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República Checa

El Golem de Praga

Durante el reinado de Rodolfo II de Habsburgo, en el siglo XVI, cuando Praga era capital del reino de Bohemia,
vivió en el barrio judío de Josefov el rabino Jehuda Löw ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga,
hombre muy instruido y de gran experiencia. Era de alta estatura y por ello lo llamaban “el gran Rabino”. Podía
interpretar perfectamente no sólo el talmud y la cábala (textos sagrados de la tradición judía) sino también las
estrellas y la matemática. No pocos misterios de la naturaleza, a otros ocultos, a él estaban abiertos y podía
hacer tantas cosas extrañas que la gente se asombraba de sus poderes mágicos.

La más estupenda maravilla del rabino fue la creación del Golem, un monstruo de arcilla hierático y sin forma al
que el poderoso rabino Jehuda Löw creó a instancias de Dios, Yahveh, para proteger a su pobre pueblo y
ayudarle a sobrellevar todos los infortunios. El rabino daba vida al Golem introduciéndole en la boca el “shem”,
papel con mágicos textos hebreos.

El Golem hacía el trabajo de varias personas, ejecutaba todas las tareas pesadas y hacía todo tipo de encargos,
pero sobre todo protegía el barrio judío de ataques antisemitas. No comía, no bebía y no necesitaba ni descanso
ni respiro, pero cada vez que llegaba el sabbat (sábado), cuando debe cesar todo trabajo según la tradición
judía, el rabino le quitaba el “shem” de la boca e instantáneamente el golem quedaba inerte, como un muñeco de
tierra muerta.

Pero una vez, Löw ben Bezalel, preparándose para ir a la vieja sinagoga y celebrar el sabbat, se olvidó del golem
y no le extrajo el “shem” de la boca. Apenas el rabino entró a la sinagoga, llegaron corriendo vecinos que,
aterrorizados, gritaban que el golem estaba enfurecido y podía matar a cualquiera.

El rabino titubeó unos instantes: ya se iniciaba el sabbat y cualquier trabajo, aún el más insignificante, era a partir
de este momento pecado. Pero aún no se había concluido el rezo del salmo, no había aún realmente comenzado
el sabbat, pensó el rabino, así que se levantó y corrió a su casa. Aún no había llegado y ya escuchó fuertes
ruidos y retumbantes golpes. Cuando entró a la vivienda, vio un horroroso desastre: vajilla destrozada, mesas,
sillas, arcones volcadas y desarmadas, libros desparramados. Aquí el Golem ya había descargado su furia
destructiva, ahora “trabajaba” en el patio, dónde ya habían caído las gallinas, pollos, el gato y el perro, y se
disponía a arrancar de la tierra un tilo de áspera corteza.

El rabino se dirigió directamente al Golem con los brazos extendidos y, mirándolo fijamente y con un solo
movimiento, le arrancó de la boca el mágico “shem”. El Golem cayó sobre la tierra como si le hubieran cortado de
un golpe los pies con un hacha. Todos los judíos presentes, jóvenes y viejos, gritaron alegremente. El rabino
suspiró profundamente y, sin decir una palabra, volvió a la sinagoga para retomar el rezo del salmo y bendecir el
sabbat.

Desde entonces, el rabino Löw ya no volvió a introducir el “shem” mágico en la boca del Golem. Nunca más el
Golem se levantó, siguió siendo un muñeco de barro y finalizó en la bohardilla de la vieja sinagoga, en dónde se
deshizo en polvo y algunos dicen que se fundió con su estructura.

FIN

Fuente: Basado en “Antiguas leyendas Checas” de Alois Jirásek,


Embajada de la República Checa en Buenos Aires.

Extraido de: https://cuentosdelmundo.wordpress.com/2015/02/04/el-golem-de-praga-republica-checa/

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