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La función jurisdiccional

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asumida total o parcialmente por los otros poderes; y del art. 109 de la Cons-
titución que prohíbe al presidente de la República ejercer en ningún caso
funciones judiciales o arrogarse el conocimiento de las causas pendientes o
restablecer las fenecidas.
Por eso, la caracterización de la función jurisdiccional frente a las otras
funciones estatales, mostrando lo que a ella la distingue dentro del conjunto
de funciones del Estado, lejos de constituir bizantinismo jurídico tiene ex-
traordinaria importancia.
Para la delimitación entre las funciones del Estado solamente sirve el
criterio sustancial, entendiéndose como sustancia el contenido o los efectos
jurídicos de los actos que cada una de ellas produce, independientemente
del órgano que lo lleva a cabo (criterio orgánico) y de la forma en la cual es
realizada (criterio formal).
Adoptar el criterio orgánico significa llamar función legislativa a toda
aquella que proviene de los órganos legislativos, función jurisdiccional a
toda la cumplida por los órganos judiciales y administrativa a toda la reali-
zada por el ejecutivo. Esto un juego de palabras, o una explicación a poste-
riori y lo que precisamos es una caracterización apriorística, para ser utili-
zable cada vez que se quiera distribuir funciones entre los diversos poderes.
Y a su turno, adoptar un criterio de distinción basado en las diversas
formas que exteriormente revisten los actos de las tres funciones (criterio
formal) tampoco puede servirnos, pues si bien de común cada una de ellas
adopta un medio propio de expresión —así, la actividad legislativa se exhibe
con los caracteres extrínsecos de la ley formal, mientras que la jurisdiccio-
nal a través de las formas de las sentencias—, a veces ocurre que la forma
que normalmente se adopta para los actos de una cierta función es utilizado
para un acto de una función distinta (verbigracia, la ley de presupuesto, que
tiene forma de ley pero sustancia administrativa).

1. Distinción entre función jurisdiccional y función legislativa


Legislar importa dictar normas generales y en abstracto. General, en
cuanto la ley no se dirige a regular un caso solo sino una serie de casos si-
milares, en número indefinido. En abstracto, en tanto no regula casos con-
cretamente verificados en la realidad, sino considerados en hipótesis como
posibles en el futuro.
Juzgar es aplicar la ley al caso concreto. El juez debe encontrar, dentro
del ordenamiento jurídico, la norma que considere contempla el caso a de-
cidir; debe interpretarla razonablemente como también en consideración a
las nuevas necesidades de la comunidad (4) y cuidar que la norma escogida

 (4)  La Corte Suprema de Justicia de la Nación aportó esa doctrina: Los jueces tienen no sólo
la facultad sino el deber de desarrollar y evolucionar los textos legales en función de los requeri-
mientos del presente. Las leyes no pueden ser interpretadas sólo históricamente, sin consideración a
28 Gladis E. de Midón - Marcelo S. Midón

nos sea en sí (5) o por el resultado que resultará de su aplicación en el con-


creto caso repugnante a la letra o al espíritu de otra de jerarquía superior (6).
Entonces, una función —la legislativa— es innovadora o creativa, gene-
ral y abstracta, en tanto la jurisdiccional es declarativa, concreta y particular.
Por otra parte, la sanción de una ley no impide que otra posterior la de-
rogue, mientras que es propio de la sentencia judicial firme su inmutabili-
dad, y por tanto, salvo casos excepcionalísimos —de cosa juzgada írrita— lo
que fue ya juzgado no puede ser objeto de un nuevo juzgamiento.

2. Distinción entre función jurisdiccional y función


administrativa
Las funciones administrativa y judicial se asemejan en cuanto ambas
aplican las normas generales del legislador. Empero, y aún cuando la cada
vez más compleja actividad administrativa del Estado llevó a que esa acti-
vidad sea desarrollada a veces por dependencias que tienen una infraes-
tructura similar a los de los tribunales judiciales y siguen un procedimiento
parecido al de los procesos judiciales (jueces de falta; tribunales fiscales,
de aduana, departamentos de trabajo, etcétera), las diferencias entre ambas
son esenciales. A saber:
a) En la función administrativa falta el tercero imparcial que tiene la
función jurisdiccional. Cuando un juzgado de faltas resuelve sobre la in-
fracción al tránsito de algún ciudadano el juez de faltas actúa como un ór-
gano de la administración que decide el conflicto de ésta con el administra-
do. Es “juez y parte”, calidades absolutamente incompatibles en la función
jurisdiccional.
De tal modo se dice que la actividad administrativa se desarrolla en for-
ma de autotutela, mientras que la actividad jurisdiccional es heterónoma.
En la administrativa, el propio sujeto decide por sí y para sí el conflicto; en la

las nuevas necesidades de la comunidad, porque toda la ley, por naturaleza, tiene una visión de fu-
turo, está predestinada a recoger y regir hechos posteriores a su sanción (Fallos: 241:291; 313:1513).
Precisamente, porque los jueces no deben ser fugitivos de la realidad, la imprevisión
contractual, la responsabilidad objetiva del riesgo creado, el reajuste de deudas menguadas
por la desvalorización monetaria, el amparo, etc, surgieron por obra y gracia de la labor crea-
tiva pretoriana.
 (5)  Si la norma es en sí inconstitucional corresponde que el juez así lo declare, aún de
oficio.
 (6)  Una sentencia de la Corte Suprema en el caso “Seguir y Dib” (LA LEY, 1981-A, 401) nos
viene bien para ejemplificar: los padres de una niña de 17 años y 8 meses pidieron a la justi-
cia se autorizara una ablación y trasplante de un riñón de su hija que tenía como destinata-
rio a otro hijo, hermanito de la niña donante. El problema radicaba en que una ley (21.541)
prohíbe la ablación de órganos de los menores de 18 años. La Corte valoró las circunstancias
particulares del caso (que la hermana que proveería su riñón estaba muy próxima a cumplir
18 años y tenía suficiente discernimiento) y dio prioridad a la vida y la salud del niño con ca-
rácter urgente.
La función jurisdiccional 29

jurisdiccional, el conflicto es decidido por otro —el juez— y para otros —las
partes—.
b) El acto administrativo admite revisión en la sede judicial, mientras
que los actos jurisdiccionales gozan de la cualidad de la cosa juzgada que
los torna irrevisables.
Por eso la Corte Suprema reconoce validez al funcionamiento de las
estructuras o “tribunales” administrativos pero condicionado a que el
pronunciamiento del organismo admita revisión suficiente en sede judi-
cial (7). De tal manera, la actividad referida no es jurisdiccional pues sus re-
soluciones no tienen virtud de cosa juzgada. Y si por alguna ley se le die-
ra potestad de resolver conflictos sin admitir revisión judicial, ella sería
inconstitucional (8).

IV. Elementos de la función jurisdiccional

Llamamos elementos de la función jurisdiccional a los poderes que la


jurisdicción tiene a su servicio para el cumplimiento de sus fines. Corres-
ponde destacar que ellos no deben confundirse o identificarse con los po-
deres-deberes del juez; ésos son poderes ínsitos en la función jurisdiccional
misma; mientras que estos segundos son atributos que el legislador puede
acordar al juez para el mejor desempeño de su cometido.
Los elementos o poderes de la jurisdicción son los siguientes: a) notio; b)
vocatio; c) coertio); d) iuditium, y e) executio.
a) Notio: Consiste en la potestad del juez de juzgar con “conocimiento de
causa”, vale decir, de formar su convicción con el material de conocimiento
que le suministran las partes y los que él mismo incorpora al proceso.
Poder del órgano jurisdiccional de conocer los términos del conflicto,
los hechos alegados por las partes y las pruebas y elementos de juicio reuni-
dos en el proceso, que como contracara se traduce en el deber de sentenciar
respetando el principio de congruencia.
b) Vocatio: Es el poder de la jurisdicción de convocar a las partes, de ligar-
las a la empresa procesal, sometiéndolas jurídicamente a sus consecuencias.
Vocatio significa en latín invitación, y por este poder de la jurisdicción
no es exigible en el proceso la presencia física de las partes, sino sólo su pre-
sencia jurídica y, aún ésta, limitada tan sólo a la validez de la citación he-
cha al demandado y en su caso del tercero citado. Pues, en rigor, el sujeto
demandante ya queda vinculado jurídicamente al proceso con su propio
requerimiento de tutela jurisdiccional, más que por una invitación del juez
a él.

 (7)  CSJN, Fallos: 251:471; 253:485; causa “Ángel Estrada y Cía. S.A.”, 5/4/2005.
 (8)  CSJN, Fallos: 240:407; 243:448; 245:530; 247:181 y 646; 311:334, 312:2490, entre otros.

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