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CANTO VI1

Ambos se abordaron junto a la encina,


y díjole el primero el soberano Apolo, hijo de Zeus:
«¿Para qué, hija del excelso Zeus, de nuevo enardecida
has venido del Olimpo? LA qué l:e ha impulsado tu gran ánimo? 2s
acaso para dar a los dánaos la revancha en la batalla?
pues en absoluto te apiadas de la mortandad de los troyanos.
Mas ojalá me hicieras caso: eso sería mucho mejor.
CANTO VI1 Suspendamos ahora el combate y la lid hoy.
Más tarde volverán a luchar, hasta que el término fijado 30
de IIio hallen, y3 que eso se ha tornado grato al ánimo -
de vosotras, las inmortales: saquear completa esta ciudad.)) '
Tras hablar así, el preclaro Héctor salió por la puerta Respondióle Atenea, la ojizarca diosa:
y junto con él marchó su hermano Alejandro. En su ánimo «Sea así, protector. También yo con esa misma idea
ambos ardían en deseos de combatir y de luchar 'O7. he venido del Olimpo entre los troyanos y los aqueos. 35
Como la divinidad da a los marinos el ansiado Mas, ea, ¿cómo deseas poner firi al combate de los hombres?))
5 viento próspero, cuando están cansados de batir el ponto Respondióle Apolo, el soberano hijo de Zeus:
con los bien pulidos remos y sus miembros están lasos de fatiga, ((Excitemos la potente furia de Héctor, domador de caballos,
con la misma ansia fue acogida su aparición entre los troyanos. para ver si a alguno de los dánsios reta en duelo singular
Allí mataron ambos: éste al hijo del soberano Areítoo, a luchar hombre contra hombre en atroz lid.
Menestio, habitante de Arna, al que el macero QuizA celosos de su honor, los aqueos, de broncíneas grebas,
lo Areítoo había engendrado, y Filomedusa, de inmensos ojos. inciten a uno a combatir en duelo contra el divino Héctor.))
Y Héctor acert6 a Eyoneo con la puntiaguda pica en el cuello, Así habló, y no le desobedeció Atenea, la ojizarca diosa.
en la orla del almete, de bello bronce, y dobló sus miembros. Héleno, caro hijo de Príamo, caimprendió en su ánimo
Glauco. hijo de Hipóloco, de los licios capitán, el plan que había sido grato al ingenio de los dioses,
acertó con la lanza en la violenta batalla a Ifínoo Dexíada, y fue junto a Héctor, se detuvo y le dirigió estas palabras:
15 que acababa de saltar sobre sus ligeras yeguas, en el hombro. «iHéctor, hijo de Príamo, énwlo de Zeus en ingenio!
Cayó del carro a tierra, y sus miembros se desmayaron. Realmente, ojalá me hicieras caso, pues soy hermano tuyo.
Cuando los vio Atenea, la ojizarca diosa, Haz que se sienten los demás trloyanos y todos los aqueos,
causando mortandad a los argivos en la violenta batalla, y tu desafía al más bravo de 10:s aqueos
descendió presurosa de las cumbres del Olimpo a la sacra Ilio. a luchar hombre contra hombre en atroz lid.
20 Y Apolo se lanzó a su encuentro, al divisarla desde lo alto Pues no es todavía tu destino morir y alcanzar el hado:
de Pérgamo, pues planeaba dar la victoria a los troyanos. eso ha dicho la voz de los sempiternos dioses que he oído.))
Así habló, y Héctor sintió una intensa alegría al oírlo.
'O7 Este canto tenia en la Antigüedad un doble titulo: el duelo de Ayante
Fue al centro e hizo gestos de retener a los batallones troyanos ss
y Héctor, y el levantamiento de los cadáveres. con el asta asida por la mitad, y todos se quedaron quietos.
CANTO VI1

Y Agamenón mandó sentarse a los aqueos, de buenas grebas. Así habló. y todos se quedaron callados en silencio.
También Atenea y Apolo, el del argénteo arco, Se avergonzaban de rehusar, pero temían aceptar.
se posaron, semejantes a unos buitres, Al cabo, Menelao se levantó y talmó la palabra, injuriándoles
60 sobre la alta encina del padre Zeus, portador de la égida, con oprobios, mientras daba profundos suspiros en su ánimo: 95
disfrutando con el espectáculo de los hombres. Las filas «¡Ay de mí! iBravucones, aqueas, que no aqueos!
se sentaban densas, erizadas de broqueles, de cascos y de picas. Realmente, será una afrenta terrible, terrible entre todas,
Como el embate de Zéfiro se derrama sobre el Ponto si ningún dánao se enfrenta ahora a Héctor.
nada más levantarse y hace que el piélago negree, ¡Ojalá en agua y tierra os convirtáis todos vosotros,
65 así se sentaron las filas de los aqueos y de los troyanos que estáis ahí sentados todos y cada uno. exánimes y sin honra! ioo
en la llanura; y Héctor dijo en medio de ambos bandos: Yo mismo me armaré de coraza contra éste. En lo alto están
«iOídme. troyanos y aqueos, de buenas grebas, los cabos de la victoria, en manos de los inmortales di0ses.h
que quiero decir lo que el ánimo en el pecho me ordena! Tras hablar así, hizo gesto de ponerse las bellas armas.
El Crónida, de sublime trono. no ha cumplido los juramentos, Entonces para ti, Menelao. habría llegado el fin de la vida
70 y SU malevolencia hacia ambos bandos fija como término a manos de Héctor, porque. en verdad, era muy superior, 105
el momento en que vosotros conquistéis Troya, de bellas torres, si los reyes aqueos no se hubieran precipitado a sujetarte.
o sucumbáis junto a las naves, surcadoras del ponto. El propio Atrida Agamenón, seilor de anchos dominios,
Ya que hay entre vosotros paladines del bando panaqueo, cogió tu diestra, te llamó con totdos tus nombres y te dijo:
que al que de ellos ahora su ánimo le dicte luchar conmigo. <<¡Estásloco, Menelao, criado por Zeus! ¡NO debes cometer
75 se destaque de todos y comparezca aquí ante el divino Héctor. esa locura! Domínate, a pesar de tu preocupación, 110
He aquí lo que propongo, y sea Zeus nuestro testigo: y no desees por una porfía luchar con un hombre que es mejor,
si ése me hace presa suya con el bronce de largo filo, Héctor Priámida, ante quien también los demás sienten pavor.
que me despoje de las armas y las lleve a las cóncavas naves; El propio Aquiles en la lucha, que otorga gloria a los hombres,
pero que devuelva mi cuerpo a casa, para que tras morir del fuego se estremece al encararlo, y eso (que es mucho mejor que tú 'OS.
so me hagan partícipe los troyanos y las esposas de los troyanos. Por eso, tú ahora ve y siéntate entre la tribu de compañeros, lis
Y si yo le hago presa mía y Apolo me otorga la gloria, que los aqueos harán que otro se alce enfrente de ése.
le despojaré de las armas y me las llevaré a la sacra Ilio. Por muy intrépido que sea e insaciable de tumulto, aseguro
y las colgaré junto al templo del flechador Apolo; que con júbilo doblará la rodilla con tal d e huir
pero el cadáver lo devolveré a las naves, de buenos bancos, del hostil combate y de la atroz lid.»
8s para que los aqueos, de melenuda cabellera, le tributen exequias Hablando así, el héroe desvió la intención de su hermano, 120
y amontonen en su honor un túmulo en el espacioso Helesponto. porque era oportuna su advertencia, y él hizo caso. Entonces
Y alguna vez quizá diga uno de los hombres venideros, surcando los escuderos le quitaron alegres las armas de los hombros.
con su nave, de muchas filas de remeros, el vinoso ponto: Néstor entre los argivos se levantó y tomó la palabra:
'De un hombre es este túmulo, muerto hace tiempo,
90 al que, como. un bravo que era, mató el esclarecido Héctor.' 'O8 Esta afirmacidn contradice el contenido de IX 352. a menos que deba

Así dirá alguien alguna vez, y mi gloria nunca perecerá.)) ser entendida como una exageración apta para el contexto.
CANTO VII 235

«¡Ay, gran pena ha llegado a la tierra aquea! gracias a la osadía, pues de edad era el más joven de todos.
iz'iHondos lamentos emitiría Peleo, el anciano conductor de carros, Y yo luché contra él, y Atenea me otorgó la gloria,
el valeroso consejero y orador de los mirmídones, y maté al hombre que seguro era más enorme y esforzado; 15s
que gran gozo sintió una vez en su casa cuando me preguntaba pues tendido era inmenso y sobresalía por aquí y por allá.
pidiendo razón del linaje y nacimiento de todos los argivos 'O9. ¡Ojalá fuera joven y mi fuerza persistiera inconmovible!
Si se enterara de que ahora todos están medrosos ante Héctor, De ser así, Héctor, de tremolante penacho, pronto trabaría liza.
130muchas veces alzaría las manos a los inmortales para implorar Mas ni siquiera vosotros, los paladines del bando panaqueo,
que la vida se fuera de sus miembros a la mansión de Hades. estáis prestos y ansiosos de ir al encuentro de Héctor.» 160
;Ojalá, Zeus padre, Atenea y Apolo, fuera joven!, Increpados así por el ancianol, nueve en total se levantaron:
como cuando junto al Celadonte, de rápido caudal, lucharon .
se alzó el primero con ventaja Agamenón, soberano de hombres;
'
congregados los pilios y los arcadios, aguerridos lanceros, se alzó acto seguido el Tidida, f:1 esforzado Diomedes;
13s ante las murallas de Fea, a los lados del cauce del Járdano "O. a continuación los Ayantes, imbuidos de impetuoso coraje;
Ereutalión se destacó en vanguardia, mortal igual a un dios, a continuación Idomeneo y el escudero de idomeneo, 165
con las armas del soberano Areítoo en los hombros, Meríones, émulo del homicida Enialio;
Areítoo, de la casta de Zeus, al que como apodo macero a continuación Euripilo. el ilustre hijo de Evemón.
solían llamai los hombres y las mujeres, de bella cintura, Se incorporaron además Toante Andremónida y el divino Ulises.
140 porque no luchaba ni con el arco ni con la larga lanza, Y todos querían combatir contra Héctor, de la casta de Zeus.
sino con la férrea maza, con la que destrozaba batallones. De nuevo tomó la palabra Néstoir, el anciano conductor de carros: 170
Lo mató Licurgo con un ardid, no por la fuerza, «Sortead ahora del primero ;al último, a ver a quien toca;
en un angosto camino, donde de su ruina la maza ése hará un gran provecho para los aqueos, de buenas grebas,
férrea no 13 socorrió: Licurgo se anticipó con la lanza y también se harA buen provechio a su propio ánimo, si huye
145 y le traspasó el torso, y el chocó boca abajo contra el suelo. del hostil combate y de la atroz: lid.»
Le despojó las armas que el broncíneo Ares le había procurado Así habló, y cada uno hizo una marca en su suerte 175
y que desde entonces el solía llevar en el fragor de Ares. y las echaron en el morrión del Atrida Agamenón.
Mas cuando en el palacio Licurgo envejeció, Las huestes rogaron y extendieron las manos a los dioses,
se las dio a su escudero Ereutalión para que las llevara. y así decía cada uno con la mirada puesta en el ancho cielo:
iso Con aquellas armas éste desafiaba a todos los paladines, « ~ Z ~ padre!
US ¡Que le toque a Ayante o al hijo de Tideo,
y ellos temblaban llenos de miedo, y nadie se atrevía. o al propio rey de Micenas, rica en oro!» 180
Pero mi muy audaz ánimo me impulsó a combatir Así decían mientras Néstor, el anciano conductor de carros,
las agitaba; y saltó del morrión justo la suerte que querían,
la de Ayante. El heraldo fue rworriendo la multitud con ella,
'O9 Cuando Néstor estaba reclutando las tropas de los aqueos para atacar
Troya y le visit6, cf. XI 765 ss. mostrándola de izquierda a derecha a todos los paladines aqueos.
''O Si la ciudad de Fea mencionada es la costera que está situada entre Cada uno de ellos, al no reconocerla como suya, la rehusaba. 185
Élide y el reino de Pilo, al norte del río Alfeo, no hay ríos que puedan Pero al llegar en su recorrido entre la multitud a presencia
ser identificados con los citados en el texto. del preclaro Ayante, que la habiia rayado y metido en el morrión,
CANTO VI1

éste extendió la mano debajo, y él se paró cerca y se la echó. a la multitud de las tropas, tras haberlo desafiado a duelo.
La vio, reconoció la marca de su suerte y se alegró su ánimo. Ayante llegó cerca, cargado con el escudo, como una torre,
i m Entonces la tiró al suelo junto a su pie y exclamó: broncineo, de siete bueyes, que le habia fabricado Tiquio con esmero, 220
«¡Amigos! Ciertamente es mi suerte, y también yo me gozo el mejor con mucho de los curtidores, que habitaba en Hila
en el ánimo, pues creo que voy a vencer al divino Héctor. y que le habia hecho el tornasolado escudo con siete pieles
Mas, ea, mientras yo me pongo las guerreras armas, de nutridos toros y una octava 1,ámina de bronce por encima Il2.
entre tanto haced una plegaria al soberano Zeus Cronión Con él delante del pecho, Ayante Telamonio
195 para vosotros, en silencio, para que los troyanos no la oigan, se detuvo muy cerca de Héctor y le dijo con tono amenazador: 225
o, si no, en voz alta, porque, con todo, a nadie tememos '". ~ i H é c t o r !Ahora vas a saber con certeza en duelo singular
Pues n o hay quien adrede me ponga en fuga contra mi voluntad de qué clase son los paladines que hay entre los dánaos,
ni por la fuerza ni por la mafia. Y tampoco tan ignorante aun sin contar a Aquiles, rompedor de filas. de ánimo leozno.
espero ser, porque he nacido y me he criado en Salamina.)) Cierto que él en las corvas naves, surcadoras del ponto,
200 Así habló, y elevaron sus ruegos al soberano Zeus Cronión, yace dando pábulo a su cólera contra Agamenón, pastor de huestes; 230
y así decía cada uno con la mirada puesta en el ancho cielo: pero entre nosotros, los que con,tigo podemos enfrentarnos
«~Z~U padre,
S regidor del Ida, el más glorioso y excelso! somos muchos. Mas comienza yia la lucha y el combate l 1 3 . »
Da la victoria a Ayante y que se alce con espléndida gloria. Díjole, a su vez, el alto Héctor, de tremolante penacho:
Y si también a HCctor amas y te preocupas por él, (<¡Ayante Telamonio, de estirpe de Zeus, caudillo de huestes!
20s concede igual fuerza y gloria a ambos.)) No me trates como a un débil niilo 235
Así dijeron, y Ayante se caló el cegador bronce. o como a una mujer, que no conoce las bélicas empresas.
Después de vestirse con todas las armas alrededor de la piel, Por mi parte, conozco bien las luchas y los homicidios.
se precipitó a continuación cual marcha el monstruoso Ares Sé hacer oscilar a diestro y siniestro el cuero de buey
cuando va al combate tras los hombres a los que el Cronión curtido; eso es para mí combatir con escudo de bovina piel.
210 lanza a la lucha por ansia de disputa, devoradora del ánimo. Se cargar en el tumulto de las lligeras yeguas 240
Así partió el monstruoso Ayante, baluarte de los aqueos, y sé en la lucha a pie firme danzar en honor del hostil Ares.
sonriendo con feroz rostro; y por debajo sus pies daban Pero a ti, siendo cual eres, no quiero dispararte espiindote
largas zancadas, blandiendo la pica, de luenga sombra. a escondidas, sino a las claras, para ver si te alcanzo.»
Mientras que los argivos, al mirarlo, estaban alegres, Dijo, y, blandiéndola, arrojó la pica, de luenga sombra,
215 a cada troyano un atroz temblor le invadió las piernas, y acertó a Ayante en el temible escudo, de siete pieles de buey, 245
y al propio Héctor su ánimo le palpitó en el pecho.
Pero ya no podía retroceder en modo alguno ni reintegrarse
'12 Tiquio tiene un nombre relacionado formalmente con el verbo,que
significa 'fabricar'.
"' Es probable que la primera intención de pronunciar en voz baja la ' 1 3 Ayante invita a Héctor a disparar primero, otorgándole la ventaja,
plegaria para que los troyanos no la oigan pretenda conseguir que los enemi- en lugar de sortear quién ha de dispiirar antes; lo mismo hace Posidón con
gos ignoren el nombre de los dioses que protegen a los adversarios y, en Apolo en XXI 440. Ésa es la razón por la que Héctor se siente tratado como
consecuencia, no puedan dirigirse a ellos, al menos por su nombre. un niño inferior.
CANTO VII 239

en la lámina exterior de bronce, que era la octava por encima. y ambos sois buenos lanceros. Eso también lo sabemos todos.
Y el inflexible bronce rasgó y atravesó seis capas, La noche ya se acerca, y conviene también obedecer a la noche.»
y en la séptima piel bovina se detuvo. En segundo lugar, Y en respuesta le dijo Ayante Telamonio:
Ayante, de la estirpe de Zeus, arrojó la pica, de luenga sombra, «;Ideo! A Héctor ordenad que haga esa propuesta,
250 y acertó al Priamida en el broquel, por doquier equilibrado. pues él es quien ha desafiado a duelo a todos los paladines.
Por el reluciente broquel penetró la robusta pica Que él sea el primero, y yo acataré lo que ése diga.))
y se hundió a través de la coraza, con arte elaborada. Díjole, a su vez, el alto Héctor. de tremolante penacho:
De frente, a lo largo del ijar, le desgarró la túnica «¡Ayante! Ya que el dios te o,torgÓ corpulencia, fuerza
la pica, pero él se desvió y esquivó la negra parca. y cordura, y con la pica eres el rnas valioso de los aqueos,
255 Ambos se arrancaron a la vez las luengas picas con las manos por el momento suspendamos hoy la lucha y la lid.
Más tarde volveremos a luchar, hasta que la divinidad
-.
y se acometieron, semejantes a carnívoros leones
o a jabalíes, cuyo brío no es nada escaso. nos separe y otorgue la victoria al uno o al otro.
El Priámida entonces le hirió en pleno escudo con la lanza. La noche ya se acerca, y convienr: también obedecer a la noche.
El bronce no la rompió, sino que la punta se le dobló. Así, tú junto a las naves darás gozo a todos los aqueos
260 Ayante dio un salto y le envasó el broquel. Hacia adelante y, sobre todo, a tus parientes y ar los compaiíeros que tienes; 295
penetró la pica y repelió su furioso ataque. y yo, por mi parte, en la gran ciudad del soberano Príamo
Rozó el cuello haciéndole un corte, y manó la negra sangre. regocijaré a los troyanos y a las troyanas, de rozagantes mantos,
Pero ni aun así cesó la lucha Héctor, de tremolante penacho, que entre preces por mí entraran al lugar de la divina reunión.
que, retrocediendo, cogió en su recia mano una piedra Ea, intercambiémonos ambos priniorosos regalos,
265 que había en la llanura, negra, iispera y grande, para que así diga alguien de los .;%queosy de los troyanos: 300
y con ella acertó a Ayante en el temible escudo de siete bueyes, 'Realmente. se batieron en disiputa, devoradora del ánimo,
sobre el centro del bollón, y el bronce retumbó en su contorno. y luego se separaron con amistad, pactando un amistoso acuerdo.'))
A su vez, Ayante levantó en segundo lugar un guijarro aún mayor, Tras hablar así, la espada, tachonada d e argénteos clavos,
que tiró tras voltearlo, apoyando el tiro con enorme potencia. que llevaba con la vaina y el biein tallado tahali, le dio,
270 Acertó y abolió el broquel con la peiía, pesada como piedra molar, y Ayante, a su vez, le dio un cinturón, reluciente de púrpura '14. 305
haciendo que le fallaran las rodillas. Quedó tendido de espalda, Se separaron, y éste se internó cri la hueste de los aqueos,
encajado en el broquel, y al punto Apolo volvió a incorporarlo. y aquél se unió al tropel de los troyanos. Se alegraron
Y entonces con las espadas se habrían lanzado cuerpo a cuerpo, al verlo aproximarse a salvo e incólume,
si los heraldos, mensajeros de Zeus y también de los hombres, libre de la furia de Ayante y de sus inaferrables manos,
275 uno de los troyanos'y otro de los aqueos. de broncineas túnicas, y lo llevaron a la ciudad cuando ya desesperaban de su salvación. 310
Taltibio e Ideo, inspirados ambos, no hubieran llegado.
Entre ambos interpusieron los cetros, y dijo estas palabras
el heraldo Ideo, sabedor de inspirados pensamientos: '14 LOS regalos resultaron ser desdichados para ambos: Aquiles sujetó
«iHijos! No combatáis ni luchéis más. el cuerpo de Héctor al carro por el cinturón para arrastrarlo alrededor de
zao A ambos os ama Zeus, que las nubes acumula, la ciudad, y Ayante se suicidó arrojándose sobre la espada.
CANTO VI1 24 1

Y del otro lado, a Ayante los aqueos, de buenas grebas, que en todo el contorno detenga al caballo y a la hueste
condujeron ante el divino Agamenón, gozoso por la victoria. y evite un día el peso de la lucha con los altivos troyanos.~
Cuando estuvieron en las tiendas del Atrida, Así habló, y todos los reyes Ilo aprobaron.
para ellos Agamen6n. soberano de hombres, sacrificó un buey, A su vez, los troyanos en la ciutdadela de Ilio celebraron 345
31s un macho cinquefio en honor del prepotente Cronión. asamblea con temible alboroto junto a las puertas de Príamo.
Lo desollaron, prepararon y descuartizaron entero; El inspirado Anténor fue el primero en tomar la palabra:
lo trincharon sabiamente y lo ensartaron con brochetas; «¡Oídme, troyanos, dárdanos y aliados,
lo asaron cuidadosamente y retiraron todo del fuego. que quiero decir lo que el ánimo en el pecho me ordena!
Una vez terminada la faena y dispuesto el banquete, Venga, entreguemos a la argiva IrIelena y riquezas junto con ella 350
320 participaron del festín, y nadie careció de equitativa porción.
A Ayante le obsequió con dilatados filetes del lomo
a los Atridas para que se las lleven. Ahora por traicionar
los leales juramentos estamos luchando. Por eso me temo '
-..
el heroe Atrida, Agamenón, sefíor de anchos dominios. que el resultado no serti bueno, en caso de no obrar así.»
Y después de saciar el apetito de bebida y de comida, Tras hablar así, se sentó. Y entre ellos se levantó
el primero que comenzó a urdir un ingenio fue el anciano el divino Alejandro, esposo de Helena, de hermosos cabellos, 355
32s Néstor, cuyo plan también antes se había revelado el mejor. que, en respuesta, le dijo estas dadas palabras:
Lleno de buenos sentimientos hacia ellos, tomó la palabra y dijo: «iAnténor! Lo que proclamasl ya no me resulta grato.
«iAtridas y demás paladines del bando panaqueo! Sabes también imaginar otras ideas mejores que ésa,
Han muerto ya muchos aqueos, de melenuda cabellera, pero si es cierto que eso lo propones en serio,
cuya oscura sangre a orillas del Escamandro, de buen caudal. es que los propios dioses te han hecho perder el juicio. 360
330 ha esparcido el feroz Ares y cuyas almas bajaron al Hades. Mas yo entre los troyanos, d~m~adores de caballos, declararé
Por ello debes suspender el combate de los aqueos al alba. que de plano lo rechazo y que no pienso devolver a la mujer.
Nosotros mismos reunidos debemos acarrear aquí los cadáveres Mas cuantas riquezas me traje de Argos a mi casa,
con bueyes y mulas e incinerarlos algo alejados de las naves; todas estoy dispuesto a darlas y a aAadir otras propias.»
así, cada uno podrá llevar los huesos de alguien a sus hijos Tras hablar así, se sentó. Y entre ellos se levantó 365
335 a su casa, cuando de nuevo regresemos a la tierra patria I l 5 . Príamo Dardánida, consejero coimparable a los dioses.
Erijamos un túmulo alrededor de la pira para una tumba común, Lleno de buenos sentimientos hacia ellos, tomó la palabra y dijo:
amontonando tierra de la llanura. Construyamos al lado pronto «¡Oídme, troyanos, dárdanos y aliados,
altas torres, valladar para las naves y para nosotros mismos. que quiero decir lo que el Animo en el pecho me ordena!
Fabriquemos en ellas puertas bien ajustadas, Ahora tomad la cena en la ciudad como siempre hasta ahora,
340 para que a través de ellas haya un camino apto para carros. acordaos de montar guardia y velad todos y cada uno.
Cavemos cerca por el lado exterior una honda fosa, Al alba que Ideo vaya a las cóncavas naves
a comunicar a los .Atridas, Agaimenón y MeneIao,
la propuesta de Alejandro. que ha suscitado esta contienda,
- -

"' El hábito de incinerar los cadáveres en una pira común y llevar los y que también transmita este sagaz mensaje: si aceptan
huesos de regreso a casa es mencionado por Esquilo, Agamenón, 435-444. suspender el entristecedor combate, hasta que los cadáveres
CANTO VI1 243

incineremos. Más tarde volveremos a luchar, hasta que la deidad la dulce dádiva del fuego cuanto antes. una vez que han muerto. 410
nos separe y otorgue la victoria a los unos o a los otros.)) Sea testigo de los juramentos Zeus, retumbante esposo de Hera.»
Así habló, y le oyeron con gusto y le obedecieron. Tras hablar así. alzó el cetro a todos los dioses,
380 Tomaron luego la cena en el campamento divididos en grupos, e Ideo marchó de regreso a la sacra Ilio.
y al alba Ideo fue a las cóncavas naves. Los troyanos y dardaníones "' estaban sentados en el ágora
Halló en el ágora a los dánaos, escuderos de Ares, todos reunidos, aguardando a cuando Ideo llegara. 415
junto a la popa de la nave de Agamenón lI6. Entonces, Y he aquí que éste llegó y transmitió el mensaje
de pie en medio de ellos, habló el heraldo, de potente voz: de pie en medio de ellos, y ellos se aprestaron muy pronto
38s «iAtridas y demás paladines del bando panaqueo! para ambas tareas: traer los cadáveres y otros ir por leila.
Me ha mandado Príamo, y también los demás nobles troyanos, Al otro lado, los argivos lejos de: las naves, de buenos b a n c s ,
comunicar, a ver si a vosotros os resultara cara y grata, se instaban a traer los cadáveres y otros a ir por leila. 420
la propuesta de Alejandro, que ha suscitado esta contienda: El sol ya lanzaba sus primeros rayos sobre los labrantíos
cuantas riquezas Alejandro en las cóncavas naves al ascender fuera del Océano, de plzicida y profunda corriente,
390 se trajo a Troya, ¡ojalá antes hubiera perecido!, remontando el cielo. Unos y otros se toparon de frente,
acepta entregarlas todas y ailadir además otras propias; y allí era difícil reconocer a cada^ hombre.
pero afirma que la legítima esposa del glorioso Menelao Mientras lavaban con agua las sangrientas heridas 425
no la dará. iY aseguro que los troyanos se lo mandan! y vertían cálidas lágrimas, los fueron montando en carretas.
También me han encargado transmitir este mensaje: si aceptáis El excelso Príamo les había prohibido llorar; y en silencio
395 suspender el entristecedor combate hasta que los cadáveres hacinaron los cuerpos sobre la pi,ra con el corazón afligido
incineremos. Más tarde volveremos a luchar, hasta que la deidad y, tras quemarlos al fuego, regresaron a la sacra Ilio.
nos separe y otorgue la victoria a los unos o a los otros.)) Igualmente. del otro lado. los aqueos, de buenas grebas, 430
Así habló, y todos se quedaron callados en silencio. hacinaron los cuerpos sobre la pira con el corazón afligido
Al fin tomó la palabra Diomedes, valeroso en el grito de guerra: y, tras quemarlos al fuego, regresaron a las cóncavas naves.
400 «Ni las riquezas de parte de Alejandro acepte ahora nadie La aurora no había llegado y aún era noche entre luces,
ni a Helena. Sabido es, incluso para el muy insensato, cuando en torno de la pira se reunió una tropa selecta de aqueos.
que sobre los troyanos ya se ciernen los cabos de su perdición.)) Hicieron un túmulo alrededor de eiia para una tumba común, 435
Así habló, y todos los hijos de los aqueos aclamaron amontonando tierra de la llanura. Construyeron al lado un muro
con admiración el consejo de Diomedes, domador de caballos. y altas torres, valladar para las naves y para ellos mismos.
405 Y entonces, el poderoso Agarnenón dijo a Ideo: Fabricaron en ellas puertas bien ajustadas,
«¡Ideo! Tú mismo has oído la contestación de los aqueos para que a través de ellas hubiera un camino apto para carros.
y ya ves cómo te responden. A mí también me place así. Cavaron apoyada en el muro por el exterior una honda fosa, 440
En relación con los cadáveres, no me opongo a incinerarlos; ancha y profunda, y en ella clavaron estacas.
pues no hay razón para rehusar a los cuerpos de los muertos

'16 El lugar de reunión esta junto a la nave de Ulises, según X1 806. "'Descendientes de Dárdano, el héroe epónimo de Troya.
De esto se ocupaban los aqueos, de melenuda cabellera. unos con bronce, otros con fogueado hierro,
Los dioses, sentados al lado del fulminante Zeus, otros con bovinas pieles, otros con las propias vacas vivas
observaban la gran obra de los aqueos, de broncíneas túnicas, y otros con esclavos. Organizaron un copioso festín, 475
445 y entre ellos tomó la palabra Posidón, el que sacude el suelo: y entonces toda la noche los aqueos. de melenuda cabellera,
«~Z~U padre!
S ¿Qué mortal hay sobre la ilimitada tierra participaron del festín. como en la ciudad troyanos y aliados.
que con los inmortales vaya a consultar su idea y su proyecto? El providente Zeus toda la noche! tramó males contra todos
¿No lo estás viendo otra vez? Los aqueos, de melenuda cabellera, tronando pavorosamente, y un pLüido temor los sobrecogía.
han construido un muro ante las naves y una fosa alrededor Derramaron el vino de las copas al suelo, y nadie osó 480
450 han cavado, sin ofrendar a los dioses ínclitas hecatombes. beber antes, hasta hacer una libación al prepotente Cronión.
La gloria de este muro ira tan lejos como se esparce el alba, A continuación se acostaron y recibieron el regalo del sueñp,
y se echará en olvido aquel otro que Febo Apolo y yo
para el héroe Laomedonte edificamos laboriosamente.»
Muy errojado, le respondió Zeus, que las nubes acumula:
455 <<¡Ay,agitador del suelo, de vasto brío! ¡Qué has dicho!
Podría temer ese propósito cualquier otro de los dioses
que sea mucho más débil que tú en sus manos y en su furia.
Pero tu gloria irá tan lejos como se esparce el alba.
¡Vamos! Cuando de nuevo los aqueos, de melenuda cabellera,
460 se hayan marchado con las naves a la tierra patria,
resquebraja el muro, arrójalo entero al mar,
y tapa de nuevo la espaciosa playa con arena; de este modo,
el alto muro de los aqueos quedará asolado segun tu deseo.))
Así conversaban ellos con tales razones.
46s El sol se puso, y quedó terminada la obra de los aqueos.
Inmolaron bueyes en las tiendas y tomaron la cena.
Había allí unas naves que habían traído vino de Lemnos.
Eran muchas y las habia despachado el Jasónida Euneo 1 1 8 ,
que Hipsípila alumbró por obra de Jasón, pastor de huestes.
470 Reservadas para los Atridas, Agamenón y Menelao,
el Jasónida habia dado mil medidas de vino para llevarlas.
De ese vino compraron los aqueos, de melenuda cabellera,

' 1 8 Una de las pocas referencias en la Ilíada a la leyenda de Jasón y

los argonautas (cf. además XXI 40, XXIII 746).

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