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Diccionario de Historia de España. Madrid: Alianza Editorial, 1986
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Ley del Notariado, de 28 de mayo de 1862, Gaceta de Madrid del 29/05/1862
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Antecedentes históricos
Los antecedentes de los notarios los hallamos en los Tabularii romanos. En la
alta Edad Media aparecen los scriptores, expertos en la redacción de documentos,
pasando a denominarse “escribanos” en el s. XIII.
La institución del notariado aparece en los reinos ibéricos en el s. XIII. Con el
Fuero Real el notario deja de ser un escritor profesional y se convierte en oficial público
nombrado por el rey, que le confiere facultad autentificadora; los documentos adquieren
la calidad de instrumentos públicos (Fe Pública). El “Código de las Partidas” del rey
castellano Alfonso X El Sabio, consagra la institución notarial, regulando las funciones
de los escribanos, distinguiendo dos clases: los que redactan los privilegios y cartas
reales, y los que refrendan los documentos entre particulares (origen de los protocolos
notariales), denominándose estos últimos escribanos públicos.
En el momento de la conquista cristiana del Reino de Valencia, la institución
notarial ya está plenamente configurada en nuestro territorio.
La Pragmática de Isabel La Católica (7 de junio de 1503) puso orden en el
funcionamiento de la institución notarial. Ningún escribano público podía ejercer sin el
pertinente título. Y también establecía las clases de escribanos: escribanos públicos de
número (en ciudades, villas o cabezas de jurisdicción), con función exclusiva en sus
distritos; escribanos del rey, escribanos reales y escribanos de Corte, Hermandad,
Rentas… Pero quizá la novedad más importante sea la obligación de que la nota previa,
base para la redacción del documento y que los escribanos públicos registraban,
incluyera el texto completo del mismo, se leyera a los otorgantes y, previa su
conformidad, fuese firmada por éstos. Nacía así el protocolo propiamente dicho.
En 1566 Felipe II fija la edad para poder ejercer el oficio de escribano público en
25 años, y en el transcurso de los siglos XVII al XIX surgen nuevas clases de
escribanos: escribanos de ayuntamiento, escribanos al servicio de las administraciones
de justicia, militar y fiscal.
En 1637 se introduce la importante modalidad de que todas las escrituras e
instrumentos públicos que autorizan los escribanos, debían de estar escritos en un papel
sellado con el escudo real y la indicación del año y precio.
Con la creación de las Contadurías de Hipotecas en 1768, en las cabeceras de los
partidos judiciales, su funcionamiento fue encomendado a los escribanos de los
ayuntamientos respectivos. En 1861 se suprimen las contadurías, apareciendo en su
lugar los Registros de la Propiedad.
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Conservación y custodia de los Protocolos notariales
Ya desde el siglo XVI existe el deseo por parte de las instituciones estatales de
formar archivos de protocolos notariales, para poder así conservar y proteger este fondo
documental. Un primer intento se produce en el año 1707: con objeto de ayudar a la
financiación de la Guerra de Sucesión, se propuso un arbitrio sobre los derechos de
consulta y certificaciones sobre los protocolos del reino, que sería recogidos en un
Archivo Central de Protocolos (Madrid) y otros regionales.
Pero el paso decisivo para el logro de archivos de protocolos en España se dio
con la promulgación de la Ley Orgánica del Notariado de 25 de mayo de 1862. En esta
Ley, en primer lugar se delimitaban las dos funciones básicas de los escribanos: la civil
y la judicial. La primera quedó reservada a los notarios, como depositarios de la fe
pública; la segunda se atribuyó a los escribanos actuantes en el ámbito de los tribunales
de justicia. Desde este momento los protocolos ya no son patrimonio de sus
autorizantes, sino que “pertenecen al Estado, y los notarios los conservarán con
arreglo a las leyes, como archiveros de los mismos, bajo su responsabilidad” 3. La
institución notarial en el ámbito nacional quedaba organizada en tantos distritos
notariales como partidos judiciales existían en España.
El Decreto-Ley de 8 de enero de 1869 dispuso la formación de archivos de
protocolos para los registros con una antigüedad de más de 30 años en las sedes de los
distritos notariales o partidos judiciales. En estos archivos se recogería los protocolos de
las notarías en activo, los de las notarías ya vacantes y los que, por cualquier causa,
estuvieran en poder de corporaciones o particulares. También será en este momento
cuando se cree la figura del Notario-archivero, como encargado de estos Archivos
Generales de Protocolos.
Los Archivos Históricos Provinciales serán creados con arreglo a lo dispuesto en
el Decreto de los Ministerios de Justicia y de Instrucción Pública y Bellas Artes de 12
de noviembre de 1931. Desde entonces, estos archivos son los depositarios del fondo
notarial de más de cien años de antigüedad, con el fin de conservarlo y ponerlo al
alcance de los investigadores.
El Decreto de 2 de marzo de 1945, de Presidencia de Gobierno, reorganiza la
Sección Histórica en los Archivos de Protocolos, clasificándolos en tres niveles:
• En los Colegios Notariales
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Art. 36, Título IV de la Ley del Notariado, de 28 de mayo de 1862, Gaceta de Madrid del 29/05/1862
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• En los Archivos Históricos Provinciales de las capitales de Provincia,
forman sección independiente, bajo la dirección y custodia del notario-
archivero, y la dirección y ordenación técnica encomendada al Cuerpo
Facultativos de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos
• En los Archivos Históricos comarcales o locales de los distritos
notariales (en nuestro caso Novelda), formando una sección histórica
independiente
De esta forma, un enorme número de protocolos notariales centenarios ha
podido salvarse, incorporándose a uno u otro archivo, aunque por desgracia ha sido
también enorme la cantidad de los que han sido destruidos, en especial antes de 1931.
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En Cens-Guía D’Arxius de la Provincia d’Alacant
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Como puede observarse, la correlación en las fechas extremas de los protocolos
notariales custodiados en el Archivo Histórico de Monforte del Cid y en el de Novelda,
da razón de su conservación, a cuenta de la legislación vigente en cada momento.
También cabe resaltar que la Sección de Protocolos del Archivo Histórico de Novelda,
custodia, además, los de Aspe, Agost y Caudete, así como los de la propia población de
Novelda, al ser esta última, cabecera de distrito notarial.
Según la demarcación notarial establecida por Decreto de 9 de noviembre de
1874, Monforte pertenece al distrito notarial de Novelda, junto con otras poblaciones
del entorno como Aspe o Agost (esta última dejará de contar con notario propio ya a
principios del s. XVIII). La notaría de Monforte perdurará hasta el primer tercio del s.
XX . Por lo tanto, la notaría de Monforte siempre ha pertenecido al distrito de Novelda.
Según el Decreto-Ley de 8 de enero de 1869, se establece la creación de un archivo
general de protocolos en cada distrito notarial, donde por sucesivas trasferencias
ingresarán los protocolos notariales de más de 30 años de antigüedad. El hecho de que
formen parte del Archivo Municipal de Novelda y no se erija en un archivo de
protocolos independiente, viene a cumplir con el Decreto de 2 de marzo de 1945, en el
que se indica que en los archivos históricos locales, pertenecientes a poblaciones que
sean cabecera de un distrito notarial, se establezca una sección histórica de protocolos
notariales.
Para concluir, solo quisiera recalcar una vez más la importancia de esta
documentación, ya que gran parte de la historia económica y social de los pueblos y
personas, y en particular de nuestra población, puede rastrearse a través de estas
escrituras notariales. Por eso es importante darla a conocer dada las particularidades de
su custodia.
BIBLIOGRAFÍA
5
Aproximación a la investigación histórica a través de la documentación notarial.
Murcia: [Universidad, Servicio de Publicaciones], 1985.
Boletín Oficial del estado. Gaceta: colección histórica del BOE, 1661-1967 [en línea].
Madrid: Ministerio de la Presidencia. <http://www.boe.es/g/es/bases_datos/gazeta.php>
LEITE GARCÍA, Héctor: Inventario del Archivo Histórico Municipal de Monforte del
Cid, 1991.