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TEXTO DEFINITIVO PARA PUBLICAR

¿QUÉ SE ENTIENDE POR “DERECHO ROMANO”?


Plantear la cuestión de los Principios Generales del Derecho y su eventual correlación con el
Derecho Romano nos presenta, a primera vista, por lo menos dos problemas a dilucidar: a) qué se entiende por
“Principios Generales” y b) qué se entiende por “Derecho Romano”. Recién cuando ambas ideas las tengamos
claras podremos investigar la relación que exista entre ellas.
Asumo para esta pequeña comunicación la responsabilidad de tratar de abordar la segunda de
estas cuestiones.
Utilizar con precisión los alcances y el significado de las palabras es en mi caso, lo reconozco,
una verdadera obsesión. Así fue como presenté en diversos Congresos y Encuentros trabajos para tratar de
definir el dominio, la obligación, la civitas y el ius naturale tratando de diferenciarlos o equipararlos a la
propiedad, la relación jurídica, la polis y el iusnaturalismo.
Se adjudica a Confucio haber dicho que “quien no conoce la fuerza de las palabras no puede
conocer bien a los hombres”1

¿Qué es el Derecho Romano? ¿Qué significa “Derecho? ¿A qué adjetivamos como “Romano”?
Si pudiéramos preguntarle a un jurista clásico que es el Derecho Romano, creo que no entendería
la pregunta. ¿”derecho -diría- qué es eso”?
La lengua castellana que hablamos, como también el francés, el italiano, el portugués y algunas
más, es una de las llamadas ”romances” que es el nombre que se les da a los idiomas que son una derivación,
continuación o tergiversación de la lengua que el Imperio Romano impuso en su órbita: el latín. El emperador
Justiniano hizo redactar en esa lengua su recopilación jurídica que habría de convertirse, con el tiempo, en el
“común denominador jurídico y cultural para la mayoría de los pueblos de la tierra” según hemos sostenido
hace algún tiempo.2 En toda esa magna obra no se menciona la palabra “derecho” en sus versiones latinas
(directum o derectum) sino la palabra ius y tan es así es que el Título I del Libro I de las Institutas y el Título I
del Libro I del Digesto se denominan “De iustitita et iure” y cuando Ulpiano es citado al inicio de esta última
obra se refiere al “iuris” al que, erróneamente a mi juicio, hace descender de “iustitia”. Somos nosotros, los
modernos los que traducimos “ius” por “derecho”.
En español no hay otra traducción de “ius” que no sea “derecho” y lo mismo sucede, por
ejemplo, en italiano (“diritto”) en francés (“droit”) y en portugués (“direito”).Tarea no menor habrá de ser
dilucidar si conceptualmente lo que nosotros denominamos hoy “derecho” es lo que los juristas romanos
llamaban “ius”, pero no es ese el propósito del presente trabajo. 3
Ciertamente la palabra “derecho” no proviene etimológicamente de ius, como la palabra caballo
no proviene de equus ni campo de “ager”. Sucede que la lengua latina sufrió las consecuencias de la caída del
Imperio Romano y paulatinamente dejó de usarse en forma coloquial, siendo reemplazada por cientos de
dialectos que llegaron casi al millar en toda Europa hacia el fin del primer milenio. Sólo la Iglesia continuó
copiando y usando el latín aunque no sin importantes tergiversaciones, pero manteniendo en general la sintaxis
y el vocabulario. Coincido con el maestro cordobés Vázquez 4 en la idea de que la palabra “derecho” proviene
de la voz “derectum” que significaría algo así como muy recto, sin dobleces ni oblicuidades y que esta palabra
se impuso sobre “ius” en forma coloquial, cotidiana, de la misma manera que en nuestros días reemplazamos
paulatinamente muchas palabras españolas por otras provenientes del lunfardo o de otras lenguas.
En el mundo moderno se ha perdido el uso de la palabra ius, pero no la de algunos de sus
derivados como “justicia” (iustitia) aunque también a mi criterio la idea actual del vocablo no coincide
plenamente con el de su origen latino.
Surge entonces la pregunta básica de este trabajo: ¿cuál es el significado de “Derecho
Romano”?

1 Según cita del Dr. Humberto Vázquez en “Temas de Derecho Romano” Editorial ADVOCATUS,
Córdoba, 1993.pág. 5.
2 RINALDI, Norberto, “Lecciones Ampliadas de Derecho Romano”, Editorial Edictum, Buenos Aires,

2006 pág. 139


3 Sobre el origen de la palabra “ius” recomendamos el artículo de Alfredo Di Pietro en la Revista

“Prudentia Iuris Nº 1, pags. 63 y ss. y la crítica que hace RINALDI, Norberto opus cit. pags 150 y ss.
4 VAZQUEZ, Humberto, opus cit. pags 11 y ss.
La importancia técnica de precisar los términos radica en la necesidad de que los debates
puedan darse en un marco de rigurosidad que permita la discusión de ideas donde los contendientes sepan que
están hablando de la misma cosa y ello no es posible si, por ejemplo, se está estudiando una institución jurídica
tal cual era en el siglo II a.C o en el siglo VI de nuestra era, siendo que en ambos momentos regía “el Derecho
Romano”.
Si buscamos una respuesta proveniente de Justiniano nos encontramos con una primera
dificultad, ya que en la Constitución Deo Auctore se refiere al Digesto como una recopilación del Ius
Romanum5 , pero lo diferencia claramente del Código al que considera una recopilación de las leyes de los
“sacratísimos principes” 6 que estaban confusas y debían reunirse en un Código. A primera vista, pues, podría
decirse que para Justiniano el Derecho Romano (ius Romanum) estaba en el Digesto mientras el Código
recopilaba y ordenaba las leyes de los emperadores. También las Institutas, que era sólo un manual de estudio
al que Justiniano le da “toda la fuerza de nuestras constituciones” 7 aparecen como diferenciadas del Digesto.
Resumiendo: si se hace una lectura lineal se podría concluir que el Ius Romanum está en el Digesto, pero no en
el Código ni en las Institutas.

Resulta curioso que después de tantos años de estudios y polémicas no haya todavía una
versión unívoca de qué debe entenderse por “Derecho Romano” a punto tal que podría dudarse sobre la
conveniencia de intentar una definición excluyente. Nos surge la duda sobre si lo que Justiniano entendía por
Derecho Romano es asimilable a lo que pensaron al respecto científicos de la talla de Savigny, Irnerius, Vélez
Sarsfield, los humanistas, la Pandectística y, retrocediendo en el tiempo, Gayo y los juristas clásicos en
general. En suma la gran incógnita es si todos ellos llamaban “Derecho Romano” a lo mismo -y adelanto mi
respuesta negativa- o si todo el Derecho sobre el que ellos trabajaron es “Derecho Romano”.

Una vez “reencontrada” en su totalidad la magna obra justinianea, los estudiosos llamaron al
derecho que surgía del Digesto “Derecho Romano”, como lo hicieron los estudiantes y profesores de las
incipientes universidades europeas hasta el siglo XIII, manteniendo un respeto reverencial casi religioso por
sus textos. Las otras partes de la obra Justinianea eran parcialmente conocidas -especialmente en las escuelas
de Ravena y Pavía- y también aplicadas en forma directa o a través de las leyes romano-bárbaras, pero lo
verdaderamente revolucionario fue el hallazgo del Digesto que, quizás por ser de lectura más dificultosa había
sido completamente dejado de lado. 8
Los glosadores se dedicaron a realizar una labor exegética sobre el material encontrado y
reunificado principalmente a través de la comparación de las diversas partes de cada obra pero manteniendo un
respeto absoluto por los textos, evidenciando la admiración y deslumbramiento que el descubrimiento había
generado por la recopilación de Justiniano. En el siglo XIII aparece una obra que reúne toda la valiosísima
labor de los glosadores, escrita por Francesco Accursio y que conocemos hoy como “Glosa Magna”, que, más
tarde, habría de tener una gran difusión una vez inventada la imprenta.
Un ejemplo claro de los intentos de armonización de normas jurídicas romanas con el derecho
emergente de los cánones de la Iglesia son las Partidas de Alfonso el Sabio del siglo XIII que, si bien no fueron
promulgadas como legislación vinculante, sirvieron como material de estudio en las incipientes Universidades,
principalmente españolas.
Fueron posteriormente los comentaristas los que más libremente comenzaron a adaptar el contenido
del Corpus Iuris a las necesidades de su tiempo realizando una verdadera transformación a través de la
comparación del texto de Justiniano con las normas estatutarias o consuetudinarias que se aplicaban en su
tiempo y tratando, dentro de lo posible, de hacerlo coincidir con las normas provenientes del Derecho

5 “EL DIGESTO DE JUSTINIANO, LIBRO I”, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, Lima, 2011 pag. 18 “… libros ad ius romanum pertinentes…”
6 Conviene reparar en que al referirse al Digesto en la misma Constitución Deo Auctore, Justiniano

diferencia la recopilación de las leyes de los emperadores que hace en el Código de la recopilación
de Derecho Romano que hace en el Digesto. ¿Puede inferirse que el Derecho Romano (ius
romanum) está limitado al Digesto y la Constituciones son algo diferente?
7 INSTITUCIONES DE JUSTINIANO, Editorial Heliasta SRL, Buenos Aires , 1976 pag. 25
8 LAPIEZA ELLI, Angel “ Historia del Derecho Romano, Coop. de Derecho y Ciencias Sociales,

Buenos Aires, 1975 pág 299


Canónico.9 Las obras del más importante de los comentaristas, que fue Bartolo de Saxoferrato, llegaron a tener
el carácter de norma vinculante para los jueces en España y en algunas de las ciudades libres de Italia. Mi
maestro, con su acostumbrada precisión y elegancia resume la importancia de la labor de los comentaristas en
los siguientes términos: Se había pasado del respeto reverencial y autodisciplina exegética de los glosadores a
una no menos científica pero astuta y para muchos desaprensiva manipulación pragmática de los comentaristas
dispuestos a arrancar del imponente monumento todo material que pudiera servir, en amalgama y aderezo con
los elementos del derecho viviente, para la creación de sistemas normativos adecuados a las necesidades
contemporáneas“10.

Toda esa impresionante masa de obras jurídicas medioevales y muchas que aparecieron
luego no son otra cosa que el fruto de la paulatina adecuación de las normas romanas a la realidad política,
económica y social de la época, reflejando, inclusive algunas características de las nacientes naciones europeas.
El escaso desarrollo durante aquella época del Derecho Romano en Francia e Inglaterra, por ejemplo, reconoce
razones claramente políticas, habida cuenta de que la unicidad del Derecho Romano fue tomada como bandera
por el Sacro Imperio, perjudicaba los intereses de esos reinos y por ende, la difusión y aplicación del Derecho
Romano se vio restringida.11
La principal obra del sabio alemán Federico Carlos de Savigny, que fue la más difundida de su
época y sirvió de base para la formación de los juristas que, como es el caso de Vélez Sarsfield participaron del
proceso codificatorio iniciado en el siglo XIX, fue “Sistema de Derecho Romano Actual”, habiendo escrito
antes una “Historia del Derecho Romano en la Edad Media”. De ambas obras se desprende que, a juicio del
fundador de la Escuela Histórica del Derecho, el Derecho Romano había seguido existiendo durante la Edad
Media y aún en su tiempo, debidamente “actualizado”, se constituía en fuente formal.
Quizás convendría adelantar que, evidentemente, existen en doctrina por lo menos dos
posiciones respecto de qué debe entenderse por “Derecho Romano”: una primera, que podríamos denominar
“restringida” que denomina así al derecho contenido en la obra Justinianea y una segunda, que por oposición
sería “amplia”, que considera también bajo el nombre de Derecho Romano al proceso formativo previo de lo
que después sería el Corpus Iuris y a la evolución que éste tuvo a partir del siglo XI.
La doctrina mayoritaria, como se verá, adscribe, con variantes, a la posición “restringida”.

El prestigioso romanista español Alvaro D´Ors, maestro de varias generaciones de juristas,


tiene la que aparece como más extrema posición dentro de la primera corriente. En efecto, explica que el
Derecho Romano es “una serie de escritos de aquellos autores que fueron considerados en la antigua Roma
como autoridades en el discernimiento de lo justo e injusto (jurisprudentes) especialmente la colección
antológica de esos escritos hecha por el emperador Justiniano (siglo VI) a la que éste agregó otra menor de
leyes dadas por los emperadores anteriores y las suyas propias” 12.
Luego de la atenta lectura del párrafo del maestro español transcripto se hace necesario, desde
mi punto de vista, formular por lo menos dos observaciones. Por un lado no considera D´Ors dentro de la
definición a todo el inmenso conjunto de normas que no están incluidas en el Corpus Iuris pero que
contribuyeron a la creación y el progreso del Derecho Romano desde la misma fundación de la ciudad; y por
el otro deja fuera también a los juristas que no gozaron del ius publice respondendi, que fueron los únicos
autorizados a “discernir entre lo justo e injusto”, despreciando los aportes de, entre otros, nada menos que
Gayo y, por otra parte, toda la intensa tarea de los juristas preclásicos. ¿No integra, entonces, el concepto de
“Derecho Romano” todo el bagaje jurídico que emana de la labor de tantos pretores anónimos que fueron
articulando el “ius honorarium” ni tampoco las tantas leges republicanas que no fueron incluidas en el Código
Justinianeo?

Entre los grandes tratadistas modernos del Derecho Romano se destaca con brillo propio la
figura de Eugène Petit cuya obra tiene la peculiaridad de ser una de las pocas que sigue la metodología de las

9 Conf: LAPIEZA ELLI , opus cit pag. 300 y ss.


10 LAPIEZA ELLI, opus cit pag. 305.
11 Se hace una amplia descripción del desarrollo del Derecho Romano en la Europa medioeval en la

obra citada de LAPIEZA ELLI, págs 307 y siguientes y en el libro de JUAN CARLOS GHIRARDI y
ALBA CRESPO “ Manual de Derecho Romano”, Edtorial Eudecor, Córdoba 1999 pags. 103 y ss
12 D´ORS, Álvaro, “Derecho Privado Romano” EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA. S. .A ;

Pamplona 1977 pág. 25


Institutas de Justiniano, respetando cuidadosamente el ordenamiento de estudiar personas, cosas y acciones.13
El gran maestro francés define el “Derecho Romano “como “…el conjunto de los principios de derecho que
han regido la sociedad romana en las diversas épocas de su existencia, desde su origen hasta la muerte del
emperador Justiniano.”14 El mismo traductor, José Ferrández González, catedrático en Derecho Romano de la
Universidad de Valladolid se permite “hacer notar” una clara diferencia entre su opinión y el texto de Petit que
tradujo; ampliando el concepto hasta incluir en el mismo aspectos sociales correspondientes a las costumbres
que forman la “conciencia Jurídica del pueblo15. Como puede apreciarse, Petit, se aparta del concepto tan
restringido que surge de la obra de D´Ors, pues incorpora como integrando también el concepto de Derecho
Romano, las normas que corresponden a diversas épocas de la rica historia del pueblo romano.

En la misma corriente restrictiva encontramos que se puede incluir a Pugliese, 16 que se limita al
conjunto de normas que fueron aplicadas para regular la vida de los romanos desde la fundación también hasta
la muerte de Justiniano, es decir a los largo de 1319 años; a Padilla Sahagun, 17, a Fuenteseca18, a Grosso19 y a
la gran mayoría de la doctrina, con algunas variantes que se verán. Justo es reconocer que en algunos casos se
hace mención a una “vida posterior” o al ius commune europeo como integrando el concepto pero, en general,
no van más allá de eso.
Como una posición “avanzada” o, quizás, intermedia: me parece oportuno fijar que Arangio-Ruiz
considera que lo que él denomina “modernos derechos europeos” pueden “considerarse en gran parte como
derivaciones y adaptaciones del derecho justinianeo.20

Entre los argentinos nos encontramos en general con posiciones coincidentes con la doctrina
restrictiva. A modo de resumen de esta corriente podría citarse la opinión de Lapieza Elli que, haciendo gala de
su reconocida precisión terminológica, comienza así su más importante obra: “Derecho Romano es el complejo
total de las experiencias, ideas y ordenamientos jurídicos que tuvieron lugar en el proceso histórico de Roma,
desde los orígenes de la ciudad estado hasta más allá de la disgregación de la parte occidental del Imperio
Romano. Para mayor exactitud, hay consenso unánime en alargar esta existencia del Derecho Romano hasta la
muerte de Justiniano (565 d.C.) cuya compilación de la doctrina y la normativa jurídica romana corona el
proceso y constituye el más trascendente aporte concreto de la antigüedad a la formación de nuestra cultura
jurídica contemporánea”. 21
El consenso unánime al que se refiere en su obra el profesor Lapieza Elli puede ser que fuera
cierto en el sentido de que se acepta que la obra Justinianea está incluida, obviamente, en el concepto de
Derecho Romano, pero no era ya tan unánime respecto de que la idea de “Derecho Romano” sólo llegaba al
tiempo de su muerte, conforme lo veremos a continuación.
Rescatamos al respecto la opinión de algunos autores que se apartan, siquiera levemente, de esa
posición restrictiva. El recordado maestro José María Caramés Ferro, en lecciones recogidas taquigráficamente

13 PETIT,Eugène, Tratado Elemental de Derecho Romano, Editorial Universidad, Buenos Aires 1999
traducido por José Ferrández González.
14 PETIT, Eugène, opus cit. pag 31
15 FERRÁNDEZ GONZÁLEZ, José en opus cit. de PETIT pág. 31 “Sin criticar el concepto y

definición del autor acerca del Derecho Romano, juzgamos conveniente hacer notar, para mayor
claridad que no es sólo el derecho legislado por Roma el que debe estudiar el jurista, sino también
el derecho vivido, el sentido y madurado en la conciencia jurídica de este pueblo, que es una parte
importante del que en su seno elabora y concreta. No bastará, pues, conocer la legislación para
tener cabal idea del sentido jurídico romano: será preciso penetrar en aquel derecho gestado en el
pueblo mismo y manifestado espontánea y directamente por su conciencia social que forma la
costumbre en sus varias y valiosas fuentes.”
16 PUGLIESE, Giovanni, “Istituzioni di Diritto Romano” Giappichelli Editore, Torino 1991; pág. 5
17 PADILLA SAHAGUN, Gumersindo, Interamericana Editores, Méjico 2004 pág. 1
18 FUENTESECA, Pablo; “Lecciones de Derecho Romano”; Unión Gráfica, Madrid Madrid, 1978,

pág. 7
19 GROSSO, Giuseppe; “Lezioni di storia di diritto romano” Giappichelli Editore, Torino, pág.4.
20 ARNGIO-RUIZ, Vincenzo, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1973 (Traducido por José M.

Caramés Ferro) págs. 1 y ss.


21 LAPIEZA ELLI, Enrique; opus cit. pág 9
que fueron editadas con su autorización 22 adscribe en primer término a la doctrina más restrictiva cuando dice
que podemos entender por Derecho Romano “el derecho codificado por el emperador Justiniano a comienzos
del siglo VI de nuestra era contenido principalmente en las diversas partes de la compilación ordenada por ese
emperador…” 23 , pero luego agrega que “También podemos entender por derecho romano el desarrollo
gradual del derecho vigente en Roma desde la fundación de la ciudad..” 24 y luego completa diciendo que
“Podemos asimismo entender por Derecho Romano el que rigió en Europa con posterioridad a la invasión de
los bárbaros, ya que la caída del Imperio Romano de Occidente no significó, ni mucho menos la muerte del
Derecho Romano que siguió rigiendo tanto en Occidente como en Oriente” 25 . Como puede apreciarse, para
Caramés Ferro, discípulo conjuntamente con Nelly Louzán de Solimano de Eduardo Elguera, el concepto de
Derecho Romano incluía todo lo previo a Justiniano y también el sistema jurídico que siguió rigiendo después
de la caída del Imperio Romano.
También incorpora al concepto de Derecho Romano las leyes romano-bárbaras el Profesor
tucumano Luis Rodolfo Argüello que, en su manual para estudiantes -que se sigue aún utilizando en muchas
facultades- después de fijar los límites del concepto de Derecho Romano entre la fundación de Roma y la
muerte de Justiniano, admite que “En este concepto amplio se comprenden también las llamadas leyes romano-
bárbaras que se sancionaron a instancias de los caudillos o reyes germanos cuando se asentaron en suelo
romano y que en gran parte se nutren de fuentes clásicas” 26.

A partir de la última parte del siglo pasado, más concretamente desde 1993 como se verá más
adelante, ya se abre paso muy claramente en nuestra doctrina la posición que hemos denominado “amplia” que
es fruto evidente del entusiasmo con que fue acogida la corriente doctrinaria que llegó hasta nosotros a través
de la tarea impulsora y renovadora de los estudios romanistas que llevó a cabo el “Gruppo di Ricerca sulla
diffusione dil Diritto Romano” de la mano de los Profesores Pierángelo Catalano y Sandro Schipani, entre
otros.
Es así que las obras más recientes al alcance de los estudiosos de nuestro país pueden ser
entendidas como una apertura hacia esta nueva corriente “amplia”, como es el caso del manual de los
profesores cordobeses Juan Carlos Ghirardi y Juan José Alba Crespo que, luego de repetir textualmente la
posición mayoritaria que hace terminar el Derecho Romano en el instante en que muere Justiniano, a
continuación introducen el concepto de “segunda vida” del Derecho Romano, que se prolongaría hasta
nuestros días27. No obstante todavía quedan allí resabios de la corriente restrictiva por cuanto enseña a
continuación que el derecho romano ya no está vigente “con contadas excepciones”, lo que sólo es cierto si se
restringe el Derecho Romano al Corpus Iuris o, en el mejor de los casos, al “ius commune”.
Una posición mucho más claramente encuadrada en la doctrina de conceptualización “amplia” es
la del profesor José Carlos Costa, que en su reciente manual afirma 28 que el “derecho romano es “derecho
actual” y que “continúa hasta el presente”. Si bien no se encuentra en su obra una terminante definición
respecto de la vigencia o no del derecho romano en nuestros días, resulta ineludible interpretar que se aparta
vigorosamente de la corriente restrictiva, aunque la atractiva idea de la existencia de un “derecho actual”
merece un futuro desarrollo que debe estar, claro, a cargo del autor.

22 VOGEL,,Carlos Alfredo, “Historia del Derecho Romano” Editorial Perrot Buenos Aires 1957.
Conviene aclarar que, aunque la obra aparece como si fuera el fruto del trabajo del autor, en
realidad es una recopilación taquigráfica de las clases orales dictadas por el Profesor Titular de
Derecho Romano de la Universidad de Buenos Aires Dr. José M. Caramés Ferro que autorizó y
prologó la publicación.
23 VOGEL, Carlos Alfredo, opus cit. pág 11
24 VOGEL, Carlos Alfredo, opus cit. pág 11
25 VOGEL, Carlos Alfredo, opus cit. pág 12
26 ARGÜELLO, Luis Rodolfo “MANUAL DE DERECHO ROMANO”, Edit. ASTREA, Buenos Aires

1988, pág 3.
27 GHIRARDI, Juan Carlos y ALBA CRESPO, Juan José; opus cit. pág. 21 “… “segunda vida del

derecho romano” se llama a los tiempos… que se prolongan hasta nuestros días. Es la era en que
el Derecho Romano ya no está vigente (con contads excepciones) pero no por ello desaparece su
importancia, ya que continúa siendo la fuente y razón de las legislaciones modernas.”
28 COSTA, José Carlos, “MANUAL DE DERECHO ROMANO PUBLICO Y PRIVADO”, Abeledo

Perrot, Buenos Aires, 2009, pág. 1


El Dr. Alfredo Di Pietro, a mi juicio el más prestigioso nacional e internacionalmente de los
romanistas argentinos contemporáneos, realiza una descripción muy clara de sus ideas en las primeras líneas de
la más difundida de sus obras. Dice el maestro platense textualmente: “Lo que se denomina “Derecho
Romano” -en sentido propio- abarca el estudio de las instituciones jurídicas romanas que hacen a derecho
privado “ius privatum” consideradas desde la fundación de Roma (año 754 ó 753 a.C.) hasta la compilación
realizada por el emperador Justiniano en el siglo VI después de Cristo (que abarcó entre el año 529 y el año
556) que se conoce con el nombre de Corpus Iuris Civilis.1. Este sentido estricto del Derecho Romano no
significó que finalizara luego de Justiniano. En la parte oriental del Imperio continuará su vigencia, no solo por
nuevas disposiciones legales, sino además por escritos doctrinarios y recopilaciones. Esta labor en la Segunda
Roma (la de Constantinopla, luego de la caída de la ciudad de Roma) durará hasta el saqueo de aquella urbe en
el año 1453. A su vez en la parte occidental se prolongará su vigencia, gracias a los nuevos estudios realizados
por los glosadores y los posglosadores (siglo XII) convirtiéndose durante mucho tiempo en el ius commune de
los pueblos europeos, e influyendo luego en la tarea de codificación emprendida en los tiempos modernos y
actuales.29
Como se puede apreciar, en el primer párrafo Di PIetro parece adherir sin dudas a la corriente
restrictiva, pero luego agrega que la definición allí expresada corresponde a un “sentido estricto” y a
continuación, después de mencionar los estudios de los bizantinos en Oriente, se refiere a la labor de las
escuelas medioevales que condujeron al ius commune europeo y que éste influyó en las codificaciones
modernas. Se puede clasificar, con ciertos reparos, por cierto, a esta definición con aquellas que preanuncian la
ruptura de la posición restrictiva, ya que considera al ius commune europeo como propiamente romano y lo
hace influir en el proceso codificatorio moderno.

Desde mi punto de vista, el más claro expositor de la interpretación “amplia” sobre el Derecho
Romano es el gran maestro alemán Fritz Schulz jurista excelso que escribió entre los años 1945 y 1949 su obra
máxima “Derecho Romano Clásico”30. En ese trabajo su autor se refiere exclusivamente al Derecho Privado,
dejando de lado toda referencia al derecho público, a la historia del derecho, al derecho procesal y penal.
Schulz limita su tarea al período histórico que va, según su propia expresión, desde el principado de Augusto
hasta Dioclesiano, es decir que queda excluido todo el derecho que ha sido llamado “romanohelénico” y aún
todas las normas que se adjudican a Justiniano recogidas en sus constituciones imperiales. Considerado de esa
forma parecería que Schulz adheriría a la postura más restrictiva posible, pero, a pesar de ello afirma más
adelante que la historia del Derecho Romano no ha terminado y que el Derecho Romano está aún vivo.
Textualmente al referirse al tema lo hace en los siguientes términos: “El derecho privado romano tiene una
larga historia que se extiende desde las XII tablas (siglo V o IV a. de J.C.) (sic) por toda la antigüedad hasta la
época de Justiniano (siglo VI d. de J.C.) y aún durante la Edad Media, en la Europa oriental y occidental, hasta
nuestros tiempos. El Derecho Romano está hoy aún vivo y por tanto, su historia no ha terminado. 31
Es importante hacer notar que, a mediados del siglo XX, bastante tiempo después de haberse
puesto en vigencia el Código Civil Alemán, Schulz proclama que el Derecho Romano está aún vivo; ¡más de
un siglo después de que otro gran jurista, como lo fue Ortolán 32 expresara en el prólogo de su maravillosa obra
“Explicación Histórica de las Instituciones del Emperador Justiniano” 33 que, después de la puesta en vigencia
del Código Civil de los Franceses, la legislación romana es “legislación muerta” y que para los muertos no
queda sino la historia.34

29 DI PIETRO, Alfredo, “DERECHO PRIVADO ROMANO” Editorial Depalma, Buenos Aires, 1996,
pág. 17.
30 En este trabajo utilizamos la versión en idioma español del libro de Shulz correspondiente a la

traducción al español efectuada por José Santa Cruz Teijeiro.


31 SSHULZ, Fritz “DERECHO ROMANO CLASICO”, Bosch, Casa Editorial; Barcelona 1960, pág. 1
32 Joseph Louis Elzear Ortolán (1802-1873) Nacido en Toulon, fue profesor de la Universidad de

París y escribió entre otras muchas obras de Derecho Constitucional y Administrativo, la obra
mencionada en este trabajo y otra titulada “Generalización del Derecho Romano”; fue titular de la
cátedra de Historia del Derecho Romano y del Derecho Francés.
33 ORTOLAN, Joseph “ESPLICACIÓN (sic) HISTÓRICA DE LAS INSTITUCIONES DEL

EMPERADOR JUSTINIANO” Establecimiento tipográfico de Ramón Rodriguez de Rivera, Madrid


1847.
34 ORTOLAN, Joseph, opus cit. pág VI. “”Este Derecho (Romano), más que ningún otro reclama la

aplicación del método histórico, y la reclama en Francia más que en ninguna otra parte, porque en
Ahora bien, podríamos preguntarnos en qué radica la tan grande diferencia entre romanistas
de esa talla: para uno el Derecho Romano no existe más después de la codificación y para el otro sigue vivo
mucho después de la codificación “y su historia no ha terminado”. A juicio de quien redacta estas líneas la
controversia tiene que ver con el título del presente, es decir, con lo que cada uno de ellos entiende por
“Derecho Romano”; para unos es historia, lo que implica que hay que estudiarlo como algo “muerto”, algo que
ya no existe; mientras que para otros -entre los que se incluye quien esto escribe- el derecho que hoy rige a la
mayoría de los pueblos del mundo no es otra cosa que Derecho Romano debidamente adecuado a realidades
económicas, políticas y geográficas distintas… pero sigue siendo Derecho Romano.

En una gélida tarde de invierno, hace ya casi dos décadas, aprovechando una visita que hizo a
Buenos Aires el Profesor Gerardo Turiel de Castro 35, se realizó una charla con profesores y alumnos de
distintas Universidades. En esa ocasión, apasionado como siempre e interrumpiendo a una estudiante que decía
al pasar que el Derecho Romano era un antecedente del Código Civil de Vélez, el jurista español afirmó
levantando la voz: “eso no es cierto, el Derecho Romano no es antecedente, ni raíz, ni origen, ni nada del
derecho que vosotros tenéis y tenemos los españoles. ¡este Derecho vuestro y también el nuestro “son”
Derecho Romano”.
En las largas conversaciones que en diversas ocasiones posteriores mantuvimos con el maestro
español pudimos afinar ese concepto que había surgido casi como una interjección. El Derecho de nuestros
días, para quienes sostenemos la posición “amplia” no es otra cosa que el propio Derecho Romano adecuado a
la realidad social, económica, cultural e ideológica de nuestros tiempos. Lo mismo sucedió siempre con el
Derecho Romano, ¿o acaso los juristas romanos no fueron adoptando el derecho a las novedades y cambios
que se producían?
Si se acepta que son normas romanas las que surgen de la Ley de las XII Tablas, las que emanan
de las fórmulas, las del edicto perpetuo y, por cierto, también aquellas que están en la obra de Justiniano,
debemos aceptar que lo que hicieron los juristas que trabajaron sobre esos textos en los siglos posteriores hasta
nuestros días son también derecho romano.
Los comentaristas adecuaron el derecho que luego iba a ser el ius commune partiendo de los
estudios de los glosadores que trabajaron sobre el Corpus Iuris, que a su vez se hizo siguiendo el Edicto
Perpetuo, que había estructurado la masa jurídica proveniente de los edictos de los pretores y así sucesivamente
hacia el pasado. ¿A su vez nuestros codificadores modernos, acaso no adecuaron las normas claramente
romanas vigentes en su época a las nuevas realidades de cada país?
El derecho de nuestros días se parece mucho más al que surge del Corpus Iuris que lo que éste se
parece al de las XII Tablas, pero todo es Derecho Romano.
En el año 1993 quien esto escribe hizo en una obrita dedicada a los estudiantes está definición de
lo que debe entenderse por “Derecho Romano” que ha replicado en sucesivas ediciones y dice así: “…
llamamos Derecho Romano al sistema jurídico elaborado por los romanos, recopilado por Justiniano,
sistematizado y actualizado por las diversas escuelas romanísticas posteriores, recepcionado por las
codificaciones modernas y que sirve de común denominador jurídico y cultural para la mayoría de los pueblos
de la tierra.” 36
Veinte años después debería modificarla en su parte final para adecuarla al resultado de esta
pequeña investigación, de manera tal que quedara claro que el derecho vigente no es otra cosa que un paso más
en la constante transformación que los cambios históricos han impuesto al ius romanum, aquel Derecho que el
genio romano inventó.

Considero conveniente terminar esta pequeña colaboración a esta


Jornada sobre el Origen Romano de los Principios Generales del Derecho con una

Francia la legislación romana es una legislación muerta; y para los muertos ¿Qué queda sino la
historia?
35 El Profesor Gerardo Turiel de Castro (1932-2008) nació en Vigo y fue titular de la Cátedra de

Derecho Romano de la Universidad de Oviedo. Visitó en varias oportunidades nuestro país para
asistir a diversos Congresos. Además de distinguido jurista fue un melómano cultísimo que amaba
especialmente la ópera y el tango.
36 RINALDI, Norberto “Lecciones Ampliadas de Derecho Romano” Edit. Edictum, Buenos Aires,

2006 pág. 139.


frase de Rudolf von Ihering: “Nuestro pensamiento jurídico, nuestro método y
nuestra forma de intuición, toda nuestra educación jurídica, en una palabra, son
romanos, si se puede llamar romana a una cosa de una verdad universal, que sólo
los romanos han tenido el mérito de haber desenvuelto hasta su más alto grado de
perfección”.37

37VON IHERING, Rudolf en ”Importancia del Derecho Romano” prologando la opus cit. de PETIT
Eugène, pág. 26

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