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* Magistrada de la Sala Civil Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Buga, Valle, Colombia; docente del programa de Derecho de la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Humanísticas de la Unidad Central del Valle del Cauca de Tuluá; Investi-
gadora acreditada en Colciencias, directora de semilleros de investigación en materia
procesal; especialista en comercio internacional, derecho de familia, procesal civil,
contratos y daños y con maestría en Filosof ía del derecho contemporáneo de la
Universidad Autónoma de Occidente en cooperación con la Universidad Carlos III
de Madrid; Candidata a doctora de la Universidad de Jaen en España, con primer
avance de tesis aprobado en filosof ía jurídica y política; presidenta fundadora del
Instituto Colombiano de Derecho Procesal Capítulo de Buga.
Introducción
La significativa evolución legislativa que nos ofrece el Código General del
Proceso a los colombianos, sin duda está posicionando lo que en efecto cons-
tituye, las tendencias y realidades que caracterizan los espacios jurídicos en el
siglo que apenas comienza, desplegando a prisa, una visión panorámica de lo
que se ha concebido por la jurisprudencia y la doctrina como proceso justo,
con basamento en el descubrimiento de la verdad, la tutela judicial efectiva,
el acceso a la justicia, el derecho a la prueba y la igualdad ante la ley, entre
otros postulados.
El proceso se impregna hoy de justicia social, en el que las partes situadas
en planos de auténtica igualdad en términos de Héctor Fix Zamudio, puedan
manifestar pública y libremente sus pretensiones con suficiente oportunidad
para demostrarlas a un juez independiente e imparcial que conduzca el de-
bate hacia una solución justa y de mayor equilibrio social1. Significa que de
acuerdo con el plexo de razonabilidad que debe gobernar el proceso, en el
momento de ahora, constituye un imperativo flexibilizar las reglas clásicas
del onus probandi, procurando ajustar el proceso a postulados de justicia, que
conduzcan hacia el conocimiento de la verdad –entendida como el mayor
grado de certeza– que allana el camino para emitir un pronunciamiento
más justo; porque la justicia –como lo ha resaltado Liebman– es la finalidad
última de la jurisdicción y la prueba es el instrumento esencial de ella, cuando
no puede haber justicia más que fundada sobre la verdad de los hechos a los
cuales se refiere2.
Como se observa, el onus probandi ha tenido su recorrido legislativo y ju-
risprudencial, precisamente presionado por el dinamismo que ha alcanzado
el proceso –respondiendo a necesidades que le plantea el colectivo, desde los
cambios sociales, culturales, políticos y económicos– punto de partida para
establecer los criterios atendibles en la distribución de la carga de la prueba
en procesos penales, civiles, de familia, administrativos, disciplinarios y en
acciones constitucionales, entre otros.
1
FIX-ZAMUDIO, Héctor. Constitución y proceso civil en Latinoamérica, México:
Unan, 1974, cap. IX, letra h., p. 106.
2
LIEBMAN, Enrico Tulio. Manual de Derecho Procesal Civil, Traducción de Santiago
Sentís Melendo. EJEA, Buenos Aires, 1980, pp. 270-275.
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3
JARAMILLO JARAMILLO, Carlos Ignacio. La culpa y la carga de la prueba en el
campo de la responsabilidad médica. Colección Ensayos N° 11: Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana, Grupo Editorial Ibáñez, 2010, p. 184
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Justicia material en términos de flexibilidad probatoria
4
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Compendio de Derecho Procesal. Pruebas Judicia-
les. Tomo II. 10ª Edición. Bogotá: Editorial Biblioteca Jurídica Dike. 1994. pp. 148
y ss.
1102
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5
Ibídem., p. 150.
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6
MICHELLI, Gian Antonio. La Carga de la prueba. Bogotá: Editorial Temis, 2004.
pp. 85 y ss.
7
Ibídem., p. 93
8
BENTHAM, Jeremías. Tratado de las pruebas judiciales. Tomo II, Bogotá: Ediciones
Nueva Jurídica, Bogotá, primera edición, imprenta de Don Tomás Jordán, Madrid
1835. Reimpresión colombiana corregida, 2000, p. 98.
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María Patricia Balanta Medina
9
Ibídem., p. 99.
10
SERRANO ESCOBAR, Luis Guillermo. El Régimen Probatorio en la Responsabili-
dad Médica. Bogotá: Ediciones doctrina y ley Ltda., 2012, p. 18.
1105
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11
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Op. cit., p. 162.
12
Ibídem., p. 193.
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13
ROSENBERG, Leo, Tratado de Derecho Procesal Civil, t. II. Traducido por Ángela
Romera Vera. Ediciones Jurídicas Europa América. Buenos Aires, Argentina. 1955.
p. 222.
14
MICHELLI, Gian Antonio. Op. cit., p. 34.
15
Ibídem., p. 131.
16
Ibídem., p. 138.
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17
GIACOMETTE FERRER, Ana, Op. cit., pp. 252 y 253.
MICHELLI, Op. cit., p. 147.
18
19
JARAMILLO JARAMILLO, Carlos Ignacio. Op. cit., p. 185.
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María Patricia Balanta Medina
que sirvió de terreno abonado para que el Derecho positivo se ocupara hace
escasos años de la misma (año 2000)20. Es que todo criterio encaminado a
una aplicación rígida, inflexible, pétrea, estática o acartonada de la carga de la
prueba, no está en consonancia con las coordenadas que hoy rigen la materia
en el Derecho comparado, y menos aún con los sacros derechos y garantías
de los justiciables que no tienen por qué verse afectados, a pretexto de una
lectura tan rigorosa, angosta e inequitativa que, haciendo eco de una serie
de ideas y lineamientos superados, en buena hora (jus strictum) cercene y
esterilice intereses y prerrogativas legítimas pasibles de salvaguarda y tutela
efectivas, sin que por ello estemos abogando por la adopción irrefrenable de
la flexibilización probatoria en forma automática y generalizada, pues deben
atenderse las particularidades de cada caso21.
Se impone precisar desde ahora que, el Código General del Proceso ha
permeado todo el proceso de reglas de flexibilidad y el escenario de las prue-
bas no es ajeno a estas previsiones, precisamente con el propósito de respetar
imperativos constituciones como la prevalencia del derecho sustancial, pro-
ferir sentencias justas, garantizar la equidad y la igualdad de las partes, bajo
criterios de solidaridad, cooperación y buena fe.
Siguiendo las explicaciones de Michelli, con respecto a la regla de juicio
que ha traído con atino el Código General del Proceso, puede decirse, que la
evolución del proceso, también en nuestro ordenamiento, puede conducir a
una diversa valoración de la importancia de la regla de juicio de la carga de la
prueba. En efecto, si el proceso mismo no se lo entiende ya como un medio
para la actuación de la ley sino, por el contrario, o al menos sobre todo como
un medio para asegurar la paz social, la función conciliatoria o equitativa del
juez atenúa aquel sentido de la ley (y, por consiguiente, de su declaración de
certeza), a la que está vinculada también la formulación de una regla de juicio
preconstituida. Pero mientras el proceso sirva también, o sobre todo, para la
actuación del derecho objetivo, una regla de juicio de la carga de la prueba
responderá a aquella función de certeza para la cual precisamente ha nacido.
La vitalidad de la misma, por lo demás se funda esencialmente sobre una
exacta valoración psicológica del estímulo del interés de parte en la demos-
tración de determinados hechos relevantes para la decisión; por tal razón,
ha podido sobrevivir también con la mutación de los principios generales
del proceso civil y afirmarse igualmente en ordenamientos jurídicos, como el
germánico, en que no encuentra expresa formulación legislativa22.
20
Ibídem., p. 288.
21
Ibídem., p. 185.
22
Ibídem., p. 446.
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23
Ibídem., p. 447.
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24
TRUJILLO CABRERA, Juan. La carga dinámica de la prueba. Conceptos funda-
mentales y aplicación práctica. Bogotá: Editorial Leyer, 2006, pp. 113 a 126.
25
Ibídem., p. 127 a 19.
26
JARAMILLO JARAMILLO, Carlos Ignacio, Op. cit., p. 259, en referencia de la
sentencia del 31 de agosto de 2006, Exp. 15.283.
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María Patricia Balanta Medina
27
Ibídem., p. 263.
28
Ibídem., p. 266.
29
Ibídem., pp. 132 y 133.
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30
Ibídem., pp. 138 a 145.
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Ya en el año 2009 –octubre 21, expediente 32193– con ponencia del Dr.
Yesid Ramírez Bastidas, la misma Corporación, había estimado:
Desde luego la Corte, conociendo el origen y aplicación de la teoría de la
carga dinámica de la prueba, reconoce su muy limitada aplicación en el
campo penal, pues, no se trata de variar el concepto ya arraigado de que
es al Estado, por acción de la Fiscalía General de la Nación, a quien le
compete demostrar todas las aristas necesarias para la determinación de
responsabilidad penal.
31
PULECIO BOEK, Daniel. La Teoría de la carga dinámica de la prueba en materia
penal. Bogotá: Editorial Ibáñez, 2012, pp. 105 y 106.
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TRUJILLO CABRERA, Op. cit., p. 145.
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FERRER BELTRÁN, Jordi. La valoración racional de la prueba. Colección Filosof ía
y Derecho. España: Editorial Marcial Pons, 2007, p. 39.
34
Consejo Superior de la Judicatura. Sala Administrativa. Reflexiones sobre el nuevo
Sistema Procesal Penal. Los grandes desaf íos del Juez Penal Colombiano. Ponencia
de José Joaquín Urbano Martínez: “Prueba ilícita y regla de exclusión” Bogotá:
Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla, Imprenta Nacional. 2005. pp. 346 y 347
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Conclusiones
La actividad judicial debe constituir un acto reflexivo, emanado de un estudio
de las circunstancias particulares y no un evento discrecional o autoritario,
porque la decisión de los jueces se legitima bajo contenidos auténticos y racio-
nales en escenarios democráticos que producen profundas transformaciones
en las prácticas, en la cultura y en los valores del modo de vida cotidiano. Es
el juez el cultor de la simetría y el equilibrio procesal, porque ya no se concibe
como un juez que cumple tareas para el Estado, sino que estamos frente a
un juez conectado con el ciudadano y así lo denuncian los actuales cambios
legislativos en materia Contencioso administrativa y el remozado Código
General del Proceso.
La tendencia aligerante del onus probandi es un paradigma que se ha
ido posicionando en las legislaciones para quedarse, pues la flexibilización
probatoria ya se considera la regla general y no la excepción y encuentra
su significado, como lo resalta la doctrina, en los eventos de ausencia o
vacíos probatorios, pero no en aquellos donde la prueba sea suficiente y se
rescata su influencia en la efectividad del derecho material, justificándose la
flexibilización, en aplicación del principio de tutela judicial efectiva, bajo la
constitucionalización del derecho a la prueba. No es suficiente estimar que se
ha defendido el interés propio, porque se impone el valor superior de solida-
ridad, bajo una concepción humanista que emerge de prisa y con rigor, en un
litigio que se conjuga en nombre de la verdad, desde un estándar probatorio
flexible en el empeño de hacer justicia.
La historia ha registrado que en los principales sistemas procesales y cons-
titucionales, las garantías de las partes y el rol activo del tribunal a propósito
de la flexibilidad de las reglas de distribución de la carga probatoria, pueden
desarrollarse por vías paralelas sin interferirse y, por el contrario, maximizan
las posibilidades de encontrar toda la prueba relevante de los hechos del
caso. Por lo tanto, la aproximación a la verdad procesal que se obtenga en los
procesos judiciales debe ser lo suficiente, que garantice o posibilite la máxima
eficacia de los demás derechos fundamentales. Ya lo exponía Barbosa Morei-
ra y Berizonce, la posición activa del órgano judicial respecto a la prueba, no
es incompatible con la preservación de su imparcialidad, cuando hoy se habla
de una función epistemológica de la prueba y de un rol de igual significación
de los tribunales en la búsqueda y consecución de la verdad que se conecta
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Referencias
AGUILAR DIAZ, Roberto. VV.AA, Realidades y Tendencias del Derecho
en el Siglo XXI, Tomo V, Derecho Procesal. Bogotá: Coordinador Editorial,
Facultad de Ciencias Jurídicas Pontificia Universidad Javeriana, Grupo Edi-
torial Temis S.A., 2010.
BENTHAM, Jeremías. Tratado de las pruebas judiciales. Tomo II, Bogotá:
Ediciones Nueva Jurídica, Bogotá, primera edición, imprenta de Don Tomás
Jordán, Madrid 1835. Reimpresión colombiana corregida, 2000.
Consejo Superior de la Judicatura. Sala Administrativa. Reflexiones sobre el
nuevo Sistema Procesal Penal. Los grandes desafíos del Juez Penal Colombia-
no. Bogotá: Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla, Imprenta Nacional. 2005.
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Compendio de Derecho Procesal. Pruebas
Judiciales. Tomo II. 10 Edición. Bogotá: Editorial Biblioteca Jurídica Dike.
1994.
FERRER BELTRÁN, Jordi. La valoración racional de la prueba. Colección
Filosofía y Derecho. España: Editorial Marcial Pons, 2007.
FIX-ZAMUDIO, Héctor. Constitución y proceso civil en Latinoamérica,
México: Unan, 1974, cap. IX, letra H.
JARAMILLO JARAMILLO, Carlos Ignacio. La culpa y la carga de la
prueba en el campo de la responsabilidad médica. Colección Ensayos N°
11. Bogotá: Coordinador Editorial, Facultad de Ciencias Jurídicas Pontificia
Universidad Javeriana, Grupo Editorial Ibáñez, 2010.
LIEBMAN, Enrico Tulio. Manual de Derecho Procesal Civil, Traducción
de Santiago Sentís Melendo. EJEA, Buenos Aires, 1980.
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