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Cifras y tasas de crecimiento

Los aspectos de la dinámica de la población

Pocos temas han suscitado más controversia política, social y moral que éste de
la población, aunque hasta el presente se han emprendido pocas acciones
vigorosas.

Los responsables políticos mundiales expresan sus profundas preocupaciones por


la demografía, pero los escasos resultados de estas preocupaciones demuestran
que las cuestiones de la población probablemente están afectadas por factores
más complejos. De facto, los problemas de población no se resolverán
afrontándolos aisladamente. Ésta se ha convertido, en el sentido auténtico del
término, en factor estratégico de las políticas nacionales e internacionales. Por
revestir el desarrollo de la transición demográfica un significado tan importante
para el futuro, es útil indudablemente comenzar por describir la evolución de la
población y encarar sus futuras tendencias.

La población comenzó a aumentar como consecuencia de la Revolución agrícola,


aunque este movimiento quedó interrumpido en diversas ocasiones debido a
hambrunas, epidemias, guerras o a la desaparición de ciertas civilizaciones. En
torno a 1750, la población mundial era de 700 millones de personas1.

En los siglos XVIII y XIX, en algunos países europeos y en América del Norte,
la Revolución industrial aceleró el ritmo de crecimiento demográfico,
atemperado, sin embargo, por tasas elevadas de mortalidad, que por otra parte
aumentaron como resultado de la transición de la civilización agraria a la
civilización industrial. Fue necesario un siglo -de 1830 a 1930- para que la
población pasara de 1.000 a 2.000 millones.

La mortalidad en los países en desarrollo comenzó a descender rápidamente


después de la segunda guerra mundial, al mismo tiempo que las poblaciones
continuaban su crecimiento como consecuencia de los progresos de la
industrialización, asociados a los de la medicina y de la higiene. Sin embargo la
tendencia general ha sido irregular por cuatro razones

 diversidad en el tipo y amplitud de la industrialización;


 disparidades en la oferta de servicios como la sanidad y la educación;
 diversidad de las características demográficas, por ejemplo en la
importancia del grupo de edad apto para la reproducción;
 influencia de las tradiciones.
Después de una lenta disminución, la tasa de mortalidad se estableció en un 2,1%
en 1990.

En los países industrializados, el crecimiento de la población rápidamente se hizo


más lento. Su tasa de aumento anual que había sido del 1,2% entre 1950 y 1980,
cayó al 0,6% en 1990.

La época más rápida del crecimiento ha coincidido con progresos rápidos de la


tecnología, de la medicina, de la educación y del bienestar material. La renta real
media en los países en desarrollo, calculada en dólares constantes según la
paridad del poder de compra, casi se ha triplicado entre 1960 (950 dólares) y
1991 (2.730 dólares). Este crecimiento ha sido sustancial en todas las regiones,
excepto África y el sur de Asia2 (la paridad del poder de compra trata de
comparar las cantidades necesarias en diferentes ambientes económicos para
comprar el mismo producto o servicio; probablemente es el modo más equitativo
de comparación entre monedas). En lo que respecta a la salud, la esperanza de
vida en el nacimiento en los países en desarrollo ha pasado de 46 años en 1969 a
63 años en 1992; esta última cifra está todavía lejos de la media de 76 años en las
naciones industriales.3 En el campo de la educación se han conseguido
igualmente mejoras espectaculares: la disminución del número de analfabetos ha
coincidido con los avances en la asistencia a las escuelas primarias y
secundarias4.

A pesar de la impresión popular de que existe una explosión acelerada, la tasa de


crecimiento de la población en el conjunto del mundo ha superado su apogeo,
alcanzado hace unos treinta años (1965-1970), cuando era superior al 2% anual.
Durante el período 1990-95 ha disminuido hasta el 1,54% anual. El gráfico 1 - 1
describe esta evolución.

Gráfico 1-1:Evolución de la curva de población por decenios en números


absolutos y tasa de crecimiento por decenios. La tasa de crecimiento alcanzó
su apogeo hacia 1965

n cifras absolutas, la población mundial ha pasado de 3.700 millones en 1970 a


5.700 millones en 1995: 2.000 millones más en sólo veinticinco años. Así, una
tasa de crecimiento más débil se traduce, sin embargo en cifras absolutas más
elevadas; este "impulso" demográfico se va a hacer sentir durante varios decenios
todavía, porque ya han nacido los padres de mañana. Puede preverse que en
cifras absolutas, el aumento anual medio alcance, de aquí al año 2.000, un
máximo histórico de 88 millones de media anual. Estamos ante el equivalente de
diez nuevas Suecias cada año o una América Latina cada cinco años5.
En el plano demográfico, una aproximación realista supone el examen de
numerosos escenarios posibles. La División de la población de la ONU ha
elaborado predicciones fundadas en hipótesis diferentes referidas en especial a la
evolución de la fertilidad femenina en el futuro.

Tomando como base las tendencias actuales, el escenario más plausible es


probablemente la proyección mediana, según la cual la población mundial
llegaría a 9.800 millones de personas en el año 2050 (véase gráfico 1-2). Esta
proyección se apoya en la hipótesis central, según la cual la fertilidad femenina
que en 1995 tenía una media de cerca de 3,1 hijos por mujer, descenderá hasta el
nivel de reposición de generaciones (2,1 hijos) en el 2040. La estabilización de la
población mundial sobre una meseta de 11.000 millones exigirá un siglo más,
hasta el año 2150

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