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I.

ETNOHISTORIA Y PROCESOS DE LA CIVILIZACION DE LAS


CULTURAS.

1. ÉPOCA ARCAICA EN EL PERU.


1.1. El hombre pre - histórico

El proceso de poblamiento en el Perú, no significó un proceso paralelo a Europa,


África ó el Asia. Ello, se encuentra más vinculado al proceso de poblamiento general de
América. Por ésta razón, inferimos que el proceso cultural en el Perú (prosiguiendo el
proceso de transformación del paleolítico), debió estar marcado en sus inicios por los
portadores de la tradición CLOVIS: Industria lítica consistente en puntas acanaladas en
forma de pescado, difundida por toda Norteamérica.

Sin embargo, aun suponiendo su existencia no habría sido la única, pués se


conoce que en el altiplano surtieron el efecto de al menos tres tradiciones líticas:

FOLIACEAS LANCEOLADAS PEDUNCULADAS

Las Puntas de Las Puntas de Que guardan


Proyectil, pertenecientes Proyectil, pertenecientes correspondencia
a la cultura Solutrense a grupos del tipo Indio cronológica con Ichuña-
de Europa (Beachene Ancestral (versión de Quellaveco, Chillicua y
1983: 474 ) Betty J. Meggers (1972) Toquepala (Palacios
en: Kauffman 1991: 47). 1984).

Dichas tradiciones líticas, aún conforman parte integrante de un amplio bagaje


cultural, en el cual, el Arte Parietal (pintura rupestre) se encuentra establecida instrumentos
líticos. Al respecto, un último estudio (Hosting 2003), determina en forma concluyente, que
Puno es el espacio de mayor profusión en el Perú en cuanto a la existencia de asentamientos
Pre-Cerámicos. Los cuales actualmente vienen siendo depredados, y otros felizmente se
encuentran IN STATU QUO (en el mismo estado que antes), esperando revelar el espectro
global de la Pre-Historia del altiplano.

1.2. EL PERÍODO LÍTICO EN EL PERÚ (20 000 a.c - 6000 a.c)

Primera fase o poblamiento inicial. Llamado también "paleolítico" o Pre-Agrícola;


corresponde a la etapa más antigua de nuestra historia, en el cual los grupos humanos
presentaron las siguientes características:

A) CARACTERÍSTICAS DE LOS PRIMEROS PERUANOS


1) Uso generalizado de la Piedra (Piedra Tallada)- Técnica de Percusión.
2) Economía de Cazadores, Recolectores y Pescadores. (Economía depredatoria)
3) Organización Social: bandas y hordas
4) Nomadismo: habitaron en cavernas y cuevas naturales. (Trogloditas)
5) Aparece las primeras manifestaciones de Arte (Arte Rupestre)
6) Manifestaciones religiosas (culto a los muertos - enterramientos)

B) SITIOS ARQUEOLÓGICOS:

1) Sicchez y Quebrada Honda (Piura) Antigüedad aproximada 7000 años.


Descubierto por James Richardson, restos líticos (Ralladores, Chancadores, etc.)
2) Paijàn (La Libertad): 8 500 a.c. Estudiados por Rafael Larco Hoyle; considerado
como un Taller lítico.
3) Chivateros (Lima): Cuenca del río Chillón; 11 020 a.c. Descubierto por Edwar Lanning;
el más importante taller lítico del Perú. Además es considerado como el Primer poblador
conocido de la Costa Peruana. Instrumentos líticos más antiguos de la Costa.
4) Lauricocha (Huánuco): 7575 años. Descubierto por Augusto Cardiech, las características
principales:
* Prácticas funerarias más antiguas (entierros)
* Restos óseos más antiguos del Perú y los Andes Centrales
* Primeras evidencias de deformación craneana.
* Pinturas Rupestres
5) Pacaicasa (Ayacucho): 20 000 años. Descubiertos en la cueva de Piquimachay por
Richard Macneish: Características:

* Restos líticos más antiguos del Perú


* Primer habitante conocido del Perú y los Andes Centrales
* Cazadores Nómades
* Marca el inicio de la Cultura Peruana

6) Toquepala (Tacna): 7630 años: Estudiado por: Miomir Bojovich y Emilio Gonzales.
Características:

* Pinturas Rupestres (color rojo)


* Instrumentos líticos.
* Pinacoteca lítica más importante del Perú

1.3. EL PERÍODO ARCAICO TEM PRANO.

En el Período Arcaico (7000 a.c. - 3000 a.c.) se inicia la agricultura incipiente y la


domesticación de animales, este gran logro fue un largo proceso que se inició durante el
Arcaico Inferior o Temprano, cuando en los valles serranos los grupos humanos lograron
algunos cultivos que les permitieron mejorar su dieta y dar un paso adelante en la vida
social. En las partes altas la especialización en la caza de auquénidos permitió su
domesticación.
Mientras tanto, en nuestro litoral, surgieron las primeras aldeas de pescadores
marinos que, además, también practicaron la horticultura así como la domesticación de
animales. Estos cambios fueron acompañados de un progresivo proceso de sedentarización
condicionado por las nuevas condiciones del proceso productivo. Poco a poco, los grupos
humanos comenzaron a controlar la naturaleza y adaptarla a sus necesidades. Los
principales horticultores y pastores del Arcaico Temprano son los grupos humanos de:
Guitarrero (Ancash), Santo Domingo (Ica), Chilca (Lima), Telarmachay (Junín),
Jaywamachay (Ayacucho), Piquimachay (Ayacucho) y Tres Ventanas (Lima).

A. GUITARRERO Y SANTO DOMINGO


Los agricultores incipientes del Perú

En la cueva de Guitarrero (Yungay-Áncash) los arqueólogos descubrieron evidencias


de frijoles y pallares domesticados con una antigüedad de 7000 a.C. Esta cueva fue
habilitada desde el periodo Lítico; pero recién en el período ARCAICO TEMPRANO los
HOMBRES DE GUITARRERO combinaron sus actividades de cazador trashumante con
la horticultura de leguminosas, ajíes y calabazas.
Casi simultáneamente en la costa sur los aldeanos marisqueros y pescadores llamados
HOMBRES DE SANTO DOMINGO (Paracas - Ica) iniciaban la producción de cultívenos
y la pesca con redes.
Al mismo periodo Arcaico Temprano (7000 a.C. - 4000 a.C. aprox.) pertenecen otros
domesticadores de plantas andinas como:
• Los Hombres de Tres Ventanas (Lima) Cultivaban papa, olluco y camote.
•Los Hombres Jaywamachay (Ayacucho) Cultivaban achiote y domesticaron auquénidos.
• Los Hombres de Piquimachay (Ayacucho) Cultivaban quinua y posteriormente el maíz.
Además lograron domesticar el cuy.
• Los Hombres de Chilca y Ancón (Lima) Cultivaban legumbres (pallares) y cucurbitáceas
(calabazas y zapallos).

B. TELARMACHAY
Los Primeros Pastores Andinos
En el periodo Lítico los cazadores fueron desarrollando sus estrategias de cacería hasta
convertirse en cazadores especializados y selectivos que construían campamentos
estacionales.
Hace 7 000 años los grupos que habitaban las alturas de Junín iniciaron la crianza de
camélidos andinos (alpacas y llamas) como se evidencia en los restos del HOMBRE DE
TELARMACHAY (Tarma, Junín) descubiertos y estudiados por Danielee Lavallée. La
reconocida arqueóloga sostiene que en el hábitat natural de los camélidos, la puna, una
creciente familiaridad con dóciles camélidos silvestres facilitó la crianza de los primeros
rebaños en el periodo ARCAICO TEMPRANO. El inicio de la crianza de rebaños no
significó un rápido abandono de la cacería. El paso a una economía de pastoreo fue
progresivo y debió repetirse en otras regiones; por ejemplo Ayacucho, donde Richard Mac
Neish estudió los restos del HOMBRE DE JAYWAMACHAY.
La ganadería de camélidos es uno de los rasgos fundamentales de la cultura andina y su
desarrollo aseguró eficientes rebaños de carga, buenas provisiones de carne, lana, estiércol
para combustible y huesos para elaborar instrumentos.

1.4. EL PERIODO ARCAICO TARDÍO


Los antiguos peruanos que habitaron nuestras costas durante el Arcaico Temprano ya
fabricaban chozas de palos, costillas de ballena y fibras vegetales entrelazadas. Estos
incipientes aldeanos vivían de los recursos del mar y el litoral como peces, mariscos, aves
y lobos marinos. Como complemento tenían pequeños cultivos de frijol, pallar y calabaza.

Durante el ARCAICO TARDÍO (4000 a.C.-2000 a.C. aprox.) se intensificaron los


logros que los grupos humanos habían alcanzado previamente. Así tenemos que los
incipientes cultivadores perfeccionaron sus técnicas hasta convertirse en agricultores. Los
pastores de auquénidos pudieron multiplicar su control sobre dichos animales; y en el
litoral, las aldeas que surgieron en la etapa anterior, lograron especializarse en la pesca
marina. Es un momento de gran capacidad productiva en el que surgen los primeros grupos
propiamente sedentarios. Así lo evidencian las construcciones de piedras semilabradas
unidas con barro que se encontraron en CERRO LA PALOMA (Lima), HUACA PRIETA
(La Libertad), ALTO SALAVERRY (La Libertad), GAVILANES (Ancash), ASPERO
(Lima), CARAL (Lima) y KOTOSH (Huánuco).

A. HUACA PRIETA:

Los inicios del tejido peruano Los tejedores más antiguos del Perú vivieron en el
periodo ARCAICO TARDÍO. Ellos fueron los HOMBRES DE HUACA PRIETA,
aldeanos agricultores, pescadores y marisqueros que habitaron en la desembocadura del río
Chicama (La Libertad) unos 2500 a.C.

En el Arcaico Tardío se consiguió la domesticación del algodón lo que trajo consigo el


inicio de las actividades propiamente textiles. Aunque no se inventaba el telar de cintura,
los artesanos hacían hermosas telas con diversas iconografías utilizando la técnica del
entrelazado.

Huaca Prieta fue descubierta en 1946 por Junius Bird quien halló el famoso tejido de
algodón que tenía la representación de un cóndor sagrado con una serpiente enroscada en
su vientre. Otros asentamientos precerámicos que desarrollaron el tejido son: Los
Gavilanes (Ancash), La Galgada (Ancash), Áspero (Lima) y Caral (Lima).

B. KOTOSH:

El misterioso templo de las Manos Cruzadas En 1960, el arqueólogo Seichi Izumi


descubrió, en el Templo de Kotosh (2300 a.C.) de Huánuco, las esculturas más famosas del
periodo ARCAICO TARDÍO: “Las Manos Cruzadas”, misteriosas figuras esculpidas en
barro arcilloso y secado al sol, que se encuentran en las paredes del recinto principal del
templo. La función precisa de esas “manos cruzadas” no ha sido determinada por los
estudiosos: sin embargo, es probable que se encuentre vinculadas a complejos rituales que
practicaban los sacerdotes de Kotosh.

Durante el Arcaico Tardío se inicia la re-presentación de divinidades femeninas,


vinculadas a la fertilidad y la vida.
Las sociedades de base agrícola rendían culto a la madre tierra (Pacha Mama) y las
evidencias se encuentran en las estatuillas de los templos de ASPERO y CARAL, en el
valle de Supe, al norte de Lima.

La escultura en piedra, la litoescultura se desarrolló recién en el período formativo


llegando a niveles de maestría y complejidad en la Cultura Chavín.

C. CARAL:

La primera ciudad del Perú. Hace 5 000 años se forjaba en el Valle de Supe (Norte de
Lima) una de las ciudades más antiguas del mundo y la más antigua de América. Su
construcción fue dirigida por una élite sacerdotal que dirigía una sociedad agrícola que se
complementaba con la producción artesanal y el comercio interregional.

Su principal estudiosa, la arqueóloga Ruth Shady, la denomina CIUDAD SAGRADA


DE CARAL y actualmente dirige las excavaciones en el complejo ceremonial que consta
de templos piramidales, anfiteatros, plazas, calles, residencias, talleres, canales de riego y
campos agrícolas adyacentes.

Los HOMBRES DE CARAL desarrollaron una agricultura de riego, textilería,


producción de mates, esculturas, construcciones hidráulicas que aumentaron la producción
agrícola, y la astronomía que les permitió vincular el proceso productivo con la naturaleza
y los rituales. Sin embargo desconocieron las técnicas alfareras y la orfebrería. Esta
sociedad fue dirigida por sacerdotes astrónomos especializados en calendarios agrícolas y
el control hidráulico. La casta sacerdotal realizaba complejos rituales en el Altar del Fuego
Sagrado y en los anfiteatros donde se congregaban miles de peregrinos que llegaban con
ofrendas para los Dioses del agua y la tierra. Caral fue la primera civilización surgida en el
continente americano y su desarrollo es contemporáneo a Menfis y Tinis, las más viejas
ciudades del valle del Nilo, y a Ur de Mesopotamia.

TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DE LA ALTA CULTURA EN EL PERÚ

TEORÍA AUTOR SUSTENTO FUNDAMENTACIÓN


TEÓRICO CIENTÍFICA
AUTOCTONISTA Julio César Las expresiones de la Chavín Cultura Matriz
Tello. alta cultura en el Perú (1300 a.C) Iniciadora
es propia de los de la alta Cultura en el
peruanos (la cultura Perú.
peruana es oriunda). Tribus Arawac
Las culturas más (selváticos) llevaron
antiguas se los elementos desde la
desarrollaron en la selva peruana.
sierra.
INMIGRACIONISTA Federico Max Las expresiones de la Semejanzas
Uhle alta cultura en el Perú Arquitectónicas.
es producto de aportes Cultivo del maíz en el
extranjeros. Perú.
Las primeras culturas Semejanzas
se desarrollaron en la lingüísticas (voces
Costa: Proto Chimú y parecidas).
Protonazca. Fundamentos
Los elementos Antropológicas y
culturales llegaron vía culturales (leyenda de
marítima desde Naylamp) etc.
mesoamerica (Mayas y
Aztecas).
ALOCTONISTA Federico Tanto Mesoamérica Antigüedad de la
Kauffman como los andes Cerámica en valdivia
Doig. depende un Centro de (3000 a.C).
difusión cultural
Común (Valdivia –
Ecuador).
AMAZONICA Donald El formativo inicial se Difusión por toda el
Lathrap da en la Amazonía área Andina de la yuca.
(Brasil – Amazonas,
etc.) luego se desplaza
a Valdivia y
posteriormente al
Perú.
HOLOGENISTA Luis Guillermo Sostuvo que la alta Domesticación del
Lumbreras cultura peruana tiene maíz, frijol, algodón,
raíces evolutivas llama y las técnicas
propias, pero que hidráulicas serían
también recibió pruebas específicas de
algunos aportes e la cultura andina.
influencias externas.

1.5. EL PERÍODO FORMATIVO ANDINO

Como recordarás, en el capítulo anterior estudiamos las manifestaciones culturales del


periodo Arcaico Superior que por cierto aun no tenía cerámica pero que presentaba una
organización sacerdotal (teocracia) bastante avanzada. En este capítulo veremos cómo es
que, hacia el año 2000 a.C. el mundo andino sufriría transformaciones que alterarían
sustancialmente las estructuras de poder, los mecanismos de control poblacional y el
manejo de los excedentes de producción. Este es un periodo de grandes cambios entre las
sociedades andinas que va a permitir la consolidación y el desarrollo de las altas culturas.

CARACTERÍSTICAS DEL FORMATIVO ANDINO

La mayoría de arqueólogos señalan que una serie de factores produjeron la


especialización de los cultos y la centralización del poder en esta época:

• La aparición de la cerámica
• La difusión del cultivo del maíz
• El desarrollo de la metalurgia y de la textilería
• La difusión de técnicas hidráulicas para el riego que permitieron generar excedentes
productivos y el aumento de la población.
• El desarrollo del estado teocrático
1.5.1. PERIODIFICACIÓN DEL FORMATIVO ANDINO

Los estudiosos dividen al Formativo en tres momentos claramente establecidos:

a) El Formativo Inicial.

También llamado periodo inicial, corresponde a los sitios arqueológicos que evidencian
la presencia de cerámica y son anteriores al desarrollo de la cultura Chavín. Así tenemos:
Moxeque y Sechín en Ancash, Kunturhuasi y Pacopampa en Cajamarca, Cupisnique en La
Libertad, Garagay en Lima, etc.

b) El Formativo Medio.

Caracterizado por el surgimiento y expansión de las manifestaciones artísticas de


Chavín dentro del denominado Horizonte Temprano. Algunos consideran a este periodo el
apogeo del Formativo. Durante esta etapa se produce la expansión de la influencia Chavín
en el territorio andino.

c) El Formativo Final o Superior

Época de énfasis en las particularidades regionales y el abandono gradual de la


influencia del estilo Chavín. Es la fase inicial de la primera regionalización andina
conocida como la «fase experimental» y representada en sociedades «chavinoides» como
Paracas Necrópolis, Salinar, Virú, Vicus, entre otros. Es la época de la decadencia Chavín.

1.5.2. EL FORMATIVO INICIAL EN LOS ANDES CENTRALES


a) CARACTERÍSTICAS

Fue el cultivo de las plantas lo que permitió al hombre andino a sedentarizarse,


recuerda que este proceso empezó en el Arcaico- y ello conllevó a la construcción de
viviendas más sólidas para habitarlas y a la aparición de edificios públicos que denotan un
carácter ritual. Sin embargo fue recién hacia el año 2000 a.C. que se comenzaron a
construir grandes edificios públicos, convertidos ya en observatorios de fenómenos
naturales, rodeados por asentamientos humanos muy poblados. Esto, probablemente,
sucedió porque los excedentes alimenticios empezaron a concentrarse en los templos y se
sofisticaron los rituales propiciatorios otorgándole un poder ilimitado a los «chamanes»
andinos.

b) LOS PRINCIPALES AVANCES

LA CERÁMICA: Es uno de los elementos que caracterizan al Formativo y según las


evidencias arqueológicas, aparece tardíamente en los andes centrales. Las evidencias más
antiguas de cerámica se han ubicado en Valdivia (Ecuador) y Puerto Hormigas
(Colombia), y se remontan a los 5000 a.C. En el Perú, las evidencias de cerámica más
tempranas se ubican sobre los 2000 a.C. en sitios como TUTISCAINYO en Pucallpa y
HUAYRA JIRCA en Huánuco. Respecto a su utilidad se sabe que «estos objetos de
cerámica reemplazaron a los utensilios de cestería o de calabaza, por lo que imitaron sus
formas... fueron pequeños cuencos con decoración inciso de diseños geométricos. En
algunas ocasiones, sobre las incisiones se colocó una pintura roja después de la cocción».
La aparición de este elemento será de gran importancia para entender las influencias y
relaciones culturales, también para entender la evolución de las expresiones estéticas y
artísticas de las antiguas sociedades andinas.

LA DIFUSIÓN DEL MAÍZ: Sobre el origen del maíz se han tejido una serie de hipótesis
puesto que el cultivo de esta gramínea representa un hito en la escala alimenticia de las
altas culturas andinas. Las variedades más remotas de maíz silvestre se remontan hasta los
6000 a.C. Pero hace 4 700 años, tres tipos de maíz que no tienen relación con las
variedades cultivadas en el área mesoamericana ya eran cultivados sistemáticamente en la
costa de Huarmey durante el período Arcaico. En el Formativo Inicial, la difusión del maíz
serviría para mejorar los mecanismos de control y prestigio de las autoridades y también
para sofisticar los cultos con el empleo de bebidas sagradas como la chicha.

LA TEXTILERÍA: En lo que respecta a la textilería (debes entender como tal a los tejidos
elaborados con telares, el empleo de huesos y ruecas) destaca su importancia para la
definición de la posición social de los grandes señores, para las actividades religiosas
principalmente en los ritos funerarios y para el intercambio comercial.

LA METALURGIA: Al igual que la textilería, la metalurgia se utilizó para la elaboración


de objetos de uso ritual. Además permitió una mayor diferenciación de los estratos
sociales. Las piezas metalúrgicas más antiguas del Perú se refieren a trabajos en oro
laminado, martillado y repujado. Los metales eran obtenidos de los lavaderos fluviales.
IDEPUNP/CICLO REGULAR /ENERO-MARZO/2017, HISTORIA DEL PERÚ.

LAS TÉCNICAS HIDRÁULICAS: La construcción de canales de riego determinaron,


junto al cultivo del maíz en gran escala y la organización del trabajo, el desarrollo de una
economía agropecuaria con excedentes de producción. La construcción de los canales de
irrigación se edificaron en torno a los centros de control administrativo. Las formas más
comunes de estos canales son en forma de «U» y en «zigzag».

1.5.3. PRINCIPALES EVIDENCIAS DEL FORMATIVO INICIAL

Entre las evidencias arqueológicas más conocidas destacan:

1. Moxeque-Pampa de las Llamas (Casma-Áncash)

Descubierto por Julio César Tello Rojas. Aquí se han hallado importantes muestras de
cerámica y de cultivos como papa, yuca, camote, maní, etc.
2. Cerro Sechín

Entre la unión de los ríos Sechín y Moxeque, en el valle de Casma, Áncash. Fue
descubierta por Julio C. Tello en la década de los 30. Consta de tres plataformas, patios
subterráneos y 400 esculturas monolíticas rectangulares que forman un cuerpo único con
claras atribuciones mágico-religiosas.

3. Kunturhuasi

En el Cerro La Copa, San Pablo - Cajamarca. Estudiado por el sabio Tello y el japonés
Yoshio Onuki. Presenta tres plataformas superpuestas rodeadas por monolitos
antropomorfos. En las excavaciones se han hallado muestra de cerámica y en una de sus
tumbas presenta coronas, pectorales y orejeras, cabecitas serpentiformes realizadas en oro.

4. Pacopampa

En Pariacoto, provincia de Chota (Cajamarca). Al igual que en Kunturhuasi, presenta


plataformas superpuestas y escalonadas con escalinatas y una cornisa con serpientes
talladas en alto relieve. Las litoesculturas presentan formas felínicas. Debes recordar
además que estos avances culturales y tecnológicos no se dieron en forma paralela en todo
nuestro territorio, ni se presentaron en todas las sociedades del área andina. Esto sucedió
así debido a que cada sociedad tiene su especial forma de responder a las exigencias del
medio geográfico que ocupa. Además los mismos avances se presentaron de manera muy
semejante en Mesoamérica, África y el Oriente.

1.5.4. EL HORIZONTE TEMPRANO.

Como recordarás, en el capítulo anterior explicamos cómo surgieron los estados


andinos y además mencionamos los grandes avances que consiguieron nuestros
antepasados en el período denominado Formativo Inicial. En este capítulo veremos, como
es que hacia el año 1500 a.C. gran parte del área andina se vio afectada por la aparición de
una serie de rasgos comunes como las edificaciones monumentales de carácter religioso,
cultos sofisticados, la presencia de un estilo artístico con ornamentos muy recargados
plasmados en la cerámica, esculturas, huesos, objetos laminados con un estrecho vínculo al
culto de felinos, aves y serpientes. Las imágenes impactantes que aparecen con mucha
frecuencia testimonian una centralización del poder en beneficio de la casta sacerdotal; de
esta forma se consolidó el estado teocrático en el área andina. Estas características parten
de un área común llamada Chavín de Huántar, el más importante centro de difusión
cultural de esta época.

CARACTERISTICAS DEL FORMATIVO MEDIO

Los estudios arqueológicos demuestran que las características territoriales eran distintas
a las del Perú actual. La existencia de bosques en la costa y la sierra habrían reducido
considerablemente las áreas ocupadas por las comunidades, pero también habría hecho casi
obligatorias las relaciones socio económicas para los intercambios de recursos. Ello
produjo la irradiación de patrones culturales y artísticos más o menos homogéneos que
predominaron hasta el año 200 a.C. aproximadamente.

El área geográfica de influencia cultural se habría presentado desde Lambayeque e Ica,


por la costa, hasta Cajamarca y Ayacucho por la sierra. Sin embargo, se han encontrado
evidencias artísticas similares de este periodo en regiones de Ecuador y Bolivia,
probablemente por la existencia de grupos de peregrinación que cíclicamente acudían a los
oráculos andinos más conocidos de entonces. Sin embargo, muchas regiones de los andes
no presentan estas características. Respecto a la denominación, ésta varía dependiendo del
autor consultado, siendo los términos más frecuentes «el primer Horizonte Cultural
Andino», «el Formativo Síntesis». Sobre la categoría de horizonte, esta se ha tomado de la
clasificación que hiciera el investigador norteamericano John Rowe en 1962. Debes
entender por HORIZONTE un largo período de expansión cultural e influencia tecnológica
en los Andes Centrales.

Segunda fase del poblamiento peruano. Inicios de la agricultura.

Llamado también Período "Neolítico" o "Pre - Cerámico", constituye una etapa de


Transición, en donde se dan grandes cambios climáticos, así mismo el hombre experimenta
grandes descubrimientos y transformaciones en su vida económica y Social.

1.5.5. LAS ALTAS CULTURAS PRE HISPÁNICAS:

PRIMER HORIZONTE CULTURAL (FORMATIVO MEDIO)

1. CULTURA CHAVÍN

Existen diversas opiniones acerca del origen de la cultura Chavín.

1) Tello: Origen andino oriental (selva Amazónica- Tribus Arawak).

2) Larco Hoyle: Síntesis e integración de pueblos y culturas locales del formativo inicial
(cultura receptiva)

SITUACIÓN GEOGRÁFICA.- A orillas de los Ríos Mosna y Huachesca; su centro


principal se ubicó en el distrito de Huantar – Provincia de Huari – departamento de Ancash
(R. Chavín). A una altitud de 3000 m. s .n. m. (Faldas Orientales de la Cordillera Blanca –
Callejón de los Conchucos).

DESCUBRIDOR.- Julio C. Tello (1919), quien la consideró como la primera gran cultura
del Perú (cultura Matriz del Perú).

CRONOLOGÍA.- Se desarrolló alrededor del año 1200 a.C. hasta los 300 a.C. a este
periodo se le ha denominado I Horizonte cultural, por ser Chavín una cultura Pamperuana
(Primera Síntesis Cultural).
EXPANSIÓN.- Chavín, se caracterizó por ser un movimiento eminentemente religioso
expandiendo e imponiendo sus patrones culturales y religiosos sobre otros pueblos. Así
pues Chavín se expandió:

- POR EL NORTE: Tumbes y Cajamarca


- POR EL SUR: Ica y Ayacucho
- POR EL ESTE: La cuenca del Huallaga

SOCIEDAD. Chavín, constituye la primera forma de Estado que aparece en los andes
centrales (aquí, parece surgir el estado, los centros urbanos y las clases sociales).

En lo socio político se caracterizó por ser un Estado Teocrático sacerdotal (reyes


sacerdotes) y la existencia de los siguientes estatus sociales:

- Sacerdotes (hechiceros, brujos y chamanes)


- Artesanos (ceramistas, orfebres, tejedores, etc)
- Campesinos (aldeanos)

ECONOMÍA La sociedad Chavín se alimentó básicamente de la Agricultura, y gracias a


ella, se logró un acelerado crecimiento poblacional. El principal producto fue el maíz,
también se cultivaron: calabazas, pallares, frijoles, papa, olluco, yuca, camote, ají, etc.

PRINCIPALES MANIFESTACIONES CULTURALES.-

1. ARQUITECTURA. Constituye una de las artes más representativas de la cultura


Chavín. Existiendo dos tradiciones en cuanto al material empleado:

- En la costa: Adobe
- En la Sierra: Piedra Las formas de sus construcciones, sobre todo de sus edificaciones y centros
religiosos fueron las pirámides truncas y las edificaciones en forma de “U”.

CENTROS ARQUITECTÓNICOS.- Sechín (Casma - Ancash); Kunturhuasi


(Cajamarca); Pacopampa (Cajamarca); Cerro Blanco (Ancash); Caballo Muerto y Huaca
de los Reyes (La Libertad); Garagay (Lima); Moxeque (Ancash); etc

ESCULTURA.

Destaca la escultura lítica, las principales manifestaciones de este arte son:


Estela de Raymondi: Figura antropomorfa de 1,95 m. De alto x 0,74 m. De ancho y 0,17
m. De grosor (representación religiosa).
Lanzón Monolítico: nombre atribuido por José Toribio polo en 1971. Tiene 4,53 m. De
alto (representación del dios jaguar).
- Cabezas Clavas: habrían sido 55 (guardianes del templo)
- Monolito de Yauya: Tello – dios mitad pez, mitad felino.
- Obelisco de Tello.
CERÁMICA.- Las características de la cerámica Chavín son:

- Utilizaron la arcilla (material básico).


- No usaron moldes.
- Fue monocroma (negro, gris y marrón) – Post – Cocción.
- Formas: globular – base plana y gollete estribo.
- Representaciones: zoomorfas y fitomorfas.

METALURGIA.- Conocieron y trabajaron el oro, el cobre y la plata.

RELIGIÓN.- Se cree que la deidad principal, estaba representada por la triología divina
que fueron: el jaguar, cóndor y la serpiente. Aunque algunos cronistas españoles, (como
Cieza de León) sostienen que el rayo fue el dios principal de la época.

2. CULTURA PARACAS
SITUACIÓN GEOGRÁFICA: Se desarrolló junto a una península de arena roja, a 18
Km. al sur de Pisco (Paracas - Ica). En la costa sur. El nombre cultural procede del Idioma
Kauki o Akaro (Gente de Frente Grande).

DESCUBRIDOR: Julio C. Tello en 1925, llamándola la cultura Matriz de la Costa


Peruana. Se desarrolló entre los años 700 a.C. hasta los 600 d.C.

PERIODIFICACIÓN: Considerando las características de cerámica así como también las


formas de los enterramientos, Tello dividió a Paracas en dos periodos o fases:

a) PARACAS CAVERNAS: (700 a.C.- 500 a.C). Se desarrolló específicamente en la


cuenca del Río Ica. Se caracteriza por la influencia Chavín, principalmente en la Cerámica.
El principal centro administrativo de este periodo fue Media Luna. Las tumbas tuvieron
forma de copa invertida.

b) PARACAS NECRÓPOLIS: (500 a.C – 600 d.C). Se desarrolló entre la quebrada


Topara y el Río Pisco. La capital fue Topara, las tumbas adoptaron la forma rectangular
(ciudades habitadas por muertos), en este periodo se desarrolló la gran industria textil.

PRINCIPALES MANIFESTACIONES CULTURALES.

TREPANACIONES CRANEANAS.- Se realizaron con fines rituales, religiosos y


medicinales. Utilizaron como anestesia; hojas de coca o mediante la hipnosis emplearon
cuchillos de obsidiana, pinzas y cinceles de metal.

DEFORMACIONES CRANEANAS.- Fue una costumbre prehispánica muy acentuada


entre los hombres de Paracas, simbolizaba la distinción social. Las técnicas utilizadas
fueron: sogas amarradas alrededor del cráneo; tablillas, almohadillas, etc.

CERÁMICA.- Se caracterizó por presentar inicialmente influencia Chavín,


posteriormente se fue independizando presentando las siguientes características:

- Forma globular.
- Policroma con dos picos y asa puente.
TEXTILERÍA.- Considerados como los más grandes tejedores del mundo antiguo,
confeccionaron mantos empleando algodón, lanas de auquénidos y plumas; se utilizó
también tintes vegetales y animales.

3. CULTURA MOCHICA
La cultura Mochica (200 d.C.-800 d.C) se desarrolló en el período Intermedio Temprano
o Primer Desarrollo Regional (200 d.C.-600 d.C.) del Antiguo Perú. Se desarrolló en la
costa norte y se caracterizó por su avanzada ingeniería hidráulica, su arquitectura
monumental y su rico desarrolló artístico, especialmente en los campos de la orfebrería y la
cerámica.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA: Su centro principal fue la ciudad sagrada de Moche,


Trujillo, La Libertad. Ahí se ubica la Huaca de la Luna, donde gobernaba un poderoso Cie-
Quich (sacerdote y guerrero) y se rendía culto al dios Aí Apaec (el hacedor). En su apogeo
dominaron los valles de La Libertad, Lambayeque y Ancash. Fue contemporánea a las
culturas Nazca, Lima y Recuay.

DESCUBRIDOR: Fue descubierta por el arqueólogo alemán Federico Max Uhle en1901.

GOBIERNO: Formaron confederaciones dirigidas por los Cie-Quich, ayudados por


grandes curacas llamados alaec.

TEMPLOS: Construyeron grandes pirámides escalonadas de adobe. Ejemplos: En la


Libertad tenemos la Huaca de la Luna, Huaca Cao Viejo y San José de Moro; En
Lambayeque, Huaca Rajada de Sipán; y en Ancash, Pañanmarca.

INGENIERÍA HIDRÁULICA: Construyeron una gran red hidráulica para la agricultura.


Destacan el canal de la cumbre, el acueducto de Ascope y la represa de San José.
CERÁMICA: Sobresalen las representaciones de rostros humanos (huacos retratos),
personas enfermas (huacos patológicos) y escenas sexuales (huacos eróticos). Son huacos
bicolores (rojo sobre crema), con asa estribo.
MURALES: Dejaron espectaculares dibujos en los muros de sus templos: Ejemplos: La
rebelión de los artefactos (Huaca de la Luna) y la danza de los prisioneros (Huaca Cao
Viejo).

ORFEBRERÍA: Sobresalen las joyas del Señor de Sipán (Lambayeque), descubierto por
Walter Alva en 1987. También las de la Señora de Cao (La Libertad), hallada por Régulo
Franco en 2006.

1.6. ÉPOCA FORMATIVA, POBLACIONES SEDENTARIAS MÁS TEMPRANAS


EN EL ALTIPLANO.
1.6.1. LA ETNÍA CHUQILA
Término utilizado para identificar al grupo primigenio que se habría asentado a lo largo
de nuestra altiplanicie; y no solo por eso, sino también porque la acepción etnonímica de su
nombre guarda intima relación con las representaciones folklóricas que se practican dentro
de las tradiciones altiplanicas.

Así, al decir de otros estudiosos, los Chuqila u hombres con barba, es la denominación
con que se identifica al hombre de la cordillera o de las altas estepas altiplánicas (Portugal
1981: 84). Serían los cazadores de wanakus salvajes (Waisbard 1975: 255). El Cronista
Juan de Matienzo, tal vez es el único, que da referencias concretas sobre los mismos
cuando dice: “En ésta provincia de Chucuito, hay dos géneros de indios que dicen ser
inútiles para cosas de trabajo ni provecho, que son lo Uru y los Chuquilas éstos son
cazadores; y los hay pocos, y los que son no entienden sino de matar ganado bravo, y en
Idolatrar. Son hechiceros, que como jamás ven españoles, antes andan donde están sus
Wakas” (Matienzo ] 1967: 276). Igualmente, encontramos otra referencia sobre los
mismos, en el trabajo de Charles Stanish, quién aludiendo al documento del visitador
español Garci Diez, señala: “ que su “cuidadosa” lectura provee de una comprensión
acerca de las poblaciones diferentes de los Aymara, tales como los Uru, Pukina, Quechua
y Choquela, y varios otros grupos en la Región” (Stanish 1997: 6).

1.6.2. LA ETNÍA PUQUINA

La denominación de este grupo se origina del nombre que le han dado a su lengua.
Desconociéndose esencialmente el tipo de pertenencia étnica. Al respecto, el lingüista
boliviano Manuel Ballivián en su introducción a la obra de Daniel G.Brington:
observaciones sobre la lengua puquina del Perú, sostiene que “todo lo que se sabe del
puquina nos autoriza a creer, con demasiada probabilidad de certidumbre, que esta ha sido
una de las lenguas maternas, originarias de los grupos étnicos inmigrados desde el corazón
asiático” (Brington 1909). Así, en este orden de origen lingüista, igualmente se conoce la
versión del estudioso J. Alberto Cuentas, quien afirma que la lengua puquina pertenece a
los changos (Cuentas 1968; 42) que se sabe que eran un grupo de pescadores (norte de
Chile y al sur de Perú) que vivían en las costas del pacifico. Como se puede apreciar hay
discrepancias de opiniones, que es necesario evaluarlas y confrontarlas con otros estudios.
Respecta a los antecedentes históricos de la etnia puquina, se puede decir que ellos
pudieron anteceder y/o aparecer simultáneamente con los pukara, en condiciones de grupo
sedentario, con ciertos componentes de desarrollo frente a los anteriores grupos, dado que
practicaban la domesticación de auquénidos así como la producción agrícola de papas y
quinua entre otros.

Se conoce que fue un gran grupo de horda y con mejor organización, que al parecer,
supo superponerse al de otros grupos asentados con anterioridad. De esto, mejor análisis
no podemos encontrar que en los que hace la arquitecta boliviana Teresa Gisbert, que
basándose en los trabajos del historiador peruano Waldemar Espinoza, comenta:
“Espinoza, basado en el documento de charcas de 1604, delimita el área puquina que se
extiende según este autor sobre el kollao, más al sur del departamento de Cuzco, Arequipa,
todo el de Moquegua y el Norte de Tarapacá. La zona coincide con el área nuclear de
influencia política y militar de tiwanaco, llegando a la conclusión de que los puquina
fueron los actores de la cultura Tiwanaco y los aimaras sus destructores. Espinoza, basado
en Huamán Poma, indica que el antiguo y verdadero nombre del lago titicaca era “lago
poquina” después se llamo Chucuito y tardíamente titicaca, tomando este nombre de la
isla” (Gisbert 1987; 136).

1.6.3. LA ETNÍA URU


Constituyó uno de los primeros grupos étnicos que iniciaron el poblamiento del
Altiplano. A ciencia cierta, se desconoce los orígenes de su procedencia y la cronología
exacta de su aparición. Pero, si se conoce que su cultura se basó en una forma primitiva de
economía (Caza-Pesca-Recolección); que antecedieron en el tiempo a los Pueblos
Agrícolas, y que “ocuparon originalmente toda la cuenca fluvial y lacustre” (Wachtel
1978).
Como todos los pueblos lacustres, los Uru han sido designados por varios nombres.
Los más comunes se ordenan en tres series: Primero, La autodenominación que asume el
propio grupo, los Uru se autodenominaron primigeniamente como los KOT´SUNS (<
QUTZHONI>), que devendría de su lengua originaria denominada como el
URUQUILLA y, quiere decir “ Hombre del Lago” ; Segundo, Las denominaciones
otorgadas por otras étnias, los Aimaras por ejemplo los llamaban Chijchi Jausiris,
expresión que significa los “ provocadores del granizo” , debido a que, los Uru andaban
casi desnudos; Tercero, Los nombres que se originan de sus espacios originarios como Iru-
Itu u Ochozumas. Sin embargo, el término Uru ha sido todavía utilizado en diferentes
contextos a lo largo de todo el registro de la historia. En las crónicas, archivos y
documentos de visita, ésta a sido utilizado para referirse a la lengua, grupo lingüístico,
grupo étnico, clasificación del nivel social, un agrupamiento para propósitos de impuesto y
tributo, un estilo de vida de carácter económico y como un epiteto despreciativo (La Barre
1941, 1963; Torero 1987; Julien 1982, 1983; Horn 1984; Buysse-Cassane 1986; Wachtel
1982, 1986).

Hasta aquí resulta inaudita la trayectoria de sometimiento que tuvieron que soportar los
Uru y, aún insólito, la vejación que el Inka Sinchi Roka les infringió al imponerles como
tributo una canuto de piojos, con la supuesta finalidad de que estén limpios y se mantengan
ocupados, cuando en el fondo no sería más que el símbolo de sometimiento que los Uru
tenían que pagar en forma cumplida ya que los Inkas no podían someterlos y asimilarlos.
Que decir de los bárbaros españoles, que sin tomar en cuenta la condición de los Uru,
igualmente les imponían los tributos y no sólo eso, igualmente los sometieron al sistema de
las Mitas para esclavizarlos, disponiendo su traslado a las minas de Potosí, o que trabajen
en las tierras de los encomenderos. Por ello, los Uru supieron que, esto último, al menos
tenían que parar y protagonizaron una rebelión (1632-1634) contra los españoles que no
tuvo mucha incidencia para cambiar su situación, dado que nunca tuvieron jerarca que los
condujese, porque ellos vivían en forma libre y carentes de algún tipo de organización
social; sin embargo, todo indica que en la época de la administración Inka en el altiplano,
los Uru eran temidos al igual que los pukina y aymara, porque no se les permitía participar
de sus actos y cultos propiciatorios. Se sabe también, que los Inkas tenían cierto desprecio
a los Uru, ya que los cazaban como animales en el lago y se los llevaban en sus marchas
hacia el Cuzco (dejando buenos contingentes en Pukará), las costas de Arequipa y
Tarapacá donde se han podido detectar sus huellas

Sin embargo, no faltan las Hipótesis "coherentes" que les atribuyen una cierta
cronologización entre los 500 a 1700 años d.C., y aún hay versiones que relacionan su
procedencia a partir de la salida legendaria de Manco Capac y Mama Ocllo ( 1021 ), y
no falta la versión que los Uru habrían sido traídos del Pacífico (Arica – Sama), por el
jerarca <Tacuilla> (Cuentas 1968: 30) -En época anterior, los Uru habrían huido
precisamente hacia las costas del pacífico, perseguidos por las huestes del rey <Condor
Makuri> (Waisbard 1975: 256) -, en fin ya habrán otros estudios que puedan clarificar este
panorama, mientras tanto nos acogemos a los planteamientos del etnólogo francés Jehan
Vellard, quien en forma casi concluyente opina que, “Estos indios peruano-bolivianos
serían petrificaciones vivientes”, siendo un hecho que los definiría como un islote racial de
carácter arcaico (Waisbard 1975: 253-257). Lógicamente, que nosotros sabemos que son
otros tipos de Uru los que actualmente podemos encontrar.

1.6.4. LA ETNÍA QALUYO

Fase Inicial: Pre – Pukara (1800 - 800 a.C.)

Kaluyo se encuentra ubicado a la altura del Km. 110 de la carretera que se dirige al Cusco.
Fue dada a conocer a partir de 1949, por el arqueólogo puneño, Manuel Chavez Ballon
(Ayca 1992;40) (Loayza 1972; 153). El grupo Kaluyo, se encuentra tipificada como una
sociedad de tipo aldeana, con yacimiento-tipo en forma aglutinada, construidas
precisamente de piedra.

Su base económica la obtuvieron de la domesticación del cuy silvestre, la llama,


alpaca, vicuña y huanaco, del cultivo de especies adaptadas al medio como la papa, oca,
quinua entre otros. Complementada con la pesca y casa de fauna lacustre. Tuvieron una
agricultura sin irrigación de lo cual lo más conocidos son los waru-waru, como los que se
pueden apreciar en la zona de Paucarcolla, Hatuncolla y Nicasio, entre otros, en el entorno
de lago; así como, supieron acondicionar los espacios para las Ccochas.

Desde épocas tempranas, los kaluyo habrían emprendido la talla de la piedra, así lo
podemos reconocer en la versión del investigador Palao, cuando dice “Durante esta fase
realizaron el tallado de esculturas o monolitos que representaban figuras humanas con los
brazos sobre el torax; el pez suche, batracios y serpientes acompañados de círculos o con
cabeza en ambos extremos. Estos monolitos muestran tallados en sus cuatro costados o por
lo menos en dos” (Palao 1995; 23).

Pero la máxima expresión lítica, que denota la manifestación de un arte


cosmogónico lo habrían representado en la construcción artificial de un promontorio que
adopta la forma mítica del pez suche, que bien describe el investigador Palao “En el
promontorio artificial de kaluyo se pueden distinguir diversas plataformas sucesivas, a
manera de pirámide escalonada, teniendo en la parte superior una plaza o patio hundido,
delimitado por piedras talladas. En su interior, aun se encuentra una piedra muy
deteriorada, pero otra, con la figura de un suche, que fue retirada hace varias décadas”
(Palao 1995; 24). Con lo que estarían demostrando su identificación como pueblos
lacustres y de provenir de una larga data. Para esto último, bastara tomar en cuenta la
afirmación de Ravines: “En Puno las primeras manifestaciones de poblaciones que utilizan
cerámica datan de 1500 años a.C. y se vinculan con el estilo Kaluyo con decoración
pintada. Corresponden a pueblos Agrícolas-Sedentarios (Ravines___;148). En esta fase
temprana de Kaluyo, puede entreverse que tanto los materiales líticos como los de la
cerámica tipo kaluyo se encuentran en todo el espacio circunlacustre como en Taraco,
Capachica, Sillustani, Ichu (tunuhuiri), Pomata, Yunguyo, Islas Taquile y Amantaní y
también en el actual territorio de Bolivia, mostrando la gran extensión de esta fase cultural,
que –John Rowe inclusive determino su dispersión hasta muy cerca del Cuzco.

Durante el desarrollo de la cultura kaluyo se encontraban vigentes las culturas chavín


(Ancash), Marca valle y Chanapata (Cuzco), y Chiripa en Bolivia. En este periodo se
observan los primeros asentamientos humanos más organizados y con muestras de
manifestaciones culturales avanzadas (Curo 1996; 25). En cuanto a la práctica de la
cerámica en la fase kaluyo, podría decirse que se trata de una producción incipiente, rustica
y acromática, que el investigador Palao define con mayores detalles: “Esta cerámica, por la
presencia de mica gruesa, cuarzo y mucha arena es algo deleznable y al romperse muestra
una superficie irregular. El acabado no es muy fino ni cuidadoso. Su decoración es variada,
aunque la hay sin ella, siendo pintados con líneas o curvas de colores oscuros como marrón
sobre un fondo claro.

Fase medio: Cusi – Pata (800 - 300 a.C.).

Esta es la fase donde se hacen más notorios los avances culturales tanto en la lítica,
cerámica, agricultura, domesticación de auquénidos, entre otros. Tratándose de una fase
Pre-Pukara (Mujica 1987), que presenta mayores riquezas y siendo tratada por el
investigador Palao, es que nos remitimos a su trabajo sobre la descripción de esta fase:

“A partir del año 800 a.c. la cerámica se muestra mas consistente, habiendo agregado
feldespato y mica dorada laminada, tiene acabados mas finos y cuidadosos; su factura
sigue siendo irregular. El diseño inciso es mas delgado y superficial delineando los
motivos que han de pintar. Así en la decoración presenta varios estilos”, tales como
cusipata pintado, cusipata inciso, cusipata engobe rojo y cusipata mica llano.

Las lito-esculturas son realizados sobre bloques de caras planas a manera de lapidas,
que por sus dimensiones y diseños también han sido denominadas estelas. En ellos se
representan animales como: serpientes, batracios y peces; figuras curvilíneas, espiraladas y
zigzagueantes, que dan la impresión de curso de agua y rayos; también acompañan figuras
geométricas en dámero y escalonados. En ellos se puede admirar criterios estéticos muy
elaborados basados en la simetría.
Las construcciones de plataformas escalonadas con patios hundidos fueron remodeladas y
ampliadas durante esta fase, que habría durado hasta el año 200 a.C. En sus diversos
centros aldeanos del área circunlacustre la cerámica presenta similitud, así como las lito-
esculturas.

1.6.5. PUKARA: PRIMERA GRAN CULTURA ALTIPLÁNICA


No se conoce exactamente la denominación etnonímica del grupo que ocupo este
espacio, donde se desarrollo la “Cultura Pukara”, concebida como una cultura puente entre
Chavín y Tiwanaku. Son escasos los estudios existentes sobre ello, especialmente cuando
se trata de alguna investigación específica. Es verdad, que en la literatura científica existe
alguna información sobre el tema que nos ocupa; pero ello, resulta insuficiente cuando
buscamos caracterizar esta cultura en su real dimensión. No será pecar de herejía, si
comenzamos diciendo que la mayoria de estudios que existen sobre la cultura Pukara, la
ubican entre un período relativo a su fase final (formativo tardío: entre los 200 y 300 años
A.C.), cuando los antecedentes históricos de Pukara se remontan hasta el periodo
formativo temprano1, donde la cultura Kaluyo (Fase inicial de Pukara), que es casi
equivalente a Chavín (Lumbreras 1990; 174) a jugado un rol preponderante en la
conformación de la Cultura Pukara, y lamentablemente Kaluyo no ha merecido el interés
científico (Salvo excepciones) para que nos sirva de base y poder mejor fijar el horizonte
cultural del altiplano.

a) Pukara ... el comienzo...!


Fue en la sede poblacional ubicada al Nor Este del Lago Tikaka, entre Ayaviri y
Azángaro; departamento de Puno, distrito de Pukara, Provincia de Lampa. En que se
habrían asentado un gran contingente de pobladores, probablemente de habla Puquina,
primeramente en el area de ocupación Kaluyo. Posteriormente, habría tenido lugar la
influencia de otras etnias, que les habría permitido abarcar en diversos periodos, un radio
de aproximadamente 50 kilómetros contados desde la sede principal de Pukara. Esto, sin
tomar en cuenta, otros puntos más alejados que dominaron durante su expansión.

La denominación toponímica de Pukara, deviene según el propio poblador originario


de Pukara: Salvador Jara de la voz Quechua, que significa fortaleza o baluarte de defensa
(Jara 1995; 3). Esto sería tomando solamente en cuenta la versión contemporánea, ya que
no se conoce alguna fuente histórica que pueda darnos referencias sobre su significado
contextual. Así también existiría otro significado, que devendría del elemento lítico usado
en las construcciones de esta gran ciudadela pre-tiwanaquense, que estaría referido a la
denominación PUKA RUMI, que igualmente sería un vocablo quechua, conformada por
dos palabras: Puka...significa rojo y Rumi ... piedra (Curo 1996;18). Pero nosotros hemos

1
Todavía no existe acuerdo entre los especialistas con respecto al momento de inicio y tiempo de duración
del periodo formativo, planteándose distintas consideraciones y sub-periodos. Por ejemplo, para el
arqueólogo Federico Kauffman el formativo temprano tuvo su inicio en el 2000 A.C. y se extendió hasta el
300 D.C.; para el antropólogo Luis Lumbreras el formativo tendría su inicio hacia los 2000 A.C. hasta los
100 D.C., y otras posiciones que plantean el comienzo desde los 2500 A.C. hasta el 1000 D.C. (Sondereguer-
Punta 1999; 153).
podido observar el uso de otra lengua en la denominación de sus elementos culturales; así
por ejemplo: la Fase inicial de Pukara la denominan Kaluyo, que es un sustantivo
compuesto que deviene de dos raíces (Puquina o Aymara) donde K’ala... significa piedra y
uyo ...Cerco o canchón. En otro caso, a la principal construcción arquitectónica de Pukara
la denominan K’alasaya y nuevamente descomponiendo en sus raíces tenemos... Kala ...
significa piedra y Saya ... significa descanso, que equivale decir donde descansa la piedra.
Téngase presente también que el principal templete arquitectónico de Tiwanaku se
denomina Kalasasaya.

b) Pukara, la cultura madre...!


Como hemos podido ver, la “cultura pukara” parte desde sus orígenes aldeanos
emplazados cerca al lago Titicaca, donde sus pobladores valiéndose del pastoreo, pesca y
caza, fueron poco a poco desarrollando las técnicas agrícolas, y principalmente las
constructivas en base a la piedra labrada. Son prueba de ello, las estructuras arquitectónicas
del orden civil, administrativo y religioso; así como toda la gama de estelas y monolitos en
bulto donde plasmaron su arte y concepción cosmogónica. Todo esto, les habría permitido
alcanzar un alto nivel de desarrollo, que en la época de su mayor esplendor y florecimiento
cultural, les posibilito ejercer una enorme influencia, empezando desde los grupos
asentados en el entorno del lago y llegando hasta Tiwanaku.

c) Fase final: Pukara (300 a.C. – 500 d.C.)


El sitio tipo-pukara (106 Km. de Puno), está ubicado en el espacio sub-secuente al de
Kaluyo, presenta un complejo de cuatro estructuras arquitectónicas, de las cuales tres aun
no han sido bien determinadas.

El primer investigador que llego a esta zona y realizo interesantes hallazgos fue el
doctor Luis E. Valcárcel (1929), quien a través de un informe arqueológico dio a conocer
la existencia de varios elementos líticos como: la pilastra de la lluvia, el gato lacustre, un
sapo, dos pumas y los monolitos del degollador y devorador.

En 1939, A. Kidder-II realizo las primeras excavaciones sistemáticas en la sede


principal de pukara hallando una estructura principal (plazoleta hundida) y restos de
viviendas; estos últimos – algunos de ellos de planta circular – trabajadas con piedras sin
labrar y unidas con barro (Kauffman 1983; 288). La plazoleta hundida está a dos metros de
profundidad del suelo de la planicie. Esta enchapada por sus cuatro lados con bloques de
piedras talladas y pulidas, esta particularidad acentúa su vinculación a las plazas hundidas
presentes en chavín de huantar (Kauffman 1991; 188). El cronista Cieza de Leon escribió
al respecto lo siguiente: “Lo que ví en este pukara es grandes edificios ruinados y
desbaratados, y muchos bultos de piedra, figurados en ellos figuras humanas y otros cosas
dignas de notar” (Cieza 1553; 1973; 230-231).

d) Pukara...vestigios arqueológicos
Fue en pukara donde se realizó el más importante proceso formativo, revelando un
notable desarrollo tanto en la arquitectura, escultura, lítica y la cerámica. En el contexto
científico, el sitio arqueológico de pukara, corresponde al formativo tardío, 300 años A.C.
(Lumbreras 1990; 175) (Sondereguer – Punta 1999; 111); Kauffman Doig, por su parte,
vincula pukará al período tiwanaku temprano (Carrasco 1989; 130).
Pukara en su época, fue un inmenso centro urbano-ceremonial. El conjunto
arqueológico de lo que fue su centro ceremonial y administrativo se extiende en un radio
de 8 Km2, de los cuales, un espacio de 4 kmts. Está constituido por un núcleo de 4
complejos de templetes, recostados por sus lados norte y oeste al Peñón del Puma Mítico
(Puka Urqu), y un área considerable de edificios aún no determinados.

La estructura más importante y mejor conocida es la llamada “PIRÁMIDE


KALASAYA”, que está conformada por un sistema de plataformas (terrazas) superpuestas
y escalonadas, que van ascendiendo hasta conformar una pirámide trunca, en cuya
plataforma superior se ubican tres plazas semi-hundidas de planta cuadrangular, de 16 x 16
metros, dispuestos de norte, oeste y sur, con un desnivel de 2.5 metros bajo la plataforma
superior.

En el entorno de la plaza central, se levantan las bases de nueve recintos que rematan
en Semicírculo, que recuerdan a los templos Chavinoides en forma de U ( Kauffman 1983;
288), entendiéndose idealmente, que en las plazas semi-hundidas laterales, habrían otros
recintos dispuestos de la misma manera. Cada una de ellos se ubica con el frente oriental
abierto; en los muros laterales sin vanos aparecen, en cada recinto, piedras talladas a
manera de altares, en forma de “T” (Cáceres 1989; 58). El recinto mas estudiado, consiste
de una plaza semi-hundida, delimitado por lozas blancas cuadradas de forma rectangular;
al medio de cada uno de los lados se encuentra una cámara subterránea adozada a los
muros, donde se habrían ubicado ofrendas, ò para fines funerarios (Palao 1995; 38). Cerca
de la esquina Nor-Este se tiene una cámara subterránea cubierta por una piedra de forma
circular y horadada en el medio, allí se depositarían las ofrendas durante las ceremonias. El
acceso principal, está ubicada en el lado oriental y cerca de la sur. Entre el templete central
y el del norte, se tiene un patio enlajado de planta rectangular, que se comunica por
galerías subterráneas con el central y con la plataforma inferior, por una galería en
dirección hacia el este. Siendo posiblemente el ambiente de la jerarquía religiosa que
oficiaría en las ceremonias.

Su fachada (lado este) alcanza 300 metros de largo por 200 de ancho; desde la base
hasta la plataforma superior tiene una elevación de 32 metros aproximadamente, y una
profundidad de 150 metros. El acceso principal hacia la plataforma superior, tenía lugar
por el lado este y algo al sur, que a través de una escalinata monumental de tres tramos que
conduce a una portada de doble Jamba que se hallaba en la parte superior; Pero, ahora se
halla bloqueada por los muros de una capilla que fue construida en el siglo XVII, sobre un
sector de la misma estructura de la pirámide de kalasaya. Sobre ese mismo lado este, se
halla otra escalinata secundaria que partiendo de una rampa se eleva cubriendo tres tramos
que en forma quebrada se dirige hacia la derecha, llegando a la penúltima plataforma, para
acceder a la terraza superior. La misma, que Fue descubierta y limpiada en 1978 por Elías
Mujica y otros arqueólogos miembros del proyecto Arqueológico del INC-CUZCO (Plan
Copesco), que cumplió con un programa de varios años de investigaciones a partir de
1975. En este sector se ubican canales de drenaje y estructuras enteradas de la fase
cusipata. Se han encontrado esculturas de piedras decoradas con pintura roja, ubicados en
hornacinas y cistas funerarias de incalculable valor arqueológico.

e) Pukara... últimos acontecimientos


Entre los 150 a 100 años a.C., la cultura Pukara habría sufrido una interrupción en
su trayectoria, cuyas razones aun no han sido establecidas. Solamente se ha venido
arguyendo proyecciones presuntivas, en el sentido que se habría generado un “lapsus
Tempus”, y que muchas naciones habrían recuperado su identidad regional, debido a que
Pukara habría tenido incidencia en otros centros ceremoniales y porque muchos de estos
habrían igualado y/o superado su conocimiento, a tal punto que son capaces de controlar su
medio; pues, ya conocían la tecnología hidráulica para la racionalización del uso de agua,
se habían desarrollado el registro y programación de los ciclos económicos derivados del
clima, era ascendente la capacidad de regular y adoptar cultígenos de distinta procedencia
y a cualquier hábitat. O quizás, por efecto de la geografía hubo malas cosechas y
enfermedades quedando así quebrado el prestigio del centro ceremonial Pukara.
Complementariamente pudo haberse dado guerras o invasiones de centros menos
desarrollados que alteraron la cultura de estos pueblos. Además, Pukara comienza a perder
su poder, porque al sur, Tiwanaku empieza a expandirse entre los siglos I a.C. y II d.C.
(Yupanqui 1988; 12). El investigador Juan Palao considera que “esta interrupción se habría
debido a conflictos dentro de la organización del estado, siendo Tiwanaku quien logro la
preeminencia e inicio el control del territorio desde el sur del lago” (Palao 1995; 33).

1.6.6. LA CULTURA TIWANAKU

La enigmática Metrópoli-Santuario de tiwanaku, o foco principal del altiplano, está


situada en Bolivia, se encuentra a 21 km. Al sur-este del lago Titicaca, a 42 km. Desde el
Desaguadero y a 80 Km. Al oeste de la Paz.

El complejo arqueológico, y el actual poblado, se encuentra enclavada al centro de


un valle de 11 km de ancho, flanqueada por dos serranías paralelas que son el Kimsachata
al sud, y Achuta al norte (Escalante 1993; 95).

Su altura con relación al nivel del mar es de 3885 metros, y posee un clima frígido
(10° C promedio anual) y algo ventoso, característico de esa región del altiplano. Se trata
de un paraje ondulado, mayormente de tierra rojiza, apenas si existe vegetación. Este árido
paraje no es el más adecuado para el florecimiento de grandes culturas del pasado, pero
todo hace suponer que no siempre fue así, ni que la cordillera tuvo siempre la altura de
ahora. Y ahí puede radicar parte del enigma de Tiwanaku, que debió surgir en tiempos en
que la climatología fuese más benigna. Los ciclópeos restos arqueológicos que pueblan el
paraje, por supuesto, nada dicen. Son los arqueólogos los que interpretan los signos de
acuerdo con lo que pretenden ver allí. Sabemos que Tiwanaku fue mucho más de lo que
queda ahora, y no podemos tener idea de todo lo que fue destruido en sus diferentes
épocas; que incluyen los hechos desastrosos de ahora, que inconscientemente se han
depredado los restos arqueológicos con las que fue construido el templo cristiano y el
actual poblado de Tiwanaku.

a) Tiwanaku... Antecedentes
Un primer hecho está relacionado con el desconocimiento de la verdadera
denominación que habría identificado a esta cultura. El nombre actual de TIAHUANACO,
curiosamente deviene de un hecho anecdótico y circunstancial que encontramos descrito
por el cronista Garcilazo de la Vega, en sus “comentarios reales“dice: “cuando el Inca
Mayta Capak visitó aquella región, le enviaron un chasqui, del cual admirando el inca del
viaje tan rápido que hizo y comparándolo con el veloz huanaco, lo halagó diciéndole
“Tiay huanacu””. Esto, sin duda alguna, no se refiere en ningún caso al nombre del
poblado en el cual se encontraba el inca. Ya que en la crónica “historia del nuevo mundo”
de Bernabé Cobo encontramos una referencia respecto al nombre que llevaba: “El nombre
que tuvo este pueblo antes que fuese señoreado por los incas, era Taypi Kala, tomado de
la lengua aymara que es materna de sus naturales y quiere decir: la piedra del medio”.

Pero por alguna razón que se desconoce, el más acucioso cronista como Cieza de
Leon si se refiere al poblado, cuando consigna la siguiente descripción: “Tiaguanaco no es
pueblo muy grande, pero es mentado por los grandes edificios que tiene, que cierto son
cosa notable y para ver...!” (Cieza 1553] 1973; 234 Cap. CV), Mas adelante continua el
mismo y dice: “Yo pregunte a los naturales si estos edificios se habían hecho en tiempo de
los incas y rieron se dé esta pregunta, afirmando que antes de ellos reinasen estaban
hechos, más que ellos no podían decir ni afirmar quien los hizo, mas de que oyeron a sus
pasados que en una noche amaneció hecho lo que allí se veía”. sea cual fuere la situación,
la denominación Tiahuanaco no nos da ninguna referencia de la nación o pueblo a que
representan y los que habrían construido la tan semejante obra ciclópea, y con toda razón el
arquitecto boliviano Javier Escalante afirma lo siguiente “en cuanto al nombre con el que
es conocido, lamentablemente lleva “prestado” del quechua. Sobre este aspecto se ha dicho
mucho y son diversos los autores que han intentado entender su significado” (Escalante
1993; 96). Como se ve, no solo es cuestión de nombre, es un hecho que comienza por la
denominación, pero que esencialmente incide en la representación etno-histórica de
Tiwanaku.

Un hecho subsecuente al anterior, es que Tiahuanaco en sí mismo no representa a


ningún grupo en particular, más que a uno de los pueblos de la gran nación Qolla, como
del siguiente texto del cronista Cieza de Leon se puede inferir: “Chucuito es la más
principal y entera población que hay en la mayor parte de este reino, el cual ha sido y es
cabeza de los indios (...); y es cierto que antiguamente los incas también tuvieron por
importante cosa a este Chucuito, y es de lo más antiguo de todo lo que se ha escrito”
(Cieza; 233), y líneas arriba Cieza describió a Tiahuanaco como un pueblo que no es
grande.
b) Tiwanaku... ¿Un desfase?
En esta parte llegamos a una situación controversial en el que la cultura Tiwanaku,
no tendría un comienzo establecido, una base inicial de formación. Es decir, que adolecería
de una gran separación en el tiempo respecto a sus diferentes etapas. Hombres de ciencia
anotan este hecho, como Bandelier que dice: “Encontré en Tiahuanaco, muchos restos de
templos y palacios, pero no halle una sola huella de viviendas particulares” (Bandelier
1905; 81).

Hasta el presente se desconoce las evidencias arqueológicas que conformarían los


restos de la ocupación aldeana en Tiwanaku. Paradójicamente, entre los objetos
presentados como correspondientes a esta época, se ubican piezas de cerámica donde se
distingue características desarrolladas (comparativamente con las que representarían a la
época temprana) como las que describe la arquitecta boliviana Teresa Gisbert: “ Hacia los
años 1500 a.C. aparece en Tiahuanaco un asentamiento que Ponce denomina Tiahuanaco I,
cuya cerámica tiene dos tipos : una pulida ó espatulada y otra con motivos zoomorfos
pintados e incisos los cuales recuerdan a Paracas –Cavernas. Esta última es contemporánea
a la cerámica kaluyu en el norte del Titikaka” (Gisbert 1987; 132).

El investigador Hugo Boero ratifica lo anteriormente dicho con lo que a continuación


dice: “Curiosamente, entre los objetos correspondientes al llamado “Estadio Aldeano” que
fueron exhumados se advierte piezas de cerámica que ostentan características maduras:
uso de anti plásticos en el barro; pintura roja sobre fondo amarillo y también vasijas
policromas que poseen engobe o barniz. Junto a la hermosa alfarería se encuentran objetos
trabajados en oro, plata y cobre (...) las dataciones de Tiwanaku, logradas por medio del
radio isótopo C 14, no mantienen secuencia lógica. Muestras de la época III y IV, aparecen
como más antiguas que las de la época I. Por ejemplo, la muestra FRB-2 (época IV) marca
248-103 d.C. siendo por tanto más antigua que la FRB-38 que marca 297-61 d.C.,
consignada en la época I. Teóricamente las épocas I y IV, están separadas por más de
1,000 años.(...)De pronto nos hallamos enfrentados a una aldea en la que se domina el arte
de los metales y la técnica alfarera” (Boero 1991; 173, 218 ). Esta situación es grave para
la historia de la arqueología en Bolivia, dado que de los elementos observados, no
podemos advertir alguna posibilidad que justifique la “Época Aldeana “en Tiwanaku
(salvo que tengamos opinión adelantada por hechos que no conocemos muy bien). En este
contexto, encontramos sorprendente la posición que asume el Dr. Carlos Ponce Sanjinés.

c) Tiwanaku... ¿Orígenes sub – acuáticos?

Esta no es una posibilidad sin fundamento. Pues, al no existir en Tiwanaku los restos
de los numerosos pueblos constructores de la metrópoli bien pudieron existir y ser parte de
la ciudadela sumergida, conocida ancestralmente como “Wiñaymaka”.

Todos los pueblos lacustres dentro de sus tradiciones, han venido señalando al lago
como fuente de sus orígenes, tal vez no se refieran a un mito, si no hechos que hayan
acontecido muchísimo tiempo atrás, de lo cual ya han perdido la memoria. Hasta no hace
mucho, era difícil aceptar las versiones del diluvio, hoy sabemos que ellos fueron posibles
gracias a los cambios climatológicos que sufrió nuestro planeta y de lo cual una parte le
toca a nuestro altiplano. Varios restos arqueológicos observados en diferentes zonas del
lago, constituyen la base probatoria de lo que venimos exponiendo en esta parte. Así, se
conocen en la región China taraco, en los márgenes del lago en aguas Bolivianas, restos
arqueológicos, semejantes a los de Tiwanaku y a 6 km de de estos al Nor-este, en aguas
peruanas en el golfo de Guilli Marka que se encuentra entre Guaqui y Desaguadero, se
notan ruinas de grandes dimensiones y 16 km de estas al sur este se hallan en las márgenes
del lago en Yunguyo un muro de más de un metro y medio de ancho, cuya longitud se
extiende de sur a norte se pierde en el fondo de la aguas, así mismo, a una distancia de 28
km al Nor- este se notan otros restos arqueológicos en las márgenes de Taraco, en aguas
peruanas, así como fuera del lago y bajo algunos metros de profundidad de tierra (Cano
1941; 8), esperando los respectivos estudios.

d) Tiwanaku... Síntesis

No existe consenso sobre si el nombre Tiwanaku es de origen Aymara, Pukina o


Quechua, u otra lengua altiplánica.

Existen diversas denominaciones2 que inclusive sugieren una representación macro


étnica, como la Qulla, sin embargo, hoy es aceptado hasta tres formas para nombrar a esta
2
El topónimo Tiwanaku tiene diversas interpretaciones y significados, aquí se ha tratado de recopilar y
resumir la larga lista existente:
AUTOR DENOMINACIÓN SIGNIFICADO
Bravo, C. Inti Huahuan Jake Hombres hijos del Sol
Cobo, B. Taypikala Piedra de en medio.
Lizárraga, B. Taypikala Piedra de en medio
Cuneo, V. Tia Huañuc Muertos sentados
Diaz R. Titi Huahuanacu Los hijos del jaguar
Durand, J. Tiy Huana co Viviendas subterráneas
Escobari, I. Thia Huaña Jake Hombre de la costa seca
Falb, R. Tia Ahua Yacu ana Agua, Agua.
Garcilazo de la Vega Tiay Huanaco Siéntate Huanaco
Gutiérrez, R. Thia Guanaco Borde o costa de secada.
Lopez, V. F. Tia Huañuc Luz moribunda
Oliva, C.P. Chucara Casa del sol
Paredes, M.R, Hina Marka Que se engulló o llevó el pueblo
Posnansky Wiñay Marka Ciudad Eterna
Sala, B.F. Aymara apu Capitana aymara
Sanginés Huayna Marka Ciudad Nueva
Taborga, M. Tiaihunabku país sobre el agua de dios
Diez de Medina, F. Tiwana La piedra parada o plantada
Tiwananaka Las piedra paradas
Tiwana-akan Aquí la piedra parada
Tiwana-naka-akan Aquí las piedra paradas
Villamil, E. Tihuan aca Esto es de Dios
Fuente: el mundo arqueológico del coronel Federico Diez de Medina, Roy querejasu Lewis 1983. Los
amigos del Libro pag. 51 – 52. Bolivia
urbe: Tiahuanaco, Tihuanaco y Tiwanaku, siendo este último la más cercana a la fonética
aymara (Boero 1991: 161). En cuanto a su antigüedad, igualmente, no hay un consenso;
así, el cronista Cabello Balboa dice que existió 900 años antes de Cristo, Blas Valera y
Polo de Ondegado, de 3000 a 4000 años antes de los Inkas. Entre los estudiosos
contemporáneos está Max Uhle, quien dan una antigüedad de 2000 años antes de Cristo.
Artur Posnansky, le asigna una antigüedad de 15000 años a.C.; el Dr. Carlos Ponce
Sanginés (1969 – 70) asigna una datación entre los 1500 antes de Cristo. Otros estudiosos
la remontan hasta los 100 a.C. o los 200 años a.C., representándola como la culminación
del desarrollo de una aldea de agricultores emparentados con la cultura Pukara.

Para referirnos al desarrollo cultural de Tiwanaku debemos indicar que la


formulación mejor aceptada para ello es la del arqueólo Boliviano Ponce, quien la divide
en tre estadios de desarrollo: El aldeano (1580 a.C. – 133 d.C.), el Urbano (133 d.C. – 724
d.C) y el Imperial (724 d.C. 1172 d.C), que representan una secuencia determinada por las
características urbanas y arquitecturales. Sin embargo, existen también cinco épocas que
han sido determinadas por al tipología de la cerámica (excavaciones estratigráficas). Así,
los tres estadios se sub dividen a su vez en las cinco épocas: La primera y segunda
corresponden al estadio ALDEANO, la tercera y cuarta al URBANO o CLÁSICO, y la
quinta época al Imperal o expansivo.

1.7. CULTURA ANDINA.


Cuando cualquier persona quiere informarse sobre las Culturas que antecedieron a
los Incas; normalmente se encuentra con una deficiente base de datos, por lo que;
primeramente, tendrá que informarse sobre lo que es la cultura andina, y al disponerse
abordar el asunto, seguramente que tropezará con varias dificultades, empezando desde el
mismo concepto, que puede ser comprendido a nivel específico, como el caso de alguna
de las culturas ubicadas en el altiplano, como a un nivel de conceptos macro étnicos que
comprenderían el conjunto de las culturas asentadas en la Cordillera de los Andes, hasta la
misma visualización concreta de la distribución cultural en los Andes.

Remitirnos al origen de la cultura andina en su conjunto, significaría alejarnos de


nuestro espacio de interés; por lo que, dejando la posta a los que ya lo han hecho, nosotros
en la medida de las posibilidades existentes, trataremos de abarcar la génesis cultural del
espacio netamente altiplánico, donde innegablemente hay una larga búsqueda por
comprender nuestra cultura, y tenemos que agradecer el hecho de vivir en un espacio
donde confluyeron varias culturas, cuyas huellas persisten en el nombre de tantas
provincias actuales: <Carabaya>, <Ayaviri>, <Azángaro>, <Lampa>, <Usicayos>,
<Azaromas>, <Atuncolla>, <Pucará> entre otros. La coexistencia entre ellas no era
pacífica, también tenían sus conflictos, pero, fueron capaces de ir forjando su propia

En el vocabulario de Ludovico Bertonio se encuentra Thia que significa lugar o parte muy lejano, y
guanaco que significa seco. El mismo frayle dice que Tiy significa caverna, Huaña significa seco y Ko es
un signo de participio; de ahí que sería: “El sitio de viviendas o cuevas sub terráneas desecadas”.
historia, sociedad y estilo civilizatorio. Es necesario precisar que a partir de la fusión de
elementos culturales procedentes del territorio altiplánico Peruano-Boliviano, en la zona de
Wari se origina el primer Gran imperio Andino (Crónica de América 1991: 75, Tomo I ),
donde la imposición de la deidad lumínica de la puerta del Sol de Tiwanaku es
acompañada por la antigua iconografía de Chavín.

Este proceso, sin embargo, junto a la invasión foránea vendría a constituir la fase
final de la primigenia dinastía <Pirhua>,, porque siglos después los Inkas tomando las
sugerencias de su antecesor Tiwanaku-Wari, comenzaron a conformar con las naciones
presentes en la región andina 3 un estado confederado conocido como el Tawantinsuyu; lo
que pasó a constituir el segundo y mayor imperio andino, que abarcaba desde Quito
Ecuador, hasta el Tucumán de la Argentina, pero después con la invasión europea en el
continente americano, a partir del siglo XVI, se fracturó en forma drástica la continuidad
cultural, política, ideológica e histórica que durante más de cuarenta milenios de evolución
autónoma ha transitado el nativo americano (Sondereguer – Punta 1999).

1.7.1. ÉPOCA DEL DESARROLLO REGIONAL EN EL ALTIPLANO


a) Culturas Lacustres (1100-1450 d.C.)

Durante el período intermedio tardío es entrar a una temática muy controvertida


desde el punto de vista etnohistórico. Basta señalar, que la mayor parte de las fuentes
históricas del siglo XVI reconocen a los distintos grupos étnicos del altiplano como
“Reynos o Señoríos” Aymara. Consecuentemente, esto mismo, deviene en error en la
tratativa que se han realizado en los diversos trabajos, actualmente conocidos (es muy larga
la lista y no es nuestra intención exponerlas al debate). Porque en principio, no está
registrado por ningún cronista la etnia Aymara propiamente dicha. Lo que si está
establecido es el empleo del glotónimo “Aymara”: (Aymara deriva de… Aya… que
significa… lejos, distante, y de Mara… que significa estrella, año, tiempo; que equivale
decir: los de tiempo inmemorial) para designar la lengua prevaleciente del conjunto de
etnias conformantes de la nación Qolla.

Este error se inicia después de que se realizaron los concilios de 1552, apareciendo
por primera vez en los escritos de Polo de Ondegardo en 1559, seguido por Vallesteros en
las “Ordenanzas del Perú” en el año de 1575 y posteriormente en varias obras de gramática
y doctrina cristiana. Este hecho con el tiempo, ha consagrado el uso impropio de tal
denominación para reconocer etnia y lengua, resultando insólito y contraproducente para la
historia de las naciones originarias del altiplano. Ejemplos de éstas, podemos considerar

3
Las nacionalidades andinas presentes durante la consolidación Tawantinsuyana, empezando desde los
Andes septentrionales (Ecuador Colombia) se tiene a los Chipchas y Karas (culturas circundantes), los
quichuas ecuatorianos, los quechuas de los andes centrales, los Chachapoyas, Huancas, Chankas, Chimus,
Chinchas, Antis, Pukaras, Pukinas, Aymaras, Chipchas. En los Andes Meridionales estan los Atacamas,
Calchaquíes, Omahuacas, Diaguitas, Huarpas, Mapuches y, a través de los Araucanos, la cultura peruana
irradia hasta la pampa Argentina y la tierra del fuego .
algunas: “según el cronista Ramos Gavilán, Khapac Yupanqui, hizo trasladar a Juli y a los
contornos del lago a un gran número de indios Aymara.

Esta colonia entró en contacto con los primitivos pobladores de ésta región,
mezclaron sus lenguas y formaron la de los Lupaka, con lo cual consiguieron entenderse
con sus vecino los Pakaje, Kolla, etc.” (Ramos 1976). El Lingüista Guardia Mayorga
participa de la misma opinión, aclarando que los “Ayamaraes mezclaron sus lenguas y
formaron la de los Lupaka con la cual consiguieron entenderse con los vecinos, los
Lupaka, los Chakra, y Kananga” (Mayorga 1980). El Jesuita Ludovico Bertonio en el
prólogo de su obra de Gramática de 1603 dice: “Hay muchas naciones de indios Aymaraes
como son los Kanchis, Khanas, Kollas, Kollahuas, Lupakas, Pakajes, Karankas, Charkas y
otros, los cuales así como son diferentes en nombres, así lo son también en las lenguas”
(Bertonio 1612}1984: XLIII).

El boliviano Federico Diez de Medina dice: “se prueba que los kolla aymara fueron
quienes –antes y después de los Cataclismos ocurridos durante los tiempos glaciales-
Señorearon en la extensa meseta del ande y que hablaban el idioma de sus abuelos, el
Aymara” (Querejasu 1983:51). El sacerdote Domingo Llanque dice: “el pueblo kolla,
conocido hoy con el nombre de Aymara, vive en la cuenca del Titicaca entre el Perú y
Bolivia” (Llanque 1990:19).

Lo Aymara en términos actuales es entendido como etnia y lengua, y no es intención


nuestra negarla, sino encontrar un sentido histórico que justifique su razón de Ser y no
tenga un carácter excluyente. Ya es hora de romper con los esquemas Segregacionistas y
de asumir nuestra identidad Kolla, y si ello significa reafirmarse como Aymaras, que la
misma historia juzgue esta realidad.. Hecho las debidas aclaraciones, resulta razonable
asumir la existencia de un proceso gradativo de aymarización en la zona lupaka
(Bouysse), que a la postre resultó constituir un núcleo aymarófono, cubriendo
sistemáticamente un substrato de la lengua pukina, hasta producir el fraccionamiento de la
nación kolla. Consecuentemente, es propio afirmar que la lengua casi generalizada de la
nación kolla era el pukina, y no el aymara que tiene una presencia posterior. Además
téngase presente que el mismo cronista Huamán Poma denomina a los pobladores de esta
zona Pukina-Kollas. Situación ésta que, impone reformular y/o profundizar los estudios al
respecto para establecer definitivamente la situación real.

El espacio altiplánico, con el lago Titicaca en su centro (Taypi), estaba cruzada por
una división social basada en la tetrapartición, que permitía establecer cuatro suyos: dos
suyos mayores que establecían la distribución espacial a nivel macro regional, y dos suyos
menores para la distribución micro regional: el URQUSUYO (aymara) o HANANSAYA
(quechua) señalaban dentro de ésta división la parcialidad de arriba; UMASUYO (aymara)
y el URINSAYA (quechua) señala la parcialidad de abajo, conformaciones éstas donde los
diferentes reynos y señoríos se hallaban asentados desde tiempo pretéritos, integrados por
una misma tradición cultural, organización social, económica y política; según Boysse-
Cassagne(1973), estaban establecidos en la siguiente forma:

URQUSUYO UMASUYO

- Canchis - Canchis
- Canas - Canas
- Kollas (Kullas) - Kollas
- Lupakas - Pakaxe
- Pakaxe - Soras
- Carangas - Charcas
- Quillacas - Chuis
- Caracaras - Chichas
Todos estos pueblos se distinguían longitudinalmente a ambos lados del eje
acuático, río Azángaro-Titicaca; río Desaguadero-lago Poopó; lago Coipasa. Algunos de
los pueblos como se puede observar, gozan de la dualidad del espacio: son Urco y Uma,
otros corresponden solo a uno de los sectores. Los de Urcusuyo (lado agreste, montañoso),
simbolizado como lo masculino, habitaban en la parte serrana del altiplano soportando
todos los rigores del frío y la sequedad constante (apropiada para los camélidos), y
mientras los de Umasuyo (mas allá de la cordillera real donde los valles son verdes y
húmedos) el lado fértil, acuoso simbolizado con lo femenino, por habitar en la parte
oriental de las riveras de las aguas del Titicaca y los llanos amazónicos de mejor
productividad agrícola, disputaban de una variedad de ambientes o nichos ecológicos.

Teresa Gisbert (Ibidem 148), también tiene sus puntos de vista: “aparentemente los
Urcusuyos son los aymaras conquistadores y los Umasuyos muy ligados a los pukina, los
antiguos pueblos conquistados con fuerte mezcla de Uros. La misma autora menciona al
cronista Lizárraga que dice: “los llamados pukinas, que viven en la mayor parte del camino
de Umasuyo, que es la otra parte de la laguna (…) desde el pueblo de Ayaviri, que dijimos
ser el primero del Collao, tomando sobre la mano izquierda, comienza el camino y sigue la
provincia llamada Umasuyo, que corre por la otra parte de la laguna de Chucuito; esta
provincia está muy poblada y por la mayor parte son pukinas” (Lizarraga 1969). Continúa
Gisbert afirmando: “cada uno de los pueblos altiplánicos situados a uno y a otro lado de la
cuenca interior lacustre controlaban, según el esquema de Murra, tierras a ambos lados de
la alta puna, situadas en las tierras bajas de la costa y en los valles mesotermos”.

Así al decir de Bertonio (Ibidem 1984), sus valles los llevaban a la Maqha Yunka
(Yungas de abajo o de adentro) hacia las vertientes amazónicas. Allí tenían asentamientos
con cocales en lugares como “Chicanoma” (Khoripata) y Capinota (Capiñota?). Por el otro
lado avanzan también hasta los Alaxyunka (de arriba) hacia las vertientes del pacífico en
los actuales departamentos de Tacna y Moquegua. Complementa al conocimiento de esta
situación la descripción de Gisbert: “este esquema cuatripartito sobre un eje acuático
longitudinal que divide dos a dos tierras altas y tierras bajas respectivamente, es insertado,
después de la conquista incaica, en un eje cuatripartito entorno a un punto central, y así
Uma y Urku forma el Kollasuyo, mientras que los dos sectores bajos Alax y Manqha
forman parte, respectivamente del Contisuyo y el Antisuyo. Es así como el espacio aymara
queda disgregado políticamente después de la invasión Cusqueña, aunque económicamente
los sectores Alax y Manqha siguieron dependiendo de los centros Urco y Uma de la Puna.
A su vez, cada señorío se dividía en Hanansaya y Urinsaya.

Esta distribución espacial presentada de los reinos o señoríos lacustres; todavía es


observado por Gisbert: “nosotros pensamos que en este esquema se debe considerar –como
dos casos un tanto separados- a los pueblos del sur divididos por la cuenca lacustre en dos:
al oeste de los Carangas y al este la confederación de los Charcas, formado por cuatro
pueblos: Charcas, Caracaras, Chuis y Chichas. Entre ambos y muy ligados a los aymaras,
están los Quillacas y también los Soras, estos últimos fuertemente relacionados con los
incas. Al norte está el reyno Callahuaya; al oeste, a la entrada de los antis, están los
Quinuas y mas al sur los Yamparaes; al sur-oeste, está la cordillera occidental, están los
Lipez son un tanto periféricos con respecto a los dos grandes núcelos de aymaras y
Charcas.

Por otra parte, sin tomar la cuestión espacial, tenemos el criterio de Waldemar
Espinoza Soriano, quien considera que: “a veces cada grupo llegó a constituirse en un solo
reyno, pero en otras cada grupo dio lugar a la formación de varios reynos autóctonos”
(Espinoza 1972:148). En este sentido los kollas y aymaras fueron dos grupos étnicos
diferentes, pero con la misma lengua; y de acuerdo a las relaciones de los curacas de
charcas (1582), de Miranda (1583) y de Capoche (1585) se puede conocer dice el autor
“cuáles fueron los reynos kollas y cuáles los aymaras”. Para comprender mejor a ese
criterio Espinoza elabora un cuadro de estos grupos de la siguiente manera:

REYNOS KOLLAS REYNOS AYMARAS

- Hatunkolla - Pakaxe
- Cana - Lupaka
- Canchi - Llakxa
- Kolla - Karakara
- Chumpipila - Killaka
- Cabana - Karanka
- Caruma - Lipiz
- Tarata - Karawuku

Sin embargo, pese a la información expuesta, es necesario ampliar el contexto


etnonímico a través de otras fuentes, en el entendido que cada una tiene sus propios
criterios para validar unas u otras, sin la exigencia de nominarlas todas. Así traemos a
colación el planteamiento de John Rowe, quien señala en un mapa para el altiplano
peruano-boliviano los siguientes grupos:

“Canas, Canchis, Kollaguas, Kollas, Kollahuayas, Ubinas, Carumas, Lupakas,


Omasuyos, Taratas, Pakaxes, Uros, Karangas, Charcas, Kochapampas, Yamparas,
Kullaguas, Lipiz y Chichas”.

Considerando su ubicación geográfica estos grupos vendrían a ser:

NORTE: “Cuyo Cuyos, Mussu, Karahuayas, Karanayas, Allen Cápac, Azaromas,


Usicayos, Ayahuiris, Zangarus, Aswankharis, Kampac, Wankanis, ChakraUmas, Tarakos,
Llallaguas, Quishwas, Tiquillacas, Mañazos”.

SUR: “Yanaques, Asanaques, Cochapampas, Llacuaces, Milanes, Yunkas, Yunguyos,


Antis, Zipitas, Chullis, Jilahuis, Pasiris, Ayankas, Tanapakas, Callangas, etc”.

En realidad son muchos grupos, que por el hecho de no ser validados por los
estudios competentes, merecen poca atención (por no decir ninguna), cuando de hecho en
ellos podrían estar las pautas para resolver los famosos “misterios etnohistóricos”. Téngase
presente, que la concepción dual del espacio, estaban concebidos en base a las
características fisiográficas del escenario andino, lo cual estaba orientado hacia una
división ecológica puna-valle, a lo largo del eje: nor-oeste y sur-este. Precisamente allí
donde no se ha puesto las miradas, allí puede estar esperando las respuestas.

Según el Antropólogo Lumbreras los cronistas que se interesaron sobre el Perú


hablan de muchos grupos que existían antes de la invasión hispana, pero se ocupan
principalmente de dos: Los Kolla y los Lupaka, y adicionalmente de una tercera, los
Pakaxes (Lumbreras 1974:163). Así, Cieza de León habla de los Kolla, Khana, Canchi y
Karanka. Para John V. Murra existen dos reynos aymaras que son los Lupaka y los Pakaxe,
los demás serían pequeños señoríos tal vez dependientes de aquellos (Murra 1975). Los
Omasuyos que al decir de Lumbreras podían constituir otro reyno, este formaba hasta
donde se sabe, una de las partes mayores del espacio Pakaxe. Sus habitantes de esta
parcialidad además del aymara hablaban pukina, y en karawuko y Janku Layme se advertía
la comunicación en tres lenguas: aymara, Queshwa, y pukina (Torero 1970; Boyss-
Cassagne 1976). Sin embargo, Ibarra Grasso (1978) habla de un reyno kolla en general sin
elevar a los otros grupos existentes a esa categoría. Para el arqueólogo Ponce Sangines: “la
adjudicación de rótulo de reynos a los señoríos aymaras es la figura que se muestra
inexacta por que no habrían tenidos monarquías en lo político” (Sangines 1980:40).

b) El reino Qolla

No existe acuerdo para establecer el surgimiento y periodo de vigencia del reyno


kolla. Según el antropólogo Lumbreras fija entre 1000 a 1500 D.C.; Alden Mason de 1000
a 1300 D.c.; Elías Mujica y Charles Stanish de 1100 a 1450 D.C.; Oscar Ayca señala el
surgimiento kolla en la primera mitad del siglo XIII. Todos los mencionados, formulan sus
dataciones en relación a la posterior caída de Tiwanaku.

En cuanto al establecimiento espacial del reyno kolla, los cronistas de la colonia


manejan igualmente diversas apreciaciones. Para Morrua, el área que controlaban se habría
extendido desde la raya de Vilcanota hasta Chile; de acuerdo a Gamboa, este comenzaría
en Cusco e iría hasta el espacio Chicha, abarcando Arequipa y Atacama, sobre la costa del
pacífico, así como los Mojos en la amazonía; según Cieza de León, comienza desde
Ayaviri llegando hasta Karaqullo (cerca de Oruro), cuyos límites al oriente era las
montañas de los Antis, al occidente las cabeceras de las nevadas y las vertientes de ellas,
que van a parar al mar del sur. Cuneo Vidal seguramente apoyándose en Cieza, escribe
diciendo que la parcialidad del Kollasuyo de los Incas comprendió el Kollao propiamente
dicho, de Ayaviri al sur, los territorios situados a orillas del lago Titicaca y aquella sección
del departamento de La Paz que fenece entre Panduro y Caracollo y hacia el occidente los
territorios de Arequipa, Moquegua, Tacna, Arica y Tarapacá hasta el margen septentrional
del río Loa (cit. Por Feyles 1965:24) de acuerdo a las referencias enunciadas por los
respectivos autores, el reyno kolla antiguamente había estado gobernado por un Rey
llamado JAVILLA, quien fue señor, desde Vilcanota hasta Chile, lo cual quiere decir que
estaban sujetas a su gobierno varios señoríos; así mismo, existen las referencia de los
señores TOCAYCAPAC y PINAUCAPAC que habrían gobernado desde el Vilcanota
hasta los Angaraes, y tuvieron por capitán a un señor llamado Choquechuma (Boysse 1980
Nota 1:239).

c) El señorío Pacaxe
La configuración Etnohistórica que se puede delinear preliminarmente en esta
oportunidad, la presentamos tomando en cuenta las escasas referencias bibliográficas,
adecuandolas a este trabajo.

Para los tiempos post Tiahuanaco se hablaba de un señorio cuya capital la ubican en
la localidad de Caquiaviri (Paredes 1931: 33). En las diversas prospecciones
arqueologicas que se han realizado para su respectivo estudio, abarcan los límites de la
actual provincia Pacajes. Sus límites que datan de creación política (29-3-1859), consigna
la provincia Ingavi. En este territorio existen sitios de industria lítica quiza conectada con
grupos de cazadores, como el Callapa, cerca al río Desaguadero (Portugal 1975:114-119).

El medio geográgico de la provincia Pacajes, se enmarca dentro del Altiplano, con


su clima frío y caracteristicas concomitantes; se halla al sur–oeste del departamento de la
Paz, entre los 60° 33’ 68’’ aproximadamente de longitud Oeste de Greenwisch y a los 17°
18’ de latitud sur del Ecuador.
La provincia cuenta con dos ríos importantes que son el Mauri que originandose en
la parte peruana, atraviesa la zona con dirección oeste-este para empalmar con el río
Desaguadero cerca al pueblo de Calacoto. El señorio Pacaje se encontraba situado al sur
del espacio Kolla, cuyos límites se representaba hasta 1583, según Mercado Peñaloza, de la
siguiente manera: al este se limitaba con la provincia de Caraqollo y khirwa, al oeste con
la provincia de los Lupaka de Chucuito, al norte con la ciudad de la Paz y los Yungas, y al
sur con la costa de Arica y Tacna (Ibidem 334). De esta manera, el señorio de Pacaje hasta
a fines del siglo XVI todavía conservaba su espacio.
Etimológicamente, según algunos autores la Etnonimia Pacaxes deriva de Paka…
que significa aguila y Jaq’e… que significa hombre. La raíz Ajja significaria de la región
de las aguilas, componiendo estos sustantivos, equivaldria decir: “Hombres Aguila”. Estos
hombres prescisamente estan representados simbólicamente en el frizo de la portada del
Sol en Tiwanaku.
La relación de Mercado señala cinco repartimientos Urcosuyo para los Pacaxes:
Callapa, Caquingora, Caquiaviri, Machaca y Tiahuanaco, y dos repartimientos Umasuyo:
Guaqui y Viacha. Todos ellos nacen de agrupar en pueblos mayores, las aldeas antiguas;
alguno de estos se señala como fundación incaica y uno como fundación española o pueblo
nuevo. Según Capoche, el señorio Pacaxe estaba constituido por varios Ayllus (Markas),
las cuales estaban agrupadas de la siguiente manera:
URQUSUYO UMASUYO

- Qaracullo - Jayu Jayu


- Sikasika - Qalamarka
- Qallapa - Wiacha
- Tiwanaku - Llaxa
- Qaqayawiri - Warina
- Waqui - Pukarani
- Qaqinkura - Jachakachi
- Machaca la chica - San Pedro y Santiago
(Chukiyawu)
- Machaca la grande
*(Capoche 1585 - 1959: 135).
d) El Señorío Lupaka (1 100 – 1 450 d.c.)
El conocimiento que se tiene sobre la existencia del señorio Lupaka, es relativo a las
crónicas del siglo XVI; por tanto resulta dificil establecer sus origenes y trayectoria sin que
se tenga que recurrir a las fuentes mencionadas. Así, documnetos historicos del tiempo de
la invasión española revelan que la provincia de Chucuito hacia el siglo XVI, conformaba
el señorio Lupaka, un pueblo que al decir de Ludovico Bertonio hablaban el Pacasa,
tipificada por el mismo como la lengua de primer orden en las lenguas aymaraicas (Ibidem
XLIII).
En cuanto a las caracteristicas típicas de los Lupakas, encontramos lo descrito por
el cronísta Polo de Ondegargo quién en términos despectivos dice que: “Los Lupakas
(Lupijakes) o los hombres del sol, eran aguerridos, rebeldes, crueles, bebian la sangre de
sus víctimas, arrancaban su corazón para mascarlo y les diera más bravura. Son unos tipos
supersticiosos, con un caudal de hechicerias maléficas; adoradores del sol, de la luna y de
las estrellas. No son tristes son alegres, con una alegría brutal, salvaje. Su lenguaje es
fuerte como el golpe del martillo en el yunque o como la cascada que se precipita”
(Ondegardo en: Documentos sobre el descubrimiento). Refiríendose quiza asu origen, el
estudioso Juan Alberto Cuentas Dice: “El clan de los Chullis vivia en forma desordenada,
sin plán de población, en casas pequeñas de piedra y barro, cubiertas de paja y sujetas a
señorio. Ese clan formaba parte de la tríbu de los Lupakas de Juli, Pachacutec Inca los
organizó después de su conquista” (Cuentas 1968: 37). En otras páginas, el mismo autor
comenta otros detalles: “Este reyno fue conmovido por la invasión de Khari desde
Coquimbo, vino al Kollao en busca de nuevas tierras, y con este pretexto a robar matar y
destruir. Se encontró con diversas tribus descendientes de Kollas y Aruwakes entre los que
eran más notables, los Lupakas, los Uros, Los Pukina, Los Pacaxes, los Chipayas, los
Omasuyos, Los Chullis y otros, diseminados todos en las margenes del Titicaca. Khari
después de robar y destruir pueblos como Tiwanaku y los que se habían construido en las
islas Titicaca, adopto como capital de su reyno a Chucuito; después de haber avanzado
hacia el norte y dominar a los Canas se establecio en Chucuito. Por su mandato se
fundaron los pueblos de Ilave, Xuli, Zepita, Pumata y otros. Después se dedico a la
explotación regular de las poblaciones sometidas; organizo sus dinastias para el
sostenimiento y respeto de sus robos. Las ordas de Khari serían salvajes, por que solo
querian “Robar y matar”. Eran antropofagos, no sepultaban a sus muertos, se los comían.
Solo el lenguaje era tenido como signo de parentesco; había promiscuidad sexual.
Pachacutec hizo de Khari un poderoso cacique que mantuvo su señorio hasta el último.
Khari, el Apu Khari, abuelo del cacique Martín Khari de Chucuito en 1567 aquel Apu
Khari murió durante el reinado de Huayna Capac” (Ibidem 32,39).
El área lupaka propiamente dicha, se ubica en el lado sur-oeste del lago Titicaca,
entre Desaguadero y Chucuito. Teniendo como capital principal la sede Chucuito y
distribuidos sus asentamientos en siete grandes cabeceras: Chucuito, Acora, Jilawi, Chulli,
Pumata, Zipita y Yunguyo. De acuerdo al documento de la visita de Garci Diez de San
Miguel (1567}1964), Se consigna los siguientes pueblos y regiónes sujetas a las
parcialidades Hanansaya y Urinsaya de Chucuito:

HANANSAYA URINSAYA
- Alchayata - Ancaca
- Antoyo - Ancolari
- Camata - Anchi
- Capinota (Bolivia) - Colala
- Collacache - Carragua
- Congaché - Cochira
- Cota - Consata
- Cotana - Cosini
- Cupi (Alfareros) - Cota
- Chocopa - Cotaui
- Cuchiraya - Cupi (Alfareros)
- Chillopampa - Chocapa
- Chasque - Charca
- Checa - Chayosaqui
- Chicanoma (Yungas de la coca) - Cholluyo
- Chunchulaca - Choyota
- Guarico - Checa
- Larecaja (Bolivia) - Chiconoma
- Hanchi - Chimoche
- Moquegua (Otra región) - Chuquiabo (Bolivia)
- Hancacama - Guaripo
- Parina - Larecaja (Bolivia)
- Quina (Arequipa) - Luquina
- Quillacona (Chiguata) - Moquegua (Otra región)
- Quijota - Nuñomarka
- Sama - Ocara
- Suchire - Otama
- Sumacaya (Plateros) - Pallalla
- Gamacoche - Pampacasi
- Tacasa - Pacani
- Titilaca - Quilca
- Pukara - Quillocoma
- Chimba (Arequipa) - Quipeta
- Caracollo (Tambo-Ilo) - Socapa
- Suchiri
- Sumacaya (Plateros)
- Tarata (Tacna)
- Tiquina (Bolivia)
- Tiracoma
- Titata
- Titilaca
- Vilacota
- Visachata
- Impayo
- Chayata

El documento menciona muchos otros lugares inclusive en la que los Incas


mandaron mitimaes desde Chucuito. De igual manera se menciona los pueblos con los que
tenian una relación fluida; caso de Paucarkolla, Capachica, Caracoto, Atunkolla, Cavana,
Honasa, Larecaja, Sorata y Otros. Además reporta una extensa relación de los ayllus
(Markas) que componen cada una de las siete cabeceras, que por razones de espacio nos
inhibimos de continuar nominandolas. Mas bien, cabe indicar que cada uno de los siete
pueblos, estaban a su vez subdivididos en dos parcialidades: Hanansaya y Urinsaya, salvo
el pueblo de Juli que tenia tres parcialidades: Hanansaya, Urinsaya y Ayanca
respectivamente.

Durante la visita de Garci Diez comenta Gisbert (1987: 140). Los jefes de los
Lupakas éran Martín Cari para la parcialidad de Hanansaya y Martín Cusi para la
parcialidad de Urinsaya, jóvenes que habian sucedido a Pedro Cutimbo, viejo centenario,
quien en forma exepcional y extradinastica había gobernado solo, desde tiempos de
Huayna Capac a quién acompañó a la conquista de Tomebamba en el Ecuador, llevando
Lupakas como guerreros, los Incas siempre escogieron gente del Altiplano para sus
conquistas. La historia de los “Reyes Lupakas” con anterioridad a Cutimbo y Martín Cusi
es díficil de rastrear. Este último era nieto de Apo Khari y no tiene relación de sangre con
Cutimbo, quién parece ser un cacique impuesto por los Incas a despecho de la dinastía
local Khari. Apo Khari pertenecería a una generación anterior a Cutimbo y era
descendiente de aquel Khari que, según Cieza, pactó con el Inca viracocha en su lucha
contra Zapana, señor de Hatunkolla a quien venció y mató (Cieza 1553} 1880: 161). En
esta lucha con el señor de los Kollas, intervinieron muchos caciques “Aymaras” de la zona
sur, así los Guarachi de Machaca, en Pacaxes, se ufanan de que sus antecesores “Pasaron a
cuchillo a los de Hatunkolla” (Urioste 1978: 133). En este marco, es oportuno – aunque en
un cuadro tentativo – Exponer el esquema dinastico que proponen Saignes-Loza (1984), de
la dinastía Hatun Lupaka (tomado de Gisbert) y, es como sigue:
MALLKUS EN EL GOBIERNO SUCESOS CONTEMPORANEOS PROX.
LUPAKA

Qhari I.- Invasor venido del sur:


coquimbo o carangas (Cieza), se
establece en chucuito. Invade la isla
Titicaca.

Qhari II.- Pacta con el Inca viracocha. - Los Quillacas de Guarachi matan a la gente de
Vence a Zapana en Hatuncolla. Hatunkolla que controlaba Machaca. Se
establece alli la dinastía Guarachi. Chuchicapac
gobierna en Hatunkolla (Sarmiento de Gamboa)
desde Cusco hasta chichas. Es vencido por
Pachacutec.
Qhari III.- Apo Khari gobernador del
Inca desde Cusco hasta Chile (Garci - Conquista Incaica.
Diez) gobierna con Tupac Inca
Yupanqui y Huayna Capac.
- Conquista española.
Qhari IV.- Prudencio Khari hijo de Apo
Khari tiene un hermano llamado Pacasa
que es el primer Khari que recibe el
bautismo. Pedro Cutimbo (1556-1565)
gobierna a los Lupakas (Hanan y Urin)
por minoría de edad de Bernardino hijo
de Prudencio. Con anterioridad había
acompañado al Inca en sus Campañas. - Visita de Garci Diez de San Miguel.
Qhari V.- Martín Khari (1567-1586)
hijo de Pacasa, Cogobierna a los
Lupakas junto a Martín Cusi.

Qhari VI.- Fernando Khari (1586-1626)


hijo de Martín Khari.

Qhari VII.- Bartolomé Khari (1619- - Pleito entre Bartolomé Khari y los corregidores de
1680) último cacique de la familia Khari, Chucuito.
gobierna alternando con un interinato de
Chura. Después de él nuevos caciques
son nombrados por las autoridades
españolas
El estudio de Saignes-Loza sobre la dinastía Hatun Lupaka y sus sucesores llega
hasta la decada de 1680. Estudio seguramente basados en Cieza de León y Sarmiento de
Gamboa, que añaden el primer Khari aymara invasor, y el Khari vencedor de Zapana,
señor de los Kollas.

El control político del señorio Lupaka, se divide entre dos líderes diferentes,
reflejando la visión dual del territorio Lupaka, en dos grupos que vamos a llamar
“MOITIES”. Una división Moity, era conocida en aymara, como ALASAA y la otra como
el sector MAASAA. Dentro del reyno Lupaka a principios del siglo XV, sabemos que el
líder Alasaa era Khari y que el líder Maasaa se llamaba Cusi. El mayor estatus y
privilegios obviamente le eran otorgados por cierto al lider Khari y aparentemente
controlaba un territorio más extenso que el líder Cusi. Pero Ambos eran reconocidos como
jefes supremos.

El poder residía en el linaje de reyes y señores. Los Khari y los Zapana fueron dos
dinastías reynantes contemporaneas antes que los Incas. Constituían los extremos de un
solo concepto: Zapana, la unidad, y Khari la división, cuyos titulos se transmitian de
generación en generación, a tal punto que los primogénitos nacian y morian con el mismo
título de la familia ancestral. Pero históricamente estos términos pasan a representar
meramente la denominación de los gobernantes. Así, los crónistas que pasaron por este
reyno no conocieron al Khari primigenio, sí no al Khari sucesor de la dinastía. Es sólo a la
quinta generación, después de su conquista de la isla Titicaca y la realización del Pacto de
paz con los Incas, que estos jefes Lupakas de Chucuito pasan a ser conocidos por la
colonia.

La visita de Garci Diez, no solamente comprobo la existencia de un gobierno dual,


si no descubrió que los ayllus mayores originalmente eran sólo diez (Se supone que
debieron ser catorce), más dos grupos de artesanos especializados: El de Copi de Alfareros
y el se Sunicaya de Plateros, ambos en la jurisdicción de Acora (Garci Diez 1567} 1964:
14). Había además cinco ayllus de Uros y un asentamiento de Chinchaysuyos en Juli, no
se sabe si estos vinieron como Mitmas del Inca o los trajo Cutimbo, cacique Lupaka que
acompañó a Huayna Capac en sus conquistas. También la visita, ayuda a esclarecer la
situación de los Yunguyos que habrían sido asimilados por los Lupakas, después de que
los Incas los expulsaron de Copacabana.

La base económica del señorio Lupaka, se medía principalmente por la gran riqueza
en la ganadería de auquénidos (llamas, alpacas, Huanacos, etc.) cuidadosamente criados
para la obtención de lana, y usados en grandes caravanas de intercambio. Como habían
hecho los Tiwanakotas y talvéz como habían hecho grupos aun más antiguos del lago, los
Lupakas intercambiavan papa, sal y productos de altura por bienes desecados tanto
costeros como ballunos. El Trueque o intercambio no era el único método que los señores
aymaras usaban para asegurarse el acceso a bienes complementarios. Se sabe por
documentación histórica que los Lupaka desarrollaron un sistema de administración
espacial por pisos ecológicos denominado “Control Vertical” (J. Murra 1975) y
“Simbiosis interzonal” estudiadas simultaneamente por Ramiro Condarco (1970). Este
sistema económico consistió en el control de otros territorios fuera del nucleo principal de
dominio, que por la diversidad geográfica aseguraban la obtención de productos de Puna,
valle y tierras cálidas, conducidos por los denominados Mitimaes o Mitmas.

De esta manera, el señorío Lupaka extendió su poder político superando las


limitantes del relieve topográfico “Quebrado” de la zona andina (en distancias
relativamente cortas se dan diferentes pisos ecológicos), donde los Mitmas constituían
otras poblaciones permanentes (separadas del centro), pero serviles a los designios de los
jefes del señorío. Los colonos asentados en los distintos pisos ecológicos mantenían su
identidad étnica con el núcleo y consevaban su derecho a tener tierras en el altiplano. Las
relaciones, en cuanto a los productos, eran de reciprocidad y redistribución. Estas “islas
territoriales” estaban situadas a distancias variables del núcleo de dominio (Chucuito), por
ejemplo las tierras de Lluta (Carangas) Inquisivi y Lurivai (Calamarka) Capiñota,
Chicanoma (Yungas) Larecaja y Chuquiabo (Bolivia); así como otros mucho más alejados
como Sama, Tarata, Moquegua, Ilabaya, Tacna, Arica, Pica, Tarapacá y, algunas islas del
oceáno de donde se extraían el guano de la isla para la agricultura.

1.8. EL IMPERIO WARI (500 – 1200 D.C.)

El Perú comprende tres grandes regiones naturales: la costa, los andes o la sierra y
la floresta amazónica. Al interior de ellas existe sorprendentes zonas ecológicas; y el
manejo inteligente de esta diversidad permitió a los antiguos pobladores peruanos alcanzar
grados superiores de cultura con desarrollo social, econ´pomico y político. El medio
geográfico que rodea a la ciudad metrópoli de Wari, corresponde a una formación
volcánica terciaria cuaternaria que dio origen a los diferentes espacios geográficos como el
valle de Huamanga, donde encontramos quebradas secas de corte transversal, las mismas
que se originan sobre los 3,500 m.s.n.m. en las alturas de Quinua y bajan cortando el
antiguo fondo lacustre integrado por el área de Pacaicasa en las inmediaciones de Wari.
Las precipitaciones pluviales es de diciembre a marzo, la temperatura promedio anual de es
18°C, la máxima es de 32°C y la mínima es de 6°C, cielo nublado parcial en las
temporadas de lluvia y despejado en las temporadas secas (Pérez, 1999:18).

La ciudad de Wari presenta un clima templado (2500 a 3000 m.s.n.m.), con una
vegetación de Estepa Espinoso montano bajo; donde predomina, la tuna, molle, tara,
sancay y la planta pati (carica augusti harms), que ha sido traido de los valles cálidos de la
ceja de la selva (Prov. La Mar – Ayacucho y la cuenca de la región de Huancavelica); y
una fauna variada donde sobrevivien los zorros, zorrinos, vizcacha, alcones, cernícalo,
murciélagos, lagartijas, etc. Entre los animales domésticos existen vacunos, ovino, caprino,
procinos, caballos, burros, etc.

1.8.1. Investigaciones previas


La ausencia de la escritura en las sociedades andinas hizo que no se conociera la
existencia de la cultura Wari hasta los finales del siglo pasado, cuando la arqueología
permitió reconocerla a partir de sus restos materiales.

En los años de 1553, el cronista Cieza de León por vez Primera recoge información
de los indígenas que habitaban en esta región “el mayor río tiene por nombre Viñaque, a
donde están unos grandes muy antiquísimo edificios, por cierto, según están gastados y
reunidos, deben de haber pasado por ellos muchas edades, preguntando a los indios
comarcanos quién hizo aquella antigualla, respnden que otras gentes bárbadas y
blancas como nosotros, las cuales, mucho tiempo antes que los incas reinasen, dicen
que vinieron a estas partes e hicieron allí su morada. Y de esto y de otros edificios
antiguos que hay en este reino que parece que no son la traza de ellos como los que los
incas hicieron o mandaron a hacer. Por que este edificio era cuadrado y los de los incas,
largos y angostos” (Pedro Cieza de León 1973:207).

Durante el siglo pasado en la ciudad de Wari empezó diversas investigaciones; a


partir de 1925 ha realizado labores Benedicto Flores, Pio Max Medina, Manuel
Bustamente, Alberto Arca Parro y Víctor Navarro del Águila.

Los trabajos con carácter científica se iniciaronen el año de 1931 – 1942, con la
exploración de Julio César Tello, en 1946 por John Rowe, DonaldCollier y Gordon Willey;
en 1947 por Richard Schaedel, en 1950 por Wedell C. Bennett, desde 1960 a 1964 por Luis
Guillermo Lumbreras, en 1970 por Garry Vescelios, entre 1975 y 1977 por Mario
Benavides, entre 1973 y 1981 por William Isbell, entre 1978 y 1979 por Abelardo
Sandoval, en 1980 y 1982 por los investigadores Enrique Bragayrac y Enrique Gonzales,
en 1997 CTAR – Ayacucho en convenio con la UNSCH a cargo de Ismael Pérez, en 2003
INC – Ayacucho, en 2005 MINCETUR – PROVIAS RURAL en convenio con la INC –
Lima, entre otros. Aquí un cuadro cronológico elaborado por Enrique Gozales Carré
(Historia Prehispánica de Ayacucho, 2007) nos permite ver el desarrollo de los pueblos
dentro del territorio ayacuchano:
1.8.2. Evolucion y cronología en Ayacucho.

1.9. LA NACIÓN HUANCA

En el siglo XVI, cuando los españoles emprendieron la conquista del Perú, tuvieron
entre sus poderosos aliados a los pueblos Huanca, del actual valle del Mantaro, sin cuya
colaboración la empresa no habría logrado tan sorprendente éxito. Los jefes Jauja, desde
noviembre de 1532, iniciaron una serie de negociaciones, buscando un rápido
acercamiento a las fuerzas españolas. Enviaron a Cajamarca oro, diversos presentes y
servidores, no como parte del rescate de Atahualpa sino como obsequio a Pizarro, y tal
adhesión fortaleció notablemente la posición española en el Perú. La causa: "los indios de
Xauxa -escribió Diego Trujillo- eran enemigos de Ataohualpa".

Existen diversas noticias históricas y documentales sobre las poblaciones del antiguo
valle de Angoyacu, que los Incas conquistaron y añadieron al Tahuantinsuyu en el siglo
XV. Entre las principales, deben mencionarse las de Pedro de Cieza de León (1550),
Miguel de Estete (1534), Juan Martínez Kengifo (1584), Felipe Guamán Poma de Ayala
(1609), Juan Santa Cruz Pachacuti (1619), Hernando de Santillán (1563), Andrés de Vega
(1582). Corresponde, sin embargo, al Inca Garcüaso de la Vega una de las más cabales
síntesis de la historia social y legendaria de esta etnia. Escribe en sus Coméntanos Reales
(1609):
"...la provincia llamada Sausa, que los españoles... llaman Xauxa... tenía más de
treinta mil vecinos, todos debajo de un nombre y de una misma generación y apellido
que es Huanca. Précianse descender de un hombre y de una mujer que dicen que
salieron de una fuente; fueron belicosos; a los que prendían en las guerras desollaban;
unos pellejos henchían de ceniza y los ponían en un templo, por trofeos de sus hazañas; y
otros pellejos ponían en sus tambores diciendo que sus enemigos se acobardaban viendo
que eran de los suyos y huían en oyéndolos. Tenían sus pueblos, aunque pequeños, muy
fortalecidos, a manera de fortalezas que entre ellos usaban; porque con ser todos de una
nación, tenían bandos y pendencias sobre las tierras de labor y sobre los términos de
cada pueblo.

En su gentilidad, antes de ser conquistados por los Incas, adoraban por dios la
figura de un perro, y así lo tenían en sus templos por ídolo, y comían la carne de los
perros sabrosísimamente, que se perdían por ella. Sospéchase que adoraban al perro por
lo mucho que les sabía la carne; en suma, era la mayor fiesta que celebraban el convite
de un perro, y, para mayor ostentación de la devoción que tenían a los perros hacían de
sus cabezas - una manera de bocinas que tocaban en sus fiestas y bailes por música
muy suave a sus oídos; y en la guerra los tocaban para terror y asombro de sus
enemigos... Todas estas abusiones y crueldades les quitaron los Incas, aunque para
memoria de su antigüedad les permitieron que, como eran las bocinas de cabezas de
perros, los fuesen de allí adelante de cabezas de corzos, gamos o venados... y por la
afición o pasión con que esta nación comía los perros, les dijeron un sobrenombre que
vive hasta hoy, que nombrando el nombre Huanca, añaden "come perros". También
tuvieron un ídolo en figura de hombre; hablaba el demonio en él, mandaba lo que
quería y respondía a lo que le preguntaban, con el cual se quedaron los Huancas
después de ser conquistados, porque era oráculo hablador y no contradecía la idolatría
de los Incas, y desecharon el perro porque no consintieron adorar figuras de animales".

De acuerdo con la información obtenida por Andrés de Vega, en 1582, la nación


Huanca antes de los Incas estuvo constituida por un conjunto de ayllus o clanes locales,
cuatro de los cuales fueron: Hatun Xauxa, Hurin Guanca, Hanan Guanca y Chongos, que
vivían más o menos dispersos, a ambos lados del río y en permanente rivalidad:

"A los quince capítulos, dijeron que antes del Inca, traían guerras unos con otros
por adquirir más tierras, y no salían de este valle a pelear, sino era, dentro del valle, los
de una banda del río que por él pasa con los indios de la otra; y que peleaban con unas
porras que hadan poniendo unas piedras horadadas en unos palos, y hondas, una
manera de fisgas, atando cuernos de venados en unos cordeles, y unos broquelejos de
madera y unos ayllos, que llaman, que son unos tres cordeles atados al cabo de unas
piezas de plomo y otras cosas, que arrojados se envolvía en las piernas de los
contrarios".62
Según Garcilaso, los Huancas fueron conquistados por el Inca Cápac Yupanqui, quien
mandó dividirlos en tres parcialidades: Sausa, Marcauillca y Llacsapalanca, ordenando que
se diferenciasen entre ellos por el color de su tocado.

1.9.1. El valle del Mantaro

El valle del Mantaro es una entidad geográfica y cultural que define la sierra central
del Perú. El río Mantaro es uno de los afluentes más importantes del Apurímac-Ucayali, no
sólo por el volumen de sus aguas sino también por el valor económico de su producción y
densidad demográfica que concentra en su valle.

El río Mantaro tiene una longitud aproximada de 724 km. nace en la Cordillera
Occidental, en nevados al este del departamento de Pasco, cuyas aguas se concentran en la
laguna de Acacocha, a 4000 m.s.n.m. de esta laguna desciende hacia el SE hasta abrirse
paso, a través de la Cordillera Oriental, por el abra de Izcuchaca. Luego sigue al Norte
hasta unirse con el río Apurímac, constituyéndose en uno de los afluentes del Amazonas.

En su primer tramo, desde su origen hasta ingresar en la meseta de Bombón,


conocido como río San Juan, corre de Oeste a Este. Luego, a partir de Bombón, con el
nombre de río Mantaro, de Norte a Sur.

En su curso por la meseta de Bombón o Junín, el Mantaro corre por un lecho


meándrico, y recibe por la margen derecha el aporte de numerosas quebradas que bajan de
la Cordillera Occidental. Después de pasar por La Oroya, sigue un cauce encajonado hasta
la zona de Jauja, donde el valle se ensancha, concentrando una gran actividad agropecuaria
y una densa población que se alinea a lo largo de su valle en sucesivos y numerosos
centros poblados. La mayor concentración urbana del valle corresponde a la ciudad de
Huancayo, situada en la margen izquierda del río, a 3271 m s.n.m.

Pasando Huancayo, el Mantaro sigue una dirección N-S-SE y penetra en territorio


del departamento de Huancavelica, formando un valle igualmente muy poblado. En
Huancavelica, a los 12°20'de L.S., después de recibir por su margen derecha las aguas del
río Lircay, cambia de dirección y se desplaza de SE-N-NO, formando un primer meandro
encajonado, para luego formar una curva muy pronunciada, invertir su rumbo de NO a SE,
dando así origen a otra curva o meandro encajonado. En el desarrollo de estos dos
meandros, las aguas del Mantaro descienden aproximadamente 2000 m.

El río Mantaro en los últimos 500 años ha recibido diversas denominaciones y


originado no pocas confusiones geográficas y cartográficas. Los conquistadores españoles
lo confundieron, unos con las nacientes del río Marañón, otros creían que era el origen del
río de La Plata. El nombre indígena del siglo XVI, utilizado por los Incas, fue Angoyacu.
En 1533, Hernando Pizarro lo designó como "Guadiana". Agustín de Zárate, en 1550, lo
denominó "río de Jauja", nombre con el que fue conocido durante toda la época colonial,
pues así figura en diversos documentos administrativos del gobierno virreinal. El nombre
de "Mantaro" para todo el curso del río data sólo de fines del siglo XIX.

Las dos curvas o meandros del Mantaro a que se aluden en el párrafo anterior fueron
conocidos y trazados desde el siglo XVII. En los mapas de entonces el Mantaro aparece en
su sector interandino de alta meseta con el nombre de "río Xauxa". Sin embargo, en 1791,
en el mapa del padre Manuel Sobreviela, donde también se destacan las dos curvas,
aparecen los nombres de Xauxa para la parte interandina y "Mantaro" para el sector de la
selva alta. El nombre de Xauxa es reemplazado por el de Mantaro para todo el río en el
plano de los ríos Apurímac y Tambo, trazado por Rafael Baluarte, en 1901. Al confluir el
Mantaro con el Apurímac, este último cambia de denominación y se llama río Ene.

Conviene anotar que el área geográfica del Mantaro en sus primeros 300 km. de
recorrido, entre la laguna de Junín, en el departamento de Pasco y la provincia de Huanta,
en el departamento de Ayacucho, puede dividírse en dos sectores, de los cuales el
comprendido entre Pasco y Jauja ofrece un paisaje agreste y frío, con pobre vegetación de
ichu, en general, limitado para el fácil desarrollo de la vida; luego, desde este punto hasta
Huanta, al ampliar su cauce, se convierte en un fértil valle templado, conformando una
microrregión cultural cuyo límite inicial está señalado por un pequeño estrechamiento
denominado Quellococha y el final, al sur de Huancavelica, está marcado por la naciente
del río Ichu y contrafuertes de la cordillera andina.

Desde la época prehispánica, la vida en el curso del Mantaro se había concentrado en


lo que propiamente se denomina el valle, que se extiende unos 70 km. desde las vecindades
de Jauja hasta cerca de Pucará, 14 km. al sur de Huancayo. Su ancho varía
considerablemente, siendo mayor en sus extremos, donde alcanza de 7 km a 8 km en
promedio. La altitud media se estima en 3200 m, elevándose en los lados a 4000 m y 4500
m, donde predominan los pastizales.

Su definida importancia dentro del panorama prehispánico está señalada por


diversos acontecimientos, siendo el último el desplazamiento de los conquistadores
españoles a través de su valle, siguiendo el itinerario marcado por los naturales, y su
parada en Xauxa, una de las pocas ciudades prehispánicas que luego tuvo, en la
cronología de las fundaciones españolas, partida de nacimiento anterior en casi un año a
Lima.

En el valle con alta densidad demográfica, las nuevas formas de vida coloniales
dieron origen a una serie de pequeñas poblaciones cuyo nombre se compuso
generalmente de un santo o una festividad del calendario católico y de la denominación
autóctona del asentamiento. Así, nacieron a lo largo del valle, y a partir de Jauja, los
pueblos de San Miguel de Huaripampa, la Natividad de Apata, La Asunción de
Matahuasi, San Jerónimo de Tunan, Santo Domingo de Sicaya, La Concepción de Achi,
La Ascensión de Mito, San Francisco de Orcotuna, Santa Ana de Síncos, Todos los
Santos de los Chongos, abreviados actualmente a: Huaripampa, Mito, San Jerónimo,
Orcotuna, Sicaya, Chongos, Acostambo, La Mejorada. El propio pueblo de Huancayo se
llamó, originalmente, La Trinidad de Huancayo mientras que Jauja fue, hasta los
primeros días de su etapa republicana, Santa Fe de Xauxa.

1.9.2. Las investigaciones arqueológicas

La arqueología del valle del Mantaro ha merecido atención de diversos estudiosos.


En 1838, Leonce Angrand, Vicecónsul de Francia en Lima, hizo notas y diseños de las
ruinas de Hatun-Xauxa, Tunanmarca y un sitio entre Sicaya y Orcotuna. En 1854, Henry
Gibbon describió las ruinas de Patancoto; Charles Wiener ilustró y describió, en 1880, las
ruinas Inca de Jauja, actualmente destruidas.

En la primera década del presente siglo, Paul Berthon (1911) y Emilio Gutiérrez de
Quintanilla (1913) describieron e ilustraron algunas esculturas líticas, objetos y ruinas
existentes en la vecindad de Jauja. Sin embargo, entre las investigaciones arqueológicas
iniciales deben mencionarse las de Federico Gálvez Durand, Alfred L. Kroeber, Lila
Morris O'Neale, Carlos Gutiérrez Noriega, Gladys Nomland, Hans Horkheimer, Harry
Tschopick, Ricardo Tello Devoto y Julio Espejo Núñez, quienes aportaron noticias y datos
de interés para la región e intentaron la primera caracterización del Reino Huanca a partir
de sus restos materiales.

1.9.3. El periodo intermedio tardío: (1000 - 1460 d.C.

El Periodo Intermedio Tardío representa todo el desarrollo local posterior al Horizonte


Medio y se prolonga hasta los primeros años de la dominación Inca. Su historia,
reconstruida a través de los documentos arqueológicos, indica la presencia de dos fases:
Huanca I y Huanca II, caracterizadas por cambios en los patrones de asentamiento, aun
cuando los estilos alfareros mantuvieron una persistencia y continuidad que se mantuvo,
incluso, durante el dominio Inca.

1.9.4. Cronología y estilos de cerámica

Las primeras descripciones de la cerámica arqueológica del valle del Mantaro (Jauja-
Huancayo) datan de 1957, aun cuando Alfred L. Kroeber mencionara e ilustrara, ya en
1944, el Estilo Rojo sobre Claro, de San Blas, Junín; y Federico Gálvez Durand,
reconociera un "Estilo Mantaro" en sus colecciones de cerámica reunida a fines de la
década de 1930.

Los primeros estilos representativos de cerámica del valle del Mantaro (Huancayo-
Jauja) datan del Periodo Intermedio Temprano (0 - 400 d.C) y corresponden a los estilos
Usupuquio y Huacrapuquio, caracterizados por su decoración geométrica, pintada de color
rojo-púrpura o azul-púrpura sobre el fondo anaranjado de las vasijas, tipo que continuó en
uso a lo largo de todo el Horizonte Medio.
A fines del Horizonte Medio o comienzos del Periodo Intermedio Tardío, el estilo
Huacrapuquio cambió, gradualmente, a los estilos Mantaro de Base Clara, Mantaro Negro
sobre Blanco o Matapuquio, cuya decoración pintada incluye motivos geométricos lineales
de color púrpura azulado o marrón grisáceo sobre el fondo natural de las vasijas anaranjado
"claro, beige o crema.

El otro estilo de cerámica que aparece durante este Periodo es el Cántaro de Base
Roja o Arhuaturo Rojo, denominado también: Patán Qoto, Negro y Blanco sobre Rojo,
Callavalluri, Huanca, y sobre el cual llamaron la atención Rowe, en 1944, y Horkheimer,
en 1951. El estilo incluye vasijas con diseños geométricos pintados de color negro,
blanco, o blanco y negro sobre un fondo engobado de color rojo. Además, decoración
plástica, modelada en el cuello o el gollete, generalmente en forma de caras y tiras
aplicadas estampadas con cañas.

Aunque inicialmente hubo un cierto cuestionamiento respecto a la ubicación


cronológica de estos estilos, ha quedado plenamente demostrado que el Mantaro de Base
Clara es ligeramente anterior al Mantaro de Base Roja, aun cuando existe un imperceptible
traslape temporal. Ambos estilos continuaron hasta el Horizonte Tardío (1460-1532), cuando
el estilo Mantaro de Base Roja adopta rasgos de la cerámica Inca, produciendo un estilo
local híbrido.

El desarrollo del estilo Mantaro de Base Roja es menos preciso que el del Mantaro de
Base Clara, existiendo diferencias sustantivas entre ambos, tanto en motivos decorativos
como en la forma de sus vasijas. Mientras el estilo Mantaro de Base Clara sugiere, a través
del estilo Matapuquio, relaciones genéticas con los estilos Huarpa Blanco sobre Negro
(Ayacucho), Coras (Acobamba) y Chancay Blanco sobre Negro (Costa central), la aparición
del estilo Mantaro de Base Roja resulta singular y no fue aparentemente resultado de la
adopción de un estilo de cerámica de otra área. La frecuencia del estilo Mantaro de Base
Roja es consistentemente baja, menos de 5% alrededor de Jauja, lo que sugiere que su centro
de origen estuvo probablemente en Huancayo, donde muestra una alta frecuencia.

1.9.5. Patrones de establecimiento


Durante el Periodo Intermedio Tardío, la población Huanca estuvo organizada como
una jefatura compleja, con jefes (sinchicona) especialmente importantes para la guerra. Los
grandes poblados como Tunanmarca, Umpamalca y Hatunmarca, con 8 a 10 mil
habitantes, tenían mayor jerarquía en sus patrones de asentamiento y dominaban a las
poblaciones inmediatas.

Los establecimientos se ubicaban en lugares altos y fortificados. Sus casas eran de


planta circular, con paredes de manipostería ordinaria y pequeñas ventanas. Sin embargo,
el limitado diámetro de sus recintos resulta demasiado estrecho para residencia habitual,
siendo posiblemente, refugios antes que verdaderas habitaciones. La organización política
de las poblaciones estaba, al parecer, dividida en grupos estratificados, especie de curacazgos
en términos de organización interna, que competían entre sí por el control de la tierra y
otros recursos.

1.9.6. El horizonte tardío (1460 – 1532)

La incorporación de la sociedad Huanca al Tahuantinsuyu debió ocurrir hacia 1460.


Históricamente, ni las razones, ni la forma en que los Incas conquistaron estos grupos son
suficientemente claras. Don Alonso Pomaguala, uno de los principales testigos de Urin
Huanca, en las declaraciones a Toledo expresó:

"... que oyó decir que el primero de los Incas que conquistó y señoreó estas tierras
fue Topa Inga Yupangui y que éste era hijo de Pachacutec Inga Yupanqui y que el dicho
Pachacutec Inga, estaba en el Cusco porque era viejo y envió desde allá a Capac
Yupanqui, su hijo mayor y hermano de Topa Inga Yupanqui a conquistar hasta Vilcas y
que no pasase de allí; y porque había pasado adelante, envió a otro hijo Topa Inga a que
le matase por aquella desobediencia, el cual le mató y pasó adelante a conquistar y
señorear toda esta tierra hasta Quito...Que oyó decir a su padre y abuelo, que cuando vino
el dicho Inga a conquistar y señorear esta tierra se paró en un cerro, en este
repartimiento, con la gente que traía, que serían diez mil indios de guerra, que en su
lengua se llama huno.

Y que allí se fue su bisabuelo del testigo, que se llamaba Apu Guala, el cual le dio
la obediencia y le mochó. Y que había llevado consigo diez indios soldados, porque él era
uno de los Sinchiconas de este valle; y había dicho a los indios, que le respetaban por ser
su Sinchicona, que se estuvieran escondidos, porque él quería ver si el Inga le quería hacer
algún mal tratamiento o le mataba, y que así oyó decir a lo que dicho tiene, que el dicho
su bisabuelo llegó a hablar al dicho Inga y a sujetársele, y que los demás indios que
llevaba consigo y el dicho Topa Inga, oyó decir este testigo, que había dado al dicho su
bisabuelo unas camisetas y mantas galanas y unos vasos en que bebían que llaman entre
ellos aquilla".

Los documentos arqueológicos de la conquista Inca del área señalan algunos


cambios importantes. En principio, la región fue pacificada y organizada como una
provincia del Tahuantinsuyu. El patrón de asentamiento cambió radicalmente. La
población Huanca se diseminó en lugares más bajos y sin fortificación. El capacñan, el
camino principal del Cusco a Quito, se construyó cruzando la zona, conectándola con los
centros administrativos de Vilcashuamán, Jaujatambo, Pampu y Huánuco Viejo, a su vez,
con los grandes sistemas de colcas y tambos principales. Hatunmarca, uno de los sitios
importantes de la Fase Huanca 2, continuó dominando el sistema, pero en general, se
abandonaron los grandes asentamientos. Poblaciones como Marca, Chucchus, Patancoto,
Coto Coto o Huancas de la Cruz, eran pueblos de no más de 5000 habitantes; tenían la
mayoría de los asentamientos de 500 a 1000 pobladores. Los jefes locales quedaron
integrados a la burocracia imperial como administradores de baja jerarquía, encargados de
organizar la fuerza de trabajo local para el Estado.
Aunque construidos, probablemente, por el sistema de mita local, los centros
administrativos y tambos fueron edificados, evidentemente, siguiendo especificaciones
Inca, aun cuando sus detalles de diseño varían de un lugar a otro. Estas instalaciones Inca
no ofrecen las características arquitectónicas tradicionales de los asentamientos locales.
Asimismo, un alto porcentaje de la cerámica encontrada en estos lugares muestra una clara
influencia de la cultura Inca y fue, probablemente, producida por artesanos locales
siguiendo especificaciones impuestas.

Sin embargo, después de la conquista Inca entre los Huanca se observaron muy
pocas innovaciones tecnológicas. Amplios sectores de la economía y artesanía
permanecieron inmodificados y, salvo la imposición del almacenamiento a favor del
Estado en las grandes cólicas, los mayores cambios registrados incluyen: a. la construcción
del camino Inca; b. la conversión del "reino" en huamani o provincia; c. la organización
del valle en guaranga y pachaca; d. la división de los ayllos en parcialidades; e. la
construcción de un tambo a orillas del río Shulcas; f. la organización de Hananguanca en
guaranga; g. La guaranga de Jatun-Chongos fue convertida en residencia del Tocricot; h.
La guaranga de Huancayo, con 900 tributarios, fue dividida en nueve pachacas; i. La
imposición del culto al Sol y la edificación de templos dedicados al mismo; j. la aparición
en la tecnología metalúrgica, de los diseños incisos, el uso del molde y las aleaciones de
bronce, destacándose entre los objetos fabricados, discos de plata y cobre, tupu, agujas de
cobre y bronce con ojo doblado, cinceles, tumi y láminas de metal; k. finalmente, como
respuesta indígena local a las demandas productivas del Estado, se produjo la introducción
de azadas de piedra y grandes mazos para romper piedras.

1.9.7. Recursos naturales

El análisis de la fauna y flora de sitios Huanca del Periodo Intermedio Tardío y


Horizonte Tardío revelan la presencia de camélidos domésticos: llama (Lama glama),
alpaca (Lama pacos), tres especies de venados: venado de cola blanca (Odocoileus
virginianus), taruga (Hippocamelus aniisensis) y venado gris (Mazama sp.). Entre la fauna
menor se cuentan el perro familiar (Canis ingae y Dusicyon sp.), el cuy (Cavia porceltus) y
la rana (Batrachophyry-nus macrostamus).

Entre Jos productos agrícolas, las muestras incluyen: maíz (Zea mays), tarhui
(Lupinus mutabilis), quinua (Chenopodium quinoa) y tubérculos andinos: papa (Solanum
tuberosum) y oca (Oxalis tuberosa).

1.10. LA CONFEDERACIÓN CHANCA.


Consta en las tradiciones históricas recogidas por los cronistas que, hacia 1438,
durante la soberanía del Inca Viracocha, se rebelaron los pueblos Chanca y avanzaron bien
organizados a atacar la ciudad del Cusco. Este movimiento puso en gran alarma a sus
pobladores. Reuniéronse los nobles y curacas, entre ellos un tal Urco o Hurcu Huaranca -
dice Juan de Betanzos- y como notaron que el Inca Viracocha y su primogénito Inca Urcón
se hallaban ausentes y carecían, además, del talento y energía necesarios para salvar el
Cusco, confiaron la defensa a otro hijo del Inca, llamado Pachacuti, en cuya inteligencia y
valor abrigaban todos plena confianza. Los Incas derrotaron a los Chancas en la batalla de
Yahuar-pampa, y a partir de entonces iniciaron su expansión hasta constituir el
Tahuantinsuyu. El vencedor de los Chancas fue proclamado soberano y con el nombre de
Pachacuti inca Yupanqui gobernó entre 1438 y 1471.

Sobre los Chancas existen diversas noticias históricas y documentales, así como
algunos esfuerzos iniciales para su identificación arqueológica. Sin embargo, en este
último aspecto poco es lo que se ha logrado, lo que pone en evidencia la carencia de un
método que permita la hermenéutica adecuada de los documentos sin incurrir en sofismas
ni abstracciones o llegar, simplemente, a una suma contradictoria de suposiciones.

1.10.1. Noticias históricas

Considerando su contemporaneidad y relativa vecindad con los Incas, la pregunta obvia es


quiénes fueron los Chancas y cuál el territorio que ocuparon. El Inca Garcilaso de la Vega
dice:

"Debajo de este apellido Chanca se encierran otras muchas naciones como son:
Hancohuallu, Utunsulla, Uromarca, Uillca y otras, las cuales se jactan descender de
diversos padres, unas de una fuente, otras de una laguna, otras de un collado muy altos y
cada nación tenía por dios a lo que tenía por padre, y le ofrecía sacrificios. Los antepasados
de aquellas naciones vinieron de lejanas tierras y conquistaron muchas provincias, hasta
llegar donde entonces estaban, que es la provincia de Antahuailla, la cual ganaron por
fuerza de armas, y echaron sus antiguos moradores fuera de ella y arrinconaron y
estrecharon a los indios Quechuas en sus provincias, ganándoles muchas tierras; suje-
táronles a que les diesen tributo, tratábanlos con tiranía; hicieron otras cosas famosas de
que hoy se precian sus descendientes".

Compulsando la cita de Garcilaso con las diferentes noticias recogidas por otras
fuentes documentales quedan en evidencia dos hechos: primero, la diversidad de sus
componentes étnicos, que le aseguran el carácter de confederación propalado por los
cronistas y, segundo, la gran extensión de su territorio.

El territorio Chanca correspondió, al parecer, a la hoya del río Pampas, cuyos


puntos extremos se encuentran entre los 13°05' L.S. y 14°40' L.S y entre los 73"05' L.O. y
75°12' LO. y que hoy incluye parte de las actuales provincias de Castro virreina y
Angaraes, del departamento de Huancavelica; parte de las provincias de Huanta, La Mar
y Lucanas y las provincias de Huamanga, Cangallo y Víctor Fajardo, del departamento de
Ayacucho; y parte de la provincia de Andahuaylas, del departamento de Apurímac, área
que puede estimarse en 30 mil km2.
El río Pampas es uno de los principales afluentes del Ucayali-Apurímac por la
margen izquierda. Se origina en las lagunas de Orcococha y Choclococha, en el distrito de
Arma, de la provincia de Castrovirreina del departamento de Huancavelica, a 4200 m de
altura; tiene el nombre de río Pampas desde su nacimiento. Discurre en dirección Noroeste-
Sureste y penetra en el departamento de Ayacucho por la provincia de Cangallo, donde
recibe las aguas del río Pampamarca, su afluente por la margen derecha. Al este de esta
confluencia y en el límite del departamento de Ayacucho con el de Apurímac, incrementa
sus aguas con las del río Chicha. A partir de este punto, el río Pampas delimita los
departamentos de Ayacucho y Apurímac, y se desplaza de Oeste a Este, hasta recibir por
su margen derecha, las aguas del río Huancarany. Toma luego una dirección SE-NO-N,
hasta la desembocadura de su afluente el río San Miguel, que llega por la margen
izquierda. Allí forma una curva y toma rumbo NO-SE, hasta confluir, por la margen
derecha, con el río Pincos, lugar donde cambia nuevamente de rumbo y se dirige de SO a
NE, hasta confluir con el Apurímac. La longitud del río Pampas es de aproximadamente
400 km y su valle reviste gran importancia humana y agropecuaria.

Desde el punto de vista arqueológico, en este vasto y complejo territorio, como es


de suponer, se encuentran diversas manifestaciones culturales que cubren un largo periodo
de ocupación humana, entre las que destacan, sin embargo, un conjunto de manifestaciones
materiales posteriores al Horizonte Medio que rompen la aparente unidad que caracterizó a
esta etapa de la historia antigua del Perú. Durante este periodo, entre 1200 y 1450 d.C, una
de las características generales del área es la presencia de asentamientos aglutinados,
ubicados en las cumbres de los cerros, con habitaciones, de planta circular y un conjunto
de estilos de cerámica, rústicamente modelados y pobremente decorados que resultan
extraños frente a la rica tradición artística del Horizonte Medio.

1.10.2. El periodo intermedio tardío de la sierra central


a) Huancavelica
La arqueología del departamento de Huancavelica, al igual que gran parte de
la sierra central, está constituida por una desigual acumulación de evidencias, no siempre
bien conocidas y mucho menos cabalmente estudiadas. Del total de provincias que
constituyen el actual departamento, ha sido la de Castrovirreina, y exclusivamente las
ruinas del Palacio de Huaytará, las que han alcanzado divulgación nacional. Los demás
testimonios y fuentes arqueológicas permanecen en gran parte ignorados al conocimiento
de la historia antigua de la zona. Entre las causas que han propiciado tal situación, podría
suponerse la pasada opulencia colonial de la Villa Rica de Oropesa, cuya historia colonial
ha opacado cualquier otra manifestación cultural anterior. Añádase a esto las difíciles
condiciones físico-geográficas, climáticas y la falta de vías de comunicación que
caracterizan al departamento y que hasta la década de 1950, en cierto modo, lo
mantuvieron aislado del resto del país.
El departamento de Huancavelica se ubica en la sierra central, entre los 74°2V y
75°50' de Longitud Oeste y 12°80' y 14°10' de Latitud Sur. Confína por el Norte con el
departamento de Junín, por el Este con Ayacucho, por el Suroeste con Ica y por el Oeste
con Lima. Su extensión superficial es de 21 078,96 km2.

Su estructura física, condicionada por los ramales occidental y central de la


Cordillera de los Andes, ha dado lugar a innumerables contrafuertes nudos, gargantas y
quebradas profundas, valles templados y picos nevados. Tal constitución hace
escabrosísimo a todo el departamento y configura tres hoyas geográficas: la de los ríos
Pisco, Mantaro y Pampas. El clima, en términos generales, es frío con variaciones
extremas relacionadas con los diversos pisos altitudinales de su relieve. El punto más
elevado lo constituye, al parecer, el nevado de Sitac, en la provincia de Huancavelica con
5329 m s.n.m., mientras que el más bajo correspondería a la parcialidad de Ocoyo, en la
provincia de Castrovirreina, con 2060 m, en las vertientes occidentales de la Cordillera de
la Costa.

A diferencia de lo ocurrido en la costa, gran parte del trabajo arqueológico de la


sierra se ha cumplido en años recientes. Huancavelica como zona arqueológico ha sido
mencionada principalmente por Pío Max Medina (1929, 1934), Julio C. Tello (1929,
1942), Atilio Sivirichi (1930) y León M. Soto Macedo (1936). A partir de la década de
1960, por Casimiro Chávez, Julio Espejo Núñez, Ramiro Matos Mendieta y Róger
Ravines.

En el departamento de Huancavelica se han reconocido ocupaciones muy


tempranas, que pueden asignarse al Periodo Precerámico, anterior a 3000 a.C. Las
evidencias principales proceden de pequeños abrigos rocosos ubicados en el sector de
Ranracucho, al NE de la actual ciudad de Huancavelica, y en el distrito de Santa Ana, en la
provincia de Castrovirreína. En general, lo constituyen artefactos líticos de cuarzos cripto-
cristalinos y, en menor proporción, de obsidiana, entre los que destacan puntas de
proyectil, raspadores y perforadores. Cabe señalar, al respecto, que la tradición Iítica en
todo el departamento es muy fuerte y que se prolonga hasta bien entrado el siglo XVIII.

Las primeras manifestaciones alfareras corresponden a ocupaciones del Horizonte


Temprano, y han sido reconocidas en la ex Hacienda Atalla, distrito de Yauli, uno 15 km
al norte de Huancavelica. Ramiro Matos ha mencionado los yacimientos de Chejo-Orjuna
y Chaupi-Ranra, en la provincia de Acobamba. Alfarería temprana se ha encontrado,
también, en Chuncuimarca y Paturpampa, dentro del perímetro urbano de la ciudad de
Huancavelica; y en los reparos rocosos de San Francisco, Pultoc y Yanamachay, en la
provincia de Castrovirreina.

El Periodo Intermedio Temprano es uno de los más desconocidos y enigmáticos en


la historia del desarrollo cultural del departamento. Este época se caracteriza por un
máximo grado de diferenciación cultural regional, no únicamente en los estilos alfareros
sino, también, en el nivel de desarrollo sociopolítíco. En la sierra central, en general, y en
el área de Huancavelica en particular, corresponde a esta época el estilo Huarpa, un estilo
alfarero reconocido originalmente en el departamento de Ayacucho.

La alfarería del estilo Huarpa se concentra principalmente en las provincias de


Acobamba y Lircay, donde son notales los yacimientos de San Cristóbal y Checco Orjuna,
en el distrito de Caja, provincia de Acobamba y Alljomachay, en Mayoc. Este último
posee, además, estructuras y muros de piedra que pueden asignarse a esta misma época.

La alfarería Huarpa se caracteriza por su pasta gruesa mezclada con arena. Su


acabado interior es tosco, mientras que el exterior es generalmente pulido y brillante. En su
mayoría, las vasijas cerradas presentan bordes engrosados y ligeramente expandidos. La
decoración es pintada e incluye líneas o bandas anchas de color negro, dispuestas
horizontal o verticalmente en el gollete y/o en el cuerpo de la vasija. Los tipos decorados
reconocidos en el departamento son; Huarpa Negro sobre Blanco y Huarpa Tricolor Negro
y Rojo sobre Blanco, cuya contemporaneidad no está bien establecida.

Correspondiente a esta misma época, se ha señalado en el departamento la presencia


de otros dos estilos alfareros: Ayacucho, fragmentos del cual se han encontrado en Checco
Orjuna, distrito de Caja; y Caja, que parece representar la alfarería tradicional del
departamento y que, incluso, continuó como tal durante el Horizonte Medio.

El Horizonte Medio fue, al parecer, la época de mayores cambios en la zona, tal


como ya se ha señalado al ocuparnos de la primera gran integración andina. El área formó
parte de una extensa unidad política cuyo centro estuvo en Ayacucho.

El Periodo Intermedio Tardío representa todo el desarrollo local pos¬terior al


Horizonte Medio y se prolonga hasta los primeros años de la dominación Inca. Su historia,
reconstruida a través de los cambios en los estilos alfareros, sugiere una lenta
modificación en las condiciones sociopolíticas del territorio. La diversificación
interregional y la aparición de pequeñas naciones o aldeas autónomas alcanzaron
notoriedad sólo durante el Horizonte Tardío, ya que para entonces fue política del grupo
imperial dominante mantener y aun auspiciar tal situación.

Los poblados de este periodo se ubican generalmente en las partes altas de


los cerros y no muy alejados de las tierras de cultivo. La agricultura, por entonces, debió
haber absorbido a la casi totalidad de la población; sin embargo, una verdadera
especializadón artesanal y productora tenía especial importancia.

Entre las principales aldeas pertenecientes a este Periodo, sobre los cuales se
hubo de estructurar la organización política Inca, deben mencionarse: Huayllirca, en la
provincia de Lircay; Ricrapata, Coras, Allpas y Urumay, en la provincia de Acobamba;
San Cristóbal (Moya), Calapuchaca (Huanca-Huanca) y Sullmay en la provincia de
Huancavelica. Además, existen otras menores como Ranrapata o ChacasYachacmarca
y Maucallacta, en el distrito de Acoria. Provincia de Huancavelica, que adquirieron
importancia sólo durante el Horizonte Tardío.
En esta época en Acobamba aparece un nuevo tipo de entierro: los nichos de
tipo panel o “ventanillas”, excavadas en las paredes verticales de los tufos volcánicos que
emergen en la zona. Su presencia puede estimarse como originada por la permanencia de
antiguos grupos de poblaciones de la sierra norte, del departamento de Cajamarca, quizá
anteriores a la dominación Inca. Cabe recordar aquí la prestancia que adquirió la alfarería
del estilo Cajamarca III, durante el Horizonte Medio 2A.

Las ventanillas de Allpas son nichos de boca más o menos cuadran-gular de


aproximadamente 60 cm de lado y de forma ovoide en el interior. En su totalidad están
pintadas en dos colores rojo y blanco y cubiertas con un delgado muro de manipostería
ordinaria, revestido con barro, que hace las veces de lápida funeraria. En muchos de estos
nichos se observan, cubriendo esta tapa, marcos de arcilla y dos pequeñas prominencias a
cada lado, a manera de floreros.

Este tipo de entierros parece una imitación de las tumbas cajamarquinas de


Otuzco, Combayo y Miraflores, de las que difieren en tamaño, distribución y acabado
final. En su ejecución se usaron pequeños picos de piedras duras, generalmente andesitas,
a las que previamente se les había hecho una punta mediante un tosco trabajo de
percusión. Los otros tipos de enterramiento, correspondientes a esta época, son pequeñas
cámaras subterráneas y entierros en abrigos y cavernas, cuya boca fue cegada mediante
un muro de manipostería ordinario, que por lo demás se constituye en una forma típica de
la zona.

El estilo alfarero representativo de la primera parte de esta época es uno de


pasta rojiza, medianamente gruesa, con temperante de arena. Su decoración es pintada
precocción, en la que se utilizó hasta tres colores: negro, gris y rojo. Los elementos
decorativos mayormente son geométricos y consisten en líneas y bandas derivadas de los
diseños de los estilos tiahuanacoides locales. Las formas más frecuentes de su vajilla
incluyen platos profundos y cántaros con cuello efigie.

Un estilo ligeramente más tardío, pero que convive en gran parte con éste, se
prolonga hasta la época siguiente, es el que Ramiro Matos denominaba Coras,
caracterizado por sus vasijas de manufactura tosca, bañadas con un grueso engobe de color
blanco cremoso y decoradas con diseños geométricos abigarrados, que combinan líneas
irregulares de colores rojo, Sepia y negro.

El estilo Coras alcanzó su máxima difusión durante la primera parte del


Horizonte Tardío, y se encuentra disperso a lo largo de toda la cuenca del Mantaro,
incluyéndose en ésta las provincias de Acobamba, Huancavelica y Angaraes, y
extendiéndose por el Sur hasta Huamanga en el departamento de Ayacucho, y por el Norte
hasta Jauja, en el departamento de Junín.

Con la incorporación del área al Tahuantinsuyu no se observan cambios


sustantivos. La influencia Inca, al parecer, no alcanzó a desplazar totalmente la tradición
local, que se mantuvo y supervivió con igual fuerza, incentivada en ciertos casos por los
mismos Incas.

El dominio Inca en el departamento se manifiesta casi exclusivamente en


el asentamiento de grupos mitimaes, sobre todo en el territorio de los Angara, que fue el
que habría opuesto la mayor resistencia a los Incas. Por lo demás, la influencia cusqueña
repercutió exclusivamente en el sistema de tributos y en la construcción de una
verdadera red vial. Los poblados y aldeas campesinas mantuvieron su estructura
tradicional y fuera del complejo de Huaytará, en las estribaciones costeñas de la
provincia de Castrovirreina, que es uno de los pocos restos Inca imperial, los demás
núcleos no alteraron sus viejos patrones.

Hasta donde se sabe, los asentamientos campesinos tardíos de Huan-


cavelica, principalmente de la región altóandina, están agrupados en las cumbres de los
cerros siguiendo la divisoria de las aguas y se extienden ligeramente hacia ambos lados.
Sus unidades arquitectónicas consisten básicamente en pequeñas construcciones de
planta circular, dos o tres, agrupadas en un patrón definido, y circundadas por un muro
seco de manipostería ordinaria que daba lugar a un gran canchón, que evidentemente,
servía de corral. No hay mucho orden en su disposición, sin embargo, se mantenían
callejuelas estrechas que sólo muy ocasionalmente se cortan bruscamente.

La economía de estos grupos fue evidentemente agropecuaria. El


cultivo de maíz en las quebradas y la cría de llamas y alpacas, el cultivo de papa en las
tierras altas y frías, y probablemente de todo ello en los lugares templados, debió
haber sido la ocupación primaria de sus pobladores. Sin embargo, parece que algunas
comunidades alcanzaron cierta especialización en la producción artesanal de tejidos y
alfarería. Por referencias históricas de los primeros años de la Conquista, se sabe que
muchos de sus pueblos estaban dedicados exclusivamente a alguna de estas
actividades, tal como la comunidad de alfareros de Huaylacucho, en la parte alta de la
actual ciudad de Huancavelica, cuyos productos debieron haber recorrido grandes
distancias.

Las labores mineras y extractivas no fueron ajenas a los grupos tardíos de


Huancavelica. Los Incas exigieron entre los tributos, el llimpi o bermellón, obtenido del
cinabrio, pero su extracción estuvo rigurosamente reglamentada. No debe llamar la
atención el hecho de que "cuando los españoles reconocieron el cerro de Chaccllatacana,
quedaran admirados al comprobar con cuánta diligencia los indios habían perforado el
subsuelo, taladrando numerosas cuevas y socavones, que formaban en el interior un
complicado laberinto, en el cual era fácil extraviarse".

En lo que respecta a los estilos alfareros característicos de este periodo, debe


mencionarse una alfarería Inca similar o muy próxima a la manufacturada en el Cusco, y
que podría corresponder a productos de cambio, o en su defecto ser manufactura Inca en su
nuevo medio. El otro u otros estilos corresponden a las vajillas nativas con influencia Inca,
en cuya diversidad cabría suponer que están representados los diversos grupos étnicos que
habitaron la zona, y muchos de los cuales no tienen ningún rasgo que denote tales
influencias. Estos grupos tardíos son identificados como los Angara, Guaro, Quiguara,
Huacho y Chocorvo. Una de las características distintivas de estas vajillas es su rusticidad,
la poca variedad de sus formas y sobre todo sus reminiscencias y arcaísmos que permiten
trazar sus antecedentes en el Horizonte Medio. El uso de baños de color rojo o blanco, para
cubrir la superficie de las vasijas es común en todos, como son también comunes la
decoración abigarrada, geométrica y asimétrica; las protuberancias y las bases pedestales
sólidas y planas, y las incisiones a base de círculos.

Sobre los últimos grupos prehispánicos que habitaron el departamento, y que


los españoles redujeron en el siglo XVI, las noticias históricas y documentales son
abundantes. Una breve revisión de los archivos notariales del departamento, que inciden
particularmente en los títulos de propiedad comunales, ofrecen las bases para una
reconstrucción histórica de los grupos prehispánicos que habitaron el departamento,
aunque su rorrelación con los restos arqueológicos es, por ahora, un tema discutible e
impreciso.

b) Ayacucho

De la hoya del Pampas, la arqueología del departamento de Ayacucho es la


mejor conocida. Las investigaciones realizadas por Martha B. Anders (1974), Mario
Benavides (1970), Wendell C. Bennett (1950), Donald Collier (1950), Augusto Cruzatt
(1967), Carlos Chahud (1975), Isabel Flores Espinoza (1958), Carlos Guzmán Ladrón de
Guevara (1958), Enrique González Carré (1979), William H. Isbell (1966, 1970), Luis G.
Lumbreras (1958,1965), Richard S. MacNeish (1967), John H. Rowe (1952), Katharina J.
Schreiber (1978), Julio C. Tello (1938) han permitido estructurar un cuadro del desarrollo
cultural del área, cuyos comienzos pueden fecharse hace 15 mil años con la presencia de
grupos cazadores-recolectores.

Del 2000 a.C y los primeros años de nuestra era, datan los estilos alfareros
Wichqana, Quichqapata, Chupas y Rancha, asociados con centros ceremoniales. Las primeras
manifestaciones regionales, correspondientes a la cultura Huarpa, se fechan en los primeros
500 años d.C. Le siguen las manifestaciones Conchopata, que marcan el comienzo del
Horizonte Medio. Por entonces se produjo un gran desarrollo agrícola, cuyo centro fue
probablemente la región de Ñahuimpuquio, al sur de la ciudad de Ayacucho. Ñahuimpuquio,
según algunos autores, fue un centro administrativo importante desde el cual se organizaba y
controlaba la producción agropecuaria de la región.

El Horizonte Medio, entre 600 y 900 d.C, se expresa en Ayacucho por la


presencia de la cultura Huari, producto de la influencia de Nasca y Tiahuanaco sobre la
cultura local Huarpa. Su desarrollo marcó, como ya se ha visto, el surgimiento del primer
Estado andino.
El desarrollo cultural del área, posterior a 1000 d.C, es poco conocido desde el
punto de vista arqueológico, aun cuando existen numerosas evidencias materiales que indican
una ininterrumpida ocupación humana apenas alterada después del siglo XVI.

En general, los yacimientos de este periodo corresponden a poblados dispersos


ubicados en las alturas de los cerros en lugares de difícil acceso, donde los habitantes
aprovecharon los accidentes topográficos para construir sus habitaciones. Asociadas a estas
estructuras se encuentra un tipo de cerámica que se ha denominado Arjalla, en razón al sitio-
tipo ubicado en la cuenca media del río Cachi-Vinchos, al SO de Ayacucho.

Los Incas, después de su triunfo sobre los Chancas, tomaron como centro
administrativo a Vilcashuamán, donde edificaron diversas estructuras públicas én el más puro
estilo cusqueño.

c) Apurímac

Sobre la arqueología del departamento de Apurímac existen pocos estudios y


puede afirmarse que es la menos conocida del área Chanca, pese a la importancia
geopolítica de la región para comprender el significado del "fenómeno Chanca", así como
la expansión anterior del Estado Huari y posteriormente del Imperio Inca.

La provincia de Andahuaylas y en general el territorio comprendido entre los ríos


Pachachaca, Chicha y Pampas, considerado el asiento de la nación Chanca, ha constituido
tradicionalmente el tramo clave de la ruta entre el Cusco y Huamanga. Por allí se
desplazaron los ejércitos conquistadores del siglo XVI y los libertadores del XIX, y fueron
los puntos estratégicos de Sucre y Bolívar en la campaña final de la Independencia. Es
zona de tierras fértiles, numerosas concentraciones humanas y de gran producción
agropecuaria.

Sobre las poblaciones pre-Inca que habitaron el área, Julio C. Tello ha señalado
que dentro de las naciones de los Andes del Ucayali, la nación Chanca que dominaba la
cuenca del río Pampas estaba constituida por cinco subnaciones menores: Atunsulla, que
ocupaba las márgenes del Alto Pampas; Tikiwa y Tankiwa, en las márgenes del Bajo
Pampas; Antamarca y Sora, en las cuencas del Apacara y del Pampachiri o Sora,
principales tributarios del Pampas. Por su parte, hacia 1870, en las Posesiones geográficas
de tas tribus que componían el antiguo Perú, Sir Clements R. Markham, apoyándose en
las fuentes históricas, sostenía que Andahuaylas fue el habitat original de la nación
Quechua que, al ser vencida por los Chanca, dejaron sus posesiones de Pampo, Pincus y
Huancar, y se replegaron hacia la quebrada de Pachachaca.

Pedro de Cieza de León refiriéndose a estos acontecimientos anotó:


"...y como los moradores de ella (Andahuaylas) supieron su venida, se pusieron a punto
de guerra, animándose los unos a los otros, diciendo que sería justo dar la muerte a los
que habían venido contra ellos; y así saliendo por una parte que va a salir hacia los Aymaraes, los
Chancas con sus capitanes venían acercándose a ellos, de manera que se juntaron y tuvieron algunas
pláticas los unos con los otros, y sin quedar avenidos, se dio la batalla entre ellos; que, cierto, según
la fama pregona, fue reñida y la victoria estuvo dudosa; mas al fin, los Quichuas fueron vencidos y
tratados cruelmente, matando a todos los que podían a las manos haber, sin perdonar a los niños
tiernos, ni a los inútiles viejos, tomando a sus mujeres por mancebas. Y hechos otros daños, se
hicieron señores de aquella provincia y la poseyeron como hoy día lo mandan sus descendientes".

Pedro Sarmiento de Gamboa, en su Historia Indica, relata la irrupción


Chanca de la siguiente manera:

"En esta provincia hubo dos sinches ladrones, crueles y tiranos, llamados Uscovilca y
Ancovilca, que viniendo robando desde los términos de Guamanga, habían venido asentar al valle de
Andahuayllas y allí habían hecho dos parcialidades, Uscovilca que era el mayor y el más principal
instituyó su tierra y llamóla Hananchanca y Ancovilca hizo de la otra parcialidad llamándola
Urinchanca".

Establecidos los Chancas en Andahuaylas, tras la retirada de los Quechuas y


la sumisión de los remanentes, afianzaron su conquista formando una confederación de
pueblos bajo la autoridad de Uscovilca y Hancovilca. Cieza menciona, además, a Guaraca
y Huasco. Erigieron como capital política a Andahuaylas, dejando a Vilcashuamán como
cabeza de pueblos aliados hacia el occidente. Por entonces, según las fuentes históricas, la
Confederación Chanca se componía de las siguientes tribus o ayllus: Antahuayllas,
Uranmarcas, Utunsullas, Vilcashuamán, Pocras, Rucanas, Iquichanos, Huancavilcas y
Pillpichacas. De estos grupos, los dos primeros ocuparon la margen derecha del Pampas,
correspondiente a la actual provincia de Andahuaylas, subdividiéndose a su vez en cuatro
parcialidades cada uno. Correspondían a Antahuayílas: Argaras, Pincus, Curampas y
Huancaramas; y a Uranmarca: Urucanchas, Cayaras, Hancoayllus y Piscopampas.

El Inca Garcilaso de la Vega, aludiendo específicamente a las pobla-


ciones de Andahuaylas dice:

"Es gente rica y muy belicosa. Esta nación se llama Chanca, jáctanse descender
de un león y así lo tenían y adoraban por dios, y en sus grandes fiestas, antes y después de ser
conquistados por los reyes Incas, sacaban dos docenas de indios de la misma manera que pintan a
Hércules, cubiertos con el pellejo de león, y la cabeza del indio metida en la cabeza del león. Yo los vi
así en la fiesta del Santísimo Sacramento del Cusco".

Glosando esta cita, Luis E. Valcárcel afirma: "Estos chancas tenían por
progenitor a un felino y lo representaban en sus escudos y con su piel se vestían en sus fiestas
solemnes".

Desde el punto de vista arqueológico, se cuenta con alguna información


sobre diversos yacimientos ubicados en las provincias de Chincheros, Andahuaylas,
Aymaraes y Antabamba, aunque las investigaciones al respecto son muy limitadas. Entre
las principales referencias a los monumentos arqueológicos del área, deben mencionarse
las de Hemdon y Gibbon (1853), Markham (1856), Wiener (1880), Teodorico Olaechea
(1901) y Alberto Regal (1936).

En 1942, Hugo Pesce informó sobre diversas ruinas existentes en el valle


del río Chicha, el límite político sur desde 1873 de los departamentos de Ayacucho y
Apurímac, que asignó a los Chancas protohistóricos. John H. Rowe y Osear Núñez del
Prado, en 1951, reconocieron en Huayhuaca, colina ubicada encima de la actual ciudad de
Andahuaylas, cerámica Huari e identificaron el estilo local del mismo nombre. En 1960,
Antonio Centeno Zela, en su "Esquema prehistórico e histórico de la provincia de
Antabamba", presentó importantes datos sobre los monumentos arqueológicos de esta
provincia limítrofe con Arequipa. Sin embargo, es sólo a partir de 1970, con los trabajos de
Joel W. Grossman, Franz Meddens y Monica Barnes que se ha logrado estructurar una
primera secuencia cultural del área, asignada al territorio Chanca.

La más antigua ocupación del área Andahuaylas-Chincheros corres-


ponde al estilo Muyomoqo, del Periodo Inicial/Horizonte Temprano. Un fechado C14,
de 3430+-100 al presente, (1490 a.C.) data la fase inicial del estilo, caracterizada por sus
vasijas cerradas sin gollete, de paredes delgadas y pasta fina de color crema, sin o con
escaso temperante, y entierros humanos flexionados, presionados por dos grandes
piedras, que tienen como únicas ofrendas cuentas de lapislázuli y pequeñas láminas de
oro majado. La segunda fase corresponde al Horizonte Temprano, e incluye vasijas con
bordes engrosados y decoración ranurada sobre bandas prominentes dispuestas alrededor
del cuello de las vasijas.

El estilo Huayhuaca representa el estilo local del área, y podría fecharse


hacia el 1000 d.C. Entre sus formas representativas, destacan cuencos con labio recto y
base curvada, cubiertos con un engobe delgado, que varía entre anaranjado y amarillo, y
decoración pintada en forma de líneas cortas anchas, de color rojo, que se desprenden
del labio interior.

Algunas vasijas toscas de pasta de color rojo, asociadas superficial-


mente con cerámica Inca parecen fecharse en el Horizonte Tardío.

Los asentamientos posteriores al Horizonte Medio son muy numerosos


en los valles del Chumbao y Chicha, pudiendo mencionarse entre los principales,
incluyendo los registrados por Pesce, en la provincia de Andahuaylas: Incamonte,
Tunancancha, Cuncatacca, Huayrapata, en el distrito de Andahuaylas; Achanchi-chajchani,
en el distrito de Andarapa; Curamba o Intihuatana, Campanayoc, Yurachuaca, Pajchani,
Huascatay, Ccorihuairachina y Sirccaimarca, en Huancarama; Auquimarca, Qasapampa.
Charanqachayoc, Chumayoc, Chichaqasa, Chignajota, Tiankog, Huallpahuiri, Maucallacta,
Jerone, Ñaupallacta; Chichaccasa, Iglesia Chayocc (San Juan de Ayapampa);
Apuchontaya, Ajoccasa y Cullcuncha (San Juan de Charasaca), en Pampachiri.
Auquimarca, en Pomacocha, Maucallacta y Sullcahuillca, en San Antonio de Cachi,
Huachhuallhua y Sóndor, en San Jerónimo, y Ñaupallacta en Tumayhuamaca. En la
provincia de Chincheros: Pajainiocc-amancainiocc, Maucallacta y Curampa, en el distrito
de Ongoy; y, Pajairanra y Uranmarca, en Cocharcas.

Las casas están agrupadas y dispuestas alrededor de espacios abiertos, a


manera de plazas y entre extensas áreas de terrazas agrícolas, que siguen las curvas de
nivel. Establecimientos como Chignajota contienen hasta cien estructuras y numerosos
corrales. Qasapampa cubre unas 7 ha y tiene aproximadamente 70 estructuras de planta
circular u oval. Sin embargo, en este caso las entradas no presentan una orientación
definida, lo que hace suponer que el asentamiento se organizó, sin mayor planificación.
Asociado con esta población, se encuentra un cementerio con sepulcros en forma de nichos
tallados en la roca. Chumayoq evidencia una densa ocupación del Periodo Intermedio
Tardío; aquí todas las estructuras tienen planta redonda u oval y se asientan sobre terrazas
habitacionales cuya técnica constructiva difiere notablemente de la utilizada en la
edificación de las demás estructuras. En Huallpawiri e Iglesiachayoc, la arquitectura
predominante corresponde a edificios semicirculares y subrectangulares, en cuyos
interiores se encuentran numerosos nichos semitrapezoidales y paredes enlucidas con yeso.
En la superficie predomina la cerámica del estilo Huari.

La dominación Inca de la región parece no haber sido muy fuerte. Salvo


sitios como Ccoirihuairachina, donde resulta fácil distinguir la arquitectura Inca, e
Iglesiachayoc, con su ushno, y que fue reedificada siguiendo los cánones Inca, en el área
no se encuentra mayormente el característico arquetipo cusqueño. Esto puede explicarse,
no como una falta de dominio Inca, sino por la máxima reutilización de las estructuras
locales en lo posible, con excepción, naturalmente, de posiciones estratégicamente
importantes donde los Incas sí construyeron sus propios puntos de control en el clásico
estilo imperial.

1.10.3. Grupos étnicos vinculados al territorio Chanca / Huanca

De acuerdo con la información histórico documental en la antigua provincia de los


Angaraes–Lircay se asentó un grupo con características de reino independiente, conocido
con el nombre genérico de angaras. Su historia, al igual que la de los Huancas y Chancas,
está vinculada mayormente con el Horizonte Tardío. Sin embargo, todo hace suponer que
su existencia fue anterior a los incas. Algunas ruinas como las de Waillirca, en la provincia
de Lircay; Ricrapata, Coras, Alpas y Urumay, en la provincia de Acobamba; San Cristobal,
en Moya y Calapuchaca, en Huancavelica, podrían vincularse con este grupo.

a) Los Asto

De acuerdo a antiguos documentos coloniales sobre composición de tierras y


pleitos de indios, existentes hasta 1970 en la Notaría Pública de Julio Ruiz Pimentel, de
Huancavelica, las actuales provincias de Lircay, Acobamba y Huancavelica constituían,
hasta el siglo XVI, el territorio angara o de los angaraes. Después de la conquista, los
españoles, reconocieron a este territorio como una sola provincia, y la organizaron, hacia
1560, en cinco doctrinas: Acobamba, cabeza de la provincia; Lircay, Julcamarca, Acoria y
Conaica.

La doctrina de Acobamba se componía de los pueblos de Espíritu Santo Caja,


habitada por Angaraes y Quiguares del Cusco; Acobamba por Guaros de Huarochiri; Todos
Santos, por Angaraes y Andabamba, por Guaros.

La doctrina de Lircayestaba compuesta de los pueblos de Lircay, Uchuguayllay,


Angaraes, Atunguayllay, Guanca-Guanca habitada por indios chancas de Andahuaylas y
Callanmarca, habitada por indios mitmas de la provincia de Cajamarca.

La doctrina de Julcamarca se componía de los pueblos de Congalla y Julcamarca,


habitada por indios chancas de Andahuaylas y Pata, por indios Angaraes.

La doctrina de Acoria conformada por los pueblos de Añancusi, Pallalla, Chupaca,


Acoria y Huando, habitada por Angaraes de la parcialidad de Chacas.

Finalmente la doctrina de Conaica, constituida por los peublos de Cuenca, Moya,


Vilcabamba y Conaica, todos habitados por indios Angaraes del repartimiento de Astos.

El repartimiento de los Astos fue aparentemente un pequeño curacazgo


prehispánico de la etnia Angara y sobre su arqueología se han ocupado con detenimiento
Daniele Lavallée y Michele Julien.

El dominio Asto se extendía al parecer entre la margen izquierda del Mantaro, y


sus quebradas afluentes Jatunquinche, Totora y Yarjapampa, y el río Vilca o Huaricachi,
su afluente por la misma margen, con las quebradas Cachiri, Huajuto, Gegora y
Huajaranhuayoc, entre los 74°55" y 75°11" de L.O y los 12°21" y 12°30" de L.S., con
alturas entre 3000, 3600 y 4000 m s.n.m. que en la nomenclatura tradicional corresponde a
las regiones quechua y puna, aptas para la agricultura y el pastoreo, respectivamente.

Los principales sitios estudiados: Cuniare, Huaraqolaqay, Monterayoc, Laiwe y


Chuntamarca se caracterizan por asentamientos nucleados que se organizan alrededor de
plazas centrales. Las estructuras están constituidas exclusivamente por edificios circulares,
dispuestos en pequeños grupos ovales o en poligonal, encerrando un espacio libre. En
ninguna parte hay edificios rectangulares. El número de edificios por unidad varía de dos a
doce.

Las construcciones constan de una sola pieza con entrada única. Su diámetro
interior varía de 3 m a 6 m, siendo el promedio de 3,50 m a 4 m. Los muros de edificación
son del tipo pirca seca, opus emplectum, con relleno de cascajo. El espesor de las paredes
varía entre 50 cm y 60 cm. Aun cuando ninguno de los sitios ha mantenido la altura
original de sus paredes, ésta no habría sobrepasado los 2 m. Se desconoce el tipo de
cubierta y no se han encontrado evidencias que sugieran cuál fue. La puerta es estrecha, de
70 cm a 80 cm de ancho, con umbral de piedra. En las paredes no se encuentran huellas de
ventanas u hornacinas. El piso interior es de tierra apisonada, y en algunos hay evidencias
de fogones.

Una constatación final surgida de los análisis de polen indica que la frontera
agrícola en esta área ha sufrido un retroceso en los últimos 500 años, como consecuencia
de las modificaciones climáticas. En este aspecto, es interesante comprobar que el cultivo
del maíz alcanzaba entonces alturas mayores que la actual.

1.10.4. La leyenda de la guerra de los incas contra los chancas

Si bien los movimientos de los ayar y la gesta de Manco Cápac se relacionan con
los inicios y el estabñleciomiento del grupo inca en el Cusco, el de la guerra contra los
chancasb se refiere a los comienzos de la grandeza inca, ambos mitos narran etapas bien
definidas en el desenvolvimiento del Estado. El primero señala sus irígenmes y sus
esfuerzos poara hacerse de un ligar en el valle, el segundo, la forma cómo rompieron el
círcilo de poderosos vecinos y cambiaron a su favor el equilibrio existente hasta entonces
entre las macroetnias.

Estas narraciones contienen un fondo de sucesos verídicos encubiertos por la


leyenda. No se puede dudar de el que mito de Manco representa un movimiento de grupos
étnicos qu8e llegaron a Acamama, pequeño villorio ocupado por otros pueblos. La leyenda
de la guerra contra los chancas responde a la necesidad que tuvieron los incas de explicar
su realidad, es decir de contar los acontecimientosque desataron la expansión incaica.

Si no otorgan una seguridad en el desarrollo de los hechos, por lo menos la leyenda


ofrece una versión andina de los posibles acontecimientos. Por otra parte, algo debió
ocurrir en el Cusco para favorecer el auge inca, pues tenemos la plena seguridad de
la existencia de su Estado ´por lo que vieron y describieron los españoles. De allí que su
historia esté dividida entre el mito y la realidad.

También es obvio que el poderío incaico no se forjó solo, una serie de factores
positivos se aunaron para facilitar su engrandecimiento, a la par que una élite de hombres
capaces supieron aprovechar de las circunstancias para la creación del Tahuantinsuyo.

Cuando se trata de las conquistas incaicas debemos aclarar que, según las
evidencias arqueológicas onocidas a la fecha, su expansión databa de poco más de unn
siglo antes de la llegada de los europeos.

Tanto cierza de León (1943) como Castro-Ortega Morejón (1973) , en su relación,


afirman que los incas eran “modernos” en el panorama andino, es decir que su auge no se
perdía en la noche de los tiempos, incluso ellos mismos así lo reconocían.

De la misma manera en que los incas trataban de imponerse y de dominar a sus


vecinos, la macroetnía de los chancas, situada en la región de los ríos Pampas y
Pachachaca, aspiraba también a la expansión territorial, y sus conquistas la habían
conducido al sur de sus dominios, a la región de Andahuaylas.

Debido al carácter legendario de la guerra contra los chancas no podemos asegurar


cuando tuvo lugar. Es posible que desde las épocas enteriores se haya dado inicio al
enfrentamiento entre las dos etnías que concluyó con el asedio al Cusco y la total derrota
chanca, unas cuantas generaciones antes de la aparición de los hispanos.

La crónica de Batanzos contiene la información más detallada sobre las guerras


definitivas entre incas y chancas, cuyas hazañas él adjudicaba al príncipe Cusi Yupanqui,
convertido más tarde en el Inca Pachacutec. Su relato tiene todas las apariencias de un
trozo de cantar indígena, y es posible que Betanzos tuviese acceso a la tradición oral de la
panaca de Pachacutec a través de su mujer, la Princesa Añas Kollke, hermana de
Atahualpa, perteneciente ambos hermanos al linaje de ese inca.

Esta ñusta había sido concubina de Pizarro de quien tuvo un hijo llamado
Francisco, como su padre. Después de la muerte del Marqués se cdasó con Juan de
Betanzos, experto quechuista e intérprete oficial en el Cusco. Es natural suponer que tiuvo
largas conversaciones con los parientes de su mujer, y que fueron ellos sus informantes
cuando en Virrey Antonio de Mendoza le ordenó escribir una relación que terminó en
1551.. Su obra permaneció inédita, y parte de ella se ha perdido, es probable que Sarmiento
de Gamboa, cuando redactaba su propia crónica, consultase el manuscrito de Betannzos.
Esta aclaración es necesaria para explicar por qué usamos de preferencia los datos de este
cronista, piues interesa examinar parte de un posible cantar inca.

Las chancas de acuerdo con sus mitos, señalaban cono su pacarina o lugar de
origen a la laguna de Choclococha. El nombre de Choclococha surgió, según Murúa
(1942, lib. 4, cap. VII), cuando en una batalla entablada entre los huancas y los huamanes
quedaron derrotados los huancas, quienes en su precipitada huida hecharon sus cargas de
maíz a la laguna, llamada antiguamente Acha. En el verano siguiente un excesivo calor
secó la laguna, y las semillas germinaron produciendo tiernos choclos. Desde entonces la
laguna se conoció con el nombre de Choclococha, tal como se le conoce actualmente. El
lugar está cercano al pueblo de Castrovirreyna, a una altura de 4,950 m.s.n.m.

Otra leyenda relacionada con la misma laguna, es mencoionada por Arriaga (1968).
Según él, durante la procesión de Corpus los indígenas llevaban en unas andas “dos
corderos de la tierra” que sacrificaban a las dos lagunas: Chclococha y Urcococha,
diciendo que las llamas tuvieron allí su origen.

Al igual que los incas, el grupo chanca comprendía varion ayllus divididos también
en dos bandos: hanan y hurin. Los pertenecientes a la mitad de arriba decían que su jefe
mítico era Uscovilca, mientras que los del bando de abajo consideraban a Ancovilca como
su antepasado, y ambos personajes, como ídolos, en forma de piedras o guanca eran
llevados a sus guerras (Sarmiento de Gamboa, 1943, cap. 26).
Antes de mencionar los diversos ayllus que componían la etnía de los chancas
veremos el significado del apelativo. El diccionario de Bertonio (1956) contiene la palabra
cchancca, hilo de lana. Gonzales Holguin (1952) en su diccionario quechua menciona:
chanca zzzapa, bambolearse, andar temblando; chancani o zzanzzani, ir saltando; chanca
pierna. Según Recaredo Pérez Palma (1938), chanca es la parte del cuerpo en que se unen
las extremidades y el sexo.

¿Serían los propios chancas quienes se llamaran con esa cvoz, o sería un apodo
dado por los quechuas de Andahuuaylas o por los cusqueños por su forma de caminar?.
Los chancas de Andahuaylas parecían ser parientes cercanos de los demás grupos que
habitaban en la actual provincia de Ayacucho. Garcilaso (1943, lib, 4 cap. XV) que
comprendía el grupo de los chancas, según él eran: los hanco-huallus, los utunsullas y los
urumarcas, habitantes del valle del rio Pampas; los vilcas, de la meseta que está sobre la
orilla izquierda del mismo río; los pocras, de los valles que circundan la actual ciudad de
Ayacucho; los iquichanos, de las montañas al norte de Huanta; los morochucos de
Cangallo y, por último, los tacmanes y los quiñuallas que vivian entre Abancay y la
cordillera nevada.

Navarro del Aguila (1930), en su libro Tribus de Ankco Wallock da a la


confederación chanca mayor extensión territorial pues los ayllus con los huancas, y otorga
mayor importancia a los ayllus pocras. Si bien los chancas formaron quizás parte de una
mayor confederación de grupos, no cfreeemos que los demás componentes de la supuesta
macroetnía participaran en el ataque al Cusco, de ser esto cierto, las pocas fuerzas
cusqueñas no hubieran podido resistir la embestida. Además Betanzos señala una
dispersión de los efectivos chancas hacia otras regiones, lo que demuestra la escasa
cohesión de sus ejércitos; parecieran, más bien, haber sido hordas dedicadas al pillaje.

Se puede plantear la hipótesis de que los chancas, dado su carácter indómito y


belicoso, fueran quizá loss responsables de la desintegración del gran centro wari, y los
principales culpables de su deterioro.

Durante el gobierno de Viracocha, los chancas salieron de sus tierras decididos a


conquistar el mundo, partieron de Paucaray, su pueblo principal, situado a tres leguas de
Parcos. Según la usanza andina, dividieron su ejército en tres partes, una de ellas tomó la
ruta hacia el Cuntisuyu, teniendo por jefes a Malma y a Irapa o Rapa, quienes
representaban las mitades organizadoras de arriba y de abajo. El segundo ejército se dirigió
también al Cuntisuyu, aunque Sarmiento de Gamboa afirma que fue al Antisuyu; sus
generales fueron Yana Vilca y Toquello Vilca o Teclo Vilca. El tercer grupo tomó la ruta
más directa al Cusco, y era conducido por Tomay Huaraca; también llevaba consigo a
Huaman Huaraca que era el encargado de negociar la rendición del Inca (para un análisis
de los apelativos de los jefes chancas, ver Rostoworoski, 1953).
Llegados los chancas a Vilcacunga, enviaron sus emisarios al Cusco anunciando su
intención de someter a los incas. Viracocha atemorizado por la noticia decidió abandonar
la ciudad a su suerte y marchó a refugiarse en el fuerte Caquia Xaquixaguana. Con
Viracocha partieron sus dos hijos, Urco y Socso.

La narrativa de Betanzos cobra aquí el tono de los largos cantares de la tradición


oral, sin dejar de lado cierta semejanza con los relatos épicos medievales. Cusi Yupanqui
envió a los tres señores que quedaron con él a que buscasen ayuda entre los curacas
vecinos, quienes, por temos a los chancas y por las pocas fuerzas incaicas denegaron el
socorro. Los escasos efectivos cusqueños forman parte de las expresiones míticas, pues el
triunfo posterior aumentó la grandeza del héroe.

La leyenda narra que estando solo y muy acongojado por la situación, el virtuoso
joven Cusi Yupanqui se quedó dormido, y en sueños se le apareció la imagen del dios
Viracocha quien le profetizó su próxima victoria (esta parte del mito tiene un marcado
sabor europeo, pues la tradición andina mandaría ofrecer cuantiosos sacrificios a una huaca
para así obtener de ella un oráculo). Al día siguiente después de este sueño, aparecieron los
chancas sobre el cerro Carmenca y bajaron en atropellados escuadrones dando voces y
alaridos (ver Hernandez y Otros, 1987)

Según Cieza, los defensores de la ciudad habían cavado grandes fosos recubiertos
de ramas y tierra donde, en su apresurada carrera, fueron cayendo los chancas. Sarmiento
de Gamboa (1943, cap. 27) habla de la ayuda proporcionada por la Curaca Chañan Curi
Coca, perteneciente a los ayllus de Choco y Cachona, quien al frente de su ejército rechazó
el ataque enemigo.

El mito da cuenta de la milagrosa intervención de los pururauca en el momento


crítico de la lucha, y de cómo esas simples piedras cobraron vida y se transformaron en
fieros soldados respojnsables de la victoria de los incas en el momento más angustioso del
encuentro (Santa cruz Pachacuti, 1927; Cobo, 1956). La fama de los Pururauca alcanzó
gran difusión entre los enemigos de los incas, y en ciertas ocasiones los curacas se
rindieron solo ante el temos de enfrentar a tan aguerrido ejército.

Mientras tanto Cusi Yupanqui y los siete jefes “hermanos” lograron detener la
embestida chanca y, aprovechando la situacion, el joven príncipe se lanzo hacia sus
enemigos para apoderarse del ídolo o guanca que representaba a Uscuvilca, y de su
unancha o estandarte. Los chancas, viéndose sin su mallqui se dieron a la fuga y no se
detuvieron hasta llegar a Ichupampa. Los sinchi o curacas vecinos que aguardaban el
resultado de la batalla apostados en las alturas cercanas al Cusco, abandonaron sus puestos
para unirse a las victoriosas fuerzas cusqueñas y perseguir a sus enemigos.
Para Sarmiento de Gamboa (1943, cap.28), el segundo encuentro contra los chancas
tuvo lugar en Ichupampa, esta vez los efectivos cusqueños fueron engrosados por los
ejércitos de los curacas vecinos deseosos de plegarse a los victoriosos incas. En el
encuentro perecieron los dos jefes chancas y la desordenada desbandada de sus huestes
permitió a los incas reunir un cuantioso botín, suceso de gran trascendencia para el
desarrollo del encumbramiento cusqueño, como lo veremos más adelante.

Después de la victoria consequida por Cusi Yupanqui, según detallada narración de


Betanzos, el joven vencedor acudió al lugar donde se encontraba el Inca Viracocha para
que, de acuerdo con la usansa andina, el soberano pisase el despojos de las derrotadas
chancas en signo de conquista. Grande sería el desconcierto del Inca al ver tendido en el
suelo a los humillados chancas; sin embargo, se negó asumir el acto de triunfo y quiso que
fuese Urco el que se pasease sobre el botín obtenido. La pretensión de Viracocha disgustó
a Cusi Yupanqui, quien fue entonces alertado por un capitán suyo de la preparación de una
emboscada contra su persona y de la salida sigilosa de tropas de Viracocha de la fortaleza
en donde se hallaba hacia un destino desconocido.

Dada la situación, Cusi Yupanqui ordenó que sus efectivos se dividieran en dos
partes, una se quedaría con él, y otra seguiría a la gente de Viracocha para averiguar si se
trataba de una emboscada oi si marchaban al Cusco con el fin de iniciar algún movimiento
contra Cusi. Mientras tanto Viracocha aguardaba a Yupanqui en un aposento con los
sometidos jefes chancas tendidos en el piso, pero Cusi temerosos de una traición entró a la
callana rodeado de sus hombres bien armados. Al insistir Viracocha en que fuese Urco
quien asumiera el triunfo Yupanqui decidió recoger el botín y retornar al Cusco. En el
camino fue atacado por la gente de Viracocha cuando pasaba por un desfiladero pero,
advertido, la emboscada fracasó. Y el joven hizo su triunfal ingreso al Cusco.

2. EL ESTADO INCA: PRESENCIA EN LOS ANDES


2.1. Estado Andino y Tawantinsuyo

El Tawantinsuyo ha sintetizado todo un proceso de miles de años en la


evolución de las culturas andinas4. Sin lugar a duda que, la etnia de los Inkas, logró
asimilar las formas organizativas de sus etnias antecesoras, y las aplicaron en el sistema
que implantaron en todo el territorio que gobernaron (Espinoza 1997: 09) (Rostworosky
1992: 21). Por ello que hablar de su forma organizativa, es hablar también, intrínsicamente,
de la organización de los estados andinos antecesores al Tawantinsuyu, en principal del
Tiwanaku.

Es necesario tomar en cuenta lo que Espinoza (1997: 483) nos plantea en


relación a la etnia de los Inka: “...la razón era una sola: el deseo incontenible de restaurar

4
Waldemar Espinoza sostiene que es el fruto de un largo y fecundo proceso cultural, cuyos antecedentes
remotos arrancaron aproximadamente hacía dieciocho mil años antes de Jesucristo.
o reconstruir el etado poderoso que gobernaron sus antepasados de Taipicala, estado
destruido por los aymaras”.

Antes de la llegada de la etnia de los Inka 5, el actual <Cusco> estaba


habitado por grupos étnicos que le hicieron resistencia a la etnia extranjera, estos fueron:

LOS WALLA: Al parecer son los más antiguos habitantes del <Cuzco>, vivían en
los terrenos del Aynapata en las faldas del cerro, al oriente de <Cuzco>, camino a Charcas.
Su aldea principal se llamaba Pachatusán. Su jefe (Sinchi ) a la llegada de los incas, era
<Sinchi Apo Cagua>.

LOS SAWASERA: Procedían de Sutiqt’uqu (Masca Paruro). Habitaron lo que


seria la parte principal de <Cuzco>, luego el <inticancha> (luego Qurikancha). Su Paqarina
estaba en Paqariqtambu; llegando al <Cuzco> cuando ya estuvieron los Walla.

LOS ANTASAYA: Procedían de las pampas de Anta. Se ubicaron en la parte


norte (actual monasterio de Santa Clara) hasta <collcampampa>. Llegaron comandados por
su jefe <Quisco> (ave agorera). Dicha presencia y llegada dio ocasión para nombrar
<Cuzco> al paraje.
LOS AYARUCHU (ALKAWISA) Aseguraban proceder del Paqariqtambu (Masca). Su Paqarina
era kapaqt’uqu, siendo su jefe que los comandaba Ayar Uchu. Se establecieron en Pumamarka, La
etnia de los Incas los denominaron <Alkawisa>; pero antes de Alkawisa se les llamaba <araira
Ayllu Cuzco callán>.

Tuvieron jefes como <Apomayta> y <columchima>, éste administraba cuando


llegó el grupo de <Manco Capac>.

La estatua de <Ayar Uchu> estaba en la Waka de <Huanacauri>, al sur del


cuzco, se supone que desde alli son sus posesiones.
<Acamama> fue un ayllu <Ayaruchu>; a la misma que se le había dado el apelativo
de <Cuzco>.

LOS LARES Y POQUE: En realidad no hay, casi ninguna, información acerca de


estos grupos; sólo indican que se ubicaban al oriente del <Cusco>. Las fuentes españolas
las denominan Nación <Lare> y Nación <Poque>”.

Se conoce, también, a través de las fuentes escritas que, existió un reino que se opuso
fuertemente a la etnia de los Inkas, hasta, por lo menos, antes del establecimiento del gran
Tawantisuyu, hecho por Pachakutiq. El estilo de cerámica que practicaron estos ha sido
denominada <killke>. Nos referimos a los:
<AYARMACA> y <PINAGUA>: Primero partamos de que algunos las consideran
dos reynos diferentes, pero, entre otros Espinoza, considera que es una sola: <Ayarmaca>

5
Waldemar Espinoza Soriano, sostiene que esta etnia migrante, serían los sobrevivientes de TAYPIQALA
(ahora llamada Tiwanaku). Etnia que fue destruida y perseguida por los aymaras, venidos Tucumán y
Coquimbo, que invadieron sus territorios ubicados en la altiplanicie lacustre. Esta etnia estaría compuesta por
la élite sacerdotal sobreviviente, que correspondía al Urintaypiqala, puesto que la élite del Anantaypiqala
habría sido aniquilada. Quien dirigía este grupo migrante se llamaba <Apo tambo> (Espinoza 1997: 36-46).
(Anan) comprendía desde <Quiquijana>, por el sur, hasta <jaquijaguana> (pampas de
Anta) y <Ollantaitambo>. A su jefe se le denominaba genéricamente <Tocay Cápac>.

<Pinagua> (Urin), Mandó sobre Noroeste, su territorio era desde <Quiquijana>


hasta <Quispicanchis>. Su jefe era denominado genéricamente <Pinagua Cápac>.
Posiblemente fueron llamados por el Inka como <Ayarauca>.

El orden e ocupación del paraje, futuro <Cusco> habría sido, primero los Walla,
seguido de los Sawasera, posteriomente los Antasaya y luego los Ayaruchu. No es posible
determinar en qué momento los <Poque> y los <Lare> ocuparon este espacio (Espinoza
1997)
<Acamama>, la que sería la futura capital del Tawantinsuyu, estaba dividida en
cuatro sectores, los mismo que reflejan, de por sí, un ancestral entendimiento
cmsmovisional de dualidad y complementaria (Espinoza 1997) (Rostworoskyb1997):

1. <Quinticancha> (Picaflor)
2. <Chumbicancha> (Tejedores)
3. <Sairecancha> (¿Tabaco?)
4. <Yarumbuycancha> (¿?)
Hay una coincidencia entre los historiadores en la denominación de los cuatro
sectores, pero sólo coinciden en el significado de tres de ellos, para el cuarto sectores no es
posible encontrar un significado entre estos estudiosos. Rostworosky sostiene que era una
sector donde se mezclan gentes de diverso origen étnico, principalmente quechuas y
aymaras (Rostoworosky 1992b: 25).

2.2. Los incas y sus panakas

A cada gobernante Inka le correspondía una Panaka6. A éstas se les asignaba tierras,
y todo aquello que en vida era del Inka gobernante. Así tenemos a continuación la relación
de Inkas y las Panakas que generaron (Espinoza 1997: 47 - 104 ) (Rostworosky 1992b:38):

INKA PANAKA
Hurincusco
<Manco Capac> <Chima Panaka>
<Sinchi Roca> <Raura Panaka>
<Lloque Yupanqui> <Aguanin Panaka>
<Maita Capac> <Usca maita Panaka>
<Capac Yupanqui> <Apo maita Panaka>
Hanancusco
<Inca Roca> <uicaquirao Panaka>
<Yahuar Huacac> <Aucalli Panaka>
<Viracocha> <Socso Panaka>
<Pachacutec> <Hatun Ayllu Panaka>

6
PANAKA: “Se formaba con los descendientes de ambos sexos de un Inka reinante, y excluía al que asumía
el poder. (...) tenía por obligación conserva la momia del gobernante fallecido y guardarel recuerdo de su
vida y hazañas a través de cantares... “(Rostowosky 1992b: 35-36).
<Tupac Yupanqui> <Capac Ayllu Panaka >
<Huayna Capac> <Tumebamba Panaka>

Es necesario tener en cuenta que, la momia del primer Inka, <Manco Capac>, según
Espinoza (1997), fue enviada al templo de la isla Titikaka, así como la de su esposa
<Mama Ocllo>, que fue enviada al templo de la isla Coatí del Mamaquta o Pukinaqucha
(hoy Lago Titikaka).

2.3. La posible estructuración social del Tawantinsuyu


Hay varios estudios al respecto, intentamos sintetizar estos, teniendo en cuenta es
necesario mayores trabajos.

I.- La élite: La familia real tenía un origen divino, hijos del Sol7. A este esquema
correspondían:

a) El Inka o Sapainka. Tenía el mismo rango el Sacerdote del Sol (Inka del Urin) y la
Coya.

b).- Las Panakas o Ayllus reales, integrado por los descendientes de los soberanos, dentro
de los cuales se seleccionaba a los mandos militares, administrativos.

1.- Los Inkas de privilegio. Dado, principalmente, por Pachakutiq, a la nobleza de las
etnias aliadas al Tawantinsuyu en sus guerras; los que desempeñaban también cargos.

2.- La nobleza de las nacionalidades derrotadas.

I.- El sacerdocio El Inka del urin era el gran sacerdote. En general el grupo sacerdotal,
encargado del cultocsolar, componía una casta específica.

II.- Inkas simbólicos El Inka (de sangre) elevaba a Inkas simbólicos a los curacas o
jefes de las etnias aliadas, y etnias, que le permitieron sostener sus largas guerra de
expansión. Quedaron permitidos de celebrar el WARCHIKUY; incluso algunos ayllus,
como Inkas simbólicos, fueron señalados para cumplir funciones en la organización
política y administrativa del estado

III.- Artesanos Entre éstos había, al parecer, categorías y status. Los expertos y más
antiguos, frente a los novatos, los que servía al Inka, frente a los que trabajaban por su
cuenta, los orfebres y plateros, frente a los alfareros, ojoteros, etc.

IV.- Mercaderes Eran los que operaban y controlaban, principalmente, el comercio del
MULLU y de las CARACOLAS COLORADAS. Estaban exonerados del ayni, minqa y
mitas, aunque pagaban tributos a sus curacas y al estado, pero en especies. Por su
condición de viajeros y conocedores de lenguas eran usados como agentes, y hasta espías.

7
En la mitología de la zona de Pachacamaq se dice que el sol hizo caer tres huevos: uno de oro, uno de plata
y el uno de cobre; de los cuales nacieron los habitantes en el siguiente orden: del huevo de oro nacieron los
nobles (curacas), del huevo de plata nacieron las mujeres de la nobleza, y del huevo de cobre los Atún Runa.
V.- Los Hatun Runas Eran los habitantes que componían los ayllus. Eran de vida
eminentemente rural. Constituía la mano de obra indispensable, a través de turnos, la que
era recompensada. Dentro de esa categoría también había diferencias.

VI. El Ejército Por sus servicios recibían tierras del Inka y que, progresivamente, iban
obteniendo influencia.

VII.- Los Yanakuna y los Yanayacu Personas que tenían la condición de SERVILES
en beneficio de los grupos de élite. La conformaban los prisioneros de guerra, los que
heredaron esta condición, los que fueron nados por el Inka a guerreros y otros.
Desempeñaban trabajos de toda índole pero en lo esencialserviles en las labores
domésticas, pastoriles y agrarias. Al igual que el resto, al interior de estos también había
categorizaciones; por estar aislados de sus ayllus de procedencia, no se les repartía tierras y
se casaban entgre yanas.

2.4. División territorial y poblacional.

El sistema de división funcionaba en relación a sayas, estos estaban basados en la


delimitación de áreas tomando como principio la oposición y la complementariedad, que
en términos generales eran Hanan (Arriba) y Hurin (abajo), y, también <Icho> Izquierda) y
<allauca> (derecha) formando una división dual en todo el ámbito andino. Todos los ayllus
comprendían esta partición con un sentido de oposición relativa.

Desglosemos esta forma organi<ativa: El Tawantinsuyu de dividía en cuatro suyus


(cuyo jefe encargado se denominaba <Apo o Suyuyuc-apo>): <Collasuyu, antisuyu,
contisuyu y chinchaysuyu>, estas estaban compuestas de WAMANÍS o grandes provincias
(Estaban a cargo de los < Apo o Suyuyuc-apo >). Los WAMANÍs, a su vez estaban
divididos en SAYAS o sectores (los jefes se denominaban <Tocricoc>), estas sayas
comprendían un número variable de ayllus (suyos jefes se denominaban <curaca>).

Las familias de los ayllus eran agrupas siguiendo el sistema decimal. Así, quedan
agrupados según el caso: 100 familias denominada pachaka, cuyos cabeza de familia se
llamaba <purej> y su jefe <pachaca-curaca>. Los ayllus de 500 familias se denominaban
<pichca-waranaka>, y su jefe <pichcawaranaka - curaca>; las unidades de 1 000 familias
WARANKA y su jefe <Waranka-curaca>; y la de 10 000 familias <huno>, y su jefe
<huno-curaca>.

2.5. La propiedad y posesión de tierras


Existía, diversos tipos de tierras, para uso agrícola, sobre las que se ejercía derecho,
y según su aprovechamiento se dividía en:

1. Del estado
2. Del Inka (Sapainka), como patrimonio suyo.
3. De las Panakas o ayllus de la realeza cusqueña.
4. De los ayllus. De tipo colectiva.
5. Del culto, a cargo de los sacerdotes.
6. De la nobleza regional y local (curacas).

a).- Parcelas de usufructo a cargo de <Yanaconas> y <Yanayacos> en tierras del estado,


del Sapainka, del culto o de curacas.

b).- Lotes en usufructo a cargo de Pinas, pero únicamente en los aledaños a cocales del
estado u del sapainka.

Es necesario recordar que, hubieron grupos que no gozaron de alguna forma de


posesión de tierra, entre ellos tenemos a kis Uru del <Collao>, a los <Chango> de la
playas de Arequipa a Chile, y a los <Moyo> en Caracara, Potosí.

A esta posesión de tierras debemos añadir el uso de diferentes recurson y sus


beneficiarios:

I. Los pastizales, para pastoreo y ganado, seguían el mismo orden de distribución


que el de las tierras agrícolas.
II. Las minas pertenecían al estado Tawantinsuyano.
III. Las aguas eran de uso comunal.
IV. Los bosques y las salinas eran de uso comunal e interétnico: público.
V. Las islas guaneras le correspondían a las etnias frente a las que estaban

2.6. RELIGIÓN Y CULTURA QUECHUA – AIMARA


2.6.1. La religiosidad en el Tawantinsuyo
Se conoce que hubo una serie de dioses, los mismo que no fueron impuestos
de la noche a la mañana por la etnia Inka, sino que tienen una larga data pre – Inka.
Veamos algunos:

Wiraqucha. Es un Dios Panandino, posiblemente se difundió, según algunos


historiadores, desde el Horizonte Medio. Es posible que, revisando los mitos, su culto se
difundió de Sur a Norte, y coinciden los etnohistoriadores en afirmar que es un Dios de
claro origen Puquina. Fue el Dios principal de la espiritualidad ancestral del espacio
andino. Le edificaron templos como: Kacha, Urkus, Kiswarkancha en el Cusco, y
Amaybamba, waypar, Chukichaka y Tambu.

Dios ordenador, cuya función principal fue la de indicar o señalar el rol y las
funciones que debían cumplir los hombres, animales y vegetales, en la Tierra. Según la
ancestral tradición Puquina creó a Willka8y a Killa, que son sus hijos.

Tunupa Dios de origen altiplánico, propio del <Collao> y, posiblemente, de la zona


de Arequipa y Moquegua. Es un Dios ligado al Rayo y a los Volcanes. Deidad que

8
En el Aymara más antiguo. Su traducción el Sol. Podemos encontrar su empleo en mucho nombres del valle
Sagrado, por ejemplo: <Vilcanota> que debería ser Willkanuta, es decir el rio solar o el río del Sol. En el
que quechua se le denomina Inti, forma con la cual a trascendido y llegado hasta nosotros, perdiéndose su
forma original Willka.
controlaba y gobernaba a los volcanes y los aluviones. Según el mito Tunupa tuvo dos
ayudantes o enviados, o quizá sólo uno: Tarapacá y ¿Taguapaca?.

Inti Según el estudio de especialistas es el Dios privativo de la etnia Inka, del que se
consideraban descendientes. Se le consideraba como fertilizador de la Tierra y por ser
eterno. A las etnias que lo tenía por dios principal se les ha denominado como culturas
Solares. La imagen que representaba al Inti en los templos de <Cusco> se llamaba
P’unchaw, que estaba confeccionada completamente en Oro. Se dice que tenía la forma de
un niño con la parafernalia parecida a la de los señores Inka.

Killa Diosa, algunos estudiosos la denominan como hermana de Inti. Era considerada
como la señora el Mar, de los Vientos, del parto de las mujeres.

Qun Dios, que en otros espacios se le llamaba <Catequil>, <Libiac>, <Illapa>,


<Chuquilla>, <catuilla> e <intillapa>. Se le atribuía el control de las tempestades. Se le
figuraba como un varón residente en el Cielo, que con su honda y porra hacía tronar y
llover; con esto queda claramente evidenciada su relación deífica como dios de las lluvias
y las tempestades.

Pachakamaq Se le considera como la divinidad que daba {animo y movimiento a la tierra,


de ahí es que se le relaciona como controlador de los fenómenos sísmicos (Rostworosky
1992a). Está relacionado al culto nocturno, y a decir de Rostowrosky con el culto Lunar, a
diferencia de Qun que es un culto Solar.

Pachamama Diosa encargada del mantenimiento y protección de la humanidad, gracias a


ella era posible la producción y su fecundidad era inagotable. Era la Diosa de la fertilidad.
En respeto a ella se Ch’alla y se T’inka. Se le ofrece mesas, llamadas pagos, como ofrenda,
esto por diversos motivos y, según ello, diferentes fechas y horas.

Mamaqucha Diosa encargada de proteger a la humanidad, y a su vez, en otras versiones


es el origen de la humanidad.

Achachila o Wamaní o Hirka Deidad que mora en los cerros o montes más altos. Es una
entidad controladora de los fenómenos meteorológicos. Es considerado también el
protector de un determinado grupo o etnia.

Apacheta Son una especie de altar a la Pachamama y a los Wamaní, ubicada en


lugares de gran altura

Paqarina Cada grupo étnico tenía y conocía el lugar de su origen al que denominaban
Paqarina, la misma que podía ser un cerro, un puquio, manantiales, lagunas, cráteres,
cuevas, huecos en árboles. Pero todas estas Paqarina de los diferentes grupos o etnias, en la
totalidad del espacio andino, se creían que estaban comunicadas con la Paqarina Mayor, la
del Lago Mamaquta o Pukinaqucha (llamada Titikaka por los españoles) (Espinoza 1997:
462).
La estructura de sus pachas está diseñada de tal manera que presenta el siguiente detalle:

El Hanan pacha o espacio de arriba, en la cual moran las divinidades más importantes. Es
el espacio y tiempo infinito.

El Ukhu pacha o espacio de abajo, en el que moran otros dioses, que no necesariamente
están ligados a lo negativo, ni mucho menos diabólico 9. Es el espacio y tiempo infinito; y,
a su vez, básicamente físico.

El Kay pacha o espacio de aquí, en el que mora el hombre, done debe realizarse todas las
cosas para estar en bien con los dioses.

El Auki pacha o el gran regente que unifica los otros espacios haciendo de ellos una
unidad. Es el espacio y tiempo infinito, y, básicamente, energético y espiritual.
Como se puede ver, continúa la composición cuatripartita, su composición de
complementariedad y dualidad

2.6.2 La función dual en el sacerdocio del Tawantinsuyu


Por su característica de complementariedad y dualidad, como ya lo hemos anotado,
también se diferenciaban las funciones en el culto. Así, existía Un Paqu y un Laica. El
Paqu tiene el acceso a “trabajar” con las entidades sobrenaturales, invocando a sus
espíritus, principalmente a los Wamaní, pudiendo, también manipular determinadas
energías en sentido positivo (trabajar con entidades positivas), y de bienestar para el
hombre. El Laica, tiene las mismas características que los Paqu, con la diferencia que
“trabajan” con entidades negativas que, por lo general hacen daño al hombre. Como se
observa, la religiosidad y función religiosa es también dual y complementaria.

2.6.3 Resistencia anticolonialista


No cabe duda que, desde la llegada de los españoles a nuestro territorio, el poblador
andino a tenido que lidiar con múltiples situaciones generadas por la constante ambición y
etnocentrismo occidental. Seguramente puede enumerarse una serie de ejemplos de
usurpación, explotación, expoliación, genocidio y etnocidio 10, pero no es nuestro
propósito, sino intentaremos dar algún ejemplo de cómo nuestra cultura ancestral, a partir
de la llegada de los españoles, ha tenido que disfrazar, enmascarar y ocultar su ritualidad

9
Veamos este relato para entender algo de esta concepción “Qun, Deidad del fuego, desordenado, travieso y
descuidado, destruía los sembríos y mataba a los animales que criaba la humanidad; Wiraqucha, deidad
suprema, se compadece de su humanidad y determina que Qun sea capturado y confinado a los
profundidades de la tierra, como castigo al daño que hacía a su gente. Cuando Qun es capturado, es necesario
que alguien se encargue de su custodia, alguien que le dé tranquilidad y seguridad a Wiraqucha en esa
responsabilidad; por ello recurre a SUPAYA o SUPAY (descrito como anciano de faz muy arrugada y
temible, apoyado en un bastón de corteza de árbol), quien es encargado para tal función. Desde ese momento,
el hombre andino, le rinde reverencias y ofrendas a SUPAY por su gran responsabilidad de evitar que la
humanidad sufra desgracias por culpa de Qun”.
10
Este etnocidio a conducido a la desaparición de muchísimos grupos étnicos que sólo existen en los
registros escritos y la tradición oral (acaso ésta ya extinta), es más, en nuestro tiempo, ya no es posible hablar
de etnias puras, al menos en nuestro riquísimo espacio andino altiplánico.
antigua, para evitar sea “extirpada” completamente, que al final deviene en un sincretismo
sumamente importante que da fe de la resistencia ancestral andina.

No es insulso recalcar aquí que, la comprensión que debió de darse entre los
originarios del Ande y los europeos, no fue fácil, ni actualmente los es; debido a que tanto
uno y otro correspondían a mundos diferentes, ajenos y opuestos

Lo dicho nos exige un primer esclarecimiento en cuanto a la realidad de los


españoles llegados al Ande. La psicología de éstos en el siglo XVI estaba marcada por las
consecuencias de las guerras de reconquista de los territorios de España que estaban en
manos de los moros (España musulmana); por tanto, su preocupación estaba centrada en
formar mentalidades y caracteres fuertes e impermeables a la prédica de otras culturas que
le fueran de amenaza. A ello, es necesario añadir que “en la España del siglo XV se vivió
más bien un tardío florecimiento de un regazo cultural medieval, circunstancia que se
percibe en los hispanos llegados a los Andes” (Rostworosky 1992a: 162).

Es decir que, el renacimiento italiano, puente entre el medioevo y la modernidad en


muchos países de Europa no fue el mismo en España, mucho menos en América,
manifestándose en la religiosidad española (Weckmann 1984), la misma que estaba
marcada por el fanatismo recalcitrante y un misticismos mal orientado 11, que hizo que los
invasores españoles estuvieran preocupados en arrasar todo cuanto encontraran y que
representara otro religiosidad que no fuera el de ellos. Por ello, su reacción violenta e
intransigente frente a los deidades ancestrales andinas, siendo consideradas
representaciones demoniacas.

La guerra contra los musulmanes se tradujo, también, en la necesidad de obtener


botines de guerra para acumular riquezas 12, de arrasar territorios para ser recuperados y
otros anexados a España en nombre de los Reyes, características que, como podrá
deducirse fácilmente, son de las huestes pizarristas llegadas a nuestro territorio milenario.

Todo esto configura una estructura psicológica, intelectual y emocional en el


conquistador, y en especial en el fraile, altamente intransigente y de exterminio de
cualquier otro pueblo que no sea el suyo en lo social, económico y, principalmente,
religioso.

Ahora, veamos como el pueblo andino ha ido conservando sus orígenes religiosos,
encubriéndolos con máscaras de la religiosidad occidental, resistiéndose a que desaparezca
su presencia ancestral.

11
Producto, no solo de la guerra territorial, sino, con mayor incidencia, de la guerra en nombre, unos de su
Dios Musulmanes y, otros, de su Dios Católico.
12
No olvidemos que España no tenía riquezas ni recursos, para solventar y hacer frente a las guerras de
reconquista, por lo tanto no tenía con qué pagar a sus soldados. La solución que encontraron fue de que sus
tropas se quedaran con la s riquezas que lograran obtener de los moros que fueran echados de su territorio; y
todo ese robo y expoliación lo hacía en nombre de los Reyes de España. Esta práctica es la que llega a
nuestro Ande.
Para esto partamos de un primer dato de mucha importancia en la historia. Los
ayllus y pueblos andinos, así como de otras demarcaciones sociopolíticas pre-hispánicas, a
la llegada e invasión española fueron desarticulados y destruidas, a través de su
adjudicación a encomenderos. Estos, a parte de los frailes y religiosos llegados, se
encargaron, a toda costa, de reprimir y hacer olvidar a sus dioses a los antiguos andinos, y
que se convirtieran al cristianismo, siendo los “extirpadores de idolatría” los
principalmente encargados de hacer este trabajo, no sólo de perseguir y asesinar a los
responsables de dirigir el culto ancestral, sino también de destruir los centros ceremoniales,
wakas y esculturas sagradas13, y la institución más macabra de represión, tortura y muerte:
“La Santa Inquisición”. Ello obligó a que los maestros encargados de dirigir el culto
tuvieran que esconderse, y negar, frente a la pregunta de los invasores, su real función y
origen. Iniciándose una resistencia silenciosa.

El Pago a la Tierra es una muestra de esta resistencia. Sus elementos conformantes,


para quien no conoce de cerca, podría, simplemente, confundirlo. Desglosemos algunos de
sus elementos y procedimientos rituales que uno observa. Primeramente, algunos de sus
elementos que conforman la mesa no son de procedencia andino, como, por ejemplo el
vino, el algodón, y las conchas, entre otros. En el caso del vino, ancestralmente este
elemento (líquido rojo) ha estado presente a través del agua de ayrampu y cumplía la
misma función; el algodón, ha ido reemplazando a la lana blanca de alpaka; y , las
conchas, en realidad siempre estuvo presente en la mesa, debido a que ésta (principalmente
la variedad del Spóndilus) eran transportada por comerciantes desde la costa hacia la sierra
como producto de trueque14. Otros elementos, aparentemente occidentales como la cruz y
las estatuillas, son de origen y uso andino, no nos olvidemos que a la llegada de los
españoles, éstos quedaron sorprendidos de la existencia de esto objeto, siendo su nombre
ancestral, registrada por varios cronistas: Chakana y que todavía tenia, y tiene, su
representación constelar, con la misma denominación. En cuanto a las estatuillas, esta
representaron a las entidades que regían al maestro (Yatiri o Paqu), sean wakas, apus, etc.
Y no a santos como ahora nos han hecho creer.

En cuanto a las invocaciones, rezos y cánticos que hacen con nombres de santos (a)
y dios occidental, estos originariamente fueron de deidades andinas: Wiraqucha fue
reemplazado por Tayta Dios, la invocación a los apus por nombres de santos. Esto último
debido a que fueron reemplazados los nombres de los apus tuterales por nombres de santos
católicos; es decir, los nombres de nuestros cerros tuterales recibió nombres de santos
Católicos; al suceder esto, los maestros de otras generaciones, más jóvenes, comenzaron a
invocar a los apus a partir de su nueva denominación ya católica.

13
En la actualidad muchas variantes del cristianismo están haciendo que sus fieles convertidos, vayan y
destruyan los restos arqueológico, que no dejen piedra sobre piedra alguna, con el mismo argumento de los
invasores españoles del siglo XVI, que son obras del demonio, sin interesarles que son una riqueza histórica
y testigos mudos de la grandeza de nuestro pasado, contribuyendo a borrar nuestra memoria histórica.
14
Rostworosky 1970) sostiene que eran los mercaderes de la cultura Chincha los responsables de este tráfico
comercial, desde la costa hacia otros territorios.
La Festividad de la Virgen de Copacabana tiene su origen en una antigua deidad
andina llamada. A este respecto el Cronista Ramos Gavilán nos dice (1988 [1621]:191) que
entre los ídolo hallados, en el asiento de Copacabana, que era el más representativo y
principal, se hallaba la Waka de Copacabana, describiéndolo como un ídolo de piedra
azul muy vistosa y consistía en un rostro humano “destroncado de pies y manos”, con
cuerpo en forma de pez. Según Ramos Gavilán era el más representativo y adorado de los
“Yunguyos”, y estaba ubicad”sensualidades”.

En oposición a esta Waka estaba el <Copacati>, que era considera segunda Waka
de los Yunguyo, descrita como una piedra con “figura feísima” y un ensortijado de
serpientes en la cabeza, ubicada en un cerro alto del mismo nombre (Ibid: 196). Así, la
Waka de Copacabana esta situada a orillas del lago, siendo la deidad de las aguas de abajo,
mientras <Copacati> era la deidad de las aguas de arriba, simbolizando las lluvias
(Rostworosky 1983).

Como ya lo expusimos al iniciar este segmento, Copacabana no fue la excepción en


el procedimiento y modus opeandi de los invasores. Destruyeron e hicieron desaparecer las
Wakas. Pero ¿Cómo se inicia el culto católico? En 1582, un nativo del radicado en La
Plata, convertido a la nueva religión, Francisco Tito Yupanqui, inicia el tallado de una
imagen de la virgen Maria, Mientras tanto, sus hermanos buscaban que el prelado,
responsable de la zona les autorizara la talla de la imagen, siendo inútil tal empresa, pero a
pesar de ellos don Francisco continuó con su tallado, hasta que al final fue aceptada la
solicitud por el Obispo. Pero tuvieron otra dificultad, los Urinsaya del pueblo no quisieron
aceptar la imagen, por había sido uno del Anansaya el autor, y esto producto de sus
rivalidad. Sólo un milagro atribuido a la virgen permitió que sea aceptada; así, un 02 de
febrero de 1583, día de la Candelaria, hizo su ingreso a Copacabana la virgen e una muy
solemne procesión.

Para que su culto se difundiera más, se le atribuye un milagro en el año de 1587.


Se dice que eran tiempos de sequía, por lo que, los lugareños le imploraron lluvias para
sus chacras a la virgen, ésta teniendo pena de ellos se las envía (Ramos 1988 [1621])

Como es posible percatarse la virgen asume, a través el milagro, la función y


atributos de una de las Wankas ancestrales del lugar; y, no solo eso, sino que la imagen de
la virgen María conserva el antiguo nombre de la Waka.

Similar fenómeno sucedió con el Señor de los Milagros, quien reemplazó a la


Waka de Pachacamac, pero conservando sus atributos telúricos y sísmicos de éste.

Otro fenómeno parecido es el de la Virgen de Guadalupe en México. Sobre la


existencia ancestral de un santuario dedicado a una divinidad llamada Cohucóatl-
Tonantzin, el Arzobispo de México, Montúfar, mandó pintar una imagen de la virgen a un
natural llamado Marcos para sustituir a la divinidad ancestral. Progresivamente la imagen
fue adquiriendo la denominación de Tonantzin-Nuestra Madre (O’Gorman 1986). Pero
con el transcurrir de los años se crea, tras la imagen de la virgen, una milagro, que ella
había aparecido, de la nada, y desde ese momento cambia definitivamente su nombre a
Virgen de Guadalupe.

Otra vez el patrón sucedido en el inicio del culto a la Virgen de Copacabana, en


este caso, primeramente, la virgen asume el nombre parcial de la antigua divinidad, como
hemos podido ver, para luego desaparecer completamente.

La fiesta de las Cruces tiene un origen en la peregrinación que hacían nuestro


ancestro a los cerro, apus tutelares, o porque en su cima estaban las Wakas, a las que iban a
ofrendarles. Detalle astuto en los españoles, “extirpadores de idolatría”, fue destruir las
Wakas y luego reemplazarlas por la Cruz del catolicismo (no la nuestra, la Chakana).
Manteniendo así la costumbre de peregrinación a los cerros de los naturales, pero la visita a
un símbolo del cristianismo. Pero en realidad no se perdido su celebración ancestral, pues
aun se siguen haciendo pagos, ofreciendo mesas, ritual milenario y sacro entre nuestro
pueblo andino.

Otro aspecto de nuestra cultura ancestral que se resiste a morir es nuestra medicina.
Ni la ciencia moderna, actual ha podido desplazarla, muy a pesar de la campaña de
desprestigio y ataque, ha sido posible su desaparición; al contrario, ha dado muestras de su
eficacia, allí donde la medicina moderna es completamente incapaz. Quizá, la alarma está
en que algunas plantas y animales e insectos que se empleaban en las curaciones, ya no se
usan actualmente, perdiéndose ese conocimiento, sólo los legendarios “kallaguayos”
mantienen el registro de miles de estas planta, animales e insectos. Ya para nosotros es de
difícil acceso a esa sabiduría, producto del progresivo hermetismo y recelo de éstos.

El ayni, también, como práctica comunal, social, se resiste a desaparecer, y al


contrario, se ha llegado a insertarse, fuertemente, de forma muy especial en las costumbres
festivas y comunales de los pueblos andinos, cuya práctica es innegable, que hasta las
iglesias cristianas, en sus diversas variantes, la practican, aunque no acepten que así sea,
pero lo es.

Finalmente, si intentáramos buscar algún símbolo de resistencia ancestral andina,


sin lugar a dudas, la coca es la llamada a asumir ese sitial, porque resistió, resiste y resistirá
frente a la amenaza extranjera. Y, si tuviéramos que señalar un símbolo de nuestro aporte a
la humanidad y propuesta de opción civilizatoria, la papa sería nuestro símbolo, ¡Qué duda
cabe!
II PERIODO VIRREINAL Y REPUBLICANO
2.1. LA INVASIÓN HISPANA Y RELACIONES DE CONQUISTA
2.1.1. Nuevos patrones de relación entre hombres y mujeres

"Ychach munani, Ychach manamunani (Quizá quiero, quizá no quiero)"15[1].


"Yo no me caso si no vendo estos yndios por dies y seis mil pesos que me dan por ellos en
barras y en plata. Y si estuviera en esta ciudad la hija de Tomás Vásquez, vezino del
Cuzco, que me daba más, me casara con ella"16[2].
Las guerras de conquista propiciaron entre los protagonistas españoles un
comportamiento sexual con características comunes a otras experiencias bélicas similares:
apropiación física de mujeres, rapto, y violación. La fascinación por el poder y la riqueza
afectó también de una manera especial la libido de los personajes que participaron en la
guerra, dando lugar a relaciones de género con rasgos de dominio particulares. Sin duda,
las vicisitudes de la guerra afectaron singularmente la mentalidad y el comportamiento de
todos los que se encontraron envueltos en ella. Pero al mismo tiempo, se inauguraron
patrones de relación entre hombres y mujeres correspondientes a esa experiencia, y al
sistema colonial que se perfilaba. Para reconstruir e interpretar la dinámica de dichas
relaciones en el contexto de la invasión española es necesario considerar las tradiciones
ibéricas a propósito de los vínculos entre hombres y mujeres. Buena parte de esta dinámica
se explica por la forma en que estos patrones son trasladados a las Indias por los personajes
de este drama, y cómo estos se desarrollan dentro de la dinámica propia de la conquista y
del dominio colonial.
La familia en la sociedad española de la época presentó una configuración. Análoga
a la sociedad estamental: un orden jerárquico y funciones muy delimitadas para cada uno
de sus miembros. La familia era concebida como un organismo natural que permanecía
siempre igual. Cada uno de sus miembros tenía claros derechos y obligaciones. Las
relaciones entre sus miembros se definían por criterios de superioridad e inferioridad, así
como de mando y obediencia 17[3]. La familia patriarcal ibérica era una entidad inclusiva.
Los vínculos entre las familias, así como la propia estructura vertical y jerárquica,
englobaban a una considerable cantidad de personas instituyendo una serie de gradaciones
que vinculaban a los más nobles y ricos, con los más pobres, con los esclavos y los
huérfanos. Dentro de esta estructura se ubicaban también los hijos ilegítimos. Estos eran
tratados al mismo tiempo como parientes y sirvientes 18[4].
A pesar de la fuerte tradición patriarcal cristiana, de la herencia musulmana y de la
gravitación de los códigos de honor que subordinaban a las mujeres, éstas tuvieron acceso
15[1]
Respuesta de Beatriz Coya, hija de Huayna Cápac, ante la pregunta del sacerdote sobre si quería ser la
esposa del español Diego Hernández. Garciaso de la Vega Inca, Los comentarios reales de los Incas. (Lima:
Librería Internacional del Perú, 1959). Segunda parte, Libro Sesto, p. 610.
16[2]
Palabras del encomendero Lucas Martínez Vegazo, presente en la captura de Atahualpa. Efraín Trelles,
Lucas Martínez Vegazo. Funcionamiento de una encomienda peruana inicia/, (Lima: Pontificia Universidad
Católica del Perú, 1982), p. 135.

17[3]
José Antonio Maravall, Estado moderno y mentalidad social, siglos XV y XVII, (Madrid: Alianza, 1986), n,
p. 27.
18[4]
James Lockhart y Stuart Schwartz, Early Latin America, (Cambridge: Cambridge University Press, 1983),
p. 7.
a la propiedad y a la herencia, así como a importantes derechos consuetudinarios y
formales. Según las Siete Partidas y las Leyes de Toro, que establecieron las grandes
coordenadas legales que rigieron durante siglos la sociedad ibérica, hombres y mujeres
tenían iguales derechos al patrimonio familiar por lo menos en principio 19[5]. Aunque hubo
ocasiones, como en el caso de los mayorazgos, donde se definieron privilegios masculinos
en detrimento de la condición femenina. Además, las mujeres tuvieron una acción limitada
en el ámbito público y la tutela masculina fue preeminente en la configuración de su
interacción social. En cuanto a las opciones matrimoniales femeninas, en general, estaban
orientadas por las voluntades paternas 20[6]. Incluso entre las personas de más modesta
condición, los intereses maternales tenían preeminencia sobre consideraciones afectivas o
estéticas21[7].
Los conquistadores españoles eran tributarios de una tradición en la que el estatus
de la naturaleza femenina era discutible. Las autoridades religiosas habían argumentado la
inferioridad de las mujeres. Esta concepción la encontramos a lo largo de toda la tradición
occidental22[8]. Estas ideas son recogidas en el siglo XV y condensadas en el Manual para
los Inquisidores Malleus Maleficarum: las mujeres eran moral y mentalmente inferiores a
los nombres23[9]. Estas eran particularmente proclives al mal y débiles frente a las
tentaciones, lo que las hacía fáciles vehículos e las obras del demonio. Estas características
las ubicaban necesariamente bajo la, tutela masculina -padre, esposo o sacerdote-
adscribiéndoles así un rango de menores.
En este contexto, el matrimonio fue respetado como institución Y sacramento, y
las relaciones sexuales al margen del matrimonio fueron consideradas una falta grave a lo
largo de los últimos siglos de la España medieval. La Iglesia, por lo pronto, las tipificó
como pecado, y en lo jurídico y civil también fueron susceptibles de condenas y sanciones.
La legislación de la época está especialmente afanada por controlar las distintas moda-
lidades de relaciones extra conyugales existentes 24[10]. No obstante, el concubinato y el
adulterio fueron fenómenos extensamente difundidos en las ciudades españolas durante los
siglos XVI y XVII. El clero, aristocracia, los grupos dominantes en general estaban lejos
de ser estrictos en lo que a materia de observación sexual se trataba, y mostraron una

19[5]
Charles Boxer, Women in Iberian Expansion Overseas. 1514-1815, (New York: Oxford University Press,
1975), p. 52.

20[6]
Lockhart y Schwartz, Early Latin America; Martín, Daugh ters; Mariló Vigil, La vida de las mujeres en los
siglos XVI y XVII,

(Madrid: Siglo Veintiuno, 1986), p. 79.


21[7]
Bartolomé Bennassar, The Spanish Character. Attitudes and Mentalities ¡rom the Sixteenth to
theNineteenth Century, (Berkeley:

University of California Press, 1979), p. 184.


22[8]
Jeffrey Russel, Witchcraft in the Middle Ages, (Ithaca: Comell University Press, 1984), p. 283.
23[9]
Esta obra, si bien no fue propiamente el texto oficial, se difundió y leyó en los territorios coloniales
ultramarinos. Ver Pierre Duviols, Cultura andina y represión. Procesos y visitas de idolatrías y hechicerías.
Cajatambo, siglo XVII, (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1986), p.
LXIX.
24[10]
Ricardo Córdoba de la Llave, "Las relaciones extra conyugales en la sociedad castellana bajomedieval,"
Anuario de Estudios Medievales, 16 (1986): 571-619.
conducta sexual bastante relajada 25[11].
La sociedad hispana se mostró tolerante frente a las relaciones extra conyugales y
a las situaciones que de éstas se derivaban. La facilidad con que se legitimaba a los hijos de
uniones prohibidas, y el perdón de los delitos sexuales revelan dicha tolerancia 26[12].
Una pauta interesante de la popularidad de las relaciones extra conyugales, y de la
ilegitimidad, es que en España el siglo XV fue conocido como "el siglo de los
bastardos":27[13] Los hijos ilegítimos estaban privados de una serie de derechos28[14]. Para
superar esta desventajosa situación debían adquirir la condición de legítimos a través de
una carta firmada por el rey mismo. Una de las formas clásicas de pedir al rey la
legitimación de forma personal y obtenerla fueron los servicios personales a su majestad; y
qué mejor manera de prestarlos que conquistando indios "infieles". Entonces, no puede
descartarse el significado compensatorio y reparador que pudo tener la empresa
conquistadora en relación a la condición de ilegítimos de muchos de sus protagonistas.
29[15]

Considerando la difusión de las relaciones extra conyugales y de la ilegitimidad en


la península ibérica, éstas constituían rasgos esenciales de la identidad de los españoles y,
en consecuencia, de la cultura afectiva hispana. Esto, sin duda, debió influir
significativamente en las actitudes hacia las mujeres y hacia la conyugalidad en general.
En lo referente al contexto social de los grupos nativos, el intercambio de mujeres
en la sociedad quechua jugó un papel fundamental. lo patrones matrimoniales locales
variaron de región a región en el área andina. Es iluso generalizar sobre las relaciones
entre hombres y mujeres. Las formas de poder y de subordinación femenina también
debieron tener rasgos particulares entre los diversos grupos30[16]. Pero hay un aspecto de

25[11]
Bennassar, The Spanish Character, p. 201.
26[12]
Otra manifestación de la flexibilidad, por lo menos de Ias instancias civiles, fue la difusión de la
barraganía. La barraganía legitimaba moral y jurídicamente la convivencia entre solteros; el vinculo estaba
basado en la amistad y en la fidelidad. En un contrato firmado ante un escribano público, se regulaba el
régimen económico, el destino de los hijos y de la herencia, así como ciertas normas para la protección de las
mujeres. Pero el vínculo no suponía derechos y obligaciones iguales para los hombres y las mujeres. La
mujer estaba sometida a la potestad del hombre. En las escrituras de barraganía del siglo XV el hombre
manifestaba que "ha tenido y tiene a la muger", mientras ella afirmaba estar "bajo su mano y a su querer y
mandamiento", Córdoba de la Llave, "Las relaciones"
27[13]
Ibid., p. 611.
28[14]
Ver el capítulo V de este trabajo.
29[15]
En lo que va de la investigación biográfica de los conquistadores, es virtualmente imposible conocer con
relativa certeza la extensión del origen ilegítimo de éstos. En la obra de Lockhart sobre los hombres
españoles que participaron en la captura de Atahualpa en Cajamarca podemos encontrar datos interesantes..
En la mayor parte de los casos, más de la mitad, no aparece información alguna sobre los Padres de los
"hombres de Cajamarca". Se desprende que aproximadamente un tercio de dichos conquistadores sabían
quiénes eran sus padres. Sólo sabemos que once de éstos eran positivamente legítimos y cuatro no
legítimos. De los treinta y tres restantes si bien aparecen señalados los nombres. de ambos padres no
aparece mención alguna sobre si los padres eran casados o no. En siete casos de los presentes en la
captura del inca sólo aparece el nombre del padre, mientras que hay un solo caso en el que sólo se menciona
el nombre de la madre. Pedro Alconchel por ejemplo, hace dos testamentos y en ningún caso revela la
identidad de sus padres. De otro lado, Juan de Salinas y Miguel Ruiz figuran con padres conocidos, pero no
es posible saber si fueron .legítimos o no. James Lockhart, Los de Cajamarca. Un estudio social y biográfico
de los primeros con'quisfadores del Perú, 2 vols. (Lima: Ed. Milla Batres, 1986).
30[16]
En ciertas regiones, como en Piura por ejemplo, las capullanas detentaron un poder significativo. Hay
más testimonios sobre la existencia de curacas mujeres. Ver María Rostworowski, La mujer en la época pre-
hispánica, (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1986), p. 7. Pero, como señala 1. Silverblatt, queda por
averiguar el alcance del poder de las jefas mujeres en sus propios ayllus, y las formas en que se transmitían
dichos cargos. Irene Silverblatt, Luna, sol y brujas. Género y clase en los Andes prehispánicos y coloniales,
(Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1990). pp. 13-14, 112-114.
esto que interesa ubicar aquí: el intercambio de mujeres a propósito de las alianzas
matrimoniales. Este fenómeno, que es casi una ley sociológica, es muy importante para
delimitar la distribución de derechos de acuerdo a los géneros y por lo tanto, las formas de
subordinación y dependencia entre los cónyuges 31[17]. La apropiación de las mujeres era
una fuente de autoridad y de prestigio. Significaba haber recibido reconocimiento de un
poderoso32[18]. Asimismo, el estatus de las mujeres dadas en intercambio estaba definido,
al menos en parte, por el rango del hombre que realizaba la entrega
El inca solía disponer de mujeres que otorgaba a otros señores importantes, ya fuese
para honrarlos o en señal de su poder. La entrega de mujeres, en este caso, expresaba la
supremacía del inca y la aceptación del don significaba la aceptación del vasallaje al señor
quechua. Se creaba una alianza política sellada por el intercambio de mujeres. Al mismo
tiempo, con esta práctica se insinuaba una diferenciación de derechos entre hombres y
mujeres. Los hombres tenían derechos sobre las mujeres que éstas no ejercían sobre
aquellos, ni sobre ellas mismas. Esto no quiere decir que las mujeres no pudieran recibir
mujeres como regalo y, por lo tanto, gozar de reconocimiento. A las mujeres nobles
también les regalaban objetos y personas, éstas últimas se convertían en servidores.
Huayna Cápac, por ejemplo, le otorgó a una de sus esposas, la curaca de Contarhuacho,
señora de Tocas y Huaylas, numerosos servidores, entre ellos trescientas mujeres 33[19]. Si
bien el intercambio de mujeres supone derechos desiguales para hombres y mujeres, los
criterios de reciprocidad entre los géneros proveían a las mujeres de derechos dentro de su
nuevo grupo de pertenencia.
Asimismo, el intercambio de mujeres implica alianza reciproca entre grupos.
Además, los derechos de transmisión paralela aseguraban a las mujeres el acceso a los
medios de subsistencia de la sociedad y el control de sus propias instituciones políticas y
religiosas34[20].
El intercambio de mujeres en la sociedad inca, de otro lado, se daba dentro de un
código de control sexual claramente pautado. El castigo del adulterio parece haber sido
drástico y las pautas de relaciones entre [os géneros eran bastante rígidas. Guamán Poma
comentaba a principios del siglo XVII "jamás se a hallado mujer perdida ni se a casado
perdida ni averse hallado adúltera. A la donzella y al donzel qúebrantado le matavan y le
colgaban bibo por una peña, ací mismo al adúltero y adúltera; es la justicia grave" 35[21].
A diferencia de lo que sucedía en España en el siglo XV a propósito del adulterio y
de la ilegitimidad, estos fenómenos parecen insulares en los grupos étnicos nativos que se
encontraban bajo el poder del Inca. Se trataba de sociedades orientadas a la producción

31[17]
Gayle Rubin,"The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex", Toward an Anthropology of
Women, edited by Rayna Reiter, (New York and London: Monthly Review Press, 1975), 157-210. Ver pp.
172-177.
32[18]
Rostworowski, La mujer, p. 8.
33[19]
Maria Rostworowski Doña Francisca Pizarro. Una ilustre mestiza, 1534-1598, (Lima: Instituto de Estudios
Peruanos, 1989), p. 16
34[20]
Aun no queda claro qué tan simétricamente en relación a los hombres. Hombres y mujeres realizaban un
trabajo complementario, y estaban obligados unos con otros. La interacción entre las fuerzas femeninas y
masculinas era esencial para la reproducción de la existencia social. Pero sostener que las relaciones
igualitarias entre los géneros se derivan de lo complementario no es tan convincente: la complementariedad y
las jerarquias no son necesariamente excluyentes. Para una muestra ver el trabajo de Marisol de la Cadena,
"'Las mujeres son más indias': Etnicidad y género en una comunidad del Cusco," Revista Andina 1, (9),
(1991): 4-35.
35[21]
Felipe Guamán Poma de Ayala,. Nueva corónica y buen gobierno, (México: Siglo Veintiuno, 1980), 1, p.
192.
agrícola, con un incipiente desarrollo de centros urbanos y una restringida actividad
mercantil. El sistema de organización social se basaba fundamentalmente en unidades
articuladas internamente a través de lazos de parentescos muy puntuales y definidos. Como
en la mayoría de sociedades de este tipo, los patrones matrimoniales debían observar
pautas relativamente estrictas a fin de que el acceso a la propiedad, patrilocal, matrifocal y
bilateral, común o individual, y los procesos productivos pudieran tener resultados
óptimos36[22].
La invasión española supuso para la mayoría de las mujeres nativas un cambio
radical. En cuanto a las mujeres nobles, la tradición hispana les permitió mantener el
acceso a [a propiedad de las tierras. Pero este acceso privado a las tierras que, en muchas
ocasiones se habían destinado a los cultos femeninos autónomos, fue también limitado.
Forma[mente se interrumpía una tradición local por la que [as mujeres heredaban lo que la
línea antecesora femenina había poseído, y sobre la cual, aparentemente, tenían derecho
absoluto37[23]. Ciertamente, las mujeres de la nobleza nativa pasaron de un sistema
patriarcal a otro, pero en el caso hispano el prestigio de éstas, según [as investigaciones
realizadas hasta ahora, se vio recortado38[24].
El reducido número de mujeres españolas, 39[25] el impulso sexual y la atracción que
conquistadores y mujeres nativas podían sentir mutuamente, trajo consigo el
establecimiento de relaciones consensuales más o menos duraderas. A esto se agregó el
afán de poder y el impulso hacia lo nuevo que caracterizaba a los hombres
fundamentalmente jóvenes que protagonizaban la conquista40[26]. Si es posible hablar en
términos de lo estrictamente físico en relación a las actitudes de los españoles hacia las
mujeres nativas, el exotismo de las mujeres indígenas, la belleza que los españoles
pudieron encontrar en ellas, no cabe duda, despertaron su deseo. Hay ciertos testimonios
que así lo expresan. Décadas antes Colón apuntaba en su diario de viaje: "Hay muy lindos
cuerpos de mujeres"41[27] Y sin embargo, el color diferente de piel fue asociado
tempranamente con cualidades estéticas. La piel menos blanca, oscura, fue identificada con
lo menos bello. El comentario de Garcilaso sobre Cusi Huarcay, mujer de Sayri Túpac, su
pariente, así lo expresa: "era hermossísima muger, y fuéralo mucho más si el color trigueño

36[22]
Hay testimonios de contemporáneos, como el de Guamán Poma que refuerzan esta impresión. El
desasosiego del cronista frente al comportamiento de mujeres indígenas se ubica dentro de lo que fue su
percepción del "mundo al reués". Las pautas de emparejamiento de su pueblo y de los otros nativos se
habían pervertido con la presencia de los hombres blancos, curas, corregidores y encomenderos. Estos he-
chos habían transgredido las fronteras de su espacio, usando labora! y sexualmente a las mujeres nativas,
engendrando "mestizillos", poniendo en juego la continuidad de su raza. Para él, las mujeres indias no son
victimas de esta situación, son protagonistas voluntarias. Prefieren amancebarse con españoles o con
cualquiera, antes de seguir siendo mujer de indio mitayo. Ibid
37[23]
Las autoridades coloniales desconocieron el derecho que las mujeres nativas tenían para ejercer
funciones de poder y de heredar cargos de curacazgos. Según los españoles, las mujeres sólo podían
acceder al curacazgo de sus padres en la medida que no existiera un heredero masculino. Pero las mujeres
insistieron en preservar el derecho matrilineal de transmisión de sus bienes, eligiendo, en ciertas ocasiones, a
sus hermanas y sobrinas como sus herederas, Silverblatt, Luna, sol y brujas, p. 88.
38[24]
Rostworowski. La mujer; Silverblatt, Luna, sol y brujas, ver capítulos VI y VIII.
39[25]
Las mujeres españolas estuvieron presentes a lo largo de todo el proceso de conquista del Perú. De
acuerdo a la lista de Pasajeros de Indias, se calcula que durante ese primer periodo viajó una mujer por cada
diez hombres. Pero la alta mortalidad de la población masculina española hizo variar tal proporción a una
mujer por cada ocho hombres. James Lockhart, Spanish Perú 1532-1560. A Colonial Society, (Madison:
University of Wisconsin Press, 1968), p. 150.
40[26]
José Durand, La transformación social del conquistador, (Lima: Nuevos Rumbos, 1958), p. 28.
41[27]
Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro (México: Siglo Veintiuno, 1987) p. 44
no le quitara parte de su hermosura" 42[28]
Un aspecto importante que ayuda a entender la tendencia de los hombres
españoles a las relaciones consensuales con las mujeres nativas y su resistencia al
matrimonio es la importancia de un valor como el honor. En la sociedad hispana de la
época el honor era un principio discriminador de estratos y de comportamientos y
distribuía el reconocimiento de privilegios 43[29]. La honra y la fama definían las
coordenadas de las actitudes de los españoles. Su código se sustentaba en las Siete
Partidas. La reputación de un hombre se adquiría por virtud de su rango, sus hechos y su
valor. Era una motivación fundamental para la acción personal y conllevaba la pertenencia
a una posición social. Suponía la trascendencia de lo individual, con el costo de la propia
vida en caso de necesidad. Los pobres reclamaban un honor basado en la virtud, y las
mujeres, según la versión masculina, en el recato sexual 44[30]. Dentro del código de honor
las mujeres eran consideradas como patrimonio de sus maridos, de donde se desprendía un
doble patrón moral que tenía vastas implicancias sociales y personales 45[31]. La apropia-
ción física y de los servicios personales de las mujeres estaba también legitimada por una
concepción del honor.
La perspectiva de la conquista, del triunfo y de la gloria, exacerbó un valor como la
honra. Según Américo Castro para esa época se desarrolló un ansia de "señorío de la
persona en una forma desconocida hasta entonces"46[32] . Por más plebeyo que fuera un
soldado español, la gloria y la legitimidad obtenida en la guerra en Indias lo colocaban en
la mejor de las posiciones para satisfacer ese tipo de aspiraciones personales. Un
matrimonio con una mujer india, aunque noble, no proporcionaba al hombre español el
prestigio que podía lograr con una mujer española de más o menos alcurnia. La honra
estaba asociada a la condición de cristiano viejo, y ésta, a su vez suponía la limpieza de
sangre47[33]. Los indios eran de estirpe idólatra, recién "convertidos". Este rasgo podía
ensombrecer cualquier árbol genealógico que aspirara un serio reconocimiento en la
sociedad hispana.
En décadas anteriores a la unificación de los reinos ibéricos, la coexistencia de
diversos grupos culturales y étnicos en la península había sido relativamente pacífica y
armónica. La consolidación del Estado y la monarquía centralizada, tuvo como correlato,
entre otras cosas, la xenofobia. La persecución de moros y judíos había supuesto una
redefinición de las reglas de juego que regían la coexistencia de dichos grupos 48[34]. Esto
trajo consigo la exacerbación de los sentimientos discriminatorios y la implantación de los
prejuicios raciales, que actuaron de manera especial en el contexto colonial americano.
Pero es importante enmarcar este dato dentro del código de honor del hombre español. Este
estaba muy ligado al comportamiento sexual femenino y particularmente a la virginidad de
las mujeres. más allá del significado real que para la sociedad nativa pudo haber tenido la
virginidad de las mujeres, los españoles parecen haber percibido que la 'virginidad no era
algo que importara mucho entre los lndios 49[35] Esto pudo constituir una amenaza para la

42[28]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro octavo, p. 814.
43[29]
Maravall, Estado moderno, 11, pp. 11-17.
44[30]
Bennassar, The Spanish Character, pp. 215-219. 31 Vigil, La vida de las mujeres, p. 140.
45[31]
Vigil, La vida de las mujeres, p. 140
46[32]
Durand, La transformación p. 50.
47[33]
Ibid., p. 36.
48[34]
Antonio José Saraiva, Inquisicao e cristaos novos, (Lisboa: Impresa Universitaria. Ed. Estampa, 1985), p.
132.
49[35]
Silverblatt, Luna, sol y brujas, p. 74.
honra del hombre español, lo que terminaba desanimándolo frente a una opción
matrimonial con mujeres nativas.
De acuerdo a Garcilaso, los conquistadores españoles mostraron una conducta
"templada" frente a las mujeres españolas en lo referido a sus apetitos sexuales. Al parecer,
se trataba de una cuestión de honor. No podían hacer uso sexual de las mujeres, hijas,
esposas o madres de los de su mismo grupo. La actitud de los españoles hacia las mujeres
estaba definida no por lo que ellas significaran en sí, sino por sus relaciones con sus padres
y maridos; una identidad definida por sus vínculos con los hombres. Respetarlas era una
forma de honrar a sus allegados masculinos. "Fueron igualmente abstinentes y templados,
así en comer y beber como en refrenar la sensualidad, especialmente con mujeres de
Castilla, porque les parecía que no podían tratar de esto sin perjudicar a sus vecinos cuyas
hijas o mugeres eran"50[36]. Sentimientos como este pudieron configurar las relaciones de
género entre los españoles. Pero hay otras evidencias que matizan la conducta de los
conquistadores. La descripción que hace el mismo cronista de Gonzalo Pizarro citada por
Lockhart así lo hace: "dábase demasiadamente a las mujeres, así a indias como de
Castilla"51[37]. Los amoríos ilícitos de Melchor Verdugo, "hombre de Cajamarca" con la
hija casada de su compañero Francisco Fuentes, revelan también el margen de la
trasgresión del código de honor, en cuanto a las formas de relacionarse con las mujeres del
propio grupo52[38].
A este tipo de motivos se agregaron otras fuerzas que moldearon las relaciones
entre hombres y mujeres en esa época. En principio, las alianzas de los conquistadores con
las mujeres de la nobleza nativa facilitaban el ejercicio de poder sobre la población
aborigen. Quizás el caso más expresivo es el de la relación entre Francisco Pizarro e Inés
Huaylas Yupanqui. Quispe Sisa, su nombre original, fue entregada por su hermano,
Atahualpa, a Francisco Pizarro. Están juntos en Cajamarca, Jauja, Cuzco y Lima
sucesivamente. Por los relatos de los contemporáneos sabemos que Francisco Pizarro hizo
un compromiso formal y público con Quispe Sisa; la presentó a sus amigos como su mujer,
en una suerte de esponsales: "veis aquí a mi mujer"53[39]. Durante la sublevación de Manco
Inca (1536-1537), Contarhuacho mujer principal del señorío de Huaylas y emparentada
con Quispe Sisa, (posiblemente su madre) envía 1,000 indígenas de sus dominios 54[40].
Ayuda significativa sin duda, para vencer el cerco indígena de Lima. Luego, entre 1636 y
1637 la pareja se separa.
Pero no todo respondía al manejo de los españoles para ganar la guerra. La actitud
de la población indígena también actuó en esta dirección. Hay testimonios que hacen
pensar en la existencia de un sentimiento de beneplácito indígena frente a las uniones de
sus mujeres con los conquistadores. Garcilaso comenta en ese sentido: "que en aquellos
principios, viendo los indios alguna india parida de español, toda la parentela se juntaba a
respetar y servir al español como a su ídolo, porque había emparentado con ellos. Y así
fueron estos tales de mucho socorro en la conquista de las Indias" 55[41]

50[36]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro tercero, p. 270.
51[37]
Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 195.
52[38]
Ibid., II, p. 50.
53[39]
Raúl Porras Barrenechea, Pizarra, (Lima: Ediciones Pizarro, 1 1968), p. 38.
54[40]
Rostworowski, Doña Francisca, p. 25.
55[41]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda Parte, libro segundo, p. 115. Hemming también piensa que
las mujeres indias aceptaron ser las concubinas de los conquistadores. John Hemming, The Conquest ,of the
Incas, (Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1970), p. 180.
Según Bartolomé de las Casas "las desdichadas mancebas, y sus familias eran
engañados por los españoles que las tomaban según su voluntad. Los nativos pensaban que
sus hijas eran tomadas por mujeres legítimas"56[42]. En todo caso, disponer de la vida de
las mujeres fue una práctica que tuvo continuidad entre los conquistadores. Casar a las
madres de los hijos con miembros del grupo social o de la clientela masculina fue una
costumbre de los españoles de la época. El propio padre de los Pizarro, el capitán Gonzalo
Pizarro, arregló el matrimonio de Francisca Gonzáles, madre de Francisco, humilde criada
de un monasterio seducida por éste, con un tal Martín57[43]
Convergen en este punto dos tradiciones patriarcales bien distintas. Atahualpa
entregaría a Quispe Sisa, hija de Huayna Cápac, a Francisco Pizarro, probablemente como
manifestación de su deseo de establecer una alianza o de mostrar su poder. Después de
unos años y de haber tenido con ella dos hijos, el conquistador arregla el matrimonio de
Quispe Sisa, convertida en Inés Huaylas Yupanqui, con Francisco de Ampuero 58[44], un
subalterno miembro de su clientela, otorgándole a éste la encomienda de ChacIla 59[45].
Hacia 1539 Francisco Pizarro establecía una segunda relación de concubinato con una
mujer de la élite nativa, Angelina Yupanqui. Cuando Pizarro muere, Angelina pasa a ser la
esposa de Juan de Betanzos en matrimonio resuelto por Gonzalo Pizarro 60[46].
La propia madre de Garcilaso, la Palla Isabel Chimpu Ocllo, luego de su relación
con el padre de éste, se casa previo arreglo entre los hombres, con Juan del Pedroche.
Aurelio Miró Quesada supone en su prólogo que la dote que llevó Chimpu Ocllo fue
otorgada por el propio capitán, padre de Garcilaso61[47]. Leonor CuricuilIor había sido la
esposa de Quilaco, especie de embajador de Pizarro. Pero durante los años de la conquista
pasó a ser la mujer de Hernando de Soto62[48]. Almagro también obtuvo una concubina
india noble, Marca Chimbo, hija de Huayna Cápac y su hermana. Luego de un tiempo de
convivencia, Marca Chimbo se casó con un español, Juan Balsa 63[49]. El caso de Tocto
Chimbu resulta muy ilustrativo. Ella era mujer de Atahualpa e hija de Huayna Cápac. Fue
entregada a Hernando de Soto, uno de los principales caudillos, por el inca sucesor 64[50]. Al
observar las actitudes de los españoles hacia sus concubinas en general se tiene la
impresión de que los amantes se comportan a la manera de padres: dotan a sus concubinas
para casarlas, les escogen maridos, les donan legados. Es como si el papel del patriarca se
desdoblara: el amante y el padre protector, sin negar naturalmente, la perversión inherente
en esta transacción, en la que las mujeres en cualquiera de las dos variables resulta un
objeto sin opción propia.
Hubo mujeres de, la propia élite que se negaron a ser parte del engranaje de poder
entre los gobernantes nativos y los españoles, y entre los españoles mismos. La actitud de
la Coya Azarpay, según Hemming, una de las hermanas de Atahualpa, expresa esa
resistencia. Según Pedro Pizarro, un español Navarro, cercano a Francisco Pizarro, le pidió
a éste que le diera a Azarpay como mujer. Pero Azarpay huye a Cajamarca. Allí es tomada

56[42]
Citado por Durand, La transformación, p. 37.
57[43]
Porras, Pizarro, p. 13. También casó a Maria Alonso, madre de Francisca, con un Alonso de Soto.
58[44]
Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 164.
59[45]
Rostworowski, Doña Francisca, p. 18.
60[46]
Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 165.
61[47]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, LXVIII.
62[48]
Hemming, The Conquest, p. 181.
63[49]
lbid.
64[50]
Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 206.
prisionera y llevada al lado de Pizarro65[51].

Antes de la captura del inca en Cajamarca y en los momentos inmediatamente


posteriores a este acontecimiento, la entrega de mujeres nativas por los gobernantes locales
a los conquistadores parece haber sido relativamente fluida. Luego este mecanismo deja de
funcionar. Las pretensiones de Gonzalo Pizarro de poseer a la Coya Cura Ocllo, hermana
de Manco Inca fueron rechazadas por el Villac Umu 66[52]. A la larga el comportamiento de
los españoles hacia las mujeres impactó en la nobleza inca, en la medida en que empezó a
afectar sus propios intereses. Quispe Tito, dice Hemming, estaba muy interesado en la
unión de su hijo con una niña descendiente directa de la nobleza nativa 67[53].
Los hombres que mantenían vínculos más claramente definidos como legítimos
dentro de su estructura familiar original tendieron a reproducir estos valores. Resulta
sugerente observar la trayectoria de los miembros de la familia Pizarro; el único miembro
legítimo de la familia, Hernando, regresa a España, y aunque durante un buen tiempo vive
"amancebado", se casa finalmente con Francisca Pizarro, su sobrina 68[54]. Francisco Pizarro
resulta una de las figuras típicas69[55]. Fue hijo ilegítimo, y no hay indicios para pensar que
fue reconocido y legitimado por su padre. Convivió con Inés Huaylas Yupanqui, hija de
Tupac Yupanqui y Mama Anahuarque, desde la conquista del Cusco en 1534 hasta el cerco
de Lima. Las trayectorias vitales de Gonzalo y Juan Pizarro, también nacidos de relaciones
extra conyugales, se parecen más a la de Francisco Pizarro que a la de Hernando
Pizarro70[56].
Vale la pena recordar también, a propósito de la reproducción de patrones de
comportamiento, que Garcilaso de la Vega, al dejar el Perú, llegó a tener en España un hijo
ilegítimo con una criada suya 71[57]. La reproducción de este tipo de relaciones entre
hombres y mujeres en el contexto colonial se fue convirtiendo en un ingrediente central en
la configuración de las relaciones sociales en general.
Muchos españoles vivieron con las mujeres que estaban a su disposición,
básicamente a su servicio como criadas. Algunas de ellas eran mujeres indígenas traídas
desde lugares lejanos; constituían parte del botín de guerra. De Toro, entre otros, mantuvo
una relación estable y duradera con su criada indígena 72[58]. Alonso de Mesa convivía
simultáneamente con las mujeres indígenas que lo servían. Francisco de Vargas, tuvo una
hija mestiza con su sirviente indígena 73[59]. 59 Juan de Valdivieso tuvo un hijo con una

65[51]
Hemming, The Conquest, p. 225. 52Ibid., pp. 182-183.
66[52]
Ibid., pp. 182-183
67[53]
En lo que se refiere a este periodo. de la conquista, son las relaciones de los españoles con las mujeres
de la élite nativa las que han dejado huellas menos borrosas. Las coyas, las ñustas y las pallas ocupan los
relatos de los cronistas en cuanto a concubinas de los Conquistadores. Por ello resulta un riesgo especular
sobre las actitudes de éstos hacia las "mujeres del común" en este periodo particular. Para décadas
posteriores, sobre todo para fines de siglo, se cuenta con la irreemplazable crónica de Felipe Guamán Poma
de Ayala, en donde abunda información sobre las relaciones entre los hombres españoles y las mujeres de
los ayllus andinos.
68[54]
Lockhart, Los de Cajamarca, 1, p. 64; José Antonio Del Busto, "Una huérfana mestiza: la hija de Juan
Pizarro n, Revista Histórica, T. XXVIII, (1965): 103-106.
69[55]
Rostworowski, Doña Francisca, p. 63.
70[56]
Lockhart, Los de Cajamarca" I, pp. 148-167.
71[57]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, p. LXV.
72[58]
Lockhart, Los de Cajamarca, n, p. 156.
73[59]
Ibid., p. 48
mujer cañari que formaba parte de su red de dependientes74[60].
Juan García también convivía con una indígena peruana a su servicio 75[61].Por
último, Miguel Ruiz, él mismo hijo de una relación entre un español y su esclava,
estableció un vínculo bastante consistente con una de las sirvientas nicaragüenses que
acompañaban a los conquistadores76[62]. El nacimiento de los hijos de las relaciones con-
sensuales entre las mujeres de la élite nativa y los conquistadores españoles fue por lo
menos, en algunas ocasiones, recibido con júbilo tanto por los españoles como por la
población nativa. Así fue en el caso del nacimiento de Francisca Pizarra, nacida de la unión
de Francisco Pizarro y de Inés Huaylas Yupanqui en Jauja, en 1534 77[63].
La descendencia de esta pareja temporal no quedó en manos de la madre; esta fue
separada de sus hijos, pasando los dos niños mestizos, Francisca y Gonzalo, al poder de
Francisco Martín de Alcántara -medio hermano del conquistador- y de su esposa doña Inés
Muñoz.78[64]. Con ellos, los niños fueron educados en el más puro estilo hispano79[65]. De
la relación entre el conquistador y Angelina Yupanqui nacieron otros dos niños mestizos e
ilegítimos. A diferencia de los dos anteriores, Francisco y Juan no fueron legitimados. Es
probable que este hecho permitiera la mantención de ciertos vínculos entre éstos y su
madre Angelina: Francisco permaneció en el Cusco al lado de doña Angelina hasta que
tuvo once años más o menos, luego va a España. Pero los cuatro llegaron a estar por un
tiempo bajo la tutoría de su tío Gonzalo Pizarro, convirtiéndose en bien ubicados miembros
de la comunidad hispana. Los dos hijos mestizos legitimados de Gonzalo Pizarro también
fueron a España80[66]. Sebastián Benalcázar, legitima a tres hijos naturales presumiblemente
mestizos. Luego, con su hijo ya adulto en España, arregla el matrimonio de éste con doña
María de Herrera81[67]. El primogénito llegó a ser teniente gobernador de Popayán y fundó
una familia ilustre que se mantuvo durante varias generaciones. Vemos cómo el
reconocimiento paterno traía consigo el distanciamiento de la matriz cultural materna, pero
una buena posición en la sociedad hispana. Así, la legitimación del padre significó el
despojo de las mujeres indígenas de su descendencia ilegítima.
El afán de mantener a los hijos mestizos ilegítimos alejados del universo cultural
nativo no fue privativo de los conquistadores como individuos. Esta actitud se expresó
también en la creación de instituciones como el recogimiento para niñas mestizas de Santa
Clara en el Cusco en 1551 82[68]. Allí fueron recluidas doncellas como Beatriz Coya.
Incluso en Lima llegó a fundarse una pequeña pero significativa institución similar, San
Juan de la Penitencia, aunque de mucho menor trascendencia que la anterior, puesto que
desapareció luego de dos décadas. Su existencia perdió sentido rápidamente. La condición
de estas mujeres en la Ciudad de los Reyes perdió gravitación como grupo.
El destino de los ilegítimos no fue trazado únicamente por la voluntad de los
conquistadores. El interés de la Corona española también entró a tallar en la vida de los
mestizos ilegítimos. La Gasca, el pacificador, quiso entregarle a Francisquito, hijo de

74[60]
Ibid., p. 46.
75[61]
Ibid., p. 181.
76[62]
Ibid., p. 224.
77[63]
Hemming, The Conquest, p. 180.
78[64]
Lockhart, Los de Cajamarca, I. p. 165.
79[65]
Rostworowski, Doña Francisca, p. 31.
80[66]
Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 191.
81[67]
Ibid., p, 140.
82[68]
Nancy Van Deusen. "Los primeros recogimientos para doncellas mestizas en Lima y Cusco, 1550-1580,"
A/lpanchis, 35 -36, 1, (1990): 249-291.
Francisco Pizarro, la encomienda de Yucay perteneciente a su padre junto con las
plantaciones de coca de Avisca; recomendaba que fuera legitimado como su hermana.
Podía estar al cuidado de su madre Angelina. Pero la Corona sólo aceptó que Francisquito
recibiera los ingresos provenientes de esas propiedades. Aclaraba, sin embargo, que éstas
debían regresar al poder de la Corona luego de la muerte de éste. Tanto Isabel, hija de Juan
Pizarro como Inés a su vez de Gonzalo, recibirían cada una 6,000 ducados provenientes de
lo que usufructuaba su primo Francisco. Francisquito, hijo de Gonzalo, potencial rebelde,
por decisión del rey, debía ir con su hermana y su prima a España 83[69].
Además de la legitimación, estaba la posibilidad de reconocimiento. Esta
modalidad no habilitaba a los ilegítimos para heredar encomiendas o encabezar mayo-
razgos, pero suponía la protección del padre. La negativa a un reconocimiento formal de
los hijos ilegítimos en ocasiones fue reemplazada por el nombramiento de tutores
españoles que se encargaran del futuro de sus hijos. Francisco de Vargas, también de los
hidalgos presentes en la toma de Cajamarca, encomendó a su hija mestiza, nacida de la
relación con su sirvienta indígena, a Jerónimo de Aliaga 84[70]. De la relación consensual
entre Leonor Curicuillor y Hemando de Soto nació una hija, Leonor de Soto, que se casó
luego con un notario real García Carrillo 85[71]. Sin embargo, la actitud de Soto no fue la
misma con la hija mestiza que tuvo con Tocto Chimbo, que no la menciona en su
testamento; pero la deja al cuidado de un tutor que él mismo seleccionó 86[72].Juan Pizarro,
que se niega a reconocer a su hija con una sirvienta india suya, le otorga 2,000 ducados
como dote matrimonial, y le pide a su medio hermano Hemando que la case 87[73]. El temor
a posteriores reclamos hereditarios inhibió el reconocimiento de los ilegítimos que los
convertían en naturales. Hubo muchas formas de expresar la preocupación por los hijos
tenidos con mujeres de condición social inferior y de tranquilizar la conciencia.
Las actitudes de los hombres hacia su descendencia ilegítima también tuvieron que
ver con su estado conyugal. Hubo hombres solteros como Melchor Verdugo, que no se
hicieron problemas con legitimar a sus hijos mestizos, haciéndolos aptos para heredar sus
mercedes88[74]. Pero los matrimonios posteriores tendieron a sacarlos de la competencia
hereditaria. Incluso cuando no existieran hijos legítimos, las esposas españolas se
convertían en herederas de encomiendas y demás patrimonio.
La ausencia de herederos legítimos indujo al reconocimiento de los mestizos
ilegítimos. Diego Maldonado, que se encontraba entre los hidalgos que participaron en la
captura de Atahualpa, ante la ausencia de herederos legítimos, y a pesar de su matrimonio,
se animó a legitimar a dos hijos tenidos con una mujer de la nobleza nativa 89[75]. En esta
oportunidad, la legitimación supuso hacerse cargo del futuro de los hijos: asegurar
herencias, dotes, y casamientos.
El caso de Sebastián de Torres, que tuvo dos hijos mestizos, Fernando e Isabel,
aparentemente reconocidos, también revela un patrón instaurado en esos días 90[76]. No se
conoce la procedencia social de la madre, excepto que era india. Pero Torres se casó luego

83[69]
Hemming, The Conquest, p. 353.
84[70]
Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 48.
85[71]
Hemming, The Conquest, p. 181.
86[72]
Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 206.
87[73]
Hemming, The Conquest, p. 182.
88[74]
Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 50.
89[75]
Ibid., pp. 20-21.
90[76]
Ibid., p. 43.
en el Perú con una española "doña". Su hija mestiza, Francisca, como parece haber
sucedido con aquellos mestizos cuyos padres optaban por incorporarlos a la sociedad
hispana, vivió en la casa paterna, alejada de su parentela india. La experiencia de Francisca
nos revela una forma de inserción de los mestizos ilegítimos en el mundo social hispano:
vivió con la viuda de su padre, doña Francisca Jiménez en condición servil91[77]. Este sino
de subordinación identificaría en décadas posteriores a una buena cantidad de ilegítimos.
Hacia 1544, Alonso de Mesa, que en Cajamarca tenía dieciocho años, se resistía a
ceñirse a los valores tradicionales de la sociedad caballeresca de la época 92[78]. Mesa no
sólo vivía acompañado en su casa del Cusco por sus diferentes hijos ilegítimos, sino que
allí reunió al mismo tiempo a sus respectivas madres indígenas, que llegado un momento
alcanzaron el número de seis. Tuvo un hijo en cada una de ellas 93[79]. Esta experiencia
remite aun patrón andino: la poligamia. Esta funcionaba como privilegio de curacas locales
y de miembros de la nobleza inca. En 1552, Mesa todavía estaba soltero, aunque luego
eligió por esposa a una mujer de la nobleza nativa, doña Catalina Huaco Ocllo; con la que
por lo menos tuvo un hijo legítimo, Don Florencio Hernández de Mesa. Este fue el único
de los "Hombres de Cajamarca" que llegó a casarse con una mujer indígena 94[80].
Mesa tenía una esclava negra con la que tuvo a Francisquito, al cual Mesa se
rehusaba a reconocer. Este último es un patrón que se inauguró en esos días, y que se
asentó en los siglos siguientes: el reconocimiento de los hijos ilegítimos y bastardos por
los padres estuvo muy influido por la procedencia, social de la madre. La mayoría de las
veces los hombres se negaron a reconocer a sus hijos habidos en mujeres esclavas.
En el caso de los hijos, los españoles en su condición de hombres libres no
reconocerían a sus descendientes esclavos. Esto resultaba algo en esencia inconcebible en
la sociedad hispana y colonial. Los esclavos, como propiedad de alguien no podían
heredar; el heredero resultaba siendo el propietario del esclavo. Este hecho desalentaba el
reconocimiento de los hijos tenidos con mujeres esclavas, excepto si la posibilidad de
manumitir a los niños esclavos era algo viable. De acuerdo a cada caso, los españoles
hicieron esfuerzos en conseguir la libertad de sus hijos esclavos. Este horizonte, sin duda,
alentó a las mujeres esclavas a establecer relaciones sexuales con los hombres libres.
La turbulencia de los primeros años de la conquista permitió a los españoles
adquirir ventajas a través de la convivencia temporal con las mujeres de la élite nativa. De
todas formas no faltaron las uniones de españoles en situaciones desventajosas que
buscaron contraer matrimonio con mujeres nativas con cierto estatus con el fin de acceder

91[77]
Ibid., p. 44.
92[78]
En la relación de hijos de Alonso de Mesa figuran algunos más: Baltazar Hernández de Mesa, natural en
Maria Segura; Alonso Hernández de Mesa en Luisa' de Balboa; Bernardo de Mesa y Alonso de Mesa, este
último mestizo. Ibid., II, pp. 26-28.
93[79]
No siempre es fácil establecer las filiaciones que nos permitan determinar si los hijos mestizos e
ilegítimos fueron hijos de uno sola mujer o de varias. El caso de Martín de Florencia, artesano presente en
Cajamarca, es un ejemplo. En su testamento reconoce a tres hijos mestizos: Luis, Pedro e Isabelica, habidos
en "sus" mujeres indígenas Isabel y Tocto. Esto ocurre con muchos de los casos a los que tenemos acceso.
Es también difícil ubicar este tipo de experiencias en el tiempo. Miguel Cornejo, por ejemplo, se casó en el
Perú y llegó a tener una familia numerosa de la cual eran parte cuatro hijos concebidos dentro del
matrimonio; pero también aparece como padre de tres hijos naturales. No sabemos si los tres hijos naturales
nacieron antes o durante su matrimonio. Es de presumir que en el caso de los hijos naturales y legitimados se
trate de nacimientos ocurridos antes de las uniones conyugales legalizadas.' De no ser así, la bastardía
habría complicado el reconocimiento de estos hijos y su ubicación en la estructura familiar. Esos datos
provienen de Lockhart, Los de Cajamarca.
94[80]
Esto no deja de sugerir una relación entre la afición de Mesa por las mujeres indígenas y los gestos
filantrópicos hacia los indios que aparecieron en su testamento. Lockhart, Los de Cajamarca, II, p. 28.
a posiciones de prestigio social de las cuales en principio se veían marginados 95[81].
Los arreglos matrimoniales de la época se realizaron tanto entre españoles e indias
como con españolas. Las alianzas del primer tipo no fueron muy comunes, pero algunas
fueron favorables al acceso a los bienes que los grupos de poder local, aunque sometidos,
podían ofrecer 96[85]. La mayoría de los matrimonios que se realizaron en aquella época
tuvieron como finalidad obtener encomiendas, y conseguir o conservar puestos
burocráticos. Muchos españoles se casaron con españolas para tener acceso al tributo
indígena a través de las encomiendas y repartimientos97[86]. Por otro lado, las alianzas
matrimoniales en este contexto inédito, permitieron a muchos españoles de posiciones
francamente subordinadas ascender rápidamente en la escala de jerarquías. Un hombre
como Pedro de Alconchel, artesano de oscuro origen, gracias a su participación en
Cajamarca, logra emparentarse a través del matrimonio con los círculos más
aristocráticos98[87]. Entre los plebeyos más bajos que participaron en este acontecimiento
estuvo García Martín, que hace un buen matrimonio en Indias con doña Leonor de
Valenzuela. Su hijo legítimo logra heredar su encomienda 99[88].
Las mujeres españolas solteras que llegaban al Perú estaban interesadas en casarse
con los nuevos ricos.
"estando todos los conquistadores sentados en una gran sala mirando un sarao que
había, las damas miraban la fiesta desde una puerta que tomaba la sala a la larga.
Estaban detrás de una antepuerta, por la honestidad y por estar encubiertas. Una de ellas
dijo a las otras: "Dicen que nos hemos de casar con estos conquistadores". Dijo otra:
"¿Con estos viejos podridos nos habíamos de casar? Cásese quién quisiere, que yo, por
cierto, no pienso casar con ninguno dellos. Dólos al Diablo; parece que escaparon del
infierno, según están estropeados: unos cojos y otros mancos, otros sin orejas, otros con
un ojo, otros con media cara, y el mejor librado la tiene cruzada una y dos y más veces".
Dijo la primera: "No hemos de casar con ellos por su gentileza, sino por heredar los
indios que tienen, que, según están viejos y cansados, se han de morir presto, y entonces
podemos escoger el mozo que quisiéramos, en lugar del viejo, como suele trocar una
caldera vieja y rota por otra sana y nueva".100[89]
Evidentemente, en esta minuciosa trascripción de Garcilaso se proyecta el
resentimiento a propósito de las deslealtades de los conquistadores hacia sus concubinas
indias. Es por estas mujeres, que sienten y actúan así, parece decir el cronista, por las que
los españoles cambian a sus mancebas nativas. De todas formas, es importante reconocer el
sentimiento existente entre las mujeres españolas a propósito de sus uniones matrimoniales
con los españoles que conquistaban los dominios incaicos.
Las raras uniones legítimas entre españoles y mujeres provenientes de la nobleza
nativa tuvieron propósitos semejantes. Los arreglos matrimoniales fueron una prácica
considerablemente difundida y la trama de estas alianzas estuvo orientada hacia la
consolidación del poder. La experiencia de Beatriz Clara Coya es una nítida expresión de
ello. Manco Inca, el rebelde de Vilcabamba, había tenido tres hijos: Sayri Tupac, Tupac

95[81]
Daisy Rípodas, El matrimonio en Indias. Realidad social y regulación jurídica, (Buenos Aires: Conicet,
1977), p.10.
96[85]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda parte, Libro segundo, p. 115.
97[86]
Durand, La transformación, p. 38.
98[87]
Lockhart, Los de Cajamarca, I, p. 170.
99[88]
Ibid., p. 217.
100[89]
Garcilaso de la Vega, Comentarios, Segunda Parte, Libro segundo, p. 115.
Amaru y Cusi Huarcay Coya, que al bautizarse recibió el nombre castellano de María
.Manrique. De la unión conyugal de Sayri Túpac y su hermana, la Coya Cusi Huarcay
nació doña Beatriz Clara Coya101[90]. Los españoles se sintieron con derecho a disponer del
destino de estas mujeres. Cuando Sayri Túpac muere y doña María queda viuda, Francisco
de Toledo la obliga a casarse con don Juan Fernández Coronel, "soldado español sin
abolengo y sin fortuna"102[91]. Igualmente, arregló la boda de doña Beatriz con Martín
García de Loyola, descendiente de la antigua y legendaria nobleza de Vizcaya. No deja de
ser una tentación imaginar a Beatriz como un trofeo otorgado a García de Loyola en la
medida que éste fue el captor del propio Túpac Amaru, el hermano de su padre.
Con alianzas matrimoniales de esta clase, los españoles tenían un acceso fluido a
los repartimientos de indios más significativos: doña Beatriz era la heredera de un
importante y rico mayorazgo. Pero al mismo, tiempo, la disposición de estas uniones
permitía a las autoridades metropolitanas controlar el establecimiento de las élites locales y
su posterior fortalecimiento que constituían una amenaza real al poder centralizado de la
Corona española. Hay que recordar la férrea oposición protagonizada por García de Castro
frente a la posibilidad de un matrimonio entre doña Beatriz y Cristóbal Maldonado, señor
poderoso del Cusco, con un proyecto de poder mestizo en ciernes, y que luego participaría
al lado de los indios rebeldes103[92].
Las escasas uniones de mujeres españolas con miembros de la nobleza local
normalmente pasaron por el matrimonio formal. Doña Luisa de Medina se casó con Don
Martín, un indígena cabalmente hispanizado: comparte el rescate de Atahualpa, recibe de
Pizarro una encomienda, aprende fluido español, se convierte al cristianismo y abandona
su indumentaria nativa104[93]. Llega a viajar a España. El otro caso conocido es el de María
de Esquivel y Carlos lnca105[94]. El hecho que las mujeres españolas no se casaran con
indios, ni siquiera de los grupos dominantes locales, también nos refiere a la precariedad de
su estatus de género. El valor de las mujeres les era asignado por las relaciones que éstas
pudieran establecer. Ciertamente, aquí tuvo un papel importante la cuestión demográfica:
el número de mujeres españolas siempre fue bastante menor que el de los españoles. Esto
facilitó enormemente que las mujeres españolas consiguieran establecer relaciones con sus
pares peninsulares. Pero esta situación no necesariamente significó relaciones monógamas
y estables.
El comportamiento del encomendero Lucas Martínez Vegazo ilustra cómo el
sistema de las encomiendas orientó la naturaleza de las relaciones entre géneros en esta
época temprana. Martínez Vegaso llegó al Perú con Pizarro en su tercer viaje; estuvo
durante toda su vida en el ojo del huracán: ganó, perdió y recuperó su encomienda.
Mientras tanto, vivió con su criada, una morisca esclava. Al principio, esta mujer, Beatriz,
era copropiedad del dicho encomendero: "Poseían los socios tres caballos -uno rucio y dos
castaños finos- un negro zapatero llamado Diego y una morisca de nombre Beatriz.
Contaban además con las casas y tierras del Cusco"106[95]. Lucas Martínez tuvo una hija
con su esclava Beatriz, cuyo nombre no se ha podido averiguar, pero que vivía con su

101[90]
Ella Dumbar, 'El testamento inédito de doña Beatriz Clara Coya de Loyola, hija del Inca Sayri Túpac,"
Fénix, Revista de la Biblioteca Nacional, 7 (1950): 111-122.
102[91]
Ibid., p. 110.
103[92]
Héctor López Martínez, Rebeliones de mestizos y otros temas quinientistas, (Lima: P.L. Villanueva,
1972), p. 26.
104[93]
Hemming, The conquest, p. 281.
105[94]
Ibid., p. 341.
106[95]
Trelles, Lucas Martínez Vegazo, p. 37.
madre en Arequipa hacia 1565. El vínculo entre el encomendero y su esclava parece haber
sido largo y relativamente permanente. Este se encargaba de por lo menos, enviarle ropa de
Castilla y otros "encargos" para Beatriz y su hija 107[96]. Cabe mencionar que Lucas le había
entregado la libertad a Beatriz, además de haberle "dado" el apellido. Por último, Martínez,
literalmente en su lecho de muerte, contrae matrimonio con María Dávalos, llegando a un
acuerdo con su futura suegra: acepta 16,000 pesos como dote, a cambio de su encomienda
que heredaría su joven y flamante esposa, la cual se convertiría en encomendera 108[97]. En
el caso de Lucas no hay acuerdo, Lockhart dice que éste casa a su concubina, mientras que
Trelles en su notable estudio sobre este personaje no menciona el hecho.
La historia de Alonso de Toro también es reveladora109[98]. De Toro, que en
Cajamarca sólo contaba con veinte años, había mostrado según Lockhart una particular
dureza e impetuosidad en los asuntos públicos. Al parecer, en su vida íntima de Toro se
comportaba más o menos igual. Ni su matrimonio por el honor de su linaje lo hizo
abandonar a su amante de años, una mujer de la nobleza india. De Toro organizó su vida
familiar en el más puro estilo señorial. El patrón de la familia extendida y patriarcal,
incluía al padre de la esposa el que también, junto con otros miembros y criados, vivían
bajo el mismo techo del linaje recién fundado. Pero de Toro no sólo no pudo romper el
vínculo con su amante de años, sino que vivió con ella en la casa familiar. Según Lockhart
la permanencia de la mujer indígena allí fue aceptada por la esposa de de Toro, Francisca
de Zúñiga, pero el abuso llegó a un límite, y luego de seis años de Toro fue asesinado por
su suegro. Una situación como esta supone, como sucede en las sociedades donde se
arraiga la familia patriarcal, la preeminencia de la ley del "pater" en contraste con una
escasa ingerencia de otras instituciones de poder sobre la familia. La esposa debe
someterse a la voluntad del marido, que en este caso implicó la convivencia en la misma
casa con la amante de éste. Este hecho manifiesta un caso extremo de la predominancia del
poder privado frente al poder público, característica propia de coyunturas como aquella.
Si bien los primeros años del régimen colonial están marcados por arreglos
matrimoniales y relaciones de amancebamiento, hubo uniones conyugales en las que no
mediaron intereses económicos. Es el caso de Jerónimo de Aliaga. Hizo una carrera
brillante en el Perú como bur en el escenario mismo de la conquista, influyendo
fuertemente en las actitudes de los conquistadores hacia las mujeres próximas y hacia los
hijos tenidos en éstas.
El honor estaba relacionado con valores relativos a la virtud sexual femenina, a la
tradición de cristianos viejos, y a la pureza de sangre. A los ojos de los españoles, ninguno
de estos rasgos formaban parte de la identidad de las mujeres nativas con las que
entablaron vínculos sexuales y amorosos. Los provisionales vínculos de concubinato
fueron suficientes para acceder a los recursos que los conquistadores necesitaban para
consolidar su poder.
De otro lado, en la expansión inca el intercambio de mujeres se había convertido en
un mecanismo clave para las alianzas interétnicas que formaban parte del juego imperial.
El sistema de intercambio de mujeres propio del sistema de poder inca, aseguró a los
españoles, por lo menos en los momentos iniciales, el acceso a las mujeres de la nobleza
nativa. En realidad lo que los españoles tenían como horizonte de realización personal era

107[96]
Ibid., p. 122.
108[97]
Ibid., p. 135.
109[98]
Lockhart, Los de Cajamarca, II, pp. 155-158.
un buen matrimonio con una mujer española. La mayoría de éstos mantuvieron sus
relaciones con mujeres nativas hasta que apareciera una opción que pudiera aumentar su
prestigio.
La guerra de conquista y el contacto con la población femenina nativa
constituyeron nuevos referentes para la evolución de la moral caballeresca. Los hombres
españoles optaron por vivir amancebados con mujeres de diversa procedencia étnica,
especialmente con sus criadas indígenas y con sus esclavas de ascendencia africana. Por un
lado se continúa así la tradición ibérica de la servidumbre, y se recrea el patrón patriarcal,
la cabeza masculina y la red de criados. Recordemos que la condición de criados suponía
vínculos de jerarquía y, sobre todo, de dependencia. Por otro lado, al provenir las mujeres
de grupos étnicos sometidos, de territorios conquistados, se inaugura una nueva forma de
relación sexual. En este contexto se fue acuñando un patrón de relación sexual en el cual se
tendía a identificar fuertemente a amantes con criadas. A este vínculo se agregaba el
componente étnico que jerarquizaba, a su vez, lo masculino y lo femenino.
La ilegitimidad fue una de las manifestaciones de esa desigualdad, que a su vez
alimentaba y acentuaba el sistema de jerarquías propio de la sociedad colonial. Esta forma
de vínculo trajo como resultado el nacimiento de niños mestizos e ilegítimos. La
inestabilidad del contexto hizo que no existieran pautas firmes a través de las cuales ubicar
a los descendientes de estas uniones.
El carácter patrimonial del Estado español expresado en la precariedad de la vida
pública de las instituciones de la época, agudizada por las circunstancias de la guerra, le
dieron a las voluntades masculinas un margen de acción considerablemente dilatado. Las
opciones personales fueron desde la legitimación de su descendencia ante la Corona
española, hasta la negligencia absoluta. En medio estuvo el reconocimiento formal paterno
que convirtió a los ilegítimos en naturales, y mecanismos tales como la adjudicación de
dinero, dotes en el caso de las mujeres, nombramiento de tutores y responsabilidades
directas asignadas a terceros a propósito de la educación y crianza de los niños. Además,
factores de orden personal tales como el estado conyugal de los conquistadores, la
presencia de hijos legítimos, la procedencia social y étnica de sus concubinas, la
intervención de la Corona, y los intereses personales de los españoles influyeron también
en las actitudes de éstos frente a su prole mestiza.
Si bien esta dinámica estuvo marcada por intereses individuales, la Corona también
intervino en este proceso. Las guerras civiles entre los españoles, así como la sublevación
indígena y mestiza, llevaron a las autoridades metropolitanas, a través de disposiciones
particulares, a controlar el futuro de la descendencia mestiza de los conquistadores que
podía ser amenazante.
Todas estas posibilidades estuvieron acompañadas, en mayor o menor grado, de la
incorporación de las hijas e hijos mestizos e ilegítimos a las estructuras familiares
hispanas, y consiguientemente fueron alejados de la cultura materna nativa. En esta
dinámica se perfila la tendencia que va convirtiendo la condición ilegítima en condición de
jerarquización, con un componente servil.
El colonialismo, especialmente porque supone el fortalecimiento de las jerarquías
sociales, tiende a jerarquizar también las relaciones entre hombres y mujeres y,
consiguientemente, a deteriorar la condición de las mujeres. El mundo colonial desde sus
inicios estuvo cuajado de relaciones de dependencia. La gente tenía criados o era criado de
alguien. La verticalidad en las relaciones sociales afectó particularmente las relaciones
entre los hombres y las mujeres. Las coordenadas del ejercicio del poder sobre la población
indígena y esclava fueron definiendo la relación entre los géneros y, consecuentemente, la
identidad femenina. Las relaciones entre hombres y mujeres se tiñeron de los rasgos
propios de las relaciones sociales predominantes, generándose así una particular forma de
jerarquización entre los géneros.

2.2. La Pérdida de los Derechos Políticos

". . . los corregidores y padres y comenderos. . . a las mugeres lexítimas o


hijas de derecho se las quita el derecho [a gobernar] que tiene desde los yngas y pocición
por faboreser al rrico indio”
Guamán Poma (1613) 1980, II: 458
En los años inmediatamente posteriores a la conquista, los españoles debatieron la
incorporación de miembros de la élite incaica al gobierno colonial. La política española
final estuvo en contra de este plan y ordenó el completo desmantelamiento de las
estructuras de poder que la nobleza cusqueña encabezaba (Kubler 1946: 341-347). Sin
embargo, una vez que el control español se afincó en los Andes, las autoridades coloniales
seguían enfrentando el problema de cómo gobernar al campesinado nativo y beneficiarse
de él. Los ayllus prehispánicos estaban muy dispersos, dificultando así el cobro del tributo
y la enseñanza de la nueva religión imperial a los indios.
Por otra parte, los españoles se daban cuenta de lo peligrosos que los ayllus podían
ser para su régimen, si se les permitía funcionar como lo habían venido haciendo hasta
antes de la conquista. El ayllu pre-hispánico mantendría vivas las tradiciones indígenas, y
los colonos sabían muy bien que esto podría amenazar el éxito de su empresa. Por estas
razones los pueblos nativos, fueron obligados, a mediados del siglo dieciséis, a reagruparse
en asentamientos nucleados conocidos como reducciones (Roel1970: 94).
La administración colonial tenía que elaborar un plan que ligara al campesinado
indígena a la maquinaria política y económica de España. El modelo hispano de control
político modificó las tradiciones políticoeconómicas existentes de los comuneros
indígenas, para que encajaran con las necesidades de la empresa colonial. Fue impuesto un
sistema de dominio indirecto: las autoridades coloniales reconocieron a los atracas como
jefes de sus comunidades respectivas (los ayllus coloniales), al mismo tiempo que
instalaban instituciones políticas y religiosas para el gobierno local, diseñadas a la manera
de las de España (Kubler 1946: 341347).

2.2.1. El nuevo papel del curaca


Los curacas se convirtieron en los designados intermediarios entre los mundos de la
casta conquistada y el de sus amos; A ellos, en igual forma que a la élite incaica, se les
otorgó un status social colonial equivalente al de la nobleza europea. En consecuencia,
estaban exentos de obligaciones tributarias y tenían el privilegio de tener bienes privados.
Sin embargo, estos privilegios fueron concedidos con obligaciones adjuntas. A cambio de
los beneficios de la posición nobiliaria, se esperaba que ellos aseguraran el cumplimiento
de las exigencias coloniales hechas al campesinado. El curaca era responsable del cobro'
del tributo y los impuestos, de la organización y la selección de trabajadores para las mitas
coloniales, del cobro de los bienes y del salario debido al cura doctrinero, de los diezmos
adeudados a la 'Iglesia Católica y de la construcción y mantenimiento dela iglesia del
pueblo (Spalding 1974: 37)110[1]
Debido a su ubicación en la estructura político-económica colonial y a su
consiguiente alianza con las autoridades hispanas, los curacas podían aprovechar los
nuevos canales de movilidad y las nuevas fuentes de riqueza introducidos por España. A
menudo lo hicieron en detrimento de las comunidades a las q4e supuestamente
representaban y protegían. En tanto que la autoridad de los curacas provenía de la externa
estructura de poder colonial, ellos podían hacer caso omiso de las normas andinas de la
reciprocidad y la obligación mutua que tradicionalmente habían mediado la relación entre
los jefes locales y los miembros del ayllu (Spalding 1974, 1970, 1973). El deterioro de
estas tradiciones, que también daban cualidad distintiva a las relaciones prehispánicas del
género, tuvo consecuencias en las relaciones que habrían de emerger entre los curacas y las
mujeres campesinas.
"Hemos visto cómo los jefes aldeanos de la Colonia participaron en la explotación
económica de estas mujeres. Guamán Poma acusó a los curacas de explotar el trabajo de
las mujeres bajo su jurisdicción, además de abusar sexualmente de ellas. Pérez Bocanegra
advirtió a los curas, en su confesionario para las parroquias con feligreses nativos, que
algunos curacas cobraban ilegalmente el tributo a las mujeres y las obligaban a entrar en
concubinato (1631: 269, 271). Sacando partido de los nuevos medios a su disposición, los
curacas privaron a las mujeres de sus derechos sobre la tierra (ADC: AUP, Proto. 1-2;
ACC op. 8, Leg. 2).

Otra treta empleada por los curacas, quienes cada vez más participaban en la economía
mercantil de la Colonia, fue la de convertir las tierras bajo su control en monocultivos para
el mercado interno peruano. Al abusar de su papel como voceros oficiales de sus
comunidades, los curacas se convirtieron, de hecho, en hacendados. En este proceso, los
miembros femeninos de los ayllus fueron, a menudo, los más expuestos a la pérdida de los
derechos al riego ya la tierra. En 1737 los miembros de la comunidad de San Pedro de
Tacna iniciaron un juicio en contra de su curaca por haberles expropiado sus tierras
ilegalmente. Ellos sostenían que les estaba obligando a dejar las propiedades comunales
para facilitar la creación de una hacienda privada productora de ají. En fe de lo cual, testigo
tras testigo declaró que el blanco principal del curaca eran las mujeres campesinas (BN:
C3967).

2.2.2. La erosión colonial del poderío de la mujer

Aunque los españoles formalizaron el papel del curaca como intermediario entre la
sociedad hispana y el campesinado indígena, ellos no fueron fieles a las estructuras pre-
hispánicas que permitían ocupar posiciones de liderazgo en el ayllu tanto a hombres como
a mujeres. Teóricamente, el régimen colonial confirmó los mecanismos anteriores a la
conquista, mediante los cuales los curacazgos eran transmitidos (Rostworowski 1961). En
la práctica, sin embargo, la administración colonial no reconoció las jerarquías
precolombinas de autoridad que delegaban importantes funciones gubernativas y políticas

1. Véanse Stern (1982),'y Spalaing' (1984) para unas excelentes historias locales de las respuestas nativas al
colonialismo.
a la mujer. Ni fue tampoco sensible a otras formas de sucesión, matrilinealmente cifradas,
a cargos de liderazgo local. En consecuencia, las oportunidades que alguna vez estuvieron
a disposición de la mujer para ejercerla autoridad dentro del ayllu fueron debilitándose de
más en más a medida que los mecanismos tradicionales que determinaban su selección
daban paso a las costumbres hispanas.
Uno de los más claros ejemplos de este proceso proviene de la costa norte peruana.
Allí, las formas de sucesión pre-colombina fueron erosionadas muy temprano en el período
colonial (Rostworowski 1961), Los primeros españoles que llegaron al Perú escribieron
que unas mujeres, conocidas como capullanas, gobernaban los grupos étnicos de la costa
norte peruana (Anónimo 1906: 160). Es muy probable que las capullanas sucedieran en el
cargo matrilinealmente, porque cuando Francisca Canapaynina, una descendiente de la
nobleza costeña, solicitó el curacazgo de Nariguala, ella reunió testimonios que probaban
cómo las mujeres podían gobernar antes de la conquista española. Sin embargo, para 1613
los testimonios son ya bastante oscuros en lo que se refiere a cómo accedían las mujeres al
poder. Al apoyar las pretensiones de Doña Francisca, algunos testigos aseguraban, en
términos muy generales, que "corre la suscesión por ellas de la mesma manera que por los
varones". Otros, también partidarios suyos, afirmaban que las mujeres podían gobernar;
pero éstos emplearon un argumento distinto. Por tradición, dijeron, una descendiente
femenina podía acceder al cargo si un curaca no dejaba heredero masculino (Rostworowski
1961: 29). En esta forma, para 1613 los partidarios de Doña Francisca, estaban, en
realidad, citando las formas hispanas de la herencia para justificar la legitimidad de su
retensión. Las estructuras pre colombinas ya estaban perdiendo su fuerza.

Es más, para 1625 Doña Francisca ya no era llamada la curaca de Nariguala, Más
bien su esposo, Don Juan Temoche, fue inscrito como "cacique y gobernador" de este ayllu
(Rostworowski 1961: 34). En otras palabras, Temoche había comenzado a ejercer el
control del curacazgo que originalmente había pertenecido' a su esposa; como mujer
casada, Doña Franciscano podía seguir gobernando su ayllu en forma autónoma. Las
tradiciones indígenas estaban derrumbándose en formas que perjudicaban las viejas
prerrogativas de la mujer para asumir cargos con una autoridad autónoma.

No fue un caso aislado el de Doña Francisca. En la región del Cusco, los


constreñimientos y las tradiciones legales españolas también golpearon la capacidad de las
mujeres nativas para ejercer el poder en sus ayllus en forma autónoma. Aunque algunas
mujeres fueron inscritas como las curacas de varios ayllus del valle del Cusco, debe tenerse
en cuenta que, para el siglo dieciocho (el período para el cual dispongo de evidencias
documentales) su derecho al cargo se basaba en las costumbres hispanas de sucesión. Las
mujeres tenían acceso a los curacazgos si sus padres no dejaban un heredero masculino.
Aun más, una vez casada, su derecho a gobernara autónomamente quedaba comprometido.
Tal fue la historia de Doña Martina de la Paz Chiguantupa, cacica de los indios
comuneros de Ccollquepata, que hoy en día es la provincia de Paucartambo. Como única
heredera legítima de su padre, a la muerte de éste ella se convirtió en cacica; Doña Martina
deseaba nombrar a una mujer, Doña María Juárez, como su "segunda persona", la que sería
responsable del cobro del tributo. Pero ella no podía dar esta autoridad a María Juárez
directamente, puesto que los constreñimiento s de la legislación -española establecían que,
como mujer casada, 'Doña María podía ejercer este cargo solamente a través de la tutela de
su marido (ADC: AZ, Escribano A. Chacón y Becena, Proto. 260"147).
La historia se repite en Yucay. En 1770, Doña Isidora Días fue inscrita como la
cacica de uno de los ayllus de Yucay (Paca). En 1778 su marido, Don Felipe Tupayache,
fue demandado por Melchor Haller de Gamboa por' haber repartido tierras que Don
Melchor consideraba suyas, a un comunero. Indio. En respuesta a la demanda de Haller de
Gamboa, Doña Isidora afirmó indignadamente que había sido ella y no su marido quien
había dado al campesino derechos sobre las tierras comunales, puesto que ella aún era
soltera cuando se efectuó el reparto de tierras (ADC: AUP, Exp. Siglo XVIII, Leg. 11-2).
En los registros notariales subsiguientes".,.Don Felipe Tupayache aparece registrado como
curaca del ayllu Paca (ADC: AUP, Leg. II, f. ,102v). La imposición de las tradiciones
hispanas sobre las' formas de" sucesión indígenas, negó a la mujer nativa la oportunidad de
ocupar puestos con una autoridad autónoma en sus comunidades; una vez casada, ella
perdía su facultad para ocupar cargos locales, al "asumir" los rnaridos sus curacazgos.
En el curso de la colonización, la erosión de las formas de gobierno pre-colombinas
perjudicó profundamente las posibilidades políticas - de la mujer. Tanto Doña Isidora
como Doña Martina eran curacas gracias a las normas españolas de herencia. Las mujeres
indígenas que alguna vez pudieron haber ocupado cargos en virtud de las estructuras
andinas del paralelismo del género, no tenían ya oportunidad alguna. Guamán foma
explica:
". , , los corregidores y padres y comenderos . . . a las mugeres lexítimas o hijas de
derecho se las quita el derecho [a gobernar] que tiene desde los Yngas y pocición por
faboreser al rrico yndio".

[1980, II: 458].

2.3. Las mujeres campesinas y la pérdida de la legitimidad política

Además de legitimar a los curacas nativos al incorporarlos al aparato colonial, los


españoles también introdujeron instituciones políticas y religiosas para el gobierno local,
diseñadas según la organización municipal de España. El aparato civil consistía en un
cabildo y en la elección anual de un alcalde, un regidor y alguaciles. En la esfera religiosa,
los españoles crearon una jerarquía de asistentes laicos de los curas doctrineros: cantor,
sacristán y fiscal. Como señalara Spalding, existían ventajas para los nativos que decidían
asumir estos cargos y aliarse con los representantes provinciales de la autoridad española:
la exención del servicio de la mita y la dispensa del tributo (1974: 73). Además, puesto que
la autoridad en que estos cargos se basaban provenía de la estructura colonial de poder,
quienes desempeñaban los cargos podían, hasta cierto punto, hacer caso omiso de las
normas consuetudinarias que regulaban el poder y la riqueza en las comunidades andinas
tradicionales.
Al igual que los curacas, los hombres que participaban en el gobierno del poblado o
que estaban al servicio del cura doctrinero podían ignorar, dentro de ciertos límites, las
estructuras pre-colombinas que daban forma a la vida social y política del ayllu.
Respaldados por hombres con poder en el aparato español civil y religioso, estos
funcionarios nativos también podían desentenderse de las normas andinas tradicionales que
limitaban las actividades de quienes ejercían la autoridad dentro del ayllu. Fuera de las
restricciones de la sociedad tradicional, algunos de los hombres que asumieron estas
funciones en los ayllus coloniales, comenzaron a explotar las oportunidades ofrecidas por
sus cargos.
Esta explotación tomó a menudo la forma de abuso a la mujer indígena, en modos
inadmisibles para los patrones precolombinos. Guamán Poma acusó repetidas veces a los
funcionarios civiles y religiosos de los ayllus, de aprovecharse de sus puestos' en forma
injusta. Ellos podían explotar el trabajo y robar a las ahora vulnerables mujeres de sus
ayllus, en complicidad con los funcionarios españoles (1956, II: 61, 111, 112, 122, 124,
152, 153, 175,191, III: 75). Y los funcionarios masculinos hicieron mucho más que
participar en la explotación económica de la mujer campesina como lacayos de los
españoles y de los curacas a quienes servían e imitaban. A medida que las normas y las
estructuras de la sociedad occidental penetraban en los ayllus coloniales, los hombres -los
"dueños" de sus parientes' y afines femeninos- manipularon a la mujer con el fin de obtener
cargos de ventaja relativa. 'Guamán Poma relata:
"Que algunos yndios cazados, ellos propios lleuan a sus mugeres y algunos lo
lleuan a sus ijas o ermanas o sobrinas a los padres de la dotrina y lo mete a las cocinas y
lo alcagüetea. Ellos propios lo concienten. ; . Porque le haga alcalde o fiscal O sacristán.
Y ancí tiene tanto fabor del yndio".
[1980, 11: 582h]
En esta forma, a medida que las estructuras tradicionales cedían cada vez más ante
las presiones de la España colonial" algunos hombres indígenas se volvieron hacia los
cargos en las instituciones religiosas y de gobierno local como una forma de aliviar las
cargas que la sociedad colonial había impuesto. Traicionando las normas de sus
antepasados, los hombres emplearon a las mujeres más cercanas a sí para aprovechar los
beneficios que el sistema de poder colonial colocaba frente a ellos:
'” ...después de auielle castigado'[al fiscal]'le pidió una hija suya que tenía.”
"Y le dixo que más onrra teniÍa que fuese muger del padre que no de un yndio hatun luna
tributario... y que le defendería de los caciques prencipales y de alcaldes:'yque le, daría a
ueuer uino cienpre, pan y carne y que no le quitaría la uara de fiscal toda su uida".
[Guamán Poma. 1980, II: 544].
Al ceder las estructuras tradicionales a tales presiones, aquellas estructuras que
debían ser el fundamento de la organización política y religiosa del ayllu colonial, se
volvieron cada vez más ilegítimas a los ojos de muchos campesinos nativos. Sin embargo,
solamente la mujer campesina fue obligada a llevar la doble carga de la explotación sexual
y económica perpetrada por los varones indígenas que supuestamente eran sus re-
presentantes. Muchas mujeres deben haber cuestionado profundamente la legitimidad de,
las instituciones, que permitían a sus jefes masculinos abusar impunemente de ellas.
No obstante, esto es sólo una parte de la historia. Al mismo tiempo, los miembros
del ayllu luchaban por dar a las estructuras de gobierno impuestas por los españoles, una
forma que encajara con sus conceptos tradicionales de la vida política 'y religiosa. La
finalidad de las leyes toledanas fue el socavar las prácticas precolombinas; con todo, este
objetivo fue a menudo frustrado por los ayllus al remodelar y adaptar éstos las formas
hispanas a los modos de organización andinos.
Pero a pesar de la elasticidad del ayllu colonial, la mujer seguía en una posición
desventajosa. Todos los cargos formales impuestos por los españoles estaban reserya9cos
para los. Hombres. En consecuencia, los cargos municipales Y laicos de la península
ibérica y podían ser modificados o reformulados en función a los componentes masculinos
de las instituciones político-religiosas precolombinas. Mas las organizaciones femeninas,
tan importantes para la vida del ayllu andino con anterioridad a. la conquista, no. podían
hallar ninguna forma española equivalente con la cual legitimar su existencia. Aun cuando
el aparato de gobierno comunitario impuesto por los españoles estaba siendo transformado
por muchos ayllus coloniales, de acuerdo a los principios precolombinos de la
organización político-religiosa, la síntesis emergente no favorecía la continuidad de las
estructuras de autoridad paralelas controladas por mujeres.
Aunque la sociedad colonial minaba la preservación de las organizaciones rituales
femeninas, en ciertas comunidades las mujeres (y los hombres) descubrieron los medios
para evitar dichas presiones. Algunas mujeres encontraron las formas -frecuentemente
tortuosas- de seguir participando en las estructuras oficiales de gobierno comunal. El
sacerdote jesuita Pérez Bocanegra describe el desarrollo de un proceso en el cual las
mujeres que ocupaban cargos religiosos nativos principiaron a unir sus actividades con la1j
prácticas cristianas. El descubrió inadvertidamente que los indios se confesaban con
clérigos nativos -femeninos y masculinos- antes de confesarse con el cura doctrinero
católico:
"Aduierta también mucho el Confessor, que en esta ciudad, y fuera della hazen
vna cosa algunos Indios, e Indias (que se llaman hermanos mayores, y hermanas mayores
entre ellos mismos:) y se les pueden poner nombres de alunbrados, y aturdidos, acerca de
ciertos quipos . . . que traen para coufessarse [sic, n. del L], como escrituras, y
memoriales dellos. Porque estos tales Indios, y particularmente las Indias, enseñan a
orras [sic, n. del t] a se confessar por estar ñudos y señales; que los tienen de muchos
colores, para hazer diuision de los pecados, y el numero de los que an cometido, o no, en
esta manera.
"Antes que vaya el Indio, o India penitente alos [sic, n. del t.] pies del Confessor, y
Sacerdote, ya se él confessado con estas Indias, e Indios de todos los pecados, ora sean los
que an cometido, ó los agenos, que nunca cometieron . . . y para este efeto, les mandan
uayan atando ñudos en sus hilos, que llaman Caitu, y son los pecados que les enseñan, (los
maestros, y maestras desta manera de confessar), los quales parecen: añadiendo, y
poniendo en sus ñudos otros, que jamás cometieron mandando les, y enseñáldoles, a que
digan es pecado el que no lo es, y al contrario.
."Y lo mas común les hazen leuantárse infinitos testimonios, y confessar lo que nunca
hizieron . . . como muchas vezes e sacado a luz por las preguntas, y repreguntas que les
hago, hasta que vienen a dezia [sic]: Assi me lo mandaron . . . los hermanos, y hermanas,
lo dixesse por estos ñudbs; y dizen, que son confessiones generales.
". . . "Demas de gIJe no confiessan los pecados que an hecho:" porque estos no no los
dicen al Confessor, sino solos los que les an enseñado estos tales Indios, e Indias [en los
ñudos] . . .
". . . y despues de se auer confessado con el Sacerdote, van a tratar con estos Indios, lo
que el Padre les dixo, y la penitencia que les dio. Haziendo burla del, diziendo, que no
sabe preguntar al penitente, o que no les entiende su lengua. . .".
[1631: 111-113].
Así, bajo el ropaje del ritual católico, los sacerdotes indígenas -hombres y mujeres-
llevaban a cabo un importante rito de la práctica religiosa precolombina de los Andes, la
confesión andina. Registrando los "pecados" de sus ayllus en quipus (cuerdecillas
anudadas usadas como un aparato mnemotécnico), el clérigo nativo decía entonces al
penitente cuáles "pecados", escogidos entre los de toda la comunidad, había de revelar al
cura católico. Por supuesto que Pérez Bocanegra quedó espantado con muchos aspectos de
esta desviación de la ortodoxia católica.

Lo que le horrorizaba no era solamente el hecho de que las mujeres pudieran ser
confesoras en los ritos nativos. Todavía más importante era que, al ocultar sus actividades
"heréticas" enviando personas a confesarse con los clérigos católicos, los sacerdotes y las
sacerdotisas nativos podían preservar la práctica de los ritos indígenas -ritos que
incorporaban conceptos del pecado, la culpa y la responsabilidad radicalmente distintos de
los del dogma católico. Para su consternación, Pérez halló que la religión católica era
tenida por sus feligreses indígenas como una farsa, pudiendo ellos emplear la nueva
religión como un velo con el cual ocultar su idolatría y su herejía.
Nótese que el proceso confesional dirigido por las sacerdotisas nativas aún
guardaba formas precolombinas de la organización"'religiosa. Pérez sabía muy bien que
estas confesiones heterodoxas estaban estructuradas según divisiones del género: ". . . las:
Indias enseñan a orras [sic] a se confesar por estos ñudos y señales. . ." (1631: 111). El
manual de Pérez Bocanegra fue escrito para ayudar á. los sacerdotes en su campaña contra
los indios que osaran continuar con las prácticas religiosas de sus antepasados paganos. En
consecuencia, los hermanos y hermanas mayores fueron objeto del ataque del clero
católico; a juzgar por el manual de Pérez, la campaña subsiguiente fue especialmente dura
en su lucha contra las idólatras femeninas (1631: 111).
En los siglos dieciséis y diecisiete, las mujeres se vieron doblemente amenazadas.
Ellas eran perseguidas por la Iglesia y por las autoridades administrativas y religiosas
indígenas que se habían aliado con el régimen colonial. Estos funcionarios locales, cuyo
poder provenía de su alianza con las autoridades hispanas, no se sentían ya comprometidos
por las obligaciones mutuas ni por las reglas normativas que regían las relaciones sociales
andinas tradicionales; ellos amenazaban a las mujeres y abusaban de ellas en formas. que
resultaban ilegítimas según los códigos sociales y morales precolombinos. Por otra parte,
las instituciones políticas y religiosas locales impuestas por los españoles, negaban a la
mujer un acceso directo a los canales oficiales de autoridad que regulaban la vida
comunitaria. Dijo Lucía Suyo Carhua, acusada por los extirpadores de idolatrías de ser una
hechicera y una sacerdotisa de la herejía: "'. . . ya beys que oy es tiempo al rebés, porque
estamos perseguidos (AAL: Leg. 2, Exp. XIV, f. 2v) 111[2

111[2]
Lucía dice "el tiempo está al revés", pero en quechua ella probablemente habrá empleado la palabra
pacha, que denota tanto el tiempo como el espacio (espacio-tiempo). Ella está expresando metafóricamente
el colapso del orden social y físico andino, así como el de los mecanismos sociales a través de los cuales ese
orden era mantenido.
2.2. EL PERÍODO REPUBLICANO

2.2.1. EL PERÚ REPUBLICANO SIGLO XIX


El siglo XIX fue testigo de dos momentos dramáticos que marcaron notablemente el
desarrollo histórico peruano: la Independencia y la Guerra con Chile. Fueron dos
coyunturas trágicas que sembraron caos, destrucción material y división interna. Ambos
dejaron muchos odios y tareas por resolver. También es visto como el siglo de las
oportunidades perdidas por la gran riqueza guanera que multiplicó el derroche y la
corrupción hasta colocar al país en bancarrota hacia los años de 1870. Si consideramos que
la independencia se logró en 1824 con la batalla de Ayacucho y que las tropas chilenas
abandonaron el Perú en 1884, deducimos que los primeros 60 años de la historia peruana
estuvieron marcados por el fracaso.
Luego de Ayacucho el Perú no pudo escapar al dominio de los caudillos. Estos
personajes, en su mayoría militares, manejaron el poder a su antojo, sembraron el caos
político y, lo más peligroso: su personalismo retrasó el asentamiento del orden institucional
en el país. Luego de la pobreza general dejada por las guerras independentistas, a partir de
1850 la bonanza guanera les permitió gozar de un recurso para asegurar su permanencia en
el poder. De esta manera el país experimentó un clima de relativa estabilidad política y
pudo ser testigo de algunas inversiones en obras públicas (educación, servicios urbanos y
ferrocarriles). Ramón Castilla fue el caudillo más afortunado pues sus gobiernos
coincidieron con esta prosperidad falaz, tal como llamó a esta era Jorge Basadre.
Pero en realidad el guano sembró la irresponsabilidad en el manejo del estado.
Mucho se invirtió en burocracia, en gastos militares y en operaciones oscuras. Los gastos
superaban a los ingresos y muchas veces, para cubrir el déficit, se recurrió al crédito
externo poniendo como garantía las ventas futuras del guano. En algún momento el sistema
tenía que colapsar. Esto sucedió en la década de 1870 cuando el Perú se declaró en
bancarrota: tenía la deuda externa más grande de Latinoamérica y sus ingresos no podían
cubrir sus gastos corrientes y el pago de la deuda. Pero los problemas no quedan allí. La
guerra estaba a la vuelta de la esquina: en 1879 el Perú, unido a Bolivia por un “tratado
secreto”, tuvo que entrar en un conflicto por el control del salitre frente a Chile.
El país no estaba en condiciones económicas, políticas y militares de salir bien
parado de la contienda. El conflicto terminó formalmente en 1883 con el Tratado de Ancón
que sancionó una grave pérdida territorial. Las provincias del sur, ricas en salitre, fueron el
botín del enemigo. La derrota ponía fin a una etapa. Ahora había que reconstruir el país
bajo otros criterios. Los puntos pendientes eran: erradicar el caudillismo en la política,
fomentar el desarrollo de las instituciones, diversificar las exportaciones para no depender
de un solo recurso y hacer un manejo más técnico de la economía. Los años que vienen son
un esfuerzo por hacer del Perú un país más moderno e integrado para afrontar los desafíos
del siglo XX.

2.2.2. La Independencia (1808-1825) - El Perú Republicano:


La ruptura del Perú con España formó parte del movimiento separatista
latinoamericano frente al imperio español, que podríamos ubicar entre 1808 y 1825.
Políticamente se precipitó cuando las tropas napoleónicas invadieron la
Península poniendo en evidencia la crisis de la monarquía que debió interrumpir las
comunicaciones con sus dominios de Ultramar.
Ideológicamente, sin embargo, la independencia fue un lento camino de alejamiento
y crítica por parte de los criollos más ilustrados frente a la Metrópoli. Recordemos que los
borbones los habían desplazado de muchos puestos claves de gobierno en favor de
burócratas peninsulares. Esto dio lugar a un “nacionalismo incipiente” que se reflejaría en
peticiones de autonomía política y ciertas libertades económicas que la monarquía
española se negaría sistemáticamente a conceder a los americanos. En el Perú muchos de
los llamados “precursores”, como José Baquíjano y Carrillo, Toribio Rodríguez de
Mendoza o Hipólito Unanue, se inclinaron por esta suerte de reformismo. Pocos fueron los
que adoptaron resueltamente el separatismo como Juan Pablo Viscardo y Guzmán o José
de la Riva-Agüero.
Desde el punto de vista militar la liberación de Sudamérica se llevó a cabo a partir de
la década de 1820 en dos frentes de manera casi simultánea. La Campaña del Sur, dirigida
por San Martín, empezó en Buenos Aires y avanzó por los Andes logrando la
independencia de Chile; la Campaña del Norte, comandada por Bolívar lograría, no sin
muchas dificultades, la independencia de la Gran Colombia (lo que hoy son los territorios
de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador). Ambos movimientos convergieron en el
Perú, la plaza más importante del ejército realista. Aquí, en1824, las tropas de Bolívar y
Sucre lograrían las victorias de Junín y Ayacucho.
Al otro lado del continente, en México, los patriotas seguirían su propio camino de
liberación. Los cierto es que en 1826 España había perdido un enorme imperio del que sólo
conservaría, hasta 1898, dos islas en el Caribe: Cuba y Puerto Rico. Unas 15 millones de
personas habían dejado de ser súbditos del rey de España. Dentro de este marco la
independencia del Perú fue, junto a la de México, la más complicada y larga de todas. La
guerra duró entre 1820 y 1826 aproximadamente, causando numerosas muertes y pérdidas
materiales.
Esto es comprensible ya que el territorio del antiguo Virreinato peruano ocupaba un
enorme territorio que alcanzaba hasta lo que hoy es Bolivia, el famoso Alto Perú. Se
trataba de un espacio muy diverso con realidades étnicas, regionales y económicas muy
complejas y a veces contradictorias. Un escenario, además, donde una minoría blanca
(criollos y peninsulares) convivía con la masa indígena más numerosa del continente, esto
sin mencionar la presencia de esclavos negros y de un grupo cada vez más nutrido de
mestizos y castas. El temor de una sublevación de las masas era algo que preocupaba a la
élite. Por ello aquí la pugna de intereses hizo que no todos sintieran en el mismo momento
la necesidad o la conveniencia de separarse de España, ni tampoco la forma en cómo llevar
a cabo un proyecto tan delicado. Fue en este ambiente de confusión que actuaron los
ejércitos de San Martín y Bolívar cuando llegaron a nuestro país.

2.2.3. Inicios de la República (1825-1845)


Luego de la batalla de Ayacucho el Perú quedó con total libertad de organizarse
políticamente. El problema era que los cambios sociales y económicos habían sido pocos.
Por ello fue que el orden liberal y republicano que propusieron muchos políticos estaba
divorciado de una realidad todavía muy arcaica y, ahora, caótica. Durante los siguientes
años la participación política quedó reducida a un pequeño grupo de la población, es decir,
a la élite civil y militar sin un proyecto nacional claro. Por ello al interior del país surgieron
tendencias regionalistas y por momentos separatistas como en los departamentos de Cuzco
y Arequipa. Allí, como en la mayor parte del país, la presencia del estado era muy débil
luego del desmantelamiento de la administración virreinal. Surgió así la presencia del
gamonal, es decir, el terrateniente que sumó a la propiedad de la tierra el poder político en
su localidad o región.
En este clima las instituciones no funcionaban o eran casi inexistentes, y la falta de
una clase dirigente hizo que los intereses de grupo, las lealtades regionales o personales
fueran la clave de la vida política. El poder terminó cayendo en manos de los jefes
militares vencedores de Ayacucho: los caudillos. Ellos representaron intereses regionales
de gamonales y comerciantes a los que concedían cargos públicos y tierras. Eran la cabeza
de una complicada pirámide de patrones y clientes. Las figuras de Agustín Gamarra, Felipe
Santiago Salaverry, Andrés de Santa Cruz o Manuel Ignacio de Vivanco, claves en la
política de estos años, corresponden a este primer militarismo, tal como lo definió Basadre.
El caudillismo se convirtió en una empresa cuyo objetivo era la conquista del poder.
El estado era el botín a repartirse. Quizá el único proyecto importante surgido del
caudillismo fue la idea de volver a unir Perú y Bolivia en 1836: la Confederación Perú-
boliviana, ideada por Santa Cruz. Pero el mismo caudillismo, los intereses regionalistas y
la intervención chilena la hicieron fracasar en la batalla de Yungay (1839). De todos estos
caudillos faltó un dirigente excepcional, alguien capaz de imponer la autoridad de un
gobierno central y subordinar las regiones para evitar la anarquía. Entre 1821 y 1845, es
decir en 24 años, se alternaron 53 gobiernos, se reunieron 10 congresos y se redactaron 6
constituciones. Hubo años, como en 1838, que gobernaron 7 presidentes casi al mismo
tiempo. Vemos entonces que la autoridad de estos caudillos no fue resultado de un
consenso ni tampoco pudo imponerse de forma estable. Cuando conquistaban el poder
concentraban su atención en satisfacer las demandas de sus allegados políticos. Eran
gobiernos de minorías para minorías. No pudieron integrar a la sociedad retrasando el
camino de convertir al Perú en un estado-nación.
2.2.4. La Era del Guano (1845-1879)

A partir de 1845, con la llegada de Ramón Castilla a la presidencia, el Perú inició un


período de relativa calma política debido a que ahora los gobiernos gozaron de un ingreso
económico inesperado: el guano de las islas. La exportación de este famoso fertilizante se
hizo posible a la gran demanda de Norteamérica y Europa por elevar su producción
agrícola debido al crecimiento demográfico. Hasta el estallido de la Guerra con Chile
(1879) el Perú exportó entre 11 y 12 millones de toneladas de guano que generaron una
ganancia de 750 millones de dólares. De ellos el estado recibió como propietario del
recurso el 60%, es decir, una suma considerable para convertirse a través de inversiones
productivas en el principal agente del desarrollo nacional.

Si calculamos la importancia del guano en la economía de la época podríamos decir


que, cuando Castilla hizo el primer presupuesto para los años 1846-1847, la venta del
fertilizante representaba el 5% de los ingresos totales; años más tarde, entre 1869 y 1875,
el guano generaba el 80% del presupuesto nacional. Con esta inusual bonanza, luego de 20
años de anarquía y estancamiento, se podía recuperar el tiempo perdido: atraer la inversión
e iniciar una vasta política de obras públicas para modernizar al país.

El resultado final no fue tan alentador. El dinero generado por el guano fue destinado
a rubros casi improductivos: crecimiento de la burocracia, campañas militares, abolición
del tributo indígena y de la esclavitud, pago de la deuda interna y saneamiento de la deuda
externa. Solo la construcción de los ferrocarriles y algunas inversiones en la agricultura
costeña (caña de azúcar y algodón para la exportación) escaparon a este desperdicio
financiero.

Hacia 1870 las reservas del guano se habían prácticamente agotado y el Perú no
estaba preparado para este colapso, cargado como estaba con la deuda externa más grande
de América Latina (37 millones de libras esterlinas). Fue entonces que el país pasó, como
tantas veces en su historia, de millonario a mendigo, sin nada que exhibir en términos de
un progreso económico. El Perú no había podido convertirse en un país moderno con
instituciones civiles sólidas.
La razón de este fracaso ha sido explicada por la falta de una clase dirigente. Tanto
los militares como los civiles surgidos bajo esta bonanza no pudieron elaborar un proyecto
nacional coherente. Dirigieron su mirada hacia el extranjero, apostaron por el libre
comercio y compraron todo lo que venía de Europa arruinando la escasa producción o
“industria” local. Con muy pocas excepciones se convirtieron en un grupo rentista sin
vocación por la industria.

En especial los civiles no habrían podido convertirse en una “burguesía” decidida,


progresista o dirigente. Aunque, como ya hemos mencionado, hubo al interior de esta élite
gente que, como Manuel Pardo, imaginaron un desarrollo alternativo para el país. Pardo
fundó el Partido Civil y en 1872 se convirtió en el primer presidente que no vestía
uniforme militar. Su programa insistía en la necesidad de institucionalizar el país, fomentar
la educación y construir obras públicas. Ya en el poder poco es lo que pudo hacer: el país
se encontraba ahogado en su crisis debido al derroche de los años anteriores. Lima y la
costa se beneficiaron de la bonanza guanera. El resto del país, esto es, los grupos populares
y las provincias del interior, vivieron al margen de esta “prosperidad falaz” continuando en
un mundo arcaico, especialmente la población andina. En 1879, quebrado y dividido, el
Perú tenía pocas posibilidades de salir airoso en la Guerra del Pacífico.

2.2.5. El Rrostro del Perú.


La población, en 1828, fue calculada en 1’279,726 habitantes. El Perú seguía siendo
un país rural. La mayoría eran indios que formaban comunidades campesinas. Lima era la
ciudad más populosa con 54 mil habitantes. Cerca de la mitad del país estaba compuesto
por un territorio desconocido: la amazonía. Las fronteras políticas estuvieron poco
definidas y fueron causas de conflictos con Bolivia (1828) la Gran Colombia (1829) y
Ecuador (1859).
No hubo esta época un centralismo sino más bien una desarticulación por el poco efecto
concentrador de Lima y, se podrían distinguir, hasta cuatro circuitos comerciales casi
autosuficientes: Lima y la costa central; la costa norte y Cajamarca; la sierra central; y la
sierra sur. Las comunicaciones eran difíciles puesto que a pesar de contar con cinco
puertos mayores (Paita, Huanchaco, Callao, Islay y Arica), las antiguas rutas que habían
comunicado a Lima con Arequipa, Cuzco y el Alto Perú sufrían un penoso abandono. Todo
esto añadido a la difícil geografía y a la numerosa presencia de bandidos, viajar se
convirtió en una empresa arriesgada. La circulación monetaria disminuyó y en muchos
lugares el comercio sólo pudo efectuarse mediante el trueque.
Esta situación empezó a cambiar durante la época del guano. A nivel social surgió
una clase “rentista”, es decir, un reducido círculo de familias muy ricas, amantes del lujo,
pero sin vocación empresarial. Su fortuna, proveniente de los negocios guaneros, se formó
sin esfuerzo tecnológico o creativo alguno. No solo importaron de fuera artículos de lujo,
sino también una buena dosis de ideología liberal y un nuevo estilo de vida a imagen y
semejanza de las burguesías europeas. Ellas se modernizaron pero no les interesó difundir
los nuevos valores contribuyendo a acentuar su distancia respecto a la mayoría que siguió
viviendo en un mundo arcaico.
Pocas épocas en el Perú dieron lugar a tanto lujo y ostentación. Luego del
empobrecimiento sufrido tras la independencia, la élite tuvo dinero suficiente para gastar.
El culto a los artículos importados hizo rico a más de un comerciante que estableció su
tienda en las calles del centro de Lima. Sumas enormes de dinero fueron derrochadas en
una desmedida importación de artículos de lujo. En Chorrillos, el balneario de moda, los
nuevos ricos se dedicaban al juego y llevaban un estilo de vida opulento. Hacia 1870, año
en que se derrumbaron sus murallas, Lima contaba con poco más de 100 mil habitantes.
Comenzaba por el norte con el Convento de los Descalzos y terminaba por el sur en la
Portada de Guadalupe, muy cerca de la actual Plaza Grau. En el lugar que ocupaban las
murallas se trazaron, a la manera francesa, avenidas en forma de boulevards que rodearon
a la ciudad formando un cinturón de calles amplias y arboladas.
Además, se diseñaron parques decorativos con quioscos afrancesados como el
parque de la exposición inaugurado por el presidente Balta en 1872. Pero la influencia
francesa no sólo se hacía sentir en el diseño urbano. La moda de París entusiasmaba a las
mujeres y desplazaba a las tapadas. La gente de entonces también utilizaba su tiempo libre
para hacer deporte al fundarse, por ejemplo, el "Club Regatas Lima". Asimismo, apareció
el tranvía remolcado por caballos y se construyó el teatro Politeama con capacidad para 2
mil personas. Por último, a partir de 1850, llegaron trabajadores chinos para reemplazar a
los esclavos negros en las haciendas de la costa. Los beneficios del trabajo de losculíes lo
percibieron de inmediato los terratenientes. Con el conocimiento ancestral que tenían del
trabajo agrícola y con su esfuerzo físico permitieron el notable incremento en la
producción de caña y algodón. Los chinos también fueron empleados en la extracción del
guano de las islas y en el servicio doméstico. La llegada de los coolíes fue continua y
creciente: entre 1849 y 1874 arribaron casi 90 mil. Lo censurable fue que su trabajo se
realizó en condiciones de semi-esclavitud. Los malos tratos se iniciaban en el viaje desde
la colonia portuguesa de Macao hasta su llegada al Callao. La penuria continuaba en el
Perú. El trato de los hacendados fue muy duro. El uso de cadenas, látigos y la exigencia del
cumplimiento del horario fue algo cotidiano.
2.2.6. La Guerra del Pacífico (1879-1883)
El 5 de abril de 1879 Chile declaró la guerra al Perú e inmediatamente bloqueó el
puerto salitrero de Iquique. Así empezaba la llamada Guerra del Pacífico, una contienda
larga, sangrienta y agobiante. En 1873 se había preparado en descenlace definitivo cuando
el Perú firmó un tratado secreto de alianza con Bolivia, documento que fue el pretexto para
que el Perú ingresara al lado de este país, en el conflicto contra Chile.

Quizás la guerra estaba perdida desde que el Perú quedó en franca desventaja militar
frente a Chile cuando en 1874 el presidente Manuel Pardo, por medidas de austeridad
debido a la crisis económica, autorizó la reducción de los efectivos del ejército y la
marina, y no llevó adelante la construcción de un par de buques blindados contratados por
su antecesor José Balta.

Pero la derrota no sólo se debió a la débil condición militar sino también, como lo
escribió alguna vez Jorge Basadre, al desorden político, a la falta de integración social y al
despilfarro económico del siglo XIX que convirtieron tan vulnerable a un país con grandes
posibilidades de desarrollo. Las causas del conflicto armado entre Perú, Bolivia y Chile
fueron básicamente económicas: el control del salitre. Se trataba de un nitrato que se
exportaba como fertilizante y como insumo para explosivos. De un lado estuvo Chile
intentando apoderarse del rico territorio salitrero en el desierto de Atacama que en el
derecho internacional no le pertenecía; y del otro, Perú y Bolivia, intentando,
dramáticamente, de defenderlo.
Pero esta situación no fue circunstancial. El control territorial del Atacama estuvo,
desde los inicios de la explotación salitrera, en manos de empresarios chilenos y capitales
británicos. La distancia geográfica, la anarquía política y la endémica crisis económica
hicieron que el control peruano y boliviano sobre su riqueza salitrera fuese poco efectiva o
incluso inexistente en el caso de Bolivia.
Iniciado formalmente el conflicto el Perú tuvo su primer revés en el mar. En los
combates de Iquique y Angamos se perdieron a los dos únicos acorazados que teníamos
para defender 4.800 kilómetros de litoral: la fragata Independencia y el monitor Huáscar.
También perdimos a Miguel Grau, el máximo héroe nacional. Una vez controladas las
rutas marinas las fuerzas chilenas se apoderaron de las provincias del sur, incluyendo
Tarapacá, muy rica en salitre.

A pesar de estar política y militarmente arruinado el Perú se negó a capitular. Por


ello un potente ejército de 3 mil hombres al mando de Patricio Lynch fue enviado a invadir
la costa norte para “castigar” y someter a la población saqueando las plantaciones de caña
de azúcar privando al Perú del único recurso económico que le quedaba para continuar la
guerra. Aún así los peruanos continuaron el combate y luego de las batallas de San Juan y
Miraflores 25 mil chilenos ocuparon Lima pero la encontraron sin gobierno alguno con el
que negociar la rendición.
Nicolás de Piérola, quien había asumido poderes dictatoriales tras el polémico viaje
de Mariano I. Prado a Europa, se retiró a la sierra (Ayacucho) para continuar su gobierno y
resistir al invasor. El país no lo apoyó y, en Lima, una asamblea de notables eligió
presidente al civil Francisco García Calderón. Éste se negó a firmar la paz con Chile con
entrega de territorios. García Calderón, como muchos otros líderes políticos, terminó
cautivo en Chile. En la sierra central Andrés A. Cáceres inició una feroz resistencia
comandando tropas campesinas en la célebre Campaña de la Breña. Tras algunas victorias
terminó derrotado en Huamachuco. Por su lado Miguel Iglesias, luego de su triunfo en San
Pablo, pidió al país desde Montán (Cajamarca) firmar la paz con Chile bajo cualquier
condición. Ya proclamado presidente, Iglesias firma con el enemigo en Tratado de Ancón
(1883) donde se cedía definitivamente Tarapacá y se entregaba, por espacio de 10 años, las
provincias de Tacna y Arica. Un plebiscito, que nunca se realizó, debía decidir el futuro de
ambas. Las tropas chilenas recién dejarían nuestro territorio en 1884.

2.2.7. La Reconstrucción Nacional (1883-1895)


La guerra terminó completando la destrucción que se había iniciado con la crisis
económica de la década de 1870. En 1879 el sistema bancario peruano estaba quebrado y
la agricultura, la minería y el comercio apenas sobrevivían. Las tropas chilenas arruinaron
la economía, pusieron en evidencia la fragilidad del sistema político peruano,
reverdecieron los antiguos conflictos internos y privaron al país de la vital riqueza salitrera.
Luego de firmada la paz había que reconstruir el Perú desde los escombros.

Siguiendo a Basadre, este período se inicia con el segundo militarismo pues los
militares vuelven a ocupar dominar la política, ahora en un momento dramático. Estos
caudillos son los vencidos, pero son los únicos que tienen la fuerza suficiente para tomar el
poder ante la situación tan vulnerable en que quedó el resto de la población por el desastre
ante Chile. El país seguía dividido. Los "hombres de Montán", secundaban a Iglesias, y
"los de kepí rojo" al héroe de la Breña, el general Cáceres. Ambos bandos eran
irreconciliables. El problema había surgido por las condiciones estipuladas en el Tratado
de Ancón.
Este militarismo comprende los gobiernos de Iglesias (1883-86), Cáceres (1886-90)
y Remigio Morales Bermúdez (1890-94). Llega a su fin en 1895 cuando los civiles, ya
reorganizados y cansados del militarismo, expulsan del poder a Cáceres que lo ocupaba
ilegalmente por segunda vez. Ese año, tras una sangrienta guerra civil que culminó en las
calles del centro de Lima, Nicolás de Piérola asume la presidencia. En este difícil período
el Perú tenía que recuperarse de la terrible derrota moral y material. Si antes de 1879 el
país estaba ya quebrado imaginemos ahora la situación. Había que empezar de la nada. Los
años dorados y “felices” del guano habían pasado, era necesario replantear el modelo
económico y llevar un manejo del poco dinero disponible con criterios más austeros.
Pero un nuevo modelo no podía iniciarse sin resolver el espinoso problema de la
deuda externa que ascendía, con los intereses acumulados, a 51 millones de libras
esterlinas. Cáceres tuvo que hacerle frente y lo “solucionó” al firmar con los acreedores el
polémico Contrato Grace, en 1889. Recién desde ese momento se pudo dar el marco
adecuado para fomentar la inversión, tanto nativa como extranjera.

Afortunadamente a partir de la década de 1890 el mercado mundial estuvo del lado


peruano. Los precios de algunos de nuestros principales recursos naturales de exportación
subieron: azúcar, algodón, cobre y caucho. Con su venta se inició la recuperación nacional,
especialmente de los empresarios privados y de la clase política. De esta manera el
militarismo llegaba a su fin y Piérola inauguraba una época de gran expectativa nacional:
el gobierno de las instituciones y no el de los caudillos.
La explotación del caucho significó el auge de Iquitos. La demanda de las industrias
de automóviles europea y norteamericana impulsó la extracción de este recurso natural que
trajo importantes beneficios al tesoro público entre 1882 y 1912. Para los aborígenes
selváticos representó la quiebra de su mundo material y mental. La explotación también
representó un paso en la ocupación, bajo criterios nacionales, del espacio amazónico. En
este sentido, se exploró la Amazonía iniciándose importantes estudios geográficos. Pero
como toda industria extractiva no consideraba útil la conservación de la ecología ni la del
árbol productor del jebe, pues se pensaba que el recurso era inagotable (como antes parecía
serlo el guano).
En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre 1900 y 1905, salieron por
el puerto de Iquitos más de 2 millones de kilos de caucho por año. A partir de ese
momento, le salieron competidores de otras partes del mundo. Exploradores británicos
habían exportado árboles caucheros de la India, y en Ceylán se desarrollaron extensas
plantaciones. El boom del caucho llegaba a su fin
Por último, la intensa actividad privada empezó a transformar el país. La agricultura
de la costa se modernizó, en Lima surgieron las primeras fábricas y se recuperó el sistema
bancario. El Banco Italiano (hoy Banco de Crédito), el Banco del Perú y Londres y el
Banco Popular son fundados por estos años. Aparecen los primeros obreros y se forma una
pequeña clase media. El Perú mostraba entrar con paso seguro al nuevo siglo.

2.2.8. El Perú Contemporáneo en el Siglo xx


Luego del serio revés producido por la Guerra del Pacífico, el país inició el siglo
XX con el apog del proyecto oligárquico orientado a la exportación de materias primas. El
modelo entró en crisis a fines de los años veinte cuando se empezó a ensayar una política
económica orientada al mercado interno promoviéndose la industrialización. Las
actividades económicas se diversificaron y se consolidaron nuevos grupos sociales (clase
media, proletariado urbano y campesino, estudiantes universitarios) que desafiaron el
orden de la antigua clase dirigente. Surgieron nuevas doctrinas y partidos políticos que
volvieron a plantearse preguntas y problemas sobre la esencia del Perú y el tipo de nación
que queríamos ser: centralista o federal, mestiza o multicultural, proteccionista o abierta
libremente al mundo.
De esta manera el Estado fue asumiendo nuevos papeles para fomentar el desarrollo
económico y la integración social. Crece la burocracia y la inversión pública; aparecen
nuevos ministerios y la banca de fomento. Este proceso tuvo su clímax en régimen militar
de 1968 a 1975 y el gobierno aprista de 1985 a 1990. Apartir de los años 90 la tendencia
cambió al devolverse estos procesos a la iniciativa privada y al mercado mundial. Pero
todos estos vaivenes acentuaron el centralismo limeño que se ha convertido en uno de los
obstáculos más serios para el desarrollo integral y democrático del país. Un cambio
espectacular fue el crecimiento demográfico. La población se triplicó entre 1940 y 1993:
pasó de 7 a más de 22 millones de habitantes; al año 2000 llegó a 25,7 millones. Otros
factores que cambiaron el rostro del país fueron el crecimiento de la cobertura educativa en
todos sus niveles y la expansión de los medios de comunicación (carreteras, radio,
periódicos y televisión). Esto integró más al país y empujó a millones de campesinos a
buscar nuevas oportunidades en las ciudades. La masiva migración del campo a la ciudad,
especialmente a partir de los años cincuenta, fue un fenómeno inédito. Lima fue la
principal víctima: en 1904 tenía 140 mil habitantes, 540 mil en 1940, 3 millones en 1972 y
más de 7 en el 2000. Este fenómeno convirtió al Perú en un país mestizo, urbano y costeño.
En 1940 el 70% de la población vivía en el campo, hoy en día ocurre todo lo contrario: ese
mismo porcentaje vive en las urbes.
El Perú se vio afectado, además, por dos fenómenos dramáticos. En primer lugar, a
partir de los años ochenta estallaron movimientos subversivos situados ideológicamente a
la izquierda del Apra y los demás partidos “socialistas”; su intensidad entre 1980 y 1992
estuvo a punto de hacer colapsar al Estado. Por su lado, el narcotráfico demostró su poder
económico y político en amplias regiones del territorio nacional. El Estado terminó
controlando el primero y, con la ayuda internacional, debe erradicar el segundo.
Durante el siglo XX el Perú experimentó casi todos los modelos de desarrollo
existentes. El resultado, sin embargo, no ha sido tan alentador. Un solo dato podría resumir
el fracaso: casi el 60% de su población vive en condiciones de pobreza o miseria extrema.
Falta profundizar los valores democráticos, el orden institucional y una economía de
mercado más competitiva y redistributiva. Hoy el país, además, está inmerso en las
consecuencias que trajeron para el planeta el fin de la “guerra fría” y el acelerado proceso
de integración llamado “globalización”. Conceptos como soberanía o dependencia están
siendo redefinidos. Lo cierto es que con el fax, el internet, la televisión por cable y el
abaratamiento del transporte de mercancías y personas el Perú viene acomodándose a los
nuevos desafíos que impone el siglo XXI.

2.2.9. la República Aristocrática (1895-1919)


Con el gobierno de Piérola (1895-1899) la presencia de los civiles en el poder le dio
un perfil distinto al país: tolerancia a las nuevas ideas y el propósito de garantizar el orden
interno para impulsar el progreso. La oligarquía, un grupo de familias que controlaba la
agricultura, la minería y el sistema financiero fue la que esbozó un proyecto de desarrollo
acorde a sus intereses. Esa fue la tarea del Partido Civil que monopolizó el poder.
Se pensó que el Estado debía ser pequeño barato y pasivo, es decir, modesto en
recursos y ajeno al intervencionismo. Se diseñó una reforma electoral y tributaria, y se dio
eficacia a la administración pública. El gasto público debía ser muy reducido y la acción
del estado no debía interferir con la actividad privada. Por ello los servicios ofrecidos por
el Estado eran pocos y se reducían a los relativos al orden (ejército, policía y justicia); la
educación o la vivienda eran cubiertas por la iniciativa privada. Los impuestos debían ser
lo más bajos posibles para no afectar a los grupos que generaban riqueza. Se impulsaron
los impuestos indirectos que grababan a los artículos de consumo masivo (sal, fósforos,
licor, tabaco). Si se quería realizar una obra en alguna provincia se aumentaban los
impuestos sobre el consumo en la zona interesada. El Perú fue una suerte de “paraíso
fiscal”, un escenario atractivo para los intereses de los civilistas vinculados a múltiples
actividades empresariales.

Los civilistas siguieron impulsando el modelo exportador. La agricultura asumió el


papel dinámico que el guano había ejercido antes. De este modo los hacendados se
transformaron en la élite dominante hasta 1919. La industria azucarera se modernizó,
especialmente en el valle de Chicama. La producción del algodón le siguió en importancia
en los valles de Ica y Piura. Fermín Tangüis halló una planta resistente a las plagas que
luego se hizo famosa en el mundo por su gran calidad: el “algodón Tangüis” permitió a los
agricultores obtener excelentes beneficios colocando al Perú como exportador del mejor
algodón en el mundo. Por último, desde la sierra sur se exportaban las lanas de ovinos y
camélidos: más del 70% de las exportaciones que salió por Mollendo correspondía a la
lana.
A la minería se le dio un marco para fomentar su expansión. Fue exonerada por 25
años de todo impuesto. Además, en 1893, el Ferrocarril Central llegó a La Oroya y, poco
después, hasta Cerro de Pasco, Huancayo y Huancavelica. La sierra central fue la zona
minera que más se desarrolló. Allí la Cerro de Pasco Mining Corporation, con un 70% de
capital norteamericano, inició la explotación del cobre y otros minerales

También se produjo un notable desarrollo en la economía urbana pues buena parte


de las ganancias de los exportadores se invirtió en el país. Es la época que en Lima la
industria, los servicios públicos (agua, luz, teléfono) y la banca experimentaron gran
crecimiento. Lima era la única capital latinoamericana cuyos servicios básicos pertenecían
en su integridad al capital nacional.
La industria textil fue la que alcanzó mayor desarrollo, especialmente la que
manufacturaba tejidos de algodón. En Lima se encontraban las principales fábricas
como Santa Catalina y San Jacinto. La industria alimentaria le siguió en importancia: los
inmigrantes italianos fundaron los helados D'Onofrio y, para elaborar harina,Nicolini
Hermanos. En Lima había 7 fábricas de fideos y 12 en provincias. La producción de
galletas estuvo monopolizada por Arturo Field. La industria cervecera estaba representada
por Backus y Johnson (Lima) y Fábrica Nacional (Callao). Las fábricas de bebidas
gaseosas también se multiplicaron.
Hacia 1918 este modelo fue cuestionado por la clase media, los obreros y los
estudiantes universitarios quienes demandaron la necesidad de transformar el Estado y
apoyarlo en criterios más democráticos. Las repercusiones de la Primera Guerra Mundial
ocasionaron un malestar general por el derrumbe de las exportaciones (inflación de precios
y escasez de alimentos de primera necesidad). Esos años estuvieron marcados por la
violencia política y uno de los hechos más visibles fue la presión de los obreros apoyados
por los estudiantes universitarios. El civilismo, con José Pardo a la cabeza, se tambaleaba
en el poder.

2.2.10. El Oncenio de Leguía (1919-1930


La República Aristocrática no tardó en llegar. Augusto B. Leguía encabezó un golpe
de estado argumentando que Pardo y el civilismo trataban de desconocer su victoria en las
elecciones de 1919. Era Leguía un hombre esencialmente práctico, no un doctrinario, con
mentalidad empresarial para hacer política, con tendencia al autoritarismo y que supo
aprovechar el desgaste de los viejos partidos políticos. Su preocupación central era irrigar
la costa, construir caminos y urbanizar, en ese orden. Ya en el poder ese proyecto se
llamaría la Patria Nueva. Leguía se presentó ante el país como el gran enviado capaz de
resolver todos sus problemas. Orientó su acción hacia la clase media y, ante la crisis del
marco institucional, aprovechó el momento para justificar su poder por medio del éxito
material (construcción de grandes obras públicas). Este ímpetu desarrollista, alentado por
una población en crecimiento con otras necesidades y apetencias, dio origen a nuevas
dependencias estatales. Empezó a esbozarse la idea del estado benefactor y ello se tradujo
en el crecimiento de la administración pública. Así se inauguraba, para bien o para mal, el
rostro del Perú contemporáneo.
A lo largo de estos once años Leguía se perpetuó en el sillón presidencial por medio
de la reelección. Sin embargo, pueden distinguirse dos etapas en su autoritarismo: antes y
después de 1923. Al inicio, Leguía mantuvo una posición de fuerza y persecución frente al
civilismo y adoptó un paquete de medidas que pretendían modernizar el estado y
convertirlo en una institución más democrática. Tarea imposible ya que al interior el país,
por ejemplo, se mantuvo casi intacto el poder de los terratenientes. Luego, mediante un
control más costoso de los mecanismos de poder y recurriendo al personalismo, desarrolla
la otra fase de se gobierno para profundizar su proyecto: endeuda peligrosamente al país
para financiar sus obras públicas.
Ellas fueron la esencia de la Patria Nueva. El capital norteamericano y la iniciativa
privada le delinearon un perfil nuevo al país. Ningún gobierno hasta entonces había
emprendido una política tan vasta de obras públicas. La industria del cemento tuvo un
rápido crecimiento: en 1925 produjo casi 12 mil toneladas y 50 mil en 1927. Lima gozó de
una de sus mayores transformaciones. Al margen de las donaciones por las celebraciones
del Centenario de la Independencia (Museo Italiano o monumento a Manco Cápac), se
inauguró la Plaza San Martín, se abrieron avenidas como Leguía (hoy Arequipa), Progreso
(hoy Venezuela), La Unión (hoy Argentina), Nicolás de Piérola y Brasil; se construyeron
el Ministerio de Fomento, el Palacio Arzobispal y se rediseñó el Palacio de Gobierno; se
iniciaron los edificios del Congreso y del Palacio de Justicia. Se fundaron barrios como el
de Santa Beatriz, San Isidro y San Miguel. Se construyó la Atarjea para brindar de agua
potable a Lima y en otras ciudades se instalaron sistemas de alcantarillado: un total de 992
mil metros de tuberías de agua y desagüe.
Se construyeron 18 mil kilómetros de carreteras gracias a la injusta Ley de
Conscripción Vial que estipuló la obligatoriedad de 10 días de trabajo estas obras. Esta
fiebre por la construcción de carreteras hizo que el trazo de muchas de ellas no tuviera
ningún sentido. Fue el caso de un camino que se inició en Huancayo sin que se supiera
dónde debía llegar. También se inició el Terminal Marítimo del Callao, se abrió la
Escuela de Aviación de Las Palmas, se compraron los primeros submarinos y se
profesionalizó a la policía. Finalmente, se inició el proyecto de irrigación de Olmos y otros
se dejaron listos en Cañete y Piura.
El declive del autoritarismo apareció en 1928 con la caída de las exportaciones
(cobre, lanas, algodón y azúcar) y, con la crisis económica mundial de 1929, descendió aún
más el favor de la opinión pública. Por su lado, el malestar del ejército aumentó debido a
los polémicos arreglos fronterizos con Colombia (entrega del Trapecio Amazónico) y
Chile (pérdida de Arica). La corrupción al interior del régimen abonaba el descontento.
Ante las elecciones de 1929 Leguía se presentaba sin oposición organizada. Finalmente, el
repudio al “tirano” va a ser interpretado en la revolución desatada en Arequipa (1930) por
el comandante Luis M. Sánchez Cerro.

2.2.11. Los Nuevos Partidos Políticos y las Elecciones de 1931


Durante los años veinte nacieron dos movimientos políticos de masas, el aprismo y
el comunismo, que marcarían buena parte del desarrollo político peruano a partir de 1930.
El APRA, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en México (1924) se presentó como
un movimiento internacionalista, de clara influencia marxista en sus primeros años de vida
e introduciendo la violencia revolucionaria en el léxico de la política peruana. Si bien estas
ideas se moderaron en la campaña electoral de 1931, el aprismo fue acusado muchas veces
de subversivo por los sectores más conservadores. Su líder ofrecía un capitalismo de
Estado a cargo de un frente único de trabajadores manuales e intelectuales reclutados entre
las clases medias y el pueblo trabajador.
El comunismo, por su lado, tuvo en José Carlos Mariátegui a uno de los pensadores
marxistas más originales de América Latina. Autor de un impresionante número de
artículos de divulgación del marxismo, de crítica literaria y de análisis político, Mariátegui
fundó el Partido Socialista, la revista Amauta y escribió los 7 ensayos de interpretación de
la realidad peruana, acaso el libro más leído en el Perú durante el siglo XX. La
heterodoxia del pensamiento de Mariátegui, sin embargo, fue rechazada por el primer
congreso de partidos comunistas pro-soviéticos reunido en Montevideo en 1929.
Luego de la muerte de Mariátegui (1930) el Partido Socialista varió en Partido
Comunista, ahora dirigido por Eudocio Ravines y respaldado por la Internacional
Socialista. Esta afiliación pro-soviética repercutiría negativamente en el desarrollo del
marxismo en el Perú. Los seguidores del "mariateguismo" ya no tendrían la misma
originalidad ni frescura intelectual del autor de los 7 ensayos. Políticamente su influencia
fue mínima, por lo menos hasta la década de 1950.
Tras la caída de Leguía, y luego de varios cambios políticos, se convocaron
elecciones generales en 1931, una de las más polémicas de nuestra historia republicana.
Las candidaturas más importantes fueron las de Sánchez Cerro y Haya de la Torre. El país
se polarizó.
Sánchez Cerro había fundado la Unión Revolucionaria, de enorme arraigo popular.
El origen mestizo y provinciano de su líder, que fue capaz de pulverizar el edificio
leguiísta, ejercía enorme fascinación entre los obreros y los grupos medios urbanos. Su
lema era el Perú sobre todo, lo que demostraba su clara vocación nacionalista como
respuesta a las influencias "foráneas" representadas por el aprismo y el comunismo.
Defendía la exaltación de ciertos valores (patria, religión, propiedad), que sin duda tendían
a la creación de una mística, propia de los fascismos europeos de entonces.
Haya basó su discurso en un análisis de los principales problemas del país. Moderó sus
anteriores llamados a la revolución y a la construcción del socialismo. Anunció la creación
del "estado antiimperialista", para aceptar correctamente las innovaciones traídas por el
capital extranjero. La fascinación que ejercía Haya era su llamado a jóvenes o adultos,
obreros, empleados o desocupados, a la tarea de formar una empresa colectiva y ser
protagonistas de la vida política. La idea era sacarlos del anonimato. Al menos esa fue la
idea de quienes votaron por Haya en 1931.
Pero el discurso de Haya resultaba demasiado radical para la mentalidad política del
país. Si bien sus repetidos ataques a las clases altas eran sólo retóricos, asustaron
tremendamente a los grupos conservadores y por qué no a muchos artesanos y gente de
clase media temerosos de perder sus pequeñas propiedades. De este modo la Iglesia, el
Ejército y la oligarquía no escatimaron esfuerzos para denunciar al APRA como un
movimiento subversivo internacional que pretendía destruir la integridad nacional.
De acuerdo a la información oficial, votó el 80% de los inscritos en el Registro
Electoral. Los resultados fueron los siguientes: Sánchez Cerro 152 mil votos; Haya de la
Torre 106 mil; los otros dos candidatos tuvieron una votación muy modesta.
La victoria de Sánchez Cerro era contundente, sin embargo, mientras los otros
candidatos reconocían su derrota, los apristas denunciaron fraude electoral y llegaron a
decir que Haya era el "Presidente moral del Perú". Esta derrota era un golpe amargo pues
daban por descontado el triunfo de Haya. Su frustración era inmensa. A partir de allí el
Apra inició una cerrada oposición desde el Congreso y las calles

a) Sánchez Cerro a Odría


Los años 30 marcaron un punto culminante en la presión por democratizar el Estado
con el ingreso de la clase media y los grupos populares a la política. El antiguo sector
exportador, que ahora formaría un germen de burguesía empresarial, pareció estar mejor
dispuesto a la apertura política, pero no vaciló en reprimir cualquier intento que pudiera
poner en peligro su dominio. Por ello se apoyó en el poder a militares como Sánchez Cerro
(1931-1933) o Benavides (1933-1939) para seguir controlando el país. A lo largo de estos
años se recortaron las libertades públicas y sindicales y se persiguió a los partidos de
izquierda. Esa fue la esencia de este tercer militarismo.
Las limitaciones del modelo exportador se hicieron evidentes con la crisis mundial.
Entre 1929 y 1932, el precio del cobre se redujo en 69%, lanas en 50%, algodón en 42% y
azúcar en 22%. Ahora se dejó sentir el endeudamiento dejado por Leguía. El país tuvo que
reducir notoriamente sus gastos y la cobertura social. El presupuesto, que era de 50
millones de dólares en 1929, descendió a 16 millones en 1932. La libra peruana
desapareció y se creó el sol de oro como nueva moneda en 1930. Hubo una continua
devaluación monetaria y el costo de vida aumentó. Muchas empresas cerraron y el
desempleo se extendió. Para los grupos medios y populares estos años significaron
reducción de salarios, desocupación y auge de huelgas. La crisis obligó a desarrollarse con
autonomía respecto al mercado mundial e impulsar la industrialización. Ante la ausencia
de créditos externos, el país debió autofinanciar su recuperación. En 1939 más del 40% de
los ingresos públicos estaban cubiertos por impuestos directos. Este esfuerzo permitió
construir una serie de carreteras: en 1934 había 19.867 kilómetros y en 1944 la cifra se
elevó a 33.468.
El Estado tuvo que seguir creciendo para atender las demandas sociales. Aparecen
los ministerios de Educación, Salud y Agricultura. La reforma del Banco de Reserva y la
ampliación de la Banca de Fomento le dieron a los gobiernos mayor injerencia en la
economía. La burocracia aumenta en un 100% entre 1938 y 1945. Por último, este
crecimiento estatal estuvo acompañado de un peligroso centralismo. Las decisiones se
tomaron cada vez más en Lima, pues nunca funcionaron los Congresos Departamentales
contemplados en la Constitución de 1933. Tampoco hubo autonomía municipal.
Luego del tercer militarismo fue elegido por primera vez Manuel Prado (1939-
1945); su victoria se debió también al tácito apoyo de los movimientos de izquierda pues
veían en Prado al representante de una burguesía progresista interesada por democratizar el
país. Se equivocaron. Prado reprimió la actividad sindical e implantó una política liberal
para favorecer las exportaciones. En 1945 triunfó Bustamante y Rivero apoyado por el
Frente Democrático Nacional. Su breve mandato (1945-1948) fue el primer esfuerzo por
ofrecer una alternativa reformista distinta al Apra, aunque para llegar al poder requirió del
apoyo de Haya de la Torre. Por ello el sector exportador conspiró con los militares para
llevar a cabo un golpe de estado y restaurar una dictadura modernizadora con el general
Manuel A. Odría (1948-1956). El régimen se benefició por un auge exportador,
implementó una colosal política de obras públicas y le otorgó el voto a la mujer.
Los años 50 configuraron el rostro del Perú contemporáneo. La urbanización
adquirió un fuerte papel y se hizo patente por la concentración de grandes contingentes de
migrantes en las barriadas de Lima y otras ciudades de la costa. Surge así un nuevo grupo
de propietarios, empresarios, obreros y subempleados. La cultura andina comienza a
invadir las ciudades transformándolas de manera inexorable. De otro lado el crecimiento
de las comunicaciones (radio y carreteras), la aceleración del movimiento comercial e
industrial de Lima y el desarrollo de otros sectores de exportación (pesca en Chimbote),
terminaron colocando a la agricultura en un segundo plano. En la sierra, la crisis del agro
debilita a los terratenientes y empuja a más campesinos a las ciudades para buscar trabajo y
alcanzar la cultura occidental. También hay un crecimiento explosivo de la educación
popular con la multiplicación de colegios y universidades. El país entra en efervescencia y
surgen nuevos partidos reformistas: Acción Popular y la Democracia Cristiana.

2.2.12. Los Años Sesenta y el Primer Belaundismo


El descenso de los ingresos por las importaciones tras el término de la guerra de
Corea puso fin al odriísmo. Reaparecieron el desempleo, las huelgas y la inflación El
dictador tuvo que convocar a elecciones y retornó al poder Manuel Prado (1956-1962)
quien trajo un período de estabilización política permitiendo la libre actuación del Apra y
la izquierda. Al frente de la economía puso al liberal Pedro Beltrán para impulsar las
exportaciones y la inversión externa. Se anunció un programa de “techo y tierra” en favor
de los campesinos que tuvo poco éxito.
Las elecciones de 1962 parecían estar preparadas para el triunfo del Apra. Haya
obtuvo el 33%, pero su escasa mayoría obligaba al Congreso elegir presidente. Siempre
oportunista, Haya parecía llegar a un acuerdo con su antiguo rival: Odría. Pero las Fuerzas
Armadas, enemigas históricas del Apra, se negaron a aceptar un escenario con un
presidente aprista. Provocaron un golpe de estado y anunciaron nuevas elecciones. Estas se
realizaron en 1963. Fernando Belaunde, líder de Acción Popular, resultó con el 39% e
inició su primer mandato (1963-1968).
Belaunde se presentaba como un político atrayente. Con la habilidad de un estadista
propuso construir una carretera transamazónica (Marginal de la Selva) para abrir al
desarrollo a esa región del país. Invocó el recuerdo de los incas y alentó a la población
aspirar nuevamente a la grandeza. Recorrió el territorio y habló con todos los sectores
sociales para generar el consenso nacional. También reconoció la necesidad de modificar
el Estado para ampliar sus servicios. Por último, quiso dar incentivos a la industria y
realizar la tan ansiada reforma agraria.
Sus proyectos terminaron fracasando. Políticamente tuvo un Congreso opositor. El
APRA se había aliado al odriísmo para formar mayoría parlamentaria. De esta manera
bloqueaba cualquier intento de cambio. Desvirtuó, por ejemplo, un proyecto de reforma
agraria que venía del Ejecutivo. Aprobó otro que ponía énfasis en la mejora técnica, y no
en la redistribución de la tierra, con la esperanza de mejorar la producción para favorecer a
los hacendados. Esto irritó a los campesinos quienes comenzaron a invadir haciendas. En
la sierra sur aparecieron movimientos guerrilleros de inspiración cubana. Al gobierno no le
quedó otro remedio que aplastarlos con la máxima dureza. Hubo 8 mil muertos y la
experiencia fue traumática para los más de 300 mil campesinos alzados y para los soldados
que tuvieron que reprimirlos en las ciudades, especialmente en Lima, la población
migrante desarrollaba luchas paralelas. Proliferaban las invasiones dando lugar al
crecimiento desmesurado de barriadas y asociaciones vecinales. Sus pobladores
reclamaban viviendas, títulos de propiedad y servicios básicos. Los obreros, por su parte,
buscaban otra dirección pues veían que los antiguos partidos se alejaban de fomentar un
verdadero cambio. Al gobierno le faltó fuerza e imaginación para canalizar las demandas
de estos sectores.
Otra frustración se anunciaba: la antigua disputa con la International
PetroleumCompany. Tras muchas negociaciones, en las que los Estados Unidos
demostraron una hostilidad continua ante una posible nacionalización, se llegó a un
acuerdo. La IPCrenunciaba a los ya agotados yacimientos de la Brea y Pariñas y el Perú
aceptaba no reclamar los impuestos atrasados. La IPC, además, lograba el acceso a nuevos
yacimientos en la selva y el gobierno aceptó venderle el crudo a un precio fijo para que la
empresa lo refinara en su planta de Talara. El acuerdo tuvo apoyo multipartidario pero,
antes que se empezara a aplicarse, se denunció la desaparición de la última página del
contrato donde se habrían consignado las cifras de una elevada indemnización que el
gobierno pagaría a la IPC. Esta patraña motivó un gran escándalo y favoreció la caída del
belaundismo.
La economía abonó también la crisis. En 1967 el gobierno devaluó la moneda,
controló la importación y bajó los impuestos a la exportación. La balanza de pagos mejoró,
descendió la inflación pero también el crecimiento. El sueño de un Perú próspero y unido
se hacía polvo para Belaunde. Los militares alistaban sus tanques contra Palacio de
Gobierno, pero esta vez no para instalar un gobierno provisional. El golpe se dio el 3 de
octubre de 1968. Belaunde fue exiliado y se suprimieron todas las garantías
constitucionales. La dictadura volvía al Perú.

2.2.13. El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas


El golpe preparó el camino para uno de los gobiernos militares más ambiciosos de
América Latina. La Junta Militar, presidida por Velasco (1968-1975), declaró de inmediato
su intención de efectuar cambios de largo alcance en las bases de la sociedad y la
economía. Este nuevo orden, “ni capitalista ni comunista”, intentaba crear un sistema que
aboliera las desigualdades y creara las condiciones necesarias para la armonía, la justicia y
la dignidad. Toda una incoherencia, pues se intentaba realizar aquello desde el
autoritarismo y, muchas veces, fomentando el odio entre el pueblo y los “privilegiados”.
Una de las claves del proyecto fue la reforma agraria en 1969. Todos los grandes
latifundios, sin tener en cuenta su productividad, fueron expropiados. La medida se sintió
primero en las plantaciones de la costa norte y central, muy mecanizadas, que se colocaron
bajo la administración de cooperativas de trabajadores. En la sierra la idea era crear granjas
pequeñas o medianas, pero pronto el gobierno cedió a las demandas campesinas por
organizar allí también cooperativas. Hacia 1975, las ¾ partes de la tierra productiva del
país se encontraba gestionada por estas asociaciones.

En 1971 se creó el Sistema de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para


vincular al régimen con las organizaciones campesinas y obreras. En realidad fue un
método para manipular a las masas en beneficio de la dictadura. Una de sus tareas fue
afrontar el problema de las barriadas que se extendían alrededor de Lima y otras ciudades.
Sólo en la capital vivían 750 mil migrantes. La situación era explosiva y se decidió crear
los pueblos jóvenes. Parte de la “solución” fue repartir títulos de propiedad a los recién
llegados.
Este modelo de organización y movilización desde arriba pretendía establecer las
bases de la industrialización y el desarrollo económico reduciendo el conflicto social. Una
suerte de estado corporativo. Este principio se vio en el sector fabril al crearse la
“comunidad industrial”. La idea era convertir progresivamente a los trabajadores en
copropietarios con los empresarios. En 1974 había 3.500 comunidades industriales con 200
mil obreros que controlaban el 13% de las acciones de sus empresas.
De otro lado se emprendió una serie de medidas para reducir el papel del capital
extranjero que controlaba, en 1968, el 44% de la producción industrial. Esto era
inaceptable para los militares. La primera medida fue la nacionalización de la
IPCcreándose Petroperú. Otras compañías, en su mayoría de capital norteamericano,
también fueron expropiadas siendo reemplazadas por empresas estatales. En 1974 el
régimen aceptó, ante la presión de Washington, pagar 150 millones de dólares a las
empresas afectadas. Ahora Estados Unidos dejaría de oponerse a la concesión de créditos
al Perú. A pesar de su populismo, la dictadura velasquista encontró resistencia interna. Los
gremios de trabajadores sintieron que las reformas no satisfacían sus demandas y
empezaron a presionar. Los grupos despojados, a su vez, no ocultaron su horror ante las
medidas. La respuesta de los militares fue controlar los medios de comunicación. Poco a
poco se confiscaron los periódicos, la radio y la televisión. Sin libertad de prensa los
adversarios del régimen fueron intimidados, encarcelados o exiliados.

La situación económica terminó derrumbando a Velasco. Cayeron las exportaciones


(cobre, azúcar y harina de pescado) y no se descubrieron nuevos yacimientos de petróleo.
Aumentaron el déficit presupuestal y la deuda externa. Al asomarse la inflación el
descontento popular se manifestó: en 1975 hubo 779 huelgas, incluyendo el famoso saqueo
en el centro de Lima el 5 de febrero favorecido por una huelga policial.
Un golpe al interior de las Fuerzas Armadas puso en la presidencia al general
Francisco Morales Bermúdez (1975-1980). Su gobierno buscó corregir el experimento
velasquista. SINAMOS casi desapareció y se negoció con el Fondo Monetario
Internacional un programa de ajuste económico. Se promulgó el Plan Túpac Amaru que
anunciaba el retorno a la democracia, el fomento a la inversión externa y la trasferencia de
la prensa a sus legítimos dueños. Todo debía hacerse progresivamente. En 1978 se
convocó a elecciones para instalar una Asamblea Constituyente. Presididos por Haya de la
Torre, los constituyentes promulgaron en 1979 una nueva Constitución que debía entrar en
vigencia a partir de 1980. Una de sus novedades fue otorgar el voto a los analfabetos.

2.2.14. Los Años Ochenta y el Regreso de la Democracia


En las elecciones de 1980 Acción Popular, con Fernando Belaunde, obtuvo una mayoría
del 42%. El Apra, luego de la muerte de Haya de la Torre, logró el 28%, sin duda un revés
político muy serio. El PPC alcanzó un magro 11% y todos los grupos de izquierda sumaron
el 16%. Era evidente que Belaunde había recibido votos de ambos. La escena política tenía
algo de familiar. Belaunde era otra vez presidente pero sin la obstrucción del Apra en el
Parlamento. Su reelección era también una suerte de reivindicación: los militares lo habían
depuesto en 1968 y ahora le garantizaban su vuelta a la presidencia.
Belaunde se comportó como un político de la vieja escuela. Prometía el progreso mediante
nuevas obras públicas: complejos habitacionales y la Carretera Marginal.También proponía
reducir el papel del estado en la economía, fortalecer la empresa privada y garantizar la
inversión externa, especialmente en el tema petrolero. Sus ideas en favor del libre mercado
le permitieron refinanciar la deuda y su gobierno parecía bien encaminado al fomentar la
diversificación de las exportaciones.

Todo sin embargo era un espejismo. En 1981 el crecimiento del PBI fue de 3,1% pero en
1982 cayó a menos del 1% y en 1983 se desplomó un 12%. El descalabro se debió a
razones externas y a los efectos devastadores del Fenómeno del Niño que provocaron
inundaciones en la costa norte y sequías en la sierra sur. El manejo económico ahora se
hizo con criterios de emergencia. Se tuvo que volver a negociar la deuda externa y el
régimen entró en un escenario de ingobernabilidad.
La situación se agravó, además, por el surgimiento del terrorismo. Sendero Luminoso,
movimiento maoísta surgido en los años 70, inició su guerra contra el estado desde la sierra
de Ayacucho proponiendo una utopía igualitaria. Asaltaba pueblos, asesinaba autoridades y
mantenía un absoluto secreto acerca de su estructura interna. Tras lamentables titubeos,
Belaunde ordenó una ofensiva militar que dejó una peligrosa huella de represión brutal.
Sendero, por el contrario, no se amilanó y se extendió por otras provincias hasta Lima.
A pesar que en 1984 hubo un repunte en el crecimiento económico la inflación se reavivó.
En 1985 llegó a un 130%. Belaunde, siempre respetuoso del orden constitucional,
nuevamente demostraba poco éxito en gestión gubernamental. Con el terrorismo y la crisis
económica a cuestas, y sin haber corregido los vicios legados por el gobierno militar, el
camino estaba allanado al Apra. Alan García, un líder joven con grandes habilidades
retóricas, se presentaba como el gran salvador de la nación. En 1985 obtuvo el 46% de los
votos y la izquierda, unida por vez primera, alcanzó el 22%. El Apra se hizo con el control
del Parlamento lo que le permitió a García tener un amplia base política. En castigo,
Acción Popular casi desapareció del mapa electoral.
García terminó defraudando todas las expectativas. En un inicio su populismo lo empujó a
elevar los salarios, recortar algunos impuestos y los tipos de interés, congelar los precios,
ofrecer crédito agrícola y devaluar la moneda. Al aumentar la demanda su equipo
económico esperaba reactivar la industria. Esto no sucedió. García no se dio cuenta que se
enfrentaba a una economía mundial demasiado hostil. Para colmo desafió a los acreedores
extranjeros al incumplir con los pagos de la deuda. El Fondo Monetario Internacional
expulsó al país del mundo financiero. Internamente el déficit comercial, acentuado por el
auge del consumo, agotó las escasas divisas.

Hacia 1987 el país se iba en picada. García intentó nacionalizar la banca y multiplicó su
descrédito. Sendero seguía en auge y la represión del gobierno también. Las matanzas en la
sierra y los apagones en Lima demostraban la fuerza creciente del terrorismo, ahora
alimentado por la acción de otro movimiento subversivo, el MRTA. La población estaba
agotada: más de 20 mil muertos y pérdidas materiales difíciles de calcular. Como si esto
fuera poco el PBI se desplomó, la hiperinflación alcanzaba el 3.000% y los escándalos de
corrupción saltaban a la luz. El país se encontraba en bancarrota, la más grave del
continente. La pobreza y la frustración colectiva eran elocuentes. Nunca la población había
asistido a tanta irresponsabilidad desde la gestión pública.

2.2.15. Los Años Noventa: el Colapso de la Democracia


En 1990 un nuevo salvador estaba dispuesto a rescatar al país. El famoso escritor
Mario Vargas Llosa prometía reformas económicas neoliberales para reducir el Estado y
promover la empresa privada. Pero su discurso fue desvirtuado por el APRA y la Izquierda
quienes, careciendo de cualquier posibilidad de triunfo, apoyaron la candidatura de un
desconocido ingeniero agrónomo descendiente de inmigrantes japoneses, Alberto Fujimori.
Ya en el poder, Fujimori sorprendió a todos al imponer un plan radical de
reestructuración de la economía: reducción de aranceles, fomento a la inversión externa y
liberalización del mercado laboral. Anunció también la venta de empresas públicas para
reducir el aparato estatal y generar nuevos ingresos. Se pudo controlar la hiperinflación y
el país reasumió sus compromisos con la deuda externa. Pero este primer éxito económico
pronto se ensombreció con el retroceso político. En abril de 1992, Fujimori disolvió el
Congreso y anunció una reforma en el poder judicial. Se trataba de un autogolpe
respaldado por un oscuro plan militar. La frágil democracia se derrumbaba bajo el pretexto
del terrorismo, la injusticia social, la corrupción y el descrédito de los partidos políticos.
Para el desconcierto de la opinión internacional, el golpe gozó de amplio apoyo popular.
Sendero vio que el golpe y el autoritarismo del régimen acelerarían su revolución.
Sucedió todo lo contrario: Abimael Guzmán, fundador y líder del movimiento, fue
capturado y exhibido teatralmente. Misteriosamente, Guzmán cooperó luego con el
gobierno exhortando a sus seguidores que se rindieran. Hubo más arrestos de subversivos y
el senderismo empezó a desintegrarse. Al dejarse el caso en manos del Ejército se empezó
a producir todo un récord en violaciones en derechos humanos. No importaba: el gobierno
exhibía el éxito de haber “derrotado” al terrorismo.
Presionado por los organismos internacionales, Fujimori tuvo que convocar a un Congreso
Constituyente y dar una fachada más “democrática”. La constitución de 1993 se diseñó a
su medida y se convocaron elecciones. Controlados el terrorismo, la inflación y el aparato
estatal, Fujimori pudo ganar cómodamente con un 64% su primera reelección en 1995 ante
el embajador Pérez de Cuéllar.
De esta manera el régimen profundizó su autoritarismo y la corrupción a su interior.
En esta etapa (1995-2000) las crisis financieras mundiales y la falta de respuesta del equipo
económico hicieron que el país entrara en una recesión profunda desde 1997. El desempleo
y el colapso de muchas empresas solo fueron matizados por el éxito en la venta de algunas
empresas públicas. Un hecho positivo fue el arreglo fronterizo con Ecuador y Chile. Sin
embargo el régimen demostraba cada vez más su voluntad de perpetuarse en el poder al
aniquilar el estado de derecho (control del Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Sistema
Electoral y la mayor parte de la prensa). En este contexto cualquier fiscalización no
prosperaba. La cúpula militar, por su lado, era fiel cómplice del autoritarismo y la
corrupción.
El objetivo era la ilegal segunda reelección de Fujimori. Se fraguó un proceso
electoral donde el candidato-presidente contó con todos los recursos del Estado para no
dejar el sillón presidencial. Nadie, ni dentro ni fuera del país, que pudo ocultar el atropello
cometido. El 28 de julio de 2000 Fujimori inauguraba un nuevo mandato que estaba
condenado al fracaso. A la falta de credibilidad se sumó, en menos de 40 días de la
juramentación, el escándalo de corrupción al difundirse un vídeo donde el principal asesor
presidencial “compraba” a un congresista electo para asegurarle mayoría parlamentaria al
régimen. Luego vendría un cúmulo de destapes sobre la corrupción organizada por el
nefasto personaje desde el Servicio de Inteligencia Nacional en la que Fujimori resultaba
seriamente comprometido, al menos políticamente. No pudo más y, aprovechando una
invitación para asistir a una cita internacional de mandatarios, huyó al Japón para enviar su
renuncia por fax.
Su lamentable deserción obligó al Parlamento declararlo moralmente incapaz y
suspenderlo de cualquier responsabilidad pública por 10 años. El vacío político fue
cubierto con la elección del Presidente del Congreso, Valentín Paniagua, como jefe de
estado. En noviembre de 2000 Paniagua asumió un gobierno de transición cuyos objetivos
fundamentales fueron convocar elecciones libres y corregir los vicios dejados por el
fujimorismo. Tras dos rondas electorales, el economista Alejandro Toledo resultó elegido
para el periodo 2001-2006.

2.2.16. El Gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006).

Una vez convocadas las elecciones por el gobierno de transición, el principal


candidato fue Alejandro Toledo, quien había perdido en las fraudulentas elecciones del
2000, su principal opositora inicial fue Lourdes Flores, candidata de una alianza política de
derecha que apoyaba el esquema económico del fujimorismo, aunque recusaba su falta de
transparencia y su carácter dictatorial. Sin embargo, el retorno del ex-presidente Alan
García, luego de varios años sin poder volver al Perú, alteró el curso electoral, pues su
propuesta sintonizaba con el descontento popular y prometía cambios en la política
económica y social, frente a las propuestas de continuismo neoliberal tanto de Toledo
como de Flores. Los resultados de la elecciones fueron de gran tensión, pues en la primera
vuelta cuando parecía que Toledo y Flores eran los favoritos, García repuntó y desplazó a
Lourdes Flores al tercer lugar y pasó a la segunda vuelta con Toledo, en la cual podría
haber triunfado si su imagen como mal gobernante y el desastre de la hiperinflación de su
primer gobierno, no lo hubieran estigmatizado. Lo cierto es que Toledo ganó de manera
muy apretada, porque un buen número de peruanos votaron en contra de Alan García, mas
bien que a favor de Toledo. Nuevamente, como en 1990 el electorado peruano tuvo que
elegir entre un malo conocido y uno bueno por conocer.

Así en julio del 2001 juramentó el gobierno de Toledo y de su partido Perú


Posible, que llegó al gobierno sin tener mayoría en el Congreso, por lo que tuvo que
negociar una alianza con el Partido Frente Independiente Moralizador. Alejandro Toledo,
economista, cholo, provinciano con una exitosa carrera académica con grados en
importantes universidades americanas, constituía el símbolo del excluido que logra el
sueño de la movilidad social de los pobres, provincianos y mestizos (cholos) del Perú,
llegó a la presidencia en su tercer intento. Durante su campaña en contienda con Fujimori
el llegó a señalar que si el presidente Fujimori se alejara del gobierno, el construiría el
segundo piso sobre la base del modelo neoliberal vigente. Es decir, desde un inicio su
opción era neoliberal, aunque con una mayor preocupación por los pobres.

Al asumir el gobierno, Alejandro Toledo, prometió reducir la pobreza, mejorar la


educación, descentralizar el estado y mantener la disciplina fiscal. La condición sine qua
non de gobernabilidad, en aquel momento era mantener los equilibrios macroeconómicos y
recuperar el crecimiento económico para luego encarar el problema de la pobreza, la
educación, la salud y la infraestructura. La cercanía del ministro Kuczinsky con los medios
financieros y políticos de Washington y New York permitió tranquilizar los mercados, los
capitales se volvieron a interesar en el Perú, las privatizaciones fueron relanzadas con
nuevos bríos, se definió metas fiscales en concordancia con el FMI y se comenzó a
impulsar varias políticas sociales. Por su lado, el Banco Central de Reserva adoptó el
esquema de “meta inflacionista” para la política monetaria, lo que constituyó uno de los
pilares de la estabilidad económica. El efecto de estas medidas permitieron alcanzar tasas
de inflación de un dígito durante todo el período, todo un record en la historia económica
del Perú.

El principal problema del gobierno Toledista era la baja presión tributaria


heredada de la administración anterior, que alcanzaba apenas al 13% del PBI, con la cual
no era posible mejorar el gasto social ni hacer grandes inversiones públicas. La solución a
este problema fue la de atraer más capitales privados a través de las privatizaciones y
concesiones, e incrementar la deuda pública, para lo cual se estableció un programa de
endeudamiento. Con estas medidas se comenzó a definir una política fiscal anti-cíclica que
le dio más estabilidad al período (Jiménez 2005). Es verdad que los recursos fiscales se
diluían entre los pagos de la deuda externa (1.5% del PBI en promedio al año.

Precisamente, el año 2002 se relanzó la descentralización, para lo cual se modificó


la Constitución y se aprobó la ley de descentralización, según la cual al año siguiente
debería llevarse a cabo elecciones para nombrar a los nuevos gobiernos regionales, para lo
cual se adoptó temporalmente como regiones a los viejos departamentos. Esta reforma
prometida por todos los políticos y con una larga experiencia de fracasos anteriores
(Contreras 2000), se inició bajo los designios de la improvisación y el tanteo, con dos
problemas de base: por un lado la falta de recursos humanos, administrativos e
institucionales para llevarla a cabo y, por otro, la escasez de recursos fiscales salvo en
aquellas regiones con actividades extractivas que tienen el canon como recurso adicional.

La profundización del modelo neoliberal vendría por la búsqueda de tratados de libre


comercio, sobre todo con Estados Unidos, con el cual se firmó el ATPDEA, un tratado de
liberalización de partidas arancelarias para el mercado americano, con los países
productores de coca (Bolivia, Colombia y Perú) como un incentivo para la erradicación de
los cultivos de coca y de la producción de sus derivados. Este tratado tenía como fecha de
término en diciembre del 2006. Luego, el gobierno toledista, trató de negociar un tratado
de libre comercio con los Estados Unidos, para lo cual un ministro y una comisión especial
trabajaron y negociaron intensamente con funcionarios americanos los términos del
tratado, que no sólo contenía aspectos comerciales, sino que además incluía temas de
inversión, propiedad intelectual y patentes. Este tratado, que hasta el momento no ha sido
suscrito, se constituyó en la manzana de la discordia entre los partidos políticos, los
gremios y los sectores intelectuales y se creó cierta polarización en torno a su aprobación.
Lo que estaba detrás de este tratado era, en evaluación de Toledo y su gabinete, la
oportunidad de tener al servicio del Perú el mercado más grande del mundo, donde los
productores peruanos podrían fácilmente hacer negocios, en otras palabras, la
liberalización y globalización llevadas a la acción.

Así, el neoliberalismo entró en una fase de mayor complejidad durante el gobierno


toledista. Por un lado, se impulsó mayores niveles de apertura comercial y financiera, se
comenzó a buscar tratados y acuerdos de libre comercio con distintos bloques de países,
pero al mismo tiempo se pretendía impulsar la descentralización estatal, que es una fuente
de turbulencia política y que genera un ambiente social agitado, dando señales
contradictorias a los inversionistas, a quienes les gusta los países estables y sin mucho
conflicto social. Por otro lado, la mayor apertura comercial combinada con el atraso
cambiario originó la reconversión o cierre de muchos negocios industriales, pues se
comenzaron a volver poco competitivos frente a productos importados, y como resultado
se fue generando un problema de desempleo y menores ingresos en la mayor parte de
regiones.

2.2.17. El Retorno de Alan García.

El retorno al gobierno de Alan García, 16 años después de su inolvidable


gobierno, se dio en unas elecciones llenas de suspenso, por la volatilidad de las
preferencias electorales en presencia de otro “out-sider” el Comandante (r) Ollanta
Humala, que se dio maña para convertirse en el representante de los desfavorecidos por el
neoliberalismo, de los nacionalistas y de los descontentos con el sistema democrático. En
una dramática primera vuelta Alan García desplazó, por segunda vez en cinco años, a la
candidata de la derecha conservadora Lourdes Flores al tercer lugar y logró pasar a la
segunda vuelta junto con Humala, quien tuvo la mayor votación. En la segunda vuelta, el
electorado peruano voto, una vez más, en contra de la amenaza que representaba Humala y
su movimiento nacionalista, siendo elegido Alan García con una plataforma electoral más
cercana del neoliberalismo que del pensamiento aprista. La historia del voto “por el mal
menor” se volvió a repetir.
La imagen de populista, de promotor de hiper-inflaciones y actos imprevistos,
pesaba mucho en la memoria colectiva. Por ello, Alan García “derechizó” su discurso y sus
promesas, se acercó a los organismos internacionales y, ya en el gobierno, firmó una carta
de intención con el FMI (cuando ya no es técnicamente necesario), prometió continuidad
jurídica sobre todo para la inversión extranjera, escogió a un economista ortodoxo para el
puesto de Ministro de Economía, le ofreció la presidencia del Banco Central a la
conservadora Unidad Nacional y conformó su gabinete con una mayoría no aprista, con un
importante contingente de neoliberales. Al parecer, quería dar una señal clara, sobre todo
hacia fuera, de que en su gobierno habría sobre todo continuidad y, eventualmente, algunos
cambios que no alterarían las expectativas económicas.

Durante estos primeros seis meses, la política económica en lo esencial ha


continuado. Hay algunas iniciativas de políticas sectoriales como el “plan sierra” que
podrían ir en la dirección que se necesita para crear más empleo, sobre todo en las zonas
más deprimidas. La otra medida importante es la exoneración de impuestos a la
importación a los bienes de capital, lo que constituye una clara política de apoyo a la
inversión en capital físico para mejorar la productividad y competitividad de varios
sectores. García ha apoyado decisivamente conseguir la firma del Tratado de Libre
Comerció con los Estados Unidos.

Es también destacable el énfasis de austeridad en la administración pública, que


ha impuesto Alan García, para reunir fondos para los programas de lucha contra la
pobreza, que constituye el desafío para este gobierno.

Los buenos resultados económicos entre 2001 y 2005 tuvieron, sin embargo, su
punto débil en la parte distributiva y de empleo, de manera mucho más clara a la que se dio
en la década anterior. Este es el principal problema del modelo neoliberal: la
macroeconómica va bien, sin embargo la micro de la mayoría de peruanos no ha tenido las
mismas tasas de crecimiento y estabilidad, o también conocido como el “crecimiento sin
chorreo”. Se tiene la sensación, hasta cierto punto, de que la estabilidad macroeconómica
se ha logrado a costa de la pobreza, o en el mejor de los casos que dicha estabilidad no es
incluyente a todos y favorece sólo ciertos sectores productivos y sociales.

Los datos, al respecto, son elocuentes: durante el período en cuestión el PBI ha


crecido en 20%, no obstante, la pobreza se ha reducido sólo en 2.7%, del 54.3% a 51.6%
del total de la población peruana. Esto insinúa, que para reducir la pobreza a la mitad se
requeriría de 40 años de crecimiento a estas mismas tasas. Por su parte, la pobreza extrema
ha bajado en 4.9%, de 24.1% al 19.2%, esto significa que se requeriría de 10 años para
reducirla a la mitad. Obviamente, las metas del milenio no podrían alcanzarse con este
modelo económico en los plazos acordados.
El tercer efecto del crecimiento es la escasa reducción de la desigualdad.
Mendoza-García afirman que el índice Gini , ha pasado de 0.536 el 2001 al 0.525 el 2004.
Estamos frente al mismo problema anterior: se ha requerido de un gran esfuerzo
económico para reducir la desigualdad en escalas muy pequeñas, pues para disminuir la
desigualdad en 0.9% se ha necesitado de un crecimiento del 14.3% del PBI. Pero, aún más,
el coeficiente Gini sólo recoge los ingresos por trabajo (sueldos y salarios) y deja de lado
los ingresos por capital (ganancias, intereses y rentas, de las personas).

Un problema central de la era neoliberal ha sido el crecimiento sectorial selectivo.


Si bien, en las estadísticas hay similitud de las tasas de crecimiento de los sectores primario
y no primario, sin embargo cuando se desagrega el crecimiento a un nivel sectorial
encontramos que, en el mismo período, el sector agrícola, incluyendo el sector empresarial
y el campesino, ha crecido apenas en 2.2%, mientras que la minería lo hizo al 34.6% y la
manufactura al 13.9%. Obviamente, no hubo crecimiento generalizado y esta es la razón
por la cual, el empleo ha tenido un comportamiento segmentado, la pobreza apenas ha
retrocedido y la desigualdad sigue persistente Cabe preguntarse ¿porqué el crecimiento de
la minería o de la manufactura no se disemina a toda la economía? La respuesta es que la
economía peruana no está suficientemente articulada o eslabonada entre sectores y entre
regiones, razón por la cual cuando crece un sector o una región, no necesariamente arrastra
en su crecimiento a otros u otras (Gonzales 2006).

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