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El léxico, por su parte, se define como el conjunto de palabras existentes en una lengua. Se
manifiesta primeramente en un nivel individual; es decir, en la cantidad de palabras que una
persona conoce sobre su idioma y, en última instancia, con las que percibe el mundo. Estas
memorias individuales del léxico se superan y alcanzan un grado colectivo, que es lo que
fomenta el nacimiento de diferentes dialectos de una misma lengua.
No hay que olvidar lo que menciona Blecua al respecto de las diferentes ramas que se
desprenden de la lingüística: “El establecimiento de niveles no es más que una ficción
metodológica a la que recurre el lingüista para realizar científicamente la descripción de la
lengua” (Bleacua, 1982, 14). Por lo que dichas disciplinas tienen límites bien establecidos
teóricamente empero bastante difusos en un nivel práctico. Un ejemplo de esto es lo
mencionado sobre la semántica léxica. Esto nos es relevante en el momento de delimitar y
distanciar la lexicología de la semántica, pues ya vimos que una parte de la lexicología
atiende al significado del léxico de la misma manera que lo hace una parte de la semántica.
La lexicología, tras haber superado su enfoque hacia el origen de las palabras, tuvo una
corriente estructural durante la primera mitad del siglo XX, donde se buscaba agrupar todas
las palabras en delimitados campos léxicos mediante un proceso de contraste de los rasgos
de todo término, así, el campo léxico de objetos para sentarse distinguía silla (asiento +,
respaldo +, con brazos -) de sillón (asiento +, respaldo +, Con brazos +). Esta corriente no
empleaba rasgos propiamente del mundo, antes lo hacía de características lingüísticas; quería
centrarse en las palabras y no en los objetos o eventos del mundo a los que ellas referían.
Posteriormente esta corriente decayó al carecer de rasgos suficientes para categorizar todas
las palabras.
Lo anterior nos interesa por la incógnita que se heredó de la lexicología estructural: ¿Qué
distingue a un objeto propio de la “realidad” a otro de la lengua? Elena de Miguel asevera
que hay dos postulas respecto a cómo se organiza el léxico de una lengua: la primera es el
producto de la perspectiva estructuralista, del cual ya hablamos; la otra es “la de la semántica
cognitiva, que considera que el significado es el resultado de un proceso mental complejo de
categorización en términos de prototipos, cuyos atributos son tangibles y extralingüísticos, y
organizan el léxico en categorías borrosas” (Miguel, 2016, 177). Para la semántica cognitiva
la lengua “como una manifestación más de la cognición, incorpora el mundo en sus
conceptualizaciones” (Miguel. 2016, 178).
Ahora, en el siglo XXI, el investigador del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del
Colegio de México, Luis Fernando Lara, advierte que todo análisis semántico de un
vocabulario debe atender al significado del término mismo y no del objeto al que designa,
pues el mexicano entiende la designación como una manera de significar. Además, señala
que cuando el análisis semántico de un vocablo se orienta hacia la lengua, es un análisis
social (Lara, 2006, 191). Este autor le da un enfoque totalmente social al léxico,
considerándolo como reflejo de la cultura donde se gestó.
Tanto el lexicólogo como el semantista tienen interés por los significados literales y
figurados:
en los que la palabra aparentemente añade un significado a su contenido básico o literal; así se
analizan los usos metafóricos —p. ej., el verbo salir en salir de la crisis, que no denota un evento de
movimiento en el mundo físico, como en salir del ascensor—
este no constituye una creación nueva sino la especificación de una potencialidad. Por el contrario,
para los modelos en los que el significado de una unidad léxica se considera una función del contexto
en que entra, la aparición de una palabra en un contexto diferente implica necesariamente su
pertenencia a una unidad léxica distinta (aunque esté vinculada). Ese nuevo sentido, en la medida
en que se aparta del considerado canónico, se puede interpretar como figurado, metafórico o
idiomático. Para la semántica cognitiva, por su parte, no existe distinción entre significados literales
y figurados, puesto que unos y otros forman parte de un continuum, representado por miembros
más o menos alejados del prototipo que los categoriza 183.
observa que la semántica, en cuanto ciencia que se ocupa del estudio del
significado de las unidades lingüísticas de todos los niveles de análisis, puede
ser subdividida, entre otras, en las subdisciplinas de semántica morfológica y
semántica léxica, lexicología 177 Dialnet
Hoy en día cualquier modelo de estudio gramatical (formal, funcional o cognitivo) asume, en mayor
o menor medida, que sus análisis han de tomar en consideración el significado de las palabras 179
Bibliografía
MIGUEL, E. (2016). “Lexicología”. Enciclopedia de lingüística hispánica. Ed. y comp. Javier Gutiérrez-
Rexach. Abingdon: Routledge. P. 173-185