Vous êtes sur la page 1sur 9

LA FARSA HEGELIANA 2.

0 EN LA OBRA DE WOLFGANG GIEGERICH

José Medina

"La farsa hegeliana ya ha hecho demasiado daño

y ha llegado el momento de detenerla."

(Karl R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos14)

Duras palabras se han vertido acerca de la filosofía de Hegel desde sus orígenes
hasta el día de hoy, sin duda no siempre palabras justas. En la obra colectiva The Hegel
miths and legends, editada por Jon Stewart18, se presentan una serie de artículos que
esclarecen para el público general diversos equívocos que han sido una fuente de
malentendidos constantes de la obra de Hegel. Debemos decir, sin embargo, que a pesar
de la contribución de estos autores, la mayor parte de las críticas que se han realizado a
la filosofía de Hegel siguen todavía hoy en pie sin haber perdido relevancia, entre otros
motivos porque aunque la obra de Hegel pueda haber sido objeto de injustos
malentendidos, muchos de los seguidores de Hegel, que también le han malentendido,
han contribuido a crear, cada uno a su manera, una “hegeleanería” que corre en paralelo
a la historia de la filosofía de Hegel y la mayor parte de las veces se confunde con ella.
Esa “hegeleanería” es lo que en consonancia con otros autores llamamos en este artículo
“la farsa hegeliana”. Intelectualmente no es posible tomarse en serio a la hegeleanería.

Recordemos también estas otras lacerantes y agudas palabras del filósofo Karl
Popper "[Hegel,] su verborragia y la maraña de sus pensamientos (...) es patológica"13 y
pongámoslas en relación con uno de los escritos del psicólogo junguiano Wolfgang
Giegerich, Hegel's language4. En este breve escrito, Giegerich da su opinión respecto al
peculiar lenguaje de Hegel, recurre a la autoridad de los filósofos Ernst Bloch y Terry
Pinkard y a la del experto en literatura Emil Staiger, defiende la validez y relevancia de
las expresiones de Hegel y compara a Jung con un subnormal (!) por haber juzgado
equivocadamente a Hegel y su modo de usar el lenguaje. En algunas ocasiones, como
en este escrito, es difícil saber si la motivación principal de Giegerich al escribirlo es
atacar a Jung -siguiendo la tónica general de casi todos sus escritos-, o bien defender a
Hegel (¿su ídolo herido?). Efectivamente, Jung, al igual que Popper, arremetió
duramente contra este lenguaje "amanerado" de Hegel, contra su "lenguaje de poder",
lenguaje que para Jung es "un síntoma de debilidad, incapacidad y falta de substancia” 10,
palabras duras que lamentablemente pueden también aplicarse a la obra "psicológica"
de Wolfgang Giegerich, para el que, sin embargo, “el problema de Jung con el lenguaje
de Hegel y de Heidegger es principalmente su propio problema con la modernidad” 4,
modernidad sui generis que para Giegerich es la medida de todas las cosas. Se piense lo
que se piense sobre el asunto, parece claro que además de las cuestiones intelectuales
en juego, se mezclan en este tema factores altamente emocionales, y por lo tanto cabe

1
decir arquetípicos, relacionados con la tipología psicológica de los implicados en tales
cuestiones. No en vano tal tipología nos habla precisamente del alma, tanto objetiva
como subjetiva. Lo esencial, no obstante, no es el lenguaje, vayamos pues al fondo del
asunto.

A pesar de sus muchas inconsistencias, el sistema filosófico de Hegel es considerado


ampliamente como irrefutable, pero únicamente si se lo considera desde dentro de sí
mismo, desde su interioridad, es decir, si no se presta atención a todas las críticas que
se le dirijan desde otros puntos de vista filosóficos. Esta irrefutabilidad condicionada se
convierte, por lo tanto, en una debilidad más del sistema de Hegel, ya que se vuelve
inaccesible a cualquier influencia positiva "externa". Giegerich, heredero en tantos
sentidos de lo que podríamos llamar “una lógica hegeliana”, ha tomado también para
su Psicología como Disciplina de la Interioridad este aspecto de irrefutabilidad interior
de la filosofía de Hegel, y como muestra de ello en las primeras páginas de su libro
Neurosis. The logic of a metaphysical illness, donde hace un repaso de algunos de los
puntos más básicos de su psicología, nos indica que uno de ellos es el denominado "la
exclusión del Otro", y consiste en que

"nuestro pensamiento debe ser monista. (...) La exclusión de cualquier Otro externo no
debe ser malentendida como el activo, quizás incluso violento, `volverse en contra de...´
del psicólogo. (...) No, la exclusión es `paciente´, pasiva, un efecto secundario de algo
otro: del hecho de que toda la "libido", todo "amor", la completa intensidad de la
dedicación de uno fluye hacia la imagen que se tiene a mano (o hacia cualquier otra cosa
en la que pueda consistir el fenómeno psicológico), por tanto todo lo demás es
simplemente olvidado, no hay atención que prestarle; está toda en el fenómeno,
cautivada por él."5

La falta de autocrítica y de diálogo real con el otro que esta perspectiva implica es
como mínimo preocupante. El problema de este planteamiento no es que debido a él
no se juzgue al paciente, o a cualquier fenómeno psicológico -de hecho tal acriticismo
aplicado al paciente (neutralidad) es muy recomendable-, sino que con esta forma de
entender la psicología se impide juzgar -valorar- la propia perspectiva psicológica, en
este caso la Psicología como Disciplina de la Interioridad, a no ser que se haga “desde
adentro”. Y por otro lado, podríamos añadir con Nietzsche: “Mientras que la moral
aristocrática nace de una triunfal afirmación de sí misma, la moral de los esclavos desde
el principio es un no a lo que no forma parte de ella misma, a lo que es diferente a ella,
a lo que es su no-yo”12, a lo que además añade el filósofo Gilles Deleuze que “por eso
Nietzsche presenta la dialéctica como la especulación de la plebe, como el modo de
pensar del esclavo. (...) ¿Quién es dialéctico, quien dialectaliza la relación? Es el esclavo,
el punto de vista del esclavo, el pensamiento desde el punto de vista del esclavo. (…) El
`sí´ de Nietzsche se opone al `no´ dialéctico”1, al no dialéctico hegeliano.

Efectivamente, la exclusión del no-yo, del Otro (ya sea en el terreno de la moral o en
el terreno psicológico) no es un signo de fortaleza, ni desde luego de honradez
intelectual, sino de debilidad y de pobreza intelectual, además de ser una muestra de la
escasa importancia que se le concede a la posible veracidad del propio pensamiento.

2
En cuanto al criterio de veracidad, y dentro de esta misma lógica (hegeliana) de la
exclusión del Otro, Giegerich, mostrando una vez más su gusto por las metáforas
consistentes en cuchillos y demás objetos punzantes, nos propone como criterio de
veracidad psicológica de las afirmaciones, teorías y fenómenos lo que él llama "la navaja
psicológica"5 (intentando establecer con esta denominación una cierta analogía con la
navaja de Ockham), definida, según él, en el siguiente texto de Jung: "evita ante todo
que desde fuera se cuele algo extraño, pues la imagen de la fantasía tiene `todo lo que
necesita´”9. Sin embargo, basta con leer el referido texto de Jung (en Mysterium
coniunctionis) y los textos de Giegerich para darse cuenta de que aquel párrafo de Jung
no dice lo que Giegerich afirma que dice. En dicho texto no encontramos la metodología
de "la navaja psicológica" que propone Giegerich, porque de hecho en él Jung ni siquiera
está hablando de lo mismo que Giegerich. El psicólogo junguiano Mark Saban lo explica:

"[Hay] un axioma relacionado con la psicología de Giegerich, que de nuevo encontramos


expresado repetidamente en los escritos de Giegerich como si fuera originario de Jung.
Este principio está basado en algunas palabras de Jung en Mysterium Coniunctionis:
`Evita ante todo que desde fuera se cuele algo extraño, pues la imagen de la fantasía
tiene `todo lo que necesita´ ´. En el contexto original, Jung está discutiendo la técnica de
la imaginación activa. Se hace hincapié en la importancia de observar de cerca y
concentrar en una sola fantasía, sueño, estado de ánimo o afecto, y de no permitir que
la mente consciente interfiera con el material inconsciente que se debe permitir que
llegue a la superficie en sus propios términos. En resumen, se trata de una media
cautelar de sentido común para respetar la integridad de los fenómenos inconscientes
mediante el empleo de algo similar a `Capacidad Negativa´ de Keats. (...) Cuando
Giegerich convierte estos requerimientos en un axioma integral que expresa el principio
tautológico de que el 'alma siempre habla de sí' ha perdido de vista la referencia."15

Entienda Giegerich o no estos y otros pasajes de Jung, el caso es que no le importa


entenderlos, su atención, su amor, está cautivado por la Psicología como Disciplina de
la Interioridad, y por lo tanto sólo presta atención a lo que quiere prestar atención, ya
que Psicología como Disciplina de la Interioridad ha sido establecida por él. Le da igual
que su "amor" le haga no comprender el texto que está leyendo. Siguiendo sus propias
indicaciones, que según él ha extraído de ese mismo texto (!), Giegerich excluye al "Otro
externo", a Jung, el autor que ha escrito el texto que está leyendo, y excluye también
todo lo demás, y como consecuencia el propio significado del texto y el tema sobre el
que trata - es olvidado (!).

Despertemos de una vez y atengámonos a los hechos, que nuestra atención no fluya
ahora hacia otra parte, encaremos lo que aquí ha sucedido: Giegerich ha manipulado el
texto de Jung dándole un significado que el texto no tiene, descaradamente. Hay que
señalar, sin embargo, que en otras muchas ocasiones Giegerich se desentiende de la
metodología antes mencionada de la "exclusión del Otro paciente y pasiva" y utiliza la
obra de Jung como si fuera un saco de boxeo al que golpea una y otra vez, y en muchos
casos llega a ser tristemente conmovedor contemplar cómo el pobre Giegerich, cegado
por su "amor", lo único que consigue es dar violentos golpes al aire. Otras veces,
Giegerich no es tan violento, pero no por ello sus golpes son más certeros, veámoslo:

3
GIEGERICH: "Los arquetipos, creo, no deberían ser considerados ‘hechos’. No tienen una
existencia positiva, sino que reciben una existencia positiva sólo en esas ‘imágenes
arquetipales’ y símbolos reales en sus marcos históricos-culturales concretos en los
cuales los arquetipos fundamentalmente negativos se ejemplifican a sí mismos."5

Aparentemente un buen golpe directo, parece que da de lleno en la línea de


flotación de la Psicología Analítica, en el arquetipo; pero, observen lo que dice Jung
sobre el arquetipo:

JUNG: "En realidad, lo inconsciente colectivo no existe en sí mismo, ya que no es más


que una posibilidad, concretamente esa posibilidad que hemos heredado de tiempos
inmemoriales en forma de imágenes mnémicas o, en términos anatómicos, en nuestra
estructura cerebral. No hay representaciones innatas, pero sí posibilidades innatas de
representación que imponen determinados límites incluso a las fantasías más audaces,
una especie de categorías de la actividad imaginativa o ideas a priori, cuya existencia,
sin embargo, no puede ser captada sin la experiencia.”8

Lástima... la crítica de Giegerich a Jung sobre el arquetipo resultó ser un comentario


que ya hizo el propio Jung. Realmente el "amor" es ciego y parece ser que no permite
leer con claridad. ¿Pero por qué hemos de hacer caso a las críticas de alguien que no
quiere leer con claridad? Si las críticas de Giegerich a Jung resulta que consisten en
realidad en críticas no a Jung, sino a un muñeco de paja construido a la medida de las
entendederas y de los deseos pugilísticos de Giegerich, entonces ¿qué valor poseen esas
críticas?

En respuesta al mencionado artículo de Saban, Giegerich respondió que el idealismo


de Hegel constituye la realización final y total de la filosofía occidental 6. Como señala
Saban16, frente a este argumento de Giegerich no queda más que agachar las orejas y
rendirse ante la apabullante superioridad de Hegel, o bien permanecer ignorante de
tamaña filosofía como la de Hegel.

Pero como también indica Saban, aún queda una tercera posibilidad de mantenerse
en pie frente al gran filósofo idealista y, por tanto, frente a su versión actualizada en la
obra de Giegerich,

"Muchos otros filósofos importantes (notablemente Marx, Nietzsche, Kierkegaard,


Foucault, Lévinas, Derrida y Nancy) han encontrado que el sistema de Hegel es
defectuoso. Sin duda Giegerich nos dirá que estos pensadores simplemente no han
alcanzado el nivel requerido de comprensión. Sin embargo, un ejemplo particularmente
interesante a los efectos de este artículo es el antiguo amigo y colega de Hegel, Friedrich
Schelling, quien fue posiblemente responsable de reunir la variedad del idealismo
trascendental que Hegel siguió perfeccionando. Schelling, por lo tanto, nunca podría ser
acusado de dogmatismo o de ceguera hacia la posición filosófica que él mismo formó.
Sin embargo, en años posteriores se convirtió en un oponente indomable del idealismo
trascendental (como un sistema total). Schelling llegó a creer que la filosofía de Hegel,
que describió como una filosofía negativa, no era suficiente. Necesitaba ser

4
complementada por una filosofía positiva. (...) El punto importante aquí es que Schelling
no rechaza la razón y lo conceptual, pero, sin embargo, ve un enfoque puramente
conceptual (como el de Hegel) como fatalmente unilateral. (...) Como dice McGrath,
"Giegerich, al igual que Hegel, presume que la lógica es adecuada a lo real; o, expresado
psicodinámicamente, que una lógica del alma es adecuada a la realidad psicológica". Por
eso, continúa McGrath, la psicología de Giegerich sufre de todas las debilidades del
idealismo: "la coherencia a costa de la suficiencia, el olvido de lo real y la violación,
aunque sutil, de la dignidad de la persona, valorando lo universal, lo lógico por encima
de la verdad única, irrepetible e incommunicable del ser humano individual existente."16

Para Giegerich existen dos Jungs6, uno al que Giegerich atiende y otro del que
Giegerich no quiere saber nada. Sin embargo, "para Jung el compromiso de la conciencia
del yo con el inconsciente representa siempre una reunión de dos enfoques diferentes
del mundo [expresado en la obra de Jung por los dos Jungs de Giegerich, que son los dos
el Jung que todos conocemos]"16. Por tanto, como concluye Saban: "Es precisamente
esta difícil tensión entre dos enfoques contradictorios la que Giegerich ni siquiera
intenta mantener, sino que la rechaza en favor de una visión unilateral idealista. Esta es
la razón por la que el entendimiento de Giegerich es inadecuado para la complejidad de
Jung."16

Pero no dejemos de prestar atención, también, a lo que ocurre adentro de la


Psicología como Disciplina de la Interioridad, quiero decir, en la interioridad -entendida
en su manera más general y coloquial- de los discípulos de Giegerich, prestemos
atención a lo que nos dice uno de ellos: "Para nosotros, la cuestión de si estamos o no
de acuerdo con la psicología como disciplina de la interioridad en realidad no importa.
(...) Nuestra meta es pensar desde dentro de esta perspectiva psicológica,
entendiéndola como Giegerich la ha articulado."17

Aunque resulte duro de decir, el caso es que en esas pocas palabras que acabo de
citar se expresa el sometimiento dogmático al líder, a Giegerich. Obsérvese con la
suficiente atención: a alguien que dice lo que afirma esta discípula de Giegerich no le
puede importar lo más mínimo que Giegerich manipule los textos de Jung, ya que estar
de acuerdo con Giegerich o no, no importa (!). Igual que en una secta, a los discípulos
de la disciplina de Giegerich, en su interioridad, en el fondo, no les parece importante si
están de acuerdo o no con su líder, porque lo importante es seguirle, y además sólo
aceptan las críticas hacia la obra de su líder que les llegan "desde dentro", desde su
propio grupo, ya que la Psicología como Discipina de la Interioridad tiene en sí misma
todo lo que necesita... ¿pero lo que necesita para qué? Evidentemente, lo que necesita
para perseverar en su propio pensamiento sin modificarlo esencialmente tal como salió
de la cabeza de su fundador, armado con la lanza, afilada y cortante, y con el escudo y
el resto de la armadura, igual que Atenea nació de la cabeza de Zeus, con una sabiduría
incuestionable. Ya sólo nos queda saludar al líder, admitir la imponente superioridad del
idealismo alemán y asumir acríticamente sus axiomas principales, sus revelaciones… o
bien -quizá sea mucho mejor-, abandonemos ya de una vez por todas nuestra
ingenuidad y reconozcamos que, desde la psicología de Giegerich, o mejor dicho, desde

5
la hegelianería 2.0 que se ha apoderado de la ¿psicología? de Giegerich, lo que se nos
propone es el fundamentalismo, como de hecho acertadamente señaló Hillman
refiriéndose a otro aspecto de la obra de Giegerich: "[La] comprensión [que tiene
Giegerich] de la realidad religiosa, de su piedad, es fundamentalista"17.

No obstante, hay honrosas excepciones, y ya varios seguidores junguianos de


Giegerich se han atrevido a contradecir sus postulados más de una vez. Algo inevitable,
dado que con cada publicación Giegerich se sitúa en un punto cada vez más alejado de
la obra de Jung, y –no por casualidad- más cercano a la obra de Hegel. En el punto final
de la obra de Giegerich, del inconsciente colectivo de Jung ya no queda nada más que el
Geist de Hegel ¿nos sorprende? El punto de llegada de la psicología de Giegerich y su
punto de partida son uno y el mismo: Hegel - ¿o más bien la hegeleanería?.

Una muestra más de hegeleanería: la irrelevancia del individuo frente al Estado y la


justificación del statu quo por medio del Geist (el espíritu de nuestro tiempo). Giegerich
asegura que con su pensamiento no pretende sugerir ninguna posición ideológica
determinada hacia el mundo, sin embargo también dice claramente que

“la afirmación [de que el individuo está obsoleto] no es una afirmación empírica de un
hecho positivo, sino (psico-)lógica. Lo que quiero decir es que el individuo ha perdido su
significado esencial. Está obsoleto en todos los aspectos fundamentales”2.

Además nos dice:

"no quiero curar o cambiar nada. (...) Ésta es la terapia: conocer y atender a la verdad
de la época y al `dios´ de su profundidad. (...) Nuestro dios, [es] Dinero. (…) El
protestantismo –igual que el capitalismo y el monoteísmo (en su estado presente, más
avanzado)- es ese momento del opus en el que hoy nos encontramos”3.

El individuo está obsoleto, según Giegerich, pero aún conserva un dios... Así que,
después de todo, Giegerich sí tiene un dios: el dios Dinero. Efectivamente, la
modernidad en la obra de Giegerich resulta ser en realidad el momento de verdad del
dios Dinero, un “dios” que relativiza tanto al individuo como, más en general, los
derechos humanos que sostienen su individualidad. Giegerich nos dice a) nuestro
mundo moderno es capitalista, b) debemos ser modernos, luego c) debemos ser
capitalistas, o al menos inclinarnos ante el capitalismo y aceptarlo gustosamente -o a
regañadientes (al alma le da igual)- como momento de la verdad del alma que nos ha
tocado vivir; ésta es para Giegerich la terapia (!). La terapia es entonces lo que para el
observador “externo” a la psicología de Giegerich, y con capacidad de juicio crítico, no
es sino una gran farsa que Giegerich intenta hacer pasar por sutil filosofía (o psicología)
de una forma más bien descarada.

Pero así ha quedado establecido en la obra de Giegerich. Ahí está su impresionante


obra, irrefutable “desde dentro”, una mera sucesión de falacias, sin embargo, si la
examinamos desde fuera, sin “amor” pero con capacidad crítica. El ánimus-negativo-
Giegerich ha establecido en su obra cómo debe ser el mundo (como lo que ya es, según

6
él), cómo debe ser la modernidad (como la que ya es, según él), cómo debe ser la
psicología (como lo que él quiere que sea la psicología), un mundo a medida de Wolfgang
Giegerich establecido por el pensamiento de Wolfgang Giegerich, por su subjetividad,
por su “alma”, por la fantasía consciente de Wolfgang Giegerich… y éste es en esencia
el sujeto-objeto de Giegerich, y el de Hegel: el propio Giegerich y el propio Hegel inflados
hasta convertirse en norma (lógica y ontológica, respectivamente) de la conducta
colectiva. Sin embargo, mientras que Giegerich ha establecido ese mundo sobre el papel
de las páginas de su Obra completa, sobre el papel que todo lo aguanta y que nunca
hace juicios críticos, mientras tanto, decimos, el mundo, la modernidad y la psicología
está cambiando en dirección contraria a la del pensamiento (hegeliano) de Giegerich, el
alma que una vez se llamó moderna cada vez va quedando más atrás, junto con la obra
de Giegerich, a pesar de lo que han “establecido” todas las páginas de su obra.

Resumiendo, a causa de hechos como estos y de otros del mismo cariz, recurriendo
a una frase acuñada por Nietzsche, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la
obra de Giegerich "huele a hegeleanería de un modo bastante escabroso"13 y que tal
hegeleanería es en definitivas cuentas una farsa bochornosa sólo apta para espíritus
abotargados y poco pensantes, sin juicio crítico y con carencias intelectuales de alto
calibre.

Con todo, la visión (o lo que es lo mismo, la fantasía de la consciencia) de Giegerich


acerca de "la vida lógica del alma" y acerca del ánimus negativo -al margen de la
hegelianería de la que parte-, es sin duda de gran valor para la psicología junguiana, sí,
pero no nos equivoquemos, hay mucho más que decir sobre el Geist (como Espíritu y
como alma-ánimus) de lo que Hegel y Giegerich nos han contado. Este artículo sólo
pretende ser un manifiesto en contra de la hegeleanería, dejamos para otra ocasión el
estudio profundo que el tema requiere y que tanta luz puede aportar a la psicología.

En cualquier caso, Wolfgang Giegerich, el psicólogo que no es un psicólogo (como


señala Stanton Marlan11), no debería enfadarse si le negamos, al fin y al cabo él nos ha
animado a hacerlo y además probablemente le dé igual, porque su atención debe de
estar ahora mismo -siguiendo los principios de su filosofía (perdón, su psico-logía)-,
fluyendo hacia lugares totalmente alejados de cualquier "Otro externo" que pueda
encontrar grietas y fisuras, quizá socavones, en el armazón de corcho de sus modernas
ideas hegelianas 2.0, lugares hacia los que su mente vuela, lugares -dicho de manera
"meramente metafórica"- muy parecidos a la Disneylandia del mundo real con sus
atracciones de feria y sus mascaradas, pero en verdad una Disneylandia sólo propia de
los psicó-logos de la lógica, su Disneylandia particular, en la que la individuación, el sí-
mismo y cualquier imperativo de la naturaleza y del alma (alma-ánima) no son nada más
que... nada más que lo que él quiere que sean. Pero en último término, si incluso los
seguidores de Giegerich dicen que es secundario estar de acuerdo o no con él, entonces,
¿a quién le importa en serio todas esas fantasías de la consciencia, esa Disneylandia
psico-lógica? Sólo a los Peter Pan 2.0, y a esos no hay quien los detenga. Bienvenidos a
la época moderna “según Hegel”, una vez más.

7
BIBLIOGRAFÍA

1) Deleuze, Gilles (1986). Nietzsche y la filosofía. Barcelona : Anagrama

2) Giegerich, W. (2007). Technology and the soul. New Orleans : Spring Journal Books

3) ------------------ (2008). Soul-violence. New Orleans : Spring Journal Books

4) ------------------ (2013a). Dreaming the Myth Onwards: C.G. Jung on Christianity and on
Hegel. New Orleans : Spring Journal Books

5) ------------------ (2013b). Neurosis. The logic of a metaphysical illness. New Orleans :


Spring Journal Books

6) ------------------ (2015). Two Jungs. A propos a paper by Mark Saban. Journal of


Analytical Psychology, 60, 3, 303-315.

7) Hillman, James (1994). Once more into the fray (A response to Wolfgang Giegerich's
“Killings”). Spring, 56

8) Jung, Carl (1999). Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia. Madrid :
Trotta

9) ------------ (2002). Mysterium coniunctionis. Madrid : Trotta

10) ------------ (2004). La dinámica de lo inconsciente. Madrid : Trotta

11) Marlan, Stanton (2016) The psychologist who is not a psychologist: a deconstructive
reading of Wolfgang Giegerich's idea of psychology proper. Journal of Analytical
Psychology, 61, 2, 223-238

12) Nietzsche, Friedrich (1998). Crepúsculo de los ídolos. Madrid : Alianza Editorial

13) --------------------------- (2000). El nacimiento de la tragedia. Madrid : Alianza Editorial

14) Popper, Karl R. (2010). La sociedad abierta y sus enemigos. Buenos Aires : Paidós

15) Saban, Mark (2015a). Another serious misunderstanding: Jung, Giegerich and a
premature réquiem. Journal of Analytical Psychology, 60, 1, 94-113

16) ------------------- (2015b). Two in one or one in two? Pushing off from Jung with
Wolfgang Giegerich. Journal of Analalytical Psycholology, 60, 5, 679-97

17) Sandoval, Jennifer M. y Knapp, John C. (2017). Psychology as the Discipline of


Interiority. New York: Routledge

18) Stewart, Jon (1996). The Hegel miths and legends. Evanston : Northwestern
University Press

8
9

Vous aimerez peut-être aussi