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siglo
veintiuno
m editores
UNA INTRODUCCION
A KARL MARX_____
JÓ N ELSTER
siglo
:« a editores
veintiuno
sig lo veintiuno editores, s.a. de c.v.
CERRODEL AGUA248. DELEGACIÓNCOYOACÁN. 04310 MÉXICO, DF
PREFACIO VII
1. PANORAMA GENERAL 1
INTRODUCCIÓN 1
MARX; VIDA Y ESCRITOS 5
MARX y ENGELS 11
EL MARXISMO DESPUÉS DE MARX 13
EDICIONES DE LOS ESÓRITOS DE MARX 18
Nota sobre ¡as principales ediciones de Marx en castellano 20
Bibliografía 21
2. METODOLOGÍA MARXISTA 23
INTRODUCCIÓN 23
INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO 24
MARXISMO Y ELECCIÓN RACIONAL 28
LA EXPLICACIÓN FUNCIONAL EN EL MARXISMO 34
DIALÉCTICA 37
Bibliografía 42
3. ALIENACIÓN 44'
INTRODUCCIÓN 44
ALIENACIÓN: FALTA DE AUTORREALIZACIÓN 46
ALIENACIÓN: FALTA DE AUTONOMÍA 52
ALIENACIÓN; EL DOMINIO DEL CAPITAL SOBRE EL TRABAJO 58
FETICHISMO 59
Bibliografía 62
4. ECONOMÍA MARXISTA 63
INTRODUCCIÓN 63
LA TEORIA DEL VALOR-TRABAJO 66
REPRODUCCIÓN, ACUMULACIÓN Y CAMBIO TÉCNICO 73
TEORÍA DE LA CRISIS 77
Bibliografía 81
5. EXPLOTACIÓN 83
INTRODUCCIÓN 83
EXPLOTACIÓN, LIBERTAD Y COERCIÓN 85
LA EXPLOTACIÓN EN LA HISTORIA 88
VI Indice
EXPLOTACIÓN Y JUSTICIA 96
Bibliografía 105
Ó. EL MATERIALISMO HISTÓRICO 108
INTRODUCCIÓN 108
EL DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS lio
BASE Y SUPERESTRUCTURA 117
LAS ETAPAS DEL DESARROLLO HÍSTÓRiCO 122
yBibliografía
126
7. CONCIENCIA DE CLASE Y LUCHA DE CLASES 128
INTRODUCCIÓN 128
EL CONCEPTO DE CLASE 129
CONCIENCIA DE CLASE 135
LUCHA DE CLASES 140
Bibliografía 146
8. LA TEORÍA POLÍTICA DE MARX 148
INTRODUCIÓN 148
EL ESTADO CAPITALISTA 150-
LA POLITICA EN LA TRANSICIÓN AL CAPITALISMO 161
LA POLÍTICA EN LA TRANSICIÓN AL COMUNISMO 166
Bibliografía 173
9. LA CRÍTICA MARXISTA DE LA IDEOLOGÍA 175
INTRODUCCIÓN 175
IDEOLOGÍAS POLÍTICAS 180
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO COMO IDEOLOGÍA 183
LA RELIGIÓN COMO IDEOLOGÍA 188
Bibliografía 192
10. ¿QUÉ VIVE Y QUÉ ESTÁ MUERTO EN LA FILOSOFÍA
DE MARX? 194
INTRODUCCIÓN 194
¿QUÉ ESTÁ MUERTO? 196
¿QUÉ VIVE? 202
ÍNDICE DE NOMBRES 209
PREFACIO
INTRODUCCIÓN
MARX Y E N G E L S
* Elaborada por A. de F.
Panorama general 21
B SB LIO C R AF ÍA
INTRODUCCION
IN D IV ID U A L IS M O M E T O D O L Ó G IC O
de todo lo demás, una huelga puede ser tanto más probable cuanto
mayor similitud haya en la experiencia compartida de los miembros y
mayor estabilidad en la composición del grupo. Sabemos que el
efecto de estas «macrovariables» remotas debe ser mediado por su
impacto sobre los motivos y creencias individuales, pero puede que
seamos incapaces de especificar el mecanismo. En tales casos, buscar
microfundamentos podría conducir a una especulación estéril. El
principio del individualismo metodológico dice únicamente que la
búsqueda no es estéril de manera intrínseca, aunque en algún caso
dado bien puede resultar inútil en el presente estado del conoci
miento.
Hay en Marx dos instancias principales de holismo metodológico
correspondientes a sus dos objetivos teóricos centrales. En el análisis
de! capitalismo, el «capital» aparece como una entidad colectiva,
irreductible a las diversas empresas individuales. Marx creía que el
capital tenia una lógica propia, en alguna medida anterior en el
orden explicativo al comportamiento del mercado y la competencia.
De acuerdo con el individualismo metodológico, p6*r otro lado, toda
«ley del movimiento y autorregulación» del capitalismo debe ser
deducida como teorema a partir de axiomas que especifiquen los
motivos y constricciones de las empresas, obreros y consumidores.
En el materialismo histórico, la «Humanidad» aparece como un
sujeto colectivo cuyo florecimiento en el comunismo es el objetivo
final de la historia. Marx estaba fuertemente influenciado por la
división tripartita de la historia en una unidad inicial indiferenciada,
seguida de una fase de conflicto y alienación, y culminada en una
unidad superior que conservaba la individualidad desarrollada en la
segunda fase. En la teología secular de Hegel y Marx, la humanidad
tenía que alienarse de sí misma para reconquistarse en una forma
enriquecida. Lo que nunca queda claro es cómo este desarrollo de la
humanidad es exactamente mediado por las acciones de los indivi
duos.
La cuestión no debe ser acentuada en demasía. Marx no era un
pensador social puramente especulativo. La mayor parte del tiempo
se ocupó en general de los lazos que se forjan entre motivos
individuales, comportamiento individual y consecuencias agregadas.
Por otra parte, no deberíamos irnos al otro extremo y considerar sus
referencias al capital y a la humanidad como instrumentos retóricos
sin importancia explicativa. Marx señala a menudo las necesidades de
estas entidades colectivas para explicar sucesos e instituciones que
Metodología marxista 27
* 'En cuaiquier caso, una clase dom ínam e racional dejaría a la dase explotada
alguna libertad de deccion. Restringiría el conjunto de alternativas hasta un punto en
que el dem ento preferido, dentro de é!, por ios miembros de la dase explotada fuera
el mismo que ja dase dom inante prefiere, dentro del conjunto sin restricciones.
30 Jon Elster
Hay buenas razones para traducir « free rid er» — concepto clave en la teoría de la
acción colectiva-^— por «gorrón». La fundamental es que «gorrón» capta una idea
centra] d d concepto inglés, a saber: beneficiarse de ios esfuerzos realizados por los
demás en una acción conjunta sin participar en esos esfuerzos. Pero «Jree rid er»
contiene además la idea de «no correr riesgos», de «jugar sobre seguro», que no
recoge la palabra castellana «gorrón». A eso se debe nuestra elección de la traducción
más aséptica de «francotirador», es decir, aquel que en una guerra dispara a cubierto,
sin ser visto, sin arriesgarse. Pero en una y otra acepción, « free rid er» (literalmente, el
que «viaja gratis»: de ahí que también se haya traducido por «polizón») es aquel que se
beneficia de los riesgos asumidos por otros jugando él sobre seguro ( N . d e l R,).
Metodología marxista 33
trabajar por un salario que permita un buen nivel de vida. En el caso
último, los obreros se ven forzados a vender su fuerza de trabajo, no
mediante coerción, sino mediante lo que Marx llama k fuerza de las
circunstancias. En el caso primero, los obreros tienen claramente
que elegir entre dos opciones. Pero si tienen que elegir en la primera
situación, deben también poder hacerlo en la segunda; la existencia
de elección no puede ser eliminada por un mejoramiento de una de
las opciones. Un argumento algo diferente establece la realidad de la
elección capitalista en el mercado competitivo. Cuando los capitalis
tas, bajo la presión de la competencia, investigan nuevas alternativas
de acción y realizan numerosos cálculos para descubrir la de mayor
rentabilidad, se ajustan al paradigma mismo del comportamiento por
elección. El hecho de no sobrevivir si realizan la elección equivocada
no signiñca que no elijan; por el contrario, la elección está supuesta
de antemano.
En la teoría económica de Marx la negación de la elección está
estrechamente ligada a la teoría del valor-trabajo. Marx postulaba
que la economía tiene una estructura superficial y una estructura
profunda. La estructura superficial es la vida económica cotidiana,
en la que los agentes económicos realizan 'acciones racionales en
términos de ios precios dei mercado de mercancías. En la estructura
profunda, las mercancías se caracterizan por sus valores-trabajo: la
cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesaria para su produc
ción. La estructura superficial es simplemente la realización de las
relaciones definidas por la estructura profunda, exactamente igual
que la apariencia visible de un objeto físico es una mera consecuencia
de su estructura atómica. Mostraré más adelante que esta teoría de la
relación entre valores y precios, la esencia y apariencia de la vida
económica, es escasamente inteligible. En realidad, desorientó a
Marx impidiéndole que apreciara la centralidad de las elecciones y
alternativas en la economía.
Al margen de los análisis económicos, el método estructuralista
propio de Marx no afectó a sus investigaciones concretas. En los
brillantes capítulos centrales sobre sociología económica de El
capital, I, Marx reconoce totalmente la sutil interrelación entre
elección empresarial, beneficio, tecnología y poder en la empresa. Su
sociología política, asimismo, fue sensible al pensamiento racional y
estratégico por parte de los agentes principales. Sin embargo, tendría
que añadir t|ue, en ambos casos, hay un obstáculo para una
interpretación de estos textos directamente basada en la teoría de la
34 E/sUr
LA E X PL IC A C IO N FU N C IO N A L EN EL M A RXISM O
D IA LÉCTIC A
BIBLIOGRAFÍA
Individualismo metodológico. U n a e x p o s ic ió n c la ra d e e s te p r i n c i p i o se e n c u e n
t r a e n G e o r g e H o m a n s , The nature o f social Science, H a r c o u r t , B ra c e a n d
W o r ld , 1 9 6 7 . U n a e x p o s ic ió n c lá sic a d e l h o lis m o m e t o d o l ó g ic o es !a d e
Metodología marxísta 43
É m ile D u r k h e j m , T a s r e g la s d e l m é to d o so cio ló g ico ; u n a e x p o s ic ió n m á s
r e c ie n te se e n c u e n tr a e n C h a r le s T a y l o r , « I n t e r p r e ta t io n a n d th e S ciences
o f m a n » , K e v ie w o f M e t a p h y s k s , 25 (1 9 7 1 ): 3 -5 1 , E x is te n v a r ia s d i s c u s i o
n e s ú tile s en M a y B r o d b e c h ( c o m p .) , K e a d ir ig s in th e p h i l o s o p h y o f th e s o c ia l
Scien ces, M a c M H la n , 1 9 68. J o h n R o e m e r a r g u m e n ta la n e c e s id a d d e ios
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tio n s o f M a r x i a n h ic o n o m ic s , C a m b r i d g e U n iv e r s ity P re s s , 1981, P a ra u n a
d i s tin c ió n e n tr e la a u t o r r e a l i x a d ó n d e l H o m b r e y d e lo s h o m b r e s , v'éase
G , A . C o h é n , « K a r l M a r x ’s d ia le c tic o f i a b o u r » , Philosophy a n d Public
A f f a i r s , 3 (1 9 7 4 ); 2 3 5 -6 1 .
lNTRODUC,CiON
Ititivas
I títiva; de autorreali^ación. Es una comunidad de consumidores-
J prodiluctores.
La reconciliación sería factible en las pequeñas comunidades de
relaciones cara a cara del pasado, en las que el productor conoce a
sus clientes personalmente. Las sociedades industriales, sin embargo,
están despersonaiizadas de dos maneras que se combinan para hacer
dicha reconv .dación imposible. La naturaleza social de la producción
imposibilita que cualquier individuo pueda señalar a cualquier
producto como sujo; asimismo, la producción para un mercado de
masas rompe el lazo personal entre productor y consumidor. La idea
de que una persona puede tener un sentimiento de coi^unida^por el
hecho de conocer que produce para la «sociedad» no tiene raíces en
la psicología individual.
TTn. modn más adecuado de conciliar los dos valores es a través
de la producción con otros, o autorrealizadón conjunta. Ejemplos
de ello podrían ser un pequeño barco pesquero, un equipo de fútbol,
una orquesta sinfónica o la toma de decisiones en una democracia
económica directa. En tales interacciones podemos ver el sentido de
¿una observación del Manifiesto comunista: El libre desarrollo de cada
Uno se convierte en ía condición para el líbre desarrollo de todos. De
nuevo, no queda claro que la producción industrial se preste
fácilmente a esta síntesis. La tendencia histórica parece sugerir qu.e
jos procesos integrados de trabajo la autorrea|ización en el trabajo^
son metas enfrentadas más que complementarlas. LaJábeá—de
montaje consigue un máximo de integración con un mínimo de
autorrealización. De nuevo, sin embarga, esto podría deberse a la
organización capitalista de la industria más que a la naturaleza del
trabajo industrial.
A L IE N A C IÓ N : FA LT A D E A U TO N O M ÍA
FETECHISMO
B IB L IO G R A F IA
IN T R O D U C C IO N
LA T E O R ÍA D E L V A L O R -T R A B A jO
tasa de explotación
Tasa de ganancia:
composición orgánica del capital+1
T EO R ÍA D E LA CRISIS
B IB L IO G R A F ÍA
Introducción. S o b r e el l u g a r q u e o c u p a la e c o n o m ía m a r x ia n a e n la h is to r ia d e l
a n á lis is e c o n ó m i c o , v é a s e M a r k B la u g , Economk thought in retrospect, 3 .“
e d ,, C a m b r i d g e U n i v e r s i ty P r e s s , 1985. L a c r ític a m a rx is ta d e la te o ría
d e l c r e c im i e n t o e s tá e x p lic a d a e n G . C H a r c o u r t , $ome
n e o c lá s ic a
Cambridge contropersies in the theorj o f capital, C a m b r id g e U n iv e r s ity P re s s ,
1973.
<iconQmks, C a m b r i d g e U n iv e r s ity P re s s ,
1 9 8 1 . P u e d e n s e r p r o v e c h o s a m e n t e c o m p l e m e n ta d a s p o r lo s tr a b a jo s d e
C . C ; v o n W e iz s á c k e r, Steadj-State Capital theorj, B la c k w e ll, 1 9 8 5 .
Teoría de la crisis. S o b r e la ta s a d e c r e c ie n te d e g a n a n c ia , v é a s e , d e n u e v o ,
Analyticaí Joundations d e R o e m e r , y « T h e f a l l i n g 'r a t e - o f - p r o f i t t h e o r y o f
c ris is : a r a rio n a l r e c o n s t r u c ti o n b y w a y o f o b itu a r y » , Peview o f Radical
Púlitical Économy, 12 (1 9 8 0 ): 1 -1 6 , d e P h ilip e v a n P a rijs .
5. EXPLOTACION
ÍN T RO D U CCIO N
Los contrastes y conflictos entre los que tienen y no tienen, los ricos
ociosos y los pobres que trabajan, son temas constantes en la
historia, La teoría de lai^ explotación de Marx es un intento de
explicación científica, rigurosa, de estas nociones intuitivas. Su obra,
considerada globalmente, sirve a dos propósitos distintos. Por una
parte, tiene una función explitativa. La explotación, cuando es
percibida por el explotado, motiva la rebelión, la protesta, el
levantamiento o la revolución. Como tal, entra en la explicación de
la lucha de clases y el cambio social. Por otra parte, la explotación es
un concepto normativo, que forma parte de'una teoría más amplia
de la justicia distributiva. La explotación, sea o no percibida por el
explotado, es moralmente mala. Es injusto que algunos perciban
ingresos sin trabajar o de forma desproporcionada a su contribución
en trabajo.
Los dos propósitos no casan de! todo bien. El concepto
normativamente relevante de explotación puede no tener una gran
fuerza motivacional. Dado su limitado horizonte, en el espacio y el
tiempo, el explotado puede equivocar la identidad de los explotado
res y la medida de su explotación. Los obreros pueden concentrar su
lucha en los directivos, cuando éstos se limitan a servirles a los
accionistas el excedente. Pueden concentrarse en el volumen del
excedente que se les extrae, sin caer en la cuenta de que parte dei
mismo se reinvierte en producción futura que redunda parcialmente
en su beneficio. La explotación, en d sentido normativo apropiado,
es un concepto altamente abstracto, mientras que la lucha de clases
está motivada por preocupaciones más inmediatas.
La noción marxiana de explotación tiene un contenido muy
específico. Una persona es explotada, en el sentido de Marx, si
realiza mayor trabajo del necesario para producir los bienes que
consume. Si produce realmente sus propios bienes de consumo, el
84 Jofi Elster
E X PL O T A C IÓ N , L IB E R T A D Y CO E R C IÓ N
LA E X PL O T A C IÓ N EN LA HISTORIA
EX PLO TA C ÍÓ M Y JU STICIA
nadie cuán lejos se hallan sus logros de sus ideales. Tales ejemplos
muestran sólo que al aplicar una teoría de la justicia, es absurdo
pretender una total perfección. Cualquier intento de acercarse a la
igualdad perfecta en el bienestar fracasaría probablemente en su
propósito debido a los costes implícitos en una evaluación exacta de
quién necesita cjué.
Nos queda todavía otro enigma. El análisis de! capitalismo de
Marx condena la explotación apelando al principio «A cada cual,
según su contribución en trabajo». El análisis del comunismo de
Marx condena ese mismo principio apelando al principio «A cada
cual, según sus necesidades». El enigma puede resolverse imputando
a Marx una teoría dual o jerárquica de la justicia. La concepción
ideal, o primera mejor, es distribuir según las necesidades. En la
etapa inferior del comunismo, tal como surge del capitalismo, la
gente todavía actuará por motivos egoístas. Más aún, el trabajo
seguirá siendo penoso y ofrecerá muy pocas oportunidades para la
autorrealixación. Aplicar el principio de las necesidades bajo estas
condiciones sería un desastre, porque nadie estaría motivado para
trabajar intensamente. Se presentaría, de hecho, un Dilema del
Prisionero, es decir, todos se beneficiarían si todos trabajasen
intensamente, pero a falta de un vínculo entre contribución indivi
dual y recompensa individual, todos preferirían escurrir el bulto.
Para resolver este problema deberá crearse un vínculo entre esfuerzo
y recompensa; esto es lo que hace el principio de contribución. Se
trata de una aproximación pragmática, mejor en segundo lugar, al
ideal de igual bienestar. Promueve la igualdad porque prescribe
igual paga a igual trabajo, aunque viola también la igualdad al
permitir igual paga a necesidades desiguales. Si un capitalista físi
camente apto gana un ingreso sin trabajar, es una violación del
principio de contribución que no puede ser justificada mediante el
principio de las necesidades. La explotación es condenada tanto por
el primero como por el segundo principio de justicia distributiva.
La teoría que he construido, basándome en algunos de los
escritos de Marx, puede cuestionarse por muchas razones. Se puede
apelar a otros escritos para argumentar que no defendió ninguna
teoría de la justicia. He dado mis razones para pensar que éste no es
un argumento decisivo. Lo más importante es que se podría
argumentar en contra de la teoría misma. Podría objetarse, primero,
que el principio de contribución no nos permite comprender qué hay
de malo en la explotación; segundo, que no es la mejor aproximación
Explotación lOÁ
B i B U O G R A F 'Í A
Explotación y justicia. Los dos libros que destacan de modo sobresaliente, por
activa o por pasiva, en las discusiones de este problema, son j. Rawls, A
theory o f justice, Harvard University Press, 1971 \^^Tcorta de la justicia,
México, FCE, 1985], y R, Nozick, Anarchy, State, and utopia, Blackwell,
Explotación 107
IN T R O D U C C IO N
íói
'■ 'I
materialismo histórico 109
El material smo histórico tiene dos caras,. Por un~a parte, es una
tcpxía , geneiai^ de..!B,.TSir,uctura y dinámica modo de
producción; poi la otra, e$ una teoría de la secuencia histórica de los
modos de producción. La primera se fCucre a Í0 qtiS tienen en
común los modos dc producción; la segunda, a lo que les distinvq^_
Su per- Super-
estructura estructura
[ Rdaciooes Rctaciones
de producción dc producción j
Fuerzas Fuerzas
productivas productivas
2 Así, uno se equivocaría doblem ente al pensar que una contradicción puede ser
detectada de manera inmediata por una disminución de! excedente real. Prim ero, el
desarrollo de las fuerzas productivas puede evaluarse únicamente mediante un
experimento mental, en el que e! rendim iento de la nueva tecnología bajo las
condiciones externas dadas se compara con su rendim iento bajo las condiciones
previas (cuando no existían realmente). Segundo, la tasa óptima o subóptim a de ese
desarrollo puede evaluarse únicamente por otro experimento menta!, en el cual se la
comparase con el desarrollo que habría tenido lugar bajo relaciones de producción
la noción de una contra^cción entre
fue r a s y rdaciones de producción es en gran medida un concepto teórico f
114 JoN EUs^er
* Aquí juega Íí.lster con la polisemia de! concepto inglés «base», que significa
tanto ruin o vil como base o fundamento. Este juego semántico no puede traducirse al
castellano He! R.^.
118 Jon Elsíer
es, hay que demostrar que puede esperarse que surjan, bajo una
amplia gama de circunstancias, como consecuencias no intenciona
das del comportamiento de individuos que actúan movidos por
objetivos propios. Los modelos deben ser explicados: por sí mismos
no explican nada.
La filosofía de la historia en tres etapas de Marx ilustra el modelo
«Un paso atrás, dos adelante». Las comunidades primitivas deben ser
destruidas antes de que la comunidad pueda ser recreada en un nivel
superior. El materialismo histórico afirma que las etapas sucesivas en
este proceso de destrucción son también las portadoras de un
desarrollo ininterrumpido de las fuerzas productivas. Conforme se
separan los productores cada vez más de sus medios de produc
ción, su trabajo se hace^ más productivo. La separación es lleva
da al extremo en el capitalismo, que es también la etapa en que
el desarrollo de las fuerzas productivas alcanza su nivel más ele
vado.
Dentro de este esquema general, ¿cuál es la importancia de los
sucesivos modos de producción? Supuesta la necesidad del capitalis
mo, ¿fueron cada uno de los tres modos precapitalistas de produc
ción pasos igualmente necesarios en el desarrollo de la humanidad
hacia el comunismo? Marx parece inclinado a una respuesta afirmati
va, pero sin ofrecer realmente ningún argumento para ello. Por
ejemplo, no explica por qué el modo de producción asiático no
podría haber cambiado por sí mismo hada un sistema más descentra
lizado de servidumbre, sin la etapa intermedia de la esclavitud; ó
—-anticipándonos a una posible respuesta— por qué la servidumbre
no pudo haber dado origen al capitalismo sin una etapa previa de
esclavitud.
El enigma se hace aún más complicado si consideramos una
periodízación muy distinta de la historia, que Marx emplea simultá
neamente con la secuencia de los modos de producción. En los
Grunárisse y en B l capital, Marx sostiene que el módulo del desarrollo
histórico es el ascenso y caída del mercado. Este proceso ocurre dos
veces en la historia de la humanidad^. La primera coincide con los
modos asiático y antiguo de producción; la segunda, con el feudalis
mo y el capitalismo. Aunque las descripciones de Marx de la secuen-
BIBLIOGRAFÍA
Las etapas del desarrollo histórico. Una buena discusión conceptual de las
periodizaciones marxistas de la historia es la de E. Gellner «A Russian
Marxist philosophy of history», en E. Gellner (comp.), Soviet and western
anthropology, Columbia University Press, 1980, pp. 54-82, Los análisis
historiográfícos de las dificultades encontradas por los historiadores
rusos y chinos al aplicar la teoría marxista de las etapas a sus propios
países, incluyen a C. Black (comp.), Rewriting Russian history, Praeger
]íro (comp.), History in Communist China, MIT Press,’
1768. Las discusiones del sueño ruso —más antiguo que el comunis-
íino— de aprovechar las ventajas del atraso para sobrepasar al capitalis
mo, incluyen a A. Gerschenkron, Economic backwardemss in historical
perspective Harvard University Press, 1966, y a Knei-Paz, Social and
political thought of Trotsky.
7. CONCIENCIA DE CLASE Y LUCHA DE CLASES
INTRODUCCION
EL CONCEPTO DE CLASE
Marx nunca puso sobre el papel lo que entendía por una clase. Es
posible, no obstante, reconstruir una definición a partir de sus
escritos, teniendo en cuenta a qué grupos daba el nombre de clases,
de qué grupos decía explícitamente que no eran clases, y a qué
propósito el concepto ha de servir en su teoría general. En
particular, su idea de que las clases son las unidades básicas de los
conflictos sociales requiere una definición que abarque un número
pequeño, determinado, y no arbitrario de clases. Las clases no
130 Jofi BlsU r
O tro lapso en esta lista es la inclusión de los hombres libres com o una clase
Conciencia de clase y lucha de clases
13 í :
CONaENCIA DE CLASE
n
Comiencia de clase y lucha de clases 137
LUCHA D E CLASES
Ninguna clase tiene ventaja simpiemente por estar del lado ganador
de ia historia. La conclusión parece inevitable: la lucha de clases,
aunque siempre una parte importante del conflicto social y a veces la
parte más importante, no es siempre y en todo lugar la forma
dominante.
biblio grafía
ÍN T R O D IJC C ÍO N
EL E ST A D O CA PITA LISTA
Marx no tenía una, sino dos o tres teorías del Estado capitalista.
Antes de 1848 sostuvo una teoría puramente instrumenta], 'usual
mente considerada como la teoría marxísta del Estado, según la cual
el Estado «no es más» que un instrumento de los intereses comunes
de la burguesía. Después de 1848, cuando este plantemiento se hizo
cada vez menos plausible, lo sustituyó por una «teoría de la
abdicación», en el sentido de que los capitalistas se abstienen de
tomar el poder político porque descubren que sus intereses quedan
asi mejor servidos. Finalmente, si uno aparta de la segunda teoría
todo lo que es pura elucubración o afirmaciones sin fundamentar,
obtenemos una explicación más plausible, a saber; el Estado es un
actor independiente en la arena social mientras que los intereses de la
clase capitalista sirven como constricciones más que_j:i:)jna-£i.bíe.tlv.o
de su acción.
En el Manifiesto comunista, Marx nos dice c]ue «el ejecutivo del
Estado moderno no es más que un comité para dirigir los asuntos
comunes del conjunto de la burguesía». En otros escritos anteriores
a 1848 es algo más cuidadoso. Reconoce que en la mayoría de los
países el Estado no es aún plenamente capitalista en su naturaleza,
pero agrega que debe inevitablemente transformarse en ese sentido
si el progreso económico ha de continuar. «La industria burguesa ha
alcanzado un cierto nivel en el que tiene que conquistar un sistema
político apropiado o perecer»; por «apropiado» quiere decir un
sistema en el que la burguesía asuma directamente el poder político.
Fue cuando tuvo que abandonar esta premisa básica cuando Marx
desarrolló la teoría de la abdicación del Estado.
La teoría instrumental tiene dos lados. Por una parte, el Estado
resuelve los problemas de acción colectiva de la burguesÍa_t..poxj;:iLca
parte, bloquea la solución cooperativa a los problemas similares._aue
afrontan los obreros, De éstas, la primera tarea es más básica y en
realidad incluye la segunda, porque una clase obrera desorganizada
es un bien público para los capitalistas. En un sentido, Marx se sitúa
en la tradición de Hobbes, según la cual el Estado es un medio para .
La teoría política de Marx ■151
peligrosa puede hacerle dejar sus golpes para más adelante, no sería
de manera indefinida. Sabiendo esto, un gobierno racional podría no
desear imponer la tasa impositiva c¡ue maximiza el ingreso fiscal. La
constricción vinculante puede ser política más que económica. El
temor por la pérdida del poder a corto plazo puede conseguir lo que
no consigue el temor por la pérdida de ingresos a largo plazo.
Marx subestimó claramente la complejidad de la situación que
analizaba. La idea de que los gobiernos de Inglaterra, Francia y
Alemania tenían el poder simplemente como feudo del capital es
iinsostenibíe. El fallo básico en el análisis de Marx proviene de una
visión limitada de lo que constituye un recurso político. En su
concepción, el poder crece a punta de pistola; o con mayor
generalidad, del dinero y de las fuerzas humanas. Sin embargo, h.
base..de]..noder.d.e...un..actor.Ralítko..Kuede„.„serJi.!nbiéja__.eiJ
ocupe en un^.emtejdj4o„de...relacione.$_e,sjtxa|¿ El temor de -los
capitalistas ante la clase obrera,- por ejemplo, ofrece un punto de
apoyo ai gobierno aristocrático que tiene poco que ver con los
recursos físicos realmente a su disposición. Asimismo, los funciona
rios titulares tienen una ventaja sobre sus rivales que nuevamente no
proviene de ninguna base de poder. Fenómenos relacionados de
otros ámbitos son, por ejemplo, la ventaja general de la defensa
sobre el ataque en cuestiones militares y el poder desproporcionado
que puede acumular un partido político por encontrarse en una
posición de pivote entre los dos grandes bloques políticos.
Marx sostenía que la presencia de un Estado no capitalista y
autónomo podía explicarse por la estructura de los intereses de la
ciase capitalista. No está claro que tuviese razón. Al menos es tan
ác^tabíe explicar la abstención política o la abdicación de los
capitalistas en términos de sus propios intereses individuales. Sin
embargo, aun teniendo razón, no se deduce de ello que las decisiones
políticas autónomas del Estado también puedan explicarse por esos
intereses o que la autonomía sea sólo ilusoria. Un Estado que puede
imponer de manera consistente políticas muy diferentes de las que
preferirían los capitalistas y promover intereses muy diferentes a los
suyos es un paradigma de autonomía. Tampoco lo es menos por elj
* hecho de que la clase capitalista pueda preferir este Estado a:
cualquier otra alternativa factible.
"ff
sucesos fueran a desarrollarse como él esperaba. Sus plan team ien tos
se basaban en el pensamiento desiderativo, no en el análisis social.
El movimiento socialista ha construido diferentes concepciones
I de las tácticas y estrategias revolucionarias. Pueden distinguirse por
j el orden en que se consiguen los siguientes objetivos: la toma del
\ poder por el proletariado, la consecución de una mayoría para la
^causa proletaria y la transformación de la sociedad. Según una de las
estrategias, los trabajadores deben tomar primero el poder, comen -
zar luego a cambiar la sociedad y finalmente conquistar una mayoría.
Esta fue la estrategia de Lenin. que utilizó el poder para tranformar
al campesinado en obreros industriales, que se adherirían a los
objetivos comunistas. Hay indicios de que, en un punto, Marx
contemplaba esta estrategia. Algunas de sus reflexiones sobre Ale
mania, después de retirarse la burguesía del poder en diciembre de
1848, pueden apoyar esta concepción «ultraizquierdista», pero pue
den también, con igual plausibilidad, entenderse como fórmulas de
compromiso. Una variante de la estrategia minoritaria se encuentra
en algunos comentarios sobre Rusia, hacía 1870. Marx está de
acuerdo con que los obreros rusos deben tomar el poder estando en
minoría, pero agrega que su primera acción debe ser tomar medidas
para ganarse a los campesinos e invertir así efectivamente el orden de
las dos últimas etapas de la estrategia leninista.
íltjCá_esxmfegiaJjaJx£oxmi^^ comenzar por transformar
la sociedad desde dentro, creando así una mayoría para el comunis
mo que hará de la conquista final del poder una mera formalidad. De
nuevo, hay algún apoyo para esta concepción en los escritos de
Marx. En capital, 111, describe cómo las compañías de accionistas
y cooperativas de obreros efectúan «la abolición del modo capitalista
de producción dentro del modo mismo de producción capitalista».
No debemos inferir, sin embargo, que creyera que éste podría ser el
camino principal hacia el comunismo. Ello es bastante obvio con
respecto a las compañías de accionistas, pero el caso de las cooperati
vas de obreros podría parecer más prometedor. El obstáculo para
este recorrido, sin embargo, es que los enclaves comunistas dentro
del capitalismo funcionarán mal precisamente porque operan en un
entorno hostil; las reformas viables a gran escala pueden funcionar
mal cuando se introducen en pequeña escala. «Restringido a' las
formas minúsculas, en las que los esclavos asalariados individuales
'pueden elaborarlo mediante sus esfuerzos privados, el sistema de
cooperativas nunca llegará a transformar la sociedad capitalista.»
La teoría política de Marx 171
B IB L IO G R A F ÍA
Introducción. U n e s t u d io e n c i c l o p é d ic o d e lo s e s c r i t o s p o lít i c o s d e M a rx es el
d e H a l D r a p e r , Karl M a r x ’s theory o j revoíution, v o l. 1, State and Burocracy,
o b . c it. U n a v a lio s a d is c u s i ó n c o n c e p tu a l es la d e J , M a g u ir e , M a rx ’s
theory o f politics, C a m b r i d g e U n i v e r s í ty P r e s s , 1978.
£ 7 Estado capitalista. L a id e a d e q u e la ta r e a d e l E s t a d o es g a r a n t iz a r la
s o l u c ió n c o o p e r a t i v a 'e n u n D ile m a d e l P r i s i o n e r o es s o s te n id a p o r M .
T a y i o r , e n Anarchy and cooperation, W ile y , 1976. L as in te r p r e t a c i o n e s de
la n o c o in c id e n c ia d e lo s p o d e r e s e c o n ó m i c o y p o lític o e n el c a p ita lis m o
in c lu y e n S. M , L íp s e t, « S o c ia l s t r a tif ic a tio n ; so c ia l d a s s » , e n International
eneyeíopedia o f the social Sciences, M a c m illa n , 1968, voS. 15; J . S c h u m p e te r ,
Capitalism, socialism and democracj, A lie n a n d U n w in , 1961 [Capitalismo,
.socialismo y democracia, B a r c e lo n a , F o lio , 19 8 4 ]; G . D , H . C o lé , S í adíes ín
class structure, R o u r l e d g e a n d 'K e g a n P a u l, 1955, E l a r g u m e n to e n f a v o r
d e la a u to n o m í a d e l E s t a d o s o s te n i d o a q u í d e b e m u c h o a D . N o r t h ,
Structure and change in ecónomic history, N o r t o n , 1981 [Estructuray cambio en
174 Jofí Els^er
IN T R O D U C C IÓ N
__ _______ mas
influyente de sus ideas. Marx, Nietzsche y Freud han sido considera
dos corrientemente como íes grandes desmitificadores que nos
enseñaron a no tomar rmnea las palabras como se muestran y a
buscar siempre detrás de ellas los intereses psicológicos o sociales
que expresan o alguna situación que, desconocida por ios agentes,
conforma sus pensamientos y deseos. Cuando decimos de una
opinión que es un ejemplo át falsa conciencia —término frecuente
mente utilizado para referirse al pensamiento ideológico— no lo
rotulamos simplemente como un error o una percepción distorsiona-
tía,,._como un pensamiento falso ante los hechos. Sugerimos gue está
falsificada y distorsionada de un modo sistemático, medíante proce
sos causales que impidennfaTusqueHa^e"!^^ A diferencia de
un error accidental, que opone poca resistencia a la enmienda (más
allá del rechazo general a reconocerlo), las ideologías están confíg;u7
radas por tendencias profundamente asentadas que las ayudan a
sobrevivir a la crítica y a la refutación durante mucho tiempo.
,;Qué fuerzas configuran y mantienen el pensamiento ideológico?
La respuesta modelo y, como si dijéramos, la marxísta ofícíai. es el
interés; de manera más especifica, el interés de la dase dominante.
Sobre este punto, el marxismo se desvía de la concepción freudiana
de la falsa conciencia, según la cual es necesariamente el interés de la
misma persona lo que distorsiona su pensamiento, no el de alguna
otra persona o ciase. La cuestión central, que quedó normalmente
sin resolver en los escritos marxistas sobre ideología (induido.s lo.s
,de Marx), es cómo —-mediante qué mecanismo— se supone que el
interés de la clase dominante configura las opiniones de tos otros
miembros de la sociedad. La opinión de que dominadores y
explotadores configuran la cosmovisión de los oprimidos mediante
la cínica y consciente manipulación es demasiado simplista, no
176 Jon íülster
La analogía, com o es corriente en tales casos, tiene sólo una validez pardal,
pdrque personas diferentes pueden aceptar ideas diferentes según su posición social e
interés. No se puede esperar que una ideología dom inante surja por variacitún
aleatoria y seleccicin social, del m odo en que determinados rasgos de los organismos
se desarrollan mediante variación aleatoria y selección natural.
n Existen varias posibilidades más. Se podría argum entar que las condiciones
178 Joft B.lster
sociales, aunque neutras respecto al contenido de las nuevas ideas, pueden aum entar o
dism inuir el ritm o al que aparecen. O también podría argum entarse que las condicio
nes sociales, aunque sin determ inar uníiateralmente las que aparecerán, establecen
limites al contenido de las nuevas ideas.
Las personas que no usaren tarjetas de crédito porque su uso les supone un
sobrecargo, podrían no preocuparse por ello si hubiera un descuento al hacerlo.
_
La critica marxista de la ideología .179
ID E O L O G ÍA S PO LÍTICA S
i** A veces se dice que en política ei desacuerdo raramente se da entre valores y sí,
usuaimente, entre hechos. Esta observación, aunque a m enudo correcta, puede ser
com plementada destacando que la explicación de! desacuerdo sobre ios hechos debe
buscarse frecuentemente en diferencias de valores, tt! contenido «frío» de !as creencias
sobre !as que las personas disienten se une entonces a los mecanismos «calientes» de
formación de creencias.
L(3 crítica marxista de la ideología .183
Aunque este párrafo fue escrito dos años antes de la foriTJuladón del materíalis-
luo histórico, no puede despreciarse com o una «aberración humanista» de juventud,
porque Marx repite esencialmente io mismo en un manuscrito de 1865.
190 Jon BJster
otra en algún aspecto 22, esta práctica no tiene otras limitaciones que
la inventiva y la ingenuidad del escritor: no hay constricciones
puestas por la realidad ni control de la realidad.
Marx sugiere dos lineas inconsistentes de argumentación. Una,
que hay una fuerte conexión entre el mercantilismo y el protestantis
mo; la otra, que hay una afinidad electiva entre el mercantilismo y el
catolicismo. Le confundió aparentemente el hecho de que el dinero
tiene dos rasgos distintos que apuntan a diferentes modos de
religión. Por una parte, el dinero (oro y plata), a diferencia del
crédito, puede ser atesorado. El atesoramiento se convierte con
facilidad en obsesión, que se relaciona con las prácticas fanáticas de
la autonegación del protestantismo extremo. Por la otra, el dinero
puede ser visto como la «encarnación» o la «transustanciación» de la
riqueza real. En este sentido, el fetichismo monetario asociado al
mercantilismo está relacionado con la práctica específicamente ca
tólica de investir a las reliquias y cosas similares de significado
sobrenatural. Ambas argumentaciones son varias veces expuestas
por Marx, sirviendo cada una para mostrar la arbitrariedad esencial
de la otra. Posteriores intentos de explicar la teología de Port Royal,
la filosofía de Descartes o la física de Newton en términos de
similitudes con la estructura económica subyacente son igualmente
arbitrarias. Como las analogías entre sociedades y organismos que
florecieron con el cambio de siglo, aquéllas pertenecen al gabinete de
los horrores del pensamiento científico. Su común ancestro es la
teoría de los «signos» que floreció en el siglo anterior al de la
revolución científica inaugurada por Galileo: la idea de que existen
correspondencias naturales, no causales, entre diferentes partes del
universo. Lo que Keith Thomas denomina «unión de corta vida
entre la ciencia y la magia» conservó una existencia subterránea, de la
que la doctrina de la ideología, en una de sus versiones, ha sido una
manifestación.
B IB L IO G R A F IA
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ VIVE?
profundidad sobre las condiciones bajo las cuales los miembros de una
ciase podrían actuar de una manera concertada, esto es, convertirse en
actores colectivos en la arena de los conflictos sociales. Subrayó, entre
otras cosas, el aislamiento espacial, las altas tasas de movilidad y la
heterogeneidad cultural como obstáculos a la conciencia de clase. Hizo
además aportaciones pioneras sobre la naturaleza del conflicto de clase,
de la cooperación de clase y de las coaliciones de clase. Dado que
miembros de clases diferentes pueden tener intereses comunes y
enemigos comunes, no puede darse por sentado que la lucha de clases
sea una lucha de oposición implacable, a! menos no a corto o medio
plazo. Hoy en día acentuaríamos más que Marx que la lucha de clases
también está oscurecida por la presencia de otros conflictos que la
seccionan. No hay duda de que la clase es una fuente importante de
conflicto social en Irlanda del Norte, Sudáfrica o Polonia, pero habría
que ser muy dogmático para afirmar que es el único elemento o el
dominante. Los sentimientos religiosos, raciales y nacionalistas han
demostrado ser focos independientes de lealtad y organización. El
marxismo no es realmente capaz de abordar de cara este hecho, excepto
mediante el desesperado recurso de argumentar que, a la larga,
definidas por la emergencia de un nuevo modo de producción, estas
luchas culturales tienen poca importancia, argumento que parece tan
falso como poco relevante.
Finalmente, Marx quería que la teoría de las clases ofreciera una
explicación de los fenómenos políticos y en particular del comporta
miento del Estado en las sociedades capitalistas. La teoría por la cual es
mas conocido, que el Estado no es «más que» un instrumento al
servkio de los intereses colectivos de la clase capitalista, es una teoría
que él mismo abandonó tempranamente, cuando quedó refutada por el
giro de los acontecimientos en los principales países de Europa, hacia
1850. En su lugar, propuso una «teoría de la abdicación» del Estado,
según la cual el Estado se permite alguna autonomía, pero sólo porque
ello conviene a los intereses de los capitalistas. Una mirada más
estrecha a esta teona, sin embargo, demuestra que la autonomía
concedida a los gobiernos aristocrático-feudal-burocráticos de Ingla
terra, Alemania y Francia era bastante sustancial. En realidad no sería
exagerado decir que en los escritos históricos de Marx, a diferencia de
sus pronunciamientos más teóricos, la autonomía del Estado moderno
es una piedra de toque. La razón por la que Marx no reconoció
totalmente este hecho debe buscarse en parte en su reticencia a
abandonar su teoría general de la historia, en la que la naturaleza
¿Qué vive y qué está muerto en la filosofía de M a rx? 207
A b f a n m s k y , C h ., 2 2. C al v i n o , J . , 190.
A c t o n , H . B ., 4 3. C a re y , H . C h ., 186.
A d o r n o , T , v o n , 16. C a r le b a c h , ] . , 22.
C o h é n , G . A ., 17, 4 3 , 6 2 , tO ó -1 0 7 ,
A in s le , G . , 62.
A l t h u s s e r , L ., 1 6 -1 7 . 118, 1 2 1 , 1 2 6 , 1 4 6 , 192.
A m in , S ., 17. C o lé , G . D . H ., 2 2 , 1 5 3 -1 5 4 , 173.
A n d e r s o n , P ., 1 6 1 , 174. C o ilin s , H ., 22.
A n s a r t , P ., 2 2 . C o m te , A ., 24.
A r is t ó t e l e s , 4 7 . C o p é m ic o , 184.
A r o n , R ., 1 87. C o r b i t, j . , 6 2 ,
A r t h u r , j . , 107. C ro c e , B ., 194.
A s to n , T . .H ., 8 2. C r u s o e , R ., 60.
E a g e h o t, W ., 1 53. C h a m b e r la in , W ., 107,
B a k u n in , M ., 1 1, 1 71. C h a v a n e e , B ., 126.
B al!, T „ 126.
B a s tia t, C .- F ., 186. D a h r e n d o r f , R ., 146.
B e c k e r, G ., 4 3. D a r w i n , C h ., 10.
B e r lín , 1., 2 1 -2 2 . D a v ie s , J . , 126.
B e r n s te in , E ., 14, D e m ó c r i t o , 6,
B la c k , C ., 1 27. D e s a i, P ., 106.
B la k e , W „ 37. D e s c a r t e s , R ., 19 1, 193.
B Ia u , P . M ., 1 4 6 . D r a p e r , H ., 146, 173.
B la u g , M -, S i n . D u n c a n , K . D ., 6 2 , 146.
B lo c h , M ., 8 6 , 1 06. D u n n e t t e , M . D ., 62.
B o r k e n a u , F ., 1 93. D u r k h e i m , E ., 2 3 , 43 .
B o s e r u p , E ,, 1 26. D w o r k i n , R ., 107.
B o u d o n , R ., 4 3 . 6 2 , 146.
B o w m a n , ] . R ., 146. E d w a r d s , P ., 43.
B r e c h t, B ., 1 1 7 . E h r h c h , A ,, 106.
B t e n n e r , R ., 8 2 , 1 74. E ls te r , J . , v n n , , 1 1 7 n .
B r o d b e c h , M ., 4 3. F im m a n u e l, A ., 17.
B r o n f e n b r e n n e r , M ., 106. E n g e i s , F ., 1 -2 , 7 -1 2 , 1 8-22.
B ü c h a n a n , A ., 107. E p i c u r o , 6.
B u ja r in , N ., 193. E s t r í n , S ., 106.
210 índice de nombres
F a r r , j . , 126. J a y , M „ 22. ■
F e n o a lte a , S ., 106. J e v o n s , W . S ., 63.
F e r g u s o n , A ., 4 1. J o n e s , G . S ., 2 2 .
F e s t i n g e r , L ., 192. J u v e n a l , D . J , , 144.
F e u e r b a c h , L ., 2 0 , 5 9 , 1 8 8 , 192.
F e u e r w e r k e r , A ., 127. K a h n e m a n , D ., 192,
F o r d , H ., 41. K a u t s k y , K ., 9, 13,
F o s te r , J . , 146. K e y n e s , J, M ., 4 0 , 6 6 , 202.
F o w k e s , B ., 19. K n e i - P a z , B ., 2 2 , 1 2 6 -1 2 7 , 174.
F r a n k , A . G ., 17. K o l a k o w s k i , E ., 4, 13, 1 6 , 2 1 -2 2 .
F r e e m a n , R . B ., 1 06, 147. K o r s c h , K ., 16,
F r e u d , S ., 3 , 1 6 , 5 4 , 6 2 , 1 7 5 -1 7 6 ,
192. L e ib n iz , G . W ., 198.
F u r e r , F ., 174. L e n i n , V . I ., 1, 14, 170.
E ib e r m a n , Y ,, 106.
G e Ú n e r, E ., 127. L ip s e t, S. M ., 153, 173.
G e r s c h e n k r o n , A ., 127. L o c k e , E . A ., 62,
G e u s s , R ., 6 2 , 192, L u c e , R . D ., 43.
G o e t h e , J . W ., 98. L u k á c s , G ., 15-16.
G o l d m a n n , L ., 193. L u k e s , S ., 107, 127.
G o r t z , A ., 126, L u x e m b u r g o , R ., 14, 21.
G r a h a m , G . L ., 2 2. L y s e n k o , T . D ., 15.
G r o h , D ., 22.
G r u n e b e r g , M . M ,, 62. M a g u ir e , J , , 173.
G u i z o t , F ., 1 6 3 , M a h h u s , T . R ., 1 8 4 , 186.
M a m e s , L ., 8.
H a b e r m a s , J . , 16. M a n d e v ille , B ., 186, 199.
H a c k m a n , J . R ., 6 2. M a n h e im , K ., 16.
H a m e r o w , T . S ., 1 4 7 , 174, M a t c h , j . , 43.
H a m m e n , O . H . j . , 22. M a r c u s e , H ., 16.
H a r c o u r t , G . C ., 8 1 n . M a r g iin , S ., 126.
H a r r is , j . , 1 0 6 . M a r x , K ., Vlí, 1 -2 4 , 2 6 -2 8 , 3 2 -3 6 , 4 0 ,
H e g e ! , F ., 6 -7 , 2 3 , 2 6 , 3 7 -3 8 , 40 , 4 2 , 4 2 -4 9 , 5 1 -7 0 , 7 2 -1 0 2 , 104, 1 06-
4 5 , 4 7 , 7 1 , 1 8 9 , 1 9 4 , 1 9 9 , 202. 117, 1 1 9 , 1 2 1 , 1 2 3 -1 2 6 , 1 2 8 -1 5 5 ,
H e i d e g g e r , M ., 16. 1 6 0 -1 7 6 , 1 7 9 -1 8 0 , 1 8 3 -1 9 2 , 1 94-
H e s s e n , B ., 1 9 3 . 208.
H i g o n n e t , P ., 192. M c L e lla n , D ., 21.
H i k o n , R ., 147. M e d o f f , j . L ., 1 0 6 , 147.
H o b b e s , T ., 1 5 0 -1 5 1 . M e r l e a u - P o n t y , M ., 16.
H o b s b a w m , E . , 22. M e r t o n , R ., 1 7 , 2 4 , 4 3 , 192.
F io m a n s , G . , 4 2. M ic h e is , R ., 13.
H o r k h e i m e r , M ., 1 6 -1 7 . M i i to n , J . , 53.
H u n t , R ., 174, M ille r , D ., 127.
H u s s e r í, E ., 16. M o is é s , 74,
Indice de nombres 211
M o lie r e , j . B ., 9 7. R é m o n d , R ., 147.
M o o r e , S ,, 174. R i c a r d o , D ,, 184, 186.
M o r is h im a , M ., 8 1. R ip a ld a , J . M ., 20.
M o z i n g o , D ,, 4 3. R o b i n s o n , J . , 17.
M u s s o iin i, B ., 171. R o c e s , W ., 7, 9, 20 -2 1 ,
R o c m e r , J . , 17, 4 3 , 8 1 -8 2 , 1 0 5 -1 0 7 ,
N a p o l e ó n I, 137. 146, 174.
N a p o l e ó n I I I , véase N a p o l e ó n , L. R o s s , L ., 192.
N a p o l e ó n , L .. 8 , 1 1 , 137, 1 5 4 -1 5 5 , R o u s s e a u , j . J ., 138.
196. R u b e l, M ., 2 l .
N e e . V ., 4 3. R u b io L ló r e n t e , F ., 7, 20.
N e g r o P a v ó n , D ., 7.
N e t tl , J . P ., 22.
N e w t o n , j . , 1 9 1 , 193. S a c r is tá n , M ., 20.
N ic o la u s , M ., 19. S a r tr e , j . - P . , 4, 16.
S a u s s u r e , F , d e , 16.
N i e tz s c h e , F ., 175,
N i s b e t t, R ., 192. S c a r o n , P ., 9 -1 0 , 2 0 -2 1 ,
S c h u m p e t e r , J ,, 116, 1 5 4 -1 5 5 , 173.
N o r t h , D ., 173.
N o z ic k , R ., 1 0 3 , 1 0 6 -1 0 7 . S c ito v s k y , T ., 62.
S e ig e l, J ., 22,
N u t t i, D . M ., 6 2.
S h a w , W ,, 107.
O ’B r ie n , G . E ., 62, S i e d e n t o r p , L ,, 127.
O l s o n , M ., 146. S im m e l, G ., 145.
S io v ic , P ., 192.
P a d o v e r , P ., 19. S m ith , A ., 4 1 , 1 8 4 , 1 8 6 , 202.
P a l m e r s t o n , l o r d , 11, 196. S o l o m o n , R ,, 62,
P a rijs , P h . v a n , 8 2 , 126. S o ly e n its in , A ., 4.
P a r k in , F ., 147. S o re l, G ., 171.
P a s c a l, B ., 16. S p e n c e r , FI,, 24.
P e a r s e , D ., 192. S ta lin , J . , 18.
P é re z R o y o , j . , 2 1. S te . C r o ix , G . E . M . d e , 1 0 6 , 147.
P e r k in , H „ 147. S te e d m a n , L , 81.
P h i lp in , C . H . E ., 8 2. S tin c h c o m b e , A ,, 43,
P la m e n a tz , j . , 6 2, S to n e , L ., 174.
P le já n o v , G ., 13. S u ttle , J . L ., 62.
P o la n y i, K ., 106. S y r q u in , M ., 106.
P o p k i n , S ., 147.
P o p p e r , K ., 4 3.
T a n g T s o u , 43.
P r a w e r , S, S ,, 2 2.
T a y l o r , C h ,, 43,
P r o u d h o n , P . J . , 7.
T a y l o r , M ., 173.
P r z e w o r s k i , A ., 174.
T h o m a s , K ., 191, 193.
P t o l o m e o , 15.
T h o m a s , P ., 22.
R a iffa , H . , 4 3. T h o m p s o n , E . P ., 1 4 6 -1 4 7 , 1 8 9 -1 9 0 ,
R a w ls , J . , 9 8 , 1 04, 1 0 6 , 1 6 1 n . 192,
212 Indice de nombres
T o c q u e v Ü le , A . d e . 1 3 9 , 1 4 6 , 161. W a c h te r , M ., 106,
1 8 3 , 192. W a ir a s , L . M . E ,, 63,
T r o t s k i , L ., 14, 2 1 -2 2 , 1 1 6 , 1 2 6 , 1 68- W a r t o f s k i , M ., 192.
1 6 9 , 174. W e b e r , M ., 16, 7 5 , 1 1 8 -1 1 9 , 1 9 0 ,
T v e r s k i , A ., 192. .1 9 2 .
W e iz s a c k e r , C. C , v o n , 82.
W e lls , D ., 62.
V e y n e , P ., 1 2 0 , 1 4 6 , 1 7 8 , 1 8 9 , 192. W iü i a m s o n , O . , 1 06.
V in e l, L . d a ., 1 7 6 .
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impreso en cuadratín y medio s.a. de c.v,
dr. vérti2 931-a - co!. narvarte
03020 - méxico, d.f.
un mil ejemplares y sobrantes para reposición
20 de enero de 1992