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Revista de Ciencias Sociales (Cr)

ISSN: 0482-5276
revista.cs@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Garita Sánchez, Gustavo


Envejecimiento y sexualidad. Alrededor de la historicidad de su vivencia y sus determinaciones
psicosocioculturales
Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. III, núm. 105, 2004, pp. 59-79
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15310505

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Rev. Ciencias Sociales 105: 59-79, ISSN: 0482-5276 / 2004 (III)

ENVEJECIMIENTO Y SEXUALIDAD
ALREDEDOR DE LA HISTORICIDAD DE SU VIVENCIA Y SUS
DETERMINACIONES PSICOSOCIOCULTURALES

Gustavo Garita Sánchez


“Fundiros y ser como arroyuelo
que canta su melodía a la noche”

Gibrán (Del Amor)

RESUMEN

La sexualidad en el envejecimiento no es únicamente el resultado de factores o cam-


bios fisiológicos, es especialmente el resultado de la confluencia de factores históricos
tanto personales como socioculturales de carácter ideológico, psicológico, simbólico,
de género, inconscientes y/o neuróticos desde épocas anteriores, en medio de los cua-
les se re-actualizan la vivencia y los significados que a través de las diferentes fases
del desarrollo, han predominado en el ciclo de vida en particular. Se considera de ese
modo la conveniencia de inscribirse en un análisis idiográfico que permita la compre-
sión de las diversas formas de asumir y vivir la sexualidad en esta fase del ciclo vital.
PALABRAS CLAVE: ENVEJECIMIENTO * SEXUALIDAD * SOCIEDAD * CULTURA * VIEJISMO
* SIGNIFICADOS * HISTORIA PERSONAL

KEY WORDS: AGING * SEXUALITY * SOCIETY * CULTURE * SIGNIFICANTS * AGEISM


* PERSONAL HISTORY

1. CAMBIOS EN LA FISIOLOGÍA Y RESPUESTA las creencias en torno a ellas, podrían tener sobre
SEXUAL EN EL ENVEJECIMIENTO
la vivencia y asunción de la sexualidad en las
personas en su envejecer, se hará una muy breve
Con el propósito de conocer las principales
variaciones que en esta área se presentan y deter- exposición de los cambios normales y esperados
minan —fisiológicamente—, las respuestas gene- tanto en hombres como en mujeres de mediana
rales en las fases del ciclo sexual en el envejecer, edad y en la vejez. Para tales efectos se tomarán
pero, especialmente, como herramienta para la como base los trabajos efectuados por Master y
reflexión —en los siguientes apartados— acerca de Johnson (1978), así como los aportes de Salvarezza
la influencia que tales modificaciones fisiológicas y (1988) y Butler y Lewis (1988).
60 Gustavo Garita Sánchez

Como preámbulo es necesario resal- En el hombre las mayores diferencias


tar tal y como es de conocimiento general encontradas en relación con los más jóvenes1,
que las exposiciones que Master y Johnson responden a la duración de cada una de las fases
(1978), efectúan de la fisiología sexual, no del ciclo sexual, presentándose mayor lentitud
corresponden a generalizaciones estadísticas en la erección, el acoplamiento y la eyaculación
sino al ámbito de los estudios de casos en sus (Master y Johnson, 1978).
investigaciones clínicas de laboratorio. Las La erección es más lenta de alcanzar inde-
cuales, se realizaron durante una década en pendientemente de la efectividad de los estímulos
el estudio de la respuesta sexual humana en sexuales y una vez alcanzada podrá ser manteni-
general y específicamente de la sexualidad da durante largos períodos antes de la eyacula-
geriátrica en particular durante cuatro —y ción. Lo que lo diferencia positivamente de un
hasta siete años en algunos casos— con 152 hombre joven quien para poder lograrlo debe
mujeres (de 51 a 80 años) en entrevistas socio adiestrarse en ello o evitar la intensidad excesiva
y psicosexuales, de las cuales 34 participaron o la gran variación de las técnicas de estimula-
activamente en las investigaciones de labo- ción. Así, aseguran que, “… Independientemente
ratorio y, con 212 hombres (de 51 a 90 años) de la variedad o efectividad del estímulo sexual,
en las entrevistas y 39 en las indagaciones la habilidad para mantener la erección peneal
de laboratorio. Además, tal como lo indica por lapsos prolongados sin eyaculación se asocia
Salvarezza (1988), la tendencia general de con el proceso de envejecimiento…” (Master y
referencia hacia estos trabajos a pesar de no Johnson, 1978: 225). Argumentan además que la
representar ley o axioma alguno, responde erección no se alcanza por completo en particu-
tanto por su relevancia y rigurosidad, como lar después de los 60 años, sino, hasta momentos
por la escasez de investigaciones acerca de previos de la experiencia eyaculatoria y por un
la fisiología sexual en el proceso de envejeci- corto período, lo que significa que previamente
miento. Estos estudios se retoman entonces aunque la erección no se alcanza por completo,
aquí con la doble finalidad de conocer objeti- sí se hace posible la penetración. Se advierte no
vamente, desde la perspectiva fisiología (que obstante de forma paralela (Master y Johnson,
constituye tan solo una de las vertientes para 1978), cómo, algunos hombres (por encima de
la comprensión de la sexualidad), las posibles los 60 años) que pierden la erección antes de
respuestas sexuales de las personas viejas y la eyaculación, les será muy difícil volver a ella
de mediana edad, y a su vez, como una opor- independientemente de la continuación de las
tunidad para la confrontación posterior con técnicas de estimulación que antes resultaron
las creencias y expectativas estereotipadas, efectivas, lo que ha sido en llamar período refrac-
que socioculturalmente en el ámbito de la tario secundario (Master y Johnson, 1978). Seña-
sexualidad en el envejecer, aún hoy todavía lan también (Master y Johnson, 1978), que se
persisten. presenta la reducción de la presión eyaculatoria.
Así, en términos generales Master Paralelamente, la sensación de inevita-
y Johnson (1978), concluyen que tanto en el bilidad eyaculatoria y de que “la eyaculación se
hombre como en la mujer en relación con el
envejecimiento, se presentan cambios objetivos
normales en la capacidad de respuesta y
tiempo de reacción ante los estímulos sexuales,
1 Es importante anotar tal como lo señalan los
obser vándose también que la actividad autores y las autoras, que las comparaciones a las
sexual regular puede evitar algunos de los que se hace referencia se realizan con el propósito
inconvenientes ligados al envejecimiento tales de conocer los cambios objetivos en el envejeci-
como la disuria y la dispareunia en la mujer y la miento, y no con fines comparativos-descalifi-
cadores y de competencia entre la sexualidad de
dificultad en el hombre de alcanzar por completo
hombres jóvenes y viejos. Responde en cambio a
la erección. Por otra parte y en lo que se refiere a una comparación con el objetivo de aproximarse
aspectos más específicos asociados con cada uno al conocimiento y comprensión de los cambios de
de los géneros, se concluye que: edad en esta área del desarrollo.
Envejecimiento y sexualidad 61

aproxima” —en el que no se puede controlar ni tiene nada que ver con el placer; este se obtiene
demorar el proceso— que experimenta el hom- del ejercicio de la función y no de la cantidad”
bre joven en un intervalo de dos a tres segundos, (pág., 153).
se reduce, de forma significativa en el hombre En lo que respecta al periodo refractario
después de los 50 años de edad hasta perderse se señala que existen dos diferencias en relación
toda sensación de esta inevitabilidad en la eya- con el hombre joven: 1) Se hace más largo en la
culación (Master y Johnson, 1978). Asimismo, si mediana edad desde unas horas hasta unos días
la erección se mantiene por un lapso prolongado en la vejez, de 12 a 24 horas aproximadamente
más que una eyaculación enérgica lo que se (Master y Johnson, 1978; Butler y Lewis, 1988).
produce es un escape de semen que una fuerte 2) La detumescencia del pene después de la eya-
expulsión. culación es tan rápida que las etapas primaria y
Sin embargo, tal como Butler y Lewis secundaria del joven en esta fase no se presentan
(1988) expresan: en el envejecimiento. Empero, la erección podría
alcanzarse en un tiempo menor pero sin experi-
… ninguno de esos cambios fisiológicos mentar urgencia de eyaculación, es decir, podría
interfiere en la experiencia del placer mantenerse el coito satisfactoriamente tanto
orgásmico extremo, ni siquiera cuando para él como para su pareja aunque sin nece-
la conciencia preeyaculatoria se altera o sidad de eyacular, tal como ya ha sido indicado
desaparece por completo. Naturalmente, líneas atrás.
la fuerza del orgasmo también se reduce Es importante apuntar finalmente de
cuando una pareja prolonga voluntaria- acuerdo con Master y Johnson (1978), Butler
mente los preliminares antes del clímax. y Lewis (1988) y Salvarezza (1988), cómo a
A medida que se hacen mayores, a los pesar de tales cambios en el área fisiológica,
hombres se les ofrece la posibilidad de no se imposibilita el ejercicio de la actividad
escoger entre un período ampliado de sexual genital, ni el placer, y por su puesto la
placer sexual, con un orgasmo mediano, satisfacción general de una relación sexual
o un momento más breve, con un orgas- íntima en un hombre viejo y de mediana
mo más intenso (Pág. 32). edad. Master y Johnson (1978), concluyen del
mismo modo, que la habilidad de respuesta en
Otro de los cambios es la reducción en el hombre viejo puede ser mantenida con una
el volumen del líquido seminal (Butler y Lewis, estimulación conveniente hasta después de los
1988), lo que implica que se desarrolla una 80 años de edad.
menor necesidad de eyacular así como el hecho Con respecto a la mujer y también en
de que el hombre que pasa los sesenta años se relación con las más jóvenes2, Master y Johnson
sentirá satisfecho con una o dos eyaculaciones (1978), señalan que la diferencia la marca la
semanales, con independencia, de las oportuni- aparición de la menopausia que designa el cli-
dades para el contacto genital o de las demandas materio femenino en el que ya no es posible
de la pareja; lo que no significa sin embargo procrear. Destacan asimismo, al igual que Butler
desaparición del deseo sexual (Master y Johnson, y Lewis (1988), que uno de los cambios que en
1978). En esta misma línea Butler y Lewis sostie- este período podrían acarrear dificultades para
nen que, “… Los hombres informados y satisfe- el acto sexual es el relacionado con la lubricación
chos de sí mismos, tendrán relaciones sexuales
con erecciones potentes, con tanta frecuencia
como deseen, aunque quizá solo eyaculen una
vez por cada dos o tres que hacen el amor” (1988, 2 Cuya comparación igual que en el caso del hombre
pág., 33). De igual manera Salvarezza (1988), viejo y de mediana edad se realiza con el interés de
señala que Kinsey “… ha demostrado que la fre- conocer los cambios de edad asociados a la res-
puesta sexual, por lo que, no se debe asumir que
cuencia promedio de las relaciones sexuales a los las respuestas de las mujeres viejas y de mediana
30 años es de 3 veces por semana y que disminu- edad son anormales fisiológicamente por ser dife-
ye a 1 a los 60 años y a 0, 3 a los 75. Pero esto no rentes a las de las mujeres jóvenes.
62 Gustavo Garita Sánchez

vaginal que requiere de mayor tiempo, como intensidad de la respuesta fisiológica.


producto tanto de la disminución de esteroides, Cuando existe reducción en el nivel de
como por las modificaciones de la estructura de tensión psicológica, por lo general es
la pared de la vagina que empieza a adelgazarse secundaria a la pérdida de la capacidad
y a irritarse con mayor facilidad, provocando fisiológica, y no efecto directo de la falta
dolor; dolor producido particularmente cuando de esteroides (Master y Johnson, 1978 Pág.
el coito es prolongado o tras un largo período 213. El destacado se ha añadido).
sin contacto sexual. Se indica así que en la
mujer joven el tiempo requerido para la lubrica- En este mismo sentido Butler y Lewis
ción es de 10 a 30 segundos, mientras que en la (1988), argumentan que aunque la lubrica-
mayor (después de los 50 años y especialmente ción supone normalmente una indicación del
después de los 60) es de 1 a 3 minutos (Mas- despertar fisiológico sexual en la mujer, su
ter y Johnson, 1978). Además, las contraccio- letargo o ausencia en la posmenopausia, no
nes uterinas del orgasmo pueden ser dolorosas significa la ausencia de excitación emocional
variando de un tiempo a otro y de una mujer a ni tampoco la imposibilidad para el orgasmo.
otra, pudiéndose provocar dolor durante y des- Añaden que “… a pesar de todos estos cambios
pués del orgasmo, lo que según Master y John- posibles, el clítoris sigue siendo una fuente de
son (1978), podría ser evitado con la actividad intenso placer y de orgasmo, sobre todo cuan-
sexual continuada. Por estas razones al igual do lo ha sido ya en épocas anteriores” (Butler y
que en el caso del hombre, Master y Johnson Lewis, 1988 Pág. 29).
(1978), coinciden en que la actividad sexual Para finalizar es de vital importancia
genital en la mujer posmenopáusica mantenida destacar que evidentemente sexualidad no es
regularmente, coadyuva a enfrentar de forma equiparable a genitalidad, pero los resultados
satisfactoria las dificultades presentadas en la obtenidos por Master y Johnson como por las
fisiología sexual como producto del paso de
elaboraciones y preocupaciones subsecuentes
los años, tal y como ha sido mencionado en lo
de diversos estudiosos y estudiosas al respecto,
que corresponde a la disuria y a la dispareunia
favorecen el resquebrajamiento de la idea tan
cuando no existen otros factores asociados. De
asentada de que la sexualidad y la actividad
hecho, Master y Johnson (1978), puntualizan
genital terminan con el envejecimiento. Ade-
que en sus investigaciones las mujeres (dos en
más, igual que la vida genital la intimidad sexual
los 60 y una en los 70 años) que mantenían
regularmente —una o dos veces por sema- es parte de la sexualidad y no es posible defender
na— actividad sexual, no presentaron retardo, la idea de que aparejado al envejecimiento, está
respondiendo con rápida lubricación igual que el acabose del placer y la sexualidad en general o
una mujer de 20 a 30 años de edad. de la genitalidad en particular. Si esto pareciera
Por otra parte plantean a su vez (Master y ocurrir en algunos casos obedecería a factores
Johnson, 1978), que en la mujer postmenopáusi- de un orden más allá de la fisiología, los cuales,
ca la fase orgásmica dura menos que en la joven, serán objeto de análisis en los apartados tratados
repitiéndose las contracciones de 3 a 5 veces, a continuación.
mientras en la joven de 5 a 10, no obstante acla-
ran, que en las mismas mujeres que mantenían
con regularidad actividad sexual, las contraccio- 2. VIEJISMO: preámbulo primordial para la
nes se producían de 4 a 6 y aún 7 veces. Sostie- comprensión de las vinculaciones actuales
nen por consiguiente que: entre envejecimiento y sexualidad

… A pesar de los cambios involutivos Aunque cada vez es de mayor aceptación


de los órganos reproductores, la mujer que la vejez representa una fase del desarrollo
añosa puede presentar una respuesta humano altamente diferencial y por lo tanto no
normal al nivel orgásmico de tensión homogenizadora, en la que las personas com-
sexual efectiva. La falta de esteroides parten algunas características comunes que sin
reduce en primer término la rapidez e embargo no las hacen iguales, y, en las que, por
Envejecimiento y sexualidad 63

consiguiente, no es en modo alguno probable visión objetiva y clara de la misma y obturan su


una perspectiva predecible y general en todo carácter subjetivo, de ese carácter diferencial que
lo relacionado a ella como fase, como tampoco ha sido mencionado y que testimonia la cons-
acerca de cada persona vieja, aunque también es trucción social y personal de cada persona en su
de supuesta aceptación común que el proceso de madurez.
envejecimiento es potencialmente de desarrollo, Procesos generalizados descalificado-
tanto para el ámbito personal como el social. res que han sido denominados como viejismo
Subsiste sin embargo de manera contradictoria (veáse Salvarezza, 1988), como el conjunto
una imagen significativamente normalizada y inconsciente de los prejuicios y roles fijos asig-
desfavorable de la misma. nados a las personas en razón de su edad, depo-
Pareciera predominar entonces cuando sitados como resultado de experiencias infanti-
de personas viejas se trata, de la negación por les por parte de quien deposita alrededor de la
un lado del desarrollo humano como lo relativo imagen desventajosa, que acerca de la vejez y
a los cambios y procesos que experimenta la las personas viejas, se presentaron entrejidas
persona desde su concepción en sus diferentes como normalidad en su grupo familiar durante
áreas (física, social, sexual, emocional y moral), su desarrollo infantil y en su sociedad en parti-
de manera evidente durante todo su ciclo vital en cular. De ese modo se desarrollan una serie de
el que se socializa, constituye y transforma per- ideas y falsos sinónimos fuertemente arraiga-
manentemente como ser humano independien- dos como vejez es igual a enfermedad o vejez
temente de su edad, lo que no obedecería sólo igual a asexualidad.
a factores del orden biológico sino asimismo y Podría señalarse además que tras estas
esencialmente a factores psicológicos e histórico- actitudes y comportamientos descalificadores
sociales. Por otro lado, a la negación de manera subyacen una serie de motivaciones que hacen
sistemática en relación con lo anterior, de la referencia por un lado, a ideas erróneas con
extraordinaria importancia del desarrollo previo respecto a lo que envejecer significa, pues,
del sujeto, de su historia vital, que establece en a pesar del supuesto reconocimiento en sus
consonancia con su contexto social, variables vertientes bio-psico-sociales, en la práctica de
o factores diversos que tenderán a marcar la los procesos de la vida cotidiana es asumido
diversidad del envejecer. Constituyéndose así, a inconscientemente como un fenómeno, que
todas luces, el carácter diferencial de cada per- atañe solo o primordialmente a procesos del
sona adulta mayor como de la mediana edad, y orden biológico homogenizador, negándose
no como suele asumirse, de la aparición o trans- con ello las determinaciones históricas en la
formación abrupta del sujeto viejo cuando llega dinámica particular del envejecer. Y lo que es
a ese período de la vida, como si la vejez estable- peor, asumiéndose lo biológico como lo mór-
ciera el rompimiento con el pasado del sujeto y bido, como lo enfermo y no como lo biológico
como si la vejez por sí misma, trajera aparejada normal. Por otra parte y en estrecha vincula-
una serie de fatalidades que no tuvieran relación ción con el fenómeno reduccionista anterior,
con la vida anterior del sujeto y su contexto se presenta de forma latente la existencia de
sociocultural. Es decir, surgiendo y mantenién- grandes temores y fantasías persecutorias en
dose la imagen de la vejez como fantasma, como torno a este proceso y fase de la vida, recu-
oscuridad, como monstruosidad en sí misma, rriéndose a peligrosos mecanismos defensivos
como fatalidad, obviando el carácter diferencial inconscientes de negación y rechazo hacia
del envejecimiento como proceso y no como aquellas personas que sí son viejas y lo repre-
cambio repentino. sentan de forma clara, de manera inmediata,
En este sentido tal como apunta Papalia visible e impactante, a través de las marcas
(1992), es probable que sean más parecidos dos o escrituras del tiempo en lo concreto de sus
niños de 2 años que dos ancianos de 75. Sin cuerpos envejecientes.
embargo persisten una serie de falsas creencias, De ahí la fuerte resistencia como proyec-
temores y estereotipos en torno al proceso de ción, de especial manera en las personas más
envejecimiento y la vejez, que obstaculizan una jóvenes, aunque no de manera exclusiva pues
64 Gustavo Garita Sánchez

las mismas personas de mediana edad como las En primer lugar es posible afirmar que
adultas mayores, poseen en sí mismas el viejismo ha predominado históricamente una concep-
como producto de la incorporación efectuada ción culpabilizadora del placer sexual, en la
alrededor de aquellas imágenes socioculturales que la sexualidad ha ocupado un lugar de peli-
descalificadoras, presentes en su propio proce- grosidad, pecaminosidad y prohibición, como
so de socialización. Todo lo cual, se convierte resultado de fuertes tradiciones moralistas y
en elementos esenciales para las imágenes de de orden religioso que influencian y determi-
asexualidad en la vejez. Viejismo entonces que nan desde la socialización primaria y hasta
sumado a las concepciones moralistas, represo- la vida adulta, las creencias y actitudes en
ras y productoras3 de la sexualidad, posibilitan torno a ella. Tradiciones que, aunque frente a
una aproximación comprensiva en torno a la cuestionamientos y transformaciones sociales
relación actual entre envejecimiento y sexuali- presentan cierta tendencia al cambio, se man-
dad. Tópicos que seguidamente se abordarán con tienen muchas veces incólumes en las creen-
mayor detalle. cias y prácticas de ciertos grupos y personas
en las que podría destacar en el momento
actual, la generación de personas ancianas o
3. SEXUALIDAD Y PROCESOS de mediana edad que por su condición de edad
SOCIOCULTURALES: plataforma para nacieron a principios o en la primera mitad
la comprensión de la sexualidad del siglo XX y fueron objeto consecuentemente
en el envejecer de las tendencias sociales de su época con res-
pecto a represión sexual. Lo que no significa
La sexualidad en sus aspectos generales que todas las personas que en este momento
relacionados con el ciclo vital, representa todavía pertenecen a tales grupos etarios se muestren
un área fuertemente censurada, tema tabú en reaccionarias a modificaciones en relación
la sociedad occidental, que tiende a evidenciarse con sus actitudes, creencias y prácticas sexua-
desde las actitudes vigilantes y controladoras por les, sino al hecho cierto de que en la sociali-
parte de las personas adultas, frente a los proce- zación de su época privaba una concepción
sos de desarrollo infantil y adolescente, pasando de la sexualidad como prohibición, suciedad y
a su vez por los mecanismos de represión y doble vergüenza. Asimismo, tampoco significa que
moral de que son objeto las mismas personas si se ejercen tales esquemas y prácticas no
adultas, hasta, las políticas públicas concernien- sea posible la movilidad o el cambio en ellas.
tes a la sexualidad como el control de la natali- Lo que sí es importante destacar es la fuerte
dad. No es novedoso entonces que la sociedad y rígida formación que no sólo predominaba
tienda a manifestarse de las más diversas formas a principios del siglo XX para las actuales per-
para su efectiva represión y silencio, aspectos que sonas adultas mayores, sino también a finales
en general, se validan socio-culturalmente para del siglo XIX , época de formación de los padres
cualquier edad en la que el sujeto se encuentre, y madres de las actuales personas ancianas.
aunque con variaciones específicas acerca del Asunto que también merece ser reconocido
mensaje dirigido e interiorizado según el géne- pues en la interacción concreta con perso-
ro, por ejemplo. A continuación se presentarán nas adultas significativas, es donde los y las
algunos aspectos globales que permitirán en un infantes aprenden y se hacen sujetos de deseo,
primer momento el abordaje de la sexualidad de sueños e ideologías. Creencias que por lo
en un nivel social general, para en un segundo tanto han influenciado la realidad de los y las
momento y fundamentado en estas exposiciones, actuales envejecientes tanto desde lo personal
abordar en siguientes apartados las reflexiones como desde lo generacional y sociocultural
específicas concernientes a sus conexiones con desde épocas anteriores.
respecto al proceso de envejecimiento. En segundo lugar sobresale una con-
cepción de sexualidad para la procreación que
3 Esto último de acuerdo con Foucault (1999) en sus en estrecha relación con la anterior, desplaza
referencias generales a la sexualidad. el placer sexual por designaciones y supuestas
Envejecimiento y sexualidad 65

‘necesidades’ parentales y de reproducción4 , que la sociedad designa entre: mujer —trabajo


frente a represiones y negaciones del deseo, del remunerado fuera del ámbito de lo domésti-
erotismo y la sensualidad entre los cuerpos, co— y el fantasma de la prostitución (Coria,
especialmente en los actuales adultos y adultas 1992) 5.
mayores en la que la reproducción era asumida Empero, tal como Foucault (1999) lo
como el objetivo primordial de la sexualidad, sostiene, a pesar de las relaciones que podrían
lo que asimismo repercutía en la escasa infor- válidamente establecerse entre sexualidad y
mación y educación que en la época imperaba. postulados psicoanalíticos, el interés también
Por otra parte, un elemento reforzador de esta debe dirigirse hacia la producción histórica en
dinámica era como la contraconcepción eficaz el ámbito social y cultural en torno a la sexua-
no contaba con los actuales adelantos, lo que lidad, que de manera especial en occidente se
provocaba que las relaciones sexuales se asu- impone desde una única racionalidad.
mieran con restricciones y represiones sociales y Desde estas vinculaciones otro de los ele-
personales por temor a múltiples embarazos no mentos que merece y debe ser considerado en
deseados, tal como es señalado por O'Donohue las relaciones entre sexualidad y procesos socio-
(1987). De esta manera ambos factores (culpa- culturales, es el planteamiento de que además
vergüenza y reproducción), como fuertes clisés de las funciones represoras y restrictivas de la
dominantes alrededor de la sexualidad. sexualidad que responderían a su visión negativa
De acuerdo con lo anterior y en vincula- y del poder, existe al mismo tiempo la función
ción con las exposiciones de Foucault (1999), es productora, que obedecería a una concepción
posible reconocer además que tanto la monoga- positiva de la misma (Foucault, 1999). Es impe-
mia, como la función exclusiva de la sexualidad rioso considerar entonces que del lado de la
para la reproducción —el hacer el amor sólo prohibición se presenta también, la necesidad
para tener hijos o hijas—, así como la concep- social de promover determinados tipos de perso-
ción del placer sexual como un mal necesario nas, que respondan a los parámetros culturales y
de evitar, son herencia de una moral sexual de socialmente establecidos.
origen estoico apoyada en el Imperio Romano y Por otra parte, como último aspecto y
posteriormente reforzada por el Cristianismo, aunque en una obvia y aparente trascendencia
a través de la introducción de nuevos mecanis- de los dos primeros aforismos —culpa y ver-
mos de poder como la pastoría, en la que viene güenza y asociaciones moralistas centradas en
aparejado el control de la intimidad, de la sub- la reproducción—, sobresale el predominio de
jetividad, por ejemplo, a través de la producción una perspectiva de sexualidad como genita-
de la culpa. lidad, convirtiéndose en uno de los principales
Lo que encontraría estrecha relación con ejes que en asociación con los anteriores, influye
los planteamientos psicoanalíticos del super- de manera sustancial y negativa no sólo en la
yo como protector de los preceptos morales forma en las que las personas que pasan los 50
socialmente heredados, que dependería a su y 60 años asumen y viven su propia sexualidad
vez en su “ejecución” específica y personal de y la de los otros y otras, sino, en lo que respec-
parámetros socioculturales vertidos de manera ta a las visiones que acerca de la sexualidad de
distinta, de acuerdo con el género a través de la estas poseen las personas más jóvenes. Lo que
diferenciación de los procesos de socialización. del mismo modo se revierte (tal vez no con
Asunto que puede ser observado ejemplarmen- la misma gravedad que su presunción en la
te en extremo, en la asociación inconsciente vejez, por las repercusiones que promoverían

4 Supuestas en la medida en que aunque perento- 5 Aspectos que relativos al género aparecen con
rias, tales necesidades de reproducción y crianza mayor especificidad en el apartado cuatro (4) de
de los hijos y las hijas, en algunas personas no son este artículo.
excluyentes con el disfrute de la sexualidad.
66 Gustavo Garita Sánchez

las asociaciones entre fisiología y creencias en y la inter-subjetividad, frente a la superioridad


ese período, pero sí con el mismo sentido) en de supuestos procesos biológicos-mórbidos-
las personas más jóvenes, al igualar sexualidad ineludibles.
y genitalidad. Representando esta una concep- Así, en las actuales formas de experimen-
ción parcializada y limitante para que el sujeto, tar y considerar la sexualidad en el proceso
siendo o no una persona de mediana edad o al envejecer, como un supuesto producto del
adulta mayor, pueda construir y acercarse a desarrollo natural y de lo mórbido, lo histórico,
un disfrute de la sexualidad que trascienda lo en relación con las estructuras sociales, cuanto
puramente genital, fisiológico y mecánico de desde lo subjetivo, es cercenado sin la menor
una relación coital. conciencia o importancia del proceso de cons-
titución de específica producción sexual en el
envejecimiento, tanto, por parte de quienes la
4. CONSTRUYENDO Y ADMITIENDO LA experimentan en carne propia como desde la
SEXUALIDAD EN EL ENVEJECER: mirada de los otros u otras más jóvenes. Man-
determinaciones psico-socio-culturales de teniéndose de forma efectiva tales creencias
su respuesta y vivencia particular como reduccionistas y desculpabilizadoras de
4.1. SUBJETIVIDAD, ENVEJECIMIENTO Y
lo cultural y lo humano categóricamente de las
SEXUALIDAD: una tríada que espanta, relaciones sociales por cuanto si se considera
una tríada de negación masiva. Negación de la como natural la anulación de la expresión de la
construcción de los significados sexualidad en el envejecimiento, por la determi-
nación absoluta desde la dinámica de los proce-
Es comprensible por todo lo anterior que sos biológicos, se conforma entonces la fantasía
los énfasis sociales y personales acerca de con- que exime de la responsabilidad que de modo
sideraciones parciales y míticas en torno a la directo o indirecto corresponde a todos y todas,
sexualidad, entrelazados a su vez con concep- por la inserción que en la sociedad actual se
ciones adversas acerca del envejecimiento, se crea, a través de los procesos de discriminación
constituyan en la plataforma ‘perfecta’ para que o autodiscriminación dependiendo del paso del
en su interrelación como díada (envejecimien- tiempo. Pero, estas dinámicas desculpabiliza-
to-sexualidad) se conforme su nulidad. Se dé doras o de alivio no solamente se forjan en las
así forma a su forzada extinción —imposible generaciones más jóvenes sino que en el mismo
de por sí de cualquier manera—, lo que no viejo que ante el no puedo le es más fácil la atri-
solamente atentaría contra la expresión y pro- bución de “la falta” a un área que salvaguarda
ducción de las relaciones íntimas, el placer, la su propia integridad, su equilibrio narcisista,
genitalidad, el afecto y la entrega al amor en el ante la posibilidad y peligro de verse a sí mismo
envejecimiento, sino que representaría a su vez desde la particularidad, desde una configuración
un agravio contra la salud en general y hacia específica que convoca variables históricas y per-
la salud mental en particular de las personas sonales. Lo que le protegería de la pregunta, del
envejecientes, al impedir los beneficios del ejer- auto-cuestionamiento, del descubrimiento, de la
elaboración, en última instancia del abordaje y
cicio y la expresión de la actividad sexual por el
reconocimiento de su construcción inconscien-
favorecimiento de la producción de mecanismos
te, de manera especial ante un yo fuertemente
de opresión desde lo objetivo, general y externo,
amenazado por demandas sociales prejuiciosas,
como de la misma represión en la dinámica de
traducidas a través de su propia censura moral.
la subjetividad.
A su vez, le eximiría del cuestionamiento pero
En tales procesos de conformación y refor-
ahora no solo acerca de sí mismo, sino acerca
zamiento de la inhibición predominaría desde los
de factores históricos y culturales que podría
niveles de lo macro como desde lo micro, tal y
despertar temores y angustias no ante el cam-
como ha estado implícito como eje central a lo
bio —deseado desde la dinámica inconscien-
largo de este artículo, la permanente desvalori-
te— sino por lo que representaría con respecto
zación del papel determinante de la subjetividad
a interrogantes y replanteamientos alrededor
Envejecimiento y sexualidad 67

de creencias, mitos, ritos, significados e insti- e impostergable e indudable ‘superación’, ante


tuciones que hacen posible en lo íntimo desde imágenes menos amenazadoras desde lo bio-
el superyo, la permanencia del supuesto no lógico, lo homogéneo, mórbido y asexual, en
poder, bajo la máscara de la determinación de roles como “viejos sabios o viejas sabias sin
lo estrictamente corporal. sexualidad”.
Se instaura de esta forma un borramien- Al respecto, es fácil la ejemplificación de
to masivo de la subjetividad y la inter-subjetivi- situaciones que en la vida cotidiana muestran
dad que median como ejes en la construcción palpablemente esta configuración de negación
y constitución de la sexualidad a través de la sexual en el envejecimiento. Uno de estos casos
historia social y personal. Construcción que lo constituye una ocasión en la que me encon-
en lo concreto de cada sujeto, de cada persona traba trabajando con un grupo 6 de personas
envejeciente, se efectúa dialécticamente desde —hombres y mujeres— de mediana edad y
sus iniciales fases de desarrollo y en medio de adultas mayores —acerca de una temática
la diversidad de factores filogenéticos y onto- que no tenía una relación explícita con sexua-
genéticos que cristalizan progresivamente en lidad— una de las ancianas del grupo de más
lo particular de cada vida, de cada niño, de de setenta y cinco años que se refería en ese
cada joven, de cada hombre de mediana edad, momento a su marido —también anciano y no
de cada mujer anciana, como una producción partícipe en el grupo— de una manera tran-
específica e histórica y no mecánica y solo quila, como a ¡mi amor!, genera de manera
desde la fisiología. Construcción evidentemente sorpresiva para todas las personas presentes y
marcada desde estructuras sociales, institucio- como emergente —por supuesto— el que una
nales, ideológicas y de lenguaje, como objetivi- de las mujeres de las de mediana edad rompie-
dades en las condiciones materiales y simbóli- ra en risa incontenible y bulliciosa, aparente-
cas de existencia. mente sin intención de descalificación pero sin
Procesos en los que la inscripción clave control, por la tremenda hilaridad que aquella
de la inter-subjetividad hace posible como expresión le provocaba: una mujer anciana
encuadre desde la concreción y especificidad haciendo referencia con semejantes expresio-
de la vida personal y a pesar de su posibili- nes de amor y de erotismo a su marido tam-
dad de transformación, el engarce, la apro- bién anciano. Cabría aquí la pregunta si su risa
piación y la recreación de los significados en inconscientemente no se asociaría al mismo
un anudamiento de determinación sociocul- tiempo con su propia sexualidad como mujer
tural no siempre de fácil conciencia, como de de la mediana edad, como la pronta anciana
movilización. Subjetividad e inter-subjetividad en ese lugar que ahora le servía de espejo ¿sería
como representación de proceso, de historia, acaso llanto frente a la misma situación?
de opción, de especificidad, de dialéctica de Es aquí donde los mitos, las actitudes
constitución, de concatenación, de totalidad, negativas y las falsas creencias que se tejen
de configuración, masacrados ante la omnipo- y surgen de manera específica en torno a la
tente normalidad biológica e imaginariamente sexualidad en la vejez, se constituyen como
mórbida del envejecimiento en sus asociacio- elementos concretos que sumados a las abstrac-
nes prejuiciosas e igualmente normativas de la ciones sexualidad-culpa-prohibición, sexuali-
sexualidad. Asunto (subjetividad-envejecimien- dad-reproducción, sexualidad-genitalidad, así
to-sexualidad) que en épocas actuales forma como a vejez-enfermedad o juventud-sexualidad,
parte del desecho de lo que nadie quiere saber,
de especial manera frente a una lógica de mer-
cado que idolatra lo homogéneo, efímero, pasa-
jero y —aparentemente— actual. 6 Como parte del trabajo clínico privado que efec-
Por eso considero que no es casual que túo desde hace varios años con grupos de per-
sonas adultas mayores y de mediana edad, en el
tan ‘horrorosa’ tríada se transmute en una tría- área de la prevención primaria y secundaria en el
da fantasmática (de subjetividad, envejecimien- campo Psicogerontológico, en coordinación con la
to y sexualidad), en objeto fóbico, de negación Asociación Gerontológica Costarricense.
68 Gustavo Garita Sánchez

emergen como síntomas ante la persistente adicional a lo hasta aquí planteado, una fuerte
tendencia sociocultural de negación masiva y concepción idealizadora de la juventud, cir-
descalificación triádica. cunscrita a los ligámenes enaltecidos con salud,
En esta línea el análisis que O'Donohue felicidad y sexualidad, versus la ya señalada
(1989), realiza de los mitos referidos en rela- relación de vejez con asexualidad y enfermedad.
ción con la sexualidad de las personas viejas De este modo las personas jóvenes y las no tan
(I. Las personas de edad no son sexualmen- jóvenes, pero no ancianas (¡valga la aclara-
te deseables. II . No tienen deseo sexual. III . ción!), tienden a presentar actitudes y compor-
No son sexualmente capaces), confirman lo tamientos excluyentes entre sexualidad y quie-
anterior. Su análisis consistía en una revi- nes están en la vejez o se acercan a ella como
sión exhaustiva de los resultados en diversas en la mediana edad, considerando inconcebible
investigaciones con el fin de determinar: 1) Si y ridículo la vinculación entre sexualidad y
efectivamente las personas estudiadas creen en proceso de envejecimiento. Planteamiento refe-
la verosimilitud de tales mitos y 2) Determinar rido por diversos autores como Felstein (citado
si tales ideas son falsas. Así concluye que7: 1) por Mishara y Riedel, 1980), Salvarezza (1988)
Efectivamente las personas consultadas en las y Blasco (1998), así como por la experiencia
diferentes investigaciones respecto a la sexua- generalizada y cotidiana frente a situaciones en
lidad en la vejez, creían en la veracidad de tales las que se pone de manifiesto esta dinámica en
planteamientos. 2) Respecto a la objetividad o personas envejecientes, como podría ser la nega-
falsedad de los mismos, concluye en relación ción, el asombro y hasta el temor de la sexuali-
con el mito I, que aunque no existen investiga- dad en los propios padres viejos o los abuelos.
ciones específicas que lo confirmen o desaprue- En esta línea se expone también (Adduci,
ben, se impone la evidencia contraria, que 1988; Salvarezza, 1988), cómo es común que
se refiere en las diferentes investigaciones en los diferentes profesionales tiendan a omitir en
torno al mantenimiento de relaciones sexuales su trabajo con personas adultas mayores temas
por parte de personas de edad avanzada, lo que concernientes a la sexualidad, ya sea por falta
tendería a confirmar que estas personas sí pue- de tiempo u “olvidos involuntarios”. Situación
den ser sexualmente deseables. En relación con que correlaciona con el abandono del estudio
el mito II expone que existe evidencia conside- de la sexualidad en la vejez que aunado a las
rable en diversos estudios, que señalan que las propias resistencias por parte de las personas
personas ancianas sí tienen deseo sexual. Res- en el envejecimiento, impiden conjuntamente
pecto al mito III, concluye que también ha sido la construcción de dinámicas clarificadoras y
demostrada su falsedad a través de las pruebas de desmitificación. Esto, tanto por parte de el o
que en múltiples investigaciones indican, que la geronte como de la persona de mediana edad
las personas de mayor edad sí mantienen rela- y por parte también de la guía profesional. Per-
ciones sexuales. Asevera de igual manera que diendo esta persona —profesional— la oportu-
a menudo estas personas son sexualmente nidad de brindar una adecuada orientación si su
activas y por consiguiente son sexualmente trabajo hubiese dado el espacio para el diálogo,
capaces, así como que, la inactividad sexual no la escucha y la investigación.
implica necesariamente incapacidad sino que Se perpetúa así en cambio en medio de
el que muchas personas ancianas permanezcan la prohibición y los temores por su abordaje,
en ese lugar de inactividad, podría responder a el silencio, especialmente frente a los y las que
razones que no obedecen al orden de la incapa- pasan los 65 años de edad en igual medida que
cidad fisiológica sexual. con la infancia y la adolescencia socialmente se
Por otra parte, es fácil cotejar cómo ante rehuye a hablar del tema. Pese a esto último,
tales creencias falsas o mitos, subyace de forma en la actualidad existe una ingente preocupa-
ción por “educar” a las nuevas generaciones
en temas de sexualidad, pero en lo relacionado
7 Para mayores detalles remitirse a O'Donohue, con sexualidad y vejez, el diálogo se encuen-
1989. tra ausente, cuán fantasma que ahuyenta todo
Envejecimiento y sexualidad 69

intento de comprensión. Frente a lo que se afectuoso en contextos públicos o privados con


muestra imprescindible la atención, el reconoci- sus respectivas o potenciales parejas, al asumir
miento y el análisis de procesos transferenciales dicha práctica afectiva como signo vergonzoso
y contratransferenciales inmersos, y sin cuyos de intimidad sexual propia de otras épocas y
esfuerzos y resultados, el desarrollo se obstruye personas. Lo que sin duda responde además de
con serias repercusiones de empobrecimiento y factores histórico-personales, a factores genera-
estatismo para todos y todas. cionales, y ante lo que no sería posible ni lógico
En esta dirección Salvarezza (1988), sos- desde el punto de vista científico asegurar, que
tiene que los conflictos edípicos se encuentran tales resistencias sean el producto intrínseco del
en la base de las resistencias de legos y pro- proceso de envejecimiento, obviando la influen-
fesionales en relación con la sexualidad en el cia de la época y de la cultura en particular y por
envejecimiento, exponiendo que al reactuali- lo tanto de la temporalidad y las posibilidades
zarse inconscientemente estos conflictos en del cambio.
los jóvenes como negación casi universal de la
sexualidad de los padres por desplazamiento
4.2. GÉNERO, NEUROSIS E HISTORIA PERSONAL EN
defensivo se extienden asimismo a las personas LA SEXUALIDAD AL ENVEJECER
de mayor edad. Lo que implicaría que aceptar
y dar cabida a la sexualidad en el envejecer, es De acuerdo con lo hasta aquí planteado
aceptar al mismo tiempo la sexualidad de sus tratar la temática de la sexualidad en el proce-
propios padres viejos. De igual manera según so de envejecimiento conduce inevitablemente
O'Donohue (1989), se desarrollan actitudes a la confrontación de la pretendida homoge-
censoras por parte de personas adultas más neidad entre sexualidad y genitalidad, pues
jóvenes que rodean a las de mayor edad, como aunque cada vez en y desde lo racional en un
revancha ante “esos viejos” que en su propia sentido general sobre sexualidad y no sólo con
infancia y juventud —la de las actuales adul- respecto a la vejez, es más aceptada la idea de
tas jóvenes— los y las “instaban” a inhibir su que las relaciones sexuales no son reducibles
propia sexualidad bajo valores restrictivos. No sólo a contacto genital, es un proceso lento de
obstante, los aspectos edípicos podrían estar aceptación social y personal que arrastra pre-
mediando de manera inconsciente sobre estos juicios, prohibiciones y representaciones que
últimos, que son en apariencia manejados con debilitan una concepción más global e integra-
mayor conciencia que aquellos relacionados dora, tal, y como ha sido hasta ahora abordado
con lo edípico. en este escrito. Problemática que guardaría
De esta forma, si desde los más diversos relación con la superproducción teórica y cien-
ámbitos se tiende a rechazar, temer, negar, tífica que desde el siglo XIX se ha desarrollado
hacer mofa y caricaturizar la sexualidad en en Occidente acerca de la sexualidad como un
el proceso del envejecer, quienes se encuen- “sobresaber” social y cultural (Foucault, 1999),
tran en la vejez o cerca a ella, no encuentran es decir, como un saber racional, científico y
más camino que plegarse consciente o incons- colectivo de la sexualidad individual, del cómo
cientemente a lo espectado desde la dinámica es y debería ser la sexualidad, que no obstan-
sociocultural, bajo la existencia de múltiples te no nos acerca a un arte de hacer el amor.
y particulares signos defensivos. Es compren- Foucault expone que:
sible en consecuencia que la mayoría de per-
sonas colindando la mediana edad o de hecho En Occidente no tenemos un arte eró-
en la vejez con el propósito de no ser objeto de tico. Dicho de otra forma no se apren-
rechazo, retiro del afecto y del reconocimiento de a hacer el amor, ni a darse placer,
social y familiar —sumado a sus propias falsas ni a producir placer en los demás; no
creencias— asuman el “término” de su propia aprendemos a maximizar, a intensificar
vida sexual. Término al menos en lo que res- nuestro propio placer a través del placer
pecta a la vigencia de la genitalidad, llegando de los otros… Por el contrario, tenemos
algunas al rechazo del cariño y contacto físico o intentamos tener, una ciencia sexual
70 Gustavo Garita Sánchez

—scientia sexualis— sobre la sexualidad desde tal posición de reducción, ambientes de


de la gente, pero no sobre su placer, que pareja supuestamente desexualizados, acti-
no aborda qué es lo que hay que hacer tudes, acciones, simbolismos y significados
para que el placer sea lo más intenso diversos, presentes en distintos contextos o
posible… (1999, pág. 133-134). intercambios de la cotidianidad y que forma-
rían a pesar de su pretendida exclusión, parte
En consecuencia, aunque en principio es de la sexualidad de la pareja como de la sexua-
de todas y todos conocido que coito no es igual lidad de cada uno de sus integrantes; aspectos
a sexualidad, la idea persiste y no como simple tales como el juego de las palabras, la mirada,
imagen, sino como prácticas restrictivas con- el diálogo, el silencio, la experiencia concreta
cretas para el encuentro sexual. Por ejemplo, de compartir, el disfrute de la compañía de la
en la actualidad tanto las nuevas generaciones pareja, el tomar juntos una taza de café.
como las más viejas pueden acceder a infor- Es necesario sin embargo hacer notar
maciones y teorizaciones científicas que desde que no es que en el periodo de la vejez quede a
múltiples fuentes coadyuvarían a romper tan los viejos por supuestos inconvenientes físicos,
falsa asociación entre sexualidad y genitali- únicamente desplazar y sublimar las relaciones
dad, empero, la creencia despunta, de especial sexuales genitales, dirigiendo al olvido la viven-
manera para el sostenimiento de una sexua- cia integral de la sexualidad para ser reactuali-
lidad centrada en el placer masculino más zada como única opción a través de la reminis-
que en la satisfacción tanto para el hombre cencia, no. Pues tal y como ha sido expuesto,
como para la mujer. Además y de acuerdo con a las personas ancianas y de mediana edad sí
tales esquemas la sexualidad sería significativa les es posible mantener relaciones sexuales
sólo desde la adolescencia y hasta —tal vez— íntimas incluyendo la actividad sexual genital.
aproximadamente la mediana edad. Por lo Razones por las cuales aunque parezca resultar
que desde esta lógica restrictiva, se tenderían obvio, es imperioso reconocer que la sexualidad
a interpretar los cambios normales de la fisio- como producto también de la socialización,
logía sexual en el envejecimiento como la pér- trasciende las relaciones coitales para integrar
dida del deseo y la potencia en el hombre viejo el placer físico e íntimo general, al erotismo,
y del deseo y del placer en la mujer anciana, como también al simple y cotidiano encuentro
y en ambos, desde antes de la mediana edad, entre personas como seres humanos.
designándose así el fin de la vida sexual. De ahí Tal y como es expuesto por Salvarezza:
todos los artilugios para mantener la potencia
y la virilidad. Máxima expresión la “viagra” que Se comprende que así definida, la sexua-
asegura la erección, refuerza el narcisismo, lidad no tiene límite de edad para su
pero no un aprendizaje del placer compartido exteriorización; desde el nacimien-
entre los cuerpos. to hasta la muerte siempre estará con
Pero, como es reconocido desde Freud, nosotros. Podrán variar sus manifesta-
la sexualidad no puede ser entendida ni remi- ciones, pero sólo eso. Ya sea que se bus-
tida únicamente como función genital, pues se que la descarga de tensión, o el placer
correría el riesgo de considerar sólo como inhe- con el otro, o una afirmación narcisista
rente a ella lo concerniente a lo biológico y lo de sí mismo o todos estos fines al mismo
mecánico, dejándose de lado aspectos propios tiempo, la dialéctica del deseo no se inte-
del mundo de lo sociocultural, de lo psíquico rrumpe nunca... (1988 , pág. 152).
y de lo específicamente erótico. Se excluiría la
posibilidad para comprender y considerar inter- Salvarezza (1988) plantea asimismo, que
cambios y significados particulares e históricos centrarse en la expresión de la sexualidad más
conscientes e inconscientes, que acompañan y que en la de la sola genitalidad permite descu-
dan vida al encuentro sexual íntimo, como por brir y describir la dimensión psicológica que
ejemplo los juegos y las fantasías más allá de subyace a las diversas formas de su funciona-
lo puramente genital. Asimismo, se excluiría lidad, que pasarían desapercibidas para un o
Envejecimiento y sexualidad 71

una observadora que se fundamente solo en la de la subjetividad8 — que irían desde aspectos
genitalidad. ideológicos hasta de configuración específica
De la misma manera podría añadirse a de la historia sexual particular. Particulari-
ese planteamiento que centrarse en la expre- dad que desde sus inherentes características
sión amplia de la sexualidad, también posi- y significados psico-sociales y psico-sexuales,
bilitaría descubrir y describir la dimensión haría referencia también de modo empírico y
sociocultural intrínseca a ella, que enriquecería simbólico a una práctica concreta (de hábitos,
o minaría su expresión y desarrollo dependien- preferencias, estilos, idiosincrasias, actitudes,
do de factores histórico-sociales y personales fantasías, sentimientos y normativas) en su
determinados. Dimensión que no se alejaría de actividad sexual, y que como tal, no tendería a
la comprensión psicológica sino que se comple- modificarse mecánicamente por más cientifici-
mentaría y alimentaría en el estudio y conside- dad en la recomendación. Información enton-
ración desde el ámbito social, cultural, grupal y ces que aunque objetiva en el sentido fisiológi-
personal de la sexualidad. co, se enlazaría más de manera inconsciente
Esto hace relevante retomar lo que párra- que consciente con significados diversos, con
fos atrás se exponía acerca de las demostraciones ataduras o facilidades personales y sociocultu-
que Master y Johnson (1978), refieren acerca rales para su aceptación, que encarnarían una
del enorme valor que posee la actividad sexual barrera más fuerte de romper —no imposi-
regular para evitar algunos de los inconvenien- ble— que seguir técnicamente una indicación.
tes ligados al envejecimiento (implicando no Rescatar de tal modo la premisa señala-
solamente las relaciones íntimas sino haciendo da para el trabajo con personas en el proceso
alusión también a prácticas autoeróticas en al envejecer, requeriría de un abordaje distinto
ambos sexos). Representa esa observación de que el simple señalamiento y que asumido de
Master y Johnson de este modo, a pesar de una manera científica-crítica desde distintos
los cambios objetivos-fisiológicos esperados ámbitos, favorecería la construcción de prácti-
en esas edades, una poderosa prueba y funda- cas más libres y posibilitadoras del cambio y la
mento para que las personas que sobrepasan creación. Serían necesarios así la producción
los 60 años como aquellas de la cuarta década de procesos de reflexión que por ejemplo desde
—de modo preventivo— puedan enfrentar y lo grupal, posibiliten el espacio para la palabra, la
mantener de manera satisfactoria y saludable vivencia, la integración de los aspectos conceptua-
sus relaciones sexuales íntimas a lo largo del les y científicos con la vida en particular. Procesos
tiempo. Sin embargo, pese a su relevancia, grupales en los que los aportes del aprendizaje
constituye más que una simple recomendación significativo y del grupo operativo —como teorías
médica pues atañe también a asuntos psico- constructivistas o psicoanalíticas y como modelos
socio-culturales que no pueden ser obviados en posibles a seguir—representarían alternativas
las formas concretas por medio de las cuales, metodológicas y epistemológicas provechosas
esa recomendación, es asumida por parte de (Garita, 2001a, 2001b), del lado también como
una persona en su proceso particular al enve- otra de las alternativas evidentemente, de procesos
jecer. Confirmando que la sexualidad no es psicoterapéuticos o psicoanalíticos particulares.
asunto único de genitalidad, ni de biología, De modo paralelo es necesario reconocer
sino que trasciende al ámbito de lo afectivo, cómo además intervendrían aquí diferencias en
inconsciente, ideológico y cultural, todo a su cuanto al género y la socialización que marca-
vez, como elaboración personal y sociocultural rían no sólo las formas en que tales tipos de
al mismo tiempo. recomendaciones serían percibidas y asumidas
Significaría de tal manera que no en concreto, sino que, al mismo tiempo, harían
obstante la objetividad generalizable de esa
recomendación —muy valiosa— de Master y
Johnson, su posible puesta en práctica convo- 8 Recordemos que la premisa hace referencia a acti-
caría más a aspectos de índole personal o par- vidad sexual continuada en la vejez se tenga o no
ticular —también de carácter objetivo aunque pareja.
72 Gustavo Garita Sánchez

alusión al interjuego de las imágenes parti- bajo consignas de satisfacción egocéntricas,


culares acerca de la propia sexualidad en una de manera especial, en respuesta a roles y fun-
persona de la mediana edad o adulta mayor. ciones desde una lógica patriarcal. Lógica que
Así por ejemplo el temor al desempe- se traduce por ejemplo en estar siempre dis-
ño en los hombres es uno de los factores que puestos, en el esfuerzo y las fantasías por la
mayores consecuencias negativas podría pre- conquista, en los intereses y preocupaciones por
sentar para la sexualidad del hombre viejo, al mostrar además —defensivamente— los dife-
poder asumir erróneamente los cambios nor- rentes caminos posibles por los cuales “hacer
males en su fisiología como camino inevitable el amor”. Condición que desde siempre lo ubica
a la impotencia, apareciendo la angustia como en situación de desventaja en su equivalencia de
resultado del temor y haciéndose real y factible sexo fuerte, en su lugar de “macho” idealizado,
la disfunción eréctil o la impotencia. Temor que con imposibilidad para asumir flexible y salu-
podría ser el resultado de múltiples causas que dablemente diversidad de roles más allá de lo
bien podrían inferirse en gran parte como pro- patriarcalmente establecido. Todo, de acuerdo
ducto del escaso conocimiento y comprensión con una dinámica que lo absorbe y anula como
acerca de los cambios normales en esta época, sujeto con necesidades concretas, afectivas y
a las falsas convicciones al respecto, asociadas sexuales, como un ser humano más en la bús-
a significados inconscientes particulares, como queda del placer sexual con su pareja. Dinámica
también a los enlaces y síntesis alrededor de la que evidentemente se muestra como obstáculo
concepción y la vivencia imperante histórica- para su desarrollo humano de forma que al
mente en su sexualidad, así como, por el pro- enfrentarse de manera patente a su envejeci-
ducto de las creencias en torno a la “función” miento, a partir de los cambios en la mediana
sexual y social del hombre que ha marcado edad, podrían dificultarse a su vez la elabora-
su vida desde niño. Al respecto, Butler y Lewis ción de interpretaciones objetivas y realistas
(1988), señalan cómo los hombres a cualquier de los cambios normales, en reactualización
edad temen la impotencia y cómo este temor de aspectos neuróticos particulares urdidos
a partir de la mediana edad se incrementa, a lo largo de su socialización, que podrían
pudiéndose hacerse efectivo, pero por aspectos terminar por convertir en muchos casos, su
más inconscientes y afectivos que por el orden experiencia sexual como hombre viejo, en una
de lo biológico. profecía auto-cumplidora.
De la misma manera las tendencias com- Al respecto, de estos procesos de sociali-
parativas entre las diferentes generaciones de zación que podrían abonar en los hombres en
hombres centradas en parámetros de éxito su madurez el camino para una lejanía de la
físico, son buenos cimientos para el deterioro sexualidad (y hasta del sexo por lo menos como
de la seguridad de los viejos, quienes en franco lo conocieron antes), los análisis realizados por
cambio físico general normal, se ven amenaza- Chodorow (1984), favorecen una aproximación
dos por las creencias que han predominado a para su comprensión. Ella estudia como el
lo largo de su vida en torno al éxito masculino niño a través del desarrollo define su mascu-
y al temor a la falta de potencia. Tampoco pue- linidad negativamente como lo no femenino
den obviarse aspectos relativos a otros factores o no conectado con las mujeres, separado de
o causas tales como la dinámica particular los demás, entrenándose para la masculinidad
de la pareja u otros aspectos específicos, sin a través de la negación y la represión de las
embargo, en términos globales la socialización necesidades afectivas relacionales para la no-
sexual permite una aproximación comprensiva conexión en el proceso de ir creciendo, siendo
del temor al desempeño en el envejecimiento. los roles ocupacionales de los hombres en la
En esta línea, las imágenes que son ali- vida adulta, evidencia de la distancia del afecto
mentadas en los hombres desde niños acerca de y de los compromisos cercanos y particulares
la sexualidad y acerca de lo masculino, se tejen según esa autora.
entrelazadas en roles de liderazgo donjuanes- Los niños, argumenta Chodorow (1984),
cos preponderantes y de aislamiento afectivo, a diferencia de las niñas, desarrollan una
Envejecimiento y sexualidad 73

identificación posicional con respecto al rol sería más una preocupación y un problema
masculino, quebrándose el lazo entre procesos que una vivencia del placer.
afectivos y el aprendizaje que se daría, con una Si en cambio se desarrolla una compren-
identificación personal y no posicional por sión y una aceptación saludable de tales modi-
la distancia que por lo general se desarrolla ficaciones, la sexualidad podría representar una
física y afectivamente con el padre o las figu- de las áreas de continua expresión, placer y
ras masculinas, y que impide una relación encuentro personal con quien se ha envejecido
personal con su objeto de identificación. De o se desea compartir de manera permanente o
forma que los procesos de identificación y pasajera. Por ejemplo, frente al cambio objetivo
socialización de la masculinidad “… tienden en la frecuencia se impondría el placer, colocan-
a estar más definidos por el rol, a ser más do en tela de duda la comparación desventajosa
culturales, a consistir más en aprendizaje de con la juventud. Así como señalan Butler y
un rol a nivel abstracto o categórico y menos Lewis (1988), importaría el placer y la posibili-
en identificación personal” (Chodorow, 1984, dad de intimidad sexual, no si eso es producto
pág. 263). de una alta o poca frecuencia o de muchas eya-
Puede considerarse de esa forma cómo culaciones, además, la misma frecuencia haría
tales planteamientos coadyuvarían para com- referencia a los cambios propios de la edad, pro-
prender la angustia por el temor a la no poten- ducto del envejecimiento y negarse a asumirlos
cia y la poca atención, comprensión y acepta- podría representar a su vez un serio obstáculo
ción por parte de algunos hombres viejos de para el disfrute sexual en esta fase. Las respues-
los cambios en la fisiología sexual. Esto, por tas en todo caso dependerán de la especificidad,
cuanto si el interés por la sexualidad (¿o el es decir, del hacer particular del sujeto frente
sexo?) no ha estado centrado en el vínculo o a su sexualidad envejecida que en referencia
en el encuentro, como en el placer o el afecto a su pasado, a su historia, a su socialización y
compartido, sino más en saber mostrar lo que neurosis, encontrará o construirá los caminos
se tiene como hombre —con todas las impli- posibles por el lado de alternativas saludables y
caturas para y en una sociedad eminentemente de aceptación activa o por el contrario, del lado
patriarcal— la comprensión de los cambios no de la negación y la adaptación pasiva.
ocuparía un lugar primordial por cuanto alu- Las mujeres por otra parte tal y como
dirían de manera consciente o inconsciente, a se ha hecho mención no corren mejor suerte,
tambalear el rol socio-culturalmente asignado pues son socializadas bajo la consigna de que
de “macho siempre dispuesto”, potente, que ‘el sexo’ es para el disfrute del género mascu-
obstaculizaría desde esa lógica una asunción lino, designando el desarrollo de su identidad
tranquila de estos cambios en particular. De sexual bajo las marcas del temor o la dependen-
modo que ante lo racional podría imponerse cia sexual hacia la figura masculina. Situación
más lo irracional, ante lo obvio la resisten- de desventaja que igualmente puede agudizarse
cia, ante el cambio la queja, ante la espera en la mediana edad y la vejez.
el enojo, ante el envejecimiento el miedo y la Nu mero sos e st ud ios h a n p o d ido
defensa, pues en la misma compresión y acep- demostrar cómo las personas adultas mayores
tación estaría su propia ‘derrota’ frente a la mantienen su deseo sexual (O'Donohue, 1989;
lentificación en la erección, el acoplamiento, la Salvarezza, 1988; Garita, 1993), aunque no
eyaculación y la disminución en la frecuencia, puedan ser satisfechos por falta de pareja u
todo, además, frente a la potencia desenfre- otras motivaciones psíquicas y sociales, como
nada de los hombres jóvenes como frente a sí por ejemplo en el caso de mujeres viudas, solte-
mismo décadas atrás. ras o divorciadas, quienes encuentran dificulta-
Por tales razones si no se ha contado des incluso para su verbalización por el temor
históricamente con la elaboración particular al estigma, la culpa y el rechazo.
de recursos psicológicos para enfrentar de L os diferentes autores ( Ma ster y
forma equilibrada tales procesos del enveje- Johnson, 1978; Salvarezza, 1988; Aducci,
cimiento y la sexualidad, esta (la sexualidad), 1988) tienden a señalar de igual manera cómo
74 Gustavo Garita Sánchez

muchas mujeres llegada la menopausia asu- … los temores que rodean la meno-
men el fin de su sexualidad por no haber reci- pausia son más fuertes en las mujeres
bido una adecuada formación sexual y como premenopáusicas que en aquellas que
consecuencia de actitudes históricas de indi- han completado ya el ciclo menopáusi-
ferencia por parte de su pareja ante su escaso co, lo cual plantea la posibilidad de que
conocimiento y experiencia, bajo comporta- la incomodidad y las desventajas de la
mientos orientados hacia su sola satisfacción menopausia, se exageren en la mente de
—la de ellos— y asumiéndolas —a ellas— quienes no han pasado por ella (pág. 25).
como simple objeto sexual. También al con-
siderarse la menopausia como imposibilidad Del mismo modo Neugarten citada por
Salvarezza (1988), insiste en que “... la mayoría
para procrear se promueve que la sexualidad
de las mujeres experimentan problemas míni-
pierda sentido para algunas mujeres, en con-
mos, pero como están condicionadas por expec-
junción con las creencias y las fantasías per-
tativas culturales en contra, es muy frecuente
secutorias que con respecto al proceso meno- que presenten reacciones psicológicas adversas”
páusico, han sido transmitidas por la sociedad. (pág. 153. El destacado se ha añadido).
Empero, la menopausia brinda la opor- Asimismo, Master y Johnson indican que:
tunidad de excluir la preocupación por el
embarazo, lo que podría ser una ventaja para Es cada vez más evidente que la psiquis
aprender a disfrutar. En este sentido Mas- tiene parte igual, si no mayor, que el
ter y Johnson (1978), señalan con base en desajuste endocrino en la determina-
Kinsey, que las mujeres postmenopáusicas ción de la conducta sexual de la mujer
cuando jóvenes experimentaron un matrimo- postmenopausica. Si los factores endo-
nio satisfactorio y estimulante continúan en crinos fueran los únicos responsables
los años de la menopausia y posteriormente, de la conducta sexual... la respuesta a la
con una actividad sexual con poca o ninguna disminución o falta de hormonas sería
interrupción. Se tiende a argumentar para- relativamente uniforme (1978, pág. 216.
lelamente (Master y Johnson, 1978; Butler y El destacado se ha añadido).
Lewis, 1988), que las molestias presentadas
por la menopausia son leves en la mayoría de En este sentido Salvarezza (1988), subraya
las mujeres, a pesar de las creencias existentes que los desórdenes neuróticos son los que subya-
en relación con las graves consecuencias que cen en la mayoría de los trastornos menopaúsi-
en términos de la salud general de las mujeres cos, que muchas veces terminan ‘alejando’ a las
puede acarrear, como acerca del cese de la acti- mujeres de la sexualidad. Problemas neuróticos
vidad sexual y el placer. Al respecto, Villarreal que según él han pautado la vida de la mujer con
(1999), cita diferentes autoras (como: Reitz; anterioridad a este período, por lo que la falta de
la colectiva del libro de salud de las mujeres; sensación de bienestar y los trastornos físicos sólo
Thiriet y Képés; Greenwood; Greer; Sheehy; contribuyen a aumentar y reactivar. Del mismo
Laurence Weinhouse; entre otras) para sos- modo Butler y Lewis (1988), argumentan que:
tener cómo en el abordaje de la menopausia
ha existido una perspectiva médico-biologista Con excepción de los efectos de la desa-
que asume la menopausia como enfermedad parición del estrógeno después de la
que debe ser curada, perspectiva que comienza menopausia, los cambios que acompa-
a ser desplazada por un enfoque que redime ñan al envejecimiento, interfieren poco
lo social y lo cultural, presentando el proceso en la capacidad sexual femenina... La
menopáusico como un cambio natural estig- declinación del interés sexual en las
matizado por la cultura patriarcal. mujeres a medida que envejecen, parece
En este mismo sentido, Butler y Lewis tener origen más en un reflejo psico-
(1988), señalan de acuerdo con los estudios lógico de defensa o protección, que en
realizados por Neugarten en la Universidad de una causa fisiológica (págs. 29 y 30. El
Chicago, que: destacado se ha añadido).
Envejecimiento y sexualidad 75

No obstante, es imperativo señalar que a ella misma como responsable, llegándose a


los problemas neuróticos —que pueden subya- sentir culpable.
cer a algunos de los problemas menopaúsicos Retomando nuevamente a Chodorow
y a las formas de asumir la sexualidad al enve- (1984), es posible establecer en esta línea algu-
jecer en algunas mujeres— obedecen a una nas extrapolaciones posibles. Ella explica cómo
historia personal, social y cultural, en la que los hombres al defenderse contra las amenazas
la mujer no sólo ha sido objeto de represión que les plantea el amor al haberse entrenado
de su sexualidad sino que en un nivel general para la masculinidad en la represión de las nece-
como persona —en sus diferentes ámbitos sidades afectivas relacionales, podrían resultar a
vitales— ha sido objeto también de abuso y menudo intolerantes y devaluadores de quienes
marginación en —y de parte de— una socie- manifiesten necesidades de amor, en un intento
dad falocéntrica, de manera especial, desde las de negar sus propias necesidades, considerando
formaciones sociales de principios del siglo XX difícil y por tanto de riesgo encarar los reque-
para las actuales mujeres ancianas. Así pues, al rimientos emocionales provenientes por parte
plantearse y reconocerse la importancia de los de las mujeres. Resulta de esto en la práctica
problemas neuróticos como base de muchas de según Chodorow (1984), una colusión mascu-
las dificultades para el disfrute de la sexualidad lina para mantener distancia de lo afectivo de
en la mujer menopáusica y posmenopáusica, no todas ellas. Mientras que, en las mujeres, al
debe olvidarse ni excluirse de ninguna manera haberse promovido el desarrollo a través de los
el reconocimiento y la denuncia paralela —en demás en relaciones afectivas particularizadas
especial desde una posición científica críti- especialmente en la vida familiar, se refuerzan e
ca— de la responsabilidad social e histórica de idealizan los roles concernientes al de esposa y
su mismo sufrimiento neurótico. madre, dirigiéndose exigencias contradictorias
Por estas razones debe añadirse a la como el de pasividad y dependencia en relación
evidencia y experiencia subjetiva, la enorme con los hombres y el de actividad e independen-
influencia social negativa sobre la asunción de cia en relación con los y las menores.
la sexualidad en la mujer en general y como De ahí que con poca extrañeza podría
reflejo histórico en la mujer anciana y de observarse el que una mujer anciana frente a
mediana edad en particular, pues si bien es su compañero anciano con dificultades para
cierto tal y como señala Salvarezza (1988), que la aceptación de los cambios fisiológicos en
la mujer al envejecer presenta menos dificultad su sexualidad, ensimismado, con distancia y
en la respuesta sexual fisiológica que el hombre defensas variadas hacia la comprensión de esos
(erección lentificada y difícil de alcanzar), sien- cambios como distante hacia la interacción, la
do por lo tanto más estable biológicamente, su cercanía y el diálogo con ella como producto de
desventaja social es de una magnitud mayor. sus dificultades frente a la sexualidad —la de
Blasco dice por ejemplo que “la condena del él— se dijera a sí misma, de modo consciente
goce femenino aparece sin máscaras en esta o inconsciente que: “si ya a él ya no le funcio-
etapa que evidencia una sexualidad sólo para na ni quiere nada ahora en la vejez, porque
el placer, sin el justificativo de la maternidad” yo, una mujer y abuela, va a querer algo de la
(1998, pág.2). sexualidad”, sumándose a los roles de esposa y
Blasco (1998) señala asimismo, que la madre el de abuela asexual, en una actitud de
mayoría de las mujeres en la perimenopausia solidaridad e identificación frente a la sexuali-
al observar angustiada una demora en la erec- dad ‘debilitada’ de su viejo compañero. Por su
ción del compañero, considera que ella ya no lo parte, Chodorow (1984), expone que:
excita como antes, que tiene problemas con su
marido o su pareja y además, insegura con ella Las mujeres no han reprimido sus nece-
misma, busca eludir los juegos previos teme- sidades afectivas. Siguen deseando amor
rosa de mostrarse ante él. Lo que entonces y confirmación narcisista y pueden estar
corresponde a un cambio natural y fisiológico muy dispuestas a ignorar las limitacio-
en el cuerpo del hombre la lleva a endosárselo nes de su amante o marido masculino
76 Gustavo Garita Sánchez

a cambio de demostraciones de amor y las reacciones y formas particulares, de asumir


cuidado. Esto las puede llevar (entonces) y hacer, frente a la sexualidad en el envejecer
a la negación de pulsiones eróticas y en cada persona después de la mediana edad.
agresivas más inmediatas (pág. 289).

Es claro entonces como a la mujer enve- 4.3. LA SEXUALIDAD EN EL ENVEJECIMIENTO COMO


jecida la sociedad le exige con mayor vehemen- PRODUCCIÓN Y NO SOLO COMO PROHIBICIÓN
SOCIOCULTURAL Y PERSONAL AL MISMO
cia su asexualidad. Su sexualidad es cosa del TIEMPO
pasado, como lo es ahora su imposibilidad para
engendrar. En medio de la trama referida a la socie-
Blasco (1998), cita magníficamente a la dad y la cultura occidental no dejan de sacar
psicoanalista Marie Langer al expresar con cla- provecho frente a semejantes configuraciones
ridad, que: “Es tan difícil no ser ‘ridícula’ en esta de negación y rechazo ya no sólo por su par-
etapa, en que todos esperan una conducta de ticipación en sus roles como cómplices en su
‘bella dama digna’, cuando la mujer está llena de causación prohibitiva, en conjunción con fac-
deseos de ‘vieja dama indigna’, según los valores tores neuróticos-personales, sino además en la
de nuestra cultura (y sociedad)” (pág. 4). inversión para su mantenimiento efectivo por
Dinámicas represoras en las que al final medio de su ya establecida significación.
ambos géneros salen perdiendo. Tanto para Se trataría por consiguiente de resaltar
el hombre como para la mujer después de ahora no solo la sexualidad respecto a su ver-
la mediana edad los estigmas y expectativas sión negativa en su vinculación con la prohi-
sociales se presentan como camino cuesta arri- bición sino fundamentalmente con la positiva
ba, para poder asumir el goce de su sexualidad, como producción (Foucault, 1999). Cabrían
lo que se encuentra al mismo tiempo ligado, aquí algunas interrogantes: ¿Qué se produce o
como ya ha sido expuesto, con la consecuente cuáles son las posibles ganancias —sociocultu-
reactualización de procesos neuróticos desde lo rales— con respecto a la relación actual entre
personal, y el reforzamiento de la descalifica- envejecimiento y sexualidad? ¿Cuáles serán los
ción continuada desde lo sociocultural. réditos más allá de las prohibiciones concretas
En relación con esto Aducci (1987), seña- de las propias personas viejas (cosa que ya es
la que: bastante)? ¿Cuál sería la función sociocultural
de tal dinámica descalificadora? ¿Por qué?
... casi todos los autores coinciden en que Sin ánimo de respuestas absolutas es
existe una correlación entre la intensidad posible comprender cómo la sexualidad des-
de la vida sexual en la vejez y la de épo- pués de la mediana edad y de modo especial
cas anteriores, habiéndose podido verifi- durante la vejez, al verse no disminuida sino
car que una vida sexual particularmente arremetida cual ataque terrorista por todos los
intensa durante la juventud, se presenta a flancos posibles, coadyuva en la producción
menudo como antecedente de una prolon- de imágenes y roles asexuales, que fortalecen
gación de la vida sexual en la senescencia, cual proceso catalizador (he aquí lo productivo
y estrechamente vinculada a la represión y positivo para la hegemonía sociocultural),
infanto-juvenil (1987, págs. 189-190). de diferentes mecanismos de poder, opresión,
explotación y producción en otros ámbitos
Es posible afirmar de modo consecuente vitales, y no sólo para los que sirven de actores
cómo el destino de la sexualidad en la vejez y en escena (es decir para los y las que están en
en la mediana edad, no la determina la biología la vejez o la mediana edad). La asexualidad en
sino la dialéctica existente entre la naturaleza esta época como ejemplarizante y alecciona-
interna y externa en los ámbitos histórico- dora para otras edades, lugares y ‘matrices’,
social. Es en su dinámica psicológica en inte- como la familia, la juventud, la vida adulta, la
racción con las condiciones socioculturales infancia, la escuela, el trabajo, la responsabili-
como puede adentrarse en la comprensión de dad y el deber.
Envejecimiento y sexualidad 77

Si para todos y todas en la familia y la deseante por el parque con su nuevo novio o
comunidad los viejos ya no pueden, ya no sir- amante, mientras en casa esperan su tejido,
ven —¡por eso se jubilan por supuesto!, ¡ya sus nietos, o sus hijos que esperan el cuido y la
jugaron tanto! — y ya impotentes solo esperan atención de los primeros.
fallecer, se favorece la confirmación y el fortale- Dinámica en la que se amalgaman
cimiento en todas las personas y no solo en las aspectos propios del desarrollo cultural de la
que se hayan cercanas o de hecho en la vejez, sociedad occidental patriarcal, estigmatizado-
de ideas, fantasías, creencias y/o ideologías de ra a su vez de la vejez y del proceso del enve-
lo verdaderamente intrascendente, superfluo y jecer en sus conexiones específicas además
pasajero, puro efímero y vulgar placer. Placeres con el desarrollo psicosexual y subjetivo en
y éxtasis en escisión de los que constituyen particular.
verdaderos y trascendentales sentidos y valores Al respecto es válido resaltar como
—desde la lógica amparada en la prohibición Chodorow (1984) retomando a Parsons, expone
como en la producción—. cómo la familia contemporánea orientada hacia
Situaciones y momentos como las juve- el éxito o logro generalizado y no hacia objeti-
niles y pueriles preocupaciones por el sexo, el vos y pautas interiorizadas, crea personalidades
autoerotismo, el hacer el amor, el amor mismo, ‘que se han convertido en un recurso fluido de
el placer de los cuerpos deseantes y amantes, las funciones sociales’. Del mismo modo verbi-
por aspectos certera y ‘efectivamente’ signi- gracia, una sociedad globalizada en perspectiva
ficativos, duraderos y válidos para el depósito económica neoliberal.
de la energía vital en ámbitos como el trabajo Todo, apuntando al engranaje en lo que
—¿alienado?— o el cumplimiento de lo debi- socialmente corresponde, no en la búsqueda de
do en la vida —desde la moral hegemónica y cómo seguir deseando, de cómo seguir siendo
social como también desde lo religioso—. Pro- buenos o buenas amantes o cómo aprender a
ducir, cumplir, obedecer y al final con resig- serlo en la vejez, en exclusión de la pregunta
nación, pasividad y regocijo (en paz y en una por el deseo, su específica historicidad o rela-
silla mecedora ¡por su puesto!), esperar el fin ción consigo mismo y su cuidado, sino con lo
de la vejez y la sexualidad, casi de la muerte masivamente externo y estandarizado.
en la vida misma de acuerdo con los actuales No obstante, a pesar de la sexualidad
procesos de exclusión a través del fenómeno del como prohibición o como producción, es posi-
viejismo. Trabajar, casarse, criar hijos, cuidar- ble continuar con el deseo de desear; capaces a
los, vigilarlos, ganar dinero, tener, producir, y pesar de todos los obstáculos de oponer resis-
si queda tiempo… hacer el amor, ¿no lo con- tencias activas y creadoras, en la construcción
firman acaso los propios viejos en su tranquila, por una expresión más libre de la sexualidad al
natural y para nada sorprendente asexualidad? envejecer.
De ahí la defensa consciente o inconsciente de
los roles socialmente aguardados para las per-
sonas ancianas en su asexualidad. CONSIDERACIONES FINALES
Conformándose de ese modo la enorme
importancia de la figura sociocultural de la Como producto del proceso de envejeci-
abuela cuida niños, cocinera, hace galletas, miento se desarrollan una serie de cambios obje-
tejedora, comprensiva, suavecita y delicada, tivos y medibles en la fisiología sexual, que per-
del abuelo cuenta cuentos, hace mandados, miten comprender y esperar que la experiencia
consejero, no del abuelo o de la abuela como genital presente variaciones en cuanto a tiempo
amantes, como viejos deseantes que hacen el de reacción y a la frecuencia. Esto, sin embargo,
amor, del mismo modo como aquellos que jue- no implica en absoluto el abandono de la activi-
gan, disfrutan y se entregan al amor y al placer dad sexual genital y mucho menos del disfrute
en su período de mediana edad. Sería realmen- de la sexualidad en general, pues las variaciones
te horroroso para los cuentos de hadas pensar fisiológicas tienen una influencia parcial pero no
en una abuela que se pasea despreocupada y total sobre la capacidad de respuesta.
78 Gustavo Garita Sánchez

No obstante es en esta vertiente donde para las formas en las que se asumirá y experi-
pueden encontrarse las mayores confusio- mentará la sexualidad en la vejez. Importa por
nes, temores, creencias y fantasías persecu- lo tanto el desciframiento y la elaboración de
torias en relación con la sexualidad de las los significados particulares de su vivencia en
personas en el proceso del envejecimiento, lo cada persona al envejecer.
que obedece por un lado a desinformación,
concepciones erradas, parciales, naturalistas,
biológicas, mórbidas y productoras con res- BIBLIOGRAFÍA
pecto al envejecimiento y la sexualidad, como
a aspectos ideológicos de rechazo y a factores Adduci, Eduardo (1987). Psicoanálisis de la
inconscientes afectivos propios de la historia vejez. Buenos Aires, Argentina. Ediciones
personal. Kargieman.
Es claro en todo ello cómo los énfasis
socioculturales y los significados personales se Anzola Pérez, Elías (1988). Programa regio-
convierten en condicionantes para una tenden- nal de salud de los ancianos, situa-
cia prejuiciosa, represiva y descalificadora en ción actual y perspectivas. Documento
torno a las relaciones posibles entre sexualidad presentado en la Conferencia “Aging,
y envejecimiento, lo que lleva a contemplar Demography and Well-Being in Latin
que si tanto las personas viejas como las jóve- America”. Gainsville, Fla., EE.UU., 23-25
nes se rigen bajo el principio excluyente de de febrero de 1988.
envejecimiento y sexualidad, efectivamente se
tenderá a responder en consecuencia con tales (1985 ) . “El envejecimiento en
postulados. Lo que convierte a estos factores América Latina y el Caribe”. En: Hacia
—psicológicos y socioculturales— en determi- el bienestar de los ancianos. Publicación
nantes de las respuestas particulares más que científica nro. 492. Washington, DC .
los factores fisiológicos que —aunque impor- Organización Panamericana de la Salud.
tantes— se convierten en desencadenantes o
confirmadores de los primeros. Blasco, Sonia (1998). Temas de Psicogeron-
Esto apuntaría hacia la importancia que tología II. Programa de Seminarios por
desempeñan las motivaciones especialmente Internet. Psiconet. http://psiconet.com/
inconscientes aunadas a factores provenientes seminarios.
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formas de asumir y experimentar la sexuali- Butler, Robert y Lewis, Miran (1988). Amor y
dad en esos períodos de la vida por cuanto los sexualidad después de los 40. Barcelona.
cambios fisiológicos debidos al paso de los años Editorial Martínez Roca.
como ha quedado establecido, no son de mane-
ra alguna por sí solos incapacitantes, impul-
sando a adentrarse en el mundo de la subjeti- Chodorow, Nancy (1984). El ejercicio de la
maternidad. Psicoanálisis y sociología
vidad, la biografía y lo particular. Reducir de
de la maternidad y paternidad en la
tal manera sexualidad y envejecimiento a diná-
crianza de los hijos. (Primera edición).
micas fisiológicas sería perpetuar la mistifica-
Barcelona, España: Editorial Gedisa SA.
ción, intentando arrancar y anular en el sujeto
aspectos propios de su intrínseca constitución
como producto de nexos de sentido que hacen Cloria, Clara (1992). El sexo oculto del dinero.
y construyen su vida desde épocas anteriores, Formas de la dependencia femenina.
desde siempre en su subjetividad. México. Ed. Piadós.
Así la neurosis particular y por lo tanto
los conflictos inconscientes no resueltos que Foucault, Michel (1999). Estética, ética y her-
han acompañado al sujeto desde viejas décadas menéutica. Obras esenciales Volumen
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Envejecimiento y sexualidad 79

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