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INTRODUCION

Teniendo como base jurídica la Ley General de Sociedades, se analizará la


posibilidad de sostener en nuestro ordenamiento jurídico que las facultades
conferidas por las sociedades anónimas a sus representantes se encuentran
limitadas, de acuerdo a cómo se encuentre definido su objeto social. El centro del
artículo consiste pues, en la revisión de los alcances y efectos que tienen los
denominados actos «ultra vires» en nuestro medio. La posibilidad de anularlos o de
restarles eficacia es descartada ante una serie de argumentos de orden práctico y
doctrinal, a los que se añade lo dispuesto por los artículos 19 y 173 de nuestra Ley
Societaria, que regulan la determinación de la responsabilidad de los
representantes.

“Ultra vires”, usado como adjetivo de actos, para referirse con la frase a los actos
que exceden del objeto social. En el derecho societario peruano, tal vez su soledad
lo haga tan famoso, mucho se dice y escribe sobre los actos ultra vires. Es un tema
que no deja de suscitar interés, a pesar del paso de los años y de contar desde 1998
con una regulación legislativa definida, aunque mejorable en su claridad expositiva.

Seria así ultra vires el principio según el cual adolece de nulidad absoluta todo acto
de una sociedad que exceda el objeto social; corno consecuencia de ello, la
sociedad no respondería por ninguno de los efectos del acto nulo y los accionistas
no tendrían facultad para convalidar ni ratificar a posteriori dichas operaciones ni
sus consecuencias.

En suma, se considera que cualquier responsabilidad derivada de actos que


exceden el objeto social, celebrados por apoderados debidamente facultados, se
dilucida en el interior de la sociedad, de acuerdo al procedimiento establecido por el
artículo 173 de la Ley General de Sociedades. Consecuentemente, la empresa no
puede argumentar la nulidad de los mismos frente a terceros, ni mucho menos
exceptuarse de responsabilidad frente a estos últimos.

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ANALISIS CRÍTICO

Como sabemos, el objeto social debe indicar con detalle los negocios u operaciones
lícitas a los que se dedicará la sociedad (art. 11 LGS). Los actos ultra vires son actos
jurídicos que comprometen a la sociedad a negocios o actividades económicas
ajenas a su objeto social. Es importante notar que la determinación de la calidad
de ultra vires de un acto jurídico viene dada por un elemento totalmente ajeno al
acto mismo: el objeto de la sociedad. Los actos ultra vires no son, entonces, actos
que tengan defectos en su conformación o que hayan sido realizados por personas
carentes de capacidad para obligar a la sociedad. Este último punto es importante
porque suele confundirse a un acto ultra vires con un acto realizado en nombre de
la sociedad sin la representación necesaria.

Veamos la diferencia con un ejemplo: si una sociedad cuyo objeto social es realizar
actividades mineras arrienda un inmueble en una zona de oficinas de la ciudad de
Lima, podemos analizar en primera instancia si el representante que suscribió el
contrato de arrendamiento tenía facultades para ello. Este análisis es sencillo,
requerirá la revisión de los poderes específicos conferidos al representante y su
inscripción (dado que la inscripción de estos poderes determinará que la contraparte
de la sociedad arrendataria esté protegida por la fe registral).

En segunda instancia, podemos analizar si se trata de un acto ultra vires. Para este
segundo tipo de análisis serán absolutamente irrelevantes las facultades del
representante de la sociedad arrendataria. En este caso, tendremos que revisar el
objeto social (actividades mineras) y si el uso pretendido del inmueble se relaciona
con dichas actividades. Por ejemplo, el arrendamiento del inmueble en Lima para el
establecimiento de las oficinas comerciales de la empresa minera estará
obviamente dentro del objeto social, mientras que el arrendamiento para el
establecimiento de un negocio distinto (una academia de enfermería, por ejemplo)
será un acto ultra vires. Como puede apreciarse, se trata de dos tipos de análisis
muy distintos, con grados de complejidad también disímiles.

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En el plano teórico, la regulación de las consecuencias de los actos ultra vires puede
variar entre dos posiciones extremas:

1. Determinar que estos actos no vinculan a la sociedad (estableciendo, por


ejemplo, su nulidad o inoponibilidad a la sociedad), lo que da una plena
protección a los socios al impedir que los representantes la vinculen en
negocios ajenos al objeto social; o,
2. Determinar que el acto vincula a la sociedad, dando plena protección al
tercero que contrata con la sociedad.

CONCLUSIONES

 El objeto social debe estar constituido por una o más actividades, negocios
u operaciones siempre y cuando estén debidamente determinada es decir
descritas detalladamente, este objeto incide en las actividades de la
sociedad, en los derechos que tienen los socios y en la seguridad de los
terceros.
 Un representante está vinculado a la sociedad siempre que los negocios u
operaciones realizados excediéndose a lo descrito en el objeto social, estén
facultados expresamente para celebrarlos por los órganos competentes y el
tercero contratante tenga buena fe.
 La importancia de la doctrina de los actos ultra vires radica en la protección
a los accionistas minoritarios, pues podrían ver su inversión atropellada por
los socios mayoritarios.
 Un análisis de nuestra Ley General de Sociedades nos lleva a igual
conclusión El inciso 4 del artículo 5 determina que el objeto social debe
constar en el contrato. Pero el texto de nuestra Ley no es restrictivo. Por el
contrario, es inclusive más lato que el inciso b) del artículo 11 de la Ley
española de 1951 sobre sociedades anónimas, que fue el modelo de ley
extranjera escogido por el legislador peruano.

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