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+. SUJETO DE LA CONCIENCIA, SUJETO DEL DISCURSO, SUJETO* | Es el ser social el que determina la concien- cia y no la conciencia la que determina el i ser social KARL MARX Mi exposicién es el resultado de la interpenetra- cién de conceptos que provienen principalmente de dos fuentes. Por una parte, recurriré a las posiciones tedricas que he desarrollado con algu- 1 nos colaboradores en Psicologia: ideologia y cien- | cia, publicada hace ya tres afios. Por otra, recu- ! | rriré/a los que puedo aportar a aquellas tesis } gracias al reciente desarrollo del materialismo his- | térico, la lingiiistica y el psicoandlisis, lticidamente i ubicados y abordados en el fecundo texto de Mi- | chel Pécheux, Les vérites de La Palice [Las, ver- dades de Perogrullo]. En Psicologia: ideologia y ciencia dectamos que la j conciencia, como versién laica del alma (psique), | fue el primer objeto de estudio de la psicologia y | te fijabamos una fecha arbitraria de nacimiento, & | partir del “pienso, Iuego existo” cartesiano. Sefia- | ldbamos la variedad y la ambigiiedad de las de niciones propuestas para este objeto y la referencia final a una experiencia més 0 menos inasible, més ; © menos inefable, que cada quien tiene de si mis- mo y de lo que le rodea, y que cada uno supone con caracteristicas similares en su préjimo. Mos- trébamos la oposicién tradicional entre las tesis empiristas de Ia conciencia, que avalan su estudio * Este trabajo fue lefdo en un simposio sobre “La con- ciencia” organizado por Ia Asociacién Mexicana de Epistemologia en el Instituto Nacional de Neurologia, en febrero de 1978. Posteriormente fue publicado en un volumen titulado ia conciencia: el problema mentece ebro, México, Editorial Trillas, 1979, pp, 227-234. [69] 70 le “laboratorio” por el método de la introspeccién, apto ara aleanzar 108 “eontenidos” de la concien- cia y las “funciones de la mente”, y las posiciones intuicionistas idealistas, que acenttian el cardcter intencional de la conciencia, su condicién de “acto’ fa través del cual el sujeto se manifiesta en y se da un mundo. Tal vez no destacdbamos con sufi- ciente claridad y desde un principio que estas dos *posiciones, la conciencia como contenido y Ja con- Ciencia como acto, coinciden en lo fundamental: la afirmacién de que al menos el cje y el centro Ge la vida psiquica del sujeto, sino toda, pasa por a conciencia. Coincidencia que deslumbra cuando se oye lo que no se ha dicho: que esta conciencia es siempre conciencia de un sujeto producido his- toricamente en el seno de una formacién social dada y en una cierta coyuntura histérica, ideolé- gica, politica y econémicosocial, y que la concien- Gia (0 mejor dicho, para no sustancializarla, 10s fendmenos conscientes) no podria ser abordada al margen o independientemente del proceso de cons- titueién de ese sujeto, de quien los fenémenos conscientes forman parte. . ‘Nuestra exposicién continuaba con el anilisis y el descentramiento de la nocién de conciencia, que se iniciara en 1900 con la publicacién de La inter- pretacion de los suefios. Y es que en este campo, Gesde el punto de vista teédrico, nuestro siglo se hha caractérizado por el cuestionamiento cada vez mas radical de la nocién de conciencia, enfren: tando ese par de opuestos solidarios que son el empirismo y el trascendentalismo de la conciencia (roguemos por su eterno descanso en Ja historia filosofia). z en Ia oertydad, la conciencia ha dejado de ser objeto de la psicologia (pero, ges que la Psicologia tiene objeto?) y, lejos de estar en el centro eta vida psiquica, lejos de ser el punto de partid para explicar a través de clla la vida del aus) Oo (pienso, luego existo”) es, por el contrario, un efecto. La conciencia es, entonces, algo que @ par- "fir de Ja existencia del’ sujeto como integrado en HIACIA UNA TBOR(A DEL SUJE OC Paes eect SUJETO DE LA CONCIENCIA 1 una formacién sociohistérica, puede Megara en- tenderse en su proceso de determinacién, tanto si se le considera desde la perspectiva empirista de la psicologia tradicional, desde la perspectiva tras- cendentalista de la fenomenologia o desde la pers- pectiva reduccionista del emergentismo_ fisicista. <0 es que hay todavia quien necesita que se le Tecuerde que “es el ser social el que determina la conciencia” y no al revés? Por cierto, la tan trafda y levada frase de Marx que he elegido como epigrafe, tan apropiada para esta circunstancia, no significa que esa conciencia determinada por el ser social surja de la nada. La actividad biolégica de las estructuras nerviosas su- periores, sobra decirlo, constituye el imprescind dle soporte para que pueda haber fendmenos cons- cientes. Pero s{ es necesario decir que todo el saber que pueda alcanzarse sobre el funcionamien- to nervioso, con todo lo titil y con todo lo necesa- rio que es ese saber en el campo de la biologia, no hace y no puede hacer avanzar el conocimiento de la determinacion de la conciencia. Puede res- ponder a la pregunta del cémo se producen estos fenémenos y cémo pueden ser modificados, es de- cir de los presupuestos de la actividad y del mo- vimiento de las representaciones. Pero nada puede decir sobre la motivacién y la organizacidn de tales representaciones. Puesto que la coyuntura de este simposio parece exigirlo, me permitiré una analogfa mecanica: entre el cerebro y las representaciones del sujeto expre- sadas como discurso existe la misma relacién que hay entre la cdmara cinematografica y Ia pelicula filmada. ¢Querria alguien entender la produccién de una pelicula a partir del estudio de la camara empleada y de su actividad? Arriesgarfa una luxa- ién de los hemisferios pensando si la camara produce la pelicula, si el proyector produce los movimientos de la camara, si se puede reducir la comprensién de Ia pelicula al funcionamiento de la camara, si la pelicula emerge de la camara, si hay un paralelismo entre camara y pelicula, si la n HACIA UNA TEORIA DEL SUJETO pelicula es un epifendmeno de la cimara o si es inmanente a su funcionamiento, 0 bien, si deben comprenderse monisticamente como una sola cosa © dualisticamente como dos cosas distintas, etc. Discusién inutil y archivada. Escuchindola, el pen- sador mfnimamente advertido por la dialéctica materialista se da cuenta de qué se trata: de eludir y de escamotear la historia, La discusién entre los partidarios de Ia camara y los partidarios de la pelicula, entre los fans del cuerpo y los fans de la mente y los fans de la sintesis cuerpo-mente, tiende ‘a obturar, a escotomizar el hecho de que, dejando de lado el que sin camara no hay pelicula y que sin cuerpo no hay fenémenos conscientes, ‘es la historia, el proceso que tiene lugar en una forma- cidn social, la que determina que sea ésa y no otra Ja pelicula producida, que sea ése y no otro el funcionamiento requerido de la cémara para pro- ducir esa pelicula, Es ese tercer término, consti- tuido por la formacién social y los procesos his- tricos que en ella tienen lugar, el que determina y pone en accién a los otros dos. ¥ el que se oculta tras un debate donde lo falso no esta en Jas res: puestas sino en. los términos de la pregunta, hoy ociosa, acerca del cuerpo y la mente. Pero el estudio de la conciencia como efecto no solo debe partir de la presuposicién epistemolégica de Ja actividad biolégica de las estructuras ner- viosas superiores. Hay un problema tedrico de so- slucién més dificil, que es el siguiente: asf como es imposible concebir los fenémenos conscientes sin el cerebro, es también imposible concebir lo consciente humano sin la integracién del sujeto a tun sistema lingilistico que ordena para él el mun- do y su percepaién. Es decir que existir, existir como hombre, significa existir en un mundo donde Jos objetos no tienen existencia “natural” sino que son propuestos por la cultura, en y a través del lenguaje, del sistema de la lengua. Por tanto, la conciencia determinada por el ser social presupo- ne también la existencia de un sistema de signos sin los cuales no podria haber fenémenos conscien- SUJETO DE LA CONCTENCIA 3 tes humanos. De esta manera, y pasando desde la comprobacién empfrica a un punto de vista gno- seolégico, el andlisis de la determinacién de tales fenémenos conscientes humanos presupone el saber de Ia ciencia lingiifstica. (E1 problema teérico que no podemos sino dejar planteado es el de la me- dida en que esta estructura del sistema de la lengua impone sus leyes a los procesos conscientes, inci- diendo de alguna manera en su curso y en sus caracteristicas.) : El hecho es que los fenémenos conscientes no pueden tener existencia empfrica sino bajo la for- ma de asociaciones entre representaciones de pa- labra, Su cxistencia es una cxistencia de len- guaje y no puede abordarsele sino a partir de su objetivacién como discurso. Y el discurso es siempre discurso de un sujeto, lo que nos remite ineluctablemente del "sujeto de la conciencia”, del sujeto de esa abstraccién nocional, efecto del ser social, a la cuestién del sujeto del discurso como corpus concreto, a partir del cual podremos abor- dar al sujeto que ya no seré el sujeto de la con- ciencia ni tampoco el sujeto del discurso sino el sujeto a secas, en toda su complejidad, que hace . de sus fenémenos conscientes y de lo que dice en su discurso aspectos meramente parciales, porcio- nes flotantes del iceberg de una estructura com- pleja, donde lo inconsciente y lo no dicho de su discurso aparecen como condicionantes y delimi: tadores de lo consciente y de lo sf dicho. Asi, el problema que se plantea es el de la im-* prescindible conceptualizacién del sujeto en sus determinaciones. Obviamente, esta teoria del suje- to no puede hacerse desde lo consciente, desde el discurso y desde la representacién que el sujeto tiene de ‘sf mismo. Contra las psicologias, todas ellas subjetivistas, es necesario constituir una teo- ria descentrada y descentradora de la subjetividad. “Una teoria no subjetiva de la subjetividad” (Pé&- cheux), donde la conciencia, la conducta y el discurso aparezcan como estructurados, como da-

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