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Párroco y Teólogo
de la
Cristiandad
Jorge Benson
Buenos Aires, 2014
Índice
A. LA IGLESIA Y EL MUNDO........................................................17
1. La Iglesia .......................................................................................17
2. El Mundo .......................................................................................20
B. LA CRISTIANDAD ......................................................................25
A. UN DEBATE FUNDAMENTAL.....................................................37
1. Contextos...........................................................................................37
2. Problemas ..........................................................................................39
3. Conclusión .....................................................................................60
MORALEJA ...............................................................................................65
BIBLIOGRAFIA .......................................................................................73
NOTAS .....................................................................................................78
PRESENTACIÓN
¿O lo normal es la Cristiandad?
Este tema despierta un gran interés para un análisis crítico, porque en él
convergen el largo desarrollo de una doctrina y sus diversas formulaciones
suscitadas por cambios circunstanciales, históricos y culturales. Hoy, a
juzgar por la opinión pública, las dos terceras partes de la humanidad no
entienden los términos de su formulación clásica, y eso puede hacernos
dudar de su validez universal, tal como la proponía el Magisterio.
En este sentido, la publicación de las obras de Jacques Maritain después
de 1930, especialmente su Humanismo Integral, abrió un nuevo rumbo.
Rumbo que había sido recorrido apenas cuando le salió al cruce, alerta,
el teólogo Meinvielle. Y, tras la crítica que formulara el padre Julio, varios
autores pusieron de manifiesto su rechazo a la posición maritainiana. Entre
ellos, no pocos atribuyen la incomprensión moderna de la doctrina tradi-
cional a la influencia de los medios de comunicación, que fueron forjando,
durante estos últimos siglos, una opinión pública relativista, laicista y to-
talmente prescindente de lo sobrenatural.4
El debate sigue abierto. Meinvielle nos invita y nos anima a pensar el
tema, a estudiar la disputa y a difundir lo que es incuestionable, como lo
hizo él en su momento y en su lugar.
Desde el punto de vista filosófico, habría que seguir indagando sobre
aquella distinción entre individuo y persona, en la cual se apoya Maritain
para su concepción personalística de la sociedad, que pone en tela de jui-
cio, como veremos, la primacía del bien común.
Y en cuanto a Meinvielle, sigue pendiente un acabado tratamiento de su
concepción de la Ciudad y la civilización en la perspectiva del bien común,
en la cual se basa para defender la enseñanza tradicional sobre la Cristian-
dad, formular su crítica del humanismo personalista maritainiano y enfren-
tar él también, con gran claridad y valentía, los totalitarismos del momento.
A. PÁRROCO Y TEÓLOGO
A. LA IGLESIA Y EL MUNDO
1. La Iglesia40
1. Concepto de Cristiandad
1. Contextos
1. La argumentación de Meinvielle
(1) Cuando Santo Tomas habla del hombre, como parte o miembro de
la ciudad, no usa precisamente la expresión individuo sino persona.
Y así escribe:
"Porque así como una persona singular (singularis persona) es parte de
la casa, así un hogar es parte de la ciudad o reino".144
En otro lugar:
"De acuerdo a esto, el bien de cualquier virtud, sea que ordene un hom-
bre para consigo mismo, sea que lo ordene con respecto a las otras perso-
nas singulares, es referible al bien común, al cual ordena la justicia". 145
Y poco más adelante:
"Se ha de decir que el bien común es fin de las personas singulares que
existen en la comunidad, así como el bien del todo es fin de cada una de las
partes".146
Luego, concluye Meinvielle, es totalmente injustificado excluir la per-
sona de la vida comunitaria, en Santo Tomás, cuando éste la incluye expre-
samente.
(2) Por otra parte, Santo Tomas enseña categóricamente y sin restric-
ciones que
"esto mismo que el hombre es, y lo que tiene, es de la multitud, así co-
mo cada parte, lo que es, es del todo".147
De esta manera, excluir la persona sería excluir no sólo algo o lo princi-
pal sino a todo el hombre.
En manos de Dios sí, son instrumentos, tanto las personas, como las
familias y asociaciones inferiores y el mismo Estado.
¿En qué sentido? En el sentido de que pertenecen totalmente a Dios, y
su causalidad propia, siendo causalidad principal, es secundaria, se mueve
como instrumento respecto de la Causa Primera.
Por eso Santo Tomas, antes de formularse la objeción que da lugar a la
respuesta cuyo texto, a su vez, daría lugar a la citada controversia entre
tomistas, atendía esta otra impugnación:
"El instrumento nada merece delante de aquél que usa del instrumento.
Pero la acción del instrumento es de aquél que usa instrumento. Mas el
hombre es instrumento de la virtud divina (...) luego no puede merecer o
desmerecer delante de Dios con su obrar bueno o malo". 163
Al contestar, Santo Tomás no niega que sea instrumento:
"El hombre así se mueve, como instrumento, sin que por eso deje de
moverse por el libre albedrío". 164 Obrando libremente, obra meritoriamen-
te.
También en su De Potentia defiende Santo Tomás que Dios obra en to-
da operación creada, incluso de la voluntad libre, como agente principal en
la acción del instrumento, porque sólo Dios puede producir
"el ser que es el efecto primero, más común e íntimo que todos los efec-
tos".165
Por eso agrega Meinvielle, como un corolario, que esta dependencia ab-
soluta de la persona respecto de Dios, en el ser y en el obrar, funda el he-
cho de que aquélla no puede hallar su felicidad sino en la contemplación de
Dios. Pero ésta es aquí imperfecta, por la dependencia respecto de lo sensi-
ble. Por eso esa felicidad natural, humana, física, 166 no puede alcanzarse
sino con la ayuda de la comunidad de los hombres167 y particularmente de
la comunidad política, que es lo más excelente de todo lo humano.168
En síntesis, la persona necesita de la sociedad política, y ambas, la per-
sona y la sociedad política, dependen absolutamente de Dios.
2. Otras voces en el debate
a. Jacques Maritain
El célebre filósofo francés, partiendo de aquello de que hay que dar "a
Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César" (Mt 22, 21), inter-
preta el texto en cuestión 169a la luz de otro texto de la segunda parte de la
Suma:
"Cada persona individual se relaciona con toda la comunidad como la
parte con el todo".170
Subraya en este último pasaje lo individual, y lo que hay en el hombre
de persona lo reserva para el texto que nos ocupa: "el hombre no se ordena
a la comunidad política totalmente y en todas sus cosas". 171
Y así concluye que en cada uno de nosotros el individuo es para la ciu-
dad, y debe, en caso de necesidad, sacrificarse por ella, como sucede en
una guerra justa. Pero la persona es para Dios; y la ciudad es para la perso-
na, para la accesión a la vida moral y espiritual ya los bienes divinos, que
es el destino mismo y la razón final de la personalidad.172
b. Leopoldo E. Palacios
Pero a nosotros nos toca hablar solamente del párroco de Nuestra Seño-
ra de la Salud. Y el breve resumen de las mil obras realizadas quedaría
vacío, sin espíritu, en silencio, sí no habláramos del sacerdote ejemplar.
Quien ha convivido tantos años a su lado, quien ha peregrinado junto a él
en tantas jornadas, quien supo de sus alegrías y de sus tristezas, de sus con-
trastes y de sus victorias, quien participó en casi todas sus obras de una
manera continua y reverente puede decir con el cariño del feligrés, pero
con la verdad de su propia realidad que la gran virtud del Padre Julio fue
siempre y en todo momento, su humildad, su gran humildad. Versailles no
conoció a fondo al ilustre filósofo, ni tampoco al teólogo tomista, certero
en sus juicios y lúcido en sus libros. Tampoco conoció a fondo al periodista
de estilo claro y de polémica incesante y aguda. Ni al político combativo de
todas las horas. Ni al profesor erudito, ni al conferenciante aplaudido. La
parroquia de Versailles, sí conoció y conoció mucho al sacerdote para toda
la eternidad, al sacerdote piadoso, al sacerdote que amando a los pobres,
amaba a sus hermanos en Cristo; al sacerdote que nunca cobró un bautismo
o un casamiento; al sacerdote que siempre tenía una palabra justa y un
consejo sano. Al sacerdote tan humilde, que había dejado atrás su apellido
para llamarse solamente Padre Julio.
Como el Padre Julio tenía el alma limpia, los que aprendimos de él tan-
tas cosas, no podemos confundimos y olvidar las principales. Por ello, no
hay ya tiempo para lágrimas -aunque tal vez no podamos reprimirlas.
Por ello sólo rezaremos para que Dios lo reciba en Su Santa Gloria y
nos dé a todos nosotros, la gracia infinita de volverlo a ver.
Augusto Padilla, a su maestro
Pasaron 35 largos años y para aquellos jóvenes alumnos -hoy casi seten-
tones- de los domingos “de la Suma”, ha pasado ¡ay! mucho tiempo, pero
no pasó el Padre Julio. Su ejemplo y su recuerdo han servido de acicate
formidable para seguir adelante, de sostén en horas de prueba, de faro que
alumbra el final de la travesía.
1. Libros
2. Artículos y ensayos
(relacionados con el tema de la Cristiandad).
Obras consultadas
(libros y articules, en orden alfabético).
2
En la Bibliografía ofreceremos la lista completa de sus libros, con un listado parcial de
sus artículos y ensayos, y la nómina de lo poco que se ha escrito sobre él, amén de
los títulos utilizados para este trabajo y los que sugerimos para una profundización
del tema que nos ocupa. Un estudio exhaustivo del pensamiento de Meinvielle su-
pondría una lectura minuciosa de todos sus libros (veintiuno) y artículos (más de
cien), de los libros de los autores por él estudiados, y asimismo de los autores de no-
ta que intervinieron en algunos de los debates que tuvieron lugar. Ese estudio, cree-
mos, está aún por hacerse. Ojalá logremos con este ensayo suscitar la continuación
del trabajo entre lectores con más tiempo y dedicación.
3 ST, I-II, q 21, a 4 ad 3.
4 Cfr. BENSON, J., Mass Media, comunicación y comunión, II, 3, Claretiana, Buenos
Aires, 1986; 2° ed., Amazon.com., 2014.
5 AICA, 14-7-14.
6
Concepción Católica de la Política, Concepción Católica de la Economía, etc. Cfr.
Bibliografía.
7 "Su inmensa obra escrita prestó un gran servicio a la verdad al aplicarse con esfuerzo a
encauzar las inteligencias" (DERISI, O.N., o. c., p.80).
8 "Con esa misma claridad con que Meinvielle ha encarado el tema de la economía en el
cuadro general del saber científico, acometió profundizar el tema de la oferta y la
demanda" (LASCANO, M. R., Prólogo a "Conceptos Fundamentales de Econo-
mía", 3 ed., Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1982, p.7).
9 Cfr. MEINVIELLE, J., Entre la Iglesia y el Reich. Adsum, Buenos Aires, 1937.
10 "Reconocemos que la Unión Scout Católica Argentina (USCA), que el año pasado
cumplió sus cuarenta años de fundación, y cuya existencia se debió al celo pastoral
del Pbro. Dr. J. Meinvielle de venerada memoria, es una Asociación hoy llena de vi-
talidad y en constante expansión" (CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA,
Carta Pastoral sobre el Scoutismo Católico, "Aica", Supl. Octubre [1978], Buenos
Aires, pp. 5-6).
12
"Realizó en plenitud aquello que expresa Santo Tomás de Aquino, su gran maestro,
cuando define la vocación del "Doctor" como la de aquél que reúne a la vez las cua-
lidades propias de la vida contemplativa y de la vida activa. Muy pocas veces es da-
do constatar el equilibrio, la facilidad y la eficiencia con que el Padre acometía las
más variadas iniciativas intelectuales y prudenciales. Resulta casi inexplicable que
una misma persona fundara y dirigiera la JOC, los Scouts Católicos, la Parroquia de
Versailles, el Ateneo Popular y, al mismo tiempo, redactara obras de tanto valor y
madurez como Concepción católica de la Economía, Concepción católica de la po-
lítica, El Judío en el misterio de la Historia y nueve libros más en poco más de una
década. Si a ello sumamos los cursos y las conferencias dictadas en el marco de los
célebres Cursos de Cultura Católica y la fundación y dirección de las revistas Nues-
tro Tiempo, Balcón, Presencia y, posteriormente, Diálogo, más su asidua contribu-
ción a otras importantes publicaciones como Arx de Córdoba, Criterio (en su prime-
ra época), Sol y Luna y Ortodoxia, amén de otras innumerables al punto que desa-
fían toda posibilidad de rastreo sistemático, recién entonces podemos vislumbrar sus
quilates intelectuales y el empuje de su espíritu renovador. Admirable síntesis, po-
cas veces realizada dentro y fuera de nuestro país. Y todo ello con un sentido de
alegre militancia" (SACHERI, C., In Memoriam, "Verbo", n 133 (1973), Buenos
Aires, p. 14).
13 "Pero no queremos terminar sin señalar uno de los perfiles que mejor explican su
ejemplaridad sacerdotal. El P. Meinvielle dedicó gran parte de su vida al pueblo
humilde. El barrio de Versailles supo de su acendrada vocación social" (PUIGB0, J.,
In Memoriam, "Verbo", n 133 [1973J, Buenos Aires, p. 12).
14 "Sin perder su esencia religiosa, su inflexible defensa del dogma, era capaz de dialo-
gar y de ser amigo de personas de las más distintas corrientes ideológicas, hasta iz-
quierdistas y liberales, algunos de los cuales lo frecuentaban" (PUIGB0, J., o. c., p.
11).
17 Así lo atestiguaba un obispo argentino: "El P. Julio Meinvielle, siendo yo muy chico,
supo descubrir mi vocación sacerdotal, que luego alentó continuamente con su pala-
bra y con su ejemplo de amor profundo a la Iglesia y a la verdad" (BUFANO, R, Ju-
lio Meinvielle, "Asesores, Órgano de la A.C.A.", n 76 [1978], Buenos Aires, pp. 11-
12). Y esa fue su enseñanza constante: "A nosotros sólo nos corresponde la fideli-
dad más estricta al magisterio augusto de la cátedra de Pedro" (MEINVIELLE, J.,
Conceptos Fundamentales de Economía, 2 ed. Eudeba, Buenos Aires, 1973. p.155);
"El católico ha de mantener su fidelidad al magisterio de la cátedra romana porque
ésta es la condición de la fidelidad autentica a la fe de Cristo" (MEINVIELLE, J.,
Un Progresismo vergonzante, Cruz y Fierro, Buenos Aires, 1967, p 43).
18 "Tuvo en grado excepcional la pasión por la verdad y subordinó toda su vida de inte-
lectual católico y de sacerdote de Cristo a la profundización y a la difusión de la
verdad cristiana, en todos los ambientes y sobre todos los aspectos, consciente como
pocos del lema agustiniano: "la mayor caridad es la verdad". A la difusión de la ver-
dad consagró toda su obre, toda su capacidad, todo su testimonio" (SACHERI, C, o.
c., p.13).
19 Cfr., por ejemplo, Los Tres Pueblos Bíblicos en su lucha por la dominación del mun-
do, Hacia la Cristiandad, La Iglesia y el mundo moderno, etc.
20 Cfr. MEINVIELLE, J., Un neo-cristianismo sin Dios y sin Cristo, Nuevo Orden,
Buenos Aires, 1964, p. 30.
21 Cfr. MEINVIELLE, J., Un Progresismo vergonzante. Cruz y Fierro, Buenos Aires,
1967.
22 MEINVIELLE, J., De la Cábala al Progresismo, Calchaquí, Salta, 1970, pp. 201 y
457.
23
Cfr. DERISI, O. N., o. c., p.79.
32 Cfr., por ejemplo, los comienzos de las epístolas a los Efesios y a los Colosenses.
33 "Hoy hay desorden en las inteligencias, porque se desconocen los principios elemen-
tales de las grandes realidades. (…) Urge, por tanto, que los contados jóvenes que
sienten avidez por poner orden en sus inteligencias, en lo que a política se refiere,
tengan a mano un libro de lectura fácil que les ponga de relieve los grandes y per-
manentes principios de la sociedad política" (MEINVIELLE, J., Concepción Católi-
ca de la Política, Prólogo a la 3 ed., Dictio, Buenos Aires, 1961, p.4).
41 Cfr. MEINVIELLE, J., La Iglesia y el mundo moderno, Theoria, Buenos Aires, 1967,
p. 18 (en adelante la citaremos LMM.).
42 Cfr. ibídem, p. 34.
55
Cfr. IMM pp. 115-116.
57
Cfr. ibídem, pp. 177.
61
Cfr. ibídem, pp. 65-66.
64
Cfr. ibídem, p. 72.
81
Cfr. ibídem, p. 187.
83
Cfr. MEINVIELLE, J., Hacia la Cristiandad, Adsum, Buenos Aires, 1940, p. 41 (en
adelante: H.C.).
86
Cfr. ibídem, p. 15.
89
Cfr. LM, p. 47.
105
Cfr. ibídem. 102.
107
Cfr. ibídem.
111
Ibídem, p. 137-138.
121 Cfr. MEINVIELLE, J., Crítica de la concepción de Maritain sobre la persona hu-
mana, Nuestro Tiempo, Buenos Aires, 1947, p. 354 (en adelante: CCM).
129 Cfr. Se refiere a su libro La Iglesia y el mundo moderno, escrito con anterioridad a la
publicación del documento conciliar.
130 Cfr MEINVIELLE, J., Los recientes documentos del Concilio Vaticano II, Apéndice
a la 1a ed. de IMM, pp. 321-325. La cita que J. M. hace de GS es más larga. Extrac-
tamos aquí los párrafos que se refieren más directamente a la finalidad que el A.
persigue al traerlos a colación. Cfr., Proemio y Exposición Preliminar, nos. 8, 9 y
10. Cfr. asimismo el n 76, en donde se habla de la posibilidad, por parte de la Igle-
sia, de renunciar al ejercicio de ciertos legítimos derechos.
131 Cfr. LM, 98.
133
Cfr. STURZO, L., La Vera Vita. Sociología del Soppranaturaie, EDC, Roma, 1949.
142 "Totus homo ordinatur ut ad finem ad communitatem, cujus est pars" (ST, II-II, q 65
a 1).
145 "Secundum hoc igitur bonum cuiuslibet virtutis, sive ordinantis aliquem hominem ad
seipsum sive ordinantis ipsum ad aliquas alias personas singulares, est referibile ad
bonum commune, ad quod ordinat iustitia" (ST, II-II, q 58, a 5).
146 "Ad tertium dicendum quod bonum commune est finis singularum personarum in
commaunitate existentium, sicut bonum totius finis est cuiuslibet partium" (ST, I-I,
q 58, a 9, ad 3).
147 "Quilibet homo hoc ipsum quod est et quod habet, est multltudinis: sicut et quaelibet
pars id quod est, est totius" (ST, I-II, q 96, a 4).
148 "Sed adhuc quodam specialori et perfection modo invenitur particulare et individuum
in substantiis ratlonalibus, quae habent dominium sui actus." (ST, I, q 29, a lc).
149
BOECIO, De persona et duabus naturis, II: Naturæ rationalis individua subs-
tantia.
150 Cfr. ST, I-II, q 91, a 3 ad 2.
152 Cfr. también I-II, q 39, a 3; I-II, q 92, a 2; In Metaphysicorum, 869 y 2637.
157 In Eticorum, I, 4 y 5.
159
In Eticorum, I, 5.
160
Ibídem.
164 Ibídem.
165 De Potentia, III, 7.
170
"Qualibet persona singularis comparatur ad totam communitatem sicut pars ad to-
tum" (II-II, q 64, a 2).
171
II-II., q 21, a 4 ad 3.
172
Cfr. MARITAIN, J., Trois réformateurs, Paris, Plon, 1925, p. 120.
173
Cfr. PALACIOS, L. E., El mito de la nueva Cristiandad, Rialp, Madrid, 1957, p.
110, nota 1.
175 Cfr. SPIAZZI, R., 0P., Scritti Politici di S. Tommaso, Saggio di una Sintesi Organica
della Dottrina Sociale di S. Tommaso, Massimo, Milano, 1985, p. 40.
176
Ibídem.
179 Para este tema remitimos, por ejemplo, a BRENNAN, R., OP., Thomistic Psycho-
logy, MacMillan, New York, 1965.
181 Cfr. DH, 3; I M 6, JUAN PABLO II, Alocución a los obispos franceses O.R., 7-II-
87).
186 GS, 25. Cfr. Santo Tomás, In Eticorum, I, 1. Es oportuna la precisión en torno al
concepto de personalismo. Palacios y Spiazzi se refirieron más atrás al personalismo
de Maritain y Mounier, en la relación persona-Estado. Se trata de un personalismo
que enfrenta en cierto modo a la doctrina del Bien Común (así De Koninck, y otros).
Otro, sin embargo, es el personalismo de la relación persona- norma moral, presente
en los trabajos de algunos moralistas y que llega a oponerse a la doctrina de la ley
moral objetiva y pretende justificar la decisión personal de la propia conciencia con-
tradiciendo una norma objetiva. Aquel personalismo es objeto del debate que hemos
tratado. Y este es contrario a la enseñanza tradicional en materia moral. Pero muy
otro, en fin, es el personalismo que algunos ven en textos como el que acabamos de
citar, en defensa de la dignidad y derechos de la persona humana frente a las mutila-
ciones del materialismo ateo en todas sus variantes, que niega la dimensión religiosa
o que ignora la vocación de la persona creada por Dios a su imagen y semejanza pa-
ra una misión singular. Este es el tema de muchos discursos de S. Juan Pablo II, y
no es más que una oportuna aplicación de la doctrina católica.
187 Cfr. GS, 26. Cfr. Sant 2, 15-16; Mt 25, 35.
189
Cfr. I-II, q 2, aa 1-7.
199 Cfr. Ef I.
201 DERISI, 0. N., Ante una nueva edad, Adsum, Buenos Aires, 1944, pp. 37-38.
202
Es una de las conclusiones del Simposio de los Obispos de Europa, en octubre de
1985. Cfr. "II Regno-Documenti", n 19 (1985), p. 587. Cfr. asimismo EN, 18.
204 Cfr. RATZINGER, J., Reportaje sobre la Fe, Paulinas, Buenos Aires, 1985, p 156.
210 JUAN PABLO II, Homilía en la Fiesta de Cristo Rey, O.R., l-XII-80.
212 DH., 6.
213
LM, p. 80.
214 Ibídem, p. 82
215
12-VI-82. Cfr. "II Regno-Documenti", n 13 (1982), p. 396.
218 BERDIAEV, N., Una nueva edad media, Lohlé, Buenos Aires, 1979, p. 24.
219
DERISI, O.N., Ante una nueva edad, Adsum, Buenos Aires, 1944, p. 43.
220 Cfr. LM, pp. 65-66. Ratzinger también insiste en la imposibilidad de crear un mundo
nuevo sin conversión. Cfr. o. c., p. 203.
221
BERDIAEV, N., o. c., p. 24.
222 GS, 17.
226 "Unigénitus siquidem Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam
nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo" (SANTO TOMAS DE
AQUINO, Opúsculo 57. Cfr. III, q 1, a 5c; q 40, a 1; q 43, a 3 ad 2; q 44, a 3c).
227 Cfr. GILSON, E., Las Metamorfosis de la Ciudad de Dios, Rialp, Madrid, 1965, pp.
330-340.
231 Cfr. Lc 12, 49; Hb 1, 7; 12, 29; Sal 28, 7; E. N., 18.
234 Cfr. Utopia, I. Cfr. BENSON, J., Tomás Moro, un señor, un político, un santo, en
Amazon.com.
235
Cit. por OUSSET, J., Introducción a la Política, Iction, Buenos Aires, 1963, p. 202.
236
Mensaje del Concilio a la Humanidad, 8-XII-1965, I.
242
MEINVIELLE, J., C. C. M., p. 66.
243 Cfr. MARITAIN, J., Los grados del saber, Acción, Buenos Aires, 1960, p. 2.