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Los Yareguíes: Resistencia

en el Magdalena Medio
santandereano*
08 Agosto 2013 « Regresar
Por: Credencial Historia

En el
río

Magdalena, una de las etnias que mantuvo


una férrea resistencia a la conquista
española en la zona que corresponde al
actual Magdalena Medio fue la de los
yareguíes, igualmente los que colindaban
al sur que eran los pijaos y los panches. El
presente texto pretende demostrar
sucintamente la permanente resistencia
que los yareguíes tuvieron contra los
españoles y después contra los
republicanos, con el alto costo de ser
aniquilados en la primera mitad del siglo
XX.

1. Época pre-yareguíes en el
Magdalena Medio
Por fortuna los resultados de las
investigaciones antropológicas y
arqueológicas sobre la región del
Magdalena Medio, han demostrado que en
Barrancabermeja y Yondó, antes de
consolidarse la cultura de los yareguíes,
vivieron otras ocupaciones humanas
llamadas cazadores recolectores, que
podemos aNrmar eran pre-yareguíes; lo
corrobora en un estudio la excavación
arqueológica realizada en 1995 en la
Ciénaga del Tigre-Barrancabermeja, donde
se halló un fogón con muchos artefactos
líticos dando resultado, con carbono 14, de
1800 años a. de C. Estos tipos de
poblamientos eran expertos en la
realización de instrumentos en tecnología
lítica y para vivir, y sobrevivir en su entorno,
hicieron
artefactos líticos
tallados como
“…puntas de
proyectil o
puntas de
lanzas, los
raspadores
plano-convexos,
los instrumentos
para raspar y
cortar y las hachas o azadas de mano,
también conocidas como choppers,
posiblemente para trabajar la madera o
excavar en la tierra. Las rocas que más
usaban eran el cuarzo, la cuarcita y el
chert. Era una época en la que los grupos
humanos basaban su subsistencia en la
caza, la pesca y la recolección de
productos vegetales”1.

2. La resistencia frente a la
ocupación española
Antes de la incursión española esta etnia
estuvo organizada social y políticamente
como una sociedad agro alfarera compleja
y jerarquizada, a través de nueve
cacicazgos concebidos como unidades
políticas autónomas que abarcaban varias
aldeas o comunidades bajo el control de un

jefe supremo. A la vez,


manejaban el complejo alimenticio maíz-
fríjol, en una agricultura intensiva, que
dejaba la yuca-caza-pesca, como una labor
de complemento (Véase vasija de
cerámica). Estuvieron ubicados en los
valles y a\uentes tributarios de los ríos
Lebrija, Sogamoso, Opón, Carare y el
Magdalena en la vertiente occidental de la
cordillera Oriental. Al sur colindaban con
los panches, al oriente con los guanes y al
noroccidente con los guamacoes. Según el
vocablo Opón-Carare, al río Magdalena lo
llamaban kwinsúmbarijá-id (río Amarillo).
El primer contacto yareguí-español, ocurrió
en octubre de 1536, cuando Gonzalo
Jiménez de Quesada llegó al territorio
llamado por los yareguíes “La Tora”, que el
conquistador denominó “Barrancabermeja”,
quedando así marcado para la historia. En
este período los españoles llegaron a
usurpar el territorio de los yareguíes, con
sus políticas de paciNcación y
evangelización, para someterlos con el
pretexto de la necesidad decivilizarlos,
porque fueron considerados como
salteadores, salvajes, bárbaros y belicosos.
La actitud bélica de la comunidad yareguí,
como respuesta al aniquilamiento militar
por la
autoridad
colonial, se
cristalizó en
los años 1600
mediante
incursiones
sucesivas
contra las
caravanas de
comercio
español por el
río Magdalena.
Por aquella
época la Real Audiencia del Nuevo Reino
de Granada decidió ponerle Nn a los
asaltos con una ofensiva militar de gran
envergadura en las tres regiones donde se
encontraban y operaban los caciques
Pipatón, Itupeque, Pancherico y
Maldonado. Esta campaña comenzó en
1601, liderada por el oidor Luis Henríquez,
quien acompañado de varios religiosos
franciscanos y los capitanes Juan Campos,
Benito Franco y Pedro de Arévalo, con un
total de 220 soldados, repartidos en los
tres frentes de combate en el territorio
yareguí, lograron la primera captura del
cacique Pipatón, con algunas de sus
mujeres e hijos y 100 aborígenes.
Henríquez levantó un mapa interesante que
se reNere al río Grande de la Magdalena,
desde su desembocadura hasta más arriba
de la ciudad de Mariquita, mostrando un
gran número de poblaciones y de
a\uentes. Este mapa va acompañado de
una descripción de los daños causados en
las márgenes del río Magdalena por los
indios Carare (Véase el Mapa del río

Magdalena desde su
desembocadura hasta más arriba de la
ciudad de Mariquita, año de 1601)2.
Henríquez en esta expedición muestra en
detalle su experiencia en el territorio de La
Tora en el que aparece por primera vez la
descripción toponímica del sitio con el
nombre de Barranchas Vermexas o
Barrancabermeja.
En el mapa se observa bien la instalación
del Real, que Henríquez fundó,
acompañado de Juan de Campos, en la
actual Barrancabermeja: “Y supuesto como
está dicho que las Barrancas Bermejas
parten el camino, el dicho Joan de Campos
surgió allí y puso una cruz y en el mismo
sitio surgió el dicho oidor y desembarcó la
gente y la tarde que llegó con los soldados
yndios y negros de boga començó a
desmontar lo que bastó para Ranchearse
todos aquella noche...”3.
La importancia del hallazgo de este mapa
elaborado por Henríquez fue la de
manifestarle a la corona, con toda
precisión, cómo era el ámbito geográNco
del territorio de los yareguíes, su
desempeño en calidad de oidor en el
cumplimiento del deber, detallando con
nitidez cada uno de los nombres de los
ríos, sus pasos y los lugares de las
poblaciones hispánicas más
representativas de la época; información
que consideraba muy importante para la
penetración, invasión y control del territorio
de los yareguíes, en especial los carares.
Así lo aNrma Luis Restrepo: “El mapa es de
este modo un instrumento de contención.
El localizar estos grupos en el mapa es
parte del proceso de su colonización. El
mapa opera como panóptico, una mirada
que vigila y controla un territorio. La
colonización física (militar) está precedida
por la colonización cartográNca, la cual ya
ha inscrito el territorio diputado dentro del
régimen colonial… El mapa del Oidor Luis
Henríquez, por ejemplo, sirve para autorizar
la “paciNcación” de los Carares. La
resistencia es leída como una violencia
ilegitima: son “salteadores””4.
El
cacique Pipatón fue capturado por
segunda vez con algunos miembros de su
familia y sus hijos principales, quienes
murieron en la cárcel de Bogotá por
enfermedades5. Así la confederación
yareguí comenzó su Nn. El 8 de junio de
1616, Juan de Borja dirigió una carta al
capitán Juan de Campos donde señaló que
uno de los objetivos principales era acabar
con la guerra abierta contra los indígenas
carares y lograr la felicidad deseada de
paciNcar a los principales caciques, entre
ellos a Pancherico y Pipatón como puede
evidenciarse a continuación: “baste la
complaçençia que yo muestro de la prisión
y justiçia q[[ue]] se a hecho de Pancherico y
dezir como Yo lo siento q[[ue]] este era el
prinzipal movedor de la guerra y el q[[ue]]
sea hallado como más Belicoso, moço, y
alentado, en todas las muertes, robos y
asaltos q[[ue]] sean hecho en el río y fuera
del, y q[[ue]] Pipatón es un yndio biejo y
desgarronado y q[[ue]] su principal astucia
y cuydado, solo la pone En huyr y
ponerseen parte donde no pueda ser
hallado, El bulgo es de tal calidad q[[ue]] no
admite esto sino que Pipatón ha de ser, El
q[[ue]]con su muerte y prissión a de acavar
la guerra”6.
En esta parte de la
carta se observa que, como dice Manuel
Lucena, “el primero era el brazo de la
resistencia: un hombre joven, gran
guerrero, autor de inNnitos golpes audaces.
El segundo era el cerebro de la lucha: un
hombre anciano, muy inteligente, cuya
arma de combate era permanecer
escondido y libre, pues con ello daba a su
pueblo una esperanza y un ideal de lucha”7.
Esperanza y lucha que Pipatón legó a las
generaciones venideras del actual
Magdalena Medio como símbolo de
dignidad, para imitar la persistencia de la
resistencia por la lucha y la libertad, como
memoria imperecedera de que aquí vivió
una etnia valiente y altiva digna de su
condición, del reconocimiento del otro,
ideales que fueron compartidos y
asimilados por los últimos indígenas que
quedaron de esta incursión española en los
territorios de Opón y Carare, que siguieron
resistiéndose posteriormente, durante el
período republicano, hasta su exterminio
deNnitivo en la primera mitad del siglo XX.

3. Época republicana (1810-


1899)
En esta época comenzó el sistemático
proceso de exterminio deNnitivo contra los
yareguíes. Para ese propósito se
combinaron varias estrategias: la
expedición de leyes y ordenanzas para la
ejecución de las políticas de “Reducción,
Civilización y Catequización de Indígenas”
entre los
años de 1866 y 1918, la apertura de la red
de caminos para exportar e importar
productos, las visitas de viajeros europeos
con la concepción eurocentrista y
humillante hacia los indígenas, la creación
del
ferrocarril de la Provincia de Soto hasta el
río Magdalena, la creación de empresas
agrícolas y el comercio al Opón.
Según los resultados de la investigación de
Horacio Rodríguez Plata,podemos observar
que los supuestos Nnes “humanitarios” y
“civilizadores” de estas leyes y ordenanzas
tuvieron un Nn etnocida, por medio del cual

la población yareguí experimentó una


sensible reducción entre los años de 1860
y 1925; como se aprecia en las siguientes
cifras: “De unos quince mil que se calcula
existían hacia 1860, bajaron a diez mil en
1880, a cinco mil en 1900, a mil en 1910, a
quinientos en 1920 y a unas dos docenas
hacia 1925”8.
En relación con las visitas de viajeros
europeos al territorio de los yareguíes, vale
destacar al inglés Albert Millican, quien
incursionó en territorio del Opón hacia
1887. Su interés era buscar orquídeas, pero
lo que encontró al cuarto día de acampar
en la región, fue la resistencia de los indios
opones. El resultado del enfrentamiento
por medio de la ráfaga de los ri\es, fue el
asesinato de algunos indígenas y heridas a
varios de ellos: “Tiempo después, un ruido
presuroso en el bosque nos informó que
estaban retirándose y llevándose sus
muertos o heridos […] Sin embargo, en un
lado encontramos el sendero de los indios
y señales de sangre dejadas por las
víctimas de las balas”9.

Sin embargo, dos hombres de Millican


lograron inesperadamente capturar a un
indio Opón, que no ofreció resistencia e
inclusive fue fotograNado. Veamos cómo
relató esta vivencia: “…su único vestido era
un pedazo pequeño de tela vegetal, atado
alrededor de la cintura. Estaba armado con
algunas \echas, una lanza y el arco […] Se
negó a recibir la comida que le ofrecimos.
Solo tuve éxito consiguiendo de él una
fotografía y se asustó […] Nosotros
tomamos sus armas y luego lo dejamos
volver con sus compañeros. De un
momento a otro saltó como un ciervo y eso
fue lo último que vi de los indios del Opón”
(Véase Ilustración)10 .

Sin embargo, el colombianista inglés


Malcolm Deas, en relación con la
experiencia de las aventuras y viajes de
Millican en el territorio del Opón, omitió los
enfrentamientos que tuvo Millican con los
nativos opones, el aventurero inglés y sus
peones dispararon hiriendo y matando a
varios indígenas. Debe ser que estos
detalles “criminales” son anécdotas sin
importancia, cuando se trata de exaltar las
grandes realizaciones de los viajeros
ingleses en la Colombia decimonónica11.

4. Exploración y explotación
petrolera como exterminio
definitivo
En 1905 se le adjudicó la “Concesión de
Mares” a Roberto de Mares (1859–1927) y
en junio de ese año llegó a
Barrancabermeja para entrevistarse con el
empresario y ex coronel José Bohórquez
Domínguez, con el Nn de que le mostrara
las fuentes de petróleo que había
encontrado en 1904 en el puerto de Las
Infantas. Este lo llevó por las vertientes de
los ríos Opón, Oponcito y La Colorada,
hasta la desembocadura del caño de San
Antonio. En dicho recorrido De Mares tuvo
“presente las espantosas noches de
desvelo que pasó, temiendo los ataques de
los indios; pues en esa época aquellas
montañas aún estaban habitadas por
tribus de antropófagos, que asaltaban
constantemente a los recolectores de
frutos en los bosques”12.
En abril de 1913, el concesionario De
Mares envió una carta extensa al ministro
de obras públicas, quejándose de los
“indios salvajes y caníbales” debido al
asesinato de algunos de sus amigos
trabajadores, pues impedían la tranquilidad
y garantías del comercio de la tagua
exportada por el puerto de
Barrancabermeja y Opón: “[[…]] No culpo a
los pobres trabajadores que buscando el
pan diario para llevar a sus hogares, se
aventuran, aun a riesgo de su vida, por
aquellos bosques plagados de feroces
indios; [[…]] Si el Gbno. (sic) quisiera
prestarnos su apoyo en este sentido, no
pasáramos por la pena, por no decir
vergüenza, de tener a tres (3) leguas del río
Magdalena, artería principal de la
República, tribus Salvages y Canivales, (sic)
que tan mal hablan de nuestro estado
como nación Civilizada [[…]]”13.
Para el caso de Barrancabermeja, en 1917
durante los primeros trabajos de la Tropical
Oil Company (TROCO), las impresiones de
los historiadores George Sweet Gibb y
Evelyn H. Knowlton, en un artículo de la
revista The Lamp, titulado “Civilización en
la selva” aNrmaron que: “La Concesión De
Mares era por sí misma salvaje –una tierra
de temperaturas hirvientes, aguaceros
increíbles y tribus nativas nada amigables–
[...] Los exploradores no encontraron
facilidades de ninguna clase, ni en
Barranca ni en Infantas, de vivienda para el
hombre blanco [...]”14. Y se preguntaron
cómo se las “arreglarían con los cazadores
de cabezas de la región, las serpientes
venenosas y las boas constrictoras”.
Finalmente, la exploración y explotación del
petróleo no tuvo límites en los territorios de
Barrancabermeja y Carare-Opón porque la
TROCO ordenaba exterminar a los últimos
yareguíes que quedaban en estas zonas,
ante la mirada indiferente del Estado
colombiano: “La cruzada en busca y
explotación del oro negro no se diferencia
de las conquistas anteriores: usa los
mismos métodos avasalladores y
destructivos contra el propio hombre,
llámese indígena, negro, mestizo y contra
su cultura local. La arrogancia de los
empresarios petroleros no se ha
diferenciado del conquistador español, y
sus secuelas han profundizado la
destrucción de lo poco que este y los
procesos de colonización del siglo XIX y
parte del siglo XX dejaron de hacer en el
Catatumbo, la Amazonia, la Orinoquía y la
Llanura Costera”15.
A manera de conclusión, valiéndonos de
las aNrmaciones de Roberto Pineda
Giraldo: “Los indígenas de esta región
sobrevivieron efectivamente durante
mucho tiempo. Resistieron a los españoles
y la Colonia, pero no sobrevivieron a la
República”. O como lo aNrma el
antropólogo Carl Henrik Langebaek Rueda:
“Se conNrma lo propuesto por Juan Friede,
en el sentido de que la República fue más
perniciosa que la Colonia para el indígena
colombiano, algo duro de admitir para una
sociedad que tiene poca capacidad de
autocrítica como la nuestra y que aunque
encuentra defectos en otras sociedades
con suma facilidad, raramente lo hace en la
suya propia”.
“Francisco Emeterio García de la Ossa
(1896-1995), comenzó a trabajar en 1918,
como capataz en la TROCO. Los gringos
contrataban el personal en Barranca para
trabajar en el corregimiento El Centro […]
para avanzar en las labores de desmonte,
abrir caminos, instalar campamentos con
el objetivo de levantar
los diferentes
Campos Petrolíferos y
trabajar en la
exploración de los
pozos con
tranquilidad, el mayor
problema era sacar a
los indígenas de sus
territorios […]
Recuerdo que cuando
llegué a la zona ya se comentaba que en
las primeras exploraciones (1916-1917) las
incursiones y los enfrentamientos con los
indígenas habían sido violentos, a muerte,
con armas de fuego y \echas”.
Entrevista realizada por Rafael Velásquez
Rodríguez a Eduardo Atencia Miranda.
Barrancabermeja: 11 de abril del 2005.

Sobre los últimos indígenas Carare-Opón,


en diciembre de 1944 localizaron
solamente cinco nativos: tres indias y dos
indios. Los antropólogos Roberto Pineda
Giraldo (Antioquia 16 de agosto de 1919 –
Bogotá 27 de julio del 2008) y Miguel
Fornaguera Pineda (Barcelona 7 de enero
de 1920 – Bogotá 7 de mayo de 1984), en
visita de inspección a un cementerio
indígena en la zona de La Cimitarra, a
orillas del río Guayabito a\uente del Carare
lograron recoger 639 palabras,
pertenecientes a la lengua Yareguíes de
boca de dos nativos: Mayo-María y Roberto
Vargas. (Véase foto de las últimas
indígenas Opones).

Landaburu, Jon (Compilador).


“Documentos sobre la lengua del Opón-
Carare”, en Lenguas Aborígenes de
Colombia, Vol. 2. Santafé de Bogotá,
Universidad de los Andes, 1998, pp. 521-
553.

“Los indígenas llamados Carares y


Yariguíes ocupantes ancestrales de las
tierras de la llamada Concesión Mares
lograron mantenerse como grupo
enfrentando las contingencias de la
colonización. Sin embargo, hacia el año de
1950, cuando se dio la reversión de la
Concesión al Estado colombiano, ya no se
dieron informes de la presencia de
indígenas en la Región. La única deducción
posible a propósito de este hecho es que
en el corto periodo de 20 años,
correspondiente a la presencia de la
compañía petrolera en su territorio, los
indígenas hubiesen sido exterminados. Y
su desaparición se produjo de forma
callada, sin dejar memoria, al menos de los
factores que la determinaron”.

Roldán, Roque y otros. Minería en


territorios indígenas de Colombia, Perú y
Venezuela. Santafé de Bogotá, Alianza del
Clima – Onic – Cecoin, Disloque, 1999, p.
42.

Referencias
* El presente artículo divulga parte del
contenido del libro titulado: Los yareguíes:
resistencia y exterminio, de Rafael
Velásquez Rodríguez y Víctor Julio Castillo
León. Alcaldía de Barrancabermeja, Axis
editores, 2012. 388 páginas.

1 Romero Picón, Yuri. “Una historia antes


de los yareguíes. Tecnologías
prehispánicas en el Magdalena Medio”, en
Génesis. CientíNco y Tecnológico, vol. 1, N°
2. Bogotá, Universidad Antonio Nariño,
enero-junio 2007, p. 33.

2 Acevedo Latorre, Eduardo. Atlas de


mapas antiguos de Colombia. Siglo XVI a
XIX. Bogotá, Arco, 1989, pp. 68-69.

3 Tovar Pinzón, Hermes. “La ruta de la sal y


las esmeraldas: un camino hacia los
Andes”, en Relaciones y visitas a los Andes
siglo XVI, t. III Región Centro-Oriental.
Santafé de Bogotá, Colcultura, s.f., p. 452.

4 Restrepo, Luis Fernando. Un nuevo reino


imaginado: Las elegías de varones ilustres
de Indias de Juan De Castellanos. Santafé
de Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura
Hispánica, 1999, p. 201.

5 Cfr. Simón, Pedro Fray. Noticias


historiales de las conquistas de Tierra
Firme en las Indias Occidentales, t. IV.
Bogotá, Banco Popular, 1981, pp. 598-599.

6 Archivo General de la Nación (Santafé de


Bogotá). Fondo Historia Civil, t. 19, f. 763r.
El autor sigue el método de la transcripción
textual de los documentos. En adelante
citado como AGN.

7 Lucena Salmoral, Manuel. Historia


extensa de Colombia. Nuevo Reino de
Granada. Real Audiencia y Presidentes,
1605-1628. vol. III, t. 2. Bogotá, Lerner,
1965, p. 277.

8 Rodríguez Plata, Horacio. La inmigración


alemana al Estado Soberano de Santander
en el siglo XIX, Bucaramanga, Gobernación
de Santander, 1989, p. 117. Pese a que este
autor no indica la procedencia de su
información, se acude a la misma al no
existir otras evidencias documentales.

9 Millican, Albert. Viajes y aventuras de un


cazador de orquídeas, London, Cassel &
Compañía Limitada, 1891, p. 168.
Traducción y adaptación al español
realizada por el licenciado Filadelfo
Figueroa Acosta.

10 Ibíd., p. 169.

11 Cfr. Deas, Malcolm. “Albert Millican,


viajero del siglo XIX en Colombia.
Aventuras y muerte de un cazador de
orquídeas”, en Credencial Historia, edición
Nº 22, Bogotá, 1991.

12 Bohórquez Domínguez, José Joaquín.


Los fueros de la justicia y el descubridor
del petróleo en Colombia. Bogotá, Juan
Casis, 1929, p. 23.

13 AGN. Sección República, Fondo de


Baldíos. Ministerio de Industrias, 1913, t.
37. Folios: 100r al 102r. La cursiva es
nuestra.

14 Citado por Sáenz Rovner, Eduardo.


“Concesiones, reversión y asociaciones. La
industria petrolera en Colombia”, en
Credencial Historia, Edición 49. Bogotá,
Témpora Impresores, enero de 1994, pp. 7-
8. La cursiva es nuestra.

15 Avellaneda Cusaría, Alfonso. Petróleo,


colonización y medio ambiente en
Colombia. De la Tora a Cusiana. Santafé de
Bogotá, Ecoe-Ediciones, 1998, p. 94.

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