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SALMODIA
Ant. A Cristo, sacerdote eterno, démosle gloria.
Salmo 23
ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO
1
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
HIMNO
SALMODIA
Salmo 2
EL MESÍAS REY Y VENCEDOR
Verdaderamente se aliaron
contra su santo siervo Jesús,
tu Ungido. (Hch 4, 27)
2
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Ant. 2. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.
Salmo 39, 2 – 9
3
¡Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Ant. 2. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.
Ant. 3. Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla.
Salmo 84
NUESTRA SALVACIÓN ESTÁ CERCA
4
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
Ant. 3. Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla.
PRIMERA LECTURA
Hermanos, teniendo un sumo sacerdote que penetró y está en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios,
mantengamos firme la fe que profesamos. No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras
debilidades, al contrario, él mismo pasó por todas las pruebas a semejanza nuestra, fuera del pecado.
Acerquémonos, pues, con seguridad y confianza a este trono de gracia. Aquí alcanzaremos misericordia y
hallaremos gracia para ser socorridos en el momento oportuno.
Todo sumo sacerdote, tomado de entre los hombres, es constituido en favor de los hombres en lo tocante a
las relaciones de éstos con Dios, a fin de que ofrezca dones y sacrificios por los pecados. Él puede sentir
compasión hacia los ignorantes y extraviados, porque él mismo está rodeado de fragilidad. Y a causa de esta
misma fragilidad debe ofrecer sacrificios de expiación por los propios pecados, tanto por los del pueblo como
por los suyos propios. Nadie se arroga este honor. Sólo lo toma aquel que es llamado por Dios –como lo fue
Aarón-.
De igual modo, tampoco Cristo se dio a sí mismo la gloria del sumo sacerdocio, sino que la recibió de
aquel que le dijo:
«Hijo mío eres tú: yo te he engendrado hoy».
Y como le dice también en otro pasaje:
«Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec».
Cristo, en los días de su vida mortal, habiendo elevado oraciones y súplicas con poderoso clamor y
lágrimas hacia aquel que tenía poder para salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud
reverente y filial; con todo, aunque era Hijo, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia, y,
habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación para todos los que lo
obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el rito de Melquisedec».
5
Responsorio Flp 2, 8; Is 53, 7
SEGUNDA LECTURA
Es muy cierto que Jesucristo es sacerdote, pero no para sí mismo, sino para nosotros, porque presenta al
Padre eterno las plegarias y los anhelos religiosos de todo el género humano; Jesucristo es también víctima,
pero en favor nuestro, ya que sustituye al hombre pecador. Por esto, aquellas palabras del Apóstol: «Tened
entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús» exigen de todos los cristianos que
reproduzcan en sí mismos, en cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía
nuestro Redentor cuando se ofrecía en sacrificio: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor, la
alabanza y la acción de gracias a Dios.
Aquellas palabras exigen, además, a los cristianos que reproduzcan en sí mismos las condiciones de
víctima: la abnegación propia, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la
penitencia, el dolor y la expiación de los pecados. Exigen, en una palabra, nuestra muerte mística en la cruz
con Cristo, para que podamos decir con san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo».
Responsorio Cf. Ga 2, 20
R/. Mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí.
V/. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R/. Que me amó hasta entregarse por mí.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
6
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardamos de pecado en este día.
Oración
7
Laudes
Himno
SALMODIA
Ant. 1. Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios reconcilió consigo todos los seres, así del cielo como las de la
tierra.
8
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Ant. 1. Por la sangre de la cruz de Cristo, Dios reconcilió consigo todos los seres, así del cielo como las de la
tierra.
Cántico Dn 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
Alabad al Señor, sus siervos
todos. (Ap 19, 5).
9
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
No se dice Gloria.
Ant. 3. Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies.
Salmo 149
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo
de Dios, se alegran en su Rey, Cristo,
el Señor (Hesiquio).
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para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ant. 3. Dios constituyó a Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia y sometió todas las cosas bajo sus pies.
Cristo, al entrar en este mundo, dice: «No quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo;
no te complaciste en holocaustos ni en sacrificios por el pecado; entonces yo exclamé: Ya estoy aquí, oh Dios,
para cumplir tu voluntad –pues así está escrito de mí en el rollo de la Ley-». Dice lo primero: «No quisiste
sacrificios, ni ofrendas, ni holocaustos, ni sacrificios por el pecado, ni en ellos te complaciste», a pesar de que
todos ellos son ofrecidos según la Ley. Pero en seguida dice: «Ya estoy aquí para cumplir tu voluntad». Con
esto abroga lo primero y establece lo segundo. En virtud de esta voluntad, quedamos nosotros santificados por
la oblación del cuerpo de Jesucristo, ofrecida una vez para siempre. En esa voluntad somos santificados
mediante la ofrenda del Cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
RESPONSORIO BREVE
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Cántico de Zacarías
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
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Para concedernos que libres de temor,
arrancados de la mano de nuestros enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Ant. Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.
PRECES
Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que llenas de tus beneficios a todos los que se acercan a Ti: en
este día que comienza, nosotros tus hijos, por Cristo y con Él te suplicamos:
Escúchanos, Señor.
Cristo, Palabra de Dios, que estás con el Padre desde siempre y hasta siempre,
suscita en tus fieles la voluntad de anunciar el Evangelio
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Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Unidos a Cristo, nuestro sumo Sacerdote, pidamos al Padre que su nombre sea siempre santificado:
Padre nuestro.
Oración
Hora intermedia
Himno
De Tercia
De Sexta
De Nona
SALMODIA
(Se toman los salmos de la feria).
TERCIA
Ant. Por Cristo, todos tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre.
Tal era precisamente el Sumo Sacerdote que nos convenía; santo, sin maldad, sin mancha, excluido
del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los otros sumos
sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo
hizo una vez por todas, ofreciéndose a Sí Mismo.
SEXTA
Ant. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra
angular.
LECTURA BREVE
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios,
también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo espiritual, formando un
sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
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NONA
Ant. A cada uno de nosotros ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo, para edificación de su
Cuerpo, que es la Iglesia.
Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para
proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Vosotros, que en
otro tiempo no erais pueblo, sois ahora pueblo de Dios; vosotros, que estabais excluidos de la misericordia,
sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
Vísperas
HIMNO
15
SALMODIA
Salmo 110
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
16
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
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Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
En virtud de la sangre de Cristo, tenemos plena seguridad y confianza para entrar en el santuario. Éste es el
camino nuevo y lleno de vida, que ha inaugurado él para nosotros pasando por el velo, es decir, por su
condición de sumisión a la muerte. Tenemos, pues, un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.
Acerquémonos, por lo tanto, con sinceridad de corazón, con plenitud de fe, purificados los corazones de toda
mancha de que tengamos conciencia y lavado el cuerpo con agua pura. Mantengamos firmemente la profesión
de nuestra esperanza (porque fiel es quien nos hizo la promesa).
RESPONSORIO BREVE
V/. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
R/. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre, yo ruego por ellos, porque son tuyos, y yo por ellos me santifico; para que también ellos sean
santificados en la verdad.
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Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
Ant. Padre, yo ruego por ellos, porque son tuyos, y yo por ellos me santifico; para que también ellos sean
santificados en la verdad.
PRECES
Por Cristo, elevemos nuestras peticiones a Dios Padre, para que su voluntad guíe y bendiga a todos los que
confiamos en Él, y digamos:
Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó: Padre nuestro.
Oración
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