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Funciones Ejecutivas
Concepto
Resistir la interferencia del medio, evitando las distracciones por estímulos de poca
relevancia.
Las funciones ejecutivas nos diferencian de otras especies animales, que reaccionan
de manera automática a los estímulos ambientales presentes. El ser humano, por el
contrario, dispone de estas habilidades cognitivas para resolver situaciones complejas,
novedosas o no familiares, cuando las conductas habituales no nos resultan útiles o
apropiadas y no sabemos exactamente qué hacer y cómo hacer para lograr nuestro
propósito. Es entonces, cuando las funciones ejecutivas actúan y nos ayudan a elegir y
planificar la conducta más adecuada.
Los estudios de neuroimagen, por ejemplo, proporcionan evidencias que apoyan las
múltiples facetas de la naturaleza de las Funciones ejecutivas; también, nos muestran que
diferentes componentes de las Funciones ejecutivas están relacionados con diferentes
partes de la corteza prefrontal, por ejemplo: (a) la habilidad para mantener la información
en la memoria de trabajo ha sido relacionada con la zona lateral de la corteza prefrontal
(Narayanan, Prabhakaran, Bunge, Christoff, Fine y Gabrieli, 2005) citado por (Herrera,
2010); (b) la flexibilidad ha sido relacionado con la zona medial de la corteza prefrontal
(Crone, Wendelken, Donohue y Bunge, 2005); (c) finalmente, la habilidad de inhibición
de respuestas ha sido relacionada con la corteza orbitofrontal (Aron, Robbins y Poldrack,
2004) y con otras estructuras –evitando una postura localizacioncita– (Krämera,
Solbakkb, Funderudb, Løvstadc, Endestad y Knight, 2013) citado por (Gonzales Osornio,
2015).
No podemos olvidar que las tareas o pruebas para evaluar las Funciones ejecutivas,
en ocasiones, son «medidas impuras», es decir, con un simple indicador se pretende
evaluar un constructo, por ejemplo, la memoria de trabajo se ha evaluado
tradicionalmente con la prueba de dígitos de las escalas de Wechsler. Esto puede
conllevar a errores, ya que con un sólo indicador (por ejemplo, memoria de trabajo) no es
posible obtener evidencias suficientes del nivel de desarrollo de las Funciones ejecutivas.
Miyake et al. (2000) proponen una vía para solucionar el problema de la «impurinidad»
de las tareas, adoptando un acercamiento a las variables latentes, consistente en extraer la
varianza común a dichas tareas. El acercamiento de la variable latente minimiza el
problema de la impuridad de las tareas, y es además, especialmente útil en los estudios de
desarrollo (Nunally y Bernstein, 1994). En la Figura 2 presentamos los tres factores
latentes y los diferentes instrumentos que fueron aplicados y que han permitido la
extracción de los mismos.
Pero es a Lezak (1989) citado por (Gonzales Osornio, 2015), como ya hemos
comentado, a quien se debe el concepto de función ejecutiva del cerebro: planificación,
programación, regulación, y verificación de la conducta intencional: “las funciones
ejecutivas comprenden las capacidades mentales necesarias para formular metas,
planificar la manera de lograrla y llevar adelante ese plan de manera eficaz”. Son por
tanto las capacidades que permiten llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y
socialmente aceptada .
Es el caso de la imitación, que aparece alrededor de los nueve meses de vida como
resultado del desa rrollo de las dos tareas ejecutivas mencionadas anteriormente, permiten
al niño refinar sus movimientos voluntarios por medio de la observación y práctica de los
movimientos realizados por otros. Su autorregulación sólo comenzará a darse alrededor
de los dos años de edad, momento en el que comienza a organizar sus acciones de acuerdo
con las instrucciones verbales del adulto, pero que solamente realizará, apropiadamente,
hacia los cuatro años de edad. La mediación verbal de otros sociales y la capacidad del
niño/a para comprender esta mediación también favorece el desarrollo de la inhibición y
memoria de trabajo. Particularmente, mejora la capacidad inhibitoria, al permitirle al niño
controlar su impulsividad ante tareas sencillas.
Algunos estudios han evidenciado que, a los dos años de edad, los niños presentan
dificultades en el empleo de pares de reglas arbitrarias para clasificar distintos objetos
(Ej. clasificar objetos que hacen ruido vs. objetos silenciosos) (Garon, Bryson & Smith,
2008). Asimismo, los niños de dicha edad tienden a perseverar en tales tareas en el uso
de uno de los criterios de clasificación. Posteriormente, próximo a los 3 años de edad, los
infantes adquieren la capacidad de representar y utilizar pares de reglas contrastándolas
entre sí (Zelazo, Craik, & Booth, 2004). No obstante, dichos niños presentan dificultades
a la hora de tener que alternar en el uso de pares de reglas incompatibles (Zelazo, 2003).
Finalmente, entre los 4 y los 5 años de edad, la capacidad de alternar entre el uso de reglas
contradictorias mejora considerablemente.
En congruencia con lo mencionado anteriormente, Carlson (2005)citado por (Gonzales
Osornio, 2015) ha hallado que la capacidad de los niños de responder a tareas que
implican el uso de reglas abstractas o descontextualizadas mejora considerablemente
durante el transcurso de los 3 a los 5 años de edad. Asimismo, Hongwanishkul, Happaney,
Lee y Zelazo (2005) citado por (Jorge Colombo, Sebastian Lipina, 2005) han evidenciado
que la performance de los niños en tareas con tales demandas mejora durante el transcurso
de los 4 y los 5 años de edad. Finalmente, tales hallazgos están en sintonía con los
resultados de investigaciones anteriores.
Control inhibitorio
La inhibición o control inhibitorio podría definirse como la capacidad del ser humano
para inhibir o controlar las respuestas impulsivas (o automáticas), y generar respuestas
mediadas por la atención y el razonamiento. Esta habilidad cognitiva forma parte de las
Funciones Ejecutivas y contribuye a la anticipación, planificación y al establecimiento de
metas. La inhibición o control inhibitorio pone freno al comportamiento y detiene las
reacciones automáticas inapropiadas, cambiándolas por una respuesta más razonada y
más adaptada a la situación.
Nivel motor: hay un descontrol en de la conducta motora, por tanto se manifiesta con
hiperactividad. Por ejemplo, cuando un niño está en clase y no puede evitar levantarse
todo el rato porque está cansado de estar sentado.
El cuestionario puede ser respondido por los padres y por los profesores del niño,
quienes indicarán la frecuencia con que determinados comportamientos del niño resultan
problemáticos.