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En Europa, durante la Edad Media, prevalecía el sistema feudal y existía una fuerte
asociación entre el Imperio y la Iglesia. La vida académica e in- telectual se encontraba en
los monasterios. En ese contexto, durante la Baja Edad Media (S.XIII), nace uno de los
sistemas más significativos en la historia del castigo y la pena: el proceso inquisitorio,
practicado por un tribunal inte- grado por sacerdotes juristas para investigar la mala
conducta de los clérigos (entendida como cualquier conducta apartada de la ortodoxia). Al
pasar del tiempo se fue expandiendo geográficamente y fortaleciendo sus institucio- nes
para investigar, perseguir y castigar cualquier tipo de herejía (por ejem- plo, oponerse a la
idea del pecado, cuestionar las estructuras de poder, pro- mover la igualdad de bienes,
practicar la libertad sexual, etc). El proceso tenía como objetivo principal de actuación la
persecución y re- presión de la brujería y estaba caracterizado por actuaciones secretas,
escritas, en las que se decretaba la prisión preventiva del imputado, es decir, de quien se
encontrara en situación de pecado, a quien muchas veces se le secuestraban sus bienes y
se torturaba para descubrir la verdad. La tortura aparece minuciosamente indicada para
obtener la confesión o para lograr la delación de su- puestos cómplices.
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (hasta 1958) hubo fuertes restricciones de
las libertades y garantías civiles y políticas, y en momentos de crisis políticas y sociales el
aparato policial asumió un rol protagónico en el mantenimiento del orden público,
funcionando abiertamente como el arma principal del poder político del Estado y soporte
en el cual descansa- ba el régimen dictatorial, cediendo al proceso de politización,
participando activamente en el funcionamiento del sistema político como una “fuente de
información objetiva del poder”. La violencia institucional se impuso ante la necesidad de
cumplir con el principal atributo del aparato policial, el cual era el mantenimiento del orden
público (político), fortaleciéndose un modelo policial autoritario en el que los intereses
sociales quedaban subordinados a los políticos. Hasta el final del período, se desplegó una
brutal represión, particu- larmente contra la clase obrera y los partidos disidentes. El fin de
la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en 1958, no supuso el final de la represiva y
violenta historia política venezolana. Venezuela, a diferencia de otros países
latinoamericanos, escapa al autoritarismo burocrático carac- terístico de los regímenes
militares de la década de los sesenta y setenta, pero la ideología del control y la represión
se mantendría, sólo que vestida de civil.
A partir de los años sesenta penetra definitivamente en Venezuela así como en otros
países latinoamericanos- la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), que definía los
problemas de subsistencia y mantenimiento de la soberanía que se presentan en todo
Estado nacional (García Méndez 1987). A través de esta Doctrina, los cuerpos militares y
policiales venezolanos adquirieron conceptos y herramientas ideológicas y operativas para
actuar contra los disidentes políticos, considerados enemigos internos. Esta nueva
concepción de seguridad surgida a partir de la Segunda Guerra Mundial “introduce
cambios sustanciales en las referencias teóricas de los planificadores de las políticas de
seguridad de los países del continente latinoamericano” (Manrique 1996:41). El impacto
que tuvo en Venezuela se siente con fuerza durante los primeros años de esta década,
como consecuencia de la “recepción de ideas de origen principalmente argentino y
brasileño, trans- mitidas a través del Colegio Interamericano de Defensa de Washington y
que van a influir decisivamente sobre la doctrina y metodología de planificación de la
Seguridad y Defensa que se van a difundir en el país” (Rey 1998:168). Desde entonces, el
aparato represivo del Estado adquirió conceptos y herra- mientas, tanto ideológicas como
operativas, para actuar contra los disiden- tes políticos. Para Bergalli 1983, en todo el
continente, la política criminal que emerge de la DSN es una política del miedo, del terror
de Estado.
A pesar de los intentos de racionalizar la violencia estatal -justificada por algunos por la
amenaza permanente al sistema democrático y al sistema económico capitalista- el
fracaso de la legalidad y de las instituciones democráticas en general se puso en evidencia
a través del terrorismo de Estado, la utilización masiva de los recursos de fuerza y la
impunidad. Durante los gobiernos siguientes, la figura del Estado interventor se intensificó
y fortaleció, los innovadores programas económicos se caracterizaron por el olvido y ,en
cuanto al papel del Estado con respecto a la seguridad nacional, habiendo disminuido
considerablemente la existencia de focos guerrilleros y aumentado la participación de los
partidos políticos en el fortalecimiento de la democracia, las fuerzas represivas del Estado
se abocaron a la búsqueda de un nuevo enemigo interno, ya no político. En este estado de
cosas, la violencia institucional toma nuevos tintes, ahora menos políticos, pero mucho
más generalizada
LECTURA Nº 3 EL ORDEN Y LA SEGURIDAD EN UN
CONTEXTO GLOBALIzADO
LECTURA Nº 3 EL ORDEN Y LA SEGURIDAD EN UN CONTEXTO GLOBALIZADO
Ante esta situación ya no son válidos los viejos esquemas políticos y organizativos
centralizados. Se requiere mayor agilidad y celeridad de res- puesta, más interacción entre
los diversos actores. Estamos ante cambios en la estructura social y política que pasan por
conceptos como comunidad y prevención, que generan nuevas formas de relación entre
las esferas pública y privada y cuestionan el monopolio estatal de la violencia.
Tradicionalmente, el orden público, entendido como actividad mera- mente puntual y
represiva de ciertas acciones, está comprendido por un con- junto de técnicas y
procedimientos, generalmente de corte policial-represivo, con el fin de evitar que personas
o grupos concretos provoquen alteraciones que impidan de manera forzada el libre
ejercicio de los derechos y libertades de los demás ciudadanos.
El sistema capitalista comienza a manifestar crisis, pero sin cuestionar el orden social ni
económico como generador de desigualdades, se le asigna el atributo de “peligrosos” a los
pobres (conside- rados biológica y antropológicamente predeterminados al delito),
justifican- do actuaciones de corte autoritario por parte de los Estados que proponían,
entre otras cosas, penas indeterminadas y pena de muerte contra los consi- derados
incorregibles. La aplicación de estas ideas securitarias se dio durante el nacionalsocialis-
mo alemán, cuando se consideraba que la mejor solución para los asociales (quienes se
apartaban de los valores y principios de la sociedad, tanto porque cometían delitos como
porque llevaban una vida disoluta, de vagabundaje, mendicidad o refractaria al trabajo) era
la aplicación de medidas esterilizadoras para evitar la procreación y reproducción de estas
personas, a las que se internaba en casas de trabajo y campos de concentración para
aprovechar su fuerza de trabajo y luego exterminarlas. También leyes autoritarias, que
promueven la arbitrariedad policial y la “aplicación injusta de la justicia”, que criminalizan la
vagancia y la pobreza, se produjeron en Europa y en América Latina, por considerarlas
una amenaza para la seguridad (por ejemplo, las leyes de vagos y maleantes).
LECTURA 5. POLÍTICA DE SEGURIDAD CIUDADANA
LECTURA 5. POLÍTICA DE SEGURIDAD CIUDADANA
En un sistema tal, la violencia y la inseguridad son consideradas como una seria amena-
za para la estabilidad democrática y para la gobernabilidad, no sólo por- que ponen en
evidencia las limitaciones del Estado para erigirse como garante de los derechos
reconocidos como democráticos, sino porque tal situación genera rechazo social hacia el
sistema político y hacia las decisiones de los gobernantes y representantes políticos. En tal
escenario, el efectivo desarrollo de la noción de ciudadanía basada en el ejercicio de los
derechos agoniza, frente a la falta de protección y garantía de esos mismos derechos (ver
Pulido 2000). Si se considera que “en un Estado Democrático, la seguridad es sólo
concebible en tanto que deber de protección del Estado en relación con los derechos”
(Rosales 2002a:300) y que la medida del desarrollo de una democracia está dada por su
“capacidad de dar vigencia a los derechos de los ciudadanos” (PnUD 2004:50), entonces
un contexto de inseguri- dad, que amenace la vigencia del Estado de Derecho,
repre¬sentaría un grave déficit democrático a superar. Democracia, ciudadanía y
seguridad ciudadana son conceptos que deben ser desarrollados, y su cristalización
depende de condiciones so- ciales, políticas, económicas, culturales e institucionales, que
serán de- terminantes para el fortalecimiento (o debilitamiento) del Estado social y
democrático de derecho. Ahora bien, el contenido de estos conceptos (democracia,
ciudadanía y seguridad ciudadana) no se agota con el reco- nocimiento expreso de unos
derechos y de unas libertades.
En su génesis, los primeros cuerpos policiales se desempeñaron a pie. Más tarde, se dotó
de caballos y se uniformó con mudrines alemanes, una es- pecie de traje con capa que se
complementó con sombrero y espada, “para que haga respetar su carácter”, indica el
decreto de ley. Sus atribuciones fueron aprehender a los infractores, recolectar impuestos,
se- ñalar a los sospechosos de rebeldía, cuidar mercados, alumbrar y empedrar calles.
Con motivo de la desaparición de la Primera República, la Guardia Nacional es olvidada
por carencia de recursos. En 1820 vuelve a resurgir en el panorama Independentista con
el triunfo de las Armas en Carabobo. En 1839, desaparece esta primera Guardia Nacional.
La institución resurge nuevamente bajo al mandato del General José Antonio Páez en el
año 1841, denominándose La Guardia Nacional de Policía cuya función era la seguridad y
el orden, especialmente del medio rural, además la misma tenía unas funciones
adicionales como evitar crímenes, la protección de la vida de las personas y de sus bienes
y la vigilancia y custodia de los presos. Debido a la carencia de recursos económicos para
su mantenimiento, ésta desaparece por medio de la derogación de la Ley que la creó en el
año 1847. En 1915 surge un aparato policial embrionario conocido como “La Sagrada” una
policía secreta, centralizada, politizada, consagrada al mantenimiento y la supervivencia
del gobierno gomecista y que escapaba al proceso de burocratización del Estado. A través
de la información recaudada por los agentes de “La Sagrada”, se lograba un control más
amplio a través del cual era posible detectar y reprimir a los enemigos políticos que
pudieran amena- zar con alterar el orden. Con la muerte de Gómez desaparece “La
Sagrada”, los cuerpos policiales de algunos estados y del Distrito Federal se abocaron al
resguardo del orden público.
Surge la Seguridad Nacional, que como aparato policial se distinguirá aún más por su
estructura piramidal, altos niveles de burocratización y esca- sa flexibilidad y permeabilidad
ante las exigencias sociales. En este punto es importante destacar la doble dimensión de
la función policial, según la cual, por un lado, se protegerían importantes objetivos para el
conjunto social, así como los derechos de las personas reconocidos en la Constitución y
las leyes, y por el otro también cumpliría determinados objeti- vos políticos, a través de la
preservación del orden público y el mantenimien- to de un grupo en el ejercicio del poder
político. Marcos Evangelista Pérez Jiménez creó en 1952 la fuerza de la “Seguridad
nacional” (Policía civil subordinada al Gobierno); sin embargo, no fue pro- bada
judicialmente su responsabilidad personal en tales hechos ocurridos en la Historia.
Desde este punto de vista, el ejercicio de toda función policial se debate naturalmente
entre motivaciones políticas y sociales, pero será la ruptura de este equilibrio en beneficio
de la lógica política, orientada principalmente hacia la protección de las instituciones y
autoridades políticas establecidas, lo que, como se tratará más adelante, definirá y
consolidará el desarrollo del aparato policial en Venezuela.
Para el año 1964 la policía cuenta con una ordenanza en la que se especifican las
jerarquías del personal, planes de vigilancia, estructuración del batallón, reglamento sobre
funcionamiento, entre otras materias relacionadas con la misión del cuerpo de seguridad.
Todo esto va dándole otra forma y estructu- ra a la policía de entonces. La policía en la
ciudad de Caracas fue evolucionando como una policía municipal, que transitó por los
pasajes de la dictadura, pero en definitiva, durante el periodo democrático, y más
específicamente a partir de 1969, durante el primer mandato gubernamental del doctor
Rafael Caldera, es cuando comienza a sentarse las bases de la Policía Metropolitana que
hoy tenemos.
En 1969, durante la primera gestión del doctor Rafael Caldera, se crea formalmente la
Policía Metropolitana, el acto se llevó a cabo el 21 de diciembre, en esta oportunidad se
firma un convenio Constitutivo entre los Gobernadores del Distrito Federal, del estado
Miranda y la Policía Municipal, para ejercer con mayor eficiencia las funciones y ampliar su
radio de acción. El 9 de Octubre de 1981 según Decreto Presidencial 1.232 eleva su
categoría a Instituto Universitario de la Policía Metropolitana, ofreciendo la carrera de
Técnico Superior Policial y el 17 de marzo de 1987, según resolución Nº 184 del Ministerio
de Educación es autorizado para impartir la Carrera de Licenciado en Tecnología Policial
en las menciones Administración Policial y Sistemas de Seguridad. En 1985 se inició el
proceso de nivelación de los oficiales de policía a Técni- co Superior Policial. En 1993, por
autorización del Ministerio de Educación mediante un oficio Nº 00001683, se inicia la
administración de Licenciatura en Tecnología a los oficiales de carrera activos y jubilados
de la Policía Metropolitana. En 1996 se aprueba el rediseño del Plan de Estudios de la
Licenciatura en Tecnología Policial y su cambio de denominación por Ciencias Policiales
mención: Seguridad y Orden Público.
La investigación de los delitos de acción penal en Venezuela, a mediados del siglo XX, se
institucionaliza el 20 de febrero de 1958 cuando el presiden- te provisional de la Junta de
Gobierno Contralmirante Wolfgang Larrazábal, dentro del esquema político del momento,
promulga el decreto Nº 48 con Fuerza de Ley, que estableció la base legal para la creación
de un Cuerpo de Policía especializado para la investigación de los delitos de Acción
Penal.
El Cuerpo Técnico de Policía Judicial empezó a funcionar en un pequeño local del centro
de Caracas ubicado en el Pasaje Capitolio, con tan sólo doce funcionarios se crean las
primeras delegaciones: Chacao, La Guaira y Los Teques. Para la formación académica del
personal a ingresar para trabajar en el campo investigativo y dando cumplimiento a lo
establecido en el decreto, se pone en funcionamiento la primera escuela en fecha 6 de
agosto de 1958, ubicada entre las esquinas de Principal y Santa Capilla en la antigua Casa
Guipuzcoana.
Ya a partir de los años 70 hasta los 80, el Cuerpo Técnico de Policía Judicial va en
avanzada, constituyéndose como una de las mejores policías de invesigación criminal a
nivel mundial en lo técnico-científico, contando con una serie de recursos, pero a partir de
los años 80, a causa de la indiferencia del organismo gubernamental encargado, con
respecto a la seguridad ciudadana se va produciendo un deterioro.
LECTURA 8. HISTORIA DE LOS CUERPOS DE BOMBEROS
EN VENEzUELA
LECTURA 8. HISTORIA DE LOS CUERPOS DE BOMBEROS EN VENEZUELA
Entre otros, han sido Comandantes del Cuerpo de Bomberos de Caracas: Carlos Anglade,
Carlos Basalo Rodríguez, Ernesto López, Capitán Evencio Pulgar, Coronel Victoriano
Jordan Petit, Teniente Coronel Humberto Ovalles, Teniente Coronel José Octavio
González, Coronel Publio Alvarado Ruiz y el Coronel Ángel Ramón Freytes. El carro
bomba Broakway (Modelo 1936) fue el pionero fundador del Cuerpo de Bomberos de
Caracas, estuvo prestando sus servicios en forma ininterrumpida hasta 1958. En la
actualidad se encuentra mecánicamente en buenas condiciones y en exhibición en el
Museo del Transporte. Por sus meritorias intervenciones, ha salvado numerosas vidas y
bienes materiales. Larga es la lista de los integrantes que a través de los años han
ofrendado sus vidas al servicio de esa causa tan noble y desinteresada. Cabe destacar la
sensibilidad social y la vocación profesional de esta insti- tución, ya que su desempeño
exige sacrificios innegables, que no los compen- sa remuneración económica ni beneficio
social alguno. Solamente la satis- facción del deber cumplido, el respeto, admiración,
cariño y agradecimiento que el pueblo concede pueden retribuir a esta digna y honrosa
organización, los desvelos, que por el bienestar de la comunidad realizan constantemente.
Es la compleja labor del bombero.
LECTURA 9. HISTORIA DE LA PROTECCIÓN CIVIL EN
VENEZUELA
LECTURA 9. HISTORIA DE LA PROTECCIÓN CIVIL EN VENEZUELA
Según el Decreto Presidencial Nº 1.557 con fuerza de Ley del Sistema Nacional de
Protección Civil y Administración de Desastres, en fecha 13 de noviembre de 2001
publicada en Gaceta Oficial Extraordinaria de la República Bolivariana de Venezuela Nº
5.557, el Decreto con Fuerza de Ley de la “Organización nacional de Protección civil y
Administración de Desastres”; como un órgano de seguridad ciudadana, adscrito al
Ministerio del Interior y Justicia
LECTURA 10. LOS ÁMBITOS DE LA SEGURIDAD
LECTURA 10. LOS ÁMBITOS DE LA SEGURIDAD
Muchos de los que votaron por Pérez comenzaban a desilusionarse y no las tenían todas
consigo: habían creído que con Carlos Andrés regresaría la viajadera a Miami para seguir
comprando “tan’ barato, dame dos”, pero la dura realidad asomó la llegada de una época
de privaciones. En el ambiente del país se palpaba una sensación de malestar
generalizado, el disgusto colectivo era evidente. El lunes 27 de febrero de 1989 amaneció
como todos los lunes: con grandísima flojera. Todo comenzó cerca del Nuevo Circo de
Caracas cuando los usuarios de la ruta de autobuses Caracas-Guarenas-Guatire se
enteraron de las nuevas tarifas más altas que las reguladas por el Gobierno que estaban
cobrando los choferes porque los nuevos precios de la gasolina habían entra- do en
vigencia el domingo anterior. El Gobierno había aprobado 10 bolíva- res para la ruta
Caracas-Guarenas y 12 bolívares para la Caracas-Guatire, los conductores estaban
cobrando 16 y 18 bolívares respectivamente. Los pasajeros se sintieron burlados y, desde
las seis de la mañana, se concentraron en la avenida Lecuna (frente al coso de San
Agustín) para protestar pacíficamente, luego se les unieron los estudiantes del tecnológico
Luis Caballero Mejías. La protesta se fue de bruces, se volvió violenta y se generalizó en
Caracas y llegó a otras ciudades. Fueron días “casi una semana”de batallas campales que
comenzaron con manifestaciones “espontáneas” (aunque algunos aseguran haber visto a
agitadores que luego participaron en el golpe de estado del 4 febrero de 1992). La cuota
de dolor y muerte fue grande: la cifra oficial fue de trescientos muertos. Otros opinan que
las muertes pasaron de tres mil. La calma comenzó a regresar el 3 de marzo.
La seguridad y sus políticas. Barcelona: Atelier. (Adaptado para fines pedagógicos de este
material).
cuando hablamos de seguridad o de temas relacionados con ella, a me- nudo se constatan
confusiones semánticas y conceptuales entre modelos, métodos, políticas, técnicas, etc.
Un modelo es una construcción sobre una experiencia de la realidad y dicha realidad no
puede ser o no ser, sino que sencillamente es. En toda realidad hay siempre elementos
para construir un modelo. Toda institución como la policía o todo programa de acción como
una política, en tanto que construcciones, contienen un modelo subyacente, ya sea,
manifiesto o latente, pretendido o espontáneo. Lo verdaderamente importante consiste en
saber reconocer si nos hallamos ante un modelo preconcebido y ejecutado para
transformar la realidad y orientarla a partir de unos objetivos predeterminados, o por el
contrario se trata tan sólo de un intento de sistematizar o explicar lo ya existente, que se
ha ido perfilando con la mera actividad de los actores sociales.
Si no existe una política concreta de seguridad establecida y ejecutada por quien tiene tal
responsabilidad, las instancias operativas como la policía no dejan por ello de actuar, sino
que con su quehacer perfilan, de manera asilvestrada pero no por ello menos cierta,
formas, modelos y elementos constitutivos de lo que podríamos denominar una pseudo
política. Ésta contiene o incorpora algunos elementos incluso estratégicos, que a nivel muy
primario se constituyen en apariencias subsidiarias de una inexistente auténtica política.
Las políticas de seguridad forman parte de las políticas públicas, y és- tas a su vez de la
política en general. En un modelo democrático, puede sostenerse que quienes ejercen el
poder político tienen una capacidad -y la obligación- de tomar decisiones legítimas en el
marco de dicho modelo, que deben orientarse a la consecución de un bien común, pero
que no pueden ser separadas de las finalidades (objetivos, metas) espacio- temporales
propuestas por aquellos que han sido elegidos y encargados de gobernar.
Las políticas públicas de seguridad son políticas sectoriales, sin que ello signifique que
puedan desligarse de otras políticas públicas (como las de bienestar social, sanidad,
urbanismo, defensa, educación, etc.). Entonces, por políticas públicas de seguridad se
puede entender un con- junto de iniciativas y decisiones basadas en una lectura
interpretativa de la realidad, mediante las cuales quienes ejercen el poder político,
constituidos en poder público, intentan dirigir las actividades y los recursos de los órganos
y de las instituciones dedicados a garantizar la integridad de los ciudadanos y la
preservación legítima de sus bienes con la finalidad de transformar la realidad. La política
de seguridad no debe estar enfocada en posicionamientos a remolque de los sucesos de
la realidad. En tal caso lo que se produce no son políticas, sino falsas políticas, detrás de
las cuales no hay una voluntad real de llevarlas a cabo y esa falta de voluntad de
realización la convierte en una política simbólica para tratar de comprar tiempo.
Las verdaderas políticas de seguridad tienen por objeto transformar la realidad a partir de
cierta prospectiva, tratando de evitar que el problema detectado llegue a plantearse o, al
menos, que se expanda. Deben operar de manera que se alcancen y mantengan estados
de seguridad soporta- bles (sostenibles) para la sociedad en la que se desarrollan. En
general, el diseño y la ejecución de las políticas de seguridad transformadoras requieren
de un proceso de elaboración específico que pasa forzosamente por la investigación y la
evaluación. Un estado de seguridad no responde a situaciones espontáneas. Sólo puede
responder al diseño y ejecución de políticas de seguridad previstas al efecto y en
constante proceso de evaluación y revisión para adaptarlas a los cambios y necesidades
sociales. Por lo tanto, un estado de seguridad no puede en modo alguno ser neutro; es el
producto de una actividad pública en un entorno social concreto. (Recasens, 2007).
LECTURA 14. “RAIMUNDO, EL BOMBERO MÁS VALIENTE
DEL MUNDO”
LECTURA 14. “RAIMUNDO, EL BOMBERO MÁS VALIENTE DEL MUNDO”
un hermoso cuento para ti, apreciada y apreciado estudiante. ¡Lee con atención!
“Lo llamaban así simplemente porque mundo rima con Raimundo, pero no porque fuese
tan valiente. Más bien era tímido y pequeñito y de ninguna manera parecía uno de esos
héroes, intrépidos, valientes y audaces. Sin embargo, Raimundo sabía cumplir muy bien
con su deber y era el primero en vestirse y subir al camión de bomberos cuando sonaba la
alarma. Todos creen que los bomberos sólo apagan los incendios, pero no es así: también
los llaman para resolver otro tipo de problemas. Por ejemplo, los llamaron cuando el perro
del Sr. González corrió al gato de doña Etelvina y el animal se asustó tanto que se trepó al
árbol más alto del vecindario. Después no se pudo bajar y se pasó toda la noche
maullando allá arriba. Y fue Raimundo quien lo rescató. Cuando el hijo de doña Ágata
metió la cabeza entre los barrotes del balcón y se quedó allí atorado, también llamaron a
los bomberos y hubo que desarmar medio balcón para sacar al travieso. Y aquella vez que
se rompió un caño en la casa de doña Eduviges y se inundó el sótano, ¿a quienes
llamaron? Sí, a los bomberos y fueron ellos quie- nes lo desagotaron. Lo mismo sucedió
cuando el Sr. Galimbertti quedó atrapado en el ascensor, entre el noveno y el décimo
piso... Por supuesto, fueron los bomberos los que solucionaron el problema y lo
rescataron, ¡siempre los bomberos!
Raimundo recordó haber oído que “la música amansa a las fieras” y corrió a su casa en
busca de su violín. Su única preocupación era que entre tantas fieras hubiese alguna
sorda, pero por suerte todas tenían buen oído. Raimundo recorrió las calles tocando el
violín y las fieras comenzaron a seguirlo para escuchar su música. Así llegó hasta el circo,
cuando ya estaba apagado el incendio y pudieron hacer entrar a cada animal en su jaula.
Al día siguiente la foto de “Raimundo, el bombero más valiente del mundo” estaba en la
televisión, los diarios y, ¡hasta en internet!”