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Qué es Doctrina:

Doctrina es el conjunto de principios, enseñanzas o instrucciones que se


consideran como válidas y que pertenecen a una escuela que puede ser literaria,
filosófica, política, militar o al dogma de una religión.
La doctrina se relaciona con la disciplina y con todo lo que sea objeto de
enseñanza que pueda propagarse de diferentes maneras como, a través de la
educación, las predicaciones, de la opinión de personas reconocidas o con
autoridad, de la literatura e, incluso, por medio de las religiones.

Asimismo, la doctrina parte de la posibilidad de contar con una validez universal,


sin embargo, esto es casi imposible a causa de las diferencias culturales y
religiosas que existen en la gran diversidad de grupos sociales que conforman la
humanidad.

Por otra parte, el término doctrina se relaciona con el concepto de


adoctrinamiento, este último ha adquirido connotaciones peyorativas por hacer
referencia a la enseñanza de creencias que se consideran como ciertas sin que
sean previamente analizadas o discutidas por quienes las aprenden.

De allí que, el adoctrinamiento sea el proceso de reeducación impuesto, por


ejemplo, en los países con regímenes totalitarios o en algunos estudios religiosos.

El término doctrina deriva del latín doctrina.

.5 LA DOCTRINA

La Doctrina.
La doctrina como fuente del Derecho Internacional se conoce como la opinión de
los jurisconsultos y de las asociaciones especializadas. Puede ser
de carácter filosófico, sociológico o histórico.
El Instituto del Derecho Internacional en su proyecto de bases fundamentales de
dicho Derecho establece en su artículo 18: "Los precedentes diplomáticos, las
sentencias arbitrales, las decisiones de los tribunales nacionales
en materia internacional, así como la opinión de los publicistas de autoridad, no
tienen valor sino en cuanto ilustren, ya al Derecho existente, ya a los otros
elementos arriba indicados a que deben recurrirse en ausencia de reglas
jurídicas".
La doctrina se considera como fuente indirecta, por cuanto se debe recurrir a ella
como complemento para los estudios de los diversos casos que se plantean. Su
importancia radica en que las opiniones dadas por los jurisconsultos son de
carácter desinteresado y la cultura jurídica de los jueces internacionales es la
mejor guía para su aplicación. Sin embargo, no es de carácter obligatorio, pues es
el resultado de especulaciones de particulares, por muy grande que sea el
prestigio de los mismos.
Sin importar el valor que se le quiera dar a la doctrina, es cierto que ha ejercido
una gran influencia en las normas del ordenamiento jurídico.
Manuel Simón Egaña establece tres fines esenciales de la doctrina:

Científico, que persigue el estudio de las normas del ordenamiento jurídico vigente
y las sistematiza a la vez, así como también a los principios generales del
derecho.
Un fin práctico, ofrece soluciones concretas donde la voluntad del legislador esté
plasmada en las normas generales y se convierte en el principal auxiliar del
abogado y del juez en el estudio de los casos que se presenten.
Un fin crítico, trata de mejorar cada vez más al derecho procurando un contenido
más justo de las normas.

Jurisconsulto:

Persona que conoce profundamente la ciencia del derecho y se dedica


principalmente a resolver consultas legales

En Roma los jurisconsultos eran personas estudiosas y conocedoras


del Derecho y que al principio de la República de Roma todo el que gozase de
cierta fama doctrinaria jurídica podia responder a las preguntas que se le hacían
pero sin formalidad alguna, pero poco a poco se pasó de un valor doctrinal a base
de numerosas sentencias conformes a la doctrina de los juriconsultos, pasando al
mundo legal como una especie de derecho consuetudinario y sirvieron de
suplemento a la legislación, origen de importantes instituciones jurídicas:

Doctrina Jusnaturalista, Teólogos y Laicos.


Las doctrinas internacionalistas que hacen reposar al Derecho Internacional sobre
el Derecho Natural, son llamadas “naturalistas” o jusnaturalistas, y en oposición a
ellas existen las denominadas “positivistas”, que tratan de fundamentarlo sólo en la
voluntad de los Estados. Entre ambas existe una separación irreductible. Dentro de
la doctrina de los jusnaturalistas, es posible distinguir diversas corrientes tales
como la de los teólogos y la de los laicos principalmente. No es de sorprender que
durante la época del Renacimiento en que los teólogos estudiaron el naciente
Derecho de Gentes, fueran no solamente teólogos sino verdaderos científicos de la
época que, desde luego también eran juristas, hay que tomar en consideración que
el monopolio de la cultura, también estaba en manos de los clérigo y resultó natural
que se abocarán al examen de los problemas que creaba la presencia de ese nuevo
orden jurídico. Desde luego que las enseñanzas de los teólogos juristas no
pretendieron de ninguna manera dar respuesta a todas las cuestiones del naciente
Derecho de Gentes, toda vez que su pensamiento era rudimentario, ya que no se
tenía a la mano ni la experiencia con la cual comparar lo nuevo, ni la rica práctica
que se produce con el roce de las Naciones. Aunque es destacable que se advierta
en sus postulados una argumentación sólida e inteligente, y una concepción
valerosa, realista y auténtica de la esencia del nuevo orden jurídico internacional,
destacando por ejemplo la noción de una Comunidad Internacional regida por el
Derecho de Gentes. Las doctrinas internacionales de los juristas teólogos, hacen
descansar al Derecho Internacional sobre el Derecho Natural, de ahí que sean
denominadas “naturalistas” y, aún más, al ser verdaderas teorías jurídicas, han
pasado a la historia bajo la acepción de jusnaturalistas. Dentro de los creadores de
la teoría jusnaturalista internacional de la corriente teológica se encuentran Fray
Francisco de Vitoria, quién es considerado como creador y originador de la
corriente jusinternacionalista, Francisco Suárez, Grocio, Bartolomé de las Casas,
Sepúlveda, entre muchos otros. El concepto del Derecho de Gentes, en Vitoria, es
una noción apartada un poco de la concepción agustiniana y tomista, pero en el
mismo orden de ideas. En su concepción del Ius gentium se fundamenta ya en una
noción novedosa de Comunidad Internacional, laica, y con ello valerosamente
rompe con una tradición y orden establecido, al postular la tesis de que la
comunidad humana sólo puede existir en la religión católica. El Derecho
Internacional de los teólogos surge de la sociabilidad de la sociedad natural, de las
relaciones entre los pueblos. No entre todos los hombres considerados
individualmente, sino entre los hombres agrupados en Naciones y en esto puede
apreciarse una superación de la doctrina tomista de la comunidad cristiana y,
desde luego, un positivo adelanto. Esta escuela tuvo una influencia decisiva en
posteriores tratadistas, pero en poco tiempo pareció perder fuerza y perderse,
principalmente atendiendo a que las tesis de los teólogos se archivaron porque las
relaciones internacionales, después del siglo XVII, se hicieron sobre una base
voluntaria, el centro de influencia se trasladó de España a otros países, la presencia
de la Reforma protestante convertida en religión de Estado que restaba autoridad a
los pensadores católicos y, el hecho mismo de que los nuevos problemas de las
relaciones entre los Estados, ya no podían resolverse con las enseñanzas de los
teólogos, entre otras causas fueron lo que motivó que esta corriente se dejará
perder. Sin embargo, posteriormente y sólo hasta después de la Guerra Mundial,
cuando los tratadistas y la Comunidad Internacional en general, “cansada del
positivismo decadente y del dogma de la soberanía absoluta del Estado, que sólo
condujo a conflictos sin término, volvió sus ojos hacia soluciones más justas y
nobles, hacia la augusta voz de aquellos que, con gran intuición, adelantaron las
bases justas sobre las que debe erigirse una comunidad de Estados”. Por otro lado,
los autores jusnaturalistas laicos se preocupan por separar la moral de la teología,
tratando de fundamentar su tesis, principalmente en los historiadores antiguos con
lo que tiene a diferir de los teólogos juristas, aunque también reconocen que las
normas del Derecho de Gentes provienen del Derecho Natural. Uno de los
principales autores en separa la teología de la ética fue Alberico Gentili, quién se
refiere a la naturaleza de los embajadores, a las inmunidades y a la manera de
nombrarlos y expulsarlos. Siendo el primer autor que se preocupó por la novedosa
institución diplomática, que apenas en el siglo XVI tenía unos años de instituida
con sus caracteres modernos. Sin embargo de manera indubitable se puede
considerar a Hugo Grocio como una de las más grandes figuras del jusnaturalismo
laico al enriquecer mayormente la ciencia del Derecho de Gentes, con estudios tan
magistrales como De mare libero, respecto a la libertad de navegación en alta mar
y, De jure belli ac pacis, en el cual establece reglas de justicia obligatorias para el
hombre viviendo en un Estado de sociedad, independientemente de las Leyes
humanas positivas, notándose su reacción contra la política internacional arbitraria
que estaba ocurriendo en el mundo. Grocio es reconocido por su gran papel de
constructor de la ciencia del derecho internacional, así como símbolo depurado de
la moral y de la justicia entre los Estados. Establece el primer elemento del Derecho
de Gentes en la Comunidad Internacional, unida por la supremacía universal de la
justicia. Una comunidad del género humano, sostenida por un impulso
denominado el appetitus societatis, o sea el deseo por la sociedad de seres de su
propia especie y la necesidad de preservar esa sociedad, la contrapartida de esta
sociedad del género humano es un derecho general de la humanidad, o sea, el
Derecho de Gentes, de la misma manera que la contrapartida de un Estado es su
derecho constitucional. Además de Grocio, también destacan en la doctrina
jusnaturalista de la corriente laica Samuel de Puffendorf y Christian Wolff, el
primero considerado como un continuador de Grocio, fundamentando respecto del
Derecho de Gentes que no existe un Ius gentium independiente del Derecho
Natural, ya que el Derecho de Gentes es una pura emanación de aquél, mientras
que el segundo se toma como el último naturalista, quién partiendo del principio de
que por asociación en un Estado, todos sus ciudadanos están obligados en
conciencia a promover el bien común y la suficiente tranquilidad y seguridad de la
vida de cada uno.

La Doctrina Positivista. Predecesores y positivistas sistemáticos.


Dentro de las doctrinas positivistas encontramos a las Escuelas de los predecesores
y los positivistas sistemáticos. Dentro de los Predecesores encontramos a Richard
Zouch quién es considerado como el eslabón entre los naturalistas y los positivistas.
Zouch pretende abandonar el concepto de Ius gentium por considerarlo ambiguo e
impreciso así como carente de definición de la naturaleza de los derechos entre los
Estados, y mejorarlo con el de Ius feciales asemejándolo a esta institución romana.
No obstante no se aparta por completo del Derecho Natural como base del Derecho
Internacional e inclusive advierte cierto propósito naturalista al hablar de la
comunidad de pueblos y afirma que la costumbre debe ser congruente con la razón,
pero prefiere deducir el derecho de la costumbre y de los Tratados, y en este
aspecto resulta el precursor de la escuela positiva. Otro exponente de los
positivistas predecesores que sin duda fue uno de los autores más distinguidos de
su época fue Cornelius Van Bynkershock, quién fue de los que más influyeron en la
doctrina del derecho marítimo internacional. Además sus aportaciones al Derecho
Internacional son muy de tomarse en cuenta, ya que es el creador de la noción de
mar territorial, desarrolla hábilmente el concepto de neutralidad, también su
manejo de la institución del bloqueo es muy aceptable. Sobre los pactos
internacionales, escribió extensamente al punto de la cláusula rebus sic stantibus.
Una de las figuras más destacadas de los autores clásicos, es sin duda Emerich de
Vattel, mismo que ofrece la particularidad de vincular la época antigua con la
contemporánea. Para Vattel el Derecho de Gentes es sólo el Derecho Natural
aplicado a las Naciones, es decir, que los Estados están absolutamente obligados a
observarlo. Sostiene que el Derecho de Gentes es necesario toda vez que las
Naciones lo tienen que obedecer, mientras que las normas del Derecho Natural son
obligatorias para los Estados, de la manera que lo son para los individuos, y esto es
así atendiendo a que los Estados están compuestos de hombres y el Derecho
Natural obliga a todos los individuos, cualesquiera que sean sus relaciones entre
ellos. Los autores positivistas posteriores a Vattel son los que reciben el nombre de
“sistemáticos”, atendiendo a que sus postulados que van desde finales del siglo
XVIII hasta la Primera Guerra Mundial, del orden jurídico internacional son
presentados de una forma metódica y sistemática que, en cierta manera se asemeja
al criterio científico. Sus principales exponentes (Moser, De Martens, Lorimer,
Westlake, Hall, Holland, Oppenheim, Haffter, Holtzendorf, Bluntschli, Tripel,
Liszt, Fiore, Anziolotti, Funk-Bretano, Sorel, Paul Pradier-Fodere, Despagner, H.
Bonfilis, Wheaton, Moore, Bello y Calvo) tuvieron influencia posteriormente en el
pensamiento internacional, caracterizándose sus obras por el despliegue de
minucia y el recargo de antecedentes históricos de precedentes, Tratados,
documentos y sentencias. Diversos son los factores que se conjugaron para que el
pensamiento positivo internacional se cimentare firmemente desde finales del siglo
XVIII y a lo largo de todo el siglo XIX, y padeciera por consecuencia el
jusnaturalismo. El poder del Estado se desarrolló poderosa y sorprendentemente.
La doctrina convirtió al Estado en el único sujeto de todas las normas, y a su
voluntad en la exclusiva fuente de todo el orden jurídico internacional,
obteniéndose con ello un alto grado de certeza, pues de esa manera toda la
actividad exterior del Estado quedaba referida a un punto preciso de imputación
jurídica.

La Doctrina.

La doctrina como fuente del Derecho Internacional se conoce como la opinión de


los jurisconsultos y de las asociaciones especializadas. Puede ser
decarácter filosófico, sociológico o histórico.El Instituto del Derecho Internacional
en su proyecto de bases fundaentales de dicho Derecho establece en su artículo
18: "Los precedentes diplomáticos, las sentencias arbitrales, las decisiones de los
tribunales nacionales en materia internacional, así como la opinión de los
publicistas de autoridad, no tienen valor sino en cuanto ilustren, ya al Derecho
existente, ya a los otros elementos arriba indicados a que deben recurrirse en
ausencia de reglas jurídicas".La doctrina se considera como fuente indirecta, por
cuanto se debe recurrir a ella como complemento para los estudios de los diversos
casos que se plantean. Su importancia radica en que las opiniones dadas por los
jurisconsultos son de carácter desinteresado y la cultura jurídica de los jueces
internacionales es la mejor guía para su aplicación. Sin embargo, no es de
carácter obligatorio, pues es el resultado de especulaciones de particulares, por
muy grande que sea el prestigio de los mismos.Sin importar el valor que se le
quiera dar a la doctrina, es cierto que ha ejercido una gran influencia en las
normas del ordenamiento jurídico.Manuel Simón Egaña establece tres fines
esenciales de la doctrina:

Científico, que persigue el estudio de las normas del ordenamiento jurídico vigente
y las sistematiza a la vez, así como también a los principios generales del
derecho.

Un fin práctico, ofrece soluciones concretas donde la voluntad del legislador esté
plasmada en las normas generales y se convierte en el principal auxiliar del
abogado y del juez en el estudio de los casos que se presenten.

Un fin crítico, trata de mejorar cada vez más al derecho procurando un contenido
más justo de las normas..+++++

Establece tres fines esenciales de la doctrina:


a. Científico, que persigue el estudio de las normas del ordenamiento jurídico
vigente y las sistematiza a la vez, así como también a los principios generales
del derecho.
b. Un fin práctico, ofrece soluciones concretas donde la voluntad del legislador
esté plasmada en las normas generales y se convierte en el principal auxiliar
del abogado y del juez en el estudio de los casos que se presenten.
c. Un fin crítico, trata de mejorar cada vez más al derecho procurando un
contenido más justo de las normas.

1. Positivista: Se fundamenta en usos y costumbres, tratados y convenciones. Se le


acepta por que las grandes fuentes de producción del Derecho Internacional Publico son
la costumbre y los tratados. Critica: Porque la estructuración de la escuela no se
tomaron en cuenta principios generales del derecho que deben fundamentar esta teoría.

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