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El perro brujo de Talagante

Cuenta la leyenda que en Talagante existió en tiempos muy remotos, un brujo tremendamente
poderoso, temido y respetado por todos los ciudadanos, ya sea por su poder o por su maldad.
Siempre salía de noche y en las cantinas llegaba alardeando de ser el más poderoso, tanto así que
el mismísimo diablo le temía.
Muchos sufrieron a causa de su poder, hechizando a todo aquel que se le oponía durante una de
sus correrías en una cantina se le encontró contando sus historias sobre a cuantos hombres había
destruido gracias a su poder. En el rincón más alejado de la cantina se encontraba un hombre flaco,
alto, muy blanco, que había llegado poco después de obscurecer y que nadie había visto antes Y
ante este hombre se presentó el brujo., obligándole a que le convidara un trago amenazándolo en
convertirlo en un perro si no le concedía su petición, el extraño no solo no le convido lo pedido,
sino que lo mando a la punta del cerro. Ante tal agravio el brujo le dijo que salieran afuera para ver
qué tan gallo era si se atrevía.
Los parroquianos todos se lamentaron por la suerte de aquel forastero que pronto terminaría
transformado en quizás que engendro debido a los poderes de este brujo, el extraño se puso de
pie pagando su cuenta al cantinero y salió, al recibir el dinero este se fijó en el extraño
especialmente en su mano derecha donde vió en el dedo anular un gran anillo con una calavera
con dos tibias cruzadas en donde relucían dos ojos rojos como zafiros.
Con voz suave y una mirada fría y vaga salió el desconocido a enfrentarse con el brujo. Estando
afuera comenzó una guerra de hechizos uno tiraba y el otro devolvía, mucho tiempo estuvieron los
dos en esa pelea, hasta que el hechicero le gritó al extraño – te lanzare el hechizo más potente que
tengo., tan poderoso es que ni el mismo diablo podría detenerlo, y lo lanzó. el extraño al sentir ese
poder puso su mano al frente deteniendo el poder con su anillo devolviéndoselo al brujo que
alcanzó a esquivarlo sólo con su parte superior, quedando transformado en perro de la cintura
hacia abajo.
Entonces el extraño se acercó al brujo y le dijo, ¿no que eras tan gallito y decías que hasta yo te
temía infeliz? ¡Entérate, yo soy el mismísimo diablo! y soy el único que puede deshacer el hechizo,
pero no lo haré, te dejaré así hasta el día del juicio por creerte más poderoso que yo.
Desapareciendo en el mismo instante el brujo rogó e imploro misericordia a Satán, pero fue en
vano, hasta el día de hoy los habitantes de Talagante en las noches de luna llena escuchan el
aullido de este brujo que suplica a Satanás volver a ser humano.

Investigación histórica
Jaime Lagos C.

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