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El gusanito y la montaña
Un gusanito caminaba con dirección al sol. Cuando se encontró con un saltamontes, este le preguntó:
¿Hacia dónde te diriges? —Anoche soñé que estaba en la punta de esa montaña. Yo miraba todo el valle.
Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.
El saltamontes le dijo: —¡Debes estar loco! ¿Cómo vas a subir la montaña si es muy alta?
El gusanito siguió su camino y no le hizo caso.
Luego, se encontró con un escarabajo —¿Hacia dónde te diriges? —El gusanito le respondió: —Voy a subir
la montaña.
El escarabajo le dijo: —Es imposible, ni siquiera yo puedo subir, y eso que soy más grande.
La araña, la rana y el mosco le dijeron: —¡No lo lograrás jamás! —Pero el gusanito continuó con su camino,
a pesar de que estaba muy cansado.
El gusanito se arrastró durante muchos días. Estaba muy agotado. Se enroscó en sí mismo y dijo: —Voy a
dormir. Estaré mejor después.
El saltamontes encontró al gusanito, le topó con su pata y le gritó, pero él no respondía. Los otros
animales se acercaron. —¡Nuestro amiguito está muerto!— dijo el saltamontes. —Le advertimos que no
subiera la montaña.
Una mañana, cuando el sol brillaba, los animales se acercaron al lugar donde estaba el gusanito porque
vieron que algo se movía. Se quedaron sorprendidos al ver que en el lugar donde estaban los restos del
gusanito había unas antenas y unas alas de hermosos colores. ¡Era una mariposa!
Ella voló entre sus amiguitos. Todos sabían lo que iba a pasar. La mariposa voló a la montaña y realizó el
sueño por el que había luchado.
Alcanzar una meta o un sueño requiere trabajo y esfuerzo.
Fuente: Esopo (adaptación)
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_C. En un escarabajo.
_D. En un saltamontes.
_D. Se debe pedir ayuda a los amigos para alcanzar una meta.
La piel humana
Observa tu piel con atención. No parece muy especial, pero si la piel no cubriera tu cuerpo, tu vida no sería
tan agradable.
La piel protege la humedad de tu interior de los efectos desecantes del sol y el viento, impide la entrada de
polvo y gérmenes ¡y no deja que te entre el agua y te conviertas en una esponja chorreante!
También sirve para muchas otras cosas: se cura sola cuando se corta, te permite notar la textura de las
cosas y ayuda a mantener el interior de tu cuerpo a una temperatura constante.
Piel protectora
La piel tiene tres capas principales: la capa externa o epidermis, formada por células muertas; la capa
media o dermis que contiene nervios, raíces capilares y glándulas, y la capa interna, que está hecha de
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_A. Grasa.
_B. Nervios.
_C. Glándulas.
_A. A la melanina.
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El puercoespín y el invierno
El mundo estaba recién creado. El cielo y las estrellas, la tierra y los mares ocupaban ya su lugar. Los
espíritus lo habían creado todo; sólo faltaba definir las estaciones del año.
Tres animales estaban reunidos para tomar esa decisión: el castor, el puercoespín y el cuervo. Empezaron
a discutir sobre las estaciones. Al castor le gustaba mucho el frío.
–El invierno es la estación más hermosa –dijo–, por eso durará tantos meses como rayas tiene mi cola.
Las rayas de su cola eran ocho. La idea de un invierno tan largo hizo temblar a los otros dos, que odiaban
el frío. Por eso no iban a dejar que el dientón se saliera con la suya. El puercoespín levantó la mano y
gritó:
–¡El invierno no puede ser tan largo! ¿Quieres que todo el mundo muera de frío? ¿Quién podrá resistir
tanto tiempo? ¡Nadie! Será de cinco meses porque cinco son los dedos de mi mano.
El castor se enfureció al oír al puercoespín; con voz tremenda contestó:
–Si eso quieren, ¡acepto el reto! El más valiente decidirá la duración del invierno. ¿Cómo van a
demostrarme que ustedes son más valientes que yo?
El cuervo se espantó con los gritos del castor, se hizo el disimulado y volteó hacia el puercoespín, a ver si
contestaba. El puercoespín no contestó, se erizó todo, se puso las manos en la boca y con los dientes se
arrancó un dedo de cada una sin demostrar dolor. Levantó otra vez la mano diciendo:
–No durará cinco meses, durará cuatro porque ahora son cuatro los dedos de mi mano.
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El castor aceptó su derrota: el puercoespín había demostrado su valentía y había ganado el derecho a
decidir. Por eso el invierno dura tantos meses como dedos tiene el puercoespín en la mano. Pero ahí no
termina esta historia. El puercoespín mandó al cuervo con los hombres para decirles que al final de cada
invierno debían reunirse a contarse adivinanzas, y que si las resolvían correctamente, ese invierno sería
más corto.
Por eso la gente de los bosques sigue reuniéndose cuando llega la fecha y en medio de sus inmensos
bosques nevados se sientan a resolver adivinanzas. Y si tienen suerte y conocen las respuestas, a veces la
primavera llega antes de tiempo, para mayor derrota del castor.
Fuente: Federico Navarrete, “El puercoespín y el invierno” en Hijos de la primavera: vida y palabras de los
indios de América. Felipe Dávalos, ilus. México, SEP-FCE, 2001.
_A. El cuervo.
_B. El castor.
_C. El hombre.
_D. El puercoespín.
_A. El castor.
_B. La gente.
_C. El cuervo.
_D. El puercoespín.
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_A. Otoño.
_B. Verano.
_C. Invierno.
_D. Primavera.
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Vocabulario
Incubación: desarrollo de una enfermedad
desde que se contrae hasta que aparecen los
primeros síntomas.
_A. Relato.
_B. Noticia.
_C. Biografía.
_D. Instrucción.
_A. 2 casos.
_B. 6 casos.
_C. 7 casos.
_D. 14 casos.
_A. Destacó.
_B. Confesó.
_C. Observó.
_D. Mencionó.
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20 ¿En qué región existen más casos de contagiados por virus hanta?
El gato soñador
Había una vez un pueblo pequeño, un pueblo con casas de piedras, calles retorcidas y muchos, muchos
gatos.
Los gatos vivían allí felices, de casa en casa durante el día, de tejado en tejado durante la noche.
La convivencia entre las personas y los gatos era perfecta. Los humanos les dejaban acampar a sus anchas
por sus casas, les acariciaban el lomo y les daban de comer. A cambio, los felinos perseguían a los ratones
cuando estos trataban de invadir las casas y les regalaban su compañía las tardes de lluvia. Todo
marchaba bien, no había quejas, hasta que llegó Misifú.
Al principio, este gato de pelaje blanco y largos bigotes hizo exactamente lo mismo que el resto:
merodeaba por los tejados, perseguía ratones, se dejaba acariciar las tardes de lluvia. Pero pronto, el gato
Misifú se aburrió de hacer siempre lo mismo, de que la vida gatuna en aquel pueblo de piedra se limitara a
aquella rutina y dejó de salir a cazar ratones. Se pasaba las noches mirando a la Luna.
—Te vas a quedar tonto de tanto mirarla —le decían sus amigos.
Pero Misifú no quería escucharles. No era la Luna lo que le tenía enganchado, sino aquel aire de magia que
tenían las noches en los que su luz invadía todos los rincones.
—¿No ves que no conseguirás nada? Por más que la mires, la Luna no bajará a estar contigo.
Pero Misifú no quería que la Luna bajara a hacerle compañía. Le valía con sentir la dulzura con la que
impregnaba el cielo cuando brillaba con todo su esplendor. Porque aunque nadie parecía entenderlo, al
gato Misifú le gustaba lo que esa Luna redonda y plateada le hacía sentir, lo que le hacía pensar, lo que le
hacía soñar.
—Mira la Luna. Es grande, brillante y está tan lejos.
¿No podremos llegar nosotros ahí donde está ella? ¿No podremos salir de aquí, ir más allá? —preguntaba
Misifú a su amiga Ranina.
Ranina se estiraba con elegancia y le lanzaba un gruñido.
—¡Hay que ver, Misifú! ¡Cuántos pájaros tienes en la cabeza!
Pero Misifú no tenía pájaros sino sueños, muchos, y quería cumplirlos todos.
—Tendríamos que viajar, conocer otros lugares, perseguir otros animales y otras vidas. ¿Es que nuestra
existencia va a ser solo esto?
Muy pronto los gatos de aquel pueblo dejaron de hacerle caso. Hasta su amiga Ranina se cansó de
escucharle suspirar. Talvez por eso, talvez porque la Luna le dio la clave, el gato Misifú desapareció un día
del pueblo de piedra. Nadie consiguió encontrarle.
—Se ha marchado a buscar sus sueños. ¿Habrá llegado hasta la Luna? —se preguntaba con curiosidad
Ranina…
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Nunca más se supo del gato Misifú, pero algunas noches de luna llena hay quien mira hacia el cielo y
puede distinguir entre las manchas oscuras de la Luna unos bigotes alargados. No todos pueden verlo.
Solo los soñadores son capaces.
Fuente: María Bautista
_A. Dulce.
_B. Egoísta.
_C. Brillante.
_D. Soñador.
_A. En la Luna.
_B. En el cielo.
_C. En un bosque.
_D. En un pueblo.
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Golondrinas
Las dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!
¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!
Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!
¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!
Fuente: Alfonsina Storni. http://www.poemas-del-alma.com/golondrinas.htm. (Fragmento)
Vocabulario
Emigrar: cambiar de lugar por
exigencias de la estación, de la
alimentación y la reproducción.
_A. Otoño.
_B. Verano.
_C. Invierno.
_D. Primavera.
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_A. 5 versos.
_B. 6 versos.
_C. 14 versos.
_D. 15 versos.
_A. Avecillas.
_B. Tristezas.
_C. Emigrantes.
_D. Abandonadas.
_A. Otoño.
_B. Verano.
_C. Invierno.
_D. Primavera.
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Lavado de manos
1. Remangarse el uniforme hasta la altura del codo.
2. Mojarse las manos y el antebrazo hasta los codos.
3. Frotarse las manos y los entre dedos por lo menos 40 segundos con el jabón hasta que forme la
espuma y extenderla desde las manos hacia los codos.
4. Enjuagarse con agua, de manera que ésta corra desde arriba de los codos hasta la punta de los dedos.
5. Secarse las manos con toalla de papel desechable o secadores automáticos de aire.
6. Utilizar toalla de papel para proteger las manos al cerrar la llave.
7. Desinfectarse con alcohol y dejar secar.
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_A. 1 paso.
_B. 7 pasos.
_C. 8 pasos.
_D. 9 pasos.
35 ¿Por qué se deben proteger las manos con toalla para cerrar la llave?
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1. A B C D 21. A B C D
2. A B C D 22. A B C D
3. A B C D 23. A B C D
4. A B C D 24. A B C D
5. A B C D 25. A B C D
6. A B C D 26. A B C D
7. A B C D 27. A B C D
8. A B C D 28. A B C D
9. A B C D 29. A B C D
10. A B C D 30. A B C D
11. A B C D 31. A B C D
12. A B C D 32. A B C D
13. A B C D 33. A B C D
14. A B C D 34. A B C D
15. A B C D 35. A B C D
16. A B C D
17. A B C D
18. A B C D
19. A B C D
20. A B C D
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