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Toxinas marinas Anoland Garateix ces 0 de Bioactivos Marinos Ministerio de Ciencia, Tecnologia y Medio Ambiente La Habana, Cuba Odi et amo (odio y amo) podria ser muy bien la confesién de todos los que conscien- tes 0 ciegamente han dedicado su existen- ia a ta fascinacién del mar Joseph Conrad | mar, desde siempre, ha inspirado sentimien- tos muy contradictorios en el hombre: pavor y célera ante su furor e inmensidad; atraccién y admiracién ante su ritmo y encanto. La vida en el mar ha influido en el arte, Jas ciencias y ha servi- do de base a un sinntimero de leyendas en dife- rentes lugares del mundo. Los organismos que pueblan los mares se encuentran sometidos al enor- me desafio que significa la vida: la lucha por imponerse y sobrevivir en un medio de grandes enfrentamientos y condiciones adversas. Para ello estén dotados de mecanismos complejos que les permiten reaccionar ante los estimulos del medio que se han perfeccionado en el transcurso del tiempo. Alo largo de la evolucién, las diferentes espe- cies marinas han desarrollado una amplia varie~ dad de armas ofensivas y defensivas en respuesta a necesidades vitales tales como nuttirse, sobrevi- vir, procrear y proteger su territorio. Estas armas van desde estructuras corporales, una gran agresi- vidad y voracidad, el despliegue de grandes velo- cidades, hasta diversas formas de camuflaje. Sin embargo, uno de los mecanismos més sofistica- dos y especificos para dar respuesta a sus necesi dades vitales lo constituyen las toxinas. Debido a que estos compuestos existen en la naturaleza para propésitos especificos (ofensivos, defensivos, de- limitacién de territorios) no es sorprendente que exhiban propiedades biol6gicas de interés. En la biisqueda de tales propiedades las encuestas a gru- pos étnicos y los escritos histéricos 0 etnolégicos pueden ofrecer datos de gran valor acerca de las potencialidades de diversos organismos marinos; no obstante, este proceder excluye a aquellas es- pecies de posible interés inaccesibles a los grupos nativos, Otra forma de enfrentar esta problemati- cca es usando a biotoxicidad como un indicador de actividad biolégica que, como tal, aporta evi- dencias itiles sobre algunas propiedades farma- coldgicas. Las biotoxinas proporcionan una gran varie- dad de compuestos con estructuras moleculares rnovedosas 0 poco conocidas, susceptibles de ser sintetizadas manipuladas para la obtencién de productos iitiles. E] uso de las biotoxinas capaces de ejercer efectos especificos ofrece miltiples po sibilidades como instrumentos moleculares en di- ferentes investigaciones fisiolégicas, por ejemplo: en la dilucidacién tanto de la funcién muscular como nerviosa, asf como en la bisqueda de nue- vas sustancias potencialmente utilizables como far- macos. La existencia de sustancias naturales de origen marino con actividades itiles para el hombre ha sido conocida desde la mas remota antigticdad. Sin embargo, debido al profundo desconocimien- to de los efectos fisiolégicos resultantes del con- tacto con plantas y animales venenosos, los anti- {guos a menudo rodeaban a las biotoxinas con un aura de misterio y supersticién. La historia de las toxinas marinas y su relacién con la humanidad se remonta a los albores del surgimiento del len- guaje escrito. Asi, los papiros médicos egipcios contienen documentacién sobre organismos vene- nosos. Los egipcios de la V Dinastia ( 2700 a.C.) Elementos 26, Vol. 4, 1997, pp. 41-46, 41 42 sabian distinguir los peces comestibles de los ve- nenosos, como atestiguan los jeroglificos encon- trados en los timulos de Ti, Mera, Ptah-Hoptep y Deir-El Gebrawi, que representan al pez Tetrao- doton stellatus como una especie venenosa (de él se sabe actualmente que contiene una toxina po- tentisima: la tetrodotoxin). Documentos biblicos y talmudicos registran los efectos de lo que probablemente represente una explosién de dinoflagelados (algas unicelula- tes), primer testimonio escrito del cardcter t6xico de las “mareas rojas” (Antiguo Testamento, Ex. 7, 19-21) y recomiendan no ingerir peces sin es- camas (Deut. 14; 9-10), lo cual se mantiene en la actualidad como una regla para algunas religio- nes. La mayoria de los peces con carne venenosa pertenecen al gran grupo de los Plectognathide, se encuentran bien representados en los trépicos 4 por lo general, carecen de escamas, ‘Alejandro el Grande (356-323 a.C.) prohibié a sus soldados comer peces durante sus conquistas, puesto que creia que algunas especies ocasiona- ban enfermedades. Se debe a los griegos el inicio de Ia disociacién de la medicina, la magia y la n. Aristételes (384-322 a.C.), conocido como uno de los bidlogos mas grandes de la Anti- aiiedad, estaba familiarizado con las toxicidades de las medusas y algunos peces. La evidencia de que estas consideraciones eran aceptadas durante esa época se encuentra en las escrituras de Mithridates VI, rey de Pontus (120- 63 a.C.), quien fue realmente un verdadero toxi célogo. El experimenté en si mismo y en prisi rneros humanos, el efecto de varios venenos y fue tuno de los primeros en hacer del arte del envene- namiento y de la preparacién de antidotos un es- tudio intensivo. Existen, asi, diversos ejemplos a lo largo de la oria que ilustran la contribucién de diferentes .ciones al conocimiento biotoxicol6gico. En el periodo moderno, a pesar de que la difu- sién del conocimiento se vio estimulada y renova- dda por la invencién de la impresién y por el pen- ico ¥ filoséfico de figuras como Bacon, Bruno, Copémnico y Da Vinci, el progreso en el pensamiento y la experimentacién en este campo evolucioné lentamente. La supersticién aiin permanecia en el modo de pensar de las altas clases de la sociedad. A pesar de ello, hay refe- rencias interesantes sobre peces venenosos y, en particular, se describen estudios de peces del or- den de Tetraodontiformes, de cuya toxicidad sa- bian los mayas. El primer experimento registrado con veneno de pez globo fue conducido en Japén por Ma- samori Fukushima (1561-1624), quien evalué la toxicidad de esta especie administrando su care y Srganos internos a prisioneros. Igualmente, en esta época se reportan descripciones de los efec- tos nocivos producidos por la ingestién de otros peces. En los descubrimientos del siglo xvin ejercie- ron una gran contribucién las observaciones de médicos, naturalistas, exploradores, misioneros ¢ historiadores. Se logré una comunicacién cientifi- a real de la biotoxicologia debido a la sistemati- 2, 0 taxonomia y nomenclatura desarrollada por Linneo. Por primera vez los nombres de los orga- nismos fueron definidos, disminuyendo los erro- res de duplicacién. A través de distintos trabajos Clasicos, el envenenamiento por peces se recono- cid como una entidad clinica valida y quedaron establecidos los sintomas y organismos causales. El siglo x1x es generalmente considerado como una de las épocas de mas importancia en la histo- tia de las ciencias naturales. Aqui se observa la transicién de la filosofia naturale la ciencia expe- rimental modema. Se publican en Europa, Ams rica y Japén diferentes tratados sobre los peces venenosos, envenenamientos ¢ intoxicaciones, sin- tomatologia, métodos de tratamiento, asi como el origen de los venenos en la naturaleza. Las obser- vaciones de Darwin en el curso del viaje que realiz6 a bordo del Beagle, en el que observé las costumbres de algunos animales marinos aparen- temente insignificantes, como la Aplysia 0 liebre dde mar, le permitieron desarrollar su teoria sobre el origen comin de toda vida sobre la Tierra. En el siglo xx se desarrolla un gran interés en las zootoxinas y sus propiedades inmunolégicas. Durante la I] Guerra Mundial las investigaciones ‘mas exhaustivas e importantes fueron realizadas por el gobierno japonés. Con la expansion de las operaciones navales niponas en el Pacifico Sur, antes de la Il Guerra Mundial, se produjo un in- cremento en los casos de envenenamiento por pe- es, lo que propicié el desarrollo de la biotoxico- logia. Los manuales de guerra japoneses resulta- ron de elevada calidad y constituyen un ejemplo de documentacién cientifica. A partir de la obtencién de la tetrodotoxina (Narahashi 1964) y de los estudios realizados por Shapiro (1968) y Béress (1975) con toxinas de angmonas, aumentan el nimero de investigacio- nes en esta direccién, Sin embargo, a pesar de la continua investiga- cidn de las toxinas marinas a través de diferentes periodos de la historia, estos estudios no han teni- do la eficiencia de los realizados con organismos terrestres. Por una parte, los estudios con estos iiltimos concentré la atencién de los investigado- res; por otra, hasta hace relativamente pocos afios no se habian desarrollado tecnologias adecuadas para acceder al mar aunque fuera a unos pocos metros de profundidad. EI mar constituye una fuente extraor mente promisoria para la bisqueda de sustancias bioactivas; cerca del 80% de los organismos vi- vos del reino animal habitan en el mar y, sin embargo, menos del 1% de las especies marinas han sido investigadas en la biisqueda de nuevos compuestos bioactivos. Adicionalmente, por la complejidad ecolégica del medio, los organismos marinos estin sometidos a condiciones tinicas, lo que provoca que éstos sinteticen moléculas que no tienen equivalentes terrestres. Por otra parte, factores ambientales tales como temperatura del agua, salinidad, turbidez, profundidad, oxigena- cin, penetracién de la luz, nutrientes, influyen en la sintesis de estas moléculas y por ende propi cian que la distribucién en los organismos varie en dependencia del medio geogrifico del que pro- ceden. Diversas toxinas marinas, algunas de las cuales citaremos a continuacién, han sido de gran valor en el estudio de los receptores y canales s de membrana de diferentes células excita- bles, debido a la gran especificidad de sus accio- nes. Quizés la més ampliamente estudiada de to- das las toxinas marinas es la tetrodotoxina (11), que es un compuesto termoestable extraido de peces del orden Tetrodontiformes (véase Figura 1), especificamente de la piel, génadas y visceras. Otros organismos marinos que la contienen in- cluyen equinodermos, moluscos y bacterias. Fue aria Figura 1. Pez erizo. Es una de las principales fuentes de tetrdtoxina la primera toxina aislada de origen marino y ha sido ampliamente utilizada en diversas investiga- ciones (Narahashi 1964), Segiin la época del afto, tanto la piel como las génadas y las visceras de estos peces son tan t6xicas que provocan la muer- te de un adulto en pocos minutos y no existe antidoto contra su veneno. En Japén, hay anual- mente més de cien casos de envenenamiento (vo- luntario o accidental). Los accidentes son tan fre- cuentes que el gobierno nipén creé un diploma acreditativo que faculta a algunos cocineros a pre- parar el pez. globo, que es un delicado pero peli- groso manjar. La 11x ademas de su empleo en investigaciones, se administra como parte de los antiespasmédicos recetados en la epilepsia y de os analgésicos prescritos a los cancerosos des- ahuciados para evitarles sufrimientos. El carécter téxico de las denominadas “ma- reas rojas” ha sido un problema serio y constante para la industria pesquera y ha provocado nume- rosas intoxicaciones alimentarias (que en algunos ceasos han sido fatales) en diferentes zonas geo- agraficas. Las “mareas rojas” son el resultado de una explosién de dinoflagelados (algas unicelula- res) que colorean el agua y son principalmente de dos tipos: mareas rojas de aguas frias y de aguas tropicales. Los dinoflagelados involucrados en el primer tipo pertencen al género Gonyaulax, que producen toxinas hidrosolubles que son concen- tradas por moluscos filtradores como la almeja Saxidomus giganteus. La intoxicacién en el hom- bre provoca ardor en la lengua, los labios, la cara y se extiende rapidamente en el cuello, brazos y piernas, Ocurre pérdida del tono muscular, los 8

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