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Análisis de la Constitución de 1998 y Constitución del 2008

De los Derechos de la Naturaleza

Las disposiciones ambientales en materia constitucional ecuatoriana no son recientes.


Sus primeros ensayos se remontan a la reformas constitucionales de 1983 realizadas a la
Constitución de 1978 en la cual se estableció en el título II De los Derechos, Deberes y
Garantías, la Sección I de los derechos de la persona, donde se mencionaba que para el
pleno desenvolvimiento moral y material que se deriva de la naturaleza de la persona, el
Estado le garantizará: El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
Además se decía que era “deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado
y tutelar la preservación de la naturaleza”. Así como, que la ley establecería las
restricciones al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio
ambiente.
Esta disposición tiene como uno de sus orígenes a la Constitución Española de 1978 que
ya consagraba entonces el derecho al medio ambiente pero con una óptica enfocada al
“desarrollo de la persona”, lo cual sería reflejado en esta reforma ecuatoriana al hacerlo
indispensable para el pleno desenvolvimiento moral y material de la misma.
Como se puede apreciar, a pesar de que en la reforma del 83 se establece el deber del
Estado de velar por este derecho y tutelar la preservación de la naturaleza, el derecho
había sido configurado alrededor del concepto de garantías personales es decir con un
enfoque de desarrollo de la persona. Esto se explica en parte también por la influencia
de los diferentes instrumentos internacionales sobre derechos humanos, económicos y
sociales, que hacia la fecha intentaban colocar a dichos derechos como el eje de
protección jurídica estatal y a los demás derechos como sus derivados.
Una vez que en el año de 1987 se llevo a cabo la Comisión Mundial sobre el Medio
Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas en el cual se definió al desarrollo
sustentable como aquel que asegura las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras para asumir sus propias necesidades. Fue tanta la
influencia que este concepto causó que varios países desarrollados generaron planes de
protección al medio ambiente.
Para 1996 en el Ecuador se realiza una reforma constitucional que refleja los avances a
nivel internacional en la que se introduce por primera vez el derecho colectivo a vivir en
un medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado que garantice el desarrollo
sustentable. Además se declara de interés público la preservación del medio ambiente, la
conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio
genético del país.
Para poder desarrollar un análisis más profundo, es necesario dar a conocer los artículos
de la Constitución vigente y aquellos de la Constitución de 1998 que versan sobre la
protección al medio ambiente.

Constitución 1998
Sección Segunda
DEL MEDIO AMBIENTE
Artículo 86.- El Estado protegerá el derecho de la población a vivir en un medio
ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice un desarrollo sustentable.
Velará para que este derecho no sea afectado y garantizará la preservación de la
naturaleza.
Se declara de interés público y se regularan conforme a la ley:
1. La preservación del medio ambiente, la conservación de los ecosistemas, la
biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país.
2. La prevención de la contaminación ambiental, la recuperación de los espacios
naturales degradados, el manejo sustentable de los recursos naturales y los
requisitos que para estos fines deberán cumplir las actividades públicas y
privadas.
3. El establecimiento de un sistema nacional de áreas naturales protegidas, que
garantice la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de los servicios
ecológicos, de conformidad con los tratados y convenios internacionales.
Artículo 87.- La ley tipificará las infracciones y determinará los procedimientos para
establecer responsabilidades administrativas, civiles y penales que correspondan a las
personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, por las acciones u omisiones en
contra de las normas de protección al medio ambiente.
Artículo 88.- Toda decisión estatal que pueda afectar al medio ambiente, deberá contar
previamente con los criterios de la comunidad, para lo cual ésta será debidamente
informada. La ley garantizará su participación.
Artículo 89.- El Estado tomará medidas orientadas a la consecución de los siguientes
objetivos:
1. Promover en el sector público y privado el uso de tecnologías ambientales
limpias y de energías alternativas no contaminantes.
2. Establecer estímulos tributarios para quienes realicen acciones ambientales
sanas.
3. Regular, bajo estrictas normas de bioseguridad, la expansión en el medio
ambiente, la experimentación, el uso, la comercialización y la importación de
organismos genéticamente modificados.
Artículo 90.- Se prohíben la fabricación, importación, tenencia y uso de armas
químicas, biológicas y nucleares, así como la introducción al territorio nacional de
residuos nucleares y desechos tóxicos.
El Estado normará la producción, importación, distribución y uso de aquellas
substancias que, no obstante su utilidad, sean tóxicas y peligrosas para las personas y el
medio ambiente.
Artículo 91.- El Estado, sus delegatarios y concesionarios, serán responsables por los
daños ambientales, en los términos señalados en el artículo 20 de esta Constitución.
Tomará medidas preventivas en caso de dudas sobre el impacto o las consecuencias
ambientales negativas de alguna acción u omisión, aunque no exista evidencia científica
de daño.
Sin perjuicio de los derechos de los directamente afectados, cualquier persona natural o
jurídica, o grupo humano, podrá ejercer las acciones previstas en la ley para la
protección del medio ambiente.

Constitución vigente 2008


Capítulo Séptimo
Derechos de la Naturaleza
Artículo 71.- La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene
derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración
de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona,
comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento
de los derechos de la naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observan
los principios establecidos en la Constitución, en lo que proceda.
El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que
protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un
ecosistema.
Artículo 72.- La naturaleza tiene derecho a la restauración. Esta restauración será
independiente de la obligación que tienen el Estado y las personas naturales o jurídicos
de indemnizar a los individuos y colectivos que dependan de los sistemas naturales
afectados.
En los casos de impacto ambiental grave o permanente, incluidos los ocasionados por la
explotación de los recursos naturales no renovables, el Estado establecerá los
mecanismos más eficaces para alcanzar la restauración, y adoptará las medidas
adecuadas para eliminar o mitigar las consecuencias ambientales nocivas.
Artículo 73.- El Estado aplicará medidas de precaución y restricción para las
actividades que puedan conducir a la extinción de especies, la destrucción de
ecosistemas o la alteración permanente de os ciclos naturales.
Se prohíbe la introducción de organismos y material orgánico que puedan alterar de
manera definitiva el patrimonio genético nacional.
Artículo 74.- Las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades tendrán derecho a
beneficiarse del ambiente y de las riquezas naturales que les permitan el buen vivir.
Los servicios ambientales no serían susceptibles de apropiación; su producción,
prestación, uso y aprovechamiento serán regulados por el Estado.

Capítulo Segundo
Biodiversidad y recursos naturales
Sección primera
Naturaleza y ambiente
Artículo 395.- La Constitución reconoce los siguientes principios ambientales:
1. El Estado garantizará un modelo sustentable de desarrollo, ambientalmente
equilibrado y respetuoso de la diversidad cultural, que conserve la biodiversidad
y la capacidad de regeneración natural de los ecosistemas y asegure la
satisfacción de las necesidades de las generaciones presentes y futuras.
2. Las políticas de gestión ambiental se aplicarán de manera transversal y serán de
obligatorio cumplimiento por parte del Estado en todos sus niveles y por todas
las personas naturales o jurídicas en el territorio nacional.
3. El Estado garantizará la participación activa y permanente de las personas,
comunidades, pueblos y nacionalidades afectadas, en la planificación, ejecución
y control de toda actividad que genere impactos ambientales.
4. En caso de duda sobre el alcance de las disposiciones legales en materia
ambiental, éstas se aplicarán en el sentido más favorable a la protección de la
naturaleza.
Artículo 396.- El Estado adoptará las políticas y medidas oportunas que eviten los
impactos ambientales negativos, cuando exista incertidumbre de daño. En caso de duda
sobre el impacto ambiental de alguna acción u omisión, aunque no exista evidencia
científica d ambientales es objetiva. Todo daño al ambiente, además de las sanciones
correspondientes, implicará también la obligación de restaurar integralmente los
ecosistemas e indemnizar a las personas y comunidades afectadas.
Cada uno de los actores de los procesos de producción, distribución, comercialización y
uso de bienes o servicios asumirá la responsabilidad directa de prevenir cualquier
impacto ambienta, de mitigar y reparar los daños que ha causado, y de mantener un
sistema de control ambiental permanente.
Las acciones legales para perseguir y sancionar por daños ambientales serán
imprescriptibles.
Artículo 397.- En caso de daños ambientales el Estado actuará de manera inmediata y
subsidiaria para garantizar la salud y la restauración de los ecosistemas. Además de la
sanción correspondiente, el Estado repetirá contra el operador de la actividad que
produjera el daño las obligaciones que conlleve la reparación integral, en las
condiciones y con los procedimientos que la ley establezca. La responsabilidad también
recaerá sobre las servidoras y servidores responsables de realizar el control ambiental.
Para garantizar el derecho individual o colectivo a vivir en un ambiente sano y
ecológicamente equilibrado, el Estado se compromete a:
1. Permitir a cualquier persona natural o jurídica, colectividad o grupo humano,
ejercer las acciones legales y acudir a los órganos judiciales y administrativos,
sin perjuicio de su interés directo, para obtener de ellos la tutela efectiva en
materia ambiental, incluyendo la posibilidad de solicitar medidas cautelares que
permitan cesar la amenaza o el daño ambiental materia de litigio. La carga de la
prueba sobre la inexistencia de daño potencial o real recaerá sobre el gestor de la
actividad o del demandado.
2. Establecer mecanismos efectivos de prevención y control de la contaminación
ambiental, de recuperación de espacios naturales degradados y de manejo
sustentable de los recursos naturales.
3. Regular la producción, importación, distribución, uso y disposición final de
materiales tóxicos y peligrosos para las personas o el ambiente.
4. Asegura la intangibilidad de las áreas naturales protegidas, de tal forma que se
garantice la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de las
funciones ecológicas de los ecosistemas. El manejo y administración de las áreas
naturales protegidas estará a cargo del Estado.
5. Establecer un sistema nacional de prevención, gestión de riesgos y desastres
naturales, basado en los principios de inmediatez, eficiencia, precaución,
responsabilidad y solidaridad.
Artículo 398.- Toda decisión o autorización estatal que pueda, afectar al ambiente
deberá ser consultada a la comunidad, a la cual se informará amplia y oportunamente. El
sujeto consultante será el Estado. La ley regulará la consulta previa, la participación
ciudadana, los plazos, el sujeto consultado y los criterios de valoración y de objeción
sobre la actividad sometida a consulta.
El Estado valorará la opinión de la comunidad según los criterios establecidos en la ley
y los instrumentos internacionales de derechos humanos.
Si del referido proceso de consulta resulta una oposición mayoritaria de la comunidad
respectiva, la decisión de ejecutar o no el proyecto será adoptada por la resolución
debidamente motivada de la instancia administrativa superior correspondiente de
acuerdo con la ley.
Artículo 399.- El ejercicio integral de la tutela estatal sobre el ambiente y la
corresponsabilidad de la ciudadanía en su preservación, se articulará a través de un
sistema nacional descentralizado de gestión ambiental, que tendrá a su cargo la
defensoría del ambiente y la naturaleza.
Sección Segunda
Biodiversidad
Artículo 400.- El Estado ejercerá la soberanía sobre la biodiversidad, cuya
administración y gestión se realizará con responsabilidad intergeneracional.
Se declara de interés público la conservación de la biodiversidad y todos sus
componentes, en particular la biodiversidad agrícola y silvestre y el patrimonio genético
del país.
Artículo 401.- Se declara al Ecuador libre de cultivos y semillas transgénicas.
Excepcionalmente, y sólo en caso de interés nacional debidamente fundamentado por la
Presidencia de la República y aprobado por la Asamblea Nacional, se podrá introducir
semillas y cultivos genéticamente modificados. El Estado regulará bajo estrictas normas
de bioseguridad, el uso y el desarrollo de la biotecnología moderna y sus productos, así
como su experimentación, uso y comercialización. Se prohíbe la aplicación de
biotecnologías riesgosas o experimentales.
Artículo 402.- Se prohíbe el otorgamiento de derechos, incluidos los de propiedad
intelectual, sobre productos derivados o sintetizados, obtenidos a partir del
conocimiento colectivo asociado a la biodiversidad nacional.
Artículo 403.- El Estado no se comprometerá en convenios o acuerdos de cooperación
que incluyan cláusulas que menoscaben la conservación y el manejo sustentable de la
biodiversidad, la salud humana y los derechos colectivos y de la naturaleza.
Sección Tercera
Patrimonio Natural y Ecosistemas
Artículo 404.- El patrimonio natural del Ecuador único e invaluable comprende, entre
otras, las formaciones físicas, biológicas y geológicas cuyo valor desde el punto de vista
ambiental, científico, cultural o paisajístico exige su protección, conservación,
recuperación y promoción.
Su gestión se sujetará a los principios y garantías consagrados en la Constitución y se
llevará a cabo de acuerdo al ordenamiento territorial y una zonificación ecológica, de
acuerdo con la ley.
Artículo 405.- El sistema nacional de áreas protegidas garantizará la conservación de la
biodiversidad y el mantenimiento de las funciones ecológicas. El sistema de integrará
por los subsistemas estatal, autónomo descentralizado, comunitario y privado, y su
rectoría y regulación será ejercida por el Estado. El Estado asignará los recursos
económicos necesarios para la sostenibilidad financiera del sistema, y fomentará la
participación de las comunidades, pueblos y nacionalidades que han habitado
ancestralmente las áreas protegidas en su administración y gestión.
Las personas naturales o jurídicas extranjeras no podrán adquirir a ningún título tierras o
concesiones en las áreas de seguridad nacional ni en áreas protegidas, de acuerdo con la
ley.
Artículo 406.- El Estado regulará la conservación, manejo y uso sustentable,
recuperación, y limitaciones de dominio de los ecosistemas frágiles y amenazados; entre
otros, los páramos, humedales, bosques nublados, bosques tropicales secos y húmedos y
manglares, ecosistemas marinos y marinos-costeros.
Artículo 407.- Se prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas
protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal.
Excepcionalmente dichos recursos se podrán explotar a petición fundamentada de la
Presidencia de la República y previa declaratoria de interés nacional por parte de la
Asamblea Nacional, que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular.

La principal diferencia entra la Constitución vigente y la de 1998, es que, en la vigente


se incorpora en los artículos 71 al 74 los “derechos de la naturaleza”. Estos mantienen
las mismas disposiciones de la Constitución de 1998, con la diferencia de que se la
equipara a una persona con derechos. Se establece la obligación de la reparación y la
restauración, siempre en función del Estado.

En la Constitución expedida en el año de 1998 los artículos referentes a la protección


del medio ambiente eran mínimos. Únicamente seis artículos tocaban el tema del
cuidado ambiental, los cuales además de ser pocos eran muy generales y generaban
varias interpretaciones y dudas. No existen normas que obliguen a la realización de
estudios de impacto ambiental ni normas que obliguen al regulado a remediar el daño
ambiental que haya sido causado por negligencia suya. El artículo 87 habla de las
infracciones y de los procedimientos que el Estado utilizará en contra del regulado en
caso de que exista algún daño, pero no se detalla con exactitud que sanción será
aplicada. Los sistemas de evaluación de la Constitución en cuanto a los criterios de la
comunidad no son muy claros, simplemente se le da la facultad a las comunidades de
expresar su opinión pero hasta ahí llega, no hay un plan que diga que sucederá si la
comunidad no está de acuerdo con lo presentado por el regulado. Los preceptos de “la
ley tipificará las infracciones y determinará los procedimientos para establecer
responsabilidades administrativas, civiles y penales que correspondan…” y el artículo
en el que se establece lo de las consultas de criterios de la comunidad fueron quizás dos
de los temas más difíciles de encarar de cara al cumplimiento constitucional ya que las
normas para tipificar infracciones y procedimientos, tanto civiles, administrativas como
penales no fueron concluidas y existían vacíos que no permitieron su plena aplicación.
El artículo 89 en su numeral 2 dice que el Estado establecerá estímulos tributarios para
quienes realicen acciones ambientales sanas, desde el momento que esta Constitución
fue expedida en el año 98 hasta que fue derogada diez años después nunca hubo una
política del Estado referente al estímulo tributario del cual habla este numeral;
simplemente quedó plasmado en papel y nunca puesto en práctica. En sí la Constitución
de 1998 no le da un interés a la conservación de un medio ambiente sano, se lo toma
muy a la ligera regulando con normas muy subjetivas y generales. Lo importante de la
Constitución de 1998 fue que se pudo ver claramente la evolución del derecho
constitucional ambiental que avanzó desde un reconocimiento del derecho de la persona
a un medio ambiente sano para lograr un pleno desarrollo moral y material hacia el
reconocimiento del desarrollo sustentable, la preservación de la biodiversidad y
ecosistemas, la diversidad genética, así como la prevención de la contaminación, la
participación ciudadana, y demás postulados de desarrollo sustentable. Esto constituyó
en una buena base para la Asamblea del 2008, la cual estuvo llena de fervores políticos
a favor del ambiente, en donde se han realizado cambios sustánciales en materia
ambiental.

La Constitución del 2008 contiene con tres secciones que versan sobre el tema del
cuidado y protección del medio ambiente. En su capítulo séptimo trata de los derechos
de la naturaleza que se correlaciona con la sección segunda del medio ambiente de la
Constitución de 1998. Estos artículos son más específicos y detallan por ejemplo el
incentivo por parte del Estado a los sectores privados al respeto a todos los elementos
que forman un ecosistema., el derecho a la restauración, entre otros. Únicamente el
artículo 74 de la Carta Magna expresa “Las personas, comunidades, pueblos y
nacionalidades tendrán derecho a beneficiarse del ambiente y de las riquezas naturales
que les permitan el buen vivir.
Los servicios ambientales no serían susceptibles de apropiación; su producción,
prestación, uso y aprovechamiento serán regulados por el Estado.”
La pregunta es, quién o mediante qué se mide que es el status del buen vivir. El
diccionario de la Real Academia Española define a buen como útil y a propósito para
algo, gustoso, apetecible, agradable, divertido o que supera lo común; y a vivir como
obrar siguiendo algún tenor o modo en las acciones, en cuanto miran a la razón o a la
ley. Por lo que no podemos tener una definición clara de lo que los asambleistas
quisieron decir al expresar el buen vivir.
El buen vivir es diferente para cada una de las personas, se adecuan a las necesidades
que estas tengan.
La Constitución del 2008 será en adelante analizada no sólo por los estudiosos del
Derecho Constitucional sino también por aquellos que se enfocan más en el Derecho
Ambiental. No sólo por su mención sin precedentes sobre los derechos de la naturaleza,
sino por la abundancia de disposiciones y regulaciones en materia ambiental, que hacen
de ésta una Constitución altamente reglamentaria.
A pesar de la complejidad que supone incluir en una Constitución varios capítulos y
secciones sobre el tema, es importante destacar que se trata de una visión jurídica que si
bien no es nueva, ya que muchos de los derechos y garantías existían ya en el derecho
constitucional ecuatoriano, se atreve a dar pasos inéditos hacia la consolidación de un
régimen jurídico que considera al medio ambiente como eje reactor de las funciones
sociales y económicas.
Las dificultades de un régimen tan generoso podrán surgir cuando se contrapongan estos
derechos y garantías con la práctica cotidiana y se ponga así a prueba el aparataje legal e
institucional a merced de las expectativas creadas por este régimen garantista y poco
conservador a la hora de asumir responsabilidades.
Si se pudiera resumir los temas emblemáticos de la nueva Constitución y en
consecuencia aquellos que requieren más estudio y discusión, tendríamos que
mencionar:
 A los derechos de la naturaleza
 A la ampliación de la tutela ambiental
 A la aplicación del principio de precaución
 A la imprescriptibilidad de la acción de daño ambiental
 A la responsabilidad objetividad del daño ambiental
 Al in dubio pro naturaleza, y
 A la consideración del agua como recurso social y ecológico estratégico.
Todos y cada uno de estos temas merecen un ensayo realizado de forma exclusiva, la
trascendencia de su contenido lo demanda. Lamentablemente sólo alcanzamos a
mencionar que su inclusión trae enormes retos y abre expectativas para el Derecho
Constitucional Ambiental así como supone grandes responsabilidades institucionales, en
materia de judicialidad de estos derechos.
Mirado de forma global, cabe el análisis y discusión del peso que ha tenido la doctrina
del desarrollo sostenible, convertida en una máxima internacional, frente a la influencia
de la cosmovisión indígena, en particular su visión del “sumak kawsay”, desconocido
para la población hasta el momento, que parecería simbolizar un cambio de paradigma
sobre el desarrollo, que si bien no es nuevo, introduce aspectos sociológicos y
antropológicos que hasta el momento habían permanecido lejanos al derecho.
A nivel dogmático la Constitución revela algunos vacíos y contradicciones con las
prácticas institucionales, sociales y económicas vigentes, y si bien al tratarse de la
norma suprema, se esperaría que las prácticas se transformen acatando lo dispuesto, será
sumamente importante el tiempo que estos conlleven, ya que de ellos dependerán que
las disposiciones aquí contenidas se conviertan en mecanismos ágiles y viables, o se
erosionen y se vuelvan ineficaces por la falta de aplicabilidad.
Queda para futuros ensayos, el análisis más pormenorizado de las implicaciones que
cada uno de dichos derechos y garantías suponen para el ejercicio de las libertades
individuales, la libertad de empresa, las relaciones sociales e institucionales, y en
general para todos los órdenes de la vida administrativa e institucional del Estado.

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