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El cambio es más difícil que la resistencia al cambio. Si usted “no puede” cambiar, se debe a que no
quiere cambiar. Ha levantado barrera para el cambio; es más fácil ser orgulloso, estar amargado, temeroso o
crítico; vivir en negación; o culpar a la otra persona.
Esta es una mala excusa, ya que el cambio sí es posible. Si el cambio no fuera posible, un terapeuta no
tendría trabajo. No olvidemos que el cambio es la marca distintiva de la conversión cristiana. Cuando usted le
pidió a Cristo que entrara en su vida, fue inmediatamente transformado y hecho una nueva creación. Debido a
que usted y su cónyuge no son personas perfectas, el cambio es un proceso continuado; tiene que abordarse
con la ayuda del Espíritu Santo.
Nada cambiará si usted no está dispuesto: Cuando se produce un divorcio, con frecuencia se debe a que una
persona dice: “Yo no puedo cambiar.” Un buen terapeuta matrimonial finalmente confrontará a las personas
con su negación a cambiar. Sin embargo, esa confrontación puede producir una reacción nerviosa o hasta
generar una reacción de enojo. Las personas se enojan cuando son confrontadas porque sienten su
responsabilidad en la problemática. Se requiere que la persona entienda claramente esa necesidad de cambiar,
mucha oración para que Dios lo quebrante, confrontación con la Palabra de Dios, y tiempo.
Actualizar su protección contra virus: La protección de virus en la relación implica dos cosas: (1) Escanear los
sentimientos y pensamientos el uno del otro. “¿Cómo nos va? ¿Hay algún problema que no hayamos abordado?
¿Cuáles son las emociones y sentimientos más recurrentes en cada uno de nosotros? Y ¿qué indican esas
emociones recurrentes? ¿Necesitamos pasar más tiempo juntos? ¿Estamos satisfechos sexualmente? (2) El
segundo escaneo es espiritual. ¿Cuán sintonizados con Dios estamos? ¿Tenemos tiempo para la oración, la
lectura bíblica, la meditación espiritual, y momentos a solas con Dios para escucharlo y estar con Él?
Dale y Jennifer al principio de su matrimonio parecían ser una pareja feliz. A Jennifer le encantaba la
diversión pero estaba llena de temor y ansiedad porque su auto concepto dependía demasiado de Dale y su
seguridad del éxito que tenía en su empleo. Dale era extrovertido y su confianza social era fuerte pero tenía
inseguridad por ser poco masculino debido a su constitución delgada y su amor por las artes. A medida que pasó
el tiempo, las inseguridades de Dale y Jennifer comenzaron a plagar su matrimonio. Las inseguridades se
propagaban como los virus en las computadoras. Cuando ambos se decidieron a buscar consejería, ella ya había
desarrollado síntomas de ansiedad y depresión; mientras que él estaba a poco de tener una aventura amorosa
por la influencia de la pornografía y el flirteo con sus compañeras de oficina. Cuando la consejera preguntó a
Jennifer si estaba dispuesta a cambiar, ella contestó que sí lo estaba aunque no sabía cómo; pero cuando
preguntó a Dale, él respondió: “En este momento estoy cómodo con quién soy. No estoy haciendo nada de lo
que debiera avergonzarme.” Se puso en un plan negativo, y de rechazar la consejería.
Las personas así básicamente aceptan el mito: “No puedo cambiar. No cambiaré. No quiero cambiar. No
necesito cambiar.” Detrás de ese mito está la rebelión: una negativa a someterse al control divino. Su terca
resistencia obstaculiza la rendición total a Dios, abriendo la puerta a los problemas. El virus está dentro, y
comienza el proceso de infección.
El diablo no nos obliga, ¡pero la tentación es real!: La mayoría de las personas minimizan el hecho de que
tienen un enemigo formidable cuyo propósito es engañar y luego destruir. Santiago 1:14-15 dice que ceder a sus
deseos da a luz el pecado. El propósito de Satanás es revivir la naturaleza de pecado en usted con tanta
frecuencia como sea posible; él sabe que el pecado le hace daño a usted y hace daño a sus relaciones; él es muy
consciente de los malsanos deseos que usted tiene, y trata de pervertirlos.
En el caso de la primera pareja creada, Eva escogió creer una mentira; puso su propia voluntad por
encima de la voluntad de Dios. Pablo nos dice que Eva fue engañada, pero Adán comió con pleno conocimiento
de estar haciendo mal (2ª Cor. 11:3; 1ª Tim. 2:14). Puede usted ser engañado y pecar como Eva, o puede escoger
rebelarse contra los mandamientos de Dios como lo hizo Adán. Cualquiera de las maneras abre la puerta a todo
tipo de inseguridades y problemas, como cuestionar su relación y finalmente aceptar el divorcio.
¿Con cometer un solo pecado nos puede llevar al divorcio o hay algún pecado especial que lo provoca?
Los cristianos, a pesar de ser regenerados, siguen pecando; sin embargo, si son genuinos deben reconocer sus
pecados y buscar vivir en una dependencia de Dios tal que estén siendo renovados constantemente y dejen que
el Espíritu Santo guíe sus vidas. En cambio, quienes no reconocen sus pecados y no están dispuestos a cambiar,
dirigen sus vidas inevitablemente a la ruina espiritual.
Obstáculos para lograr el cambio: Hay actitudes y actos que bloquean el cambio. A continuación haremos una
lista que puede relevarnos áreas de necesidad en nuestras vidas: Negación de un problema, ensimismamiento,
orgullo y terquedad, temor al rechazo, falta de perdón, ira, prejuicio, inseguridad, juicio y crítica, negativa a
someterse a Dios, falta de compromiso con el cambio, etc…