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14 de febrero de 2010
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R ECONOCIMIENTO - N O C OMERCIAL - L ICENCIAR I GUAL 2.5
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derechos de autor.
1
Agradecimientos
* A mi Señor y Salvador Jesucristo, por darme el privilegio de servirle, y poner en mı́, el deseo
de enseñar su Palabra.
Reconocimientos
A la M.C.: Luz Estela Núñez, por su dedicación en la corrección, y asesorı́a de redacción de
ésta obra, Dios sabrá recompensarle.
2
Dedicado a mi hijo, Aarón Gabriel.
3
Índice general
Introducción 5
1. ¿¡Ciencia en la Biblia!? 7
1.1. Astronomı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1.2. Oceanografı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
1.3. Fı́sica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1.4. Fı́sica Atómica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
1.5. Medicina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
1.6. Biologı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1.7. Botánica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
4
Introducción
Después de toda una vida de estudio, el filósofo británico Herbert Spencer (1820-1903) de-
claró que existen básicamente cinco fundamentos de ciencia: el tiempo, la fuerza, la acción, el
espacio y la materia. Tomó poco para que Spencer se diera cuenta que él simplemente estaba repi-
tiendo lo que habı́a sido escrito por un hombre que vivió algo de 3.000 años antes de él. Moisés, en
Génesis 1:1, habı́a escrito: “En el principio (tiempo) creó (acción) Dios (fuerza) los cielos (espacio)
y la tierra (materia)”.
Desde luego, no hay duda de que los escritores de la Biblia reclamaron inspiración divina para
su trabajo. Pasajes tales como 2 Timoteo 3:16,17; 2 Pedro 1:20,21; y 1 Corintios 2:12,13 documen-
tan tal reclamo satisfactoriamente. La pregunta que permanece para ser respondida entonces llega a
ser: ¿Es esta reclamación cierta o falsa? Si la reclamación es cierta, entonces la Biblia es inspirada
por Dios. Si la reclamación es falsa, se plantean dos opciones en consideración. Primero, podrı́a
ser el caso que los 40 o mas autores que escribieron la Biblia en un periodo mayor de 1600 años
(aproximadamente del 1500 a.C. al 100 d.C.) en tres lenguajes (hebreo, arameo y griego) fueron
engañados. Es decir, ellos realmente pensaron que lo que estaban escribiendo venı́a directamente
de Dios, pero no venı́a. Ellos eran sinceros, pero estaban sinceramente equivocados. O, segundo,
puede ser el caso que los autores eran embusteros. En otras palabras, ellos sabı́an que las palabras
que escribı́an no eran inspiradas por Dios. Ellos mintieron, y lo que escribieron lo hicieron inten-
cionalmente, para perpetrar el más grande engaño que alguna vez ha sido endilgado en las mentes
de los hombres.
¿Cuál de estas dos opciones es correcta? La única manera de determinar la respuesta a esa
pregunta, y resolver la cuestión si la Biblia es inspirada por Dios o no, es examinar la evidencia
que prueba, o desaprueba, la reclamación. En todas las áreas del empeño humano (la filosofı́a, la
5
ciencia, etc.), existen reglas básicas, principios o leyes que gobiernan los procesos del pensamiento.
Por ejemplo, la Ley de la Racionalidad declara que una persona deberı́a escoger solamente aque-
llas conclusiones justificadas por la evidencia adecuada. Al examinar la evidencia que sostiene,
o desacredita, la aseveración de la Biblia en cuanto a su inspiración, existen numerosas vı́as que
pueden ser exploradas. Por ejemplo, serı́a un estudio interesante y provechoso el examinar tales
áreas como la singularidad de la Biblia, su fenomenologı́a interna y externa, su realización proféti-
ca, su precisión histórica o cientı́fica, si tal conocimiento cientı́fico previo está presente “cientos o
miles de años antes que fuera conocido por la mente moderna” jamás serı́a lógico el asumir que
hombres engañados o embusteros podrı́an ser responsables por tal información. En cambio, la Ley
de la Racionalidad demandarı́a que sigamos la evidencia a su conclusión obvia: Dios, a través de
inspiración, proveyó a los autores con tal material. Existen numerosas áreas de la ciencia en las
cuales la Biblia contiene conocimiento previo impresionante, de las que solo se tratarán muestras
breves.
6
Capı́tulo 1
¿¡Ciencia en la Biblia!?
Muchos hombres de ciencia se han ocupado en dedicar sus estudios –entre otras cosas– a negar
la veracidad de Las Escrituras argumentando que éstas se oponen a la ciencia; recordemos que
“ciencia” es el estudio cuantitativo y cualitativo de los fenómenos que ocurrieron, ocurran o puedan
ocurrir, y que puedan ser sometidos a verificación. Pero la mayorı́a –por no decir todos– nunca se
dan cuenta que tienen en la Biblia una fuente inagotable de información cientı́fica actualizada a
pesar de haber sido terminada hace ya casi 2000 años.
El Señor preguntó a Job: ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar
de las tinieblas? (Job 38:19). Se dice que la luz viaja en un “camino” (hebreo derek), que es lite-
ralmente un sendero o carretera recorrida (cf. Génesis 16:7). Por otro lado, se dice de la oscuridad
ser un “lugar” (hebreo maqom), que indica un lugar o un sitio (cf. Génesis 1:9; 28:11). Hasta el
siglo diecisiete, se creı́a que la luz era transmitida instantáneamente. Luego, Sir Isaac Newton sugi-
rió que la luz estaba compuesta de partı́culas pequeñas que viajan en lı́nea recta, Christian Huygens
propuso la teorı́a ondulatoria de la luz, y Olaus Roemer midió la velocidad de la luz como evi-
denciada por su dilación mientras viaja a través del espacio. Ahora los cientı́ficos saben que la luz
7
1.2. OCEANOGRAFÍA CAPÍTULO 1. ¿¡CIENCIA EN LA BIBLIA!?
es una forma de energı́a llamada energı́a radiante, y que ésta viaja en ondas electromagnéticas en
lı́nea recta a la velocidad de 299 792 458 m/s (o aproximadamente 300 000 km/s). ¿Cómo pudo
el autor de Job haber hablado de la luz viajando en un sendero o camino, cuando esa información
no serı́a descubierta hasta varios milenios más tarde?
Los hombres siempre se han ocupado en intentar calcular el número de estrellas en el Universo visi-
ble. En el 150 a.C. aproximadamente, un astrónomo con el nombre de Hiparco declaró que él habı́a
contado las estrellas y encontró que el número era 1.026. Alrededor del 150 d.C., el astrónomo
Ptolomeo contó las estrellas y documentó la cifra en 1.056. En el 1.575 d.C., el astrónomo danés
Tycho Brahé sugirió la cifra de 777. En el 1.600 d.C., el astrónomo alemán quien describió las le-
yes del movimiento planetario, Johannes Kepler, publicó el número de estrellas como siendo 1.005.
Desde luego, hoy en dı́a nosotros sabemos que la cifra es mucho más grande. Por ejemplo, el fa-
llecido astrónomo de la Universidad de Cornell, Carl Sagan, una vez sugirió que más de 25 mil
trillones de estrellas han sido documentadas (25 seguido de 21 ceros), aunque nosotros no estamos
cerca de terminar contando las estrellas en el Universo; no obstante, tanto Génesis 15:5 y Jeremı́as
33:22 señalan que las estrellas de los cielos simplemente son demasiadas numerosas como para ser
contadas. ¿Cómo supieron Moisés y Jeremı́as “mucho tiempo antes que el telescopio y el satélite
alguna vez fueran inventados” lo que hoy sabemos como muy exacto? Las estrellas de los cielos
son literalmente innumerables. ¿Fue esto simplemente una conjetura afortunada de parte de estos
dos autores?
El extiende el norte sobre vacı́o, Cuelga la tierra sobre nada1 . ¿Cómo supo el escritor, que la tie-
rra estaba suspendida en el espacio? y mas aún ¿Como supo que el espacio exterior, es fı́sicamente
el vacı́o, o la nada?
1
Job 26:7
Dios preguntó a Job (38:16), ¿Has entrado hasta las fuentes del mar, o andado en las profun-
didades del abismo? (La Biblia de las Américas LBLA) La palabra hebrea para “profundidades”
(o “zanjas”) hace referencia a lo que está “escondido, y conocido solamente por investigación”.
¿Qué son estas “profundidades” del abismo? (la palabra hebrea para abismo es la palabra para ma-
res u océanos). El hombre, en siglos anteriores, consideró solamente la playa como nada más que
una extensión arenosa poco profunda moviéndose poco a poco de un continente al otro. Luego, en
1873 un grupo de cientı́ficos que trabajaba en el Océano Pacı́fico en el barco británico Challenger
descubrió un “agujero” de más de 5 millas de profundidad. Casi cien años más tarde, en 1960, el
Challenger 2 encontró una zanja de más de 35.840 pies de profundidad (¡más de 6 millas!) dentro
del Océano Pacı́fico. ¿Cómo pudo el escritor del libro de Job, haber sabido que estas “profundida-
des del abismo” existı́an, cuando nosotros no lo descubrimos sino hasta siglos después? ¿Solo otra
conjetura afortunada?
“cosas” es usada en el lenguaje griego para describir lo “más pequeño y diminuto” “lo más elemen-
tal” “las partes más básicas de algo”. Estos versos nos enseñan que “todas las cosas” se mantienen
y se sostienen por el poder inherente puesto en ellas. “De modo que las cosas que se ven fueron
hechas de las cosas que no se veı́an”. En otras palabras, el material del universo, en su estado más
básico realmente no es fı́sico, si no que está compuesto por “cosas invisibles” “cosas que no se
pueden ver”, según otras versiones. Los hombres de “ciencia” del pasado han intentado razonar y
pensaban que las cosas visibles habı́an sido hechas de otras cosas visibles y que estas cosas podı́an
ser explicadas completa y fielmente en términos de leyes mecánicas y otros modelos.
No es hasta recientemente cuando los cientı́ficos se han dado cuenta de que toda la materia se
mantiene unida por atracción (fuerza de cohesión), y por energı́a. O sea por “cosas que no se ven”.
La ciencia cada dı́a descompone más y más el átomo y la tendencia luce presentar el dilema de que
en realidad ¡nada es fı́sico o tangible, si no energı́a!
“Circuncı́dense, pues, la carne de vuestro prepucio.” Génesis 17:11 y 12; éste mandamiento le
fue dado al Pueblo de Dios por varias razones que para el pueblo eran desconocidas, pero no para
Dios. La principal y la que más compete a nuestra presentación es la razón sanitaria o de limpieza.
Una mujer está más propincua a desarrollar cáncer en la cerviz si su esposo no está circuncidado.
3
Ver Daniel 12:4
El problema está en que bacterias escondidas debajo de la piel del hombre pueden ser transmitidas
a la mujer durante las relaciones ı́ntimas. Esto fue establecido recientemente observando a las mu-
jeres judı́as cuyos maridos se encontraban circuncidados contra otras no judı́as cuyos maridos no lo
estaban. Dios dijo a Abraham en Génesis 17:12 que en el octavo dı́a los hebreos recién nacidos va-
rones debı́an ser circuncidados. ¿Por qué el octavo dı́a? En 1935 el catedrático H. Dam propuso el
nombre “Vitamina K” para el factor en los alimentos que ayudaba a prevenir las hemorragias en los
bebés. Ahora nosotros sabemos que la Vitamina K es responsable de la producción de protrombina
por el hı́gado. Si la Vitamina K no está en niveles adecuados, habrá deficiencia de protrombina y
puede ocurrir hemorragia. Sin embargo, es solamente desde el quinto al séptimo dı́a en la vida del
recién nacido varón que la Vitamina K comienza a ser producida (por varias bacterias en el tracto
intestinal). Y, es solamente en el octavo dı́a que el porcentaje de protrombina realmente asciende a
más del 100 % de lo normal. El único dı́a en toda la vida del varón en que el elemento coagulante
de la protrombina está por encima del 100 % es el octavo dı́a. Por tanto, el mejor dı́a para la circun-
cisión es el octavo dı́a. Pero ¿cómo supieron Moisés y Abraham eso en sus dı́as de conocimiento
cientı́fico limitado?
Cuando Moisés enseñó en Levı́tico 17:15 que un animal que ha muerto naturalmente no debe
ser comido, él proveyó a los israelitas con lo que conocemos hoy en dı́a como las regulaciones más
avanzadas de higiene y salud pública. Por ejemplo, en este tiempo y época, es contra la ley llevar a
un animal que ha muerto naturalmente a un matadero para ser preparado para el consumo humano.
Si el animal muriera de rabia, ántrax, o cualquier otra de las numerosas enfermedades zoonóticas,
definitivamente no serı́a aconsejable que los seres humanos consumieran la carne contaminada
resultante. Pero ¿cómo pudo Moisés haber sabido acerca de tales cosas en su tiempo, mucho antes
del advenimiento de los métodos usados para reconocer y diagnosticar enfermedades transmisibles?
En Levı́tico 11 Moisés dio a los israelitas leyes estrictas de higiene, incluyendo las instrucciones
a no comer cerdo (entre otras cosas). ¿Por qué darı́a Moisés tal prohibición? Hoy en dı́a nosotros
podemos a lo menos teorizar en cuanto a su razonamiento. Los cerdos, siendo animales carroñeros,
comen casi cualquier cosa. Consecuentemente, éstos están más propensos a infecciones bacterianas
y parasitarias que otros animales. Uno de los parásitos que los cerdos algunas veces adquieren como
resultado de sus hábitos alimenticios es el organismo Trichinella spiralis?la causa de la enfermedad
conocida como triquinosis. ésta es una enfermedad dolorosa, algunas veces fatal, causada por comer
cerdo medio cocido o crudo que está infestado con el parásito viviente. Nosotros reconocemos que
la prohibición colocada por Moisés era cientı́ficamente correcta. Pero ¿cómo pudo Moisés haber
sabido tal información por sı́ mismo? ¿Simplemente otra conjetura afortunada?
En Hechos 17:25, Pablo declaró que es Dios quien da a todos vida. Por siglos los hombres
han tratado de crear vida a través del proceso de la generación espontánea. Aun después de que
cientı́ficos como Spallanzani, Francesco Redi, Louis Pasteur y otros documentaran que la gene-
ración espontánea es imposible, los evolucionistas todavı́a continuaron tratando para que de esta
manera su teorı́a pudiera ser aceptada como cierta. Sin embargo, hasta la fecha, jamás nadie ha
“creado vida”. Pablo estuvo en lo correcto hace mucho tiempo atrás cuando declaró que solamente
Dios podı́a crear vida. ¿Fue esto simplemente una conjetura afortunada de parte del apóstol?
Pablo también declaró en 1 Corintios 15:39 que hay cuatro tipos de carne: La de los hombres,
la de las bestias, la de los peces, y la de las aves. Hoy en dı́a, incluso los evolucionistas aceptan este
concepto como un hecho de ciencia reconocido. Estas cuatro carnes son ciertamente diferentes en
su composición bioquı́mica. ¿Cómo pudo Pablo, un predicador, haber sabido esto?
Conclusión Los puntos mencionados aquı́ son simplemente una muestra escasa de los muchos
puntos que podrı́an haber sido discutidos. Incluso, no he abordado los varios campos de la arqueo-
logı́a, la biofı́sica, la biologı́a molecular, la geografı́a, etc. Sin embargo, el punto está bien hecho.
Existe conocimiento cientı́fico previo en la Biblia que fue escrito siglos antes de su descubrimiento
y verificación. ¿Cómo pudieron los escritores de la Biblia haber tenido acceso a tal información,
salvo que Dios, quien creó el Universo y todo lo que hay en él, se los dijera? Es irracional e ilógi-
co sugerir que tal presciencia pudiera haber llegado a través de hombres simples, y especialmente
hombres que fueron mentirosos o engañados. Tal posición es indefendible, y no puede ser susten-
tada a la luz de los hechos a la mano. La Biblia es lo que clama ser: “la Palabra Inspirada por
Dios”. ésta es autoritaria, y ha sido dada al hombre para una vida abundante aquı́ (Juan 10:10b),
como también para una vida eterna en el más allá (Juan 3:16). Las evidencias que sustentan sus
afirmaciones son tanto innumerables como irrefutables.
Durante la última parte del siglo XVII, comenzó a desarrollarse en Alemania lo que se cono-
ció con el nombre de escuela de alta crı́tica, que llego a su cenit a mediados del siglo XIX. Los
eruditos literarios de sa época basaron todas sus conclusiones en presuposiciones literarias. Hicie-
ron pedazos la Biblia, y la volvieron a integrar de una manera completamente diferente. Jesucristo
habı́a dicho que si sus seguidores callaban con respecto a la alabanza a ÉL, las piedras mismas
clamarı́an. Cuando los principales eruditos cristianos empezaron a callar y de esa manera a negar
la Biblia, Dios comenzó a cumplir esa profecı́a, y las piedras comenzaron a hablar a gritos.
13
2.1. LA BATALLA DE ABRAHAM CAPÍTULO 2. ¿¡PIEDRAS QUE HABLAN!?
cosas acerca del papel - por ejemplo, su origen -, la ciencia de la arqueologı́a ha descubierto, a
partir de estos detalles, una inmensa riqueza de información con respecto a las Escrituras.
En un tribunal, los abogados frecuentemente hacen a los testigos muchas preguntas detalladas
que no parecen tener relación directa con el asunto que se está ventilando. Con eso intentan esta-
blecer, con toda clase de maneras. corroborativas, si el testigo está diciendo la verdad o mintiendo.
Según un historiador, es imposible establecer una mentira en medio de una historia bien conocida.
A medida que los detalles salen a la luz y quedan confirmados o negados, ası́ la verdad de la his-
toria también queda confirmada o negada. Un erudito sostiene: “Para mı́, la verdad absoluta y los
detalles locales (los cuales no es posible inventarlos cuando están dispersos a lo largo de un perı́odo
histórico que abarca muchos siglos), dan pruebas casi absoluta de la verdad del relato. Esa clase de
prueba es la que tenemos para todas las partes de la Biblia”.
El distinguido erudito y orientalista alemán Julius Wellhausen contaba con abrumadoras cre-
denciales académicas, que hacı́an que la gente pusiera atención a lo que él decı́a. En 1889, este
erudito sometió el capı́tulo 14 de Génesis a un ataque crı́tico. Este capı́tulo relata que “cuatro reyes
de Mesopotamia y Babilonia se trasladaron a Palestina y atacaron aun grupo de cinco reyes de
alrededor del mar Muerto, entre los cuales estaban incluidos los de Sodoma y Gomorra; vencieron
a estos reyes, se llevaron todos sus bienes y a muchos cautivos, entre los cuales estaba un joven
llamado Lot, sobrino de Abraham. Al oı́r esto, Abraham reunió a sus siervos y salió a perseguirlos,
alcanzándolos cerca de Damasco (una jornada muy larga hacia el norte), y se trabó con ellos en
combate. Habiendo derrotado al enemigo, Abraham rescató a Lot, a su familia y todos sus bie-
nes”. Los crı́ticos insistı́an, ante todo, que no existı́a ninguna clase de relación entre Babilonia y
Palestina. En aquellos dı́as, decı́an ellos, los viajes de esa clase eran inauditos, y posiblemente no
hubieran podido ocurrir. Wellhausen declaró: “Que cuatro reyes del golfo Pérsico, ‘en el tiempo de
Abraham’ hubieran hecho una incursión a la penı́nsula sinaı́tica, que en tal ocasión hubieran ataca-
do a cinco reyezuelos del litoral del mar Muerto, y los hubieran llevado prisioneros, y finalmente
que Abraham, acompañado de 318 siervos, hubiera salido a perseguir a los vencedores que se reti-
raban y los hubiera obligado a entregar el botı́n; todos estos incidentes son puras imposibilidades,
que no logran nada de credibilidad por el hecho de que estén colocados en un mundo que ya habı́a
pasado”2 .
Ahora, ese mundo ha vuelto a la luz. Desde sus tumbas y diversos lugares, las voces de los
muertos claman, y aquel mundo de imposibilidad ha cambiado considerablemente. Wellhausen no
fue el único que tuvo tal opinión. El gran crı́tico Theodor Noldeke dijo que la crı́tica habı́a refutado
para siempre la pretensión de la Biblia de ser histórica3 . Sin embargo es precisamente lo que afirma
ser el capı́tulo 14 de Génesis.
Como resultado de amplias excavaciones realizadas en 1890 en las secas arenas de Egipto por
el doctor linders Petrie y otros, ahora sabemos quiénes fueron esos cuatro reyes del golfo Pérsico.
Al hacer la transliteración del semı́tico al babilónico, descubrimos que el rey llamado Amrafel no
es otro que el mismo hombre famoso conocido en la historia secular como Hammurabi. El gran
2
Ibı́d., pag. 134.
3
Ibı́d., pag. 132.
Hammurabi, quien nos legó su código de leyes, y otros tres reyes, descendieron y atacaron a esos
reyes de la zona del mar Muerto. Ahora ha quedado demostrado, fuera de toda duda, que todo esto
es un hecho histórico. Los nombres de estos reyes han sido verificados, como también los sirios en
que acamparon4 .
Cuando el doctor Hugo Winkler fue a la región para excavar en la parte donde se suponı́a que
habı́an vivido los heteos, descubrió más de 40 de las ciudades de ellos, incluso su capital, junto
con un gran número de monumentos que describı́an sus actividades5 . Al comentar sobre el caso del
tratado efectuado entre los heteos y los egipcios, que describe la Biblia, un crı́tico inglés dijo que
no habı́a más posibilidad de que hubiera existido un tratado entre los egipcios y los heteos, que la
que pudiera haber de un tratado entre los ingleses y los indios choctawas de norteamérica. Sin em-
bargo, escrito en la pared de un palacio de una de las ciudades de Egipto que fueron desenterradas,
¡se halló todo el tratado entre los egipcios y los heteos! Numerosas inscripciones babilónicas han
confirmado ahora que los heteos constituyeron una gran superpotencia que estaba localizada entre
Egipto y Babilonia, tan grande que se consideraba que todos los egipcios y los babilonios habı́an
sido tribus de los heteos.
También está la historia de Jericó, Josué libró la batalla de Jericó, pero los crı́ticos decı́an que
eso nunca ocurrió. Simplemente, uno no camina alrededor de una ciudad y con ello logra que sus
4
Ibı́d., pags. 130, 132, 133, 134.
5
Ibı́d., pags. 140, 141.
muros se derrumben. ¿Pero qué descubrió el profesor john Garstang, arqueólogo inglés y autoridad
en lo relativo a la civilización hetea, cuando llegó al sitio de Jericó para efectuar excavaciones?
El declaró: “En cuanto al hecho principal, no queda duda de que los muros se derrumbaron hacia
afuera en forma tan completa, que los atacantes pudieran encaramarse sobre ellos y por encima de
las ruinas entrar en la ciudad”6 . ¿Por qué es tan raro esto? Porque los muros no caen hacia afuera.
Ordinariamente caen hacia adentro, pero en este caso, algún poder superior hizo que cayeran hacia
afuera, como lo dice la Biblia. Los crı́ticos también declaraban que el relato era obviamente fatuo,
por cuanto dice que los israelitas marcharon alrededor de la ciudad siete veces en un dı́a. Uno no
podrı́a caminar alrededor de una ciudad moderna de 100.000 habitantes y darle siete vueltas en un
dı́a. Y a Jericó se la describı́a como una gran ciudad. Pero la investigación de Garstang ofreció un
interesante hecho con respecto a esta ciudad: era más pequeña que los sitios sobre los cuales se
erigen muchas iglesias metropolitanas de gran tamaño. El afamado historiador D. James Kennedy
declaro hace poco: ¡Como yo he estado en Jericó muchas veces, sé que podrı́a caminar alrededor,
de ella siete veces en una mañana y todavı́a jugar una partida de tenis antes del almuerzo!7 . Otra
vez se demostró que los crı́ticos estaban equivocados.
Albright declara: “Hasta hace poco, era costumbre de los historiadores bı́blicos tratar los rela-
tos patriarcales del Génesis como si hubieran sido creaciones artificiales de los escribas israelitas
del tiempo del reino dividido. O tal vez eran leyendas que contaban los rapsodas imaginativos en
torno a las fogatas israelı́es”8 . “Los descubrimientos arqueológicos que se han realizado a partir de
1925 han cambiado todo esto. Aparte de unos pocos intransigentes que hay entre los eruditos más
antiguos, casi no hay ni un historiador bı́blico que no haya quedado impresionado con la rápida
acumulación de datos que apoyan la historicidad sustancial de la tradición patriarcal”9 .
Un artı́culo escrito por uno de estos intransigentes, y que apareció recientemente en el diario
Miami Herald, proclamaba que no habı́a ni un erudito bı́blico que sostuviera que los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron escritos por los autores cuyo nombre llevan. Dijo que todo
erudito sabe esto, y nadie cree que ellos escribieron esos libros. Aparentemente, este hombre habı́a
leı́do un libro escrito por alguien que habı́a, llegado a tal conclusión, la cual estaba en boga en el
siglo XIX, cuando se suponı́a que los Evangelios habı́an sido escritos en el segundo y tercer siglos.
Ahora se han descubierto manuscritos que datan de cien años antes de eso. Sin embargo, los intran-
6
Josh McDowell, Evidencia que exige un veredicto, Editorial Vida, 1982, pag. 71.
7
Why I Believe 1980, pag. 27
8
The Biblical Period from Abraham to Ezra. New York, Harper & Row, 1960.
9
Josh McDowell, Evidencia que exige un veredicto, Editorial Vida, 1982, pag. 70.
10
The Biblical Period from Abraham to Ezra. New York, Harper & Row, 1960.
sigentes aún echan a borbotones conclusiones crı́ticas del siglo XIX que han sido completamente
desacreditados en tiempos recientes. “Muchos arqueólogos han quedado impresionados por lo que
han descubierto”, dice Albright. Varios de ellos no sólo han quedado impresionados, sino que se
han convertido al cristianismo.
Uno de los más notables fue Sir William Ramsay. El era ateo, hijo de ateos; era rico y os-
tentaba el tı́tulo de Doctor en Filosofı́a de la Universidad de Oxford. Entregó su vida entera a la
arqueologı́a, con la determinación de refutar la Biblia. Salió para la Tierra Santa, y decidió refutar
el libro de los Hechos. Después de 25 años o más de trabajo (durante los cuales publicó libro tras
libro), quedó increı́blemente impresionado por la exactitud de Lucas en sus escritos. Finalmente
declaró que Lucas fue exacto, hasta en los más mı́nimos detalles. En su intento de refutar la Biblia,
Sir William Ramsay descubrió centenares de cosas que confirmaban la historicidad del libro de los
Hechos. Finalmente, en uno de sus libros, conmovió a todo el mundo de la crı́tica al declararse
cristiano11 . La autoridad más grande del mundo en lo relativo al libro de los Hechos y a los viajes
del apóstol Pablo, se convirtió por medio de sus excavaciones, como también se han convertido
otros numerosos arqueólogos a través de los siglos.
Dean Farrar, uno de los crı́ticos, dijo: “Belsasar – la historia no sabe nada de tal rey”12 . Si un
historiador secular dice una cosa, y. la Biblia dice otra, obviamente, la Biblia tiene que ser la in-
correcta. Esta presuposición penetra tanto en la mente de los crı́ticos, que es sorprendente cómo
proclaman continuamente tales conclusiones, sin tomar en cuenta lo que revelan los hechos.
En Babilonia también hay una tablilla en la cual uno de los reyes babilonios menciona el go-
zo que sentı́a al leer los escritos de los que vivieron antes del diluvio. Los argumentos según los
cuales ni siquiera existı́a la escritura en el tiempo de Moisés, ahora han sido rechazados con el
conocimiento de que 500 años antes de Moisés, en los dı́as de Abraham, existieron bibliotecas con
millares de volúmenes. Ahora sabemos que bastante más de mil años antes del tiempo de Abraham,
de hecho, ya se practicaba la escritura, y ahora tenemos documentos de los que escribieron aun an-
tes del diluvio.
Otra tablilla babilónica da una interesante confirmación. La de Noé fue la décima generación
a partir de Adán, según la Biblia, y esta tablilla babilónica nombra los diez reyes de Babilonia
que vivieron antes del diluvio. Otra tablilla nombra a todos los reyes de Babilonia, y después de los
primeros diez, aparecen las palabras: “¡Vino el diluvio . . . ” Luego continúa el relato en las tablillas.
El excesivo escepticismo demostrado hacia la Biblia por las importantes escuelas crı́tico-históri-
cas de los siglos XVII y XIX, que colocaban toda clase de fases de la Biblia en una fecha posterior
a la que tradicionalmente se habı́a estimado, ha sido desacreditado por un descubrimiento tras otro.
La exactitud de innumerables detalles ha producido un reconocimiento creciente del valor de la
Biblia como fuente histórica. Millar Burrows, de la Universidad de Yale observa: “En muchos ca-
sos, la arqueologı́a ha refutado los puntos de vista de los crı́ticos modernos. En numerosos casos se
ha demostrado que esos puntos de vista descansan en falsas suposiciones y en esquemas irreales y
artificiales del desarrollo histórico. El excesivo escepticismo de muchos teólogos liberales no brota
de una cuidadosa evaluación de los datos disponibles, sino de una enorme predisposición contra lo
14
McDowell, Evidencia que exige un veredicto
sobrenatural”.
Sir Frederic Kenyon, del Museo Británico, uno de los grandes eruditos de nuestro tiempo, tam-
bién señala el hecho que la arqueologı́a ha confirmado la Escritura. Nelson Glueck, el renombrado
arqueólogo judı́o, dijo: “Se puede declarar categóricamente que ningún descubrimiento arqueológi-
co ha controvertido jamás una referencia bı́blica”. Luego continuó afirmando “el casi increı́blemen-
te exacto recuerdo histórico de la Biblia, particularmente cuando vemos que la misma se fortifica
mediante los hechos históricos”. Declaró categóricamente que ningún hallazgo arqueológico ha
controvertido ninguna referencia bı́blica sobre algún hecho15 .
Conclusión Vemos entonces que cuando por causa de la crı́tica, los hombres dejaron de alabar
Cristo, tal como Dios lo dijo, ¡las piedras comenzaron a hablar a gritos!. A través de todas las
investigaciones recientes efectuadas en Palestina, Asiria, Babilonia, Egipto y otros lugares, esas
piedras han demostrado que las Escrituras son en realidad la inspirada Palabra de Dios. Se ha
demostrado en muchos miles y miles de detalles que la Biblia es verdadera.
No es por causa de alguna falta de datos históricos que la gente no cree en la Biblia ni en Cristo.
Eso se debe, más bien, a la falta de disposición moral para rendir la vida al señorı́o y autoridad de
Jesucristo. La mayor parte de los no creyentes confrontan un problema moral.
éstas son solo algunas de las razones por las cuales creo en la Biblia. Creo en el Cristo que ella
describe y a quien nos presenta como el Salvador viviente, resucitado y glorificado, que puede traer
perdón, paz, gozo y seguridad a todos los que se arrepientan de sus pecados y pongan su fe y su
confianza en el que murió por nosotros. “Si éstos callaran, las piedras clamarı́an”.
15
Ibı́d.
Una de las mejores maneras de demostrar la inspiración de Las Escrituras es examinar las pro-
fecı́as. Hay muchos libros religiosos en el mundo que tienen muchas cosas buenas para decir. Pero
solamente la Biblia ha cumplido profecı́as, y todavı́a quedan otras cosas profetizadas por cumplir-
se. La Biblia nunca se ha equivocado en el pasado, y no se equivocará en el futuro. Afirma ser
inspirada por Dios (2 Tim 3:16). Ya que Dios es el creador de todas las cosas (Isaı́as 44:24), sin
duda El es también el creador del tiempo. El tiempo está bajo su control. Solamente Dios, entonces,
siempre tendrá la razón acerca de lo que hay en el futuro.
Las profecı́as ya cumplidas son una fuerte evidencia de que Dios es el autor de la Biblia, porque
cuando uno considera las probabilidades matemáticas de que las profecı́as se cumplan, es posible
percibir prontamente detrás de la Biblia un diseño, un propósito, y una mano que guı́a los aconte-
cimientos. Si solamente una profecı́a no se cumpliese, entonces sabrı́amos que Dios no es el Dios
verdadero, porque el creador de todas las cosas, incluido el tiempo, no errarı́a al predecir el futuro.
Deuteronomio 18:22 dice: “Si el profeta habla en nombre de Jehová, y no se cumple ni acontece lo
que dijo, esa palabra no es de Jehová. Por presunción hablo el tal profeta; no tengas temor de él”.
Isaı́as 46:9-10 dice, “Acordaos de las cosas pasadas desde tiempos antiguos, porque yo soy Dios; y
no hay otro Dios, ni nada hay semejante a mı́, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde
la antigüedad lo que aún no era hecho”.
20
3.1. TIRO Y SIDÓN CAPÍTULO 3. ¿¡PROFECÍA CON ACIERTO!?
más serı́a reconstruida, y nunca volverı́a a ser habitada (Ezequiel 26:19-21). El profeta advirtió a
la ciudad de Sidón que sus habitantes serı́an diezmados, pero que la ciudad continuarı́a (Ezequiel
28:21-23). Se produjeron los hechos: la ciudad de Sidón fue atacada, fue traicionada por su propio
rey, 40.000 de sus habitantes fueron asesinados, pero la ciudad de Sidón continúa hasta hoy.
¿Qué le ocurrió a la ciudad de Tiro? He aquı́ algunas de las profecı́as especı́ficas con respec-
to a ella. Ezequiel declaró cuando Tiro estaba en su apogeo: “Y demolerán los muros de Tiro, y
derribarán sus torres; barreré de ella hasta su polvo, y la bajaré como una peña lisa. Tendedero de
redes será medio del mar, porque yo he hablado, dice Jehová el Señor . . . y pondrán tus piedras
y tu madera y tu polvo en medio de las aguas . . . y te pondré como una peña lisa . . . nunca más
serás edificada; porque yo Jehová he hablado” (Ezequiel 26: 4, 5; 12-14). Unos pocos años después
de haberse escrito esta profecı́a, el gran Nabucodonosor de Babilonia trajo su ejército contra Tiro
y sitió la ciudad. Durante 13 años la ciudad de Tiro resistió los esfuerzos del rey de Babilonia.
Finalmente, los muros de la ciudad se derrumbaron y las huestes del ejército babilónico entraron
en la ciudad y mataron al resto de sus habitantes a filo de espada. Millares de ellos, sin embar-
go, habı́an huido mar adentro en embarcaciones, para formar la nueva ciudad de Tiro en una isla
situada a menos de un kilómetro en el Mediterráneo. Por tanto, la profecı́a se cumplió sólo en parte.
Algunos pudieran decir que Ezequiel escribió esta profecı́a después de ocurridos los eventos,
pero eso serı́a imposible. Pasaron los siglos. Unos 250 años después, cuando ya hacı́a tiempo que
Ezequiel se habı́a vuelto polvo en su sepulcro, la mayorı́a de los muros de Tiro aún se elevaban
hacia el cielo: mudo testimonio que la profecı́a no se habı́a cumplido. Millones de toneladas de
piedras, escombros y maderas quedaban, y sin embargo, Dios habı́a dicho que la ciudad quedarı́a
pelada como una roca lisa; que las piedras, la madera y el mismo polvo de la ciudad serı́an echados
al mar. ¿Qué loco hubiera podido presentarse 250 años después para completar el cumplimiento
de esta profecı́a? Parecı́a que Dios se habı́a equivocado. Sin embargo, la Biblia habı́a declarado: “
. . . yo Jehová he hablado”.
Luego, como un llamado de cları́n, llegó una moción de terror procedente del norte, cuando
apareció en el horizonte un poderoso conquistador. Alejandro Magno estaba acampado frente al
estrecho de los Dardanelos, preparando su ataque contra el dominante imperio persa. Cruzó el
estrecho y le propinó al rey de Persia su primera derrota demoledora. El poderoso ejército persa
retrocedió y huyó hacia el sur, luego tierra adentro hacia el este, siendo perseguido ardientemente
por Alejandro. Sin embargo, antes de internarse tierra adentro para perseguir al ejército que huı́a,
Alejandro, como gran estratega, decidió anular los efectos de la poderosa armada persa. Cerró com-
pletamente todos los puertos del Mediterráneo oriental. Una tras otra, las ciudades capitularon y se
rindieron. Finalmente, Alejandro llegó a la nueva Tiro, que habı́a sido construida con murallas inex-
pugnables a menos de un kilómetro fuera de la costa del Mediterráneo. Ordenó a la ciudad que se
rindiera. Cuando los habitantes se rieron por el mandato de Alejandro, éste, con su principal inge-
niero, Diades, concibió el más osado y atrevido plan de toda la historia de la guerra: construirı́an
una calzada a través de casi un kilómetro del mar Mediterráneo, hasta la isla en que estaba la nueva
Tiro. ¿Dónde halları́an los materiales para semejante calzada? El gran rey dio la orden: “Derribad
los muros de Tiro, tomad las maderas y las piedras, los escombros y los leños, echadlos al mar”.
Ası́ el gran ejército de Alejandro obedientemente comenzó a cumplir la palabra de Dios.
Veamos que nos dice, un librito que versa sobre Alejandro Magno, escrito por Charles Mercer,
con la asesorı́a de Cornelius C. Vermeule III, el encargado de Artes Clásicas en el Museo de Bellas
Artes de Boston. Este libro contiene la más asombrosa descripción de los eventos relacionados con
Tiro: “La ciudad de Tiro que estaba en tierra firme fue arrasada, y sus materiales fueron llevados al
sitio de construcción. Entre tanto, se traı́an a rastras grandes troncos de árboles desde los bosques
del Lı́bano, y se abrı́an canteras en las montañas para proveer las piedras para la fabulosa carretera
de Diades . . . El mismo Alejandro llevó piedras al hombro”.1 ¡Polvo, madera, piedras! Estos son
los mismos materiales de que habló el profeta Ezequiel hace miles de años. Las piedras y la madera
y el polvo fueron llevados y echados en el mar. La historia nos dice que incluso rasparon el sitio
mismo de la ciudad para sacar cuanto pudieran para hacer esta calzada, a fin de destruir la nueva
ciudad de Tiro. Al fin la nueva ciudad fue sitiada, destruida y arrasada.
Pero la profecı́a no se habı́a cumplido aún por completo. Dios habı́a dicho que destruirı́an los
muros de Tiro y que Él la pondrı́a como una peña lisa. Habı́a dicho que se convertirı́a en un tende-
dero de redes. Si usted visitara (Al menos por Internet) el lugar donde estaba asentada la ciudad,
pudiera ver redes tendidas sobre la roca lisa que una vez habı́a sido la orgullosa ciudad de Tiro.
Estudiemos las probabilidades matemáticas que ésta profecı́a se hubiese cumplido al azar, pri-
mero quiero decirles que la probabilidad matemática que un evento suceda al azar es el cociente de
la division del numero de eventos favorables por el numero de eventos posibles; aquı́ les dejo un
ejemplo: En una caja hay 5 esferas, 2 rojas y 3 azules ¿que probabilidad hay de sacar al azar una,
y que ésta sea roja? como hay cinco esferas, hay cinco eventos posibles, y se requiere que la esfera
extraı́da sea roja, y como hay dos esferas rojas, hay solo dos eventos favorables:
Eventos f avorables 2
= = 0,4
Eventos posibles 5
Mientras mas cercano a uno (1) sea este cociente, es mas posible que el evento suceda, pero
mientras es mas cercano a cero (0), es menos posible su acontecimiento al azar.
Es decir, mas cercano a cero (0) que a uno (1), casi sin posibilidad de cumplimiento al azar, es
como quitarle a un ciego su bastón y colocarlo en un montón de 65.536 bastones, y decirle luego
1
Charles Mercer, Alexander the Great. New York, Harper & Row, 1962, pag. 61
que tome el suyo, sin tocarlos, sin un segundo intento, que valla directamente por el suyo sin equi-
vocarse, y lo haga ası́.
Con el objeto de poner este número en perspectiva, esta probabilidad puede ser comparada con
la probabilidad estadı́stica de que la segunda ley de la termodinámica se invierta en una situación
dada (por ejemplo, que un motor a gasolina se enfrı́e durante su ciclo de combustión o que el calor
1
fluya de un cuerpo frı́o a uno caliente). Esa probabilidad es de 1080 = 0, 0009259. Diciéndolo en
forma sencilla, basado en estas 16 profecı́as, sólo puede decirse que la Palabra de Dios es vasta-
mente más confiable que la segunda ley de la termodinámica. Cada lector deberı́a sentirse libre de
hacer sus propias estimaciones de la probabilidad del cumplimiento por casualidad de las profecı́as
citadas aquı́. En cualquier caso, las probabilidades que se deduzcan todavı́a serán absurdamente
remotas.
“Porque yo he hablado, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 26:5). ¡Que algún incrédulo explique
estos aciertos!
Hay más de cien profecı́as especı́ficas concernientes al destino de Babilonia. Considérense los
grandes muros de Babilonia. El historiador Heródoto nos dice que esos muros tenı́an torres que se
elevaban a 92 metros de altura, por encima de la altura de los muros mismos que era de 61 me-
tros. Los muros tenı́an 57 metros de espesor en la base, y encerraban una superficie de más de 500
kilómetros cuadrados. La ciudad de Babilonia era inexpugnable. Pero Dios dijo con respecto a esas
torres y a esa ciudad: “El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente . . . este lugar . . . para
siempre ha de ser asolado” (Jeremı́as 51 :58, 62). ¿Es vaga o ambigua esa profecı́a? ¡De ninguna
manera! La Gran Muralla China no es ni aproximadamente tan grande ni tan fuerte como lo fue la
de Babilonia; con todo, y aunque es más vieja, permanece hoy. Los muros de Jerusalén aún están
erguidos. ¿Pero qué les pasó a los muros de Babilonia? Major Keppel dice, en la Narrativa de sus
viajes: “No descubrimos en absoluto ni huellas de los muros de la ciudad”. Los muros de Babilonia
fueron destruidos, pero sólo gradualmente. El profeta no hubiera tenido la posibilidad de escribir
su predicción después del evento, pues la profecı́a no se cumplió por completo hasta después del
tiempo de Cristo. El Antiguo Testamento se habı́a completado y habı́a sido traducido al griego 500
años antes del cumplimiento cabal de dicha profecı́a. En el siglo cuarto d.C., Juliano el Apóstata
llegó al trono de Roma. Su deseo predominante era destruir el cristianismo y restablecer las reli-
giones paganas de Roma. Mientras se hallaba en guerra contra los persas acerca de las ruinas de
Babilonia, Juliano destruyó completamente los restos de los muros de la ciudad, a fin de que en
el futuro no ofrecieran protección alguna al ejército persa. Ası́, uno de los más grandes oponentes
que la Biblia haya tenido en todos los tiempos, cumplió cabalmente la profecı́a. Pero Dios habı́a
dicho mucho más con respecto a ciudad: “Por la ira de Jehová no será habitada, será asolada toda
ella . . . nunca más será poblada ni se habitará por generaciones y generaciones” (Jeremı́as 50: 13,
39). ¿Pudiera haber algo más especı́fico que esto? ¿Se han cumplido estas profecı́as? Yo he visto
fotografı́as de Babilonia. Es un intransitable yermo de inmensos montı́culos y cúmulos de tierra,
habitado sólo por chacales, vı́boras y escorpiones. Los mismos escépticos la han descrito como
nada, sino montones de tierra; nos dicen que esas ruinas son los restos de Babilonia. Ruinas como
las de Babilonia, compuestas por montones de escombros impregnados de nitro, no se pueden cul-
tivar. En Babilonia, cuyos campos alrededor de la ciudad eran tan fértiles, que Heródoto se negó a
escribir acerca de ellos, no fuera a ser que la gente pensara que él estaba loco, ahora no crece nada,
porque Dios condenó esa ciudad a perpetua desolación, y ni una hoja de grama vivirá. Es un de-
sierto árido. Las ruinas son casi la única indicación de que fue habitada alguna vez.
Consideremos las siguientes dos profecı́as especı́ficas pero aparentemente contradictorias: “Su-
bió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta” (Jeremı́as 51:42). La otra
profecı́a describe Babilonia como “tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie” (versı́culo
43). Ahora, notemos el sorprendente cumplimiento. Claudius James Rich, en su obra Narrative of
a Journey to the Site of Babylon in 1.811 (Narrativa de un viaje al sitio de Babilonia en 1.811),
señala: “Por espacio de dos meses cada año, las ruinas de Babilonia quedan inundadas por el des-
bordamiento anual del Eufrates, que hace que muchas partes de ellas sean inaccesibles, pues los
valles cubiertos se convierten en marismas. Después que bajan las aguas, hasta los montı́culos ba-
jos vuelven a ser ruinas quemadas por el sol, y el sitio de Babilonia, como el de otras ciudades de
Caldea, es un desierto seco, un llano ardiente y reseco”. Pero Dios dijo que nunca se volverı́a a
reconstruir. Esta era una profecı́a totalmente contraria a todas las expectaciones del pasado, cuando
toda ciudad del Cercano Oriente que habı́a sido destruida, se habı́a vuelto a reconstruir. Babilonia
se hallaba situada en la parte más fértil del valle del Eufrates; y sin embargo, 2.500 años han venido
y se han ido, y Babilonia permanece como un desierto deshabitado hasta el dı́a de hoy.
Dios dijo que la ciudad no se volverı́a a reconstruir. Sin embargo, el hombre más poderoso que
el mundo haya visto jamás, Alejandro Magno, decidió reconstruir a Babilonia. Al pasar por las
ruinas de la ciudad, determinó convertirla en la capital de su imperio mundial. Dio orden para que
se dieran 600.000 raciones a sus soldados para que reconstruyeran la ciudad de Babilonia. ¿Serı́a
refutado Dios? La historia registra el hecho que inmediatamente después de hacer la declaración
de reconstruir a Babilonia, Alejandro Magno cayó muerto, y toda la empresa quedó abandonada.
Porque Dios habı́a dicho que jamas se reconstruirı́a.
Conclusión Estas son algunas de las 2.000 profecı́as especı́ficas que se hallan sólo en el Antiguo
Testamento. Yo creo que los que dicen que la Biblia fue escrita por hombres, simplemente expresan
su propia ignorancia sobre el tema. No hay nada parecido a esto en toda la literatura del mundo, ni
en la religiosa ni en la irreligiosa. La mano que escribió estas Escrituras no fue la de ningún otro,
sino la de quien pudo decir: “Yo soy el primero y el último; soy el principio y el fin; soy el que sabe
todas las cosas; soy el que declara las cosas que aún están por venir”. Las predicciones o profecı́as
son también promesas. Creo que Dios nos dio más de 2.000 predicciones a fin de que aprendamos
a creer sus promesas. Dios prometió que los muros de Jerusalén serı́an reconstruidos; que los los de
Babilonia nunca se volverı́an a reconstruir; que Tiro serı́a destruido; que Sidón continuarı́a – para
que nosotros creamos sus promesas.
El también prometió que el que cree en el Hijo nunca morirá, sino que tiene vida eterna; y que
el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. La veracidad de estas
palabras y la certidumbre de su cumplimiento están confirmadas por más de 2.000 profecı́as que ya
se han cumplido. Cualquiera que las desprecie, no tiene que echarle a nadie la culpa de su propia
destrucción, sino a sı́ mismo.
La razón o el argumento mas fuerte que tengo para creer en las Escrituras es su poder trans-
formador, es esa forma en que cambia la vida de los hombres que en ella creen y sinceramente
obedecen, por tratarse de la palabra de Dios. Un doctor quien hacı́a ciertas investigaciones en las
espesas selvas de áfrica, encontró un dı́a a un nativo de la region, sentado debajo de un arbusto
leyendo la Biblia; se acercó a él y burlonamente le preguntó: -¿Lees la Biblia?- y el nativo respon-
dió: -Sı́, todos los dias desde que la tengo- y replicó el incrédulo doctor: -¿y de que te sirve? ¿te
ayuda?- y el nativo le contesta: -a mi me ha ayudado mucho y a usted le ha servido bastante- a
lo que sorprendidamente argumenta el doctor: -¿a mı́? . . . ¿a mı́ de que me ha servido?- el nativo
responde: -le ha servido de mucho, porque antes de comenzar a leerla solı́a ser canı́bal-.
Tenemos evidencia acerca de la capacidad transformadora de la Biblia. Hebreos 4:12 dice, “La
palabra de Dios tiene vida y poder. Es más aguda que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta
lo más profundo del alma y del espı́ritu.” Romanos 12:2 dice, “No vivan ya según los criterios del
tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar.” La Palabra de Dios y el Espı́ritu de
Dios realmente transforman las vidas de las personas. La Biblia ha cambiado la vida de asesinos,
drogadictos, hombres de negocio y estudiantes, para nombrar sólo unas pocas personas de toda
extracción que han sido transformadas por la Biblia. Ningún otro libro puede decir lo mismo. Esto
es porque la Biblia no es un simple libro sobre cómo vivir bien sino que está literalmente cargada
de poder. La Biblia tiene un extraordinario poder capaz de cambiar la vida de aquellos que la es-
cudriñan para obedecer, ningún otro libro ha tenido tanto impacto en la historia de la humanidad
ni ha transformado tantas vidas como la Biblia; existen millones de libros de ciencia y religión
que aseguran cambiar vidas, siendo ésta afirmación solo una manera publicitaria de presentar su
literatura, miles de personas al leer libros de autoayuda y subcategorı́as declaran el efecto de tal
literatura en sus vidas, los vemos en comerciales de TV, y algunos pasan a formar parte del equipo
de trabajo del escritor, pero al pasar el tiempo, ya dejan de leerlo, y se les olvidan muchas de sus
enseñanzas e incluso, vuelven a prácticas o hábitos de las que “según ellos” habı́an sido sanados a
través de las filosofı́as enseñadas por ese libro. La Biblia en cambio, es palabra que sale de la boca
27
de Dios, porque afirma: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios4 ; nótese la expresión “que sale”, no dice que salió, sino, “que sale” cada dı́a de la boca de Dios.
¿Cómo se explica “que sale” cada dı́a, si tiene casi 2.000 años terminada? Porque cada dı́a
se vivifica y renueva, veamos Lamentaciones 3:22: ‘Por la misericordia de Jehová no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias, nuevas son cada mañana; grande es tu fi-
delidad.’ De manera análoga que sus misericordias son nuevas cada mañana, ası́ también, lo es su
Palabra, cada dı́a presenta al lector un nuevo mensaje vivificador, alentador, transformador, renova-
dor, según la necesidad de cada quien. El lector asiduo de las Sagradas Escrituras, nunca pierde el
deseo o interés de indagar en la Biblia el mensaje que Dios trae cada dı́a para su vida, a diferencia
de los demás libros todos los dı́as provoca leer la Palabra de Dios, ésta nunca pierde vigencia en
nuestras vidas ni en la sociedad que vivimos, por muy cambiante que ésta última sea.
Las Sagradas Escrituras han sido capaz de dar libertad a millones de personas, que viviendo
conforme a la corriente de éste mundo, eran esclavos de vicios, rencores, pleitos, contiendas y ma-
los hábitos, que dejaban en sus corazones y conciencias el dolor o consecuencia del pecado; éstos,
hoy llevan una vida diferente, han sido libertados por la Palabra poderosa y transformadora de Dios,
y son un testimonio vivo de su eficaz acción y capacidad de renovar vidas. Porque el mandamiento
es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen 5 ; La Biblia es
insuperable libro en el instante donde se necesita ser guiados, en la literatura común, encontramos
cada libro con un tema diferente, cada cual se dispone tratar un problema en particular, cada uno de
ellos tiene un propósito u objetivo especifico, si quiere tratar varios problemas debe entonces tener
varios libros, mas la Biblia es diferente, traducida mas que cualquier otro6 , puede tratar cualquier
problema presente en la vida del hombre o la sociedad, no importa su tipo, clasificación, o grave-
dad, tiene respuesta para cualquier situación espiritual, moral o ética que esté envolviendo la vida
de un individuo, o la sociedad donde vive.
“Cristo es la imagen visible de Dios, que es invisible; es su Hijo primogénito, anterior a todo
lo creado. En Él (Cristo) Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como
lo invisible, ası́ como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado
por medio de Él y para Él. Cristo existe antes que todas las cosas, y por Él se mantiene todo en
orden”7 .
Sólo esta declaración, deberı́a ser razón como para que si algún lector de estas letras no creı́a
en Dios, ahora tenga más que razón suficiente para ponerse de rodilla y decir:
Dios Padre, me he dado cuenta que he pecado contra ti. Ahora creo que la Biblia es la Palabra
de Dios, que Jesús ciertamente es tu Hijo. Yo creo con todo mi corazón que Jesús murió en mi
4
Mateo 4:4b
5
Proverbios 6:23
6
Solo los “Elementos de Euclides” (Importantes libros de Matemáticas) es el que mas aproxima; sin embargo por
cada 27.000 Biblias se vende un “Elemento”, es sorprendente si se toma en consideración que “Los Elementos” son
los mas vendidos de la literatura secular
7
Col. 1:16
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lugar, por mis pecados, en la cruz y que después de tres dı́as resucitó. De ahora en adelante de-
jaré de hacer lo malo y caminaré el camino que Jesús me ofrece. Ahora te pido que me des vida
eterna y entendimiento. Que escribas mi nombre en el Libro de la Vida. De ahora en adelante te
seguiré todos los dı́as de mi vida. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!
Te sugiero que busques una iglesia cercana a tu residencia, una iglesia Cristiana Evangélica,
donde se predique la salvación como regalo de Dios, a través de la muerte expiatoria de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. Comparte tu fe y regala la palabra de Dios que impactó tu vida, a otros
que la necesitan.
¡D IOS TE B ENDIGA !
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