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Para que la niña pudiera apropiarse del placer de autoría necesitó de un enseñante que la
invistiera de la posibilidad de ser aprendiente y le otorgara el lugar de sujeto pensante.
Más que enseñar (mostrar) contenidos de conocimiento, ser enseñante significa abrir un
espacio para aprender. Espacio objetivo-subjetivo donde se realizan dos trabajos simultáneos:
● Construcción de conocimientos.
● Construcción de sí mismo, como sujeto creativo y pensante.
En todo aprendizaje se pone en juego cierta cuota de temor. Temor que no siempre debe
adscribirse como miedo al cambio sino que es propio del encuentro con la responsabilidad que la
autoría supone. El deseo suele ir vestido con el ropaje del miedo.
Poder ser un maestro “suficientemente bueno” no se logra con técnica ni con curso. Requiere
un trabajo constante consigo mismo para construir una postura, un posicionamiento como
aprendiente, que redundará en los modos de enseñar.
La relación de transferencia con otro y la suposición de que ese otro sabe es la operatoria
misma de la institucionalización del saber. Sin embargo, si esa cadena de suposiciones se confirma
es porque hay una fuerza instituyente que instituye el saber en un entorno regular y sólido. En
esas condiciones, el saber entendido como acumulación de experiencia se vuelve bastante
sensato: esas suposiciones no son ocurrencias individuales sino sentidos estructurales. En esas
condiciones, una intervención pedagógica en la escuela, en la familia, produce efectos porque
efectivamente hay un sujeto al que se le supone el saber y sobre todo porque el saber es un valor
simbólico de envergadura.
La calidad del aprendizaje parecería estar determinada por la disponibilidad psíquica para
concretarlo, más que por un caudal intelectual genéticamente heredado.
La disponibilidad psíquica para aprender revela la existencia de un deseo que activa y dinamiza
los procesos de construcción y apropiación de conocimientos.
El proceso de aprendizaje sería asimilable a una suerte de movimiento libidinal, por el cual el
sujeto se relaciona en forma preferencial con algunos objetos con los que construye su realidad, y
amplia el campo de sus conocimientos.
Apropiarse de novedades e interesarse por la realidad reedita aspectos básicos de las marcas
que la historia de las relaciones pasadas dejan en el sujeto.
El tipo de relaciones primarias determina la calidad de relación que el niño establece con la
realidad en la que se inserta.
Cuando la madre asiste al niño, no lo hace ingenuamente ni en soledad, sino condicionada por
su historia y la del grupo social al que pertenece. A partir de esta relación inicial se constituye una
realidad construida entre el niño y sus progenitores, para el niño está representada la única
realidad existente.
Las funciones parentales que favorecen el desarrollo psíquico del niño serían aquellas que
donan los suministros y sentidos que orientan el deseo y la construcción de un espacio autónomo.
Así la instauración definitiva del campo social, parecería vincularse a la posibilidad por parte del
niño de estructurar un espacio independiente y de imaginar para sí una realidad distinta de la de
sus progenitores. El proyecto identificatorio del niño comienza con la separación de los límites del
entorno familiar.
Tradicionalmente, de acuerdo con una visión racionalista y dualista del ser humano, se ha
considerado el aprendizaje exclusivamente como un proceso consciente y producto de
lainteligencia, dejando al cuerpo y a los afectos afuera. En el aprendizaje entran en juego, en una
individual manera de relación, por lo menos cuatro niveles aportados por el enseñante y el
aprendiente en un proceso vincular.
El sujeto no es tal antes de aprendizaje, sino que va a llegar a ser sujeto porque aprende. El
conocimiento es el conocimiento del otro, porque el otro lo posee, pero también porque hay que
conocer al otro, es decir, ponerlo en lugar del maestro, aprendemos de aquel a quien le otorgamos
confianza y derecho a enseñar. El aprendiente posee una serie de estructuras que le permiten
convertir la enseñanza en conocimiento.
El ser humano puede convertir la enseña en conocimiento. Esta a su vez es construida por
el enseñante a través de cuatro niveles de elaboración (orgánico, corporal, intelectual y semiótico
o deseante)
El aprendizaje es, entonces, una de las funciones por la cual estos niveles se pueden
interrelacionar con el afuera y a su vez conformarse a sí mismos en un proceso dialéctico.
EL fracaso escolar responde a dos órdenes de causa: internas a la estructura familiar,
individual del que fracasa al aprender o externas a la estructura familiar e individual.
En el caso del síntoma alude y elude al conflicto. Lo elude, para no contactarse con la
angustia, pero al mismo tiempo está mostrando una marca, señalando, es decir, aludiendo al
conflicto. El síntoma es el retorno de lo reprimido, con una lucha entre instancias conscientes e
inconscientes. Hay un mensaje encapsulado con signos de un código poco o nada comunicable.