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ISSN: 0482-5276
revista.cs@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD
ALREDEDOR DE LA HISTORICIDAD DE SU VIVENCIA Y SUS
DETERMINACIONES PSICOSOCIOCULTURALES
RESUMEN
1. CAMBIOS EN LA FISIOLOGÍA Y RESPUESTA las creencias en torno a ellas, podrían tener sobre
SEXUAL EN EL ENVEJECIMIENTO
la vivencia y asunción de la sexualidad en las
personas en su envejecer, se hará una muy breve
Con el propósito de conocer las principales
variaciones que en esta área se presentan y deter- exposición de los cambios normales y esperados
minan —fisiológicamente—, las respuestas gene- tanto en hombres como en mujeres de mediana
rales en las fases del ciclo sexual en el envejecer, edad y en la vejez. Para tales efectos se tomarán
pero, especialmente, como herramienta para la como base los trabajos efectuados por Master y
reflexión —en los siguientes apartados— acerca de Johnson (1978), así como los aportes de Salvarezza
la influencia que tales modificaciones fisiológicas y (1988) y Butler y Lewis (1988).
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aproxima” —en el que no se puede controlar ni tiene nada que ver con el placer; este se obtiene
demorar el proceso— que experimenta el hom- del ejercicio de la función y no de la cantidad”
bre joven en un intervalo de dos a tres segundos, (pág., 153).
se reduce, de forma significativa en el hombre En lo que respecta al periodo refractario
después de los 50 años de edad hasta perderse se señala que existen dos diferencias en relación
toda sensación de esta inevitabilidad en la eya- con el hombre joven: 1) Se hace más largo en la
culación (Master y Johnson, 1978). Asimismo, si mediana edad desde unas horas hasta unos días
la erección se mantiene por un lapso prolongado en la vejez, de 12 a 24 horas aproximadamente
más que una eyaculación enérgica lo que se (Master y Johnson, 1978; Butler y Lewis, 1988).
produce es un escape de semen que una fuerte 2) La detumescencia del pene después de la eya-
expulsión. culación es tan rápida que las etapas primaria y
Sin embargo, tal como Butler y Lewis secundaria del joven en esta fase no se presentan
(1988) expresan: en el envejecimiento. Empero, la erección podría
alcanzarse en un tiempo menor pero sin experi-
… ninguno de esos cambios fisiológicos mentar urgencia de eyaculación, es decir, podría
interfiere en la experiencia del placer mantenerse el coito satisfactoriamente tanto
orgásmico extremo, ni siquiera cuando para él como para su pareja aunque sin nece-
la conciencia preeyaculatoria se altera o sidad de eyacular, tal como ya ha sido indicado
desaparece por completo. Naturalmente, líneas atrás.
la fuerza del orgasmo también se reduce Es importante apuntar finalmente de
cuando una pareja prolonga voluntaria- acuerdo con Master y Johnson (1978), Butler
mente los preliminares antes del clímax. y Lewis (1988) y Salvarezza (1988), cómo a
A medida que se hacen mayores, a los pesar de tales cambios en el área fisiológica,
hombres se les ofrece la posibilidad de no se imposibilita el ejercicio de la actividad
escoger entre un período ampliado de sexual genital, ni el placer, y por su puesto la
placer sexual, con un orgasmo mediano, satisfacción general de una relación sexual
o un momento más breve, con un orgas- íntima en un hombre viejo y de mediana
mo más intenso (Pág. 32). edad. Master y Johnson (1978), concluyen del
mismo modo, que la habilidad de respuesta en
Otro de los cambios es la reducción en el hombre viejo puede ser mantenida con una
el volumen del líquido seminal (Butler y Lewis, estimulación conveniente hasta después de los
1988), lo que implica que se desarrolla una 80 años de edad.
menor necesidad de eyacular así como el hecho Con respecto a la mujer y también en
de que el hombre que pasa los sesenta años se relación con las más jóvenes2, Master y Johnson
sentirá satisfecho con una o dos eyaculaciones (1978), señalan que la diferencia la marca la
semanales, con independencia, de las oportuni- aparición de la menopausia que designa el cli-
dades para el contacto genital o de las demandas materio femenino en el que ya no es posible
de la pareja; lo que no significa sin embargo procrear. Destacan asimismo, al igual que Butler
desaparición del deseo sexual (Master y Johnson, y Lewis (1988), que uno de los cambios que en
1978). En esta misma línea Butler y Lewis sostie- este período podrían acarrear dificultades para
nen que, “… Los hombres informados y satisfe- el acto sexual es el relacionado con la lubricación
chos de sí mismos, tendrán relaciones sexuales
con erecciones potentes, con tanta frecuencia
como deseen, aunque quizá solo eyaculen una
vez por cada dos o tres que hacen el amor” (1988, 2 Cuya comparación igual que en el caso del hombre
pág., 33). De igual manera Salvarezza (1988), viejo y de mediana edad se realiza con el interés de
señala que Kinsey “… ha demostrado que la fre- conocer los cambios de edad asociados a la res-
puesta sexual, por lo que, no se debe asumir que
cuencia promedio de las relaciones sexuales a los las respuestas de las mujeres viejas y de mediana
30 años es de 3 veces por semana y que disminu- edad son anormales fisiológicamente por ser dife-
ye a 1 a los 60 años y a 0, 3 a los 75. Pero esto no rentes a las de las mujeres jóvenes.
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las mismas personas de mediana edad como las En primer lugar es posible afirmar que
adultas mayores, poseen en sí mismas el viejismo ha predominado históricamente una concep-
como producto de la incorporación efectuada ción culpabilizadora del placer sexual, en la
alrededor de aquellas imágenes socioculturales que la sexualidad ha ocupado un lugar de peli-
descalificadoras, presentes en su propio proce- grosidad, pecaminosidad y prohibición, como
so de socialización. Todo lo cual, se convierte resultado de fuertes tradiciones moralistas y
en elementos esenciales para las imágenes de de orden religioso que influencian y determi-
asexualidad en la vejez. Viejismo entonces que nan desde la socialización primaria y hasta
sumado a las concepciones moralistas, represo- la vida adulta, las creencias y actitudes en
ras y productoras3 de la sexualidad, posibilitan torno a ella. Tradiciones que, aunque frente a
una aproximación comprensiva en torno a la cuestionamientos y transformaciones sociales
relación actual entre envejecimiento y sexuali- presentan cierta tendencia al cambio, se man-
dad. Tópicos que seguidamente se abordarán con tienen muchas veces incólumes en las creen-
mayor detalle. cias y prácticas de ciertos grupos y personas
en las que podría destacar en el momento
actual, la generación de personas ancianas o
3. SEXUALIDAD Y PROCESOS de mediana edad que por su condición de edad
SOCIOCULTURALES: plataforma para nacieron a principios o en la primera mitad
la comprensión de la sexualidad del siglo XX y fueron objeto consecuentemente
en el envejecer de las tendencias sociales de su época con res-
pecto a represión sexual. Lo que no significa
La sexualidad en sus aspectos generales que todas las personas que en este momento
relacionados con el ciclo vital, representa todavía pertenecen a tales grupos etarios se muestren
un área fuertemente censurada, tema tabú en reaccionarias a modificaciones en relación
la sociedad occidental, que tiende a evidenciarse con sus actitudes, creencias y prácticas sexua-
desde las actitudes vigilantes y controladoras por les, sino al hecho cierto de que en la sociali-
parte de las personas adultas, frente a los proce- zación de su época privaba una concepción
sos de desarrollo infantil y adolescente, pasando de la sexualidad como prohibición, suciedad y
a su vez por los mecanismos de represión y doble vergüenza. Asimismo, tampoco significa que
moral de que son objeto las mismas personas si se ejercen tales esquemas y prácticas no
adultas, hasta, las políticas públicas concernien- sea posible la movilidad o el cambio en ellas.
tes a la sexualidad como el control de la natali- Lo que sí es importante destacar es la fuerte
dad. No es novedoso entonces que la sociedad y rígida formación que no sólo predominaba
tienda a manifestarse de las más diversas formas a principios del siglo XX para las actuales per-
para su efectiva represión y silencio, aspectos que sonas adultas mayores, sino también a finales
en general, se validan socio-culturalmente para del siglo XIX , época de formación de los padres
cualquier edad en la que el sujeto se encuentre, y madres de las actuales personas ancianas.
aunque con variaciones específicas acerca del Asunto que también merece ser reconocido
mensaje dirigido e interiorizado según el géne- pues en la interacción concreta con perso-
ro, por ejemplo. A continuación se presentarán nas adultas significativas, es donde los y las
algunos aspectos globales que permitirán en un infantes aprenden y se hacen sujetos de deseo,
primer momento el abordaje de la sexualidad de sueños e ideologías. Creencias que por lo
en un nivel social general, para en un segundo tanto han influenciado la realidad de los y las
momento y fundamentado en estas exposiciones, actuales envejecientes tanto desde lo personal
abordar en siguientes apartados las reflexiones como desde lo generacional y sociocultural
específicas concernientes a sus conexiones con desde épocas anteriores.
respecto al proceso de envejecimiento. En segundo lugar sobresale una con-
cepción de sexualidad para la procreación que
3 Esto último de acuerdo con Foucault (1999) en sus en estrecha relación con la anterior, desplaza
referencias generales a la sexualidad. el placer sexual por designaciones y supuestas
Envejecimiento y sexualidad 65
4 Supuestas en la medida en que aunque perento- 5 Aspectos que relativos al género aparecen con
rias, tales necesidades de reproducción y crianza mayor especificidad en el apartado cuatro (4) de
de los hijos y las hijas, en algunas personas no son este artículo.
excluyentes con el disfrute de la sexualidad.
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emergen como síntomas ante la persistente adicional a lo hasta aquí planteado, una fuerte
tendencia sociocultural de negación masiva y concepción idealizadora de la juventud, cir-
descalificación triádica. cunscrita a los ligámenes enaltecidos con salud,
En esta línea el análisis que O'Donohue felicidad y sexualidad, versus la ya señalada
(1989), realiza de los mitos referidos en rela- relación de vejez con asexualidad y enfermedad.
ción con la sexualidad de las personas viejas De este modo las personas jóvenes y las no tan
(I. Las personas de edad no son sexualmen- jóvenes, pero no ancianas (¡valga la aclara-
te deseables. II . No tienen deseo sexual. III . ción!), tienden a presentar actitudes y compor-
No son sexualmente capaces), confirman lo tamientos excluyentes entre sexualidad y quie-
anterior. Su análisis consistía en una revi- nes están en la vejez o se acercan a ella como
sión exhaustiva de los resultados en diversas en la mediana edad, considerando inconcebible
investigaciones con el fin de determinar: 1) Si y ridículo la vinculación entre sexualidad y
efectivamente las personas estudiadas creen en proceso de envejecimiento. Planteamiento refe-
la verosimilitud de tales mitos y 2) Determinar rido por diversos autores como Felstein (citado
si tales ideas son falsas. Así concluye que7: 1) por Mishara y Riedel, 1980), Salvarezza (1988)
Efectivamente las personas consultadas en las y Blasco (1998), así como por la experiencia
diferentes investigaciones respecto a la sexua- generalizada y cotidiana frente a situaciones en
lidad en la vejez, creían en la veracidad de tales las que se pone de manifiesto esta dinámica en
planteamientos. 2) Respecto a la objetividad o personas envejecientes, como podría ser la nega-
falsedad de los mismos, concluye en relación ción, el asombro y hasta el temor de la sexuali-
con el mito I, que aunque no existen investiga- dad en los propios padres viejos o los abuelos.
ciones específicas que lo confirmen o desaprue- En esta línea se expone también (Adduci,
ben, se impone la evidencia contraria, que 1988; Salvarezza, 1988), cómo es común que
se refiere en las diferentes investigaciones en los diferentes profesionales tiendan a omitir en
torno al mantenimiento de relaciones sexuales su trabajo con personas adultas mayores temas
por parte de personas de edad avanzada, lo que concernientes a la sexualidad, ya sea por falta
tendería a confirmar que estas personas sí pue- de tiempo u “olvidos involuntarios”. Situación
den ser sexualmente deseables. En relación con que correlaciona con el abandono del estudio
el mito II expone que existe evidencia conside- de la sexualidad en la vejez que aunado a las
rable en diversos estudios, que señalan que las propias resistencias por parte de las personas
personas ancianas sí tienen deseo sexual. Res- en el envejecimiento, impiden conjuntamente
pecto al mito III, concluye que también ha sido la construcción de dinámicas clarificadoras y
demostrada su falsedad a través de las pruebas de desmitificación. Esto, tanto por parte de el o
que en múltiples investigaciones indican, que la geronte como de la persona de mediana edad
las personas de mayor edad sí mantienen rela- y por parte también de la guía profesional. Per-
ciones sexuales. Asevera de igual manera que diendo esta persona —profesional— la oportu-
a menudo estas personas son sexualmente nidad de brindar una adecuada orientación si su
activas y por consiguiente son sexualmente trabajo hubiese dado el espacio para el diálogo,
capaces, así como que, la inactividad sexual no la escucha y la investigación.
implica necesariamente incapacidad sino que Se perpetúa así en cambio en medio de
el que muchas personas ancianas permanezcan la prohibición y los temores por su abordaje,
en ese lugar de inactividad, podría responder a el silencio, especialmente frente a los y las que
razones que no obedecen al orden de la incapa- pasan los 65 años de edad en igual medida que
cidad fisiológica sexual. con la infancia y la adolescencia socialmente se
Por otra parte, es fácil cotejar cómo ante rehuye a hablar del tema. Pese a esto último,
tales creencias falsas o mitos, subyace de forma en la actualidad existe una ingente preocupa-
ción por “educar” a las nuevas generaciones
en temas de sexualidad, pero en lo relacionado
7 Para mayores detalles remitirse a O'Donohue, con sexualidad y vejez, el diálogo se encuen-
1989. tra ausente, cuán fantasma que ahuyenta todo
Envejecimiento y sexualidad 69
una observadora que se fundamente solo en la de la subjetividad8 — que irían desde aspectos
genitalidad. ideológicos hasta de configuración específica
De la misma manera podría añadirse a de la historia sexual particular. Particulari-
ese planteamiento que centrarse en la expre- dad que desde sus inherentes características
sión amplia de la sexualidad, también posi- y significados psico-sociales y psico-sexuales,
bilitaría descubrir y describir la dimensión haría referencia también de modo empírico y
sociocultural intrínseca a ella, que enriquecería simbólico a una práctica concreta (de hábitos,
o minaría su expresión y desarrollo dependien- preferencias, estilos, idiosincrasias, actitudes,
do de factores histórico-sociales y personales fantasías, sentimientos y normativas) en su
determinados. Dimensión que no se alejaría de actividad sexual, y que como tal, no tendería a
la comprensión psicológica sino que se comple- modificarse mecánicamente por más cientifici-
mentaría y alimentaría en el estudio y conside- dad en la recomendación. Información enton-
ración desde el ámbito social, cultural, grupal y ces que aunque objetiva en el sentido fisiológi-
personal de la sexualidad. co, se enlazaría más de manera inconsciente
Esto hace relevante retomar lo que párra- que consciente con significados diversos, con
fos atrás se exponía acerca de las demostraciones ataduras o facilidades personales y sociocultu-
que Master y Johnson (1978), refieren acerca rales para su aceptación, que encarnarían una
del enorme valor que posee la actividad sexual barrera más fuerte de romper —no imposi-
regular para evitar algunos de los inconvenien- ble— que seguir técnicamente una indicación.
tes ligados al envejecimiento (implicando no Rescatar de tal modo la premisa señala-
solamente las relaciones íntimas sino haciendo da para el trabajo con personas en el proceso
alusión también a prácticas autoeróticas en al envejecer, requeriría de un abordaje distinto
ambos sexos). Representa esa observación de que el simple señalamiento y que asumido de
Master y Johnson de este modo, a pesar de una manera científica-crítica desde distintos
los cambios objetivos-fisiológicos esperados ámbitos, favorecería la construcción de prácti-
en esas edades, una poderosa prueba y funda- cas más libres y posibilitadoras del cambio y la
mento para que las personas que sobrepasan creación. Serían necesarios así la producción
los 60 años como aquellas de la cuarta década de procesos de reflexión que por ejemplo desde
—de modo preventivo— puedan enfrentar y lo grupal, posibiliten el espacio para la palabra, la
mantener de manera satisfactoria y saludable vivencia, la integración de los aspectos conceptua-
sus relaciones sexuales íntimas a lo largo del les y científicos con la vida en particular. Procesos
tiempo. Sin embargo, pese a su relevancia, grupales en los que los aportes del aprendizaje
constituye más que una simple recomendación significativo y del grupo operativo —como teorías
médica pues atañe también a asuntos psico- constructivistas o psicoanalíticas y como modelos
socio-culturales que no pueden ser obviados en posibles a seguir—representarían alternativas
las formas concretas por medio de las cuales, metodológicas y epistemológicas provechosas
esa recomendación, es asumida por parte de (Garita, 2001a, 2001b), del lado también como
una persona en su proceso particular al enve- otra de las alternativas evidentemente, de procesos
jecer. Confirmando que la sexualidad no es psicoterapéuticos o psicoanalíticos particulares.
asunto único de genitalidad, ni de biología, De modo paralelo es necesario reconocer
sino que trasciende al ámbito de lo afectivo, cómo además intervendrían aquí diferencias en
inconsciente, ideológico y cultural, todo a su cuanto al género y la socialización que marca-
vez, como elaboración personal y sociocultural rían no sólo las formas en que tales tipos de
al mismo tiempo. recomendaciones serían percibidas y asumidas
Significaría de tal manera que no en concreto, sino que, al mismo tiempo, harían
obstante la objetividad generalizable de esa
recomendación —muy valiosa— de Master y
Johnson, su posible puesta en práctica convo- 8 Recordemos que la premisa hace referencia a acti-
caría más a aspectos de índole personal o par- vidad sexual continuada en la vejez se tenga o no
ticular —también de carácter objetivo aunque pareja.
72 Gustavo Garita Sánchez
identificación posicional con respecto al rol sería más una preocupación y un problema
masculino, quebrándose el lazo entre procesos que una vivencia del placer.
afectivos y el aprendizaje que se daría, con una Si en cambio se desarrolla una compren-
identificación personal y no posicional por sión y una aceptación saludable de tales modi-
la distancia que por lo general se desarrolla ficaciones, la sexualidad podría representar una
física y afectivamente con el padre o las figu- de las áreas de continua expresión, placer y
ras masculinas, y que impide una relación encuentro personal con quien se ha envejecido
personal con su objeto de identificación. De o se desea compartir de manera permanente o
forma que los procesos de identificación y pasajera. Por ejemplo, frente al cambio objetivo
socialización de la masculinidad “… tienden en la frecuencia se impondría el placer, colocan-
a estar más definidos por el rol, a ser más do en tela de duda la comparación desventajosa
culturales, a consistir más en aprendizaje de con la juventud. Así como señalan Butler y
un rol a nivel abstracto o categórico y menos Lewis (1988), importaría el placer y la posibili-
en identificación personal” (Chodorow, 1984, dad de intimidad sexual, no si eso es producto
pág. 263). de una alta o poca frecuencia o de muchas eya-
Puede considerarse de esa forma cómo culaciones, además, la misma frecuencia haría
tales planteamientos coadyuvarían para com- referencia a los cambios propios de la edad, pro-
prender la angustia por el temor a la no poten- ducto del envejecimiento y negarse a asumirlos
cia y la poca atención, comprensión y acepta- podría representar a su vez un serio obstáculo
ción por parte de algunos hombres viejos de para el disfrute sexual en esta fase. Las respues-
los cambios en la fisiología sexual. Esto, por tas en todo caso dependerán de la especificidad,
cuanto si el interés por la sexualidad (¿o el es decir, del hacer particular del sujeto frente
sexo?) no ha estado centrado en el vínculo o a su sexualidad envejecida que en referencia
en el encuentro, como en el placer o el afecto a su pasado, a su historia, a su socialización y
compartido, sino más en saber mostrar lo que neurosis, encontrará o construirá los caminos
se tiene como hombre —con todas las impli- posibles por el lado de alternativas saludables y
caturas para y en una sociedad eminentemente de aceptación activa o por el contrario, del lado
patriarcal— la comprensión de los cambios no de la negación y la adaptación pasiva.
ocuparía un lugar primordial por cuanto alu- Las mujeres por otra parte tal y como
dirían de manera consciente o inconsciente, a se ha hecho mención no corren mejor suerte,
tambalear el rol socio-culturalmente asignado pues son socializadas bajo la consigna de que
de “macho siempre dispuesto”, potente, que ‘el sexo’ es para el disfrute del género mascu-
obstaculizaría desde esa lógica una asunción lino, designando el desarrollo de su identidad
tranquila de estos cambios en particular. De sexual bajo las marcas del temor o la dependen-
modo que ante lo racional podría imponerse cia sexual hacia la figura masculina. Situación
más lo irracional, ante lo obvio la resisten- de desventaja que igualmente puede agudizarse
cia, ante el cambio la queja, ante la espera en la mediana edad y la vejez.
el enojo, ante el envejecimiento el miedo y la Nu mero sos e st ud ios h a n p o d ido
defensa, pues en la misma compresión y acep- demostrar cómo las personas adultas mayores
tación estaría su propia ‘derrota’ frente a la mantienen su deseo sexual (O'Donohue, 1989;
lentificación en la erección, el acoplamiento, la Salvarezza, 1988; Garita, 1993), aunque no
eyaculación y la disminución en la frecuencia, puedan ser satisfechos por falta de pareja u
todo, además, frente a la potencia desenfre- otras motivaciones psíquicas y sociales, como
nada de los hombres jóvenes como frente a sí por ejemplo en el caso de mujeres viudas, solte-
mismo décadas atrás. ras o divorciadas, quienes encuentran dificulta-
Por tales razones si no se ha contado des incluso para su verbalización por el temor
históricamente con la elaboración particular al estigma, la culpa y el rechazo.
de recursos psicológicos para enfrentar de L os diferentes autores ( Ma ster y
forma equilibrada tales procesos del enveje- Johnson, 1978; Salvarezza, 1988; Aducci,
cimiento y la sexualidad, esta (la sexualidad), 1988) tienden a señalar de igual manera cómo
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muchas mujeres llegada la menopausia asu- … los temores que rodean la meno-
men el fin de su sexualidad por no haber reci- pausia son más fuertes en las mujeres
bido una adecuada formación sexual y como premenopáusicas que en aquellas que
consecuencia de actitudes históricas de indi- han completado ya el ciclo menopáusi-
ferencia por parte de su pareja ante su escaso co, lo cual plantea la posibilidad de que
conocimiento y experiencia, bajo comporta- la incomodidad y las desventajas de la
mientos orientados hacia su sola satisfacción menopausia, se exageren en la mente de
—la de ellos— y asumiéndolas —a ellas— quienes no han pasado por ella (pág. 25).
como simple objeto sexual. También al con-
siderarse la menopausia como imposibilidad Del mismo modo Neugarten citada por
Salvarezza (1988), insiste en que “... la mayoría
para procrear se promueve que la sexualidad
de las mujeres experimentan problemas míni-
pierda sentido para algunas mujeres, en con-
mos, pero como están condicionadas por expec-
junción con las creencias y las fantasías per-
tativas culturales en contra, es muy frecuente
secutorias que con respecto al proceso meno- que presenten reacciones psicológicas adversas”
páusico, han sido transmitidas por la sociedad. (pág. 153. El destacado se ha añadido).
Empero, la menopausia brinda la opor- Asimismo, Master y Johnson indican que:
tunidad de excluir la preocupación por el
embarazo, lo que podría ser una ventaja para Es cada vez más evidente que la psiquis
aprender a disfrutar. En este sentido Mas- tiene parte igual, si no mayor, que el
ter y Johnson (1978), señalan con base en desajuste endocrino en la determina-
Kinsey, que las mujeres postmenopáusicas ción de la conducta sexual de la mujer
cuando jóvenes experimentaron un matrimo- postmenopausica. Si los factores endo-
nio satisfactorio y estimulante continúan en crinos fueran los únicos responsables
los años de la menopausia y posteriormente, de la conducta sexual... la respuesta a la
con una actividad sexual con poca o ninguna disminución o falta de hormonas sería
interrupción. Se tiende a argumentar para- relativamente uniforme (1978, pág. 216.
lelamente (Master y Johnson, 1978; Butler y El destacado se ha añadido).
Lewis, 1988), que las molestias presentadas
por la menopausia son leves en la mayoría de En este sentido Salvarezza (1988), subraya
las mujeres, a pesar de las creencias existentes que los desórdenes neuróticos son los que subya-
en relación con las graves consecuencias que cen en la mayoría de los trastornos menopaúsi-
en términos de la salud general de las mujeres cos, que muchas veces terminan ‘alejando’ a las
puede acarrear, como acerca del cese de la acti- mujeres de la sexualidad. Problemas neuróticos
vidad sexual y el placer. Al respecto, Villarreal que según él han pautado la vida de la mujer con
(1999), cita diferentes autoras (como: Reitz; anterioridad a este período, por lo que la falta de
la colectiva del libro de salud de las mujeres; sensación de bienestar y los trastornos físicos sólo
Thiriet y Képés; Greenwood; Greer; Sheehy; contribuyen a aumentar y reactivar. Del mismo
Laurence Weinhouse; entre otras) para sos- modo Butler y Lewis (1988), argumentan que:
tener cómo en el abordaje de la menopausia
ha existido una perspectiva médico-biologista Con excepción de los efectos de la desa-
que asume la menopausia como enfermedad parición del estrógeno después de la
que debe ser curada, perspectiva que comienza menopausia, los cambios que acompa-
a ser desplazada por un enfoque que redime ñan al envejecimiento, interfieren poco
lo social y lo cultural, presentando el proceso en la capacidad sexual femenina... La
menopáusico como un cambio natural estig- declinación del interés sexual en las
matizado por la cultura patriarcal. mujeres a medida que envejecen, parece
En este mismo sentido, Butler y Lewis tener origen más en un reflejo psico-
(1988), señalan de acuerdo con los estudios lógico de defensa o protección, que en
realizados por Neugarten en la Universidad de una causa fisiológica (págs. 29 y 30. El
Chicago, que: destacado se ha añadido).
Envejecimiento y sexualidad 75
Si para todos y todas en la familia y la deseante por el parque con su nuevo novio o
comunidad los viejos ya no pueden, ya no sir- amante, mientras en casa esperan su tejido,
ven —¡por eso se jubilan por supuesto!, ¡ya sus nietos, o sus hijos que esperan el cuido y la
jugaron tanto! — y ya impotentes solo esperan atención de los primeros.
fallecer, se favorece la confirmación y el fortale- Dinámica en la que se amalgaman
cimiento en todas las personas y no solo en las aspectos propios del desarrollo cultural de la
que se hayan cercanas o de hecho en la vejez, sociedad occidental patriarcal, estigmatizado-
de ideas, fantasías, creencias y/o ideologías de ra a su vez de la vejez y del proceso del enve-
lo verdaderamente intrascendente, superfluo y jecer en sus conexiones específicas además
pasajero, puro efímero y vulgar placer. Placeres con el desarrollo psicosexual y subjetivo en
y éxtasis en escisión de los que constituyen particular.
verdaderos y trascendentales sentidos y valores Al respecto es válido resaltar como
—desde la lógica amparada en la prohibición Chodorow (1984) retomando a Parsons, expone
como en la producción—. cómo la familia contemporánea orientada hacia
Situaciones y momentos como las juve- el éxito o logro generalizado y no hacia objeti-
niles y pueriles preocupaciones por el sexo, el vos y pautas interiorizadas, crea personalidades
autoerotismo, el hacer el amor, el amor mismo, ‘que se han convertido en un recurso fluido de
el placer de los cuerpos deseantes y amantes, las funciones sociales’. Del mismo modo verbi-
por aspectos certera y ‘efectivamente’ signi- gracia, una sociedad globalizada en perspectiva
ficativos, duraderos y válidos para el depósito económica neoliberal.
de la energía vital en ámbitos como el trabajo Todo, apuntando al engranaje en lo que
—¿alienado?— o el cumplimiento de lo debi- socialmente corresponde, no en la búsqueda de
do en la vida —desde la moral hegemónica y cómo seguir deseando, de cómo seguir siendo
social como también desde lo religioso—. Pro- buenos o buenas amantes o cómo aprender a
ducir, cumplir, obedecer y al final con resig- serlo en la vejez, en exclusión de la pregunta
nación, pasividad y regocijo (en paz y en una por el deseo, su específica historicidad o rela-
silla mecedora ¡por su puesto!), esperar el fin ción consigo mismo y su cuidado, sino con lo
de la vejez y la sexualidad, casi de la muerte masivamente externo y estandarizado.
en la vida misma de acuerdo con los actuales No obstante, a pesar de la sexualidad
procesos de exclusión a través del fenómeno del como prohibición o como producción, es posi-
viejismo. Trabajar, casarse, criar hijos, cuidar- ble continuar con el deseo de desear; capaces a
los, vigilarlos, ganar dinero, tener, producir, y pesar de todos los obstáculos de oponer resis-
si queda tiempo… hacer el amor, ¿no lo con- tencias activas y creadoras, en la construcción
firman acaso los propios viejos en su tranquila, por una expresión más libre de la sexualidad al
natural y para nada sorprendente asexualidad? envejecer.
De ahí la defensa consciente o inconsciente de
los roles socialmente aguardados para las per-
sonas ancianas en su asexualidad. CONSIDERACIONES FINALES
Conformándose de ese modo la enorme
importancia de la figura sociocultural de la Como producto del proceso de envejeci-
abuela cuida niños, cocinera, hace galletas, miento se desarrollan una serie de cambios obje-
tejedora, comprensiva, suavecita y delicada, tivos y medibles en la fisiología sexual, que per-
del abuelo cuenta cuentos, hace mandados, miten comprender y esperar que la experiencia
consejero, no del abuelo o de la abuela como genital presente variaciones en cuanto a tiempo
amantes, como viejos deseantes que hacen el de reacción y a la frecuencia. Esto, sin embargo,
amor, del mismo modo como aquellos que jue- no implica en absoluto el abandono de la activi-
gan, disfrutan y se entregan al amor y al placer dad sexual genital y mucho menos del disfrute
en su período de mediana edad. Sería realmen- de la sexualidad en general, pues las variaciones
te horroroso para los cuentos de hadas pensar fisiológicas tienen una influencia parcial pero no
en una abuela que se pasea despreocupada y total sobre la capacidad de respuesta.
78 Gustavo Garita Sánchez
No obstante es en esta vertiente donde para las formas en las que se asumirá y experi-
pueden encontrarse las mayores confusio- mentará la sexualidad en la vejez. Importa por
nes, temores, creencias y fantasías persecu- lo tanto el desciframiento y la elaboración de
torias en relación con la sexualidad de las los significados particulares de su vivencia en
personas en el proceso del envejecimiento, lo cada persona al envejecer.
que obedece por un lado a desinformación,
concepciones erradas, parciales, naturalistas,
biológicas, mórbidas y productoras con res- BIBLIOGRAFÍA
pecto al envejecimiento y la sexualidad, como
a aspectos ideológicos de rechazo y a factores Adduci, Eduardo (1987). Psicoanálisis de la
inconscientes afectivos propios de la historia vejez. Buenos Aires, Argentina. Ediciones
personal. Kargieman.
Es claro en todo ello cómo los énfasis
socioculturales y los significados personales se Anzola Pérez, Elías (1988). Programa regio-
convierten en condicionantes para una tenden- nal de salud de los ancianos, situa-
cia prejuiciosa, represiva y descalificadora en ción actual y perspectivas. Documento
torno a las relaciones posibles entre sexualidad presentado en la Conferencia “Aging,
y envejecimiento, lo que lleva a contemplar Demography and Well-Being in Latin
que si tanto las personas viejas como las jóve- America”. Gainsville, Fla., EE.UU., 23-25
nes se rigen bajo el principio excluyente de de febrero de 1988.
envejecimiento y sexualidad, efectivamente se
tenderá a responder en consecuencia con tales (1985 ) . “El envejecimiento en
postulados. Lo que convierte a estos factores América Latina y el Caribe”. En: Hacia
—psicológicos y socioculturales— en determi- el bienestar de los ancianos. Publicación
nantes de las respuestas particulares más que científica nro. 492. Washington, DC .
los factores fisiológicos que —aunque impor- Organización Panamericana de la Salud.
tantes— se convierten en desencadenantes o
confirmadores de los primeros. Blasco, Sonia (1998). Temas de Psicogeron-
Esto apuntaría hacia la importancia que tología II. Programa de Seminarios por
desempeñan las motivaciones especialmente Internet. Psiconet. http://psiconet.com/
inconscientes aunadas a factores provenientes seminarios.
de la sociedad y la cultura occidental, en las
formas de asumir y experimentar la sexuali- Butler, Robert y Lewis, Miran (1988). Amor y
dad en esos períodos de la vida por cuanto los sexualidad después de los 40. Barcelona.
cambios fisiológicos debidos al paso de los años Editorial Martínez Roca.
como ha quedado establecido, no son de mane-
ra alguna por sí solos incapacitantes, impul-
sando a adentrarse en el mundo de la subjeti- Chodorow, Nancy (1984). El ejercicio de la
maternidad. Psicoanálisis y sociología
vidad, la biografía y lo particular. Reducir de
de la maternidad y paternidad en la
tal manera sexualidad y envejecimiento a diná-
crianza de los hijos. (Primera edición).
micas fisiológicas sería perpetuar la mistifica-
Barcelona, España: Editorial Gedisa SA.
ción, intentando arrancar y anular en el sujeto
aspectos propios de su intrínseca constitución
como producto de nexos de sentido que hacen Cloria, Clara (1992). El sexo oculto del dinero.
y construyen su vida desde épocas anteriores, Formas de la dependencia femenina.
desde siempre en su subjetividad. México. Ed. Piadós.
Así la neurosis particular y por lo tanto
los conflictos inconscientes no resueltos que Foucault, Michel (1999). Estética, ética y her-
han acompañado al sujeto desde viejas décadas menéutica. Obras esenciales Volumen
en sus años de juventud, representan la antesala III. Barcelona, España: Editorial Paidós.
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