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Despotismo ilustrado

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Catalina II fue una gran impulsora del arte y la educación en Rusia.

El despotismo ilustrado es un concepto político que surge en la segunda mitad del siglo XVIII, en
Europa (Austria, Francia, Rusia y Prusia), que se enmarca dentro de las monarquías absolutas y que
pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen Europeo, pero incluyendo las ideas
filosóficas de la Ilustración, según las cuales, las decisiones humanas son guiadas por la razón. Los
monarcas de esta doctrina contribuyeron al enriquecimiento de la cultura de sus países y
adoptaron un discurso paternalista. También se le suele llamar despotismo
benevolente o absolutismo ilustrado; y a quienes lo ejercen, dictador benevolente.

José II de Austria.

Índice

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 1Orígenes

 2Todo para el pueblo, pero sin el pueblo

 3Consecuencias

 4Grandes intelectuales ilustrados

o 4.1Thomas Hobbes

o 4.2Charles de Secondat, barón de Montesquieu

o 4.3François Marie Arouet (Voltaire)

o 4.4Jean-Jacques Rousseau

 5Véase también

 6Notas

Orígenes[editar]

A pesar de que los filósofos ilustrados criticaron la política y la sociedad de su época, no


pretendieron que los cambios se dieran por la vía revolucionaria; confiaban más bien en un
cambio pacífico orientado desde arriba para educar a las masas no ilustradas. Varios monarcas
aceptaron las ideas propuestas por la Ilustración y dieron origen al despotismo ilustrado.

Los problemas del Estado absolutista requerían de la colaboración de personas cualificadas y con
nuevas ideas, dispuestos a reformar e impulsar el desarrollo político y económico de las naciones.
El monarca ilustrado es un soberano que acepta los principios de la Ilustración y desea ponerlos en
práctica para lograr una mayor eficiencia del Estado, en beneficio de éste y de los súbditos.

El temor a la innovación es sustituido por una creencia en la posibilidad de alcanzar un futuro


mejor, no por un cambio súbito, sino por una paciente labor educativa y legislativa, para la cual se
necesitaba la colaboración de los ilustrados, cuyas ideas no constituían un pensamiento
meramente especulativo, sino que se convertirían en programas de gobierno y se llevarían a la
práctica.

Todo para el pueblo, pero sin el pueblo[editar]

La frase originaria es «Tout pour le peuple, rien par le peuple» (en español, «Todo por (para) el
pueblo, nada (hecho) por el pueblo»), que suele citarse en castellano como «Todo para el pueblo,
pero sin el pueblo».

Su uso se extiende desde finales del siglo XVIII como lema del despotismo ilustrado, caracterizado
por el paternalismo, en oposición a la opinión extendida desde los enciclopedistas que veía
necesario el protagonismo y la intervención del pueblo en los asuntos políticos, incluso
asignándole el papel de sujeto de la soberanía (principio de soberanía popular de Rousseau).

Consecuencias[editar]
Carlos III de España.

Este sistema, visto como una etapa madura del absolutismo monárquico, decayó en los últimos
años del siglo XVIII. Las ideas de la Ilustración, adoptadas por estos monarcas, fueron también la
mecha que prendió en los sentimientos de las clases desfavorecidas -en especial la burguesía, que
cobraba mayor relevancia- para combatir a un sistema absolutista voraz y generador de
desigualdad social, y encaminarse hacia un gobierno constitucional.

Grandes intelectuales ilustrados[editar]

Toda la corriente racionalista e imperialista, representada por la Ilustración, tenía como fin la
crítica del orden vigente y su transformación en un orden adecuado a la naturaleza humana y, por
lo tanto, más idóneo para la consecución de la felicidad. Este esfuerzo se vio acaudillado en
Francia por los filósofos más famosos de la Ilustración: Charles de Secondat, barón
de Montesquieu y François-Marie Arouet (Voltaire). Ellos fueron los divulgadores ideológicos que
tuvo la burguesía en su pugna por el poder.

Thomas Hobbes[editar]

En su obra Leviathan, Thomas Hobbes contribuye a nutrir las corrientes del despotismo ilustrado,
que veía al Estado como garante y tutor del pueblo que sufría un estado de minoría de edad
permanente.

Charles de Secondat, barón de Montesquieu[editar]

Como presidente del Parlamento de Burdeos, Montesquieu ejerció una considerable influencia en
la formación de la conciencia burguesa en el siglo XVIII. En realidad, era un aristócrata conservador
que defendía al Parlamento como fundamento de los privilegios políticos de la nobleza frente al
absolutismo real.

El espíritu de las leyes (1748) está considerada su obra más importante y fue el ideario político de
la nueva generación. En ella explica cómo las leyes derivan de una serie de factores físicos, sociales
e históricos: "las leyes tienen sus leyes". Estas tienen su propia grandeza, incluso frente a la
debilidad de los legisladores. Existen, según Montesquieu, tres formas de gobierno (republicana,
monárquica y despótica), y la mejor será aquella en que estén separados los tres poderes:
legislativo (el que hace las leyes), ejecutivo (el que las hace cumplir) y judicial (el que dictamina la
justicia).

El poder legislativo debía estar en las asambleas parlamentarias (formadas por la aristocracia), que
actuarían además como intermediarias entre el ejecutivo (monarca) y el resto de la nación.

Montesquieu fue el proclamador en el continente de las ideas políticas del filósofo inglés John
Locke.

François Marie Arouet (Voltaire)[editar]

Corte de Federico II el Grande.

Ya anciano, desde su castillo de Fresnay, Voltaire fue el «rey» de toda la Europa intelectual. Sus
cartas llegaron a todos los salones ilustrados y fueron leídas con avidez y admiradas.

Introdujo en Francia la filosofía de Newton con una prosa fácil y brillante. Se negó a resolver los
grandes problemas metafísicos y con su espíritu agudo trató todos los problemas que sufría el
pueblo en su época. Fue el principal impulsor y representante del Siglo de las luces. Según
Voltaire, una política fuerte es la salvaguardia de la libertad. No cree en la igualdad y le parece
beneficiosa la jerarquía social.

Considera la educación como fundamental para el progreso, pero no debe generalizarse. En


religión es deísta, es decir, cree en un Ser Supremo, pero lo relega a la función de Creador o
primer motor de la existencia. Es además, profundamente anticlerical («hay que tener una religión
y no creer en los sacerdotes»), partidario de las reformas administrativas y civiles (prohibición de
la tortura, de la pena de muerte y de las detenciones arbitrarias; mejora de los repartos de
impuestos; unidad legislativa y supresión de aduanas interiores). En sus obras Ensayo sobre las
costumbres y el espíritu de las naciones y el Diccionario filosófico ataca los grandes principios de la
época y combate el despotismo y la autoridad.

Jean-Jacques Rousseau[editar]

Tanto Montesquieu como Voltaire representaban la tendencia racionalista de los ilustrados, pero
se produjo también una reacción de carácter naturalista, cuyo representante francés más
destacado fue Jean-Jacques Rousseau. La personalidad ardiente y apasionada de Rousseau le llevó
a desdeñar los principios fríos y racionalistas de sus antecesores ilustrados.

Las primeras obras de este pensador que alcanzaron resonancia fueron las de carácter social y
pedagógico: Nueva Eloísa y Emilio, en las que exponía la virtud de un retorno a la naturaleza,
desplegando las naturales cualidades humanas del amor, generosidad y piedad, y abandonando la
educación intelectualista por otra basada en los conocimientos físico-naturales y artísticos.

Sus opiniones religiosas son menos audaces que las de Voltaire y Diderot, no así sus ideas políticas,
que expone en El discurso sobre la desigualdad y en El contrato social. El ser humano, para
Rousseau, es naturalmente bueno, pero la civilización lo corrompe. La iniquidad comenzó con el
primero que dijo "eso es mío", dando origen a la propiedad, y con ella a esta sociedad. El
"Contrato" es un pacto mutuo que une a un dirigente (el gobernante) con todos (los gobernados).
El régimen perfecto es el democrático, en el que todos los ciudadanos participan de la soberanía,
que es la ley como resultado de la voluntad general. La libertad no es más que la obediencia a
estas leyes.

Véase también[editar]

 Estado Social

 Despotismo

Notas[editar]

Categorías:

 Formas de gobierno

 Formas de monarquía

 Antiguo Régimen

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DEFINICIÓN DEDESPOTISMO ILUSTRADO

El concepto de despotismo está vinculado al abuso de poder ya sea moral o físico, imponiendo el
uso de la fuerza en el trato con un determinado grupo de personas. Este concepto suele estar
vinculado con un tipo de gobierno que posee el poder absoluto y cuyo accionar no se encuentra
limitado por las leyes existentes.
El concepto de ilustrado, a su vez, se encuentra relacionado con aquello perteneciente o relativo a
la ilustración (el movimiento filosófico y cultural surgido en el siglo XVIII que postulaba el
predominio de la razón por sobre las emociones y que consideraba que en el uso de la inteligencia
residía el progreso de toda la humanidad).

Durante la Ilustración existió un tipo de gobierno que se conoció como despotismo ilustrado.
Aunque a simple vista esta palabra pueda denotar características negativas, lejos estuvo esa
organización de ser considerada como tal.

Se trató de un concepto político desarrollado dentro de las monarquías absolutas y que incluyó la
adaptación al campo de la política de ciertas ideas filosóficas provenientes de los pensadores más
famosos del movimiento al que respondía, la ilustración. Esto quiere decir que los monarcas que
gobernaban continuaban manteniendo el mismo sistema social que existiera con el Antiguo
Régimen, pero con un agregado: intentaban enriquecer la cultura de sus pueblos.

El despotismo ilustrado también suele mencionarse como despotismo benevolente o absolutismo


ilustrado. Sus líderes adoptaban una actitud paternalista y, en sus discursos, hablaban sobre la
felicidad de sus súbditos.

Luis XV en Francia, Carlos III en España, Catalina II en Rusia y José II en Austria fueron algunos de
los déspotas ilustrados que promovieron diversos cambios en sus monarquías, con la
centralización de la administración pública, la modernización de la economía, el fomento del
comercio, la agricultura y la industria y la intervención en asuntos de la iglesia.

El surgimiento del despotismo ilustrado suele explicarse como la falta de voluntad revolucionaria
que movía a que la mayoría de los filósofos ilustrados,pese a sentirse disgustados con el rumbo
que tomaba la sociedad y a criticar la política de la época, no deseaban luchar por un cambio
rotundo. Posiblemente, porque les atemorizaba lo que podría surgir como consecuencia de la
destrucción abrupta del régimen, por eso se enfocaban en promover un cambio pacífico y
paulatino que fuera guiado y dirigido por los propios monarcas.

Bases del Despotismo Ilustrado

Durante el siglo XVII el absolutismo fue el régimen político más extendido; este sistema se
mantuvo hacia el siglo XVIII aunque cambió la forma de implementarse. Así, surgió el “Despotismo
Ilustrado”. Si buscamos la definición exacta del concepto encontraremos que se caracterizó por
la utilización de la ideología ilustrada por parte de las leyes absolutas para mantener su
absolutismo.
Los monarcas que gobernaron en este
movimiento recibieron el nombre de “déspotas ilustrados”, y es importante señalar que eran
reyes que gobernaban con poder absoluto sobre sus pueblos. De hecho, la mayoría tomaron de las
ideas de la Ilustración aquellas que les convenían, que los ayudaban a mantener tamaño poder.

En este período se desarrollaron una serie de reformas que ayudaron a que los reyes pudieran
terminar con el feudalismo, y consiguieran abarcar un poder mayor. Entre las principales acciones
cabe mencionar:

*Protección de la agricultura a través de la construcción de canales y pantanos


*Urbanización y modernización de las ciudades
*Construcción de monumentos y alumbrado público.

También se introdujeron reformas judiciales (se suprimió la tortura como método legal de
investigación), se crearon muchísimos centros educativos y universidades para conseguir una
mejor y eficaz escolarización. Todo esto lo hicieron movidos por el lema del despotismo ilustrado:
“Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

Es importante mencionar que el rechazo por la libertad política que es seguramente una de las
ideas más importantes y renovadoras de la Ilustración, convierte todo el esfuerzo de estos
monarcas en personas totalmente contradictorias y enemigas de ese mismo movimiento que
aprobaban.

A su vez, fue esto lo que llevó al final de este tipo de gobierno. Porque esa burguesía ilustrada, que
en un principio había apoyado totalmente este movimiento, se volvió una enemiga acérrima del
absolutismo y planeó la posterior revolución; a través de la cual se buscó alcanzar lo más
importante que puede desear una sociedad: la libertad.

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REFERENCIAS

Autores: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2011. Actualizado: 2014.
Definicion.de: Definición de despotismo ilustrado (https://definicion.de/despotismo-ilustrado/)

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