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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD RAFAEL URDANETA


FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS, ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO

ANÁLISIS ÉTICO-JURÍDICO DE LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS


EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO VENEZOLANO.
Trabajo de grado para optar al título de Abogado.

AUTORA:
Br. María Martha Reyes Roque
C.I.: V-26.436.017

TUTOR ACADÉMICO:
Abog. John Franklin González Tubiñez

TUTORA METODOLÓGICA:
Abog. Stephany Liscano Poliszuk

Maracaibo, enero de 2018.


ANÁLISIS ÉTICO-JURÍDICO DE LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS
EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO VENEZOLANO.

II
DEDICATORIA
A Dios por permitirme alcanzar los logros que me he planteado hasta ahora.

A mis padres, Rafael Reyes y Martha Roque, por estar a mi lado como
pilares fundamentales en mi crecimiento y desarrollo, por apoyarme en todos
los aspectos que les fueron posibles y por su amor incondicional.

A cada uno de mis hermanos y a Josué, por distraerme en los momentos


estresantes durante la realización de este trabajo.

III
AGRADECIMIENTOS
A Dios.

A mi familia.

A Josué.

A mis compañeros de clases que me ayudaron a dar lo mejor de mí.

A mis profesores, que me enseñaron a no ser conformista y a seguir


investigando por todo aquello que me cause curiosidad, y, especialmente a mi
tutor académico, el abogado John González.

IV
UNIVERSIDAD RAFAEL URDANETA
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS, ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO

RESUMEN

ANALISIS ÉTICO-JURÍDICO DE LAS PRÁCTICAS EUGENÉSICAS EN EL


ORDENAMIENTO JURÍDICO VENEZOLANO

Autor:
Br. María Martha Reyes Roque
Tutor académico:
Abog. John Franklin González Tubiñez

Enero de 2018.

El propósito de la presente investigación es analizar ética y jurídicamente


las prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano, para lo cual
se utilizaron diversos autores entre ellos Atkinson y Field (2004), Lucadena
(2003) y Méndez y Villamediana (2012). Por otro lado, dicho estudio es una
investigación descriptiva documental, con un diseño no experimental, y usando
como técnica de análisis de datos la hermenéutica jurídica.
El desarrollo del tema en estudio permitió concluir que existen distintos
tipos de prácticas eugenésicas; estas pueden ser positivas, en donde se busca
aplicar el conocimiento biológico molecular y la intervención genética en la
búsqueda del enriquecimiento del genotipo humano para modificar el fenotipo,
y, por otro lado, pueden ser negativas, las cuales buscan corregir errores
genéticos y eliminar enfermedades o factores genéticos desencadenantes de
ellas.
Palabras clave: eugenésica, practicas eugenésicas, derechos humanos, ético-
jurídico.

V
INDICE GENERAL

DEDICATORIA .............................................................................................. III

AGRADECIMIENTOS .................................................................................... IV

RESUMEN ...................................................................................................... V

INTRODUCCIÓN ........................................................................................... VI

INTRODUCCIÓN ............................................................................................ 1

DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA .................................................................. 4

Planteamiento y formulación del problema .................................................. 4


Objetivos de la Investigación ..................................................................... 10
Objetivo General..................................................................................... 10
Objetivos Específicos ............................................................................. 10
Justificación de la Investigación ................................................................ 10
Delimitación de la Investigación ................................................................ 12
ANÁLISIS DE RESULTADOS....................................................................... 13

Alcance y limitaciones para la aplicación de prácticas eugenésicas en el


ordenamiento jurídico venezolano ............................................................. 13
Principios éticos y jurídicos que permitirían el uso de prácticas eugenésicas
en el ordenamiento jurídico venezolano .................................................... 29
Aspectos legales que sustentan la defensa de los derechos humanos que
resultan lesionados por la implementación de prácticas eugenésicas en el
ordenamiento jurídico venezolano ............................................................. 61
CONCLUSIONES ......................................................................................... 89

RECOMENDACIONES ................................................................................. 92

BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 94

VI
INTRODUCCIÓN
El avance acelerado de las tecnologías médicas dirigidas en beneficio de
la vida ha traído consigo nuevamente técnicas o prácticas que se creía habían
quedado rezagadas en el tiempo, estas, planteadas a favor de la mejora de
los seres humanos, resuelven diversas problemáticas como lo son los
problemas de infertilidad, enfermedades o anomalías genéticas de las cuales
pueden ser potadoras los seres humanos desde su nacimiento.

Ahora bien, este aporte científico no se encuentra alejado del soporte ético,
hasta el punto que ha surgido una disciplina que relaciona la ética y la vida, es
decir, la Bioética, la cual se encarga de estudiar el comportamiento de los
seres humanos con respecto a la preservación de la vida humana,
estableciendo juicios de valores y reglas a seguir por los individuos con los
fines de preservar ese bien jurídico fundamental: la vida.

Las prácticas denominadas eugenésicas, como su nombre lo indica, datan


del buen origen o buen nacimiento y buscan mejorar a los individuos y remover
cualquier imperfección o anomalía genética que puedan portar, pero no sólo
eso, sino que además puede seleccionar los genes específicos para su
mejoramiento.

Tomando en consideración lo anteriormente planteado, en la primera parte


de la investigación titulada la descripción del problema se determinará que
dicha disciplina en la actualidad se encuentra en su auge, ya que, con el
avance de la tecnología, el surgimiento de las prácticas eugenésicas, es decir,
la tendencia del hombre a mejorar la raza humana y las investigaciones
médicas, que cada día son mayormente utilizadas, se requiere de una
evaluación continua del comportamiento humano en cuanto a la utilización de
dichos medios.

1
Aun cuando existen diversas opiniones acerca de las prácticas
eugenésicas, algunas en favor y otras en contra, el objeto del presente trabajo
de investigación se limitará al caso de analizar de manera genérica las
prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano y de esta
manera determinar el efecto ético y jurídico que tienen en la sociedad
contemporánea. Estas pueden ser positivas, donde se aplica el conocimiento
biológico molecular, el diagnóstico y la intervención genética en la búsqueda
del enriquecimiento del genotipo humano para modificar el fenotipo, y, por otro
lado, pueden ser negativas, donde se corrigen errores genéticos y se eliminan
enfermedades o factores genéticos desencadenantes de ellas.

A su vez, en relación al ya mencionado avance médico y científico dentro


de la medicina, se hace necesario resaltar que con una utilización libre y sin
restricciones de las técnicas mencionadas las mismas podrían traer
consecuencias negativas, puesto que para obtener el resultado esperado,
como lo es, la mejora del ser humano, se hace necesaria en algunas ocasiones
la manipulación genética, el diagnóstico preimplantacional, la fecundación in
vitro; actividades estas que pueden resultar lesivas para el embrión o los genes
que se manipulan.

En el mismo orden de ideas, por el hecho de existir un acelerado avance


en estas ciencias, el derecho ha quedado rezagado en su ámbito de
aplicación, lo que se ve reflejado en la falta de normativas que regulen la
materia estudiada o que imponga limitaciones o pasos a seguir para la
utilización de las prácticas eugenésicas.

Es por esta situación, que se realiza un análisis ético-jurídico de las


prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano, ya que, con la
utilización constante de las mismas resulta necesario establecer el alcance y
la limitación de la aplicación de las mencionadas prácticas, así como, examinar
los principios éticos y jurídicos que permitirían su uso e identificar los aspectos

2
legales que sustentan la defensa de los derechos humanos que resultan
lesionados por la implementación de prácticas eugenésicas en el
ordenamiento jurídico venezolano.

Ahora bien, la segunda y última parte de esta investigación se denomina


Análisis de Resultados, en ella se desarrollarán los anteriormente nombrados
objetivos específicos con los cuales se evidenciarán los resultados de la
investigación, así como también se determinarán las conclusiones y
recomendaciones de los mismos.

3
DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

Planteamiento y formulación del problema

Desde el origen de la vida misma el hombre ha buscado fuentes o teorías


que expliquen su existencia y su naturaleza. Según Aristóteles, traducido por
Abril (1985:87), en su libro Política, “el hombre puede definirse como un animal
político”. En tal sentido, se entiende que el hombre es el único ser vivo capaz
de habitar en sociedades organizadas, con reglas impuestas destinadas a la
conservación de la armonía; se entiende al hombre como un ser racional y
pensante, todo esto a diferencia de las diversas especies que componen el
ecosistema.

Como seres pensantes los humanos han preocupado parte de su vida a la


mejora constante o al perfeccionamiento de sí mismos y de su ambiente. Esto,
a pesar de tener un propósito lógico, ha derivado en una vorágine de
acontecimientos no tan gratos a lo largo de la historia. Platón, traducido por
Martínez (1998:28), expuso lo siguiente:

Digo, pues, que ya ha sido sentado el principio de que los mejores de


cada sexo deben unirse con los mejores con tanta frecuencia, y los
inferiores con los inferiores tan rara vez, como sea posible; y que es
preciso criar a los vástagos del primer tipo de unión, pero no del
segundo, si la estirpe se ha de mantener en condiciones óptimas (…)
Los funcionarios pertinentes llevarán los hijos de los padres selectos al
redil o guardería, y allí los depositarán en manos de ciertas nodrizas que
habitarán un cuarto separado; pero los vástagos de los inferiores, o de
los superiores cuando hayan nacido deformes, serán rechazados (…)
Aristóteles, traducido por Abril (1985:124) en su prenombrada obra,
siguiendo las ideas expresadas por su maestro, proponía: “(…) en lo que se
refiere al matar o criar a los hijos, la ley debe prohibir que se críe cosa alguna
tarada o monstruosa”. Reflejada en las diversas mitologías de la antigüedad,
derivaba la creencia de que la mujer podía concebir de animal, es por lo que
se plasma entonces en el Derecho Romano la palabra monstrum, de ahí que

4
se requiriera que el nacido tuviera forma humana. Dicha norma ha sobrevivido
a los días presentes, por lo que el Código Civil español en su artículo 30
señala: “que para los efectos civiles sólo se reputará nacido el feto que tuviere
figura humana y viviere veinticuatro horas enteramente desprendido del seno
materno”.

Los espartanos concebían a las malformaciones como monstruos


derivados de algún pecado que sus antepasados habían cometido y así estos
debían ser eliminados. En Grecia los recién nacidos podían ser abandonados
por los padres según su voluntad. Los romanos por su parte tenían también
prácticas similares y arrojaban a los bebés deformes desde la roca Tarpeya,
situada sobre un extremo del Capitolio.

No obstante, aunque los planteamientos eugenésicos subsistieron de


forma latente a lo largo de la historia, la mayoría de los autores concuerda con
que no fue hasta la publicación de los trabajos de Galton, en pleno siglo XIX,
cuando la eugenesia fue reconocida como ciencia y adquirió carta de
ciudadanía. Las ideas de Galton (1822-1911) acerca de la pureza de la raza y
su posible mejora, estuvieron en gran medida influenciadas por las que tenía
su primo, Charles Darwin, sobre la cría de animales domésticos y su selección
artificial.

Galton fue quien comenzó a utilizar el término eugenesia (eugenics) en el


Reino Unido a finales del siglo XIX, y, de acuerdo a López (1997:113), la
definió como: “La ciencia que trata de todos los factores que mejoran las
cualidades propias de la raza, incluidas las que las desarrollan de forma
óptima”. A su vez clasifica la misma en eugenesia negativa y eugenesia
positiva. Esta afirmación se puede corroborar con Lucadena (2003:389) quien
dice que “el propio Galton apuntaba dos métodos esencialmente distintos de
llevar a cabo la eugenesia: favoreciendo al máximo las constituciones

5
genéticas óptimas (eugenesia positiva) o eliminando los defectos genéticos de
las poblaciones humanas (eugenesia negativa).”

A raíz de los avances científicos que se han venido produciendo en las


últimas décadas, específicamente aquellos que hacen posible el control y la
intervención del ser humano en el procreamiento de la vida, han surgido
nuevamente los viejos debates o discusiones sobre la eugenesia. En la
actualidad, la eugenesia positiva se implementa con facilidad utilizando la
biotecnología para el control de los genes; los propósitos que se persiguen son
variados, pero entre ellos se puede mencionar la creación de personas más
sanas y más inteligentes, el ahorro de recursos del Estado y el alivio del
sufrimiento humano.

La eugenesia negativa es evitar la propagación de gente indeseable, tales


como enfermos, malformados, retardos o cualquier tipo de anomalía. Según
Atkinson y Field (2004:776), afirman que la eugenesia negativa “conlleva la
eliminación de los genes defectuosos, y por tanto de los portadores
potenciales de los mismos”. Sin embargo, debe entenderse claramente que
esta práctica no corrige los genes de las personas que están por nacer, sino
que el detectar que estos fetos, dentro del vientre de la madre, llevan genes
defectuosos, se procede a la eliminación del mismo a través del conocido
aborto eugenésico.

Retomando el punto de la eugenesia positiva, Atkinson y Field (2004:777),


afirman que “este énfasis en mejorar el diseño humano supone un contraste
radical con los paradigmas médicos convencionales, que subrayan la
rectificación de anomalías y la lucha contra la enfermedad, énfasis que recoge
como elemento distintivo la eugenesia positiva”.

Romeo (1996:45), expresa en su famoso libro, Del gen al derecho, lo


siguiente:

6
(…) Por otro lado, a diferencia de los movimientos eugenésicos de
principios de siglo, que propugnaban una mejora de la raza y la
protección de la especie y se orientaban hacia los efectos sociales
inmediatos de las prácticas de eugenesia, es decir, se concebía como
un problema social y colectivo cuya solución era promovida por
científicos, pensadores, juristas y políticos, la nueva eugenesia está
planteada por el momento como una cuestión médica, propia de la
esfera de la relación médico-paciente y, por ello, como un asunto de
salud individual; de salud de los propios interesados y de la
generaciones futuras, acreedoras de un derecho a la salud frente a sus
progenitores y sus facultades o libertades reproductivas. Conforme
veremos más adelante, la cuestión se presenta ahora como una
responsabilidad de los individuos o de las parejas, contraída con su
propia descendencia, y el alcance de esta responsabilidad es también
objeto de discusión.
Se podría decir, de acuerdo a lo referido por el autor, que los médicos
actuales al hablar de la eugenesia positiva consideran que esta no involucra
ninguna violación de derechos humanos, sino más bien se habla de la
rectificación de anomalías, la lucha contra la enfermedad y el mejorar la raza
humana, sin embargo, choca y va más allá de los paradigmas normales de los
médicos debido a que la eugenesia positiva que se propuso Galton, es mejorar
la raza humana y no solo rectificar anomalías y luchar contra la enfermedad,
sino, detectar los genes buenos y re potenciarlos.

Asimismo, el estudioso Bonilla, citado por Atkinson y Field (2004:342),


detecta dos formas de eugenesia positiva: el método de la inseminación
artificial puesto que busca crear gente de mayor calidad y la calidad de los
genes, que consiste en transmitir genes buenos, o sea, genes seleccionados.
Si bien las prácticas eugenésicas en algunas ocasiones logran un impacto
positivo en la sociedad, pueden llegar a ser considerados como lesivos de
derechos humanos, especialmente aquellas prácticas que comprende la
eugenesia negativa.

Algunos de estos métodos años atrás fueron considerados como delictivos


pues atentaban contra la vida, dignidad y libertad del hombre; era el Estado

7
quien se encargaba de delimitar y decidir quien era apto y quien no, este
marcaba las pautas que establecían la calidad de vida que buscaba en los
individuos. En el presente, no se ven tan condenadas estas prácticas pues no
es necesaria la intervención del Estado para realizarlas, sino que los
ciudadanos acuden a ellas por voluntad propia buscando tanto el
mejoramiento de sí mismos como el de sus descendientes.

Aunado a esto, cabe mencionar, que la voluntariedad de los individuos es


acertada en algunos casos, pero existen otros, como la selección de genes al
momento de la gestación, que atentan contra la persona que está por nacer.
Cabe preguntarse, ¿qué sucede cuando los futuros portadores de los genes
que han sido seleccionados no pueden opinar al respecto?

Según Fasouliotis y Schenker (1998), el estatus moral del embrión


contempla que este es un potencial ser humano, el cual debe ser tratado con
dignidad y sus derechos deben ser respetados. Sin embargo, el avance
acelerado de la biotecnología ha superado las contribuciones en el marco del
derecho, lo que se ve reflejado en la falta de normativas nacionales e
internacionales que garanticen la inseparabilidad del concepto de dignidad
humana de la figura del embrión humano.

Jurídicamente, las personas cuentan con una amplia gama de recursos o


mecanismos que les brindan protección y garantizan sus derechos, mientras
que éticamente, todas las personas gozan de dignidad humana, por lo tanto,
la dignidad humana es inseparable del embrión humano al ser este parte del
desarrollo ontogénico del ser humano. De acuerdo a Knoepffler (2004), se
entiende como dignidad humana el estatus esencial del sujeto y de la igualdad,
por lo tanto, el embrión humano al ser reconocido como un sujeto,
esencialmente igual a un hombre, disfrutaría lógicamente de protección
jurídica, derecho a la vida e integridad física.

8
Es importante destacar en este punto las declaraciones promovidas por la
UNESCO en relación al genoma y la bioética. La Declaración Universal sobre
el Genoma y Derechos Humanos de 1997 dicta que el genoma humano es
patrimonio de la humanidad y que cada individuo tiene derecho al respeto a su
dignidad y a sus derechos, cualesquiera que sean sus características
genéticas. Así como también, plasma la necesidad de contar con el
consentimiento previo, libre e informado de la persona interesada, con
respetando así el derecho de toda persona a decidir que se le informe o no de
los resultados de un examen genético y de sus consecuencias.

Ahora bien, como se ha visto, el acelerado avance las ciencias y la


tecnología ha ocasionado que el derecho quede rezagado en el marco de sus
contribuciones, lo cual se ve reflejado en el escaso contenido de normas que
regulan sobre el tema en cuestión, y, como se resaltó anteriormente, la
Declaración Universal sobre el Genoma y Derechos Humanos afirma que
deberían tenerse en cuenta las repercusiones de las ciencias de la vida en las
generaciones futuras, en particular de su constitución genética.

Es precisamente por esta circunstancia, que se realiza un análisis ético y


jurídico de las prácticas eugenésicas, esto, estableciendo el alcance y
limitación de las mismas con el fin de determinar una regulación jurídica
adecuada dentro de los moldes éticos de la sociedad, que indiquen los
procedimientos a seguir o que imponga limitaciones al momento de realizar
este tipo de técnicas o métodos eugenésicos, asimismo, examinando los
principios éticos y jurídicos que permitirían su implementación e identificando
los aspectos legales que sustentan la defensa de los derechos fundamentales
que resultan lesionados durante este proceso.

De acuerdo con lo que se ha venido expresando, la presente investigación


busca realizar un análisis ético-jurídico de las practicas eugenésicas en el
ordenamiento jurídico venezolano. Con base a lo anterior, surge la siguiente

9
interrogante para la presentación del presente trabajo de investigación: ¿Cómo
analizar ética y jurídicamente las practicas eugenésicas en el ordenamiento
jurídico venezolano?

Objetivos de la Investigación
Objetivo General
Analizar ética y jurídicamente las prácticas eugenésicas en el ordenamiento
jurídico venezolano.

Objetivos Específicos
Establecer el alcance y las limitaciones para la aplicación de prácticas
eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano.

Examinar los principios éticos y jurídicos que permitirían la implementación


de prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano.

Identificar los aspectos legales que sustentan la defensa de los derechos


humanos que resultan lesionados por la implementación de prácticas
eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano.

Justificación de la Investigación
La presente investigación encuentra su justificación al tratarse de las
prácticas eugenésicas. Diversos autores concuerdan que estas consisten en
la mejora o la perfección de la raza humana. Ahora bien, muchas han sido las
maneras o técnicas que se han implementado para esta “mejora” de la raza
humana; desde el genocidio –como se hizo visible en la Segunda Guerra
Mundial–, los abortos forzados, la esterilización forzosa, restricciones en el
matrimonio, control de inmigración, segregación –tanto racial como de
personas con enfermedades mentales–; y otros más actuales como la
exploración genética, el control de natalidad, el natalismo selectivo, la
orientación genética, la reprogenética, entre otros.

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Atendiendo a lo que se ha venido planteando, como aporte, la investigación
pretende realizar un análisis ético-jurídico de las prácticas eugenésicas,
estableciendo de esta manera su alcance y limitaciones, examinando los
principios éticos y jurídicos que sustentan la aplicación de dichas prácticas, y
también, identificando aquellos derechos humanos que pueden resultar
lesionados por la implementación de las mismas.

A su vez, se presenta una gran relevancia social puesto que la sociedad ha


demandado constantemente el estudio y la regulación para la protección de
los derechos y garantías de todas las personas, incluso de aquellas que están
por nacer. El principio de progresividad hace necesario que el derecho vaya
expandiendo sus horizontes cada vez más en busca del bienestar colectivo y
la prosperidad del hombre. Por lo tanto, a través de la presente investigación
desde un punto de vista teórico, se busca abordar las prácticas eugenésicas
analizando estas de manera ética y jurídica, resaltando la necesidad de contar
con un instrumento jurídico que regule el empleo de las mismas.

Desde un punto de vista práctico se refleja la necesidad de un estudio ético-


jurídico de lo que implican las técnicas eugenésicas como métodos utilizados
constantemente para lograr el mejoramiento de los seres humanos, así como
los problemas éticos que surgen como consecuencia de la aplicación de las
mismas, específicamente en aquellos procedimientos de selección de genes
en donde los portadores de los gametos seleccionados no pueden aportar su
consentimiento.

Por último, desde un punto de vista metodológico, el aporte del presente


trabajo de investigación es que bajo las técnicas de análisis documental éste
servirá a futuros trabajos de investigación, así como a generar nuevos
conocimientos desde un punto de vista ético como jurídico a cualquiera que
pueda verse interesado en el ahondamiento del tema en cuestión.

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Delimitación de la Investigación
Análisis ético-jurídico de las practicas eugenésicas en el ordenamiento
jurídico venezolano, se desarrolla dentro del espacio territorial y municipio
Maracaibo del estado Zulia. Desde el punto de vista temporal, el presente
trabajo de investigación se llevó a cabo dentro del periodo comprendido desde
los meses de mayo hasta enero de dos mil dieciocho (2018).

En relación a la delimitación del contenido, se realizó con base a criterios


doctrinales, jurisprudenciales y ordenamientos jurídicos, tanto nacionales
como internacionales, fundamentada por los aportes que han realizado en la
materia autores como Lucadena (2003), Knoepffler (2004), Romeo (1996),
Fasouliotis y Schenker (1998), Atkinson y Field (2004), entre otros. En este
mismo sentido, se investigaron las páginas web, documentos e información
electrónica que sirvió para el desarrollo de la investigación.

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ANÁLISIS DE RESULTADOS
Alcance y limitaciones para la aplicación de prácticas eugenésicas en el
ordenamiento jurídico venezolano

A los efectos de establecer el alcance ético y jurídico para la aplicación de


prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano, debe hacerse,
en primer lugar, un recorrido por el amplio espectro que las comprende,
haciendo referencia a la definición de lo que se entiende por eugenesia, sus
tipos, y, consecuencialmente, a las prácticas eugenésicas y el fin que las
mismas persiguen.

En primer lugar, se encuentra el término eugenesia. Como primera


definición de dicho término, está la del fundador de la misma, Galton, citado
por Méndez y Villamediana (2012), quien utilizó el vocablo para hacer
referencia a la ciencia que trata de todos los factores que mejoran las
cualidades propias de la raza, incluidas las que se desarrollan de forma
óptima.

Al respecto González y González (2012) establecen que “la palabra


eugenesia proviene del griego y significa eu (bien), genos (nacidos), por lo que
quiere decir bien nacido”. A su vez Romañach (2005) sostiene que la
eugenesia cosiste en la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al
perfeccionamiento de la especie humana. Y, por último, el Diccionario de
Filosofía Soviética, de Rosental e Iudin (1965) la define como “seudociencia
sobre el mejoramiento de la raza humana”.

De lo anterior expuesto, se infiere que el término eugenesia tiene varias


acepciones, sin embargo, puede entenderse que esta hace referencia al “buen
nacimiento” o “buen origen”. Se trata entonces de una disciplina que busca
implementar las leyes biológicas, aplicando diversos procedimientos, con el
propósito de perfeccionar las cualidades innatas de la raza humana; supone

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entonces, una intervención en los rasgos hereditarios de cada individuo para
ayudar de esta manera en el mejoramiento del mismo, de igual manera, en el
nacimiento de personas más sanas o para evitar el nacimiento de aquellas que
puedan portar enfermedades hereditarias.

Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el


sufrimiento (al evitar que nazcan personas con malformaciones o graves
enfermedades, por ejemplo) y permite que la sociedad ahorre recursos. Sus
críticos, en cambio, consideran que la eugenesia es contraria a la ética y creen
que la manipulación de estas leyes biológicas es inmoral y antinatural.

A lo largo de la historia, esta práctica ha sido utilizada como justificativo


para practicar la discriminación, obligar la esterilización de grupos sociales y
hasta exterminar a las razas o etnias consideradas inferiores, como se observó
en la Segunda Guerra Mundial; en donde los nazis incluyeron en su retórica el
concepto de “vida indigna de ser vivida” para impulsar la eugenesia en los
grupos sociales que consideraban “desviados” (discapacitados físicos y
mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos, comunistas). El
argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran experimentos
genéticos con los seres humanos.

Los estudiosos que han ahondado en el tema concuerdan con la idea de


que la eugenesia como ciencia y movimiento social o ideológico se inicia con
Galton en 1883. Francis Galton, primo de Charles Darwin, fue un investigador
británico en el campo de la biología y estudioso de las teorías de la herencia.
Este fundó el Movimiento Eugenésico Ingles que tenía como punto focal el
norte de Europa, específicamente Gran Bretaña; para así lograr la purificación
y perfección de la raza humana en Inglaterra. Galton dividía la eugenesia en
dos áreas o dos métodos distintos para llevarla a cabo: positiva y negativa.

Al respecto, Lucadena (2003:389) afirma que “el propio Galton apuntaba


dos métodos esencialmente distintos de llevar a cabo la eugenesia:

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favoreciendo al máximo las constituciones genéticas óptimas (eugenesia
positiva) o eliminando los defectos genéticos de las poblaciones humanas
(eugenesia negativa).”

La denominada eugenesia positiva, la definen Villela y Linares (2011) de la


siguiente manera:

(…) consiste en la aplicación del conocimiento biológico molecular, el


diagnóstico y la intervención genética en la búsqueda del
enriquecimiento de nuestro genotipo para modificar nuestro fenotipo,
con la finalidad de obtener una descendencia que la selección natural
probablemente nunca hubiera conseguido.

En relación con este tipo de eugenesia, Atkinson y Field (2004) afirman que
“este énfasis en mejorar el diseño humano supone un contraste radical con los
paradigmas médicos convencionales, que subrayan la rectificación de
anomalías y la lucha contra la enfermedad, énfasis que recoge como elemento
distintivo la eugenesia positiva”. De lo anterior resulta evidente que los
médicos en la actualidad conciben la eugenesia positiva como un avance para
la rectificación de anomalías, la lucha contra enfermedades y el mejoramiento
de la raza humana. Sin embargo, el término eugenesia da para más, ya que el
tipo de eugenesia positiva que se propuso su fundador no abarca sólo estos
procedimientos, sino que también busca detectar los genes buenos y
mejorarlos.

Por el contrario, la eugenesia negativa la definen también Villela y Linares


(2011) estableciendo lo siguiente:

Por otra parte, la “eugenesia negativa” busca corregir errores genéticos


y eliminar enfermedades o factores genéticos desencadenantes de
ellas. Las herramientas que pueden utilizarse son la ingeniería genética,
la terapia génica germinal, el escaneo reproductivo, el diagnóstico
genético preimplantatorio, cuando se trata de tratamientos de
fertilización in vitro, y el diagnóstico prenatal, en caso de un embarazo
intrauterino. De acuerdo con Daniel Sutullo, este tipo de eugenesia

15
comprende decisiones individuales de tratamientos terapéuticos solo si
su finalidad es influir sobre la herencia de características genéticas.

En cuanto a la eugenesia negativa, Atkinson y Field (2004) establecen que


“esta conlleva la eliminación de los genes defectuosos, y por tanto de los
portadores potenciales de los mismos”. Es decir, no modifica ni corrige los
genes de futuros bebés, sino que, al contrario, al detectar que los fetos dentro
del vientre de la madre llevan genes defectuosos eliminan al feto por medio
del denominado aborto eugenésico.

De lo anterior, se puede apreciar la concurrencia de diversos métodos o


usos de las prácticas eugenésicas, los cuales traen repercusiones tanto éticas
como jurídicas. En el primer caso en cuestión, la eugenesia positiva, es posible
que la implementación de esta vaya más allá de los fines terapéuticos y de
rectificación de enfermedades, llegando así hasta el perfeccionamiento de los
futuros seres humanos con fines estéticos, escogiendo así los genes que se
quieren para él, lo cual atentaría contra identidad e integridad del mismo,
derechos fundamentales expresamente señalados en la Carta Magna
venezolana, al no poder este emitir opinión al respecto.

En el segundo caso, la eugenesia negativa trae serios puntos negativos o


repercusiones en el ámbito ético y jurídico, por cuanto, conlleva a la
eliminación de los fetos dentro del vientre de la madre pudiendo violentar así
la protección que se le otorga a este por considerarse el mismo una vida
humana y un potencial ser humano.

El aborto, la manipulación genética y las prácticas de reproducción asistida,


tales como el diagnóstico genético preimplantacional o la fecundación in vitro,
constituyen lo que en la actualidad se conoce como prácticas eugenésicas. Al
respecto, autores como Aguiar-Guevara (2001) afirma que, si bien Venezuela
ha quedado rezagada en el ámbito de regulación, no así en la implementación
de las prácticas eugenésicas, por el contrario, se realizan en el país

16
prácticamente todas las técnicas y metodologías que otros países utilizan en
el campo de la investigación científica genética y embrionaria.

Aguiar-Guevara (2001:929) expresa que: “Las prácticas eugenésicas


tendientes a la reproducción genética selectiva y la asistencia de reproducción
asistida con selección de gametos y embriones, alimentan los rasgos
temerosos de un avance científico que necesita ser controlado por la norma
jurídica”. En el mismo orden de ideas, establece que el único resquicio legal
que se podría encontrar en la extensa legislación venezolana es el artículo 174
de la Ley Orgánica de Salud, actualmente en discusión en la Asamblea
Nacional para su aprobación. El cual reza textualmente:

Las manipulaciones genéticas se destinarán exclusivamente para


mejorar la salud individual, siempre y cuando sea con respecto al
derecho de las personas y sin discriminación de ningún tipo. En ningún
caso se aceptarán manipulaciones genéticas motivadas por razones
económicas o comerciales. El Ejecutivo Nacional, previa opinión del
Consejo Asesor de Salud, le propondrá a la Asamblea Nacional, la
legislación correspondiente para la regulación de estas actividades.

Por su parte, Romeo (1996:129) al respecto de las prácticas eugenésicas,


su regulación y control, expresa lo siguiente:

Todos estos procedimientos no deben quedar sometidos de forma


exclusiva y absoluta al libre criterio de los investigadores y de los
profesionales clínicos, sino a la legitimación y control de la comunidad,
puesto que ésta, en su conjunto, va a verse directamente afectada por
ellos, sin que signifique un menoscabo para la libertad de la producción
científica y técnica y, por tanto, de investigación; tampoco deben dejarse
a la ilimitada decisión de los padres, pues se han de proteger también
los intereses del futuro hijo, incluso cuando sean contrarios a los de sus
padres o de sus madres; el respeto a la dignidad humana debe ser una
constante presente en todos los procedimientos (pero situándola en el
entramado jurídico, no como un derecho fundamental o un bien jurídico
más a ponderar), así como a la vida, la integridad física y moral, la
libertad e intimidad individuales, y a la protección de la familia, al igual
que la prohibición de cualquier forma de discriminación; la protección
del embrión humano; la regulación debe ser diversificada, es decir,
implicar a varios sectores el ordenamiento jurídico, según sean los

17
intereses o bienes necesitados de regulación y protección (civil,
administrativa, penal); hay que aspirar a llegar a una cierta uniformación
y armonización legislativa en las cuestiones más importantes entre los
países más próximos desde el punto de vista geográfico y cultural, con
el fin de evitar, «paraísos legales», «huecos genéticos», o «paraísos
genéticos», esto es, que se pueda acceder a estas técnicas en otro país
que carezca de una legislación sobre esta materia o, existiendo ya, sea
mucho más permisiva.

En cuanto a las prácticas eugenésicas, estas son muchas, sin embargo,


algunas como las esterilizaciones forzadas e, incluso, las prohibiciones para
el matrimonio, han quedado desfasadas y han perdido su vigencia con el
tiempo. En la actualidad, junto con el acelerado avance de la tecnología
pueden distinguirse entre las más usadas: la aplicación de la ingeniería
genética; la reproducción asistida, en sus diferentes vertientes, como lo son:
la fecundación in vitro y el diagnóstico genético preimplantacional; y, la
manipulación genética.

Dentro de las prenombradas prácticas cabe hacer mención de los


procedimientos anticonceptivos. Según Romeo (1996) estos medios son
utilizados tanto por el hombre como por la mujer y suponen únicamente la
privación temporal de la capacidad reproductiva la cual puede ser recuperada
al momento de interrumpir el consumo del producto farmacéutico o la
aplicación de los dispositivos pertinentes.

Dicha práctica puede considerarse eugenésica ya que es empleada por


aquellas parejas que aún no desean concebir hijos; es por esto, que, al
consumir el anticonceptivo, implantárselo o colocárselo, en algunos casos una
gran cantidad de embriones puede verse afectada en el proceso; de esta
manera, muchas veces, cuando ya se ha realizado la fecundación el
anticonceptivo podría impedir la implantación del cigoto en el vientre femenino.

Al respecto, cabe hacer mención de la Sentencia No. 0014/2005 de la Sala


Tercera del Tribunal Constitucional de Ecuador. El caso en cuestión versaba

18
sobre la anulación del Registro Sanitario que se la había otorgado a los
fabricantes de la píldora anticonceptiva Postinor 2 por considerar que esta
atenta contra el derecho a la vida. Al respecto la Sala se pronunció
estableciendo:

(…) dar prioridad al bien jurídico constitucional de la vida sobre el valor


de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la libertad
individual, pues si ninguna persona puede disponer de su propia vida,
mal podría decidir sobre la vida ajena o sobre la del que está por nacer.
Además, que sin el derecho efectivo a la vida, no sería posible el
ejercicio de los demás derechos constitucionales.

La esterilización eugenésica puede considerarse como otro tipo de estas


prácticas. Romeo (1996:63) al analizar esta técnica la considera desde el
punto de vista penal, y, al respecto expresa que es “la acción de privar de
forma permanente o duradera de la capacidad de engendrar de una persona”.
El autor considera que esto supone la implementación de cualquier
procedimiento antinatural para su obtención, de manera tal, que el
espermatozoide no pueda entrar en contacto con el óvulo; sin que quede
impedida de manera alguna la realización de relaciones sexuales entre la
pareja. Incluso se plantea el caso de la esterilización de deficientes mentales
lo cual ha llevado a una gran discusión en la sociedad actual.

En cuanto a este último punto, puede observarse como Estados Unidos,


específicamente en el estado de Indiana, en el año 1907 aprobó la primera
“ley de esterilización obligatoria de los deficientes mentales, violadores y
criminales”. Dichas normas con el tiempo fueron ampliándose a veintiocho
estados más hasta que en 1935 una importante cantidad de personas habían
sido esterilizadas.

En Alemania, en 1933, fue aprobada la “ley de higiene racial”; esta ley hizo
posible la esterilización de muchas personas por ser estas consideradas
deficientes físicos o mentales; todo esto, según en pensamiento Nazi, con el

19
fin de purificar la sangre alemana de cualquier gen defectuoso proveniente de
razas inferiores.

En cuanto al aborto eugenésico, Romeo (1996:281) considera lo siguiente:


“la llamada indicación eugenésica del aborto permite aquél cuando existen
riesgos fundados de que el embrión -o el feto- sea portador de graves
anomalías genéticas de cualquier naturaleza o de otros defectos físicos o
psíquicos originados durante el embarazo”.

Debe entenderse este como aquella práctica que realizan los individuos,
específicamente las mujeres, por ser las portadoras del embrión o feto, cuando
existe la posibilidad, grande o pequeña, de que dicho feto o embrión pueda
nacer con alguna deformación, enfermedad hereditaria o anomalía de
cualquier especie.

Dejando a un lado los procedimientos anticonceptivos, la esterilización


eugenésica y el aborto eugenésico; cabe hacer mención de aquellas prácticas
que involucran la ingeniería genética. Según Obeso (2010):

La ingeniería genética es una parte de la biotecnología que se basa en


la manipulación genética de organismos con un propósito
predeterminado, aprovechable por el hombre: se trata de aislar el gen
que produce la sustancia e introducirlo en otro ser vivo que sea más
sencillo de manipular. Lo que se consigue es modificar las
características hereditarias de un organismo de una forma dirigida por
el hombre, alterando su material genético.
El proceso puede utilizarse ya en bacterias y en células eucariotas
vegetales o animales. Una vez adicionada o modificada la carga
cromosómica, el organismo en cuestión sintetiza la proteína deseada y
el aumento del rendimiento de la producción puede obtenerse mediante
el aumento en la población portadora. Las bases de la ingeniería
genética han consistido en resolver el problema de la localización e
inserción de genes y la multiplicación redituable de las factorías
logradas.
En otras palabras, la ingeniería genética es un término amplio que puede
cubrir un gran número de formas para alterar el material genético en un ser

20
vivo. Las técnicas utilizadas por la ingeniería genética son diversas, y cada
una de ellas atiende un área de la tarea de preparación y solución de los
problemas específicos de dicha tecnología. El fin principal es modificar las
cualidades o aspectos hereditarios de un ser vivo alterando así su material
genético.

Como se expresó anteriormente, este tipo de ingeniería puede versar sobre


dos líneas diferentes, entiéndase, la línea somática y la línea germinal. Al
respecto, Moreno, Vivas y de Vega (2015) expresan lo siguiente:

En la actualidad la ingeniería genética puede realizar cambios en el


genoma humano, con dos niveles de actuación. Un primer nivel es el
preventivo y curativo, que incluye las terapias génicas somáticas
(realizadas sobre cualquier línea celular somática, y que está aceptada
para curar enfermedades graves) y las terapias sobre líneas germinales
(realizadas sobre líneas reproductoras, generalmente rechazadas
porque afecta a todos los descendientes futuros, y se ignoran las
consecuencias a largo plazo). (…)
Al respecto de la terapia génica en la línea somática Romeo (1996:198)
expresa lo siguiente:

La intervención génica en células somáticas implica acciones


específicas en las mismas sin que afecte al patrón genético de la
persona que es sometida a ellas, pues dichas células no van a transmitir
las modificaciones que se hayan realizado a la descendencia de aquella,
al no ser responsables de la reproducción, ni deberían incidir en las que
sí lo son, esto es, los gametos.
Igualmente, Romeo (1996:200) sobre la terapia génica en la línea germinal
expresa:

Debe tenerse en cuenta que aquí no nos estamos planteando todavía


la cuestión de la protección de los gametos y del cigoto (totipotentes)
como tales, sino la capacidad reproductora de individuos que presentan
anomalías en sus células reproductoras o que se manifiestan
inmediatamente después de su unión, aunque para sanarla haya que
actuar en ellos. Además, la terapia génica en la línea germinal plantea
otros problemas éticos y jurídicos más graves, pues si bien seguramente
podrá contribuir en el futuro a erradicar defectos génicos en las estirpes

21
sometidas a esta terapia, también tendrá efectos de modificación
definitiva del componente genético intervenido y de transmisión a las
generaciones sucesivas, cuya trascendencia para la especie humana
no se conoce todavía con precisión ni es posible por ello controlar sus
potenciales efectos negativos.

Debe entenderse que esta ingeniería genética agrupa todos los


procedimientos posibles que involucren los cambios en los genes de los
individuos, alterando sus características genotípicas, ya sea, para la
rectificación de enfermedades o simplemente la alteración de genes de
cualquier otra índole.

Las terapias génicas somáticas, definidas anteriormente, comprenden todo


lo preventivo y curativo, todo aquello con fines médicos; esta terapia no va a
causar alteración alguna en los genes que van a ser transmitidos a la futura
descendencia, porque la terapia se realiza en células que no son las
responsables de la reproducción.

Y, por su parte, la terapia sobre líneas germinales es aquella realizada


sobre líneas reproductoras, y si bien esta puede erradicar enfermedades
hereditarias o posibles anomalías, igualmente va a alterar los genes de la
futura generación, modificando de esta manera las características únicas de
cada individuo y alterando su integridad genética.

En cuanto a la manipulación genética, Arroyo (2001) la define como todo el


compendio de intervenciones que involucran el aspecto genético, realizadas
por el hombre, con el propósito de lograr una mejora, perfeccionamiento o una
transformación en los procesos de la reproducción y de la herencia humana.
Puede decirse que esta definición evoca la idea de una perturbación, debido a
que, lo que se busca es controlar un objeto determinado, cambiando su
naturaleza con un fin específico.

Desde un punto de vista científico, Soto (1990) afirma que la manipulación


genética se “contempla positivamente como conocimiento científico de los

22
genes con vistas a la terapia clínica de enfermedades hereditarias mediante
intervención directa sobre los genes presuntamente responsables”. Sin
embargo, este autor no considera la posibilidad de que la manipulación no se
realice con el fin de tratar enfermedades hereditarias, como efectivamente
ocurre cuando se habla de manipulaciones genéticas con fines estéticos.

Al contrario de esto, Wasserman, citado por Villela y Linares (2011), si


considera no solo rectificación de enfermedades, sino también manipulación
con fin estético, al opinar que las novedosas tecnologías de manipulación
permitirán realizar el deseo de los padres de no solo tener hijos saludables,
sino también “virtuosos” y bien dotados, tanto física como intelectualmente.

Como otra práctica eugenésica están las técnicas de reproducción asistida.


Al respecto Escobar (2007) establece que las técnicas de reproducción
asistida vienen a ser aquellos procedimientos que unen el espermatozoide con
el óvulo por un medio diferente a la relación sexual. Por su parte, Mouzayek
(2004) no sólo lo ve como un tipo diferente de relación sexual, sino que
sostiene que las técnicas de reproducción asistida vienen a ser los
tratamientos para solucionar los problemas de infertilidad que se presentan
tanto en hombres como mujeres: del mismo modo plantea la prenombrada
autora que las técnicas de reproducción asistida pueden entenderse como
“procedimientos que por medio del soporte exterior persiguen la formación de
un nuevo ser humano”.

En el mismo orden de ideas, Peñaranda, citado por Moreno (2010), define


las técnicas de reproducción asistida como los procedimientos técnicos que
tienen el propósito de lograr la concepción de un ser humano por una vía
diferente a la unión sexual del hombre y la mujer. Al respecto, Moreno (2010)
concuerda con el anteriormente nombrado autor, y, establece que las técnicas
de reproducción asistida son el conjunto de técnicas que ayudan de forma
artificial a dar vida a uno o varios seres humanos, a través de un procedimiento

23
médico. Por último, Piña (2007:36) los define como “todas aquellas técnicas
mediante las cuales los médicos tratan de aproximar las gametos masculinos
y femeninos con el objeto de incrementar las probabilidades de un embarazo”.

En síntesis, estas técnicas, apoyadas por artefactos tecnológicos, no hacen


más que ayudar a aquellas parejas que por medios regulares no pueden
concebir niños, a la obtención de los mismos, implementando en el proceso
diferentes técnicas que en su mayoría se basan en la extracción o
implementación de embriones, a la rectificación de anomalías o enfermedades
en los mismos, y suplir cualquier otra necesidad que los pacientes requieran.

Entre las prenombradas técnicas de reproducción asistida están: la


fertilización in vitro y el diagnóstico genético preimplantacional. La primera,
según Canessa (2008:48) puede definirse como:

La técnica por medio del cual se provoca, fuera de la mujer la unión de


un óvulo con un espermatozoide creando un cigoto, para dar como
resultado un embrión el que será implantado posteriormente en el útero
de la mujer.

La fertilización o fecundación in vitro se concibe como una técnica de


reproducción asistida extracorpórea, así como lo plantean Rojas y Navarro
(2013) pues el proceso de fecundación no se realiza en el interior del cuerpo
femenino, sino que, la unión entre los gametos femeninos y masculinos es
extracorpórea, la cual se produce con ayuda de equipos biomédicos en un
laboratorio.

Al respecto se puede mencionar la Sentencia No. 2000-02306 del 07 de


abril de 1995 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de San
José de Costa Rica, donde la Sala argumenta:

Según la Sala ha podido constatar, la aplicación de la Técnica de


Fecundación in Vitro y Transferencia Embrionaria, en la forma en que
se desarrolla en la actualidad, atenta contra la vida humana. Este
Tribunal sabe que los avances de la ciencia y la biotecnología son tan

24
vertiginosos que la técnica podría llegar a ser mejorada de tal manera,
que los reparos señalados aquí desaparezcan. Sin embargo, las
condiciones en las que se aplica actualmente, llevan a concluir que
cualquier eliminación o destrucción de concebidos –voluntaria o
derivadas de la impericia de quien ejecuta la técnica o de la inexactitud
de ésta– viola el derecho a la vida, por lo que la técnica no es acorde
con el Derecho de la Constitución y por ello el reglamento cuestionado
es inconstitucional por infracción al artículo 21 de la Constitución Política
y 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

En resumidas cuentas, puede decirse que esta es la técnica mediante la


cual se consigue que un óvulo y un espermatozoide puedan encontrarse en
una placa de cultivo de un laboratorio, originando de esta manera un cigoto,
cuando esto no se logra por el mecanismo natural y tradicional. Dicho cigoto
será posteriormente implantado en el vientre femenino donde crecerá y se
desarrollará de manera ordinaria.

Y la segunda, al contrario de la anterior, la definen Méndez y Villamediana


(2012) como la técnica que permite detectar anomalías genéticas en
embriones, obtenidos mediante la técnica de fertilización in vitro u otras
actividades, antes de que estos sean implantados en el útero de la mujer, todo
esto con el propósito de verificar cuales de estos embriones son aptos, para
que posteriormente sean implantados.

Luego de considerar la eugenesia de manera genérica, así como su


clasificación, entiéndase, eugenesia positiva y negativa; para posteriormente
concluir con los tipos de prácticas que se desarrollan o llevan a cabo en la
actualidad, es decir, aquellas que conciernen al aspecto negativo, como lo son:
los procedimientos anticonceptivos, la esterilización eugenésica, el aborto
eugenésico, la ingeniería genética en su línea germinal y el diagnóstico
genético preimplantacional, y, luego, aquellas con aspecto positivo, como lo
son: la ingeniería genética en su línea somática, manipulación genética
cuando se utiliza para la rectificación de enfermedades y la fecundación in
vitro; es necesario considerar el alcance y la limitación del tema en cuestión.

25
Teniendo en cuenta que la vida es un derecho fundamental, acordado tanto
en convenios internacionales como en la Carta Marga venezolana, este tiene
un marcado carácter universal, asimismo, es inalienable e irrenunciable, es
inherente a la persona y es progresivo; debe ser protegido a toda costa y la
garantía de esto en primer lugar debe ser otorgada por el Estado, que en su
rol de máxima autoridad debe velar por la protección y el resguardo de todos
los derechos que conciernen a la sociedad a su cargo.

De igual manera el derecho a la integridad personal, el derecho a la libertad,


el derecho a la información, el derecho a la reproducción y el derecho al libre
desarrollo de la personalidad, deben ser respetados e incluso aquellos
derechos que a primera vista no se observan, pero se tienen, por el simple
hecho ser seres vivos, pensantes y capaces de tener voluntad propia, para
decidir sobre sí mismos y sobre su futuro; dentro de esta segunda categoría
se pueden mencionar derechos como: el derecho a disponer del propio cuerpo,
el derecho a la diversidad genética y el derecho a la no discriminación
genética.

Al respecto de la voluntad, Albornoz (2007:37) afirma que esta “es una de


las facultades racionales del alma”. Mientras que el autor Pérez (2009), por su
parte, considera que la voluntad es una cualidad que está ligada al aspecto
psicológico de los seres humanos y que esta determina sus acciones. Por un
lado, los prenombrados autores plantean que la voluntad proviene del alma y
por otro, plantean que esta deriva del aspecto psicológico; sea cual fuere de
donde proviniese, la voluntad es lo que caracteriza al ser humano como raza
o especie diferente de las otras, los hace ser criaturas pensantes cuyas
inclinaciones no se ven limitadas o impedidas por circunstancias externas, sino
que es posible que estas inclinaciones puedan llevarse a cabo si así se desea.

Considerando la voluntad como cualidad del ser humano, y los derechos


que le han sido otorgados desde su mera existencia, cabe plantearse las

26
siguientes interrogantes: ¿Qué serían los humanos sin voluntad propia? ¿Qué
serían los seres humanos sin derechos que los protegieran? ¿Qué serían los
seres humanos sin la capacidad de tomar decisiones por si mismos?
Decisiones que inevitablemente los conducirán a una vorágine de
acontecimientos que determinarán su futuro o su personalidad.

Las prácticas eugenésicas en cierto modo impiden esto; impiden que el ser
humano -o el futuro ser humano- tome sus propias decisiones, acerca de su
cuerpo, acerca de su integridad genética y acerca de su futuro. Son los padres
de los futuros individuos los que se ven en la posición de tomar estas
decisiones por el embrión o el feto, o, por otro lado, los médicos, quienes,
motivados por una ética de sanación y mejora hacia las personas, harán todo
lo posible para su perfeccionamiento.

Impidiendo que el feto o el embrión, entiéndase este como el futuro ser


humano, tome sus decisiones o desarrolle su propia voluntad -cosa que sería
imposible por su condición de feto, el cual no puede expresar nada aún- se
estarían vulnerando derechos humanos que, como se mencionó
anteriormente, el Estado está en la obligación de proteger. A pesar de hablarse
de un feto, no debe entenderse este como carente de derechos, pues los
juristas, legisladores y doctrinarios se han visto en la obligación de
pronunciarse sobre esto.

Aguilar (2013) afirma que el en ordenamiento jurídico venezolano se toma


en cuenta el principio de la teoría de la vitalidad, puesto que es necesario que
el feto haya nacido vivo para que se considere persona, sin embargo, a este
principio se le agregara la tesis ecléctica del derecho común europeo, donde
se reconoce al feto como nacido, es decir, como persona siempre que se trate
de su bien. Y, por su parte, al momento de analizar el término persona, lo hace
de la siguiente manera:

27
1° Persona es todo ente susceptible de tener derechos o deberes
jurídicos. 2° Persona es todo ente susceptible de figurar como término
subjetivo en una relación jurídica; y, 3° Persona es todo ente susceptible
de ser sujeto activo o pasivo (pretensor u obligado) en una relación
jurídica.

Esto puede verse confirmado en el artículo 17 del Código Civil de la


República Bolivariana de Venezuela (1982), el cual reza: “El feto se tendrá
como nacido cuando se trate de su bien; y para que sea reputado como
persona, basta que haya nacido vivo.”

De lo anterior puede inferirse que, si bien el feto es considerado como


persona en los casos que se trate de su bien, y, persona es todo ente capaz
de tener derechos y obligaciones, el feto o embrión es poseedor de derechos
en ciertos casos, entiéndase, aquellos donde está en peligro su vida o
cualquiera de los derechos que le son inherentes.

Es evidente entonces, que las prácticas eugenésicas atentan contra el feto


o embrión, en aquellos procedimientos que puedan alterar o modificar de
manera irreversible sus características genéticas únicas e incluso aquellas
donde son eliminados o desechados por portar enfermedades genéticas, es
decir, aquellas denominadas prácticas eugenésicas negativas, como lo son:
los procedimientos anticonceptivos, la esterilización eugenésica, el aborto
eugenésico, la ingeniería genética en su línea germinal y el diagnóstico
genético preimplantacional.

En conclusión, se determina que de establecerse la legislación pertinente


que regule el caso en estudio, como lo es la utilización de las prácticas
eugenésicas, se debe permitir estas sólo para usos terapéuticos y de
rectificación de enfermedades o anomalías hereditarias que puedan ocasionar
la muerte del ser humano, así como, para mejorar los genes con el propósito
de evitar enfermedades, es decir, la eugenesia positiva; estableciendo
igualmente los límites para su utilización, prohibiendo esta para fines estéticos

28
o de otra índole, para evitar abusos en su implementación. Resaltando que,
aun cuando sólo se aplique la eugenesia positiva, se debe tener presente los
problemas éticos que surgen como consecuencia de su utilización.

Principios éticos y jurídicos que permitirían el uso de prácticas


eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano

Ahora bien, para el examen de los principios éticos y jurídicos que


permitirían el uso de prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico
venezolano, se hace necesario precisar, además de los estudiados
anteriormente, términos como lo son la ética, la moral y el derecho; debido a
que sobre eso versa el objetivo de investigación en desarrollo.

En primer lugar, se encuentra la ética; esta es considerada una de las


ramas de la filosofía más importantes. Es percibida por muchos autores de
diversas maneras, pero como asegura Cañas (1998) su finalidad es encontrar
el bien, estudiando los fundamentos, causas y razones de lo bueno y lo malo
de la conducta humana. Según Gurria (1996:37) “tiene que ver con el proceder
de los hombres en relación a su conciencia y responsabilidad”.

Guzmán (2013:27) establece que “es una disciplina filosófica que reflexiona
acerca de la moral, es decir, ese conjunto de normas, juicios, reglas, actitudes
que rigen el comportamiento de los seres humanos en una sociedad”. Por su
parte, Flórez (2005:41) define la ética como la “teoría o ciencia del
comportamiento moral de los hombres en sociedad” el cual viene a ser un
conjunto organizado de conocimientos racionales y objetivos del
comportamiento moral.

De lo anterior, puede establecerse que la ética es una teoría o ciencia


destinada al estudio de diferentes criterios, normas o juicios que regulan el
actuar de los hombres en una comunidad. Por otro lado, Olmeda (2007:21)
sostiene que la ética “es una parte de la filosofía que estudia los actos morales,

29
sus fundamentos y su vinculación en la determinación de la conducta”. Y, por
último, respecto al término ética Ferrater (2001:1141) afirma que:

El término ética, deriva del ethos que significa ‘costumbre’ y, por ello, se
ha definido con frecuencia como la doctrina de las costumbres, sobre
todo en las direcciones empiristas… en la evolución posterior del sentido
del vocablo, lo ético se ha identificado cada vez más con lo moral, y la
ética ha llegado a significar la ciencia que se ocupa de los objetos
morales en todas sus formas, la filosofía moral.

En síntesis, cuando se menciona la ética, esta tiene que ver con la conducta
de los individuos en relación a sus principios y a su manera de pensar. El
término deriva del griego costumbre. Su propósito es encontrar el bien, es
decir, lo correcto, estudiando y razonando sobre lo que se considera bueno y
malo para los hombres; se trata sobre reflexionar acerca de la conducta de los
seres humanos atendiendo a los criterios de la moral para determinar su
relación y validez con dicha conducta.

Estrechamente relacionado con la ética se está la moral. Según Santana


(2000:31) “se refiere a la conducta humana, es una forma específica de la
conciencia social que deriva de principios, normas y criterios valorativos que
regulan la conducta del individuo como integrante de una sociedad”. En otras
palabras, se puede entender la moral como aquellos criterios o lineamientos
que determinan la conducta o la forma de actuar de las personas. Involucra
normas, principios y criterios valorativos que regulan dicho comportamiento
para que el individuo, como ser humano pensante y tendiente a relacionarse
con el entorno que lo rodea, pueda convivir en armonía con el resto de la
comunidad.

Ferrater (2001:2460-2461) explana en su libro un amplio concepto de lo


que considera es la moral:

En algunas lenguas, y en español entre ellas, lo moral se opone a lo


físico, y de ahí que las ciencias morales comprendan, en oposición a las
ciencias naturales, todo lo que no es puramente físico en el hombre (la

30
historia, la política, el arte, etc.), es decir, todo lo que corresponde
a las producciones del espíritu subjetivo y aun el espíritu subjetivo
mismo. Las ciencias morales o, como tradicionalmente se las llama,
ciencias morales y políticas, comprenden entonces los mismos temas y
objetos que las ciencias del espíritu, sobre todo cuando éstas se
entienden como ciencias del espíritu objetivo y de su relación con el
subjetivo, excluyéndose con frecuencia ese saber del espíritu subjetivo
o psicología, que es considerado como otro tipo de ciencia. En
ocasiones se opone también lo moral a lo intelectual para significar
aquello que corresponde al sentimiento y no a la inteligencia o al
intelecto. Y, finalmente, lo moral se opone comúnmente a lo inmoral y a
lo amoral en cuanto lo que se halla insertado en el orbe ético se opone
a lo que se enfrenta con este orbe o permanece indiferente ante él. Lo
moral es en tal caso lo que se somete a un valor, en tanto que lo inmoral
y lo amoral son, respectivamente, lo que se opone a todo valor y lo que
es indiferente al valor.

De lo expresado por Ferrater (2001) se entiende que la moral se opone a


todo un conjunto de ciencias como las ciencias naturales, determinando que
la moral está ligada a todo aquello que no sea físico. También se opone a lo
intelectual, ya que lo moral corresponde al sentimiento y no a la inteligencia.
Y, por último, se opone a lo inmoral y a lo amoral ya que lo moral se basa o
fundamenta en valores y principios que involucran el bien, mientras que lo
inmoral se fundamenta en todo aquello que es contrario al valor.

Ahora bien, como término de gran importancia se encuentra el derecho.


Según Álvarez (1995) puede definirse como un sistema normativo que rige el
comportamiento de los individuos que conforman la sociedad, creado y
protegido por el poder político de una autoridad responsable, que además
facilita y garantiza la armonía y la cooperación social, y cuyo carácter coactivo
está condicionado por los valores jurídicos y éticos de los cuales es generador
y portador, en un momento y lugar histórico determinado.

Villoro (2015) afirma que el derecho “es un sistema racional de normas


sociales de conducta, declaradas obligatorias por la autoridad,
por considerarlas soluciones justas a los problemas surgidos de la realidad

31
histórica”. Y, por su parte, Flores y Carvajal (1986:50) definen el derecho de la
siguiente manera: "En general se entiende por Derecho, conjunto de normas
jurídicas, creadas por el estado para regular la conducta externa de los
hombres y en caso de incumplimiento está prevista de una sanción judicial."

En resumen, puede decirse que el derecho es un conjunto de normas


jurídicas que rigen la conducta de los integrantes de una sociedad, creadas
por el Estado y que surgen de la costumbre, las leyes y la jurisprudencia, las
cuales son coactivas por cuanto obligan a la persona a su cumplimiento; en
consecuencia, son consideradas soluciones adecuadas a los problemas que
puedan surgir dentro de la comunidad, facilitando así la armonía y la
cooperación social. Es un sistema encargado de impartir justicia, lograr la
convivencia armoniosa, el bien común, la seguridad de las partes intervinientes
en una relación jurídica y la libertad de los individuos.

De esta manera, se puede observar que el derecho se encuentra


íntimamente vinculado con la ética y la moral, ya que ambos buscan establecer
normas o criterios que sirvan para regular la forma de actuar de los seres
humanos, y por eso, entran bajo la jurisdicción del deber ser, buscando en todo
momento la verdad y la justicia.

En este sentido, debe tomarse en consideración una disciplina que vincula


la ética y la vida como lo es la bioética. Potter (1971) fue el primer autor que
utilizó el termino bioética en el sentido de una disciplina específica, un médico
oncólogo estadounidense, que lo empleo en el título de un libro en el que
defendía la necesidad de vincular el uso de las ciencias biológicas y medicas
al objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas en un sentido global
y humanista.

Lo tituló “Bioética: Un puente hacia el futuro”. En él propone establecer un


puente entre las ciencias biológicas y el ámbito de los valores humanos,
entiéndase: la ética, la única manera de enlazar el presente con un futuro digno

32
de ser vivido. El prenombrado autor establece en su libro que la bioética es un
“estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias
humanas y de la atención sanitaria, en cuanto se examina esta conducta a la
luz de valores y principios morales”.

El autor Caffara (1994) establece que el objeto material de la bioética es el


actuar humano en el reino de la vida y que el ámbito de la bioética será el
conocimiento científico de la vida y el uso de este saber. Según este autor la
bioética es una nueva ética especial que no debe elaborar nuevos principios
éticos generales, sino aplicar los principios generales a los nuevos problemas
que se ofrecen a la consideración humana en el reino de la vida.

Y, por su parte, Reich (1978) en su Enciclopedia de Bioética define


Bioética como “el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de
las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los
valores y de los principios.” Mientras que Abel (1989), define la bioética como:

Estudio interdisciplinar de los problemas creados por el progreso


biológico y médico, tanto a nivel microsocial como a nivel macrosocial,
y su repercusión en la sociedad y en su sistema de valores, tanto en el
momento presente como en el futuro.

Se puede afirmar que la bioética funge como medio para evaluar la


conducta de los seres humanos con respecto a la preservación de la vida en
todos los aspectos, estableciendo criterios y normas a seguir por los individuos
con el propósito de resguardar la vida, es decir, la bioética es aquel puente
entre las ciencias biológicas y el ámbito de los valores humanos y la ética.
Busca aplicar su estudio a los diferentes problemas que puedan presentarse
en la sociedad actual.

Esta institución encuentra su fundamento en el gran avance tecnológico, el


cual ha derivado en el surgimiento de técnicas de reproducción asistida, el
comportamiento del hombre determinado a mejorar la especie humana y los

33
estudios médicos que cada día son más utilizados; por lo tanto, se requiere de
una evaluación del comportamiento humano en cuanto a la utilización de
dichos medios con la finalidad de regular esta conducta y servir como
fundamento para establecer que es éticamente aceptable.

Aunado a la biología en conjunto con la vida, y los avances que esto


conlleva para la mejora del ser humano, se encuentra el derecho. Esto debido
a los avances biomédicos y biotecnológicos que poseen a su vez un ámbito
jurídico, ya que afectan circunstancias sociales fundamentales como el
sistema de parentesco, los usos de los cuerpos, el tiempo de nacimiento, de
la muerte o los estudios genéticos; circunstancias que en parte venían siendo
reguladas jurídicamente y que en razón de estos avances resulta necesario
adaptar normas jurídicas a la realidad actual.

En el mismo orden de ideas, cabe mencionar lo siguiente; dentro de la


bioética encontramos diversas ramas o corrientes filosóficas que sirven como
fundamento de la misma, de allí que existan diversos criterios acerca de un
mismo asunto especifico, donde el criterio o la opinión dependerá de la
corriente filosofía que la guíe.

Entre las prenombradas posturas se encuentra, en primer lugar, la tesis


utilitarista. De acuerdo a Morales (2014) esta se encuentra basada en las ideas
de Benthan y Stuart Mill, los cuales consideran como bueno solo aquello que
produce el mayor beneficio y bienestar para el mayor número de individuos.
En concordancia con lo anteriormente expuesto Escobar y Escobar (2010)
establecen como principio básico de esta tesis “el mayor beneficio para el
mayor número de personas”, sobre los valores de los individuos y sobre los
valores de la sociedad, por lo tanto, las decisiones éticas tienen que ver con la
utilidad que reportan para la persona, institución o para la sociedad.

La tesis utilitarista se encuentra asociada con el funcionalismo, donde se


hace una distinción entre ser humano y persona, entendiendo como el que

34
tiene capacidad de conciencia. Por lo tango con apego a este pensamiento
funcionalista, ni el embrión, ni el feto, ni el individuo en coma, ni el enfermo
con grave discapacidad son personas, permitiendo como consecuencia de ello
que la tesis utilitarista se derive hacia posiciones en las que se encuentra
permitida la eutanasia, el aborto, entre otras prácticas.

En segundo lugar, se encuentra la tesis universalista y contractualista. Esta


tesis según Escobar y Escobar (2010) sostiene que las decisiones deben
considerar la opinión de la mayoría de las personas involucradas en el dilema
o problema ético. Sin embargo, ante la imposibilidad que se tiene de llegar a
una ética universal, la única posibilidad es el consenso y el contrato social, de
allí que podamos hablar de una tesis contractualista.

Los partidarios del tesis contractualista o contractualismo, según Postigo


(2006:34) sostienen que “el consenso colectivo como necesidad para regular
la convivencia social ante una imposibilidad de llegar a una ética universal, la
opción es el consenso y el contrato social”, donde según Escobar y Escobar
(2010) “el consenso es la única fuente de autoridad, pues cualquier otra
argumentación es débil”.

De acuerdo a este pensamiento, para tomar aquellas decisiones que


involucran dilemas éticos y que puedan afectar a algún individuo, se hace
necesario el consenso o el contrato social, es decir, que la colectividad opine
sobre lo que está bien o mal para que posteriormente puedan ser ejecutado el
dilema que se encuentra en discusión.

En tercer lugar, está la tesis personalista. El personalismo es una corriente


filosófica humanista, al respecto Mounier (1984:10) destacó: “El personalismo
no es un espiritualismo; muy por el contrario, aprehende cualquier problema
humano en toda la amplitud de la humanidad concreta desde la más humilde
condición material a la más alta posibilidad espiritual”.

35
El personalismo concibe a la persona como la unidad que forman el ser
inmaterial que vienen a ser el alma y el espíritu, y el ser material que viene a
ser el cuerpo, aceptando la existencia de la persona desde el momento de su
concepción y como consecuencia de ello se puede afirmar que dicha teoría
reconoce el respecto y la dignidad de la persona.

Dicha tesis, encuentra su fundamento en la concepción del ser humano


como un ser único e indivisible, el cual obtiene su cualidad de persona desde
el momento mismo de su concepción. La tesis personalista otorga validez a
instituciones como la del concepturus; al contrario de autores como Postigo
(2006), quien afirma que “ser humano es todo ser vivo de la especie homo
sapiens; mientras que persona es solo aquel ser humano capaz de realizar
actos de razón”.

Por último, y la más importante en lo que concierne al presente estudio, la


tesis principalista. Según Escobar y Escobar (2010) esta es desarrollada por
Beauchamp y Childress (1979), la cual encuentra su fundamento en principios
bioéticos que se consideran fundamentales para esta disciplina, como lo son
el principio de autonomía, el principio de justicia, el principio de no maleficencia
y el principio de beneficencia.

El principio de autonomía busca garantizar el respeto a la voluntad de las


personas. Beauchamp (2003:15) explica un poco más a fondo este principio y
establece:

Un principio de respeto a la autonomía requiere que las personas estén


capacitadas para ordenar sus valores y creencias y para actuar sin
intervenciones controladoras de otros. Incluso si existe un riesgo que a
los demás les pueda parecer temerario, este principio exige la no
interferencia y el respeto a las opciones autónomas de otras personas.
Por ejemplo, los pacientes autónomos e informados tienen derecho a
decidir que la intervención médica para evitar la muerte es inaceptable;
estos pacientes tienen derecho a negarse a seguir siendo tratados,
incluso a una muerte segura. Sin embargo, dichos derechos no siempre

36
tienen una autoridad absoluta, y por ello pueden, en principio,
encontrarse razones que justifiquen una intervención.

Este principio, debido a los avances médicos y normativos que existen en


dicho ámbito, puede vislumbrarse en instituciones como la del consentimiento
informado, debido a que, el paciente, individuo capaz de tomar decisiones
sobre lo que ocurre o no con su cuerpo, está en la facultad de tomar decisiones
libremente sobre la aceptación o rechazo, bien sea, de una medida terapéutica
o su activa participación en una investigación o estudio.

Concatenado con lo previamente expuesto, cabe agregar, que este


principio ha recibido por los expertos muchas críticas las cuales se enfocan en
torno a la supuesta concepción de una libertad absoluta, lo cual llevaría a que
cada persona tenga el derecho a hacer lo que le parezca conveniente,
llegando a tomar decisiones que se contraponen con el orden público, las
leyes, la costumbre y lo moralmente aceptado por la sociedad.

En relación al principio de no maleficencia, Beauchamp y Childress (1979)


distinguen entre actuar injustamente y el simple provocar un daño. En algunos
casos pueden coincidir los dos conceptos, pero no es necesario que se dé la
voluntariedad del primer significado para poder hablar de daño. El principio de
no maleficencia se refiere al segundo contenido, y Beauchamp y Childress
(1979:116-117) se centran en “el daño físico, especialmente el dolor, la
incapacidad y la muerte”. Por su parte, Escobar y Escobar (2010), establecen
que lo primero y más importante es no dañar al individuo.

De lo anterior puede entenderse que, dicho principio evita que las personas
produzcan un daño de manera voluntaria, sino que, por el contrario, protege a
los individuos y busca garantizar el bien a toda costa. Debido a esto,
instituciones como la “eutanasia” podrían encontrar su fundamento sobre la
base de no ocasionarle dolor innecesario a las personas y así, obtener del

37
mismo o de sus familiares, el consentimiento para acabar con su constante
sufrimiento.

En cuanto al principio de beneficencia, Beauchamp y Childress (1979)


distinguen entre la beneficencia como acto concreto, la benevolencia como
virtud, y el principio de beneficencia que indica “la obligación moral de actuar
en beneficio de los otros”. Según Escobar y Escobar (2010) se basa en ofrecer
en todo momento un bien a la persona de los servicios de salud. Como en el
principio anterior, este se basa en hacer primero el bien para la sociedad,
prohibiendo de esta manera dañar a otros, en consecuencia, la beneficencia
no discrimina, sino que busca alcanzar a la totalidad de los pacientes sin
distinción alguna.

Por último, el principio de justicia; este principio, de acuerdo a Pellegrino


(1993), abre un capítulo que, si bien estaba presente en la tradición ética
clásica, aparece como relativamente nuevo para la ética médica. Incluye
aquellas cuestiones que salen del ámbito individual y llaman en causa a la
colectividad. Al respecto, Escobar y Escobar (2010) contemplan el hecho de
que “todo individuo tiene derecho al trato igualitario como los demás seres
humanos, sin importar las condiciones de su vida, de su salud, de sus
creencias o de su posición económica”. Y, por su parte, Beauchamp y
Childress (1979:186) señalan dos grandes problemas de justicia distributiva
en ámbito sanitario en los países desarrollados:

1. Por un lado, la regulación del acceso a los servicios sanitarios.


2. Por otro la distribución de los recursos médicos escasos, que cada
vez son más frecuentes debido al elevado coste económico de los
modernos procedimientos diagnósticos y terapéuticos, así como de
las campañas de prevención.
A los fines de analizar este principio, debe entenderse la justicia como la
premisa: “darle lo correcto a quien le corresponde”. Se enfoca en una
distribución equitativa de los recursos y de los accesos a los servicios médicos

38
y asistenciales para la colectividad en general; se fundamenta en la igualdad
y en la justicia como derecho fundamental.

Con base a los anteriormente evaluados principios de la bioética, los cuales


se aplican a las diferentes circunstancias de la vida cotidiana que marcan un
importante impacto en la sociedad, buscando sobre todo resguardar el bien y
preservar la vida de los individuos, las prácticas eugenésicas serían
parcialmente aceptadas.

En primer lugar, se encuentra el principio de autonomía; si bien es cierto


que en muchas de las prácticas que engloba la eugenesia el paciente o el
individuo interesado puede tomar sus propias decisiones sobre los
tratamientos y los métodos a los cuales va a ser sometido, ¿qué ocurre en el
caso de las prácticas de reproducción asistida o de manipulación genética? Si
el embrión se enfoca desde el aspecto tomado por autores como Méndez y
Villamediana (2012) los cuales argumentan que la dignidad humana es
“inseparable del embrión humano por ser este parte del desarrollo ontogénico
del ser humano”, debe reconocerse este como vida humana o un futuro ser y,
por consiguiente, debe serle otorgada una protección normativa suficiente.

Si bien es cierto que existe poca legislación al respecto a nivel mundial, y


más aún, en los países latinoamericanos, relación con el estatus del embrión,
del feto o futuro bebé, como se mencionó con anterioridad, Venezuela
consagra en el Artículo 17 de su actual Código Civil (1982) lo siguiente: “El feto
se tendrá como nacido cuando se trate de su bien (…)”.

Al respecto, también cabe hacer mención de la Sentencia No. 2000-02306


de fecha siete (07) de abril de mil novecientos noventa y cinco (1995), de la
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de San José de Costa
Rica. En el prenombrado fallo, la Sala determinó que el derecho a la vida debe
prevalecer en todo momento, y por cuanto el embrión humano es persona
desde el momento mismo de la concepción, este “no puede ser tratado como

39
objeto, para fines de investigación, ser sometido a procesos de selección,
conservado para su congelación, y lo que es fundamental para la Sala, no es
legítimo constitucionalmente que sea expuesto a un riesgo de muerte. (…)”.

De lo anteriormente expuesto, debe hacerse resaltar el estatus que se le


otorga al embrión como ser poseedor de derechos incluso desde su
concepción y siempre que se trate de su bien; por lo que, como ser humano
independiente, a este debe permitírsele gozar de todos los beneficios que la
ley otorga, incluyendo la posibilidad de estar o no en acuerdo con las prácticas
que van a implementarse. Y, no es procedente, que, por su condición de
embrión le sea negado este derecho.

En caso de manipulación genética, no deben alterarse aquellas


características físicas que posteriormente pasarían a constituir parte de la
personalidad y el desarrollo de la persona, sólo porque en el momento de la
implementación de dichas prácticas, esta no podía emitir su opinión al
respecto. El principio de autonomía debe ser garantizado para todos por el
Estado, así como el derecho a la vida, a la integridad física y moral y todos
aquellos otros derechos fundamentales establecidos en la Constitución, todo
esto incluso si se trate de ser humano ya nacido o uno por nacer.

El segundo principio a analizar es el de no maleficencia o también


denominado principio u obligación de no hacer daño. Este principio, como se
expresó anteriormente, se encarga de proteger a los sujetos de la posible
ocurrencia de algún daño. En cuanto a esta postura y las prácticas
eugenésicas, cabe decir, que estaría sostenida en casos de eugenesia
positiva, entiéndase, rectificación de anomalías y la lucha contra
enfermedades ya que involucran un mejoramiento del ser humano que no
altera de manera alguna sus características genéticas sin algún propósito
justificado, sino que, es utilizado con fines terapéuticos y de salud.

40
Sin embargo, en casos de eugenesia negativa, como lo son el aborto y
aquellas técnicas de reproducción asistida que desechan embriones por
considerarlos, según sus criterios, no aptos para el nacimiento, e incluso las
prácticas de manipulación de genes que son implementadas con fines sociales
o estéticos, se contraría el principio planteado ya que se afecta, por un lado,
el derecho a la vida de aquellos embriones que no ven nacimiento, y, por otro
lado, el derecho a la integridad física y el derecho a la diversidad genética de
los individuos a los cuales se les alteran los genes, y esto, sin fines
medicinales. En síntesis, podría decirse que gran parte de las prácticas
eugenésicas ocasionan en efecto un daño a los seres humanos.

El tercer principio planteado es el de beneficencia. Si bien como explicaban


Beauchamp y Childress (1979) este consiste en actuar en beneficio de los
individuos. Puede decirse que las prácticas en estudio si benefician a los
interesados, puesto generan su perfeccionamiento o mejoramiento, además
que eliminan de su descendencia los posibles defectos o enfermedades que
sus hijos puedan portar, y, asimismo, garantizan a aquellas parejas que no le
es posible la concepción de niños por los métodos regulares, la posibilidad de
procrear, todo esto a través de las ya mencionadas técnicas de reproducción
asistida.

Pero, si bien es cierto que beneficia a quienes estén interesados en la


implementación de los métodos eugenésicos, también es cierto, que estos
métodos dejan por fuera a una minoría que no ha sido considerada aún,
entiéndase, los embriones o los futuros bebés; de los cuales no puede
consultarse su opinión a favor o en contra y, será en ellos, en quienes serán
aplicadas muchas de las prácticas que aquí se tratan.

Por último, se encuentra el principio de justicia distributiva, en donde


Beauchamp y Childress (1979) señalan dos aspectos a tomar en
consideración respecto a esto: Por una parte, el acceso a los servicios

41
sanitarios; debe considerarse esto tomando en consideración el elevado costo
de las técnicas eugenésicas, que debido al gasto realizado en la compra de
insumos médicos necesarios, maquinaria y cualquier otra parafernalia que se
haga necesaria para su implementación, es bastante considerable, estando
disponible sólo para aquellas personas de clases sociales altas dispuesta a
costearlo.

Y, por otra parte, los recursos médicos escasos para la realización de estos
procedimientos, como previamente se mencionó, por el elevado coste que los
mismos conllevan por tratarse de innovaciones en el área médica y
tecnológica; se hace necesario la obtención de los últimos y más novedosos
artefactos para una mayor precisión y un mejor resultado al momento de
implementar las prácticas eugenésicas.

En otras palabras, no existe una justicia distributiva al considerar estos


métodos ya que no es posible que toda la población tenga acceso a los mismos
y debido al elevado coste de la maquinaría utilizada, esta, la mayoría de las
veces, es escasa en los centros médicos, ocasionando que pocas de estas
instituciones se encuentren en condiciones adecuadas para la realización de
dichas técnicas.

Ahora bien, una vez establecidos y analizados los principios éticos que
tienen lugar en cuanto a la implementación de las prácticas eugenésicas, se
hace necesario, para proseguir con el presente estudio, establecer los
principios jurídicos que sirven para la prosecución del presente objetivo de
investigación.

Para la prosecución del desarrollo del presente objetivo, se hace necesario


analizar las diferentes convenciones, declaraciones y resoluciones, que han
sido suscritos y ratificados por Venezuela, así como, las diferentes leyes
nacionales que se han creado en el país con el propósito de resguardar los
derechos fundamentales de los ciudadanos venezolanos, de garantizar que

42
sea posible su pleno desarrollo y su óptima protección ante cualquier amenaza
o peligro que pueda surgir. Al respecto, cabe mencionar el artículo 23 de la
Constitución venezolana (1999), el cual establece:

Artículo 23.- Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos


humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía
constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que
contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las
establecidas por esta Constitución y en las leyes de la República, y son
de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del
Poder Público.

Dicho artículo le otorga el carácter de válidos para ser implementados en


territorio venezolano a los diferentes tratados, pactos o convenios que son
relativos a derechos humanos, todo esto si los derechos enunciados son más
favorables para los ciudadanos venezolanos que los estipulados en la
Constitución Nacional.

En primer lugar, deben mencionarse aquellos preceptos que protegen,


regulan o mencionan de forma alguna la dignidad humana y los derechos
inherentes al ser humano. De acuerdo a Saldaña (2006), autores como
Giovanni Pico de la Mirandolla y Santo Tomás de Aquino expresan lo siguiente
respecto a la dignidad humana:

Según el pensamiento de esos autores, el hombre es libre y soberano


para plasmarse y esculpirse como él quiera porque Dios se lo permite,
y porque habiendo sido creado a imagen y semejanza de Dios, su
vocación es parecerse más a su creador. A diferencia del hombre, los
animales se encuentran presos en su instinto y no pueden determinar
su destino como lo hacen los hombres: con su razón. El hombre tiene la
libertad que le ha sido dada por Dios, y con ella puede sobajarse o
enaltecerse, degenerar en los seres inferiores que son las bestias, o
regenerarse en las realidades superiores que son divinas. Eso es su
responsabilidad.
Por su parte, Fukuyama (2003), complementando el pensamiento de Kant,
considera que la dignidad deriva de la naturaleza del ser humano, en tanto
este es ser complejo y misterioso, en el cual confluye una serie de cualidades

43
como la elección moral, la razón, el lenguaje, la sociabilidad, la sensibilidad,
las emociones, la conciencia, entre otros, que se relacionan entre sí mediante
complejas interacciones, a tal punto que no pueden existir sin las demás.

Mientras que Alexy (2008), sostiene que existe un concepto unitario y de


diferentes concepciones de la dignidad humana. Según él, al conceptuar a la
dignidad mediante una fórmula general, como aquella que dice que la dignidad
implica que ninguna persona sea tratada como un objeto, es fácil hallar un
consenso; mientras que, al definirla como un conjunto conformado por la
concurrencia de ciertas condiciones o la exclusión de otras indeseables,
siempre habrá discordancias. Por lo tanto, lo justo es utilizar fórmulas
generales para definir a la dignidad humana.

En otras palabras, la dignidad humana puede definirse como aquella


característica del ser humano, que deriva de su propia naturaleza, y que
constituye un compendio de aspectos de carácter moral, social, emocional,
entre otros. El ser humano nace libre y por lo tanto tiene la posibilidad para
desarrollarse como él quiera o como lo considere mejor, es decir, tiene la
autonomía o el poder para diseñar un plan propio de vida y vivirlo como lo
considere mejor.

Por su parte, Moreno (2011) para definirla la divide en tres ámbitos de


protección que se ven resguardados por dicho término. En primer lugar, se
encuentra la autonomía de la persona y la posibilidad de diseñar su modelo de
vida ideal (vivir como quiera); en segundo lugar, el ser humano está en la
posibilidad de desarrollar este modelo o plan de vida de la manera que él
quiera, disfrutando de esta manera de las condiciones de vida que considere
necesarias (vivir bien); y, en tercer lugar, la integridad personal y espiritual
deben estar protegidas de manera que nadie pueda verse disminuido de forma
espiritual o física para así desarrollar el plan de vida plenamente.

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En este sentido, ubicándola por orden cronológico, está, la Declaración
Universal de los Derechos Humanos; esta es un instrumento que marca un
avance importante en materia de derechos humanos y fue aprobado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en Resolución 217 A (III), el 10 de
diciembre de 1948 en París.

A efectos del presente estudio, el Artículo 1 de la Declaración Universal de


Derechos Humanos (1948) establece lo siguiente en materia de derechos
humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y
derechos, dotados como están y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros.”

Del prenombrado artículo puede entenderse, que tanto la libertad como la


dignidad humana y todos los demás derechos son inherentes al ser humano
pues nacen con ellos, asimismo, el hombre, expresado en su sentido más
amplio, tiene plena capacidad para hacerlos valer frente a cualquier individuo
u organización que pueda amenazarlos. Aunado a esto, los individuos de todas
partes del mundo deben ser solidarios y tolerantes los unos con los otros,
reconociendo que todos poseen los mismos derechos y que estos deben ser
respetados.

Al respecto, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los


Derechos Humanos, la cual fue aprobada en la Conferencia General de la
UNESCO en su vigésima novena (29°) sesión del 11 de noviembre de 1997,
expresa en su segundo artículo lo siguiente:

Artículo 2.- Cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y


derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas.
Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus
características genéticas y que se respete el carácter único de cada uno
y su diversidad.
De lo anterior debe entenderse que no importa cuales sean las
características genéticas de una persona, el respeto de su dignidad y derechos

45
debe ser igual para todos, es decir, no debe existir de manera alguna
discriminación genética y debe resguardarse y protegerse el carácter único de
cada uno. Asimismo, afirmando lo anteriormente mencionado, en su artículo 6
establece: “Nadie podrá ser objeto de discriminaciones fundadas en sus
características genéticas, cuyo objeto o efecto sería atentar contra sus
derechos humanos y libertades fundamentales y el reconocimiento de su
dignidad.”

En el mismo orden de ideas, la Declaración Universal sobre Bioética y


Derechos Humanos, la cual fue adoptada el 19 de octubre del 2005 por la
Conferencia General de la UNESCO en la celebración de su trigésima tercera
(33ª) sesión en París, propone en su artículo tercero lo siguiente en cuanto al
tema en cuestión:

Artículo 3.- 1. Se habrán de respetar plenamente la dignidad humana,


los derechos humanos y las libertades fundamentales.
2. Los intereses y el bienestar de la persona deberían tener prioridad
con respecto al interés exclusivo de la ciencia o la sociedad.
Se puede observar nuevamente la exhortación al respeto que se merecen
los individuos, su dignidad humana y sus derechos fundamentales. Y, además,
establece que todas aquellas actividades que procuren el interés o bienestar
pleno de una persona deben ser puestas en primer lugar cuando son
comparadas aquellas actividades destinadas al interés y al desarrollo de la
ciencia o la comunidad. Nuevamente en sus artículos 10, 11, 12 y 13,
establece:

Artículo 10.- Se habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los


seres humanos en dignidad y derechos, de tal modo que sean tratados
con justicia y equidad.
Artículo 11.- Ningún individuo o grupo debería ser sometido por ningún
motivo, en violación de la dignidad humana, los derechos humanos y las
libertades fundamentales, a discriminación o estigmatización alguna.

46
Artículo 12.- Se debería tener debidamente en cuenta la importancia
de la diversidad cultural y del pluralismo. No obstante, estas
consideraciones no habrán de invocarse para atentar contra la dignidad
humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales o los
principios enunciados en la presente Declaración, ni tampoco para
limitar su alcance.
Artículo 13.- Se habrá de fomentar la solidaridad entre los seres
humanos y la cooperación internacional a este efecto.
Debe entenderse entonces, que, las Declaraciones de la UNESCO de
los últimos tiempos están completamente a favor de la protección y el
resguardo de la dignidad humana y de los derechos humanos, su trabajo y
labor se enfoca en ese objetivo intentando así con cada nueva Declaración
dejar sentadas las bases para un mejor desarrollo de la sociedad. En los
prenombrados artículos se incita al trato igualitario y sin discriminación,
indicando que nadie o ningún grupo deberían ser sometidos a mal trato o
discriminación cultural o genética, por parte de otros, violentando así la
dignidad, los derechos y las libertades humanas. Del mismo modo la
solidaridad y cooperación deben ser pilares fundamentales en la sociedad.

Seguidamente, deben mencionarse aquellas normas o regulaciones que


protegen de manera alguna al genoma humano, y, para esto, debe entenderse
que es. De acuerdo a Romeo (1996:27) “el genoma es el conjunto de ADN de
una célula o de un organismo vivo, y es idéntico en todas las células de un
mismo organismo”. Y, al respecto sobre el ADN opina que:

El ácido desoxirribonucleico (ADN) es una molécula (o conjunto de


moléculas) que contiene toda la información genética del ser vivo, y se
encuentra distribuido en diversos fragmentos o cromosomas (veintitrés
pares en el ser humano) en el núcleo de cada célula (con alguna
excepción, como los hematíes, que no tienen núcleo, y el ADN
mitocondrial, que no se encuentra en aquél).
En otras palabras, el genoma humano es aquel conjunto de ADN,
entendiéndose estás como: aquellas células que componen toda la
información genética del ser humano y que se encuentra separada en diversas

47
fracciones o cromosomas, específicamente veintitrés en el ser humano, en el
núcleo de cada célula. En otras palabras, es el conjunto de los datos genéticos
humanos. Ahora bien, es necesario considerar las normas donde se establece
su protección o la forma de proceder cuando se habla del genoma humano.

En este sentido, la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los


Derechos Humanos (1997) establece en sus artículos lo siguiente:

Artículo 1.- El genoma humano es la base de la unidad fundamental y


de todos los miembros de la familia humana y del reconocimiento de su
dignidad intrínseca y su diversidad. En sentido simbólico, el genoma
humano es el patrimonio de la Humanidad.
Artículo 3.- El genoma humano, por naturaleza evolutivo está sometido
a mutaciones. Entraña posibilidades que se expresan de distintos
modos en función del entorno natural y social de cada persona, que
comprende su estado de salud individual, sus condiciones de vida, su
alimentación y su educación.
Artículo 4.- El genoma humano en su estado natural no puede dar lugar
a beneficios pecuniarios.
De acuerdo a esta Declaración (1997), debe entenderse al genoma
humano como la unidad esencial en la familia humana, esto debido a que en
el mismo se encuentra el cúmulo de información de cada ser humano y las
diferentes posibilidades que conlleva, debe ser protegido, y, por consiguiente,
es considerado el patrimonio de la Humanidad. Asimismo, establece que el
genoma en su estado natural no puede tener fines lucrativos o pecuniarios
para otros.

La Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos


aprobada por la Conferencia General de la UNESCO el 16 de octubre del 2003
en su trigésima segunda (32ª) sesión establece lo siguiente en cuanto al
genoma humano:

Artículo 3.- Cada individuo posee una configuración genética


característica. Sin embargo, la identidad de una persona no debería
reducirse a sus rasgos genéticos, pues en ello influyen complejos

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factores educativos, ambientales y personales, así como los lazos
afectivos, sociales, espirituales y culturales de esa persona con otros
seres humanos, y conlleva además una dimensión de libertad.
Artículo 4.- a) Los datos genéticos humanos son singulares porque:
I) Pueden indicar predisposiciones genéticas de los individuos;
II) Pueden tener para la familia, comprendida la descendencia, y a
veces para todo el grupo al que pertenezca la persona en cuestión,
consecuencias importantes que se perpetúen durante generaciones;
III) Pueden contener información cuya relevancia no se conozca
necesariamente en el momento de extraer las muestras biológicas;
IV) Pueden ser importantes desde el punto de vista cultural para las
personas o los grupos.
b) Se debería prestar la debida atención al carácter sensible de los datos
genéticos humanos e instituir un nivel de protección adecuado de esos
datos y de las muestras biológicas.
En la prenombrada Declaración (2003), el genoma humano es considerado
como único, pues se entiende que cada ser humano posee una configuración
genética única; aunque esta configuración genética no puede verse reducida
a sólo los rasgos genéticos que integran su organismo, debida a que involucra
otras características como lo son: el aspecto educativo, el aspecto ambiental
y personal, entre otros. De igual manera, los datos genéticos son únicos
debido a que pueden indicar ciertas tendencias en cada persona, puede tener
para la familia y generaciones futuras consecuencias decisivas duraderas,
puede tener información cuya importancia se desconozca cuando se extraen
las muestras y pueden ser importantes para las personas o grupos.

Asimismo, la Declaración indica que debe dársele la debida atención a los


datos genéticos, entiéndase, al genoma humano, y, por consiguiente, debe
instituírsele un modo de resguardo o de protección para que estos no puedan
verse afectados por el quehacer humano y el acelerado avance de la
tecnología.

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En cuanto a la forma de proceder cuando están involucrados los datos
genéticos la Declaración (2003) lo plantea de la siguiente manera:

Artículo 5.- Los datos genéticos humanos y los datos proteómicos


humanos podrán ser recolectados, tratados, utilizaos y conservados
solamente con los fines siguientes:
I) Diagnóstico y asistencia sanitaria, lo cual incluye la realización de
pruebas de cribado y predictivas;
II) Investigación médica y otras formas de investigación científica,
comprendidos los estudios epidemiológicos, en especial los de
genética de poblaciones, así como los estudios de carácter
antropológico o arqueológico, que en lo sucesivo se designarán
colectivamente como “investigaciones médicas y científicas”;
III) Medicina forense y procedimientos civiles o penales u otras
actuaciones legales, teniendo en cuenta las disposiciones del
párrafo c) del Artículo 1;
IV) Cualesquiera otros fines compatibles con la Declaración Universal
sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos y el derecho
internacional relativo a los derechos humanos.
Artículo 7.- a) Debería hacerse todo lo posible por garantizar que los
datos genéticos humanos y los datos proteómicos humanos no se
utilicen con fines que discriminen, al tener por objeto o consecuencia la
violación de los derechos humanos, las libertades fundamentales o la
dignidad humana de una persona, o que provoquen la estigmatización
de una persona, una familia, un grupo o comunidades.
Son diversos los propósitos para los cuales en la actualidad se emplean las
prácticas eugenésicas que involucran la manipulación de los genes, pero
según la presente Declaración (2003), sólo cuatro son los aceptados: (a) con
fines de diagnóstico y asistencia sanitaria; (b) con fines de investigación
médica y científica, que en ningún momento puede superponerse al bienestar
del individuo; (c) para la medicina forense y procedimientos civiles o penales
u otras actuaciones legales; y, (d) cualquier otro fin compatible con la
Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos y
el derecho internacional relativo a los derechos humanos.

50
En este mismo sentido, se establece que debe protegerse la integridad de
los datos genéticos o el genoma humano y asegurarse que estos no sean
utilizados con fines discriminatorios y que, en consecuencia, puedan violentar
derechos humanos, libertades fundamentales o la dignidad humana, o que de
forma alguna puedan crearse estereotipos acerca de una persona, una familia
o un grupo.

Continuando, en la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos


Humanos (2005), también se plantean normas que regulan lo conducente al
tema en cuestión, como lo son los artículos 4, 5, 6, 7, 8 y 9, los cuales
establecen lo siguiente al modo de proseguir cuando se van a implementar
prácticas que involucren al genoma humano:

Artículo 4.- Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica


médica y las tecnologías conexas, se deberían potenciar al máximo los
beneficios directos e indirectos para los pacientes, los participantes en
las actividades de investigación y otras personas concernidas, y se
deberían reducir al máximo los posibles efectos nocivos para dichas
personas.
Artículo 5.- Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que
se refiere a la facultad de adoptar decisiones, asumiendo la
responsabilidad de éstas y respetando la autonomía de los demás. Para
las personas que carecen de la capacidad de ejercer su autonomía, se
habrán de tomar medidas especiales para proteger sus derechos e
intereses.
Artículo 6.- 1. Toda intervención médica preventiva, diagnóstica y
terapéutica sólo habrá de llevarse a cabo previo consentimiento libre e
informado de la persona interesada, basado en la información
adecuada. Cuando proceda, el consentimiento debería ser expreso y la
persona interesada podrá revocarlo en todo momento y por cualquier
motivo, sin que esto entrañe para ella desventaja o perjuicio alguno.
2. La investigación científica sólo se debería llevar a cabo previo
consentimiento libre, expreso e informado de la persona interesada. La
información debería ser adecuada, facilitarse de forma comprensible e
incluir las modalidades para la revocación del consentimiento. La
persona interesada podrá revocar su consentimiento en todo momento
y por cualquier motivo, sin que esto entrañe para ella desventaja o

51
perjuicio alguno. Las excepciones a este principio deberían hacerse
únicamente de conformidad con las normas éticas y jurídicas aprobadas
por los Estados, de forma compatible con los principios y disposiciones
enunciados en la presente Declaración, en particular en el Artículo 27,
y con el derecho internacional relativo a los derechos humanos.
3. En los casos correspondientes a investigaciones llevadas a cabo en
un grupo de personas o una comunidad, se podrá pedir además el
acuerdo de los representantes legales del grupo o la comunidad en
cuestión. El acuerdo colectivo de una comunidad o el consentimiento de
un dirigente comunitario u otra autoridad no deberían sustituir en caso
alguno el consentimiento informado de una persona.
Artículo 7.- De conformidad con la legislación nacional, se habrá de
conceder protección especial a las personas que carecen de la
capacidad de dar su consentimiento:
a) La autorización para proceder a investigaciones y prácticas médicas
debería obtenerse conforme a los intereses de la persona interesada y
de conformidad con la legislación nacional. Sin embargo, la persona
interesada debería estar asociada en la mayor medida posible al
proceso de adopción de la decisión de consentimiento, así como al de
su revocación;
b) Se deberían llevar a cabo únicamente actividades de investigación
que redunden directamente en provecho de la salud de la persona
interesada, una vez obtenida la autorización y reunidas las condiciones
de protección prescritas por la ley, y si no existe una alternativa de
investigación de eficacia comparable con participantes en la
investigación capaces de dar su consentimiento. Las actividades de
investigación que no entrañen un posible beneficio directo para la salud
se deberían llevar a cabo únicamente de modo excepcional, con las
mayores restricciones, exponiendo a la persona únicamente a un riesgo
y una coerción mínimos y, si se espera que la investigación redunde en
provecho de la salud de otras personas de la misma categoría, a reserva
de las condiciones prescritas por la ley y de forma compatible con la
protección de los derechos humanos de la persona. Se debería respetar
la negativa de esas personas a tomar parte en actividades de
investigación.
Artículo 8.- Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica
médica y las tecnologías conexas, se debería tener en cuenta la
vulnerabilidad humana. Los individuos y grupos especialmente
vulnerables deberían ser protegidos y se debería respetar la integridad
personal de dichos individuos.

52
Artículo 9.- La privacidad de las personas interesadas y la
confidencialidad de la información que les atañe deberían respetarse.
En la mayor medida posible, esa información no debería utilizarse o
revelarse para fines distintos de los que determinaron su acopio o para
los que se obtuvo el consentimiento, de conformidad con el derecho
internacional, en particular el relativo a los derechos humanos.
En síntesis, la Declaración (2005) establece, en primer lugar, que al aplicar
este tipo de prácticas se deben elevar hasta su máximo potencial los posibles
beneficios que puedan obtener los que en principio son sometidos a dichos
métodos, y, por consiguiente, reducir hasta su nivel mínimo las posibles
consecuencias o efectos negativos que se puedan producir.

Seguidamente, hace referencia a que en todo momento debe respetarse la


autonomía de las personas que van a ser objeto de estas prácticas,
entendiéndose por autonomía, la posibilidad que estar tienen de tomar sus
propias decisiones asumiendo de esta manera las consecuencias que puedan
contraer; y, del mismo modo, para aquellos individuos que se ven
imposibilitados en la toma de decisiones –fetos o embriones, incapaces, entre
otros- han de crearse caminos o vías especiales para proteger sus derechos
e intereses.

El artículo 7, específicamente, habla sobre ese tipo de personas quienes


no pueden tomar decisiones por sí mismos y, por tanto, no pueden otorgar su
consentimiento; establece que estas se determinarán por la legislación
nacional. Las personas en esta condición, sin embargo, deberán estar
asociadas lo más que se pueda al proceso de toma de decisiones en cuanto
al consentimiento y a la revocación. De igual manera, dispone que únicamente
deberían llevarse a cabo aquellas prácticas que entrañen un beneficio para su
salud, y, excepcionalmente, aquellas que no produzcan un beneficio directo a
la salud, exponiendo a la persona a riesgos mínimos. Incluso, expresa, que la
negativa de participación proveniente de estas personas debe ser respetada.

53
Asimismo, establece en el artículo 6, que toda intervención médica sólo
podrá llevarse a cabo con el consentimiento libre e informado del paciente,
habiendo informado al mismo de manera correcta. Dicho consentimiento debe
ser expreso y con posibilidad de ser revocado en cualquier oportunidad y por
cualquier razón. De igual manera procede con la investigación científica, que
debe otorgarse consentimiento expreso y este podrá ser revocado. Y, en caso
que las investigaciones vayan a ser realizadas en un grupo o comunidad, se
podrá solicitar el acuerdo o consentimiento de los representantes legales del
grupo en cuestión.

Por su parte, el artículo 8, indica que al momento de llevar a cabo cualquiera


de estas prácticas debe tenerse en cuenta la fragilidad del ser humano. Las
minorías más vulnerables deben ser protegidas y su integridad personal debe
ser respetada en todo momento y bajo cualquier circunstancia. Y, por último,
el artículo 9, hace referencia al derecho que tienen los individuos que son
sometidos a este tipo de procedimiento, el derecho de privacidad y
confidencialidad que les concierne. La información que pueda ser expuesta
durante estas prácticas, no debe ser utilizada con fines distintos a los cuales
se obtuvo el consentimiento.

La anteriormente citada Declaración (2005), establece, además, en su


Artículo 16, lo siguiente: “Se deberían tener debidamente en cuenta las
repercusiones de las ciencias de la vida en las generaciones futuras, en
particular en su constitución genética”. En otras palabras, tanto las
investigaciones médicas como científicas que se llevan a cabo en los seres
humanos y que involucran de alguna manera manipulación del genoma
humano deben ser sometidas a una vigilancia constante y las normas que lo
regulan o van a regular deben preocuparse por las generaciones futuras y el
impacto que dichas prácticas puedan ocasionar, específicamente en su
genoma humano o ADN.

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Continuadamente, se mencionan aquellos preceptos o normas que
involucran lo relacionado al deber que tiene el Estado, como máxima
autoridad, de supervisar, vigilar, resguardar y dar cumplimiento todo lo
decretado en materia de prácticas que involucren al genoma humano y todo lo
referente a su utilización e incluso de crear programas que ayuden al mismo
propósito, todo esto fundamentándose en el deber que tiene de proteger a los
individuos que conforma la sociedad bajo su cargo.

En este sentido, la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos


Humanos (2005) establece en sus artículos catorce y quince, lo siguiente:

Artículo 14.- 1. La promoción de la salud y el desarrollo social para sus


pueblos es un cometido esencial de los gobiernos, que comparten todos
los sectores de la sociedad.
2. Teniendo en cuenta que el goce del grado máximo de salud que se
pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano
sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica
o social, los progresos de la ciencia y la tecnología deberían fomentar:
a) El acceso a una atención médica de calidad y a los medicamentos
esenciales, especialmente para la salud de las mujeres y los niños, ya
que la salud es esencial para la vida misma y debe considerarse un
bien social y humano;
b) El acceso a una alimentación y un agua adecuadas;
c) La mejora de las condiciones de vida y del medio ambiente;
d) La supresión de la marginación y exclusión de personas por
cualquier motivo; y,
e) La reducción de la pobreza y el analfabetismo.
Artículo 15.- 1. Los beneficios resultantes de toda investigación
científica y sus aplicaciones deberían compartirse con la sociedad en su
conjunto y en el seno de la comunidad internacional, en particular con
los países en desarrollo. Los beneficios que se deriven de la aplicación
de este principio podrán revestir las siguientes formas:
a) Asistencia especial y duradera a las personas y los grupos que
hayan tomado parte en la actividad de investigación y reconocimiento
de los mismos;

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b) Acceso a una atención médica de calidad;
c) Suministro de nuevas modalidades o productos de diagnóstico y
terapia obtenidos gracias a la investigación;
d) Apoyo a los servicios de salud;
e) Acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos;
f) Instalaciones y servicios destinados a crear capacidades en materia
de investigación;
g) Otras formas de beneficio compatibles con los principios
enunciados en la presente Declaración.
2. Los beneficios no deberían constituir incentivos indebidos para
participar en actividades de investigación.
El artículo 14, establece que la promoción de la salud y todo lo pertinente
al desarrollo social es un objetivo que es atinente al gobierno. Atendiendo a
que el derecho a la salud es un derecho constitucional que corresponde a
todas las personas sin discriminación alguna, deberían garantizarse: (a) el
acceso a una atención médica de calidad y medicamentos primordiales; (b) el
acceso a una alimentación y agua en condiciones óptimas; (c) la mejora de las
condiciones de vida y también un medio ambiente apto para el desarrollo
colectivo; (d) la disminución de la discriminación y exclusión de personas por
cualquier razón; y, (e) la disminución de la pobreza y el analfabetismo en todos
los sectores de la población.

En el mismo orden de ideas, prosigue la Declaración (2005), e indica que


cualquier beneficio derivado de las investigaciones científicas debe ser
compartido con el mundo, especialmente en los países en plenas vías de
desarrollo. Dichos beneficios podrán expresarse de las siguientes maneras:
(a) asistencia especial y duradera a aquellos que estuvieron involucrados en
la investigación; (b) acceso a una atención médica óptima; entre otros que
expresa en su Artículo 15. Asimismo, estos beneficios no deberían ser
considerados como incentivos para participar en las investigaciones.

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De igual manera, se puede encontrar en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela adoptada el 15 de diciembre de 1999, ciertas
normas que le atribuyen al Estado el deber de vigilar por los derechos
humanos de la colectividad. En sus Artículos 3, 19 y 83 establecen lo siguiente:

Artículo 3.- El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el


desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio
democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad
justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del
pueblo y la garantía del cumplimiento de los principio, derechos y
deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución.
Artículo 19.- El Estado garantizará a toda persona, conforme al
principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos.
Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder
Público de conformidad con esta Constitución, con los tratados sobre
derechos humanos suscritos y ratificados por la República y con las
leyes que los desarrollen.
Artículo 83.- La salud es un derecho social fundamental, obligación del
Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado
promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida,
el bienestar colectivo y el acceso a los servicios. Todas las personas
tienen derecho a la protección de la salud, así como el deber de
participar activamente en su promoción y defensa, y el de cumplir con
las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de
conformidad con los tratados y convenios internacionales suscritos y
ratificados por la República.
En cuanto al artículo 3, este expresamente establece los fines del Estado,
incluyendo entre ellos la defensa y el desarrollo de la persona, así como, el
respeto a su dignidad humana. El artículo 19 indica que el Estado garantizará
a todos, sin discriminación alguna, el pleno goce y ejercicio irrenunciable de
sus derechos; en este punto se hace necesario mencionar los diferentes
derechos inherentes a la persona, como lo son: el derecho a la vida, el derecho
a la integridad personal, el derecho a la salud, el derecho a la reproducción,
entre otros. Y, por último, el artículo 83 de la Constitución (1999) establece,

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además del derecho a la salud de cada individuo, a la obligación que tiene el
Estado de garantizarlo, promoviendo diferentes políticas orientadas a ello.

Ahondando aún más en las diferentes leyes nacionales esta la Ley de


Protección de las Familias, la Maternidad y la Paternidad del 20 de septiembre
del 2007, la cual, en sus artículos 18 y 20, establece:

Artículo 18.- El Estado desarrollará programas dirigidos a garantizar


asistencia y protección integral a la maternidad y a la paternidad, de
conformidad con la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela y la ley.
Artículo 20.- El ministerio del poder popular con competencia en
materia de salud, incluirá dentro de sus unidades asistenciales el
servicio de reproducción asistida, dotado del personal especializado,
laboratorios y equipos de alta tecnología, dirigidos a mujeres y hombres
que presenten limitaciones en su fertilidad con el objeto de garantizar el
derecho a la maternidad y a la paternidad.
De acuerdo a estos artículos de confirma aún más el deber que se le
atribuye al Estado de resguardar los derechos de maternidad y paternidad,
entendido dentro de esto, el derecho a la reproducción, el cual será amparado
por los programas o instituciones que brindarán apoyo en esta área, prestando
así el servicio de reproducción asistida a las diferentes parejas que lo
necesiten.

Como último punto a tratar, se hace necesario considerar la


responsabilidad de los médicos y los diversos profesionales en el área médica
sobre el tema en cuestión. Al respecto, el Código de Deontología Médica del
19 de octubre del 2003, establece lo siguiente:

Artículo 1.- El respeto a la vida, dignidad, y a la integridad de la persona


humana, constituyen en todas las circunstancias el deber primordial del
médico.
Artículo 2.- El médico debe considerar como una de sus obligaciones
fundamentales el procurar estar informado de los avances del
conocimiento médico. La actitud contraria no es ética, ya que limita en
alto grado su capacidad para suministrar al paciente la ayuda requerida.

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Artículo 6.- Es deber ineludible de todo médico acatar los principios de
la fraternidad, libertad, justicia e igualdad, y los derechos inherentes a
ellos consagrados en la Carta de los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas y en la Declaración de Principios de los Colegios
Profesionales Universitarios de Venezuela.
En consecuencia, ante situaciones de fuerza determinantes de
regímenes que desconozcan el ejercicio de la libertad y la dignidad de
hombre, los médicos se limitarán al cumplimiento del deber profesional.
Dicho Código (2003) establece que el respeto a la vida, a la dignidad y a la
integridad del ser humano constituye el deber fundamental de los médicos.
Este, debe considerar como un deber el estar informado de los últimos
avances en medicina para así poder prestar un mejor servicio a sus pacientes;
de ser contrario, estaría limitando su capacidad para prestar la ayuda
necesaria.

Asimismo, propone el Código (2003) es deber de los profesionales de la


medicina seguir al pie de la letra y dar cumplimiento a los diferentes principios
de fraternidad, libertad, justicia e igualdad y los demás derechos que a ello van
ligados y que se encuentran establecidos en la Carta de los Derechos
Humanos de las Naciones Unidas y en la Declaración de Principios de los
Colegios Profesionales Universitarios de Venezuela.

En conclusión, los principios jurídicos antes explanados sobre los derechos


humanos y la dignidad humana, el genoma humano y las maneras en que este
debe ser utilizado, la responsabilidad del Estado y la responsabilidad de los
médicos que llevan a cabo estos métodos, merecen ser aplicados de manera
análoga a las prácticas eugenésicas y todo su contenido.

Se entiende que las prácticas eugenésicas involucran alteraciones o


modificaciones en el genoma humano, alterando de esta manera las
características genotípicas de las futuras generaciones o del individuo en sí
que se somete a ellas. Por lo que es deber del Estado vigilar, regular y servir
de árbitro en cualquiera de ellas.

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El genoma humano es patrimonio de la Humanidad, por lo que no
corresponde sólo a unos cuantos su protección, sino que es tarea y obligación
de todos actuar en consecuencia. Resguardando el mismo y creando
campañas que concienticen a la colectividad acerca de su importantísimo
valor. No sólo es responsabilidad de los médicos, sino de todos.

Debido a todas las normas con miras en la protección de los derechos


humanos y fundamentales, así como en la dignidad humana y en las libertades
fundamentales, deben entenderse estos como inherentes a todos, no sólo a
algunos, sino a todos, inclusive a aquellos prontos a nacer como embriones o
fetos. Por lo que el derecho a la vida y la integridad persona, el derecho a la
libertad, el derecho a la igualdad, le son reconocidos. Y no pueden aplicarse
prácticas de ningún tipo que operen negativamente contra estos. Cualquier
práctica que involucre al genoma humano y que debe ser implementada debe
ser en beneficio de todos los que son sometidos a las mismas.

Es entonces cuando las prácticas eugenésicas negativas, aquellas


destinadas a la eliminación de genes considerados defectuosos, e incluso
aquellas positivas, que alteran los genes riesgosos, deben ser consideradas
como nocivas, ya que atentan y violentan los principios antes explicados,
entiéndase, aquellos derechos inherentes a la persona, las libertades
fundamentales y la dignidad humana.

En este sentido, se considera, que de crearse una legislación que regule


las prácticas eugenésicas, objeto de estudio del presente trabajo de
investigación, debe prohibirse la implementación o aplicación de aquellas
prácticas negativas y sólo permitirse las prácticas de eugenesia positiva que
contribuyen a la erradicación de enfermedades sin alterar de manera alguna
el genoma humano; y, estableciéndose que aun cuando sólo se apliquen
prácticas de este tipo debe tenerse muy en cuenta los problemas éticos y
jurídicos que puedan derivarse de su aplicación.

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Aspectos legales que sustentan la defensa de los derechos humanos
que resultan lesionados por la implementación de prácticas
eugenésicas en el ordenamiento jurídico venezolano
Con el propósito de desarrollar el presente objetivo de la investigación, se
hace necesario hacer un repaso de todos aquellos derechos humanos que se
ven implicados al momento de llevar a cabo las prácticas eugenésicas que ya
se han expresado con anterioridad; dichos derechos pueden verse lesionados
o favorecidos durante su aplicación.

En primer lugar, se hace posible, debido al tema de estudio, analizar que


son los derechos humanos y sus diferentes características, para de esta
manera analizar los derechos que abarcan las prácticas eugenésicas. Será la
meta del presente estudio establecer cuales encuadran en las nombradas
categorías –aquellos que se ven lesionados y aquellos que se ven favorecidos,
con base a los criterios doctrinales y los preceptos legales en donde se
encuentran establecidos.

Como primera definición de lo que se entiende por derechos humanos el


doctrinario Aponte (2012) afirma que estos deben entenderse como todas
aquellas garantías que son inherentes a la persona, estrechamente vinculados
con la idea de dignidad, cuya existencia, garantía y protección no dependen
de una norma que los reconozca, sino de la circunstancia de tratarse de
facultades o potestades que el hombre posee sólo por el hecho de ser y existir,
por su propia naturaleza.

Casal (2014:16) opina lo siguiente respecto al término debatido:

(…) es conveniente distinguir entre los derechos humanos en sentido


amplio y en sentido estricto. En sentido amplio, los derechos humanos
son derechos inherentes a la persona que se derivan de la dignidad
humana y resultan fundamentales en un determinado estadio de
evolución de la humanidad, por lo que reclaman una protección jurídica.
En cambio, en su sentido más estricto, los derechos humanos son esos

61
mismos derechos, pero en la medida en que son reconocidos y
protegidos en el ámbito internacional.
Por otro lado, en cuanto a los derechos humanos, según Ferrajoli (2006:37)
deben entenderse estos como:

(…) todos aquellos derechos subjetivos que corresponden


universalmente a todos los seres humanos en cuanto dotados del status
de personas, de ciudadanos o personas con capacidad de obrar;
entendiendo por derecho subjetivo cualquier expectativa positiva (de
prestaciones) o negativa (de no sufrir lesiones) adscrita a un sujeto por
una norma jurídica.
Debe entenderse entonces el término derechos humanos como todas las
garantías que son inherentes al ser humano, por su propia naturaleza, que son
necesarios para el desarrollo del mismo en la sociedad y por lo tanto deben
ser protegidos a toda costa. Este tipo de derechos no vienen reconocidos por
estar establecidos en una norma –aunque gran medida de ellos lo están- sino
que reclaman una protección por ser garantías que posee el ser humano sólo
por el hecho de ser y existir.

En el mismo orden de ideas, se encuentran los derechos fundamentales.


Peces-Barba (1999:102) expresa que estos son “(…) la pretensión moral
justificada sobre rasgos importantes derivados de la idea de dignidad humana
y, por la otra, la recepción en el derecho positivo de tales pretensiones
morales”, sólo ante la presencia de ambos elementos se puede afirmar la
existencia de un derecho fundamental.

En otras palabras, mientras que los derechos humanos en sí involucran las


garantías que poseen los seres humanos derivados de su propia naturaleza;
los derechos fundamentales son todas estas garantías, pero expresamente
señaladas en la ley, es decir, son las pretensiones que se buscan proteger y
resguardar manifestadas estas de manera positiva.

Para el trabajo en cuestión se tomará en cuenta los derechos humanos aún


si estos no están positivizados en la normativa nacional pues deben

62
entenderse los derechos en su sentido más amplio y considerar que estos son
inherentes a la persona y no puede verse relajado su cumplimiento y su
protección tan sólo por el hecho de que no conste en alguna ley.

Ahora bien, muchos autores consideran diversas características al


momento de definir los derechos humanos, más, sin embargo, sólo se tomará
en cuenta su universalidad, su inalienabilidad e irrenunciabilidad, su inherencia
y su progresividad, por considerar estas como las más importantes y que se
ajustan al tema a desarrollar.

En cuanto a su universalidad Aponte (2012:25) establece:

La universalidad implica que todas las personas son titulares de los


derechos humanos y no pueden invocarse diferencias de regímenes
políticos, sociales o culturales como pretexto para ofenderlos o
menoscabarlos. Es decir, todos tienen el derecho de gozar de ellos sin
ningún tipo de discriminación. (…)
La universalidad es inherente a los derechos humanos porque se trata
de derechos que son expresión de la dignidad intrínseca de todo
individuo, debiendo, por ello, ser aceptados y respetados por todos los
Estados, con independencia de su sistema ideológico-político,
económico y socio-cultural.
Y, asimismo, Casal (2014:18) también se ha expresado indicando lo
siguiente:

Una característica primordial para la comprensión de los derechos


humanos es la de su universalidad. Su afirmación no pretende tanto
describir una realidad sin fisuras, cuanto subrayar un imperativo ético-
jurídico; no se trata de que los derechos humanos rijan efectivamente
en todo el mundo, sino de que así debería ser, de acuerdo con
exigencias éticas y con tratados y declaraciones aprobados o
promovidos en el marco del sistema de las Naciones Unidas, a los
cuales se suman los instrumentos de alcance regional. La universalidad
de los derechos humanos es, pues, a la vez que una tendencia en la
evolución de los pueblos y de la humanidad, un requerimiento ético-
jurídico insoslayable.

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En lo que refiere a la universalidad, esta característica hace referencia a
que los derechos humanos son para todas las personas, es decir, todos, sin
distinción alguna son poseedores de los derechos humanos y no pueden de
manera alguna verse negados por discriminaciones de raza, sociales o
culturales. Estos derechos deben ser los mismos para todos alrededor del
mundo, y esto, lograrse a través de los distintos tratados y declaraciones
suscritos y ratificados por los diferentes Estados alrededor del mundo.

Los derechos humanos son inherentes a la persona; al respecto, Nikken


(2010), expresa lo siguiente:

Una de las características resaltantes del mundo contemporáneo es el


reconocimiento de que todo ser humano, por el hecho de serlo, es titular
de derechos fundamentales que la sociedad no puede arrebatarle
lícitamente. Estos derechos no dependen de su reconocimiento por el
Estado ni son concesiones suyas; tampoco dependen de la nacionalidad
de la persona ni de la cultura a la cual pertenezca. Son derechos
universales que corresponden a todo habitante de la tierra. La expresión
más notoria de esta gran conquista es el artículo 1 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos: todos los seres humanos nacen libres
e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Asimismo, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)
en su artículo 22 lo siguiente:

Artículo 22.- La enunciación de los derechos y garantías contenidos en


esta Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos no debe entenderse como negación de otros que, siendo
inherentes a la persona no figuren expresamente en ellos. La falta de
ley reglamentaria de estos derechos no menoscaba el ejercicio de los
mismos.
De lo anterior se deriva que los derechos humanos corresponden a la
persona por su naturaleza, y, por el sólo hecho de existir le son suyos, sin
necesidad que otra persona se los designe o que sean impuestos por el Estado
o por leyes, estos pertenecen a la persona y no pueden ser arrebatados por
ningún individuo u organización.

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Seguidamente, los derechos humanos son inalienables e irrenunciables.
En relación a esta característica, Casal (2014:19) considera que los derechos
se determinan de esta manera pues “nadie puede negociar o enajenar sus
derechos esenciales”. Establece que tampoco es posible la renuncia de algún
derecho, mientras que si podría ser posible y licito que el poseedor de algún
derecho decida no hacerlo valer en determinada circunstancia.

Por su parte, Aponte (2012:35-36) establece lo siguiente:

La irrenunciabilidad de los derechos humanos implica la imposibilidad


de la pérdida del titular de los mismos, ni siquiera derivado de su no
ejercicio, voluntario o constreñido, ya que al ser inherentes a la dignidad
y a la naturaleza humana, mientras exista la persona existirá la
titularidad de estos derechos. El argumento básico para justificar la
irrenunciabilidad de los derechos es el tamaño del daño que se inferiría
a su titular como consecuencia de su renuncia.
De dicha característica resulta evidente, que, los derechos humanos son
irrenunciables, entiéndase esto en el sentido más literal de la palabra; si bien
los individuos pueden optar por no desarrollar cierto derecho en algún
momento, no puede entenderse esto como una renuncia al mismo. El ser
humano siempre va a ser titular o poseedor de los derechos pues estos le son
inherentes a su dignidad y naturaleza por sólo ser y existir, y él va a escoger
cuales hacer valer o no cuando lo considere oportuno.

Como última característica es necesario mencionar que los derechos


humanos son progresivos. De acuerdo a lo expresado por Nikken (2010):

Como los derechos humanos son inherentes a la persona y su


existencia no depende del reconocimiento de un Estado, siempre es
posible extender el ámbito de la protección a derechos que
anteriormente no gozaban de la misma. Es así como han aparecido las
sucesivas “generaciones” de derechos humanos y como se han
multiplicado los medios para su protección. Una manifestación de esta
particularidad la encontramos en una disposición que, con matices, se
repite en diversos ordenamientos constitucionales, según la cual la
enunciación de derechos contenida en la constitución no debe

65
entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona
humana, no figuren expresamente en ella.
De acuerdo a este aspecto de los derechos, debido a la intensa dinámica
social donde el ser humano se desarrolla y evoluciona dando pie a nuevas
circunstancias que puedan presentarse, los derechos humanos de igual
manera evolucionan, creándose nuevas garantías para proteger a los seres
humanos y, asimismo, nuevos medios o mecanismos para su protección. Un
ejemplo de esto, puede encontrase en las Declaraciones que tratan sobre el
genoma humano y sus diferentes medios de protección; donde se plasman
derechos que antes no eran considerados por desconocerse la gran
importancia del genoma humano y de su conservación.

Habiendo analizado las características que mayormente distinguen a los


derechos humanos, es necesario identificar cuáles son los derechos humanos
que se ven involucrados al momento de la implementación de las estudiadas
prácticas eugenésicas. Como primer derecho, se encuentra el derecho a la
vida. En lo referente a este derecho, Aguilar (2013:151-152) afirma lo
siguiente:

Establecido por la Constitución como el primero de los derechos civiles


(Const. Art. 43), el derecho a la vida es ciertamente el más esencial de
todos los derechos de la personalidad, ya que sin la vida no cabe la
existencia y disfrute de los demás bienes.
El derecho a la vida en nuestro ordenamiento jurídico tiene una tutela
constitucional tan intensa que está proscrita la pena de muerte (Const.
Art. 43). En el plano penal, tiene igualmente una protección enérgica
aun cuando se trate de vida fetal. A tal efecto, el Código Penal no sólo
tipifica una serie de delitos, sino que, además, reconoce el derecho de
legítima defensa.
En el orden civil, el derecho a la vida implica una acción para obtener la
indemnización de los daños materiales y morales causados por la lesión
de ese bien, incluso en ciertos casos en que no haya habido delito penal.
Como señala Hervada (1998:95) la vida es un bien que constituye el ser y
la existencia de la persona y que se presenta como un derecho natural

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originario, o sea, propio de los hombres, y que se tienen por el hecho de ser
tal. Constituye un bien fundamental de la naturaleza humana debido a que se
nace con él y no puede perderse por ningún motivo.

Ordoqui (2011) opina al respecto lo siguiente:

(…) El fundamento del derecho a la vida no solo está en el deber de


conservarla, sino que el derecho a la vida se tiene para cumplir con el
deber de conservación, pero el porqué de tal derecho está en la
condición de persona del hombre. El hombre por ser persona tiene
derecho a la vida y el deber de conservarla. Así al deber de conservar
la vida corresponde el derecho a la vida, y a este derecho le corresponde
el deber que tiene la sociedad de respetarlo y protegerlo. La persona
recibe la vida para el cumplimiento de sus fines naturales. Debe
conservar su vida no teniendo como se dijera dominio pleno sobre ella.
Este deber de conservación es natural a su ser. Santo Tomás de Aquino
(Suma Teológica II-II q.64, a. 5) afirmó que el derecho a la vida está
basado en la inclinación natural a la conservación de su propio ser.
En este sentido, debe entenderse el derecho a la vida como de fundamental
importancia para el ser humano. Este es un derecho propio de los hombres,
que viene dado desde su concepción y aún antes de eso. No debe entenderse
el derecho a la vida sólo como el deber del individuo de conservarla, sino que
también la sociedad debe respetarlo y protegerlo.

En la Constitución venezolana (1999) está regulado como el primero de los


derechos civiles del hombre, ya que sin este derecho no cabe la existencia y
el disfrute de los demás. Atentar contra el derecho a la vida, debe considerarse
entonces como un atentado contra todos los derechos de la persona y este
debe protegerse con la mayor premura y, asimismo, debe otorgársele una
regulación acorde a su importancia. En la prenombrada Carta Magna se
encuentra establecido en su artículo 43, y reza de la siguiente manera:

Artículo 43.- El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá


establecer la pena de muerte, ni autoridad alguna aplicarla. El Estado
protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su
libertad, prestando el servicio militar o civil, o sometidas a su autoridad
de alguna forma.

67
Ahora bien, la interrogante que se presenta es la siguiente: ¿se ve
lesionado el derecho a la vida por la implementación de prácticas
eugenésicas? En este punto, cabe recordar que las estudiadas prácticas
eugenésicas pueden verse divididas en dos categorías; en un primer lugar, se
encuentran las prácticas eugenésicas positivas en donde se aplica la
biotecnología y el conocimiento biológico con el fin de rectificar anomalías y
de luchar con las enfermedades; mientras que, en segundo lugar, se
encuentran las prácticas eugenésicas negativas, tendientes a la eliminación
de genes defectuosos con el fin de corregir errores genéticos.

Entendiéndose el derecho a la vida como derecho intrínseco al ser humano,


que viene desde su origen y por su propia naturaleza a este debe otorgársele
la mayor protección. Si bien las técnicas estudiadas favorecen en cierto
sentido el genotipo del ser humano, permitiendo en algunos casos prolongar
su vida y de esta manera verse libre de enfermedades, en otros casos puede
conllevar a la eliminación de fetos o embriones, y, debido a que estos son
considerados como seres vivos, se estaría violentando seriamente el derecho
a la vida.

Si bien es cierto que en el ordenamiento nacional venezolano no existe una


norma específica que defina cuando se produce la concepción, el artículo 17
del Código Civil venezolano establece: “El feto se tendrá como nacido cuando
se trate de su bien; y para que sea reputado como persona, basta que haya
nacido vivo.”

Ahora bien, como se mencionó con anterioridad y derivado del


prenombrado artículo, en Venezuela se reconoce la teoría de la vitalidad, la
cual establece que es necesario que el feto haya nacido vivo para que se
considere persona, sin embargo, a esta teoría se le suma la postura ecléctica
del derecho común europeo, la cual afirma que se reconoce el feto como
nacido, es decir, como persona siempre que se trate de su bien. Y,

68
considerando que el término persona puede entenderse como todo ente
susceptible de ser titular de derecho y obligaciones, debe entenderse al feto o
embrión como tal al momento que se trate de su bien.

Ya que el feto o embrión es poseedor de derechos, y, que el derecho a la


vida deriva de la naturaleza misma de los seres humanos, se evidencia que
este futuro ser humano es poseedor del derecho a la vida y que este debe ser
respetado a toda costa. De lo anterior puede establecerse, que, los
procedimientos anticonceptivos en ciertos casos pueden ser lesivos del
derecho a la vida.

Un ejemplo de esto se encuentra en la ya citada Sentencia No. 0014/200


emanada de la Sala Tercera del Tribunal Constitucional de Ecuador, en dicha
sentencia se solicitaba la suspensión definitiva del registro sanitario que
autorizó la comercialización y expendio de la píldora definitiva conocida con el
nombre de Postinor 2 por cuanto la parte accionante entendía que esta pone
fin a un embarazo, es decir, provoca la muerte de un ser humano, debido a
que desde que se produce la fecundación existe una persona única e
irreparable.

De la información suministrada por los propios fabricantes y tomando en


cuenta algunas opiniones médicas la Sala determinó que la píldora en cuestión
podía actuar en tres momentos: (a) evitando la ovulación; (b) evitando la
fecundación o fertilización; y, (c) evitando la implantación, cabe mencionar que
luego de ser implantado el cigoto, el Postinor 2 no evita el embarazo, es más,
su uso es rechazado por los médicos.

De esta manera, la Sala concluyó que al actuar el medicamento Postinor 2,


en una de sus etapas, como agente para impedir la implantación del cigoto, es
decir, luego de fecundarse el ovulo, se atentaría contra la vida del nuevo ser
humano. El derecho fundamental a la vida resultaría violado y se podría causar

69
un daño grave e irreparable a un grupo de seres humanos cuyo número no
puede ser cuantificado. Con vista a lo anterior la Sala decidió:

(…) dar prioridad al bien jurídico constitucional de la vida sobre el valor


de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la libertad
individual, pues si ninguna persona puede disponer de su propia vida,
mal podría decidir sobre la vida ajena o sobre la del que está por nacer.
Además, que sin el derecho efectivo a la vida, no sería posible el
ejercicio de los demás derechos constitucionales.
Otra práctica eugenésica que lesiona el derecho a la vida es el aborto
eugenésico, este método, como se analizó con anterioridad permite que
cuando existe el temor de que el feto o embrión pueda nacer con alguna
enfermedad o malformación genética este pueda ser eliminado o removido del
vientre femenino, impidiendo de esta manera su nacimiento.

Seguidamente, las técnicas de reproducción asistida. Estas técnicas si bien


favorecen a aquellas parejas que ven imposibilitada la concepción de un niño
por medio naturales, en algunos casos puede comprender lesiones al derecho
a la vida. Tanto la fecundación o fertilización in vitro como el diagnóstico
genético preimplantacional, permite la unión del ovulo con el espermatozoide,
todo eso fuera del cuerpo femenino, ya sea que se detecten anomalías y
enfermedades hereditarias como si no.

Ahora, si bien es cierto que es provechoso para los individuos que se les
dificulta la procreación, también es cierto que la aplicación de este
procedimiento conlleva a una gran pérdida de embriones durante el proceso.
Y, ya que el embrión es considerado como ser humano, se atenta contra el
derecho a la vida.

Al respecto, la Sentencia No. 2000-02306 de la Sala Constitucional de la


Corte Suprema de Justicia de San José de Costa Rica afirma lo anteriormente
expuesto al establecer:

70
La objeción principal de la sala es que la aplicación de la técnica importa
una elevada pérdida de embriones, que no puede justificarse en el
hecho de que el objetivo de ésta es lograr un ser humano, dotar de un
hijo a una pareja que de otra forma no podría tenerlo. Lo esencial es que
los embriones cuya vida se procura primero y luego se frustra son seres
humanos y el ordenamiento constitucional no admite ninguna distinción
entre ellos.
No es de recibo tampoco el argumento de que en circunstancias
naturales también hay embriones que no llegan a implantarse o que aun
logrando la implantación, no llegan a desarrollarse hasta el nacimiento,
sencillamente por el hecho de que la aplicación de la FIVET implica una
manipulación consciente, voluntaria de las cédulas reproductoras
femeninas y masculinas con el objeto de procurar una nueva vida
humana, en la que se propicia una situación en la que, de antemano, se
sabe que la vida humana en un porcentaje considerable de los casos,
no tiene posibilidad de continuar.
Según la Sala ha podido constatar, la aplicación de la Técnica de
Fecundación in Vitro y Transferencia Embrionaria, en la forma en que
se desarrolla en la actualidad, atenta contra la vida humana. Este
Tribunal sabe que los avances de la ciencia y la biotecnología son tan
vertiginosos que la técnica podría llegar a ser mejorada de tal manera,
que los reparos señalados aquí desaparezcan. Sin embargo, las
condiciones en las que se aplica actualmente, llevan a concluir que
cualquier eliminación o destrucción de concebidos –voluntaria o
derivadas de la impericia de quien ejecuta la técnica o de la inexactitud
de ésta– viola el derecho a la vida, por lo que la técnica no es acorde
con el Derecho de la Constitución y por ello el reglamento cuestionado
es inconstitucional por infracción al artículo 21 de la Constitución Política
y 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
En síntesis, la Sala determinó que no puede justificarse dicha técnica con
el fundamento de que el propósito de la misma es lograr un ser humano,
debido a que, muchas veces, son más los embriones que mueren que los que
llegan en sí a formar un individuo. Y tampoco puede argumentarse que por los
procedimientos normales también ocurre perdida de embriones, ya que, si bien
es cierto, a través de la fecundación in vitro esta pérdida implica una
“manipulación consciente y voluntaria” de los gametos femeninos y
masculinos.

71
Como siguiente derecho, se encuentra el derecho a la libertad. Ahora bien,
es innegable que este es uno de los valores fundamentales del ser humano;
se podría definir siguiendo a Martínez y Martínez (1998:339), en los términos
siguientes: “Es el estado de la persona que no es esclava y por tanto tiene la
facultad de realizar algo por sí misma, por iniciativa propia”. De acuerdo a la
conceptualización de Aristóteles, citado por Martínez y Martínez (1998:339),
expresa: “La libertad se basa en la noción de finalidad o tendencia natural del
hombre que conduce a la felicidad”.

Aguilar (2013:154) afirma lo siguiente:

El derecho a la libertad no puede concebirse como derecho de la


personalidad, sino en cuanto implique la facultad de ejercer aquellas
actividades que si no se permitieran realizar privarían de valor la
personalidad humana. Aún concretado así, el derecho a la libertad tiene
escaso relieve en las legislaciones en el campo del Derecho Privado.
(…)
Dentro de las libertades, con cierta imprecisión, se distinguen las
llamadas libertades públicas (libertad religiosa, de expresión y difusión
del pensamiento, de reunión, de asociación, etc.), garantizadas por la
Constitución o leyes especiales, y las llamadas libertades civiles,
garantizadas por el Derecho Penal y Civil. Entre estas se pueden
enumerad la libertad de contraer matrimonio, contratar, comerciar,
testar, etc.
En referencia a esto, Carbonell (2012), establece lo siguiente:

Ahora bien, si la libertad es un derecho fundamental (concretizada en


los diversos derechos de libertad que establecen las Constituciones
modernas y los tratados internacionales de derechos humanos),
entonces debe ser capaz de poder hacerse valer, con los matices que
sean necesarios, frente a todos, no solamente frente a los poderes
públicos; de lo anterior deriva la necesidad de que el Estado asegure la
libertad también frente a los particulares.
En otras palabras, la libertad implica la autonomía que tiene cada individuo
de hacer o no hacer lo que le apetezca, por iniciativa propia y sin
constreñimiento alguno, y, en caso contrario, de no ser posible el desarrollo de
estas actividades se estaría ante una privación de la personalidad humana. La

72
libertad tiene varios matices, esta comprende a su vez otros derechos como lo
son: el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a disponer del
propio cuerpo, el derecho a la información o libertad de expresión, e inclusive,
el derecho a la libertad de investigación.

En primer lugar, el derecho al libre desarrollo de la personalidad. De


acuerdo a Ontiveros (2006:154):

Ésta constituye, junto a la vida, el valor más importante en un Estado


Constitucional, y se traduce en la libertad que todo ser humano tiene de
ser “uno mismo”. Es decir, que ni el Estado, ni los órganos que lo
componen, ni persona alguna, pueden tener injerencia en la
espiritualidad e individualidad de la mujer y el hombre. De ahí que
cualquier tipo de discriminación, generada por cualquier causa, deba ser
perseguida y sancionada por el ordenamiento jurídico.
Y, por su parte, Del Moral (2012:66) considera:

(…) el derecho al libre desarrollo de la personalidad se ubica en los


derechos fundamentales cuyo objeto tiene la particularidad de tutelar
una esfera vital del individuo, esto es, la construcción de su plan o
proyecto vital, pero que al mismo tiempo describe un comportamiento
genérico, pues ciertamente ampara, como norma abierta, diversas
posibilidades de comportamientos o conductas que pueden ser muy
dispares, a través de las cuales el individuo ejerce tal derecho,
asegurando de esta forma un hacer permitido que puede oponer a
terceros. De aquí que el libre desarrollo de la personalidad como
derecho fundamental se erija en una garantía de alternativas, al acceder
realizar cualquiera de las actuaciones posibles que encajen en su objeto
y que obviamente dependerán de las particularidades de cada individuo.
Dicho derecho puede entenderse como la libertad de cada individuo de ser
uno mismo, sin discriminación u obstaculización alguna por el Estado, los
particulares u organizaciones privadas. Faculta al titular del derecho a que
pueda ejercer las actividades que desee o las conductas que considere
acertadas. Asimismo, la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999) la contempla en su artículo 20 de la siguiente manera: “Toda
persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad, sin más

73
limitaciones que las que derivan del derecho de las demás y del orden público
y social”.

Ahora bien, al hacer referencia a las prácticas eugenésicas en relación con


el prenombrado derecho, debe entenderse por un lado como un favorecimiento
al mismo y, por otro lado, como una lesión. En el primer caso, es evidente que
en la actualidad cualquier persona puede recurrir a los centros de atención y
solicitar se le practiquen las diferentes prácticas eugenésicas, pero, cuando se
trata del segundo caso, este se da en aquellas circunstancias en donde se
alteran las características únicas de un individuo -feto o embrión-, o donde
estos son eliminados, sin posibilidad de que el afectado pueda ejercer
oposición alguna, cambiando y modificando así su genotipo y fenotipo
característico.

En segundo lugar, está el derecho a disponer del propio cuerpo. Según


Aguilar (2013:152-153):

Es harto discutible la existencia en nuestro ordenamiento jurídico de un


derecho a disponer del propio cuerpo que sea distinto del derecho a la
vida y a la integridad física. Pero sea o no un derecho distinto de éstos,
lo cierto es que la persona no sólo puede disponer de su cuerpo para
fines de utilidad propia, sino que también puede hacerlo, dentro de
ciertos límites, para fines altruistas (por ejemplo: donar sangre,
prestarse para ciertas experimentaciones científicas, entre otros). De
acuerdo con la legislación italiana, la facultad de disponer del propio
cuerpo tiene dos limitaciones: no se puede consentir en actos que
afecten a la integridad física causándole disminuciones permanentes, ni
se pueden realizar actos de disposición del cuerpo que sean contrarios
a la ley, al orden público o a las buenas costumbres (C.C. ital., art. 5).
(…)
De acuerdo a Atienza (2016):

(…) de manera análoga, podría decirse que el derecho de un individuo


sobre el propio cuerpo se traduciría en la obligación de todos los demás
de consentir los actos de disposición que él (el propietario) realizara
sobre su propio cuerpo (sobre todo él o sobre partes del mismo).

74
De lo anterior, el derecho a disponer del propio cuerpo puede entenderse
como la facultad de cada individuo de ejercer sobre su cuerpo, de todo él o de
partes del mismo, las acciones que considere pertinentes, sin más autorización
que la suya propia; puede hacerlo tanto para beneficio propio como para
beneficio de otros, exceptuando de esta manera aquellos actos que violenten
su integridad física o la ley. Asimismo, este derecho comparte la obligación de
todos de consentir los actos que el individuo disponga para su propio cuerpo,
sobre todo él o sobre partes del mismo.

En este sentido, los individuos que acuden a las prácticas eugenésicas para
rectificación de enfermedades o anomalías en sí mismos pueden ver
satisfecho su derecho, más cuando la práctica o el procedimiento va a llevarse
a cabo sobre fetos o embriones póstumos a nacer puede considerarse una
lesión, pues, cuando se altera el genoma de estos seres se atenta contra el
derecho a disponer del propio cuerpo, debido a que, no son ellos los que están
decidiendo, sino los padres y en muchos casos los médicos en busca de la
perfección de la especie.

En tercer lugar, se encuentra el derecho a la información. Sobre el particular


López-Ayllón (2000:25) establece:

El ‘‘derecho a la información’’ (o la libertad de expresión o la libertad de


información) comprende así tres facultades interrelacionadas: las de
buscar, recibir o difundir informaciones, opiniones o ideas, de manera
oral o escrita, en forma impresa, artística o por cualquier otro
procedimiento. En este sentido, tal derecho incluye las libertades
tradicionales de expresión e imprenta, pero es más amplio debido a que
extiende la protección no sólo a la ‘‘búsqueda’’ y ‘‘difusión’’, sino también
a la ‘‘recepción’’ de informaciones, opiniones o ideas por cualquier
medio.
Según lo expuesto, el derecho a la información en un sentido amplio puede
entenderse como la posibilidad de buscar, recibir o difundir informaciones u
opiniones de cualquier manera posible; inclusive es posible considerar a las
redes sociales como medio para compartir, buscar o recibir la información. Aún

75
más relacionado con el tema en estudio, en cuanto a la información genética,
Bergel (2002) opina:

La información genética puede extender la discriminación a nuevas


categorías de personas, en tanto pueden ser redefinidas como "sujetos
predispuestos" o "personas en riesgo" cuya potencial condición las
diferencie de "lo normal".
Se impone, pues, que la legislación, más allá de las normas que hoy
puedan aplicarse por analogía, deba asegurar en forma explícita:
a) El derecho a la autodeterminación del sujeto traducido en el
consentimiento libre e informado para todos los actos que se refieran a
la obtención, circulación, desvelamiento y conservación de la
información genética.
b) El derecho a conocer y a estar informado respecto de la información
genética obtenida en análisis o test genéticos.
c) El derecho a no conocer tal información. Hoy día tan importante como
el derecho a conocer es el derecho a no conocer, que debe ser
respetado en toda su extensión a la mira de los efectos negativos que
puede importar el conocimiento para la tranquilidad o equilibrio psíquico
del sujeto. El conocimiento del posible problema de salud puede
determinar graves situaciones de angustia, enfermedades psíquicas o
psicosomáticas, así como provocar cambios vitales esenciales, sobre
todo cuando el conocimiento de la posible enfermedad no va
acompañado de la solución de ese problema.
d) El derecho al control sobre el uso que pueda realizarse de su
información depositada en bases de datos.
De este autor se evidencia la necesidad que tienen los individuos de
conocer toda la información genética que al respecto les concierne y que estos
sean protegidos de posibles discriminaciones que puedan surgir por dicho
conocimiento, por lo tanto son considerados “personas en riesgo” y deben ser
resguardados por la ley, la cual tiene el deber de asegurar: (a) el derecho del
sujeto de manifestar su consentimiento expreso para todos los actos que
involucren a la información genética obtenida; (b) el derecho de conocer y
estar informado de su información genética; (c) el derecho a no conocer la

76
información genética; y, (d) el derecho al control sobre el uso que pueda
dársele a su información.

En este mismo orden de ideas, cabe hacer mención del artículo 60 de la


Constitución venezolana (1999), el cual expresa:

Artículo 60.- Toda persona tiene derecho a la protección de su honor,


vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación.
La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la
intimidad personal y familiar de los ciudadanos y las ciudadanas y el
pleno ejercicio de su derecho.
Dicho artículo consagra el derecho al honor y a la privacidad de cada
individuo. Si bien, no establece específicamente el derecho a la información,
indica que cada ser humano tiene el derecho de la protección de su honor,
vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación. Puede
entenderse este como uno de los ámbitos que regula el derecho a la
información, es decir, puede entenderse como el derecho a decidir con quien
compartir la información que le concierne a su persona y demás.

Al respecto, se encuentra la Sentencia No. T-394/2000 de la Corte


Constitucional de Colombia. En esta oportunidad la Corte se pronunció en su
sentencia que, en caso de la negativa del hospital a entregar las muestras
genéticas de un hijo fallecido a los padres solicitantes, y esto violaba varios
derechos fundamentales, porque:

(…) impide a la pareja que desea conformar responsablemente una


familia, saber cuáles son los peligros de salud que su descendencia
puede llegar a afrontar, o incluso los que los miembros de la pareja
pudieren también sufrir (y, además, le coarta) la posibilidad de obtener
información acerca de los patrones genéticos que influyen
negativamente en la salud de los peticionarios, lo cual puede acarrear,
a su vez, la perturbación del libre desarrollo de la personalidad de estos,
en la medida en que la falta de información completa podría condicionar
negativamente la opción de ser padres, por el simple temor de ver morir
nuevamente a uno de sus hijos.

77
En el citado fallo, puede evidenciarse la necesidad que involucra el
conocimiento a la información genética de los individuos, ya que esto puede
determinar circunstancias futuras que de no tener el adecuado conocimiento
de la información podrían derivar en hechos catastróficos para los interesados,
como, por ejemplo, la prenombrada Sentencia.

Este derecho, más que verse lesionado o favorecido por las prácticas
eugenésicas, se establece como un deber para con los profesionales médicos
y las instituciones sanitarias de proporcionar a los involucrados en los
procedimientos aquí estudiados la información que estos necesiten, para que
así, puedan hacer uso de ella de la manera en que consideren correcta.

Por último, derivado del derecho a la libertad, se encuentra el derecho a la


investigación científica. Sobre esta particular Ahumada (2008:11) opina:

La libertad de investigación científica es un derecho complejo que


generalmente presenta tres dimensiones o facetas: la dimensión
negativa o de autonomía; la dimensión prestacional y la dimensión
colectiva o social. Esto significa que el contenido de este derecho
comprende actuaciones desarrolladas por personas individuales, los
titulares originarios y característicos; y también actuaciones como las
desplegadas por los poderes públicos, que son actividades de fomento
a favor del titular y de la sociedad, e incluso la actividad científica llevada
a cabo por el Estado. También comprende la dimensión colectiva o
social, generalmente aludida en disposiciones internacionales,
comúnmente denominada como derecho a gozar de los beneficios de la
ciencia.
De acuerdo al prenombrado autor, el derecho a la libertad de investigación
puede desarrollarse en diferentes ámbitos. En primer lugar, puede ser
desarrollado de manera individual, por los poseedores del derecho; en
segundo lugar, se ubica la dimensión prestacional, como por ejemplo las
desarrolladas en favor de individuos; y, por último, existe la dimensión
colectiva, la cual se encuentra en disposiciones internacionales y que expresa
el derecho a gozar de las ventajas de la ciencia. Sobre el particular también se
pronuncia Chueca (2008:10), quien argumenta que:

78
La investigación científica, tal y como resulta de los preceptos
constitucionales aludidos constituye un objeto de derecho fundamental
consistente en ampliar el conocimiento científico. Ahora bien, importa
mucho recalcar que esta función o actividad no incluye la persecución
de una finalidad práctica concreta. Evidentemente toda acción humana
posee un motivo o finalidad en la mente de quien la realiza, pero la
inexistencia de finalidad práctica alude al hecho de que una actividad de
investigación científica está protegida, incluida en el objeto del derecho,
sin necesidad de formulación de un motivo o fin que justifique su
realización. En resumen, el objeto del derecho no incluye la exigencia
de una finalidad práctica, de una aplicación concreta que guíe la
actividad investigadora.
De esta definición puede extraerse que el derecho a la investigación
científica se basa más que nada en ampliar el conocimiento, ese es el fin
primordial de la investigación póstuma a realizarse. Considera también dicho
autor que esta práctica no comprende una finalidad concreta, sino que esta se
realiza sin tener algún motivo especifico más que el de expandir el
conocimiento que se tiene sobre un tópico determinado.

Habiendo analizado el derecho a la libertad en sus diferentes variantes, se


hace necesario considerar el derecho a la integridad personal de los
individuos. Para Padilla (1995:37):

El derecho a la integridad física y psíquica implica la preservación, sin


detrimento alguno de la integridad del cuerpo y la mente, excluyéndose
por tanto las penas, procedimientos y tratamiento que tengan por
resultado la privación o inhabilitación intencional de alguna parte del
cuerpo humano o de algunas de las facultades de la mente o del espíritu
y cualquiera fuere el propósito con que tales actos se cumplen, excepto
con fines medicinales como en las hipótesis de los transplantes de
órganos entre seres humanos.
Mientras que Aguilar (2013:152) expresa lo siguiente:

También existe tutela penal y civil de la integridad física análoga a la


tutela de la vida misma.
El derecho a la integridad física implica incluso el derecho a negarse a
ser sometido a inspecciones corporales (salvo algunas excepciones),
así como a someterse a ciertos tratamientos médicos o quirúrgicos.

79
Y, por su parte, Anello (2013:69) analizando el artículo 5 de la Convención
Americana de Derechos Humanos indica:

Además de la protección general a la integridad personal, la norma


tutela la prohibición absoluta de someter a toda persona a torturas,
tratos crueles, inhumanos o degradantes. Tal como se mencionó, esta
misma disposición se encuentra contemplada en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. Este último, profundiza esta prohibición
disponiendo que “en particular, nadie será sometido sin su libre
consentimiento a experimentos médicos o científicos”.
Los diferentes autores concuerdan en que el derecho a la integridad
personal involucra el derecho a rechazar cualquier practica que pueda
involucrar tratos crueles, inhumanos o degradantes; implica de este modo el
resguardo del cuerpo y de la mente, impidiendo así que estos sean afectados
en modo alguno. Y, también, comprende la potestad de rechazar cualquier
tratamiento o procedimiento médico o quirúrgico que pueda conllevar a la
privación total o parcial de alguna parte del cuerpo, o, de algún sentido. De
igual forma, confirmando anteriormente expresado, dicho derecho se
encuentra regulado en la Constitución venezolana (1999) en su artículo 46, el
cual a la letra establece:

Artículo 46.- Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad


física, psíquica y moral, en consecuencia:
1. Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes. Toda víctima de tortura o trato cruel,
inhumano o degradante practicado o tolerado por parte de agentes del
Estado, tiene derecho a la rehabilitación.
2. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido
a la dignidad inherente al ser humano.
3. Ninguna persona será sometida sin su libre consentimiento a
experimentos científicos, o a exámenes médicos o de laboratorio,
excepto cuando se encontrare en peligro su vida o por otras
circunstancias que determine la ley.

80
4. Todo funcionario público o funcionaria pública que, en razón de su
cargo, infiera maltratos o sufrimientos físicos o mentales a cualquier
persona, o que instigue o tolere este tipo de tratos, será sancionado o
sancionado de acuerdo con ley.
Con respecto a las prácticas eugenésicas en conjunto con el estudiado
derecho a la integridad personal, se puede decir, que este en algunos casos
resulta violentado. Específicamente hablando de aquellos casos en donde se
ven alteradas o modificas las características genotípicas únicas de cada
individuo -incluso antes de nacer- sin posibilidad de que este pueda negarse a
ello.

Como otro derecho a analizar se encuentra el derecho a la diversidad


genética. Sobre este particular, Arroyo (2001:116) argumenta:

Quizás sea este el derecho básico en lo relativo a la eugenesia


propiamente tal, ya que los excesos vividos por la humanidad y que se
relacionan con el tema, fueron justamente relativos a la creencia de
superioridad de ciertas razas y características genotípicas específicas.
Es en este mismo sentido de protección al genoma humano como lo
entiende el artículo 1º y 2º, letra b), de la Declaración Universal sobre el
Genoma Humano y los Derechos Humanos, los que señalan
respectivamente que “el genoma humano es la base de la unidad
fundamental de todos los miembros de la familia humana y del
reconocimiento de su dignidad intrínseca y su diversidad...” y “esta
dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características
genéticas y que se respete el carácter único de cada uno y su
diversidad”.
Dicho derecho debe entenderse como el respeto a las características
genéticas de cada individuo y no por ello ejercer algún tipo de discriminación,
pues como la ley lo ha establecido, el genoma humano, el compendio de
información acerca de los seres humanos, es considerado patrimonio de la
humanidad, por lo tanto, este no debe ser reducido a malos tratos o rechazos
de ningún tipo.

En cuanto al derecho a la no discriminación, Arroyo (2001:117) también se


pronuncia y al respecto expresa:

81
La no discriminación desde un punto de vista genético y sus posibles
consecuencias eugenésicas, también son puntos importantes a
proteger dentro de una legislación que consagra de una manera u otra
la posibilidad de realizar ciertos procedimientos de eugenesia positiva
sobre la población a regir.
Es así como se contempla este principio dentro de la Declaración
Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, la que
en su artículo 6º, señala que “nadie podrá ser objeto de discriminaciones
fundadas en sus características genéticas, cuyo objeto sería atentatorio
contra sus derechos humanos y libertades fundamentales y el
reconocimiento de su dignidad”.
En otras palabras, este derecho consiste en la no discriminación como tal,
pero visto desde el aspecto genético. Así, la ley ha establecido que ninguna
persona, en ningún caso, podrá ser objeto de discriminación o rechazo
basándose en sus características genéticas, pues estas son únicas e
intrínsecas del ser humano.

Los referidos derechos, entiéndase, el derecho a la diversidad genética y


el derecho a la no discriminación genética pueden verse reflejados en la
Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo
21, si bien este hace referencia a la no discriminación y a la igualdad en sentido
general, de manera análoga puede interpretarse que este constituye a su vez
el ámbito genético. Dicho artículo reza de la siguiente manera:

Artículo 21.- Todas las personas son iguales ante la ley; en


consecuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el
credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio
en condiciones de igualdad de los derechos y libertados de toda
persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que
la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a
favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados
o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que, por
alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en

82
circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan.
(…)
De lo anterior, puede establecerse que las prácticas eugenésicas en
algunos casos constituyen una violación del derecho a la diversidad genética
y, asimismo, al derecho a la no discriminación genética, por cuanto el genoma
humano puede verse alterado de manera definitiva durante la implementación
de estas prácticas, ya que el objeto de las mismas es, en efecto, detectar
anomalías, enfermedades o cualquier mal funcionamiento en los seres
humanos y eliminarlo.

Ahora bien, la dignidad humana, revisada anteriormente, y, considerando a


autores como Saldaña (2006), Fukuyama (2003) y Alexy (2008), puede
definirse como aquella característica del ser humano, que deriva de su propia
naturaleza, y que constituye un compendio de aspectos de carácter moral,
social, emocional, entre otros. El ser humano nace libre y por lo tanto tiene la
posibilidad para desarrollarse como él quiera o como lo considere mejor, es
decir, tiene la autonomía o el poder para diseñar un plan propio de vida y vivirlo
como lo considere mejor.

Por su parte, Moreno (2011), para definirla la divide en tres ámbitos de


protección que se ven resguardados por dicho término. En primer lugar, se
encuentra la autonomía de la persona y la posibilidad de diseñar su modelo de
vida ideal (vivir como quiera); en segundo lugar, el ser humano está en la
posibilidad de desarrollar este modelo o plan de vida de la manera que él
quiera, disfrutando de esta manera de las condiciones de vida que considere
necesarias (vivir bien); y, en tercer lugar, la integridad personal y espiritual
deben estar protegidas de manera que nadie pueda verse disminuido de forma
espiritual o física para así desarrollar el plan de vida plenamente.

83
Entendiendo que las prácticas eugenésicas están destinadas al
perfeccionamiento de la raza humana, corrigiendo de esta manera las posibles
enfermedades hereditarias o anomalías genéticas; debe considerarse que
dichas enfermedades o anomalías no pueden verse como discriminación o
como razones para caracterizar de inferior al individuo que las porte. Al
respecto el artículo 81 de la Carta Magna venezolana (1999) establece:

Artículo 81.- Toda persona con discapacidad o necesidades especiales


tiene derecho al ejercicio pleno y autónomo de sus capacidades y a su
integración familiar y comunitaria. El Estado, con la participación
solidaria de las familias y la sociedad, le garantizará el respeto a su
dignidad humana, la equiparación de oportunidades, condiciones
laborales satisfactorias, y promoverá su formación, capacitación y
acceso al empleo acorde con sus condiciones, de conformidad con la
ley. Se les reconoce a las personas sordas o mudas el derecho a
expresarse y comunicarse a través de la lengua de señas venezolana.
Debe entenderse entonces que aun si una persona es portadora de dichas
características esta debe verse de igual manera protegida y su dignidad
humana debe ser respetada ante todo. En ciertas ocasiones, debido a la
implementación de las prácticas eugenésicas esta dignidad puede verse
violentada, y, un ejemplo de eso se puede observar en la Sentencia No. 2000-
02306 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de San José
de Costa Rica, donde se considera que:
El embrión humano es persona desde el momento de la concepción, por
lo que no puede ser tratado como objeto, para fines de investigación,
ser sometido a procesos de selección, conservado para su congelación,
y lo que es fundamental para la Sala, no es legítimo constitucionalmente
que sea expuesto a un riesgo desproporcionado de muerte. (...)
De esta manera, la Sala determinó que la técnica de fecundación in vitro y
la transferencia de embriones, era un servicio con fines lucrativos que violaba
o atentaba contra el derecho a la vida y la dignidad del ser humano, y,
determinó que este no podía ser tratado como un objeto, pues se entiende que
el mismo es portador de derechos, como el derecho a la vida y merece que su
dignidad humana sea respetada.

84
Como último derecho a analizar se encuentra el denominado derecho a la
reproducción. En vista del reconocimiento de la reproducción como una
necesidad inherente al hombre, donde este busca la manera de perpetuar su
especie y vivir en familia, se puede hablar de la reproducción como un derecho.
Mouzayek (2004:64) lo plantea como “el derecho de procrear con quien uno
quiere, cuando y como uno quiere”. En el entendido que el derecho a lo
reproducción viene a ser el reconocimiento de la libertad del hombre de decidir
si desea reproducirse o no, el cómo y el cuándo.

Del mismo modo se ha establecido el derecho a la reproducción, como


aquel que permite acceder tanto a la reproducción natural, como valerse de
las nuevas tecnologías reproductivas tal y como lo establece Aguiar-Guevara
(2001) siempre teniendo en cuenta que existen límites los cuales tienden a
proteger la integridad física y la vida del nuevo ser, así como la integridad
psíquica y social de los pacientes que recurren a los procedimientos de
reproducción asistida.

A pesar de que se afirma la existencia de un derecho a la reproducción o


un derecho a la procreación, en el área jurídica existe una discrepancia en
cuanto a si debe entenderse la reproducción como un derecho o no. Pues una
parte de la doctrina establece que no existe un derecho a tener un hijo y en el
caso donde una persona no pueda tener descendencia de forma natural debe
recurrir a la adopción y no a las técnicas de reproducción asistida. En este
sentido, autores como Gómez, citado por Piña (2007:60), sostienen que: “No
existe un derecho a la procreación, sino de un derecho al libre ejercicio de la
sexualidad y en este ejercicio concreto cabe o no la posibilidad de procrear”.

Para efectos del presente trabajo se concuerda con la idea de Gómez, por
considerarse valida la postura del derecho al libre ejercicio de la sexualidad y
no el referido derecho a la reproducción. Al respecto, dicha garantía puede
verse resguardada y protegida en el ordenamiento jurídico venezolano,

85
específicamente, en la Carta Magna venezolana (1999) en su artículo 76, el
cual establece:

Artículo 76.- La maternidad y la paternidad son protegidas


integralmente, sea cual fuere el estado civil de la madre o del padre. Las
parejas tienen derecho a decidir libre y responsablemente el número de
hijos o hijas que desean concebir y a disponer de la información y de los
medios que les aseguren el ejercicio de este derecho. El Estado
garantizará asistencia y protección integral a la maternidad, en general
a partir del momento de la concepción, durante el embarazo, el parto y
el puerperio, y asegurará servicios de planificación familiar integral
basados en valores éticos y científicos.
El padre y la madre tienen el deber compartido o irrenunciable de criar,
formar, educar, mantener y asistir a sus hijos o hijas, y estos o estas
tienen el deber de asistirlos o asistirlas cuando aquel o aquella no
pueden hacerlo por sí mismos o por sí mismas. La ley establecerá las
medidas necesarias y adecuadas para garantizar la efectividad de la
obligación alimentaria.
De la norma citada puede vislumbrarse como el Estado es el garante de
proporcionar protección a los ciudadanos que son padres o se encuentran en
el proceso de gestación. Las parejas, como menciona la ley, tienen la facultad
de escoger cuantos hijos desean concebir, más la ley no menciona
específicamente que las parejas tengan el derecho a reproducirse, sólo el
derecho a escoger y disponer de información pertinente.

Sea como fuese, las prácticas eugenésicas favorecen el prenombrado


derecho, pues a través de diferentes prácticas de manipulación de genes
incluso aquellas personas que se ven imposibilitadas en el proceso
reproductivo pueden tener una oportunidad y no ver desechadas de esta
manera sus expectativas en cuanto a la concepción.

Ahora bien, del previo análisis puede determinarse que ciertos derechos
humanos resultan en efecto lesionados por la implementación de las prácticas
eugenésicas, mientras que otros, como el derecho a la reproducción y el
derecho a la libertad de investigación, pueden verse satisfechos con la
implementación de dichas técnicas.

86
En tal sentido, los derechos que resultan lesionados son: el derecho a la
vida; el derecho a la libertad, en todos sus matices, entiéndase, el derecho al
libre desarrollo de la personalidad, el derecho a disponer del propio cuerpo, el
derecho a la información o libertad de expresión, e inclusive, el derecho a la
libertad de investigación; asimismo, se lesiona el derecho a la integridad
personal y el derecho a la vida, e inclusive, la dignidad humana resulta
afectada.

Considerando lo expuesto, debe tenerse claro que aun cuando se vean


favorecidos de esta manera algunos derechos, no puede entenderse por esto
por la omisión e ignorancia deliberada de aquellos derechos que si resultan
lesionados. Por el contrario, de implementarse una legislación que regule las
prácticas en estudio debe considerarse cada uno de estos aspectos y
regularse de tal manera que todos los derechos humanos puedan verse
satisfechos.

Así, en el presente trabajo de investigación se considera, que aquellas


prácticas que se realizan con el objeto de modificar o alterar las características
genéticas de los individuos menoscaban derechos como la integridad
personal, el derecho a disponer del propio cuerpo, el derecho al libre desarrollo
de la personalidad, así como también, el respecto a la dignidad humana.

De igual manera, con aquellas prácticas destinadas a la eliminación de


embriones o cigotos por considerarse estos no aptos para la vida o por
conllevar características indeseadas por las parejas portadoras, se violenta de
manera indiscutible el derecho a la vida; derecho este fundamental a los seres
humanos que deriva de su propia existencia.

Es por esto, que las leyes deberían trabajar en favor de aquellas prácticas
que no alteren las características genotípicas únicas de los individuos y que
no atenten contra la vida, sino que, por el contrario, estén destinadas a la lucha
contra enfermedades, anomalías y demás que no afecten las células

87
reproductivas y que de esta manera no se vean en riesgo las generaciones
futuras. Entiéndase por estas prácticas, las prácticas eugenésicas positivas.
Recalcando, además, que de permitirse estas prácticas deben tenerse en
cuenta los posibles derechos que aun así puedan resultar violentados y hacer
todo lo posible para que esto no suceda.

88
CONCLUSIONES
Con vista al acelerado avance de las tecnologías, el derecho ha quedado
rezagado en ámbito de sus contribuciones, lo que se ve expresado en la falta
de normativa que regulen su alcance o que establezca limitaciones al uso que
se le imparte a las mismas para la implementación de las prácticas
eugenésicas. Dichas prácticas consisten en la implementación de cualquier
medio para la mejora o el perfeccionamiento de los seres humanos.

En el primer objetivo del presente trabajo de investigación, se estableció


que, las prácticas eugenésicas pueden clasificarse de dos maneras; en primer
lugar, las prácticas eugenésicas positivas, las cuales consisten en la
rectificación de anomalías, la lucha contra enfermedades y el mejoramiento de
la raza humana; sin embargo, es evidente que el termino eugenesia da para
más, como lo proponía su fundador, y, de esta manera, busca detectar los
genes buenos y mejorarlos. En segundo lugar, las prácticas eugenésicas
negativas, no modifica no corrige los genes de futuros bebés, sino que, al
contrario, al detectar que los fetos dentro del vientre materno llevan genes
defectuosos eliminan al feto por medio del denominado aborto eugenésico.

En cuanto a los tipos de prácticas que se desarrollan o llevan a cabo en la


actualidad, es decir, aquellas que conciernen al aspecto negativo, son: los
procedimientos anticonceptivos, la esterilización eugenésica, el aborto
eugenésico, la ingeniería genética en su línea germinal y el diagnóstico
genético preimplantacional, y, luego, aquellas con aspecto positivo, son: la
ingeniería genética en su línea somática, manipulación genética cuando se
utiliza para la rectificación de enfermedades y la fecundación in vitro.

Se observa entonces que, estos métodos en ciertos casos favorecen a la


sociedad, pues, haciendo referencia a las técnicas de reproducción asistida,
aquellas parejas que, de manera natural, se ven imposibilitados para la
concepción de niños pueden ver su interés satisfecho a través de los distintos

89
procedimientos que brindan. Sobre la manipulación genética puede
establecerse, que está también favorece en algunos casos a la colectividad,
pues, a través de esta práctica pueden corregirse anomalías genéticas e
incluso enfermedades hereditarias.

Sin embargo, si bien es cierto que favorece a los individuos en


determinados casos, también es cierto que en otros resulta lesivo. En cuanto
a las técnicas de reproducción asistida pueden mencionarse aquellos casos
donde son detectados embriones que son portadores de enfermedades o
anomalías y de esta manera son eliminados o sus características genéticas
son alteradas, afectando así su vida y su integridad genética. E igualmente,
las prácticas donde se incurre en la manipulación de genes, son lesivas en
aquellos casos donde se modifican los genes no con propósitos terapéuticos,
sino con fines estéticos, alterando también de esta manera la integridad
genética y afectando al genoma humano, reconocido patrimonio de la
humanidad.

Asimismo, en el segundo objetivo de esta investigación se evidenció que,


al no existir una regulación jurídica que establezca el alcance y los límites de
estas prácticas, podrían verse lesionados los distintos principios éticos y
jurídicos que dan sustento a las mismas. Y, además, pudo observarse que, en
cuanto al aspecto ético, se debe tomar en consideración la teoría principalista,
la cual abarca los principios de autonomía, beneficencia, no maleficencia y
justicia distributiva.

Y, en cuanto al aspecto jurídico, se pueden tomar en cuenta las diferentes


normas o preceptos que se han venido desarrollando tanto a nivel nacional
como a nivel internacional en los diferentes pactos, tratados, convenios o
declaraciones, entendiéndose por esto, a aquellas reglas para proteger los
derechos humanos y la dignidad intrínseca del ser humano, el genoma

90
humano y la protección que se lo otorga, la responsabilidad del Estado en
cuanto al mismo y la responsabilidad médica.

De igual manera, de lo analizado en el tercer y último objetivo de la


investigación, puede determinarse que de no establecerse normas que regulen
las estudiadas prácticas esto también puede desembocar en una lesión de los
derechos humanos que se ven envueltos durante la implementación de las
mismas, como lo son: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal,
el derecho a la no discriminación genética, el derecho a la diversidad genética
y el derecho a la libertad, considerado este en sus diferentes vertientes, como
lo son: el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la
información y el derecho a la libertad de investigación científica y el derecho a
disponer del propio cuerpo.

Derivado de los anterior, es evidente que, debido a las lesiones a los


principios éticos y jurídicos, así como, a importantes derechos humanos, se
hace necesario controlar el uso de las prácticas eugenésicas a través de
normas jurídicas que, en cuanto a las prácticas consideradas como negativas,
prohíban su uso, y, en cuanto a aquellas consideradas como positivas se
permita su uso, estableciendo su alcance y limitaciones para que de esta
manera se pueda ver resuelto el conflicto ético entre su aplicación material y
su ausencia de regulación normativa.

Estableciéndose que, si bien estas prácticas pueden otorgar grandes


beneficios a los interesados, también pueden conllevar grandes riesgos. Y,
aunado a esto, debe actuarse sobre la base de criterios éticos, morales y
jurídicos, de manera tal que no se incurra en violaciones de principios ni de
derechos humanos. Es por ello, que, en la presente investigación se realizó un
análisis ético-jurídico de las prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico
venezolano, con el fin de que la misma puede ser utilizada de apoyo para
futuras investigaciones relacionadas con el tema en cuestión.

91
RECOMENDACIONES
Habiendo analizado previamente los resultados de la investigación, se hace
necesario realizar las recomendaciones pertinentes y necesarias para la
implementación de las prácticas eugenésicas en el ordenamiento jurídico
venezolano, sin que el uso de estas conlleve a la violación de principios éticos
y jurídicos, así como, a la lesión de derechos humanos.

En primer lugar, en relación al escaso contenido normativo en materia de


genética, y la falta de regulación objetiva y material, se recomienda a la
Asamblea Nacional, legislar específicamente en la materia tratada en el
presente trabajo de investigación, entiéndase, las prácticas eugenésicas, las
cuales en la actualidad son desarrolladas sin limitación alguna por parte del
Estado.

Es por lo anterior, que se necesita una regulación jurídica que preste


especial atención a las mismas, así como, principios que le sean propios por
su especialidad, facilitando de esta manera que las prenombradas prácticas
sean llevadas de acuerdo a principios éticos y jurídicos. Y, de igual manera,
es necesario que la ley, establezca la responsabilidad de los médicos y de todo
aquel que incumpla lo que en ella ha sido establecido.

Seguidamente, se recomienda la creación de órganos interdisciplinarios


que se encarguen de vigilar, regular y fiscalizar el procedimiento póstumo a
practicarse de acuerdo a los parámetros que establece la ley y los principios
éticos. Así como, la posibilidad de sancionar desde el punto civil, administrativo
y penal a las clínicas, médicos y personas que incumplan con las normas
establecidas.

Luego, se recomienda al Ministerio del Poder Popular para la Salud,


ejecutar planes para la promoción y difusión de la información y los términos
que aquí se establecen, promoviendo la investigación, el desarrollo científico
y humano en beneficio de la población humana, todo esto tomando en

92
consideración la promoción y no la lesión de los derechos humanos y los
principios éticos y jurídicos involucrados. Aunado a esto, se recomienda que
llegue a los tres niveles: Nacional, Estadal y Municipal, para una información
precisa y clara a todos los interesados, incluyendo a los médicos que llevaran
a cabo las prácticas eugenésicas.

También, se recomienda al Ministerio del Poder Popular para la Salud


establecimiento de comités de bioética conformados por profesionales
expertos en las diversas áreas de interés, con el propósito de examinar y
evaluar las situaciones presentes en la actualidad, donde se evidencia una
confrontación ética y filosófica, que requiere de estudio y soluciones; en otras
palabras, comités que dictaminen si determinadas situaciones son necesarias
de implementación de las prenombradas prácticas eugenésicas, considerando
los fenómenos involucrados y los criterios éticos y jurídicos, para, de esta
manera, no incurrir en la violación de principios ni de derechos humanos.

Y, por último, se recomienda a las Universidades venezolanas, tanto


públicas como privadas, la inclusión de la cátedra de bioética en los pensum
de estudio de derecho y carreras afines en las mismas, a los fines de
intercambiar opiniones sobre los distintos temas y problemas éticos, y de esta
manera, los profesionales puedan surgir más preparados y listos para las
situaciones que se presentan en la actualidad.

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