privados con control gubernamental.
- Colonización privada: fue el sistema por el cual se fundaron la mayoría de las colonias hasta 1895. El
empresario compraba la tierra al precio del mercado, la subdividía y la vendía al mejor postor.
- Colonias particulares: el empresario no recibía facilidades impositivas ni tampoco tenía obligaciones. En
la práctica, el comprador rentaba la tierra a un intermediario que luego la subdividía en lotes entregados
a arrendatarios-colonos.
El boom de la colonización se produjo entre 1880 y 1892 y su declinación entre 1892 y 1894. El avance
colonizador fue desigual: la región central norte condujo desde el principio el proceso colonizador mientras que
en el sur se generalizo el arrendamiento.
La producción cerealera fue ocupando diversas zonas y hacia el final del periodo ocupaba las provincias de
Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires y parte de La Pampa.

Situación de las provincias interiores: Tucumán producía azúcar que tenía hacer frente a las trabas aduaneras
y alto costo del transporte, además de un consumo limitado. Buena parte de la recuperación de la provincia se
basaba en el comercio regional y con el tradicional mercado boliviano.
En Mendoza la economía estaba orientada al comercio y su vinculación con el mercado chileno. La más
importante de las actividades comerciales era la exportación de ganado en pie. La agricultura de la alfalfa se
completaba con la producción triguera y las viñas. La producción de vino y aguardiente estaba destinada al
mercado local.
Otras regiones eran apenas conocidas. La Patagonia seguía siendo una extensa frontera interna dominada por el
indígena. El Estado intento y logro un control definitivo de los territorios, y se inició el proceso de expansión
del lanar; en 1865 con el establecimiento de colonos galeses se inicia la colonización del territorio.

La industria: los empresarios industriales eran en su mayoría extranjeros que llegaron al país con algunos
conocimientos teóricos y prácticos en la rama que se instalaban y que poseían un pequeño capital; tal es el caso
de Emilio Bieckert que instalo una fábrica de cerveza; Melville S. Bagley termino construyendo una de las
fábricas más importantes de galletitas.
La industria estaba basada en una heterogénea producción donde coexistían el pequeño taller capitalista, la
industria doméstica y el taller artesanal. Según los censos había fábricas de tejidos, jabón, velas, fideos. Los
saladeros siguieron siendo signo visible de la producción fabril. En 1887 se crea la Unión Industrial Argentina
(UIA).

Los caminos y medios de transporte: el ferrocarril comenzó a jugar un papel importante. Al finalizar el
periodo de la presidencia de Avellaneda existían en el territorio 2.475 km de vías férreas en explotación y otros
381 km en construcción.

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