Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
En primera parte la ponente dio un concepto sobre la Ponderación, cuyo significado se entiende
como la manera de aplicar los principios generales y resolver las colisiones que puedan presentarse
entre ellos y los principios o razones que jueguen en sentido contrario.
Por otro lado, también se entiende que la Ponderación es la forma en que se aplican los principios
jurídicos, es decir, las normas que tienen la estructura de mandatos de optimización.
Estos principios se colisionan cuando en un caso concreto son relevantes dos o más disposiciones
jurídicas que fundamentan prima facie dos normas incompatibles entre sí.
La ponderación está compuesta por tres elementos, mediante los cuales se puede fundamentar una
relación de precedencia condicionada entre los principios en colisión, para así establecer cuál de
ellos debe determinar la solución del caso concreto.
El primero de estos elementos es La ley de la Ponderación, que dice que cuando mayor sea el grado
de la no satisfacción de uno de los principios, tanto mayor que debe ser la importancia de la
satisfacción del otro. En ésta parte se examina los pasos que se examinan para la ley de la
ponderación, las cuales son las siguientes:
2) Idoneidad
3) Necesidad
Y por último, el tercero son las Cargas de la argumentación, las cuales operan cuando existe un
empate entre los valores que resultan de la aplicación de la fórmula del peso, es decir, cuando los
pesos de los derechos fundamentales son idénticos.
De acuerdo con esta carga de la argumentación, ningún principio opuesto a la libertad jurídica o a
la igualdad, podría prevalecer sobre ellas, a menos que se adujesen a su favor razones más fuertes,
es decir que existiera un empate.
Como una de las consecuencias, si una medida afectara a la libertad o a la igualdad jurídica y los
principios que la respaldan no tuviesen un mayor peso que estás entonces la medida resultaría ser
desproporcional.
Como un ejemplo de todo este tema la ponente expuso un caso de una sentencia emitida
directamente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual consiste en que La Primera Sala
de la misma Suprema Corte resolvió y amparó que el Estado es el encargado, el cual debe de ordenar
que se le realicen transfusiones sanguíneas a una niña de seis años que sufre leucemia, para salvar
su vida.
La misma Primer Sala consideró que si bien los padres tienen el derecho de tomar decisiones libres
sobre sus hijos, tanto en el campo de la salud como en el ámbito de la educación religiosa, este
derecho tiene como límite no poner en riesgo la salud y vida de sus hijos.
Por lo que el caso concluyó en que el tratamiento autorizado debe suministrarse bajo la estricta y
minuciosa supervisión de las autoridades, y otorgando siempre un trato digno, incluyente y
respetuoso a los padres.