Vous êtes sur la page 1sur 7

Carta de un hijo a su padre

No me des todo lo que te pida, a veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo tomar.

No me grites, te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo


no quiero hacerlo.

No des siempre órdenes... Si en vez de órdenes, a veces, me pidieras las cosas, yo lo


haría más rápido y con más gusto.

Cumple las promesas, buenas o malas... Si me prometes un premio dámelo, pero también
si es castigo.

No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tú me haces lucir mejor
que los demás, alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien
sufra.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete y mantén esta
decisión.

Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte
de un apuro, me harás sentir mal y perder la fe en lo que me dices.

Cuando yo haga algo malo, no me exijas que te diga por qué lo hice, a veces ni yo mismo
lo sé.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo. Crecerá la opinión que yo tengo de ti y me


enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

No me digas que haga una cosa que tú tu no haces, yo aprenderé y haré siempre lo que
tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

Enséñame a amar y conocer a Dios. No importa si en el colegio me quieren enseñar


porque de nada vale si yo veo que tú ni conoces ni amas a Dios.

Cuando te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo para boberías o eso no
tiene importancia. Trata de comprenderme y ayudarme.

Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario


decírmelo.

Abrázame, necesito sentirte mi amigo, mi compañero a toda hora.


CARTA A UN PADRE
Querido papá:
Gracias por todos los cuidados que me has dado. No quiero entrar en agradecerte la vida,
porque supongo que la decisión de tener un hijo, es en primer momento una cuestión
egoísta aunque luego se transforme en acto de generosidad.
Siempre has querido lo mejor para nosotros, aunque a veces lo mejor para nosotros
signifique lo mejor para ti. Eso creo que es un tema interesante para todos, porque en
ocasiones los padres quieren para los hijos lo que ellos no tuvieron, lo que les gustaría
tener, sin pararse a preguntar o escuchar lo que el niño quiere.
Papá, hay cosas que nos has dado que todos hemos visto, pero hay cosas que nos has
dado, o más que dar habría que hablar de transmitir y que no nos hemos dado cuenta
hasta ahora. Por ejemplo, no sólo tú, sino también mamá o algún profesor nos habéis
trasmitido vuestra ideología. Esto no podría ocurrir de otra manera. Pero a veces crecer
implica cambiar de ideología. Lo que estoy tratando de decir, es que es bueno
preguntarse si nuestros principios nos hacen bien, si con nuestra manera de pensar nos
favorece. Reconocer que con nuestra forma de ver la vida, no nos va bien es muy
complicado, porque el humano es muy narcisista. Por todo esto papá, te pido que no te
molestes si ahora, con mi edad, yo no hago las cosas a tu manera. Tener un estilo distinto
del tuyo, es decir mi estilo propio, no significa querer llevarte la contraria, significa, que
con lo que me habéis transmitido y la experiencia, he aprendido que hay muchas otras
formas de hacer las cosas.
Ahora entiendo que la relación padre-hijo tiene que estar basada en la tolerancia y tanto
tú cómo yo, a veces carecemos de eso. Tolerancia porque somos dos realidades distintas,
y ninguno de los dos somos propiedad del otro. A veces te enfadas porque tenemos
opiniones distintas. También veo, que las relaciones tienen que basarse en la confianza. Y
en el instante que se genera desconfianza la relación se estropea.
En una mirada rápida hacia atrás y sin quedarme mucho tiempo anclado, veo que has
jugado con nosotros, nos has permitido aprender, nos has dejado hablar con toda libertad,
nos has dejado equivocarnos… Y en caso de que no hubieses sido así, he aprendido que
estaría bien educar de esa manera a un hijo. Papá, estoy muy contenta de haber crecido
a tu lado, por todo lo que nos has dado y también por lo que no nos has dado.
Espero que te cuides mucho y que hasta el último día tengas algo para darnos. Yo
también me cuidaré para ser feliz y así en tu faceta paterna estés tranquilo.
Un beso de letra con mucho afecto.
CARTA DE UN PADRE

Era una mañana como cualquier otra.


Yo, como siempre, me hallaba de mal humor.
Te regañe porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grite porque no
parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta.
Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa.
Furioso te levante por el cabello y te empuje violentamente para que fueras a cambiarte
de inmediato.
Camino a la escuela no hablaste.
Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida.
Te despediste de mí tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal.
Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré
jugando en el jardín.
Llevabas puestos tus pantalones nuevos y estabas sucio y mojado.
Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no
interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte.
Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de
mí te indiqué que caminaras erguido.
Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa.
A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no
parabas de jugar.
Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.
Al poco rato mi ira comenzó a apagarse.
Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una
caricia, pero no pude.
¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y
arrepentido?
Luego escuché unos golpecitos en la puerta.
"Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el
umbral de la habitación.
Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte?
No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo
esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente.
Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus
manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla.
Sentí que mi alma se quebrantaba.
"Hasta mañana papito" me dijiste.
¿Qué es lo que estaba haciendo?
¿Por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una
persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual.
Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobretodo,
sabías demostrar amor. ¿Por qué me costaba tanto trabajo?,
¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba
aburriendo? Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entré a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado.
Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu
frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebe. Me incliné para rozar con mis
labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce.
No pude contener el sollozo y cerré los ojos.
Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste.
Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio.
Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación.
Si Dios me escucha y te permite vivir muchos anos, algún día sabrás que los padres no
somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te
amo más que a mi vida.
Si lloras por haber perdido el Sol, entonces no podrás ver las estrellas.
A mi Padre
A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.

Por ser padre bondadoso,


lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.
Justicia y rectitud en demasía.

Por ser mi padre amado


y enseñarme la caridad.
Sentimientos nobles te cubren.
No conoces la maldad.

Caballero noble y parco,


me enseñaste a luchar.
Aspirando siempre a lo más alto
y a mis sueños no renunciar.

Por aborrecer todo lo malo.


Por tus celestiales valores.
Por guiarme de la mano
en senderos llenos de flores.

Por tus palabras de aliento


en mis momentos más tristes.
Por tus silencios elocuentes
que me calman dulcemente.

Por tu mirada sabia y profunda.


Por tu expresión tan serena.
Por tu paciencia y tesón.
Torbellino de cosas buenas.

Por ser hombre testarudo


aferrado a tu convicción.
Por mantener en alto tus ideales
sin perder la calma o razón.

Por instruirme en la vida


y enseñarme a no mentir.
Por preocuparte por mis problemas
y recompensa no pedir.

Por enseñarme nobles valores:


el amor, rectitud y compasión,
justicia, desinterés, trabajo,
caridad, verdad y el perdón.

Por todos tus desvelos.


Por tu amor paternal.
Hombres como tú hay pocos.
Eres un padre ideal.

Por cumplir con tus deberes.


porque nunca me fallaste.
Porque contigo contar siempre puedo.
Hoy y siempre mi amor te entrego.

Porque siempre estás ahí,


tendiéndome tu cálido abrazo.
Por ser modelo en mi vida.
Por siempre creer en mí.

Por todo esto padre, te aprecio,


y a Dios de nuevo agradezco
por en mi vida tenerte a tí.
¿Qué es un Papá?

Un papá, lo que se llama papá, es un superhombre, porque puede responder con prontitud una
pregunta sobre Biología, seguida de una de Matemáticas.

Es un súper héroe que se disfraza de Superman y se desvela esperando que sus hijos regresen de
la fiesta.
Un papá es una combinación extraña de razón y sentimientos, es el que sabe decir no cuando es
lo justo y sabe decir sí cuando es lo conveniente.

Un papá zapatea duro cuando cumple con su deber y anda de puntillas en la noche cobijando
cuerpitos fríos.

Es el único de la casa que persigue un ratón hasta atraparlo, así se muera de miedo por dentro.

Un papá es un higo que parece duro por fuera y es puro dulce en su interior, es un director de
orquesta, es el constructor de un nido, es el maestro de la escuela de la vida.

Los papás tienen la billetera llena de fotos, de tarjetas, de teléfonos, de citas, de compromisos,
menos de dinero.

Un papá tiene mucho de mamá aunque tenga cuerpo de hombre. Si hay que cambiar pañales, los
cambia, cuando el hijo llora, él es el refugio, cuando el hijo ríe, él es la compañía.

Ser papá es jugar en la vida el papel de rey, no de un reino; sino del amor, la comprensión y la
razón.

Autor desconocido

Vous aimerez peut-être aussi